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MATRIMONIO1
I VALOR Y SIGNIFICADO NATURAL DEL MATRIMONIO.

El matrimonio es una realidad humana, llena de significado en sí misma, que puede ser vivido sin
necesidad de una referencia explícita a Dios.

La constitución Gaudium et Spes 48, lo define como: “la íntima comunidad conyugal de vida y amor se
establece sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable”. En
el matrimonio se encuentran dos maneras de vivir lo humano: lo masculino y lo femenino, teniendo en
cuenta la humanidad personal de cada uno. Es la relación de amor la que salvaguarda, uniéndolos la
realidad de los dos sujetos. El amor da la capacidad de ser desde el otro y con el otro y para el otro sin
perderse a sí mismo. Hombre y mujer caminan hacia la unidad, no hay superioridad ni sumisión,
encumbramiento y menosprecio. Donde no hay igualdad, no existe en amor ni la amistad.

Así la actuación de la sexualidad matrimonial es la actuación de dos personas desde el amor, desde un
amor que relaciona generosamente las exigencias de la masculinidad y feminidad. La sexualidad emerge
desde la misma persona hacia el amor. Es una forma de ser, de intercomunicación íntima, cuya
inspiración es el amor. No hay posibilidad de una relación carnal con ausencia, lejanía o desacuerdo del
espíritu. Es vivencia en la que el yo se expresa, se autorevela, se entrega, se hace relación entrañable, se
presenta como don enriquecedor para el otro. La sexualidad es una “función” de amor.

II EL MATRIMONIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.

Una lectura atenta de los textos veterotestamentarios nos permite sacar las siguientes conclusiones:

 Los textos desacralizan la sexualidad matrimonial. Dios crea la realidad interpersonal de la


sexualidad como una realidad propia y autónoma y que pertenece a los hombres en libertad y
amor. El Cantar de los Cantares incluye una protesta contra los ritos míticos y cultuales de la
religión cananea, saturados de un sexualidad sacralizada: matrimonio entre la tierra(divinidad
femenina) y Dios celeste, el pueblo son los retoños. Las jóvenes se ofrecían por comida a los
extranjeros para obtener la fecundidad de Baal.

 La sexualidad humana es en sí misma buena y santa. Es una realidad que aparece como realidad
propia, pertenece al mundo creado. Como elemento de la misma creación participa de la bondad
que le confiere el hecho mismo de haber sido creada por Dios. (Gn. 1, 31; 2, 21; Sap. 7)

 Se proclama la igualdad entre el hombre y la mujer. (Gn. 2,19-23.)

 El matrimonio es imagen y símbolo de la alianza de Dios con Israel.

III EL MATRIMONIO EN EL NUEVO TESTAMENTO.

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Resúmen Cf. Borobio, D., La Celebración en la Iglesia II , Sigueme, Salamanca, 1994. p. 500-592. Cf. Forcano, B.,
Matrimonio, en Conceptos Fundamentales de Pastoral. p. 603-620.
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El Nuevo Testamento no afirma explícitamente que el matrimonio es un sacramento, ni pone en boca de


Jesús una doctrina completa y sistemática sobre el matrimonio. Los evangelios hablan relativamente
poco, aunque lo suficiente como para comprender la voluntad fundamental de Cristo sobre el
matrimonio: Jesús reconoce el valor del acontecimiento matrimonial (Jn. 2,2s); hereda la imagen
matrimonial(Mt.9,14-15; 25,1-13); defiende la indisolubilidad del matrimonio; supera la ley y une el
orden creatural y el orden de la alianza; lo “eleva” a sacramento.

El matrimonio es símbolo de la nueva alianza de Dios en Cristo. En el Nuevo Testamento hay una
continuidad y al mismo tiempo ruptura y superación del matrimonio por el mismo Cristo. El anuncia con
toda su pureza original el plan divino. Cristo es el continuador de la obra creadora del Padre, como
revelador de algo que asoma tímidamente en el AT y como el consumador del designio oculto del Padre.
El matrimonio revela esta alianza de gracia de Dios en Cristo. Las relaciones de los esposos tienen que
ser semejantes a las de Cristo con la Iglesia: el amor basado en su unión y comunión, gratuito, intenso,
firme, absolutamente fiel y exclusivo. Junto a esto hay que decir que tiene una dimensión escatológica
y dinámica: aparece claramente orientado a su punto absoluto y central: a la unión íntima y trascendente
con Cristo. (Mt. 22,28).

IV RECORRIDO HISTORICO-TEOLOGICO DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

Hasta el siglo IV el matrimonio es considerado por los cristianos como una realidad terrena, vivida sí en
el Señor, pero celebrada según las costumbres de los pueblos y sometida al ordenamiento jurídico de la
sociedad civil. No se cuestiona si es sacramento, ni hay un ordenamiento jurídico.

En los siglos IV-X los dos fenómenos más salientes de la evolución son: su liturgización: intervención
de la Iglesia(Obispo, sacerdotes), celebración, ritos(velatio, anillo, arras), comienza a tomar forma la
ceremonia. El otro fenómeno es la eclesiastización: La Iglesia comienza a ejercer control sobre el:
ordenamiento jurídico, impedimentos, celebrado en público.

Desde el siglo XI-XIII el problema es sobre la sacramentalidad del matrimonio. El elemento integrante
de la sacramentalidad surgió de dos concepciones jurídicas: La romana Antigua que se inclinaba por el
consentimiento; y la judía inclinada a la unión carnal y procreación.

Con la escolástica (Decreto de Graciano, Pedro Lombardo) y con los papas juristas (Alejandro III,
Gregorio IX) se llegará en el siglo XIII a una síntesis: El matrimonio es un sacramento verdadero y
válido sólo y formalmente en virtud del consentimiento; pero, mientras este sacramento no haya sido
consumado por el acto carnal, puede disolverse.

Del siglo XIV-XVI no se da un avance real. Se repite la doctrina escolástica. Llegará a la impugnación
de los protestantes que rechazan el matrimonio como instituido por Cristo. Es una realidad puramente
secular y terrena, compete al estado. Trento revaloriza el carácter sobrenatural del matrimonio como
sacramento y defiende la legítima competencia de la iglesia sobre el mismo (DS 1601-1608). Lo
novedoso será la exigencia de una forma jurídica para la validez.

Los siglos XVII-XX presentan poco avance de la teología de este sacramento, se produce la
secularización y subjetivación por las corrientes filosóficas y la Ilustración, que insistirá en el carácter
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natural y social de la institución del matrimonio. La Iglesia se opone al Galicanismo y Absolutismo en


los siglos XVII-XVIII; defiende el poder jurisdiccional apoyado en la identidad e inseparabilidad entre
contrato y sacramento, que quedará recogido en el código de derecho canónico 1917. Hasta el Concilio
Vaticano II se da un insuficiente desarrollo de la teología y la sacramentalidad. Sobre todo Gaudium et
Spes 46-52, nos da una visión nueva.

V LA GRACIA ESPECÍFICA DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO.

Lo específico del matrimonio nos viene dado sobre todo por lo específico del símbolo matrimonial, en
cuanto forma de significar y hacer presente el misterio a que remite. En su sentido más propio es la
presencia actuante en la eficacia simbólica del misterio de amor y de unidad de Cristo con la Iglesia. A
esto añadimos dos aspectos: Gracia salvadora para una adecuada integración del sexo, el eros y ágape en
la vida misma matrimonial, en orden a la realización personal, la creatividad y procreación; y por esta
gracia, el amor de los esposos, la comunidad entre el hombre y la mujer, su vida en cuanto ser-a-dos,
queda consagrada y santificada: es una gracia para el estado y la vida matrimonial.

A MODO DE SÍNTESIS

- La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y
de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al
bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio
ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf. GS 48,1; CIC, can. 1055,1).

- El sacramento del matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de
amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor
humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (cf.
C. de Trento: DS 1799).

- El matrimonio se funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de darse


mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo.

- Dado que el matrimonio establece a los cónyuges en un estado público de vida en la Iglesia, la
celebración del mismo se hace ordinariamente de modo público, en el marco de una celebración
litúrgica, ante el sacerdote (o el testigo cualificado de la Iglesia), los testigos y la asamblea de los fieles.

- La unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad son esenciales al matrimonio.

- El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa
familiar es llamada justamente «Iglesia doméstica», comunidad de gracia y de oración, escuela de
virtudes humanas y de caridad cristiana.

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