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El Milagro Del Magnesio
El Milagro Del Magnesio
Las almendras
Antes los alimentos eran más ricos en Magnesio ya que los agricultores
utilizaban estiércol animal. Ahora con los abonos químicos los alimentos lo
contienen en menor cantidad.
Caracoles 250
Maíz 120
Chocolate 100
Pan integral 91
Lentejas 78
Acelgas 76
Dátiles 59
Pasta 57
Espinacas 50
Sardinas en conserva 50
Almejas, berberechos... 50
Gruyere, Emmental 50
Castañas 36
Plátano 36
Langosta y bogavante 34
Galletas 32
Sardinas en conserva 26
Patatas 25
Conejo 25
Las tareas del magnesio dentro del cuerpo humano aluden al ATP que, al usar
la glucosa por fosforilación anaeróbica o por la decarboxilación oxidativa para
la producción de energía desde las células. También nos servimos de este
mineral en la contracción y relajación muscular.
Otra función del magnesio es la disminución de la excitabilidad del sistema
nervioso central. Específicamente, el magnesio inhibe la liberación de
acetilcolina. En cuanto al medio intracelular, el magnesio equilibra el ácido-
base, participa de la actividad electrolítica celular, la respiración y los
intercambios entre las mismas.
La ingesta diaria de magnesio debe estar entre los 300 y 350 mg./día para los
hombres, 280 mg/día para las mujeres y entre 320 a 350 mg/día para las
embarazadas.
Hay alimentos que, de por sí, son muy ricos en magnesio. Las fuentes más
conocidas de magnesio son el cacao, las semillas y frutas secas, el germen de
trigo, la levadura de cerveza, los cereales integrales, las legumbres, las
verduras de hoja y el pescado. También se encuentra, pero en menor cantidad,
en carnes, lácteos y frutas. Así, una lista no exhaustiva contendría comidas
como la remolacha, las espinacas, el trigo, la avena, la patata, la zanahoria, las
almendras, las nueces, las avellanas, las castañas, el arroz, las cerezas y los
plátanos, entre otros.
La sal marina sin refinar también aporta una importante cantidad de este
elemento.
La refinación de alimentos produce una perdida entre el 85 - 99 % de magnesio
y la cocción produce un 50 % de pérdida.
Antes los alimentos eran más ricos en Magnesio ya que los agricultores
utilizaban estiércol animal. Ahora con los abonos químicos los alimentos lo
contienen en menor cantidad.
El siguiente test indica si usted tiene déficit o nivel bajo de magnesio. Sume el
valor de cada síntoma que presente.
• Es inquieto, o hiperactivo 2
• Presenta convulsiones. 3
• Calambres musculares. 3
• Osteoporosis. 5
• Padece de diabetes. 4
• Ansiedad.3
• Alucinaciones.2
Debe señalarse que son las mujeres las que esencialmente experimentan este
tipo de problemas en relación 3-1 con respecto a los varones.
En pocas palabras, el fosfato de calcio que forma parte del sarro o tártaro
dentario, es una manifestación de una pérdida de calcio, en forma anormal y a
su vez de bajo niveles de magnesio.
Se aprecia que en las dietas ricas en fitatos tales como los alimentos de tipo
integral o con germen de trigo, el magnesio es poco absorbido, generando
hipomagmesemia.
Cada año muchas personas entran a tratamiento psiquiátrico por causas que
pueden deberse a deficiencia de magnesio aparte de ansiedad puede causar
ataques de PANICO…aparte puede aliarse con la glucosa y producir
hipoglucemia con todos sus molestos síntomas…en los niños se asocia la
deficiencia de magnesio con desórdenes como déficit de atención e
hiperactividad, DDAH, delincuencia juvenil y depresión la serototina, químico
cerebral natural llamado” me siento bien” precisa del magnesio para
• Prologo
• Epilogo
PRÓLOGO
Sobre todo, los diez artículos de Francisco Manzanal, S. I., han tenido la virtud
de interesar a gran número de personas que han practicado, con excelente
resultado, la cura del magnesio en ellos recomendada y que luego,
espontáneamente, se han constituido en los grandes propagadores de las
virtudes curativas del magnesio.
No se crea, sin embargo, que con estos artículos se descubre algo totalmente
nuevo o ignorado respecto al magnesio.
Que, por lo menos en Barcelona, son muchas las personas que, se sirven de
las sales de magnesio para alivio de sus males y aun como alimento (pues
autoridades médicas aseguran que el magnesio debería figurar en la dieta
ordinaria), lo demuestra la admiración de algunas droguerías de dicha ciudad
que en un mes venden más sales de magnesio que antes vendían en diez
años.
No vamos a extendernos, en este prólogo, haciendo la apología del magnesio,
puesto que ésta ya se hace - y por cierto bien cumplida, según creemos - en el
decurso del presente libro.
Aunque el fondo básico de este libro, sobre todo en lo que respecta al hombre,
son los aludidos artículos del Padre Manzanal, quien a su vez se ha servido
principalmente de la obra del doctor Delbet, hemos de hacer constar, que en él
figuran extractos de otros varios autores.
Asimismo, hemos utilizado los informes que nos han proporcionado cuantos se
han servido darnos a conocer los efectos beneficiosos del magnesio que en sí
han experimentado.
Esperamos que la presente obra servirá para ampliar el campo de acción del
magnesio.
CAPÍTULO PRIMERO
A no pocas personas que tan sólo habrán oído hablar del magnesio al designar
los polvos de que se sirven los fotógrafos para producir chispazos de luz blanca
deslumbradora, o al tratar del purgante denominado magnesia, les ha de
parecer raro que se pueda escribir un libro que trate exclusivamente de las
virtudes curativas del magnesio.
Por esto hemos creído del caso comenzar esta compilación justificando el título
que le hemos puesto, a fin de que nadie nos pueda tildar de que no ponemos
en práctica lo que creemos debe hacerse en todo libro y de que en él caemos
en el mismo defecto que reprochamos en otros.
«Aparte de lo que antecede, se siente uno a los pocos días de tomar el cloruro,
con una gran energía y vitalidad, que hace que hasta el carácter se transforme,
ya que le proporciona una euforia y optimismo sin igual.
» Yo lo tomo desde entonces y sus efectos han sido más y mejores de lo que
yo esperaba. Empecé por tomarlo para aliviarme del temblor senil que me
impedía escribir y hasta poner mi firma, si no era sujetándome la mano derecha
con la izquierda, y me temblaba la mano al beber, y demás usos. A los cuatro
días de tomar una dosis bastante floja, ya noté sus efectos, pero no quise dar
crédito, hasta a los trece días en que, sin querer, di un grito de entusiasmo al
ver la facilidad y constancia en poder manejar la pluma y demás enseres.
» Son muchas las personas que me agradecen les haya aconsejado el cloruro
de magnesio. Es un laxante eficaz y el más económico.»
«Me dirijo a usted para solicitarle el libro «Virtudes Curativas del Magnesio».
Tengo interés en tenerlo; pues conozco el resultado satisfactorio que ha
obtenido con el tratamiento del magnesio un señor que sufría desgaste y
agotamiento intelectual y ahora sigue trabajando incansable. Como soy
enfermera y también otros me han hablado de los efectos del magnesio, es por
eso que deseo tener este libro.»
C. Un lector que toma magnesio y que está entusiasmado con él por los
buenos efectos que le ha producido, fue a visitar a un amigo suyo que sabía
estaba enfermo. Se lo encontró en cama aquejado de fuertes dolores, pues
padecía de la próstata y le habían de operar. Le recomendó tomara magnesio,
como efectivamente lo hizo. A los pocos días, se lo encontró en la calle,
tranquilo, sin haber sido operado y como si nada hubiese tenido.
Les ruega encarecidamente que, una vez haya destapado el frasco, le vayan
indicando cuándo empiezan a percibir la acción odorífica del líquido, para que
él pueda precisar la velocidad de propagación de las partículas existentes.
El profesor quita cuidadosamente el tapón del pequeño frasco, echa unas gotas
del líquido sobre un pedazo de algodón y se retira convenientemente para no
dejarse inficionar tan de cerca por el influjo del líquido. ¿Qué sucede?
A los quince minutos, los alumnos de la primera hilera de los bancos levantan
la mano: han notado ya el escozor del líquido. Unos intervalos más, los de la
segunda serie dan también señales de haber respirado el aire contaminado por
las partículas del líquido. Apenas ha transcurrido un minuto, las tres cuartas
partes de la clase se sienten impresionados por el olor, hasta el punto de que
muchos pretenden abandonar el aula.
«No han de temer los jóvenes universitarios: el líquido del frasco que ha
producido efectos tan alarmantes, no es sino agua pura, de clara transparencia,
cuyas moléculas gozan íntegramente de las propiedades esenciales del agua.»
Impaciente, acosado por el dolor, destroza con sus puños los cristales.
¡Ah! ¡Qué diferencia! ¡Qué mejoría! - exclama.
«Si bien es verdad - añade - que la sugestión es muy frecuente en todos los
órdenes de la vida, hay que tener, con todo, presente la posición de los que,
imbuidos en ideas psicológicas nada científicas y a las veces supersticiosas,
ensanchan desmesuradamente el campo de este hecho y atribuyen a
sugestión lo que, en realidad, no lo es. Ya que hablamos de sugestión y
tenemos ante la vista ese número de falsos psicólogos... Se trata de los
milagros de Lourdes.»
Lean los tales, lo que escribe el doctor Boinerie acerca de este particular:
«En Lourdes no hay sugestión, pues las curaciones que allí suceden no
corresponden a ningún tipo de sugestión, pues las curaciones son súbitas,
como las curaciones funcionales, pero estables como las curaciones
orgánicas.»
He aquí delineados, según esta definición, los dos elementos esenciales a toda
sugestión.
Acudió a otro médico, pues entonces residía en otra población, y éste le dijo
que debía averiguarse el alimento que se los ocasionaba; cosa no siempre
fácil, añadió. Le preguntó si solía tomar leche, y, al responderle
afirmativamente, le sugirió que pasase tres días sin tomar otro alimento más
que leche. Como no se le reprodujeron los dolores, la conclusión fue que el
responsable del mal no era la leche.
Con esta abstención fueron pasando los meses y aun los años, sin que nuestro
informante fuera molestado de los dolores; con la particularidad de que podía
comer macarrones, fideos y sémola, sin que le sobrevinieran los dolores
intestinales, a pesar de estar hechos de harina dichos alimentos: es que esta
harina no ha sufrido fermentación previamente como la del pan.
Éste le sugirió le fuese nombrando los manjares que había comido y, al saber
que uno de ellos eran albóndigas, exclamó el médico:
«No diga más; es que una buena parte de albóndigas están hechas de pan.»
Años más tarde, un cocinero, que sabía que nuestro individuo no podía comer
pan, quiso probar si esto era pura aprensión, dándole a comer pan sin que el
interesado se diese cuenta.
A este fin calentó en el horno miga de pan sin que llegara a tomar el color
tostado, y la trituró de manera que pareciese sémola. Naturalmente, el
individuo en cuestión, ignorante de la treta, comió de aquella sémola como lo
venía haciendo con la sémola legítima, y esta vez le volvieron los dolores. El
cocinero, pues, pudo convencerse de que los malos efectos del pan eran
realmente debidos al pan y no fruto de la imaginación.
¿Va a hacer sugestión en los animales que ingieren sin saberlo, o en las
plantas que carecen de todo conocimiento?
CAPITULO II
Conocidas de todos son las carencias de vitaminas, las cuales han atraído de
tal manera la atención de los sabios, que han emprendido contra esas
carencias una lucha seguida de victorias. No así con respecto al desequilibrio
mineral del hombre que continúa haciendo estragos, sin encontrar oposición.
Pues, por una parte, este desequilibrio ha sido menos estudiado por los sabios,
y por otra, sucede que los poderes públicos lo fomentan inconscientemente y la
opinión pública continúa ignorándolo.
Hoy día, desde hace algún tiempo, empieza a dirigirse más la atención sobre el
terreno donde se desarrolla el microbio, que sobre el microbio mismo; en una
palabra: atiende más a la disposición del organismo que al microbio que lo
invade continuamente. Y con razón. Es que la fuerza del microbio, según se ha
comprobado, radica en la pobreza del terreno, cuya resistencia natural queda
frecuentemente paralizada por causas diversas.
He aquí un pasaje del doctor Alexis Carrel, que da luz sobre el particular:
La salud debe ser una cosa natural de la que no hay que preocuparse.
Además, la resistencia innata a los individuos un vigor y una intrepidez de la
que carecen los que deben su vida a la medicina y a la higiene.
Tales son los nuevos puntos de vista del doctor Carrel, respecto de la salud y la
manera de conservarla o de recuperarla cuando se ha perdido, que a más de
uno podrán parecer revolucionarios.
Respecto de las primeras propiedades, las ciencias no pueden nada: cada uno
deberá contentarse con las que le han caído en gracia. Las otras, sin embargo,
son susceptibles de perfección y mejoramiento, y los hombres de ciencia han
dado pasos, con sus estudios y experiencias, para encontrar esos factores de
la inmunidad natural.
Entre los elementos minerales del organismo humano hay tres que constituyen
un interesante trío de mutua dependencia, a saber:
• magnesio
• calcio
• sodio
Es un hecho innegable que una gran parte de las personas se hallan bajo los
efectos del desequilibrio mineral, particularmente por falta de magnesio en su
organismo. Naturalmente que esta escasez proviene de una alimentación
deficiente en este elemento mineral.
1. Una ley mal hecha, que no conoce como abonos más que tres
elementos: nitrógeno, potasio y fósforo. Un abono que los contenga es
legalmente completo, de suerte que el cultivador es impulsado a creer que a las
plantas no les faltará sustancia útil, si han recibido estos tres elementos.
Somos un rebaño - dice - dirigido por un pastor, bueno o malo, a quien
seguimos con sus consecuencias.
La ley sobre los abonos - continúa el mismo autor refiriéndose a la ley francesa
- nos obliga a contentarnos con tres elementos, siempre los mismos, para
todos los terrenos, para todas las especies y variedades de plantas. Esto es
sencillamente absurdo.
El análisis ha revelado que los abonos ordinarios, con mucha potasa o poco o
nada de magnesio y de sodio, acarrean modificaciones importantes en el
equilibrio mineral de los vegetales, aumentando el porcentaje del potasio con
relación al del magnesio. Se han obtenido, sin abonos, remolachas que
contienen cinco veces más potasa que magnesia. Con la aplicación de distintos
abonos, las remolachas de la misma variedad contenían 150 veces más de
potasa que de magnesia.
Por su parte el médico francés Pedro Delbet aduce las siguientes razones para
demostrar que la alimentación de los pueblos civilizados es actualmente menos
rica en magnesio que en otros tiempos.
Sobre este punto leamos, en primer lugar, estas líneas de Alexis Carrel:
«Nuestra vida está influenciada en muy grande escala, por los diarios. La
publicidad está hecha únicamente en interés de los productores y nunca de los
consumidores. Por ejemplo, se ha hecho creer al público que el pan blanco es
superior al moreno. La harina ha sido cernida de un modo cada vez más
completo, y así ha sido privada de los principios más útiles.
Alexis Carrel está perfectamente de acuerdo con Pedro Delbot, quien nos dice:
«El pan era antiguamente el alimento más rico en magnesio. Era la principal
fuente de él para la humanidad occidental que se alimentaba de pan. El pan y
la sal solamente eran el símbolo de la hospitalidad, eran los elementos
fundamentales de ella. Ahora bien, se ha llegado a eliminar del pan la mayor
parte del magnesio contenido en el trigo.
Esta falta grave contra la higiene alimenticia no tiene otra explicación que la
satisfacción de la vista. La única razón de preferir el pan blanco es el agrado
que su blancura produce a la vista. Se paga esta elegancia con una
disminución de la energía y de la salud. El magnesio se acumula en las
envolturas del grano, envolturas a las que se aplica la molinería perfeccionada,
y las logra descartar.»
La aberración sobre esta cuestión es tal, que la harina que contiene una
notable cantidad de magnesio (62 miligramos por 100 gramos) recibe el
calificativo de baja.
Y por este error insospechado, la mayor parte del magnesio está destinado a
los animales en la harina de baja calidad y en el salvado.
Pero, he aquí que nuestro pan contiene siete veces y media menos de
magnesio (MgO) que el que toman los campesinos de Egipto. Si nuestro pan
europeo tuviese la conveniente mineralización magnesiana, un individuo que
consumiese 500 gramos de pan ingeriría 830 miligramos de magnesio,
mientras que ahora sólo ingiere 320 miligramos.
Era preciso importarlas de los Países Bajos, Flandes y Monte San Miguel, es
decir, de terrenos particularmente ricos en magnesio.
Ahora bien, este desequilibrio mineral produce estragos sin cuento en los seres
humanos, por no encontrar apenas oposición, es decir, reacción para alcanzar
el debido equilibrio.
Hombres de ciencia que se han preocupado de este grave problema y lo han
estudiado a fondo han estampado frases como éstas:
Pero es el caso que estos microbios llevan tras sí la mayor atención de los
médicos e impiden así - y por eso sobre todo son temibles - descubrir la
verdadera causa de las enfermedades que aquejan al género humano: el
desequilibrio mineral, y de poner ahí el remedio.
Mientras que la lucha contra los microbios acapara una mayor actividad de los
sabios y la diligencia de los servicios sanitarios, se asegura la multiplicación de
estos mismos microbios a quienes se pretende combatir, se aumenta su
virulencia, ofreciendo por todas partes una excelente disposición para su
desarrollo: los organismos desequilibrados del hombre, animales y plantas.
Los ingenieros agrónomos han de determinar qué variedades son las de mejor
constitución para la salud. Cuando éstas estén bien determinadas, quedará el
trabajo de hacerlas adoptar. Las variedades, incapaces de fijar el magnesio en
las proporciones debidas, deberían ser proscritas.
De ahí no nos extrañará que los individuos de una región presenten especiales
características respecto de los de otras regiones, que tienen un influjo mineral
distinto en las glándulas endocrinas, rectoras de la vida y del desenvolvimiento
del organismo.
A estos trigos se les debe dar un cultivo que mejore todavía las cualidades de
su excelente composición mineral, pues ésta puede variar entre límites no
pequeños. Y, por fin, hay que utilizar debidamente estos trigos. Elimínese el
salvado, que no es digerible; pero, sobre todo, de ningún modo se quiten el
germen y las envolturas internas, tan ricas en vitaminas y minerales útiles, a fin
de obtener un pan más blanco.
Se elimina el salvado, pero las sales solubles del salvado quedan en la pasta.
No queda más que echarle sal, hacerlo fermentar y cocerlo. Este pan es muy
fácil de digerir, por contener las diastasas del germen y las solubles del
salvado. Este pan es, además, más económico.
De todo lo dicho hasta aquí ya no puede dudarse de que nuestra salud exige
una alimentación más abundante en magnesio, sobre todo si se tiene en
cuenta los efectos saludables y el gran número de enfermedades que previene
o remedia la ingestión de las sales magnésicas, según hemos de ver más
adelante.
Parece, pues, que para evitar donde se pueda las enfermedades sin número,
que son la consecuencia directa o indirecta de la carencia o desequilibrio
mineral, es preciso y urgente asegurarnos una alimentación más rica en
magnesio. ¿Cómo obtenerla? Los medios son dos: uno artificial, natural el otro.
Sin duda, cada uno puede añadir, en forma de sales, a su alimentación los
minerales deficientes. Este procedimiento tiene su eficacia, como lo
demuestran los enfermos curados que lo han tomado siguiendo los consejos
del doctor Delbet. Pero por dos razones este método no es plenamente
satisfactorio; pues así los beneficiarios serían una minoría, y es un medio
anormal, porque se tomarían como medicamentos pedidos en la farmacia,
ingredientes que deberían estar en nuestra alimentación ordinaria.
Dado que los desequilibrios, o al menos su aumento cada día más acusado,
son consecuencia de algunos errores señalados por P. Delbet, el medio mejor
es corregir estos errores, de la siguiente manera:
B. Prohibir por una ley el cernido de las harinas por debajo del 80 por 100
2. Esta modificación del pan debería hacerse posible y ser completada por
una reforma de la agricultura. La agricultura debe producir buen trigo, sin el
cual no se puede hacer buen pan, y procurar que las demás plantas, y
consecuentemente los animales, tengan la mineralización conveniente, el
equilibrio deseado.
Hemos indicado antes que los abonos químicos pueden traer perturbaciones
perniciosas en la composición de los vegetales; pero también se pueden
obtener con otras fórmulas de abonos minerales de una alta calidad mineral.
Los señores Vilain y Kuck, curando a sus animales con simple modificación de
la fórmula de sus abonos, han puesto de manifiesto la importancia de esta
cuestión y lo que se puede lograr en este punto.
Parece urgente dar a este problema el lugar que se merece. Podría tener lugar
la institución de un control para el análisis de los productos de la tierra.
Aquellos cuya composición fuese juzgada malsanos, deberían ser apartados
del consumo.
Y para que nadie se llame a engaño acerca del verdadero pan integral, el
mismo Dr. Pauchet explica claramente de qué pan integral habla, cuando dice:
Esta horrible e indigesta mezcla no tiene nada de común con el pan integral,
cuya fabricación es muy difícil, si el panadero no posee una instalación
especial. La molienda de «Graham» necesita una manipulación especial y una
serie de tamizajes para obtener una harina fina.
«Sí, sí, ya se vende el pan integral, pero..., sobre todo, a los extranjeros. Es
lástima que, ante el esfuerzo de un compatriota, los franceses no se preocupen
de sostenerle y de aprovecharse de este alimento natural. El verdadero pan
integral recuerda, por el gusto y el aroma, el exquisito pan moreno o campestre
de otro tiempo. Todos cuantos padecen de estreñimiento han de consumir pan
integral.»
La fijación del calcio sólo puede realizarse por intermedio de ciertos agentes
orgánicos, ayudados por agentes químicos en los que se han fijado los
fisiólogos en estos últimos años y han estudiado su papel. En todos los
trabajos, los autores, se han dedicado a establecer el papel de fijador
representado por el magnesio, y a precisar, en los estudios sobre el raquitismo
experimental, que el magnesio ayuda enérgicamente a fijar el calcio sobre los
huesos de los animales hechos raquíticos.
Hoy día está bien establecido que, entre las substancias que poseen la
secreción más fijativa sobre el calcio orgánico, la que mejor papel desempeña,
es la hormona paratiroidea en primer plano.
Por tanto, aquí para ayudar a la medicación cálcica, es oportuno una indicación
importantísima que permita comprobar la necesidad de una asociación de sales
magnésicas con las de fósforo y de calcio para facilitar la absorción. Estas
experiencias, rigurosamente ejecutadas, permiten su comprobación y
establecimiento.
«El organismo humano - dice - dispone de una serie de recursos para luchar
contra el paso de bacterias y virus al torrente circulatorio a partir del intestino o
de cualquier otro órgano, no sólo por la acción macrófaga y destructora de los
leucocitos, sino principalmente por la acción bactericida de determinadas
substancias, como la lisozina, la espermina, etc.
Una de las últimas substancias descritas con poder bactericida y virucida, que
existe normalmente en la sangre, es la «properdina».
Pero Delbet va más lejos; sabe, desde Metchnikoff, el papel de los glóbulos
blancos en la lucha contra la infección, y constata que una solución de cloruro
de magnesio aumenta su poder fagocitario. En un momento, las obscuras
horas de soledad en el laboratorio y los días enterrado en sus estudios
prorrumpen en un estallido que hace volver todas las miradas hacia él.
Y es entonces cuando Delbet concreta parsimoniosamente un método que
bautiza de «citofiláctico». Su objeto: exaltar la vitalidad de las células; un medio
de acción: una síntesis de compuestos órgano-magnésicos, que sus enfermos
del Hospital Necker llaman su «droga» y a la cual denomina «Delbiase».
Como todos los hombres de ciencia, su existencia está alejada del mundo y
oscura entre su luminoso pensamiento. La humanidad sólo premiará al
descubridor del medicamento efectivo del cáncer, y es muy posible que olvide
en él uno de sus precursores.
Esta son tantas, que, si no las viésemos confirmadas por los hombres de
ciencia, nos parecerían sospechosas.
Pero he aquí que son casos realmente sucedidos y comprobados por la
experiencia. Nos bastará para nuestro intento revisar los comunicados que el
doctor Delbet ha dirigido a la Academia de Medicina francesa. P. Delbet, de la
Academia de Medicina, es nombrado Presidente de la Asociación Francesa
para el Estudio del Cáncer. Por un camino distinto ha llegado a las mismas
conclusiones que H. Vilain.
«Esta - nos dice - dirige sus tiros a los microbios y mata las células».
Las nuevas experiencias del doctor Delbet han demostrado que el cloruro de
magnesio cristalizado en solución acuosa el 22 por 1.000, ejerce una acción tal
sobre los glóbulos blancos, que duplica la acción de éstos en la destrucción de
los microbios.
Fue en el Hospital de Necker cuando se usó, por primera vez, por vía bucal.
Había un soldado gravemente herido que rehusaba las inyecciones.
«Es que nos da ánimo en el trabajo. Hemos notado que los enfermos
mostraban cierto bienestar, y a nosotras nos ha producido el mismo efecto.»
Por este suceso, que podríamos llamar casual, el doctor Delbet administraba
esta solución a todos los heridos de su servicio. Las enfermeras, satisfechas
por la sensación de euforia, de energía y de resistencia a la fatiga, hicieron
propaganda de la solución. Muy a menudo, un gran número de personas
tomaban regularmente esta solución. Este paso debía traer otros consigo.
Sucedió que muchas personas que buscaban el efecto tonificante del cloruro
de magnesio, sufrían distintos padecimientos que desaparecían. Se produjeron
curaciones en extremo variadas, que fueron relatadas al doctor Delbet.
3. Desórdenes digestivos:
«Es muy ventajoso su uso, en casos de acidez de las primeras vías, que se
observa mayormente de esta manera como antiácido y absorbente para
neutralizar los ácidos que se desenvuelven con demasiada frecuencia en el
estómago en ciertas circunstancias. Ofrece igualmente grandes recursos, en
casos de envenenamiento por los ácidos, en razón de la facilidad con que se
combina con estos cuerpos y de no ser nocivas las sales que resultan de esta
combinación». Un poco más adelante (pág. 299), tratando del subcarbonato de
magnesio, asegura que «sus usos son los mismos que los de la magnesia
calcinada y se emplea mucho en los mismos casos».
Y termina diciendo:
«En fin, se emplea con mucha ventaja en casos de mal de piedra, que
dependen de la superabundancia de ácido úrico».
4. Acción sobre la piel:
Una criada no podía lavar sin sentir después picazones en las manos, que no
la dejaban dormir, acompañados a menudo de eczema. Había sufrido muchos
tratamientos sin resultado satisfactorio. Tomando 2 gramos de cloruro de
magnesio diarios, le desapareció la molestia. Puede lavar sin inconveniente ni
molestia.
Varios efectos del cloruro de magnesio indicaban el uso de los enfermos antes
de sufrir una operación: una reacción más rápida y eficaz contra las
infecciones, desodorificación de las materias fecales y, sobre todo, su acción
sobre el sistema nervioso.
Se evita, ante una operación de esta clase, una emoción desordenada y el
agotamiento que ella trae, mediante el uso regulador del cloruro de magnesio
que, al cabo de unos cuantos días, proporciona una especie de equilibrio del
sistema nervioso. También modera las sensaciones superexcitadas y, a la vez,
da más energía.
«Los estudios de Mcltzer prueban que sus sales (cloruro y sulfato) poseen gran
poder inhibitorio y anestésico. Bajo su acción ha efectuado (Meltzer)
intervenciones quirúrgicas».
Los avanzados en edad, por debilitación del sistema nervioso, tienen cierta
rigidez muscular que se manifiesta en diversas acciones: la marcha es un poco
sacudida, al bajar de una escalera necesitan apoyo... Personas de esta clase
han recuperado, bajo la influencia del cloruro magnésico, la marcha flexible y
elástica de su juventud.
Las investigaciones que se han hecho sobre órganos muy importantes de los
ancianos, nos dicen que las características de estos órganos afectados por la
edad son la disminución del magnesio y el aumento del calcio; y, por
consiguiente, la proporción, el equilibrio debido, disminuye entre estos dos
importantes elementos.
En los adultos el valor de esta proporción es doble que el valor de esta misma
proporción en los ancianos. Esta disminución del magnesio no es un hecho
secundario, ya que el aumento del calcio; y, por consiguiente, la proporción de
accidentes y caídas de la vejez. Por eso es necesario que el contenido en sales
magnésicas de los alimentos sea tanto más rico, cuando la edad es más
avanzada.
En el organismo débil de los ancianos los efectos del magnesio son magníficos;
sin embargo, en el organismo lleno de vida de los jóvenes puede aún acelerar
el ritmo vital produciendo efectos no saludables. Por eso, advertimos - dice
Delbet - por bien de los jóvenes, que no es conveniente que ellos abusen de
ello, sino que lo usen con moderación.
El doctor Neveu atendía desde 1923 a 1939 a los enfermos de las Hermanitas
de los Pobres en Rochefort-sur Mer. La cuarta parte de los ancianos,
físicamente agotados, moría cada año de bronconeumonía, siendo tratados por
los medicamentos usuales.
Estas palabras del doctor Neveu se ven perfectamente confirmadas por las
distintas observaciones que de cada enfermedad nos transmite. No es nuestro
intento reproducirlas. Baste decir que la curación, en general, es rápida; si se
ha dado al paciente una dosis suficientemente fuerte de la solución al principio
de la enfermedad, habrá que aumentar esta dosis en cantidad o en número,
hasta conseguir una mineralización magnesiana suficiente.
Estos resultados en la tos ferina se pueden tener por ciertos, dado el suficiente
número de casos tratados por el doctor Neveu. En un caso desesperado
cuando la penicilina y la estreptomicina se mostraban impotentes para combatir
la enfermedad, la. solución de cloruro de magnesio salvó del inminente peligro
a una niña de siete meses.
«He obtenido resultados admirables en enfermos que habían agotado todos los
recursos de la terapéutica clínica, y que varias veces habían tenido
tratamientos de aguas medicinales».
A estos enfermos hacíales tomar por la mañana y por la tarde 125 centímetros
cúbicos de la solución durante veinte días. Este tratamiento era renovado
cuantas veces su estado de salud lo hacía necesario. En caso de crisis aguda,
de congestión o de fiebre, les hacía tomar la misma dosis cada seis horas.
Esta solución debía ser tomada en tazas de café, cada cuatro horas.
El doctor Neveu ha tratado con este método otros cinco casos con los síntomas
y exámenes positivos de los bacilos de la difteria (bacilos de Loeffler).
Todos se han curado rápidamente, después de haber tenido gran cuidado de
probar que se trataba de casos de difteria. Neveu, seguro de la eficacia de su
método, ha suspendido los exámenes bacteriológicos y la redacción de las
observaciones clínicas, que ya no tenían interés para él, y en los años
siguientes trató por la solución de cloruro de magnesio al 20 por 1.000 más de
60 casos de anginas diftéricas, siempre con feliz resultado.
Este tratamiento dio por resultado la curación del paciente. Las 10.000
unidades de suero, dosis mínima y tardía, no bastan según el doctor Rouche,
para justificar la curación de este caso. La dificultad provino de haber
comenzado tarde el tratamiento, que fue al cuarto día de la enfermedad,
viniendo a aumentar la dificultad el frío y la falta de higiene.
Desde hace diez años he tratado con éxito más de sesenta casos de difteria
por la solución siguiente:
Las dos primeras dosis, bastante próximas, permiten obtener rápidamente una
concentración sanguínea suficiente. El intervalo de las dosis siguientes tiene
por fin mantener o disminuir progresivamente esta concentración, según el
estado del enfermo.
Dice así:
«Por otra parte - añade - le agradecería que, en el próximo caso de difteria que
haya de tratar, siga los consejos del doctor Metzquer, es decir, prescribir el
tratamiento de cloruro magnésico en la primera visita, al mismo tiempo que
hace una toma de la flora bacteriológica, esperando el resultado del análisis
para comenzar o no la seroterapia, según el estado del enfermo. Esto no
compromete en nada su responsabilidad. Y comuníqueme sus resultados.»
Dice así:
«He aquí, por orden cronológico, los nombres de los compañeros, que con
conocimiento mío, han ensayado el tratamiento de la difteria por el cloruro de
magnesio y la estadística:
Los tres diftéricos que han recibido suero, además de cloruro de magnesio, se
han curado, lo que supone un 100 por 100 en los dos procedimientos
asociados: citofilaxia y seroterapia.»
(Doctor F. Funeron).
Una auto-observación del doctor Delbet nos hace pensar. Algunos de sus
antepasados habían muerto de cáncer por línea materna y paterna. Lo que,
supuestas las leyes mendelianas, implica una probabilidad de caer en esta
misma enfermedad o, al menos, tener una predisposición.
Delbet tenía vegetaciones epidérmicas en las orejas, que venían a ser lesiones
de carácter precanceroso. Se hizo operar tres veces, pero al cabo de las
operaciones reaparecían las mismas lesiones.
Si es posible probar:
b. Que, en los países civilizados, las regiones más probadas por el cáncer
son precisamente aquellas donde el magnesio alimenticio es más deficiente, y
que, inversamente, allí donde la alimentación lleva más magnesio, los cánceres
causan menos estragos.
c. Que las colectividades no civilizadas, en las que no ha entrado el
refinamiento de la civilización y en las que el cáncer es prácticamente
desconocido, tienen una alimentación rica en magnesio.
De todo ello parece que se podrá legítimamente concluir que, actualmente, una
carencia de magnesio es, de hecho, no una causa cualquiera entre otras
muchas, sino la causa principal del cáncer, y que bastará asegurar una
alimentación más rica en magnesio para reducir, tarde o temprano,
notablemente el número de cánceres.
«No es preciso que nos enteremos por los médicos, sobre todo de los que se
acercan a los sesenta años, que el número de tuberculosos y cancerosos
aumenta cada año, que el cáncer hiere cada vez más a los individuos
jóvenes.»
En los años anteriores a 1944, nos advierte P. Delbet que la media anual de
muertos por el cáncer en Francia era de 40.000. En 1948, según el doctor
Denoix, Director de la Sección del Cáncer en el «Instituto Nacional de Higiene»,
morían 73.000 personas de cáncer en Francia, mientras que de tuberculosis
morían 30.000 personas.
En Egipto, el suelo laborable, que es el limo del Nilo, es muy rico en magnesio.
A todos los médicos europeos que han ejercido en este país, ha llamado la
atención los raros que son los cánceres en los campesinos egipcios.
Tchermy muestra, por medio de una tesis, que en Argelia las regiones más
ricas en magnesio son las más pobres en cáncer.
Por otra parte, acabamos de ver que los campesinos egipcios, que constituyen
para nuestro intento el 90 por ciento de la población, tiene una alimentación
cuatro o cinco veces más magnesiana que la media de las poblaciones de
Europa y América. Y el hecho de que estas razas son también tan atacadas
como nosotros, cuando aceptan nuestra alimentación, es suficiente para
demostrar que la inmunidad de que ellos gozan, no debe atribuirse a su raza,
sino a su régimen alimenticio.
Los negros que viven en la sabana africana, en vida llamada salvaje, son poco
más o menos inmunes al cáncer. Sin embargo, los negros que viven en la vida
llamada civilizada, ya sea en África o en América, tienen tantos cánceres como
los blancos. Esto ha conducido a Tripper a afirmar que el cáncer es una
enfermedad de la civilización.
Nuestra ración magnesiana es unas cinco veces más débil que la de los
campesinos de Egipto y unas tres veces más débil que la nuestra de otro
tiempo.
CAPÍTULO III
EL MAGNESIO EN ZOOTECNIA
La salud del hombre depende, en gran parte, del equilibrio mineral de su
alimentación.
Ahora bien, como este equilibrio mineral falta con frecuencia por deficiencia del
magnesio en el organismo humano, de aquí que este elemento, desde el punto
de vista de la química biológica, sea considerado como un elemento
fundamental y del que no se puede prescindir en la alimentación.
Esto que hasta ahora suele referirse al hombre tiene también su aplicación a
los animales, y por consiguiente, no puede menos que afectar al ganado y, en
general, a todos los animales domésticos según se podrá apreciar en la
exposición que sigue.
Al tratar del porcentaje del magnesio en los animales, débese hacer una
distinción que no tiene razón de ser en el hombre, y es la referente a los
animales terrestres, a los acuáticos.
Entre otros, el máximo interés de la parte mineral del pescado, de los moluscos
y mariscos, estriba en proporcionar a los seres humanos magnesio, yodo,
arsénico, manganeso, cinc, cobre y otros «elementos trazas», en forma de
combinación orgánica natural; todos ellos reconocidos como esenciales a la
vida, desde los trabajos de Armando Gautier y Gabriel Bertrand; elementos que
los alimentos de origen terrestre no siempre proporcionan en cantidad
suficiente.
Con respecto a los moluscos, Lowern señala 20 mg. de magnesio por 100
gramos en la almeja, 40 en la ostra, 50 en la coquina, 40 en la venera, 160 en
el bucino y 385 en el caracol. Por lo que hace a los crustáceos, el mismo autor
señala 50 miligramos de magnesio por 100 gramos en el cangrejo, 35 en la
langosta, 40 en el camarón y 105 en la quisquilla.
Los animales domésticos son víctimas, en los actuales tiempos, lo mismo que
el hombre, de falta de magnesio en su organismo. Los suelos, con el cultivo,
intensivo tienen poco menos que agotadas sus reservas de magnesio y la
generalidad de los agricultores no las incrementan con adiciones de
compuestos magnésicos.
El Gammerux pulex, o pulga de agua, vive en las aguas corrientes de los ríos;
pero su adaptación a ellas es reciente, viviendo unas especies semejantes a él
en el agua del mar. Por esto, la pulga de agua puede vivir en una mezcla de
agua de mar y agua dulce, y también en agua de mar artificial que contenga las
principales sales marinas: cloruro de sodio, cloruro de potasio, cloruro de
magnesio, sulfato de magnesio y cloruro cálcico, en las mismas proporciones
que se encuentran en el agua del mar.
Con cualquier otro valor, el medio está más o menos desequilibrado y, por lo
mismo, es también más o menos venenoso.
Con diversas sales regaba rosales plantados en arena, que llevaban hembras
partenogenéticas y sin alas del pulgón Aphis rosae. Con sales de magnesio
obtuvo pulgones con alas. De nuevo hizo estas experiencias Shinji, obteniendo
semejantes resultados: regando con sales de magnesio, antimonio y níquel,
obtuvo pulgones con alas; con sales de calcio, potasio y estroncio, sin alas.
En la historia de Mr. Kuck hay un episodio íntimamente unido con el tema que
vamos tratando del equilibrio mineral.
En seis de ellos este revocado estaba recubierto de capa más fina. Todos estos
apartados fueron ocupados rápidamente.
A pesar de los esfuerzos por tener una habitación y alimentos excelentes para
las vacas y terneros, las desgracias continuaron siendo las mismas: los
terneros seguían muriéndose con los mismos síntomas. Nacían débiles, sus
actos reflejos eran lentos, no tenían apetito; la descomposición era general, con
un 50 por 100 de una especie de neumonía que hacía toser mucho a los
terneros.
Advertimos antes cómo seis de los apartados para los terneros habían sido
recubiertos de un fino revestimiento. No se tardó en notar que los terneros
deterioraban con sus bocas estas paredes. Al principio no hicieron ningún caso
de esto. Más bien pensaron no terminar los restantes; pues sería un gasto
inútil.
¿Por qué a los terneros les gusta comer el revestimiento más fino de la pared,
mientras el más grueso permanece intacto?
Sin más tardar, Mr. Kuck hizo un pedido grande de dolomita (compuesto de
magnesio): 4 toneladas molidas y cribadas como complemento mineral
alimenticio y 40 toneladas para abonar los campos y pastizales.
Los terneros eran alimentados por las vacas que habían recibido el buen
alimento. Al cabo de dos semanas, se atenuó el olor fétido del establo de los
terneros y se notó un cambio notable en la mortalidad. Los terneros parecían
más despiertos.
Con los nuevos elementos desaparecieron las mamitis de las vacas. Trece
vacas estaban en cuarentena por mamitis: al cabo de 20 días, las trece
estaban curadas sin ningún tratamiento especial. En un examen de todo el
ganado sólo aparecieron dos vacas con un pequeño toque en sus mamas,
mientras que antes un 50 por ciento estaban con mamitis en un tiempo u otro
de su lactación.
Desapareció la infecundidad. Un año entero dieron leche veintitrés vacas, sin
que se pudiera asegurar su fecundación. Fueron conducidas a pastizales
abonados con dolomita, que con oportunas lluvias dieron excelente vegetación.
Este fue el alimento de las vacas.
La prueba era bien clara: el equilibrio mineral hacía prodigios en los animales.
El sulfato de magnesio, como todas las sales de magnesio, ejerce una acción
abiertamente sedante en el sistema nervioso en inyección intravenosa,
subcutánea o intrarraquídea, o en aplicación local sobre un tronco nervioso.
Por todo ello se ha empleado en solución al 10 por 100 en el tratamiento del
tétanos del caballo, hasta la dosis de 30 gramos por día en inyecciones
intravenosas. También se administra en brevaje y mezclado con la leche
caliente en el perro.
Un caballo sano estuvo junto a ella y comió de su mismo pesebre. Así queda
también demostrado que la enfermedad declarada contagiosa no lo es, si se
puede comunicar al animal una resistencia natural a los microbios.
Hice una encuesta entre los poseedores de vacas lecheras y observé que no
tenían fiebre aftosa las de los que habían puesto en sus abonos sodio, cloro y
magnesio. Es que no se había olvidado de los elementos necesarios para la
producción de leche, que contiene una proporción no despreciable de cloro,
sodio y magnesio.
Como se ve, por esta conferencia, para Vilain el equilibrio mineral es la base de
la buena salud de los animales. Todo el desequilibrio mineral crea un estado de
menor resistencia, que deja al organismo casi sin defensas contra los microbios
y parásitos; y, cuando la epidemia o la enfermedad hace estragos, no es lo más
urgente andar a la caza del microbio o del parásito y luchar contra él; lucha
ruinosa y decepcionante, sino encontrar el desequilibrio mineral que ha abierto
la puerta el mal y poner allí el remedio.
Microbios y otros parásitos desaparecen como por encanto, sin que se haya
empleado ningún otra remedio.
Antes de terminan este punto, queremos subrayar el papel del magnesio como
oligoelemento, por la acción específica que manifiesta sobre la materia viva.
Como advierte el doctor F.A. Cid, nuestros conocimientos bioquímicos no son
suficientes para permitir una explicación adecuada de sus acciones referidas a
propiedades fundamentales; por esto, los hechos que el citado autor refiere
deben ser considerados como observaciones cuyo mecanismo no ha sido
todavía esclarecido, a pesar de haberse aventurado algunas hipótesis para
explicarlo.
Entre los varios oligoelementos que se han hecho acreedores a ser estudiados
de una manera especial, figura, según el doctor Cid, el magnesio y el potasio,
por cuanto existen un buen número de hechos que permiten afirmar la
singularidad de su comportamiento, sobre todo cuando se trata de sales
haloideas, como son las que se contienen en el producto farmacéutico
conocido con el nombre de «Delbiase».
Más notable son todavía a este respecto los efectos que se producen por la
acción del magnesio sobre el músculo del intestino del conejo.
Todas estas disquisiciones han permitido aclarar que el magnesio, al igual que
otros oligoelementos, desempeña el papel de catalizador de las funciones
vitales de los organismos animales.
Cuatro son los procesos, de importancia fundamental para la vida, que se ven
influenciados por el magnesio:
Otro tanto hizo con otras binas de conejos. El resultado de tales experiencias
fue que murió doble número de conejos de los que no habían tomado la
solución magnesiana, que de los que la habían tomado.
Antes de dar por terminado este punto vamos a señalar algunos de los efectos
sorprendentes que el tratamiento con sales de magnesio produce en las
principales enfermedades de los distintos animales domésticos.
• AVES DE CORRAL:
1. Tratándose del cólera, tifus, difteria y pesie aviar, el tratamiento para diez
animales será de un litro de solución por día, mezclado con el alimento
• CABALLO Y JUMENTO:
1. Si se trata de la erupción pustulosa denominada usagre y el animal tiene
un peso del orden de los 500 kilogramos, el tratamiento es un litro cada seis u
ocho horas, durante cuatro días, según la gravedad del caso y las reacciones
del animal enfermo
2. En el aborto se les dará un litro mañana y tarde, durante cinco días. Con
todo, en animales de peso bastante superior a 500 kilos, la dosis habrá de ser
de litro y medio.
• BOVINOS:
3. Cuando una mejoría clara del enfermo muestre que éste reacciona
eficazmente, se pueden aplazar las dosis, al principio cada ocho horas,
después cada doce prolongando el tratamiento algún día después de la
curación aparente o quizá real, para consolidar los resultados obtenidos. Estos
ofrecen el máximum de garantías con las dosis que se han prescrito.
CAPITULO IV
EL MAGNESIO EN LA AGRICULTURA
Más aún, según este autor, el magnesio está dotado, además, de aptitudes
especiales comparables a las de los infinitamente pequeños elementos
químicos, conocidos con el nombre de «oligoelementos», gracias a su acción
catalítica establecida antes que nadie por G. Bertrand.
Como es natural, el origen del magnesio de las tierras de cultivo debe buscarse
en los minerales y rocas de donde aquéllas provienen.
Sin embargo, esto no quiere decir que todos los terrenos de cultivo tengan
suficiente magnesio para las necesidades biológicas de las plantas:
Así, por ejemplo, riquezas del orden de 80 a 100 kilogramos de magnesio por
hectárea indican la no deficiencia de magnesio y experimentalmente se
comprueba la exactitud de ello; pero, cuando los niveles son bajos, no puede
este método definir carencia. Por esto, al método de Garman-Markle sólo se
atribuye un carácter aproximado y un cierto valor informativo.
Los agricultores desean, para poder obrar en consecuencia, que se les señalen
cifras o valores medios del contenido en magnesio de los suelos, desde el
punto de vista de su importancia con las necesidades de las plantas. Pero
deben hacerse cargo de que es difícil, o poco menos que imposible, como se
deduce de lo anteriormente expuesto.
Una de las partes de la planta donde más abunda el magnesio son las hojas,
por razón del pigmento verde, llamado clorofila, que impregna la materia
protoplasmática incolora de los cloroleucocitos.
Para comprender el proceso biológico que en las hojas tiene lugar, es de saber
que, en el protoplasma de la célula vegetal, existen los leucocitos, que son
unos corpúsculos destinados a elaborar principios esenciales necesarios para
la vida vegetal. A los leucocitos coloreados se les designa con el nombre de
cromoleucitos que, con distintas materias colorantes, producen la rica gama
cromática de flores y frutos.
Los leucocitos incoloros, llamados cloroleucitos, son a los que colorea de verde
la clorofila, substancia de vital interés para las plantas, por cuanto mediante
esa substancia los vegetales asimilan el carbono del anhídrico carbónico
contenido en la atmósfera.
Ahora bien, como hay dos tipos de clorofila (a y b), resulta que el total de los
pigmentos de las hojas verdes son cuatro: clorofila a, clorofila b, carotina y
xantofila.
Pero en las plantas de tabaco se ha demostrado, que sólo el 0.03 por 100 del
contenido total de magnesio de la planta (hojas y tallos) era el necesario para
satisfacer las necesidades de magnesio clorofílico.
En la obra titulada «En los próximos 100 años», de C.C. Furnes, profesor de
ingeniería química de la Universidad de Yale (EE.UU.), al tratar de la granja
perfecta, señala el magnesio entre los alimentos indispensables para las
plantas (pág. 369).
Desde hacía tiempo existía la presunción de que una de las funciones adscritas
al magnesio en la fertilización de los vegetales es la de ser agente que
favorece la asimilación del fósforo, por cuanto es indispensable para el normal
metabolismo fosforado en los procesos de síntesis de fosfolípidos, nucleínas,
etc. de los vegetales.
De ser esto así se puede esperar una correlación entre el fósforo y el magnesio
contenidos en las plantas.
Por de pronto, los citados autores se dieron cuenta de que, para hacerse un
exacto criterio sobre el particular, no es suficiente el análisis químico de los
tejidos de las plantas, sino que es necesario el análisis de la semilla. Para
comprobar estos extremos, verificaron experimentos en un terreno que
contenía el porcentaje requerido en magnesio, o sea 30 kilogramos por
hectárea, y cultivaron en él melocotones y maíz.
El doctor L. Blas sospecha que, con este fenómeno, tenga relación otro hecho
observado, cual es la mayor riqueza en magnesio no clorofílico en los tejidos
jóvenes, raíces y frutos; es decir, en aquellos lugares donde el dinamismo
bioquímico es más intenso.
El producto así obtenido no ataca a los sacos de yute, no se pega a las manos
y se derrama con facilidad en las máquinas distribuidoras de abonos,
únicamente el análisis químico revela una ligera disminución de la cifra del
fósforo soluble al agua, pero no al citrato. Los resultados experimentales han
demostrado que el abono llamado «serpentina-super» tiene igual valor como
abono fosfatado que el superfosfato ordinario, y a veces algo superior.
El magnesio que absorben las plantas por las raíces se redistribuye de los
tejidos viejos a las partes jóvenes, concentrándose preferentemente en las
semillas y en las hojas.
De aquí que la cantidad que de dicho elemento contiene cada uno de los
órganos de la planta, difiera mucho de uno a otro. Así, por ejemplo, en el maíz
el 34 por 100 se encuentra en el grano, el 32 por ciento en las hojas, el 21 por
ciento en el tallo y el resto en las raíces.
Willsttater halló que el trigo contiene en sus cenizas más magnesio que calcio,
y Czapek amplió esta conclusión a casi todas las semillas, lo cual hizo pensar a
los fisiólogos en la posible importancia del elemento magnesio como elemento
modificador de la cuantía de las cosechas.
Para otros autores, que consideran este hecho desde un punto de vista
demasiado simplista es evidente que el fruto o semilla, que necesariamente
precisa magnesio para su maduración, lo toma de las reservas de dicho
elemento existente en las hojas próximas.
Por ello es frecuente ver en los árboles ramas con frutos y hojas amarillas junto
a vigorosas ramas con hojas intensamente verdes, pero sin fruto.
El doctor L. Blas aduce, como ejemplo de esto, los olivos de algunas regiones,
que de jóvenes dieron abundante cosecha; pero que, al transcurrir los años, la
frecuencia alternativa de su fructificación fue ampliándose de período, hasta
que el labrador, cansado de ver la inutilidad de sus esfuerzos, optó por la
radical medida de su talado.
«Si esta hipótesis se confirma - son palabras del referido autor; si, en efecto,
las cosechas alternativas del olivo en muchas regiones españolas obedecen a
la escasez de magnesio o a la falta de movilidad del mismo en el suelo, y se
consigue, por métodos químicos de abonado, la disminución del período de no
fructificación, el resultado práctico de esta mejora representaría para los
olivares de España un incremento fantástico en su importancia económica.
Pero - añade - no nos dejemos sugestionar por ideas o teorías más o menos
atrayentes; el análisis, la experimentación sistemática y los estudios técnicos
cuidadosos son los únicos procedimientos de estudio, y sobre sus resultados
es solamente sobre los que se pueden formular hipótesis e ideas.»
Riquezas comprendidas entre 0.25 y 0.40 por 100 de óxido de magnesio eran
indicios de posible aparición de la enfermedad, y, cuando el contenido en óxido
de magnesio era inferior a 0.25 por 100, entonces, sin excepción el árbol
acusaba claramente los síntomas de deficiencia anteriormente indicados.
Por esto dice el citado autor que resulta incomprensible el dar tanta importancia
al abono fosfatado solamente, cuando del magnesio depende el éxito de la
cosecha.
Raume fue el primero que relacionó el transporte del almidón de las hojas al
tallo y, como para este proceso se necesita el fósforo como coenzima, de aquí
que el magnesio transportador del fósforo, según antes se ha explicado
largamente, sea teóricamente un elemento indispensable para este fenómeno.
Sobre otras vitaminas, los resultados no son aún definitivos; pero, desde el
punto de vista bromatológico e industrial, estos ensayos revisten la mayor
importancia en ganadería, y su mejora o corrección significaría un gran
progreso en la economía ganadera.
En segundo lugar, este elemento facilita la asimilación del amoníaco y del ácido
fosfórico a las plantas. Asimismo, como el magnesio transforma los silicatos de
calcio, al ponerlos en libertad, permite que las plantas aprovechen importantes
cantidades de potasio que, de otro modo, quedarían inutilizadas. Pero, para
que el magnesio surta todos estos efectos en grado máximo, debe ir asociado
al calcio, pues la incorporación combinada de ambos elementos favorece las
reacciones químicas, sin las cuales la asimilación de los abonos minerales deja
de producirse.
Es de notar que, en estos análisis del total del magnesio contenido en la planta,
los resultados de distintos investigadores son muy diversos, puesto que el
proceso de absorción y emigración del magnesio es muy variable y depende,
además, de la vejez de la planta. Hawkin, en su experiencia con tomates, ha
demostrado que esta planta absorbe del suelo el 3 por 100 de su riqueza total
de magnesio durante el primer mes, el 20 por 100 durante el segundo y el 77
por 100 en el último mes.
Esto viene confirmado por los análisis de magnesio de los gérmenes o semillas
de ambas, y, como advierte el investigador citado, la deficiencia de magnesio
se deja sentir en las cosechas de cereales cuando el medio germinativo
adolece de escasez de magnesio.
Asimismo importa recordar que muchos elementos son tóxicos cuando falta
otro de los necesarios; pero, en presencia de algunos que contrarrestan los
efectos nocivos, desaparecen los síntomas, como sucede con el magnesio y el
calcio, pues el primero elimina las influencias tóxicas del segundo. Además, se
da la particularidad, tratándose del magnesio, de que no sólo es el defecto del
mismo lo que produce efectos perniciosos en las plantas, sino también su
exceso, que llega a ser tóxico.
Estas anomalías se inician en las hojas más viejas, al paso que el tejido
intranervioso se vuelve amarillo o blanquecino, bronceado, rojo púrpura, hasta
que, finalmente, sobreviene la necrosis o muerte de los tejidos. La clorosis se
presenta en el ápice de las hojas y avanza con mayor o menor rapidez, según
los casos, hasta la base de las mismas, mientras que a veces se curvan.
Pocos son los agricultores que se preocupan del magnesio de sus tierras de
labor, lo que contrasta con la práctica adoptada por la generalidad de los
mismos de abonarlas con compuestos nitrogenados, potásicos, fosforados y
cálcicos.
Este investigador realizó, a mediados del siglo XIX, amplios ensayos culturales,
prescindiendo del empleo de sustancias minerales.
De ellos dedujo:
Los abonos restituyen a los terrenos de cultivo los principios nutritivos que de
ellos extraen las cosechas. Ahora bien, tratándose del magnesio, no es
suficiente efectuarlo con enmiendas; ha de hacerse empleando abonos
magnesianos, al igual que se hace con los potásicos, nitrogenados y
fosfatados.
¿Qué clase de compuestos de magnesio pueden o deben emplearse?
Por las razones antes expuestas existía, hasta hace pocos años, una gran
resistencia por parte de los agricultores norteamericanos y de casi todo el
mundo al empleo de sales o compuestos magnésicos con abono.
Lo que aún no está muy claro es la forma como se ha de añadir este magnesio.
Suelos calizos y de baja acidez no deben ser abonados con óxido ni carbonato
magnésico, pero sí con sulfatas amónico y magnésico. El rociado con sal de
Epson (epsomita, que es sulfato magnésico) e incluso las inyecciones sólo
deben realizarse cuando los demás métodos fallan.
El ingeniero español don Luis Adelantado recuerda que, ya a fines del pasado
siglo, se aconsejaba mezclar con los abonos compuestos sulfato magnésico,
que se encontraba nativo cristalizado o se obtenía de las aguas madres de las
salinas marítimas o en el beneficio de los yacimientos potásicos.
Sucesivamente se elaboró el nitrato cálcico-magnésico partiendo de dolomías,
con lo que se disponía de un fertilizante nitrogenado y magnésico a la par.
El sulfato,
en «Aprovechamientos Salineros»
Los productos magnésicos de esta última casa merecen los precisemos más,
ya que sobre ellos tenemos una mayor información.
•refinado, con un máximo de 0.5 por 100 de cloro (a 200 pesetas los 100 Kg.)
•refinado, con un máximo de 0.2 por 100 de cloro (a 250 pesetas los 100 Kg.)
Este autor ha podido comprobar que no hay ninguna planta de entre las
malváceas, geraniáceas, papaveráceas y otras, que no reaccione
favorablemente a la aplicación del magnesio, sobre todo en lo que respecta a
los síntomas de clorosis. Este efecto - añade - es muy marcado en las
gramíneas.
Pero, gracias a los trabajos llevados a cabo por Boyton y Cain, se ha logrado la
completa normalización de aquellas tierras, mediante la aplicación constante de
sales magnésicas en sus diversas formas (epsomita, kieserita, magnesia o
calizas dolomíticas). Especialmente la pulverización en verano de disoluciones
de sulfato magnésico ha hecho desaparecer los síntomas perniciosos, incluso
en la cosecha del año siguiente.
Y así, mientras casi todos los campos de la vecindad estaban muy exhaustos,
las 42 hectáreas de Mr. Kuck permanecieron verdes y dieron una cosecha muy
superior a la media de la región. Los tallos de la alfalfa no abonada con
dolomita estaban amarillos después del tercer corte, mientras que las
abonadas con dicho mineral tenían, a la entrada del invierno, un bonito color
verde oscuro.
Sobre el suelo, pobre y arcilloso, las plantas crecían difícilmente y eran presa
de los más variados parásitos. Los animales, mal alimentados, eran
arrebatados por las epidemias. Los campesinos, arruinados y desalentados,
abandonaron el terreno. H. Vilain se enteró de que por 3.500 francos le vendían
31 hectáreas de terenos y los edificios de habitación. Así se lo anunció su
amigo el abate Renand, antiguo párroco de Lachapelle.
«Yo no tengo más que un secreto, un buen equilibrio mineral. Esto es todo.»
«Hace varios años que estoy con vosotros. Habéis seguido con interés mis
experiencias, y hoy es el día en que he llegado a tales resultados, que se
puede hablar de un verdadero resurgir de la tierra de Lachapelle y, por
extensión, de todas las tierras semejantes».
EPÍLOGO
Hemos visto asimismo cómo H. Vilian y Mr. Kuck obtuvieron buenas cosechas
y curaron a sus animales enfermos por medio de un mejor equilibrio mineral,
aportando particularmente magnesio. Este elemento, pues, desde el punto de
vista de la química biológica es un elemento fundamental. En la producción
vegetal no se puede prescindir de la alimentación magnesiana de la planta. Lo
mismo hay que decir respecto de los animales y del hombre.
No vayamos a creer, que cualquier tenor de magnesio en el organismo es
bueno. También la proporción de magnesio tiene sus límites. Este elemento
parece estar en excelente proporción en la alimentación de los campesinos
egipcios, por los efectos de buena salud que en ellos produce.
Siendo esto así, tenemos dos modos de intervenir en este drama, para prevenir
la enfermedad o para curarla; o bien atacar al asaltante, sea fuera o dentro del
terreno, para debilitarlo o destruirlo, si es posible, o bien reforzar la defensa del
organismo, mejorar el terreno, para que él, por sí mismo, supere fácilmente al
asaltante.
Fuera del terreno la lucha contra el agresor presenta notables ventajas; pero
dentro del terreno esta misma táctica, si el terreno es deficiente, por ejemplo,
en su equilibrio mineral, no puede dar más que resultados fragmentarios y rara
vez definitivos, después de un período más o menos largo.
Recientemente, la importancia del terreno ha sido puesta a plena luz por los
trabajos de médicos que estudian enfermedades misteriosas hasta entonces
incurables, y por los trabajos de sabios biológicos que han estudiado el
problema de la alimentación.
Éstos trabajos han revelado que muchas enfermedades - y de las más graves -
tienen por causa,
(Randoin)
A esto se han dirigido nuestras líneas, a presentar este punto de vista menos
atendido, no precisamente a despreciar y rebajar en su importancia otros
medios que, estudiados por los sabios, dan lugar a muy apreciables éxitos,
pero sí a decir que éstos no son exclusivos de ellos, porque hay otros medios
que proceden de otra dirección y que también dan excelentes resultados.
APÉNDICE PRIMERO
En los varios trabajos extractados para componer este libro, hemos podido
advertir tres cosas:
Vamos, pues, a explicar en qué consisten estas tres sales, cómo se deben
tomar y dónde se pueden adquirir.
1. cristalizado
2. desecado
3. anhidro
Téngase presente que las cantidades indicadas se refieren a una dosis; por
tanto, en los casos de utilizar las sales de magnesio como medicinas, se
habrían de tomar dos dosis al día: una por la mañana y otra por la tarde. Con
todo, por razón de la edad, las dosis para obtener los efectos curativos deberán
atenerse a otras cantidades, según lo ha expuesto el doctor Neveu y nosotros
reproducimos a continuación.
Se les irá desplazando progresivamente, cada 8 horas, más tarde cada doce, a
medida que el enfermo mejore. Después de la curación aparente, es necesario
continuar el tratamiento algunos días, para que el enfermo no se exponga a
recaídas.
Pero, cuando se trata de atacar en su fase aguda, los adultos y niños de más
de 5 años deberán tomar dos cucharaditas cada 6 horas; en casos muy graves,
2 cucharaditas iniciales, y a las dos horas otras 2; las siguientes dosis, con seis
horas de intervalo.
Con todo, este efecto suele ser más pronunciado en los primeros días;
después, el cuerpo ya se habitúa y se regularizan las evacuaciones. A los tales,
les convendrá ingerir el cloruro magnésico, no en ayunas, sino poco después
de la comida, pues entonces el efecto laxante es menos pronunciado. En
cambio, en las personas que padecen de estreñimiento, el cloruro de magnesio
resulta un excelente regularizador de las evacuaciones.
Para las personas, pues, que por padecer de hiperclorhidria (exceso de ácido)
suelen tomar bicarbonato de sodio, el carbonato de magnesio resulta ser un
excelente neutralizador de la acidez para calmar el dolor de estómago, sin los
inconvenientes del bicarbonato, que suele ser desaconsejado por los médicos;
porque, si bien de momento quita el dolor, fomenta la causa de la acidez y, por
consiguiente, el que se vaya reproduciendo con más intensidad en adelante.
El sulfato de magnesio conviene más a las personas que padecen del hígado,
dado que precisamente los sulfates suelen recetarse para este género de
dolencia.
Así, por lo menos, se anuncia, si bien no parece que tenga carácter de tanta
universalidad como las sales de magnesio. Una diferencia grande hay entre
ambos productos y es lo referente al precio: Cada cajita de jalea real viene a
costar unas 500 pesetas, y cada toma, de 30 a 35 pesetas; en cambio, el
precio del cloruro de magnesio, cuando menos en Barcelona, es de 10 pesetas
el frasco de 100 gramos, comprado en droguería; el precio del sulfato es por el
estilo, y un kilo de carbonato de magnesio a granel cuesta sólo 25 pesetas
comprado en droguerías.
APÉNDICE II
La diferencia que hay entre el uno y el otro estriba en que, modernamente, los
vegetales suelen contener el calcio requerido para su buen desarrollo, porque
si las tierras no lo tienen se les añade en forma de abonos o de enmiendas, al
paso que los vegetales y también los animales que se alimentan de aquéllos,
suelen ser deficitarios de magnesio, puesto que las tierras lo tienen en gran
parte agotado por los cultivos sucesivos, y entre los agricultores no ha entrado
hasta ahora, si no es con raras excepciones, el abonado con compuestos
magnesianos, como se hace con los de fósforo, nitrógeno y potasio.
El contenido de magnesio que se señala en la lista que a continuación
presentamos se refiere al que suelen tener los vegetales que se han
desarrollado en tierras dotadas de suficiente magnesio.
Si hubiese alguno que así procediese, le diríamos que efectivamente las sales
de magnesio pueden llamarse panacea - y no en sentido despectivo—, por
cuanto es un hecho bien comprobado que a su falta se deben muchas
enfermedades que desaparecen con la ingestión de cloruro de magnesio o de
otra sal magnésica.
APÉNDICE IV
BIBLIOGRAFÍA
Para cuantos quieran estudiar algo más a fondo las virtudes curativas del
magnesio y su acción sobre los animales y las plantas, nos ha parecido bien
añadir un cuarto apéndice dedicado a bibliografía sobre estas cuestiones.
BLAS (L.): El magnesio como abono. («Ion», marzo 1949, pág. 137, Madrid.)
CAMP (A. F.): El magnesio en la fertilización del limón en Florida. («Ion», marzo
1947, pág. 193, Madrid.)
CID (F. A.): Una página sobre el profesor Delbet, investigador del cáncer.
(«Ibérica», vol. 21, 1955-I, pág. 26, Barcelona.)
CID (F. A.: Los oligoelementos son catalizadores de nuestras funciones vitales.
(«Ibérica», vol. 21, 1955-I, pág. 104, Barcelona.)
FAVIVE (J.): Equilibre mineral et Santé. 403 págs. París, Librairie «Le
François» (Boulevard Saint-Germain, 91), 1951.
GOYTISOLO (José M.a): El magnesio fulminante vital. «Ibérica», vol. 11, 1950-
I, pág. 100, Barcelona.)
PRIECH (J.) y CONSTANT (J. P.), dan cuenta de los resultados favorables
obtenidos por el glutanato de magnesio en sujetos afectados de «petit mal»
epiléptico y en niños deficientes mentales. Con este tratamiento - añaden -
disminuye la frecuencia de las crisis mentales, se normaliza el comportamiento,
se eleva el coeficiente intelectual y se mejora el estado somático.
(«Medicamenta», número 265, pág. 45, 15 mayo 1955.)
PUIG, S. I. (I.): El magnesio en zootecnia. («Ibérica», vol. 26, 1957-II, pág. 135,
Barcelona.)
RIBAS MARQUES (I.): Los bioelementos del pescado. («Ion», octubre 1944,
pág. 603, Madrid.)