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Guión cinematográfico

A Cesar Calvo, que sigue siendo y


nos echó una mano con este guión.

1- EXT/ TARDE. Selva de Ucayali

Sobre imágenes de bosque, cuando está terminando el día en la Selva de Ucayali,


escuchamos una voz femenina que canta en shipibo, es una canción de bienvenida. La
melodía se escucha junto a los sonidos y cantos de los otros seres del lugar. Cuando
termina la canción, sobre la jungla anocheciendo, aparece el título de la película:

Sigo siendo (Kachkaniraqmi)

2- EXT/ TARDE. Cabaña de Amelia, selva de Ucayali

La abuela Amelia, una mujer shipiba de unos setenta años, vive sola en un lugar perdido
de la selva, a un día en lancha de la población más cercana. Vive rodeada de árboles
gigantes y al lado de un río que desemboca en el Ucayali. La vemos sentada en su casa,
una maloca de madera algo levantada del suelo para que las aguas del río no inunden su
vivienda. Amelia está escuchando los cantos de pájaros que llevan nombres como el
urkutútu, el páwkar, el ayaymamam. Ella nos habla de esos pájaros en su lengua,
mientras pela unas yucas, sentada en la entrada de su cabaña:

“El Urkutútu es un pájaro sabiondo y el páwkar sabe imitar todos los cantos de las
aves de la selva, también se escucha el pájaro chiskua que te avisa cuando se aproxima
algún humano, el Ayaymaman que llora como un niño abandonado y el Huirapuro que
canta sólo una vez al año y los otros pájaros lo escuchan”

Cuando anochece, el sonido de la selva es ensordecedor, pero a su vez todo lo que se


escucha es armónico. Amelia repite la melodía de algún pájaro que apenas percibimos a
lo lejos, mientras oímos ese y otros pájaros, ella nos sigue contando:

“Ellos nos enseñan las melodías, lo que cantamos nos lo dictaron ellos, también
nuestros antepasados, nuestros maestros. Ellos nos hablaron de pájaros que ya no
existen y nos dijeron como cantaban”.
3- INT/ NOCHE. Cabaña de Amelia
Amelia prepara una sopa de yuca en una precaria cocina de leña. Mientras la vemos
encender el fuego nos cuenta que creció rodeada de todos los sonidos de la selva, no
sólo de los sonidos de los pájaros, también de otros animales y del canto del agua.

“Si te pones a escuchar todo lo que se oye en la selva ¿qué escuchas?...no sólo suenan
los animales de aire, animales de tierra, animales de agua, también suenan las plantas
como la Quina-quina que aprendió hace siglos a lavar las heridas corrompidas, la
Ayawashka sagrada, que te canta en el oído, y también suena el Espintana, ese árbol
recto que cuando cae es bueno para sentarse y conversar”

Amelia da unas vueltas al caldo de yuca y saca algunas cocidas para guardarlas en una
bolsa. Nos dice que va a hacer un largo viaje y que un amigo la va a llevar río arriba, de
Pucallpa a Atalaya, de Atalaya al capricho del clima de los ríos, hasta ese territorio
agazapado tras el río Mishawa. Nos dice que quiere encontrarse con unos familiares,
quiere verlos para cantar juntos y hacer un canto de sanación para un familiar que vive
en Lima. Mientras nos habla del viaje, Amelia bebe la sopa de yuca que ha preparado,
luego nos enseña unas telas que ella misma ha bordado. Señalando unos diseños
geométricos sobre la tela, nos dice:

“Cuando estoy bordando mi kené me gusta cantar, lo que me nace canto, lo que viene
de mi inspiración canto, esas melodías las crearon nuestros antiguos en otro tiempo,
son diferentes melodías que cantamos, algunas ayudan a sanar el alma, nosotros les
llamamos Icaro”

Amelia continúa bordando la tela con hermosos diseños shipibos, junto a la débil luz de
unas velas, empieza a cantar bajito, con voz dulce. Escuchando su canto, acompañado
de sonidos de los animales nocturnos de la selva, vemos la maloca de Amelia
tenuemente iluminada en la noche.

4- EXT/ AMANECER. Selva de Ucayali

Amelia sale de su cabaña con la bolsa donde guardó algunas yucas, atraviesa un sendero
por la selva y llega a una pequeña canoa, sube en ella despacio y emprende su viaje.
Vemos la selva desde su mirada y mientras la canoa se desliza por las aguas oscuras que
la llevarán al río Ucayali, la escuchamos decir en su lengua:

“Las aguas también cantan y cantan sus peces, canta el bufeo, también le llaman
delfín de los ríos y es el guardián de las aguas, es de color rosado y canta por la noche,
y se escucha al Chullakaqla huérfano de escamas y el Shúyu que sabe andar sobre la
tierra, le llaman pez de camino. Y también suenan las piedras que viven en lo más
profundo del agua”
5- EXT/ DIA. Río Ucayali

La canoa de la abuela Amelia se pierde por un paisaje mágico, entre la neblina y la


selva, mientras la escuchamos cantar en su lengua. La voz aguda de la anciana parece el
canto de una niña. Su melodía hace que poco a poco desaparezcan los otros sonidos del
bosque hasta quedarnos solos con su voz, como si los pájaros y el resto de los animales
se hubieran quedado en silencio para escucharla:

“Viajando, voy viajando…


recibiendo la fuerza del agua.
En mi canoa con diseños de anaconda
mi canoa que camina el río alto y bajo
me llevará a la tierra de mis pasados,
Mi barco de piedra, con el aire que respiramos me lleva.
El ave blanco takyen, sus alas se convierten en remos,
él conoce las curvas del río...
y va abriendo el camino de agua de Ronin wano.
Observando, observando…
alegrando mi espíritu.
Hasta el último rincón del río…
hacia allá voy yo”

6- EXT/ DIA. Plaza de Cabana, Ayacucho

Cabana es un pueblo enclavado en el valle de Sondondo, en la zona alta de la sierra sur


de Ayacucho. En su Plaza de Armas hoy no es un día normal, hay mucho movimiento y
gente esperando. Vemos aparecer en la plaza un pequeño autobús que llega de Lima y
que lleva sobre su techo atada un arpa. Del interior del autobús baja el maestro Andrés
Lares “Chimango” con su violín. La gente lo saluda y lo abraza, es una persona popular
en su pueblo y muy conocido en todo el valle por la magia que sale de las cuerdas de su
instrumento. Chimango ayuda a bajar del autobús el arpa de su amigo “Duco”, su
arpista inseparable. También viene “Palomita”, una joven danzante de tijeras limeña que
por primera vez danzará en las fiestas del pueblo.
Chimango cruza la plaza hacia una bodeguita para resguardarse del fuerte sol serrano.

7- INT/ DIA. Bodeguita del pueblo.

Entra en una pequeña bodega, saluda a la mujer que atiende y le pregunta por su esposo,
la mujer le ofrece una gaseosa mientras espera. Sentado en una silla nos cuenta:

“Todos los años vengo al valle a tocar en la fiesta del agua y afinar mi violín junto al
puquio, el manantial que está a medio día caminando desde acá, iremos con los
ancianos sabios del lugar y con Palomita, una joven limeña que quiere ser bendecida
como danzaq. También vengo con mi amigo arpista a tocar “sequia” que es la tonada
que acompaña los bailes y las canciones mientras los campesinos limpian las acequias
que regarán sus sembríos”

La bodeguita donde descansa Chimango es una tienda de alimentación que al mismo


tiempo hace de cantina, su propietario es el maestro Florián Ramos “Chuspicha”, un
importante danzante de tijeras del valle de Sondondo. La bodeguita es una especie de
santuario de danzaqs, en sus paredes podemos ver fotos de los antepasados de
Chuspicha, que también eran danzantes, recortes de periódicos, también están la
vestimenta y la tijera con la que bailaba su bisabuelo. El maestro danzaq aparece por la
puerta interior y los amigos se funden en un abrazo. Luego, Chuspicha nos cuenta:

“Danzo y toco tijeras desde que era niño, vengo de una familia de danzantes, desde mi
bisabuelo nos hemos dedicado a este arte, es algo que llevamos dentro. Ahora enseño
a las nuevas generaciones, esta bodeguita también sirve de escuela, aquí me reúno con
los jóvenes y les enseño los pasos que hacían mis abuelos”

Cuando el maestro termina de contarnos su historia, se dirige a Chimango y le dice en


quechua:

“Mañana partiremos de madrugada hacia la montaña, iremos unos diez paisanos, entre
ancianos, músicos y danzantes, para bendecir los instrumentos. Les esperamos, si
todavía la ciudad no les quitó las fuerzas para subir a la altura”

Ambos maestros ríen y Chuspicha le da queso, hojas de coca y chicha de jora para la
caminata del día siguiente.

8- EXT/ DIA. Calles del pueblo.

Chimango sale de la bodeguita y camina por las calles de tierra del pueblo, se dirige a su
casa, hoy ya nadie vive en ella, su madre murió cuando tenía un año, fue criado por su
abuelita, su padre se fue a Lima a trabajar. Vemos la casa abandonada, es una
construcción de adobe, piedra y madera con tejas de barro rotas por el tiempo, que
recuerda a las antiguas casas rurales de Castilla y Extremadura en España. Chimango
empuja la vieja puerta de madera y entra.

9- INT/ DIA. Casa abandonada de Chimango.

Mientras le vemos recorrer la casa donde pasó su infancia, le oímos contar:

“Yo aprendí a tocar escuchando a los mayores en las fiestas, grandes maestros. Luego
mi padre me envió a Lima para buscar trabajo, pero yo seguí tocando el violín en Lima
y viviendo a las fiestas casi todos los años”
Se sienta en un pequeño patio de la casa cubierto de hierbas silvestres y comienza a
afinar su violín. En ese momento entra su amigo “Duco”, Chimango sonríe, como si
supiera que lo estaba siguiendo. Su amigo lleva el arpa y viene acompañado de una
mujer, Chimango saluda a la mujer. Duco con una mirada invita a su amigo para que lo
acompañe con el violín. Empiezan a tocar y la voz de Magaly Solier se escucha sobre
los sonidos de las cuerdas:

“Coca quintucha,
hoja redonda...
Dicen que tú sabes de mi vida,
de mi llanto en el frío y en el viento...”

La música se pierde sobre imágenes de las calles de Lima, con los sonidos de
microbuses y vendedores ambulantes.

10- INT/ DIA. Casa de Máximo Damián, ciudad de Lima.

En su casa del barrio de Maranga, en Lima, vemos al maestro Máximo Damián


limpiando su violín, está sentado junto a una ventana por donde se cuela el sonido de la
ciudad. Está escuchando un canto en quechua, no se escucha bien, parece una grabación
antigua. Guarda con delicadeza su instrumento en la funda y nos cuenta:

“El que canta es mi amigo Don José María Arguedas, cuando llegué a Lima en el año
49, Lima era completamente diferente, él me escuchó tocar y nos hicimos amigos, me
ayudó mucho acá en la ciudad. Yo tenía catorce años y Arguedas ya era el escritor y
antropólogo más importante del Perú. Me buscó trabajo, yo sólo hablaba quechua, nos
gustaba conversar en mi lengua. Él también me regaló un violín para poder tocar en
los Coliseos y en las fiestas costumbristas acá en Lima”

Don Máximo se levanta de la silla y se dirige hacia una mesita donde tiene un retrato de
su amigo escritor y recortes de periódicos antiguos, coge uno del montón y señalándolo
nos dice:

“Aquí estoy tocando en su sepelio, él me lo pidió en una carta antes de que decidiera
morir, en ella me decía que tocara “La agonía del Rasu Ñiti” el día de su entierro. En
su pueblo de Andahuaylas le han construido un monumento en su tumba, yo voy a ir a
tocarle para el 40 aniversario del día que nos dejó. También irán el maestro de
charango Jaime Guardia y el guitarrista Don Raúl García Zárate”

11- EXT/ DIA. Ciudad de Lima


Don Máximo sale de su casa y coge un taxi en la concurrida Avenida de la Aviación.
Llega a la estación del centro de Lima y compra un pasaje para Chincha. Sentado en la
estación nos cuenta:

“De camino a mi tierra de Ayacucho pararé en Chincha para visitar a la familia del
gran violinista y zapateador Amador Ballumbrosio, sus hijos quieren hacerle un
homenaje y yo tocaré mi violín para ellos. Allá en Chincha los negros peruanos tienen
la tradición de zapatear, tocan cajón y también bailan con violín. Los violines llegaron
a la costa desde los Andes, allá los llevaron los campesinos andinos que bajaron a los
valles de la costa a trabajar.”

Por un altavoz de la estación anuncian la salida del autobús a Chincha, el maestro


Máximo sube al vehículo con su equipaje y su violín. El autobús parte y lo vemos
mezclarse entre los coches de la congestionada ciudad.

12- EXT/ AMANECER. Cabana, valle de Sondondo.

Chimango se levanta cuando apenas aparece el sol en el pueblo, le vemos pasear por sus
calles vacías, lleva un atado a su espalda y su violín en la mano. En la plaza se reúne
con el resto de la expedición, se saludan y comienzan a caminar hacia la montaña. Por el
camino van todos en silencio, escuchando el viento. Después de un buen trecho paran
para beber y descansar. En una quebrada, sentado sobre una roca y algo alejado del
grupo, Chimango nos cuenta:

“Aquí en estas quebradas, cerca de los Apus, montañas sagradas, es donde los viejos
maestros compusieron las tonadas que tocamos en las fiestas, todavía algunos subimos
hasta aquí a inspirarnos. Durante generaciones hemos recorrido este camino hacia el
manantial para bendecir los instrumentos y que así puedan cantar mejor. También
vienen los “danzaqs”, ellos vienen aquí para afinar sus tijeras con el sonido del agua y
ser bautizados por los maestros”

Chimango se coloca el violín al hombro y ensaya una tonada, finalmente parece


animarse y toca una caramuza, un tipo de huayno originario de estas tierras, lo vemos
abstraído como si formara parte del paisaje. Los sonidos de su violín se escuchan sobre
las montañas y sobre imágenes del grupo que sigue avanzando por la cordillera. Su
amigo camina cargando el arpa y tarareando la misma tonada. Seguimos escuchando el
violín de Chimango sobre imágenes del recorrido hasta llegar al manantial.

El puquio sagrado de Andamarca está en una montaña a los pies de un nevado, de una
gran pared rocosa surge una catarata de agua cristalina que se precipita formando una
pequeña laguna. Los danzantes de tijeras son los primeros en acercarse al agua para
introducir sus tijeras y que sean bendecidas para la fiesta, entre ellos hay una mujer
Palomita, que ha venido para ser bautizada como danzaq por el maestro Chuspicha.
Chimango se coloca al lado del riachuelo y escuchando atentamente el sonido del agua,
afina las cuerdas de su violín. Los ancianos entierran hojas de coca a modo de ofrenda.
Cuando ha terminado la ceremonia, violín, arpa y danzantes de tijeras, se ponen a tocar.

13- EXT/ TARDE. Carretera Panamericana / Barrio del Carmen, Chincha.

Desde la mirada de Máximo Damián vemos la costa desértica del sur del Perú, sus
eternos arenales y sus poblaciones al pié de la autopista. Luego vemos llegar el autobús
al valle de Chincha. En el paradero de la plaza principal del barrio del Carmen está
esperando Camilo Ballumbrosio, uno de los hijos de Amador. Máximo baja del autobús
y se dan un abrazo, Camilo le ayuda a llevar su equipaje, les vemos conversar por las
calles del Carmen. Hay ambiente de barrio en sus calles, algunas mujeres están sentadas
delante de sus casas mientras los niños juegan, la mayoría de la población es de origen
africano. Algunas casas están aun destruidas por el terremoto de hace un par de años.
Mientras los amigos caminan en dirección a la casa de la familia Ballumbrosio,
escuchamos la voz de Camilo:

“Esta comunidad se creó cuando los esclavos ancianos, que ya no podían trabajar y
eran liberados, ellos venían a pasar aquí sus últimos años. Luego, cuando se abolió la
esclavitud, muchos vinieron a vivir aquí y el Carmen se convirtió en un pueblo. Aquí
casi todos viven de trabajar en las plantaciones”

14- INT/ TARDE Casa de la familia Ballumbrosio

La casa de los Ballumbrosio es una parada obligada en el barrio del Carmen, el patriarca
Amador enseñó a zapatear a todos sus hijos. Amador falleció hace poco. Después de
cenar todos juntos, Camilo nos cuenta:

“Chincha es una de las cunas de la música afro-peruana. Se toca el cajón, una simple
caja que utilizaban para el trabajo en el campo se convirtió en nuestro principal
instrumento de percusión. El guitarrista español Paco de Lucía escuchó a un cajonero
en Lima, se llevó el instrumento a España y lo incorporó al flamenco contemporáneo.
En Lima también se toca cajón, acompañando a la música criolla, “Mangüé”, del clan
de los Vásquez, es uno de los mejores cajoneros, los grandes maestros cómo Julio
“Chocolate” Algendones o “Pititi”, ya nos dejaron”

Adelina, la viuda de Amador y su hijo regalan a Don Máximo las cintas de colores que
Amador llevaba siempre en su violín. Luego le piden al maestro que toque la tonada que
guiará los pasos de los zapateadores en el homenaje. Máximo Damián se prepara para
tocar, el violín andino empieza a sonar ante la mirada curiosa de los vecinos que se
asoman al salón. El sonido del violín nos acompaña mientras vemos las fotos antiguas
de la familia de Amador que están colgadas en las paredes del salón.
En la calle los vecinos se juntan, se han puesto su ropa de fiesta y llevan ramos de flores
en las manos. Algunos amigos de Amador nos hablan de él.
Los jóvenes se colocan en fila para zapatear guiados por el violín de Máximo hasta el
cementerio a las afueras del pueblo. Vemos a la comitiva de zapateadores y vecinos
avanzando despacio con el sonido del violín y el retumbar de los pies de los jóvenes
sobre las calles de tierra de El Carmen.

15- EXT/ NOCHE. Calle del pueblo del Carmen. Chincha.

Cuando cae la noche se organiza una fiesta en la calle. Los Ballumbrosio sacan sus
cajones y demás instrumentos de percusión y acompañan a las mujeres en su baile de
festejo. El maestro Máximo, junto a todos los vecinos, disfruta de la fiesta.

16- EXT/ DIA. Cabana, valle de Sondondo.

En las acequias de los alrededores del pueblo de Cabana hay mucho alboroto, los
campesinos con sus ropas de fiesta se reúnen para soltar el agua y que empiece el
regadío. Simultáneamente en cuatro puntos del cerro, los campesinos levantan las
compuertas y empieza a caer el agua. Vemos una anciana sentada junto a la acequia con
sus comadres, se levanta y empieza a cantar un harawi, un canto antiguo en quechua, de
letras improvisadas:

“Agüita murmuradora,
suelta tu lluvia a la acequia,
llena de choclos la tierra,
cuando no llegan tus aguas
se oscurece nuestra suerte,
tu alegría entonces llora
con las sombras de la muerte;
agüita murmuradora
haz que los violines canten
y se alegren en la fiesta,
agüita murmuradora”

Al finalizar el canto, los músicos que llegaron para las fiestas empiezan a tocar, hay
tinyas, quenas, guitarras, arpas y violines. La fiesta no se detendrá en varios días. Vemos
a los paisanos por las calles del pueblo, bebiendo, cantando y bailando al compás de la
música.

17- EXT/ DIA. Plaza de Cabana.

En la plaza del pueblo, Chimango toca el violín para un grupo de danzaqs, los
danzantes, con sus vistosos trajes tradicionales, realizan saltos en el aire sin dejar de
hacer sonar sus tijeras, se están preparando para el duelo del día siguiente. Entre los
danzantes está Elizabeth López “Palomita”, la mujer danzaq que ha venido desde Lima
a competir por primera vez en este lugar. Terminan de bailar y Palomita se sienta a
descansar y nos cuenta:

“Es muy difícil ser mujer y competir en una tradición de hombres, aunque poco a poco
me van respetando. Yo nací en Lima pero mi familia es de Ayacucho, cuando les dije a
mis padres que me quería dedicar a esto se sorprendieron, la verdad es que yo también
me sorprendí. Llevo seis años bailando en las fiestas provincianas de Lima, a veces
vengo a la sierra para seguir aprendiendo, cuando saben que vienes a la sierra te
respetan más. Mañana competiré en la fiesta, aunque aún no me dijeron con quién voy
a danzar.

18- EXT/ TARDE. Poblado de Ishua, valle de Sondondo

Don Máximo que ha llegado su pequeño pueblo, Ishua. Lleva una maleta, una pequeña
bolsa y su violín. Recorre sus calles sin asfaltar, pasa por su desierta plaza de Armas, los
pocos vecinos que todavía viven en el poblado están en sus chacras o en las fiestas del
vecino pueblo de Cabana. Mientras camina le escuchamos contar:

“Pocas veces vengo a Ishua, desde que murió mi mamá no había regresado, una vecina
me cuida la casa, ella también me crió, ayudaba a mi mamá cuando ella iba a la
chacra. Acá ya no vive casi nadie, no es como en otros pueblos del valle que todavía
queda gente, de acá nos fuimos casi todos a otros pueblos grandes o a Lima”

Máximo se detiene frente a una humilde casa de adobe, saca su violín y toca unas notas,
suficientes para que salga Mama Irene, una anciana que lo recibe como si no hubiera
pasado el tiempo. Máximo le entrega la bolsa con algunos regalos e Irene le dice en
quechua:

“Dijeron que quizás llegabas para tocar en la fiesta, pero no les he creído. Este año
casi no ha llovido, poco maíz hemos tenido. Tu casa está limpiecita, ahorita traigo la
llave y preparo caldo para calentarte”

19- INT/ TARDE. Casa de Máximo Damián

Máximo e Irene entran en la casa, todo está igual que la última vez que estuvo allí. Se
sientan junto a la cocina de leña y mientras Irene enciende el fuego y prepara el caldo,
Máximo le dice:

“Mañana voy a tocar en la fiesta para duelo de danzaqs, anímate a venir, como en los
viejos tiempos, aunque ya mis manos no son como antes, ya no puedo tocar varios días
seguidos”
Irene sonríe y le pone al día de algunas noticias del pueblo, luego se retira para que
descanse del largo viaje.

20- EXT/ NOCHE. Calle de Ishua

Mama Irene sale de la casa de Don Máximo y la vemos desaparecer por una calle. A lo
lejos se escucha el sonido del violín de Máximo, sus notas casi imperceptibles caen
sobre imágenes del pueblo vacío en la noche.

21- EXT/ DIA. Plaza de Armas de Ishua

En la plaza hay mucha expectativa, se escucha por los parlantes que las fiestas cerrarán
con un espectáculo extraordinario, se encontrarán dos de los grandes, los maestros
Máximo Damián y Chimango. Ambos con sus arpistas tocarán para un duelo de
danzantes de tijeras.
Por una esquina de la plaza, vemos aparecer al maestro danzaq Chuspicha acompañado
de sus músicos y paisanos. Por otra esquina aparece el grupo de la joven Palomita que
ya viene danzando al compás de la tonada del violín de Chimango. Una vez que llegan
los dos danzantes y músicos al centro de la plaza, los paisanos les rodean dejando un
buen espacio para la danza, y arranca el duelo.
Los vecinos contemplan apasionados el espectáculo, vemos a Mama Irene entre los
paisanos, es la primera vez que una mujer danzaq compite en el pueblo. Los pies de los
danzantes se mueven con agilidad, mientras los sonidos de las tijeras en sus manos
acompañan arpas y violines.

22- EXT/ AMANECER Pueblo de Cabana

En el pueblo han terminado las fiestas, la gente duerme. Chimango sale de la alcaldía
donde le han pagado un dinerito por los días de música. Luego va a visitar a un anciano
para que le prepare unas hierbas para el dolor de huesos, el anciano le regala un atado de
plantas y le dice que es bueno para que los huesos aguanten la humedad de Lima.

23- EXT/ DIA. Cabana / Camino del valle.

Chimango va a despertar a su amigo y juntos transportan el arpa hasta la plaza donde


espera el pequeño autobús. Suben el arpa al techo del vehículo y la amarran bien.
Mientras nos habla de los años de la guerra, aquellos años de tristeza.

“Durante los años de la guerra estas tierras derramaron dolor y lágrimas. Yo cuando
podía, venía a tocar a los pueblos e intentaba consolar a los paisanos con el sonido de
mi violín”
El autobús parte rumbo a Lima, sobre imágenes de casas cerradas y caminos vacíos,
escuchamos una guitarra ayacuchana tocando un Yaraví que nos habla de aquellos años
de dolor.

Vemos el pequeño autobús con el arpa, perderse en los Andes.

24- EXT/ DIA. Poblado de Ishua.

Máximo Damián se despide de su vecina Irene frente a su casa y le dice que no va a


Lima, le cuenta que tiene que ir a Andahuaylas a encontrarse con unos amigos y que va
a visitar la tumba de aquel señor que le ayudó tanto al llegar a Lima.
Mama Irene le entrega una cesta y le dice en quechua:

“Son tunas, de las que te gustaban cuando eras niño, para el camino”

Funde a negro

25- EXT/ DIA. Ciudad de Lima.

Barrio de Lima. Ajetreo, atascos, ruidos de coches, vendedores ambulantes. Chimango,


llega a la ciudad, camina con su violín y su bolsa de viaje por una calle de un barrio del
sur de Lima. Más tarde los vemos entrando a un pequeño callejón donde está su casa.
Durante el trayecto escuchamos su voz diciendo:

“Después de muchos años, conseguí comprar un terrenito en un barrio popular, queda


cerca del mar donde voy a trabajar. Mi mujer y yo estamos consiguiendo dar estudios a
nuestros hijos, la vida en la ciudad no es fácil”

26- INT/ NOCHE. Casa de Chimango. Lima

En el saloncito de su casa, Chimango mientras cena, le cuenta a su mujer y a sus hijos


como fueron las fiestas este año. Antes de acostarse, le entrega a su esposa el dinero que
le pagaron en el pueblo.

27-EX / DÍA, Calles del centro de Lima

Imágenes del río Rimac, del centro de la ciudad, entre sus calles vemos caminar a César
Calderón con su guitarra y su traje, muy elegante. En una de las calles de la zona
colonial se detiene para tomar un emoliente. Nos habla de cómo empezó a tocar la
guitarra en los cumpleaños y jaranas que organizaba su padre, donde venían sus amigos,
muchos músicos criollos. También nos cuenta que no vive de la música aunque lleva
casi noventa años entregado a ella.

28- INT/DÍA Bar Queirolo, centro de Lima

En el bar Queirolo César Calderón tiene su mesa reservada, va siempre y todo el mundo
lo conoce. Se sienta en su lugar de costumbre y nos habla de los autores que admira,
Felipe Pinglo, D. Pablo Casas y nos habla de las canciones a Lima, al Callao, y también
de la cantante Rosa Guzmán:

“La voz de Rosita me encanta, tiene una voz criolla antigua, como se cantaba antes, yo
fui muy amigo de su padre el Tato Guzmán ¡gran compositor y gran jaranero!”

29-EXT/ DÍA Puerto de Chorrillos

Vemos la bahía de Lima desde el puerto de Chorrillos, edificios a lo lejos, y las gaviotas
posadas en las pequeñas embarcaciones del puerto. Mirando el mar está Rosa Guzmán.
Sin dejar de mirar a los pescadores en su faena, nos cuenta:

“Mi padre era mil oficios, era pescador, zapatero, músico… Y yo desde pequeña
empecé a cantar en las fiestas familiares. Siempre hemos vivido aquí, en el barrio de
Barranco, junto al mar”

30- EXT/ DÍA Barrio de Barranco.

Vemos a Rosa Guzmán pasear tranquila por el barrio de Barranco, nos cuenta que este
es un barrio de músicos, poetas, escritores… y que todos eran amigos de su padre. Nos
cuenta también que siempre se juntaban en la bodega “Juanito”

Rosa entra en el bar Juanito

31- INT/ DÍA Bar Juanito, en Barranco

Sentada en la barra del bar, Rosa pide un café y habla con el camarero que la conoce
desde que era una niña. Mientras toma el café nos sigue hablando de su padre.
“El Tato era bien jaranero, en eso se parece a mí, una vez se fue de jarana un mes y
tuvo que componer una canción para que mi madre lo volviera a admitir en la casa, es
un vals precioso, se llama “Quebranto”…

Rosa Guzmán hace una pausa en su relato y empieza a cantar a capela el tema que
compuso su padre:

“Me diste con tu mágica sonrisa


la dicha y la ilusión que había perdido,
le diste a mi corazón herido
la calma y el consuelo de mi olvido.
Ahora, que tu amor curó mi herida,
no puedo ya vivir sin tu cariño,
y en la soledad de mi martirio
amarte siempre, sin cesar, ansío…”

La voz de Rosita, cantando ese hermoso vals, acompaña a Chimango saliendo de su


casa y caminando por su calle a la parada del bus.

32- EXT/ DIA. Barrio de Chimango.

El maestro Chimango sale de su casa y camina hacia una calle con tráfico, coge un bús
abarrotado de gente que va al centro de la ciudad. Se dirige al barrio de la Victoria, un
barrio donde se instalaron muchos de los afro peruanos que llegaron a Lima en busca de
trabajo. Llega a la casa de su amigo Carlos Hayre, el maestro le abre la puerta. Don
Carlos es alto y erguido, siempre lleva un cigarrillo en la boca y tiene pinta de viejo
habanero.

33- INT/ DIA. Casa de Carlos Hayre.

En el salón de la casa están los guitarristas Cesar Calderón y Félix Casaverde, y los
cajoneros “Mangüé” Vásquez y Lalo Izquierdo, están ensayando para un concierto que
tendrá lugar esa noche.

Hayre presenta a sus amigos a Chimango y sentado en un sofá lleno de partituras nos
cuenta:

“Yo empecé con la guitarra a los doce años y ahora tengo ochenta y cinco, aprendí a
tocar viendo al viejo Jordano Carreño, que era del barrio, él era un gran guitarrista,
aunque bebía mucho. Tocaba en las pulperías y yo me quedaba horas escuchándolo.
Luego conocí a un chofer de ómnibus que era de Barrios Altos y me invitó a tocar en
una peña radiofónica que se llamaba “La voz del Chofer”, fui varias veces y empecé a
conocer a los músicos de Barrios Altos, músicos increíbles que tocaban en pequeños
locales en las noches limeñas”

El maestro Cesar Calderón se incorpora a la conversación y dice:

“Antes se podía caminar por Lima a las cuatro de la mañana, era una ciudad pequeña
y todos los músicos nos tratábamos de “compadres”, la amistad y el compañerismo
entre nosotros era sagrada, nos gustaba la jarana y las serenatas, podíamos tocar
hasta el amanecer, la música criolla era muy respetada, tocábamos valses, polcas y
marineras limeñas”

Luego toma la palabra Mangüé:

Yo vengo de una familia de guitarristas y cajoneros, conocida como el “Clan de los


Vásquez”. Vivíamos todos en una casa del barrio de Breña, mi abuelo tocaba todo tipo
de instrumentos y mi papá también. Mi tío Vicente fue uno de los que tocó las primeras
guitarras negras de Lima. Cuando empezaba la jarana mi abuela sacaba a los niños
del salón y cerraba la puerta con llave, esa puerta no se volvía a abrir hasta que
terminara todo, podían estar varias noches seguidas. Yo escuchaba desde el otro lado
de la casa. Empecé de oído, pero luego mi madrina, Chabuca Granda, me pagó las
clases de música.

Lalo Izquierdo, sentado en su cajón, pide la palabra y dice que sin cajón no había jarana,
luego nos cuenta:

“Yo me crie en el barrio del Rimac, en un callejón que todavía existe, allí nos
mezclábamos vecinos de todos los colores y se organizaban jaranas y serenatas que
duraban varios días. Recuerdo especialmente a mi tía Sabina, ella tenía un dúo con la
gran Valentina. Más tarde iré a visitarla y pasaré por mi callejón a saludar a un
compadre que todavía vive allí y que quiere compartir unos piscos, están todos ustedes
invitados”

Cuando Lalo termina de contar, Chimango dice que tiene que ponerse en camino pues
tiene un largo trecho que recorrer hasta el barrio de San Juan de Miraflores. Carlos
Hayre le acompaña hasta la puerta.

34- EXT/ DIA. Puerta de la casa de Hayre.

En la puerta de la casa se encuentran con Rosa Guzmán, viene con prisas pues llega
tarde al ensayo. Rosa saluda a Chimango a quien trata de “maestro” y entra en la casa.
El violinista se queda conversando con Hayre en la puerta, le dice:
“Tengo una cita importante y la casa queda lejos de aquí. Le traje un remedio para sus
manos, estas hierbas me las dio un anciano de mi pueblo y son muy buenas para los
huesos, tiene que tomar el agua después de hervirlas, bien caliente”

Hayre bromea sobre la cita misteriosa a la que Chimango no puede hacer esperar y le
entrega unas partituras, sonriendo entra en su casa.

35- INT/ DIA. Casa de Hayre

El maestro entra al salón de su casa donde siguen ensayando los músicos, se coloca
junto a su contrabajo y les cuenta:

“Chimango es un gran violinista, sus tonadas son imposibles de escribir. Yo hice mis
pinitos acercándome a la música de la sierra, ya saben que soy de naturaleza curiosón.
Una vez hice arreglos para la orquesta Huanca de Pablo Pastor Díaz, que incorporó a
los instrumentos serranos instrumentos de metal como clarinetes, saxofones y
trompetas. Saben compadres, mi gran ilusión sería formar una gran orquesta que
reuniera a músicos andinos, criollos y una de esas bandas de la región de Huancayo.
Lalo Izquierdo mira su reloj y le dice a Hayre:
“Don Carlos, el suyo es un interesante sueño y si lo lleva a cabo no se olvide de mi
cajón ¡ya sabe que sin cajón no hay jarana! Ahora dejemos de soñar y empecemos el
ensayo porque yo también tengo una cita importante.
Las cuerdas de la guitarra de Cesar Calderón empiezan a sonar y pide a Rosa Guzmán
que cante el vals “Todos Vuelven”, se suma el cajón de Mangüé y el contrabajo del
maestro Hayre. Escuchamos la voz negra de Rosa Guzmán:

“Todos vuelven a la tierra en que nacieron


al embrujo incomparable de su sol,
todos vuelven por las rutas del recuerdo
pero el tiempo del amor no vuelve más.
Bajo el árbol solitario del silencio,
cuantas veces nos ponemos a soñar.
Todos vuelven por las rutas del recuerdo...”

Mientras escuchamos el vals, vemos a Lalo caminando por las calles de la Victoria, el
callejón del Buque y otros lugares de culto de la música criolla.

36- EXT/ DIA. Puerta de la casa de “La gata Sabina”

En el barrio de la Victoria se encuentra la casa de “la gata Sabina”, la anciana de


noventa años es la memoria de la música criolla. Sabina, vestida con elegancia, está
esperando a Lalo en la puerta de su casa, él la saluda con cariño y con mucho respeto, la
coge del brazo y se dirige a ella como si fuera su madre:

“Mamá Sabina, vamos a ir a ese restaurante de Barrios Altos que tanto te gusta para
comer tu plato preferido y luego iremos a mi callejón del Rimac donde te espera una
sorpresa”

Antes de llegar al restaurante, la pareja pasea del brazo por algunas calles de Barrios
Altos. Entran a caminar por el remanso de la quinta Heeren, ahora casi abandonada, se
sientan en un banco y Sabina nos cuenta:

“Este era uno de los lugares más lindos de la Lima que yo conocí. Yo siempre he vivido
en la Victoria pero veníamos a pasear por estas calles y otros rincones de Barrios
Altos. La Victoria entonces estaba lleno de chacras, había árboles de nísperos y
platanales, todos éramos como hermanos, porque los negros en el Perú todos somos
“familia”. Siempre estuve rodeada de grandes músicos como mi tío Augusto Ascuez,
Mañuco Covarrubias, el chino Soto, Tato Guzmán, el tío... ¡tanta gente!, juntos
jaraneábamos en la peña del Inca. Desde niña la música me llamaba, mi cuerpo
vibraba con las guitarras y cajones. En ese el barrio era muy diferente, venían los
pregoneros, vendedores de humitas y tamales, comíamos pescado fresco, recién
salidito, ahora todo es congelado”

37- INT/ DIA. Restaurante

Sabina y Lalo entran a un restaurante, el cocinero sale a saludarles, se sientan y al rato


un camarero trae a Sabina su plato preferido, seco de cordero con frijoles, Sabina prueba
el plato y da su visto bueno. Disfrutan de la comida y rememoran aquellos buenos
tiempos del barrio.
Luego, ya con el restaurante casi vacío, mientras los camareros recogen las mesas,
Sabina nos cuenta:

“La comida, la música y el fútbol iban de la mano en mi barrio, durante muchos años
fui cocinera del Alianza de Lima, en la época de grandes jugadores cómo José María
Lavalle, Juan Quispe, Víctor Lavalle, Lorenzo Magallanes, Juan Valdivieso, todos eran
morenos y les gustaba la música. José María Lavalle bailaba con la pelota y cuando
metía un gol sacaba pañuelo y bailaba marinera”

38- EXT/ TARDE. Callejón del barrio de Rimac.

La pareja pasea ahora por el barrio del Rimac, en la Calle Francisco Pizarro empujan
una pequeña puerta de hierro y entran. Los vemos caminar por un antiguo callejón con
algunas plantas y un corredor de madera destartalado en el piso de arriba. Lalo golpea
una de las puertas y sale un vecino, se saludan y abrazan.
Otros músicos empiezan a aparecer por el callejón, se abrazan con cariño, los vecinos
sacan sillas y vasos de sus casas, las botellas de pisco empiezan a circular, comienza la
jarana.

39- EXT/ DIA. Andahuaylas

Don Máximo Damián camina por una calle de Andahuaylas y entra a un pequeño hostal,
en ese lugar le esperan sus amigos, el guitarrista Raúl García Zárate y el maestro de
charango Don Jaime Guardia. Se saludan y salen a un patio interior para sentarse a
conversar. Hablan de la vida y de las cosas que les une hace tantos años, como la
amistad de Don José María Arguedas, quien dedicó toda su vida a escribir sobre el
universo andino.

40- EXT/ DIA. Patio del hostal de Andahuaylas

El maestro Jaime Guardia nos enseña su pequeño instrumento, un charango. Mientras


toca una melodía, nos cuenta:

“Arguedas escribió sobre este instrumento, decía que los españoles trajeron la guitarra,
pero los campesinos indígenas la hicieron suya y la fueron reduciendo de tamaño para
que las cuerdas pudieran recoger el timbre de las melodías andinas y también para
poder esconder el pequeño instrumento debajo del poncho, porque los hacendados les
prohibían hacer música”

García Zárate nos habla también sobre la guitarra andina, de su pasión por este
instrumento llegado de España y de cómo aprendió a tocarla sin estudiar música, solo de
oído.

“Mi padre tenía una bodega en la ciudad de Huamanga, ahí se sentaban los mejores
guitarristas de la ciudad, mientras yo atendía en la tienda escuchaba y veía tocar a los
mayores, así fui aprendiendo. La mayoría de músicos ayacuchanos tocamos de oído.

García Zárate toca la guitarra, toca “Cosecha de alverjas”, un tema que le gustaba
mucho a Arguedas.

41- EXT/ TARDE. Barrio del niño Sony, Lima.

Chimango se baja de un microbús atestado de gente, con su inseparable violín en la


mano, mira el alto cerro lleno de casas que tiene que subir. Va caminando a paso
tranquilo junto las casas de ladrillo visto, conforme va subiendo el cerro, las casas son
cada vez más humildes. A la mitad de camino vemos un chiquillo de unos doce años,
flaco y tímido, que viene corriendo hacia Chimango, llega agitado y da la mano al
maestro, los dos continúan subiendo juntos. Llegan al final del cerro, las casas son
ahora de finas láminas de madera, la casa de Sony es una de las últimas, desde ahí se ve
la enorme ciudad de Lima.

42- INT/ TARDE. Casa de la familia de Sony.

Dentro de la casa vemos a Chimango entregando a Sony las partituras que el maestro
Hayre escribió para él. También están Berta y Julián, los padres de Sony, que vinieron
hace años desde Ayacucho. Berta ofrece un vaso de agua al maestro y le invita a
sentarse, Chimango se limpia el sudor de la frente y dirigiéndose a los padres de Sony
les dice:

“Este año para las fiestas del agua han subido muchos músicos de Lima, cada vez son
más los que viven acá, los pueblos del valle de Sondondo se están quedando solitos, los
jóvenes siguen partiendo a buscar trabajo en otros lugares”

Berta asiente con la cabeza, se escucha el llanto de un niño en el cuarto de al lado y la


mujer va a atenderlo. Julián afina un arpa y Chimango nos cuenta:

“Julián Inca también toca el violín y fabrica arpas al igual que su padre y su abuelo,
son de un pueblo cercano al mío, su hijo Sony lleva las tonadas dentro. Un día, en una
fiesta provinciana, Julián me dijo que le gustaría que yo fuera maestro de Sony y me
acerqué a escucharle tocar, desde entonces vengo un par de veces al mes a tocar para
que me escuche y aprenda las tonadas tradicionales. Así se aprende música en la
sierra, escuchando, aunque el chico también quiere aprender a leer la música, en eso
me ayuda el maestro Hayre”

Julián lo mira y hace un gesto de afirmación, luego nos dice:

“Para mí es un orgullo que el maestro Chimango haya accedido a preparar con el


violín a nuestro hijo, tengo siete hijos y Sony es el único que ha querido hacer música”

Chimango pregunta a Sony si ha practicado las tonadas que le enseñó hace unos días. El
chico le dice que sí ha practicado y saca con mucho cuidado su desgastado violín del
estuche, lo afina y se lo coloca en el hombro. Luego se pone a tocar ante la atenta
mirada del maestro. Al principio el muchacho toca con timidez, pero poco a poco el
sonido de su instrumento va llenando la humilde casa. Chimango le escucha
atentamente y le mira con gesto de aprobación.

Las dulces tonadas del violín de Sony salen fuera de la casa. A lo lejos, abajo, se ven las
luces de la gran ciudad de Lima.
43- EXT/ AMANECER. Andahuaylas, tumba de Arguedas.

Amanece sobre la tumba del escritor José María Arguedas en Andahuaylas. Delante de
ella están los tres músicos y algunos paisanos y amigos.
Don Máximo comienza a tocar su violín, las manos de Jaime Guardia se deslizan con
delicadeza sobre su pequeño instrumento y la guitarra de Zárate lo acompaña. Junto a
ellos una joven cantante andina, canta un huayno.
Después del homenaje, cuando ya todos se han retirado, el maestro Máximo Damián
arranca a tocar con su violín el mismo tema que tocó hace 40 años en el entierro del
escritor, “La agonía del Rasuñiti”, a continuación deja una carta sobre la tumba de su
amigo. Vemos a Máximo retirarse y sobre la imagen de la tumba de Arguedas la voz del
músico nos dice en quechua:
“Le he dicho a Don José María que yo ya estoy para la tierra, así que pronto vamos a
encontrarnos, para irnos de fiesta”
Funde a negro

44- INT/ NOCHE. Peña de Barranco, Lima.

En una peña de un barrio de Lima, un local antiguo y decadente, el suelo y las mesas de
madera gastada nos muestran el paso del tiempo y de las muchas jaranas. Hay bastante
gente y el ambiente está cargado.
En el centro de la pequeña tarima que sirve de escenario, vemos a Mangüé tocando el
cajón, junto a ellos Carlos Hayre toca el contrabajo y Félix Casaverde la guitarra, Sara
Van en el centro del pequeño escenario canta el tema de Chabuca Granda “Cardo o
ceniza”:
¿Cómo será tu piel junto a mi piel?
¿Cómo será tu piel junto a mi piel?
cardo o ceniza
¿Cómo será?
Si he de fundir mi espacio frente al tuyo
cómo será tu cuerpo al recorrerme
y como mi corazón si estoy de muerte…

45- EXT/ AMANECER. Calles del centro de Lima.

Está amaneciendo en Lima. Vemos las calles y plazas del centro de Lima y a los
primeros trabajadores que salen de sus casas para coger los autobuses que ya están
circulando.
Los vendedores ambulantes empiezan a colocar y a ofrecer su mercancía. Vemos a todo
tipo de trabajadores poblando la gran ciudad, desde Barrios Altos, junto al río Rimac,
hasta sus playas que empiezan a poblarse de bañistas y vendedores.
En una calle solitaria del centro de Lima, la cantante Susana Baca, acompañada de los
músicos, canta el tema “María Landó”:

La madrugada estalla como una estatua,


como una estatua de alas que se dispersa por la ciudad;
y el mediodía canta campana de agua
campana de agua de oro que nos prohíbe la soledad
y la noche levanta su copa larga
su larga copa larga, luna temprana por sobre el mar...

46- EXT/ DIA. Playa de Villa, Lima.

Entre sombrillas y gente tomando el sol, vemos al maestro Andrés Chimango cargando
una gran caja de helados. Viste de amarillo y lleva un sombrero del mismo color,
camina con calma, sin prisas, esperando que un bañista le compre un helado. Se detiene
un rato para descansar y contemplar el oleaje del mar. Entonces escuchamos la voz de
Chimango:

“Llevo 35 años vendiendo helados por estas playas, uno trabaja tranquilo. Cuando ya
no hay nadie y todo queda en silencio, escuchando solo el sonido de las olas,
reflexiono, me inspiro y me siento libre. A veces traigo mi violín, y en soledad le toco al
mar”

El maestro se acerca a un bañista, pone su pesada caja en la arena y busca dentro el


helado elegido. El cliente le paga y Chimango cargando su caja continúa caminando.
Desaparece entre la multitud de bañistas que abarrotan las playas de Lima en verano.
Luego le vemos tocar su violín frente al mar. El violín del maestro Chimango suena
sobre las imágenes de grandes olas.
A continuación, vemos al pequeño Sony en su barrio, tocando con su violín la misma
tonada que su maestro y contemplando la ciudad desde el cerro.
Funde a negro y suben los créditos
Al violín de Sony se van sumando arpas, quenas, clarinetes, charango, saxofones,
guitarras y cajón, el sueño musical del maestro Hayre. El tema musical termina con la
voz aguda de la abuela Amelia y los sonidos de la selva.

Javier Corcuera
Ana de Prada

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