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Culturas juveniles y tribus urbanas: ¿homogeneización o diferenciación?

Culturas juveniles y tribus


urbanas: ¿homogeneización
o diferenciación?

Youth cultures and urban tribes: homgenization or differentiation?

Culturas juvenis e tribos urbanas: homogeneização ou diferenciação?

Carlos Germán Juliao Vargas

Magíster en Estudios Sociales, Políticos y Económicos, Universidad


Católica de Paris. Magíster en Dirección Universitaria, Universidad
de los Andes. Director de investigaciones, Sede Principal, Corpora-
ción Universitaria Minuto de Dios—UNIMINUTO.

cjuliao@uniminuto.edu

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Praxis Pedagógica 13, Bogotá, Enero - Diciembre 2012, 238 Pp. ISSN 0121-1494, Pp. 144-164
Carlos Germán Juliao Vargas

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Foto: Jóvenes diversos


en el centro de México
D.F. Fotografía de
Sebastián Vargas
(2011).

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Culturas juveniles y tribus urbanas: ¿homogeneización o diferenciación?

Resumen

La juventud contemporánea es bastante diversa y diversificada; hablamos de “cul-


turas juveniles” para referirnos a aquellas agregaciones de jóvenes en torno a refe-
rentes simbólicos que suelen presentarse como componentes de modos de pensar y
organizarse, de valores, prácticas y discursos, todos ellos colectivos; y caracterizados
por posiciones alternativas y, en ocasiones a contra corriente, de aquello socialmente
aceptado y reconocido. Acercarnos, desde la perspectiva de lo educativo, a los grupos
juveniles urbanos revela la tensión que comienza a generarse entre un espacio local
juvenil apropiable y un espacio juvenil global masivo que diluye la construcción de
identidades territoriales sólidas. Resta saber cómo movilizar esa “fuerza latente” a la
que Mannheim se refería cuando hablaba de los jóvenes.

Palabras-clave

Culturas juveniles, Tribus urbanas, Estilos tribales juveniles, Ámbitos juveniles


de expresión

Abstract Resumo

The youth of today is quite diverse A juventude contemporânea é muito


and diversified. We talk about “youth diversa e diversificada; falamos de “cul-
culture” to refer to those aggregations turas juvenis” para nos referir àquelas
of young people around symbolic refe- agregações de jovens reunidas ao redor
rences that often occur as components de referentes simbólicos, que geralmen-
and organized ways of thinking, values, te se apresentam como componentes
practices and discourses, in a collective formas de pensar e se organizar, de valo-
way; and characterized by alternative res, práticas e discursos, todos coletivos;
positions, sometimes upstream, against estes jovens também são reconhecidos
the socially accepted and recognized. por ter posições diferentes e, às vezes,
An approach, from the perspective of em contradição do aquilo socialmente
education, to urban youth groups re- aceitado e reconhecido. Aproximar-nos,
veals the tension that begins to arise desde o ponto do vista da educação, aos
between local space and an appropria- grupos urbanos revela a tensão que se
ble juvenile massive global youth space gera entre um espaço local juvenil e um
that dilutes the construction of strong espaço juvenil global, que dilui a cons-
146 trução de identidades territoriais fortes.
territorial identities. It remains to know
how to mobilize the “latent force” that Falta saber como mobilizar aquela “força
Mannheim was referring when he talked latente”, à qual Manheim fazia referência
about the young. quando falava dos jovens.

Key words Palavras-chave

Youth culture, urban tribes, tribal style Culturas juvenis, tribos urbanas, es-
tilos tribais juvenis, âmbitos juvenis
youth, youth expression domains
de expressão.

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1. Introducción
1. Los sucesos de mayo
y junio de 1968, en
Francia, se encuadran
dentro de una ola de
Comenzad, pues, por estudiar mejor a manifestaciones prota-
gonizadas, ante todo,
vuestros alumnos; pues hoy seguramente por sectores politizados
de la juventud que
no los conocéis… recorrió el mundo
durante 1968. Dichos
Jean Jacques Rousseau sucesos se extendie-
ron por la República
Federal Alemana, Suiza,
España, México, Argen-
tina, Uruguay, Estados
Unidos y Checoslova-
Desde que surge el fenómeno juvenil en la década de los 60, en la quia. Hay que entender
el contexto en el que
llamada época de la postguerra, junto a la aparición de grupos “con- esto se produce: a)
Económico: La crisis de
traculturales”, diversas disciplinas como la psicología, la sociología mayo de 68 surge al tér-
mino de una década de
y la antropología han intentado interpretar el porqué los jóvenes prosperidad económica
sin precedentes; pero
suelen concentrarse en grupos y por qué se expresan con determi- ya desde 1967 se veían
los primeros síntomas
nadas manifestaciones. En esas reflexiones normalmente se han en- de un deterioro de la
situación económica,
trecruzado dos preguntas cuyo objetivo es analizar el lugar desde que afectaba particu-
larmente a los jóvenes
el cual se definen, se sitúan y perciben a los demás: ¿cómo se defi- (desempleo, bajos
salarios y surgimiento
nen a ellos mismos y cómo conceptualizar el grupo del que hacen de las barriadas). b) Po-
parte? De un lado, responden a la primera pregunta con el nombre lítico: serie de cambios,
a nivel mundial, que
del grupo al que pertenecen: skato, skate, rasta, fresa, naco, gótico, llevaron a cuestionar el
sistema de dominación
metalero, electro, hippie, graffitero, punk, cluber, emo, floger, gothic europeo y estadou-
nidense sobre los
metal, skinheads, etc. A la segunda pregunta, se responde usando territorios coloniales o
recientemente indepen-
conceptos como subcultura, tribu, contracultura, culturas juveniles, dizados de África, Asia
y América Latina. El
entre otras; conceptos que, obviamente están cargados ideológica y triunfo de la Revolución
Cubana y el auge de
paradigmáticamente. movimientos izquierdis-
tas latinoamericanos, y
especialmente, la guerra
La juventud contemporánea es bastante diversificada; hablamos de de Vietnam, generaron
un amplio movimiento
“culturas juveniles” para referirnos a aquellas agregaciones de jóve- de solidaridad en oposi-
ción al imperialismo. c)
nes en torno a referentes simbólicos que suelen presentarse como Cultural: Los años 60 en
Francia, al igual que en
componentes de modos de pensar y organizarse, de valores, prácti- el resto de Occidente,
fueron una época de
cas y discursos, todos ellos colectivos; y caracterizados por posicio- acelerados cambios
culturales: aceleración
nes alternativas y, en ocasiones a contra corriente, de aquello social- del éxodo rural y el sur-
mente aceptado y reconocido. Muchos están de acuerdo en que esos gimiento de la sociedad
de consumo, cada vez
referentes simbólicos se originan en la llamada “cultura juvenil de más influida por mass
media que generali- 147
posguerra del mundo occidental”1, pues aluden a una serie de cos- zaban la cultura de
masas. Estos procesos
movisiones que se han expandido por todo el mundo siendo apro- se desarrollan mediante
las subculturas juveniles
piados por jóvenes de la inmensa mayoría de los países occidentales nacidas a finales de los
años 1950, dentro de
y en muchos otros. En realidad, no importa tanto dónde surgieron, movimientos contracul-
turales como la cultura
sino la contundencia con la que han seducido a millones de jóvenes underground y los mo-
vimientos beatnik e
de contextos socioculturales muy disímiles. Y sobre todo, interesa hippie. Muchos de estos
movimientos cuestio-
entender ese proceso singular que las culturas juveniles han desen- naban el estilo de vida
plástico ofrecido por el
cadenado y que aún no termina de sorprender. ¿Podrá ello ayudar mercado de consumo y
a entendernos como personas y colectivo, en este mundo acelerado la organización capita-
lista de la posguerra.
en el que estamos?

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2. Un recorrido conceptual para comprender


2. Es amplia la litera-
tura al respecto. Baste mejor2
señalar los libros de
Zarzuri, R. y Ganter,
R. (2002) y Costa Pere,
O. (1996). Estos textos
son depositarios, en Hay que comenzar diciendo que los estudios académicos sobre el
mi opinión, de la obra
del filósofo francés fenómeno juvenil se relacionan con los discursos, ideológicos y
Michel Maffesoli (1993
y 2001). mediáticos, que se han ido construyendo en torno al llamado “pro-
blema de la juventud” o a la “juventud como problema”. En 1968
se comienza a hablar de la emergencia de las “culturas juveniles3”,
3. Por culturas o
unida al culto a lo joven, y surge la imagen del “rebelde sin causa”4.
movimientos juveniles Los discursos dominantes5 expresan las tendencias de cambio que
se entiende una serie
de procesos socio-cul- afectan al conjunto social, y que a grandes rasgos, manifiestan el
turales promovidos e
impulsados por la ju- proceso de modernización y apertura cultural, así como el temor
ventud, que se expresa
y se manifiesta como y resistencia que dicho proceso despierta entre los sectores más
grupo social y cultural
definido. conservadores. No podemos olvidar que la llamada crisis juvenil,
no es más que el reflejo de la crisis de cada generación adulta. Las
dificultades de los padres para comprender el comportamiento su-
4. Rebelde sin causa puestamente raro de sus hijos; tanto si llevan melenas largas como
es una película esta-
dounidense de 1955, si se dejan el pelo rapado, tanto si visten cortas minifaldas como si
dirigida por Nicholas
Ray. Protagonizada por se dejan largas trenzas rastas.
James Dean y Natalie
Wood en los papeles
principales, intentó
retratar la decadencia
moral de la juventud
estadounidense, criticar
el estilo de vida de sus
De las bandas a la tribu
padres, y explorar la
brecha generacional.

Cuando los individuos se reúnen voluntariamente, por el placer de


estar juntos, buscando lo semejante, se trata de una banda. Consiste
5. Hay que tener en
cuenta que la realidad en encontrar, en los congéneres, modos de pensar y sentir idénticos
social va siempre por a los propios, sin ser forzosamente conscientes de ello; la banda tie-
delante de la academia,
que acostumbra a ana- ne en común la similitud o clonación de sus miembros. Cuando todo
lizar los estilos y temas
emergentes con casi ello va unido a actos de algún modo violentos o delictivos, la banda
una década de retraso
respecto a su desarrollo es llamada “pandilla”. Ahora bien, serán los estilos juveniles que
histórico.
surgieron en Norteamérica y Europa durante las décadas que van de
la posguerra a la crisis del petróleo (1946 a 1976), los que irrumpen
de golpe en Latinoamérica, siendo rebautizados con ese calificati-
148 vo que pronto hizo furor: “tribus urbanas”6, entendiendo por tal,
un grupo de personas por lo general jóvenes, que se comporta de
acuerdo con las ideologías, gustos musicales o deportivos de una
subcultura, originada y desarrollada en la ciudad. Las tribus urbanas
intentan proporcionar elementos lúdicos, sacros y mágicos a la exis-
tencia en las sociedades post-industriales, mediante la corporalidad,
la música, ritos y ceremonias, entre otros. Tal vez la característica
más peculiar es el hecho de que siempre están apareciendo diferen-
tes grupos que responden a nuevas sensibilidades estéticas y cultu-
rales, que dan cuenta de la complejidad de la ciudad.

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Lo asombroso es que al difundirse el uso académico del término,


las “tribus urbanas” se convirtieron en un concepto espejo, sujeto a 6. “‘Tribus’ significa
discusión teórica, que refleja una imagen de cierta realidad urbana conjuntos de familias
nómadas, por lo común
y mediática. Sin embargo, su memoria histórica, de baja historicidad del mismo origen, que
obedecen a un jefe”
pero que genera profundas mutaciones, se remonta como máximo, (DRAE). De dicha defi-
nición obtenemos tres
a una generación. deducciones ontológi-
cas: a) tribus urbanas
“remite a los primeros
pobladores de las ciu-
dades” (es decir, a las
supervivencias atávicas
De la tribu a la sub-cultura en el mundo urbano);
b) estas tribus se basan
en el “salvajismo de los
que actúan sin freno,
sin atenerse a normas”
La función oculta y latente de una subcultura no es otra que ex- (es decir, los miembros
de las tribus son
presar y resolver, aunque sea “mágicamente”, las contradicciones individuos anónimos);
c) “lo que prima es la
que persisten, escondidas y sin resolver, al interior de la cultura ley del más fuerte” (es
decir, su organización
parental (Gelder, 1997). En un sentido amplio, las culturas juveniles es gregaria, sujeta a los
designios del jefe).
tienen que ver con el modo como las experiencias mutuas de los jó-
venes se expresan socialmente, mediante la construcción de estilos
de vida propios y distintivos, principalmente en el tiempo libre o en
espacios intersticiales de la vida institucional. En un sentido más
particular, definen el surgimiento de “micro sociedades juveniles”,
con grados importantes de autonomía respecto a las instituciones
adultas, y que se dotan de espacios y tiempos concretos.

Este cambio terminológico implica también un cambio en el modo


de observar el problema, que transfiere el énfasis de la marginación
a la identidad, de las formas a las estrategias, de lo espectacular a
lo cotidiano, de la violencia al ocio, de las imágenes a los actores,
en un proceso histórico en tres etapas: La primera para describir un
aspecto visual y un comportamiento que distingue a los diversos
grupos; la segunda cuando la Escuela de Chicago, la usa para refe-
rirse a una teoría de desviaciones que involucraba a los integrantes
con personalidad criminal; y la tercera en Inglaterra, a mediados
de los años setentas, cuando surge el Birmingham Centre for Con-
temporary Cultural Studies (CCCS), entendido ahora como acción
de resistencia de los jóvenes de la clase trabajadora, heredera de la
posguerra. En este sentido, Hedbige dice que “las objeciones y con-
tradicciones, […] el desafío de la hegemonía representado por las 149
subculturas no emana directamente de ella: en realidad se expresa
sesgadamente por el estilo” (Hedbige, 2002: 33)

De la sub-cultura al estilo

Las subculturas no existen en abstracto sino que se expresan me-


diante ciertos estilos juveniles más o menos espectaculares. Para

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Hedbige (2002), el estilo es un modo de rechazo, por el cual la sub-


cultura ayuda a sus integrantes a expresarse y ser vistos y a trocar
algunos objetos ya existentes en signos de una identidad prohibida,
única y “secreta”. El estilo puede definirse como la manifestación
simbólica de las culturas juveniles, expresada en ese conjunto, más
o menos coherente, de elementos materiales e inmateriales, que los
jóvenes consideran característicos de su identidad como grupo. La
mayoría de los grupos juveniles comparten determinados estilos,
aunque estos no siempre sean espectaculares ni permanentes (pue-
de hablarse también de estilos individuales, en la medida en que
cada joven manifiesta sus gustos estéticos y musicales y edifica su
propia imagen pública). Conciernen a la emergencia de la juventud
como nuevo sujeto social y se basan en la difusión de los grandes
medios de comunicación, de la cultura de masas y del mercado
adolescente (Cubides, 1998).

Este cambio conceptual corresponde a los llamados estudios


postculturales. Un libro clave de esta teoría es After Subculture:
Critical Studies in Contemporar y Youth Culture (2004). En este
trabajo, los autores plantean nuevas propuestas para estudiar el
fenómeno, sin tomar como base al término subcultura, sino el tér-
mino “estilo subcultural”. Este concepto permite analizar aque-
llos elementos que confieren un sentido de individualidad y de
identificación desde los intereses personales y las biografías de
cada integrante (Sweetman, 2004).

Del estilo a la red

Ampliando y cuestionando esta tradición de las subculturas, varios


autores contemporáneos han propuesto otros términos como “cul-
turas de club”, neo-tribus, post-subculturas, escenas, performances,
redes, etc. (Muggleton, 2000). Todavía no hay consenso sobre el uso
de dichas expresiones, aunque la idea de fondo es sustituir la tradi-
ción de la escuela de Birmingham (subculturas obreras resistentes,
150 contraculturas burguesas opresivas) por un tipo de aproximaciones
menos románticas y más pragmáticas. Estos términos podrían ser
inspirados en la teoría de la distinción de Bourdieu, según la cual, el
capital cultural es generador de estilos de vida diferenciados, tam-
bién podrían acuñarse desde el neotribalismo de Maffesoli o desde
la Crítica Feminista que pueden dar cuenta de la fluidez, variedad e
hibridación presente en las culturas juveniles contemporáneas.

Los conceptos que desde los años sesentas habían construido la ju-
ventud como grupo autoconsciente entran pues en crisis (fin de las

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contraculturas, fin de las subculturas). Por otra parte, se da también


una ampliación del concepto de juventud (fin de las clases de edad y
de los cambios generacionales) y, al mismo tiempo, una extermina-
ción de los jóvenes en tanto sujetos (fin del trabajo, fin del cuerpo).
Los resultados son “culturas fragmentarias, híbridas y transcultura-
les” (Canevacci, 2000: 29). La idea de subcultura ha cedido el lugar
a lo que el antropólogo Massimo Canevacci llama cultura eXtrema,
donde la noción de identidad se sustituye por el concepto de multi-
vidualidad. El individuo múltiple que participa de una pluralidad de
grupos, experimenta diversas formas de ser y pensar, y transita por
la desterritorialidad urbana, pasando de la experiencia en la web a la
vivencia nómada de la calle.

A partir de esta nueva pluralidad de modos de ser y vivir, la ju-


ventud antes tribu o subcultura, es ahora policultura desterritoria-
lizada: los grupos que antes utilizaban signos estéticos específicos,
consensualmente adoptados para marcar su identidad y demar-
car territorio, hoy transitan por un universo de signos y significa-
dos siempre mutantes. La identidad consolidada se vuelve fluida,
una multividualidad descentralizada “que puede desarrollar una
multiplicidad de yos en una perspectiva fluida, plural y múltiple”
(Canevacci, 2004: 143). Es en ese descentramiento de estructuras de
poder inherentes a los grupos juveniles que el concepto de subcul-
tura se desmaterializa y la idea de grupos de estilo juveniles asume
nuevas configuraciones, lo que era compacto y homogéneo, se vuel-
ve fluido y poli-identitario. ¿Culturas juveniles sin jóvenes?

Según Canevacci, el concepto de cultura extrema, se basa en la idea


de cultura “exterminada”, jugando con la etimología de la palabra, el
antropólogo identifica una cultura juvenil que no se termina, que no
tiene fin, no tiene límite: es una condición juvenil y una producción
cultural comunicativa que no se termina. El concepto de identidad
juvenil, para el autor, se sustituye por la idea de entidad, alteridad
o avatar: sujeto mutante, mutoide, fluido, rizoma, que transita entre
el Yo y el Otro, que se hace objeto de los productos que adopta. En-
tonces se convierte en signo y asume la metrópolis como condición 7. En la filosofía hindú
avatar es la manifes-
de existencia, cuya vivencia nómada, desterritorializada se encuen- tación polimórfica de
151
Dios; en la actual cul-
tra traducida en la vivencia de la web: algo nuevo ha aparecido, “la tura web la expresión
define la identidad
incorporación virtual completa, el avatar7” (2004:144), que hay que múltiple de un sujeto,
usando Internet. De
comprender como un sujeto “multividual y multivisual” que “está algún modo comprende
una crítica a la lógica
más allá de todo dualismo, de toda síntesis unificada, de toda cultu- occidental y tradicional
de “identidad”, un
ra o historia universal”, es decir, como “una praxis del cuerpo lleno reto que propende por
de inteligencias” (2004:149). la existencia diversas
identidades para un
mismo individuo, y
En conclusión, si antes la antropología encontraba su punto fuerte un experimento con
múltiples lenguajes para
en la definición y defensa de la identidad, donde cuanto mayor fuera generar novedosas for-
mas de representación y
la homología, homogeneidad de las estructuras, modus vivendi, ca- comunicación.

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racterísticas del grupo (etnia), mayor era la consolidación de dicho


grupo. Como resalta Canevacci, en la actualidad las nuevas corrien-
tes antropológicas deben acudir a los movimientos de fragmenta-
ción, parcialidad, desunificación y consagración de la diferencia y
la diversidad. En una antropología crítica o posmoderna, la idea de
síntesis, objetividad, identidad y generalidad, cede el espacio a la
experimentación de la subjetividad y a la consagración de la dife-
rencia. Y la cultura ya no puede ser analizada como estructura/sub-
estructura, sino como un todo heterogéneo de dimensiones que se
atraviesan permanentemente.

3. Un abordaje interpretativo

El abordaje a las culturas juveniles que proponemos, después de


estos planteamientos de Canevacci, recupera algunos cuestiona-
mientos e inquietudes de Karl Mannheim, al interior de la llama-
da corriente generacional, que plantea que sin discontinuidades
generacionales tampoco existirían generaciones, en oposición a la
corriente clasista (que se fija en efectos de estatus, género y raza).
Mannheim, en 1928, publica: Das Problem der Generationen8, vi-
8. En español sólo apa- sión novedosa debido a su influencia marxista (fue compañero y
rece en: “El problema
de las generaciones”, amigo de Luckàs) y a su profundo racionalismo que buscaba una
en Revista Española
de Investigaciones teoría epistemológica social, basada en el relacionismo; lo que hace
Sociológicas (Reis), no.
62, Madrid, abril junio que su propuesta sea una especie de tercera vía entre el marxis-
de 1993, pp. 193-241. mo y el funcionalismo. Su propuesta parte de rechazar el tiempo
Se puede consultar
en: http://www.reis. cronológico como raíz del concepto “generación”, planteando el
cis.es/REISWeb/PDF/
REIS_062_12.pdf tiempo vivencial al que se accede mediante múltiples percepciones,
según los estratos generacionales donde el sujeto esté ubicado.
Así, diversifica la experiencia según la posición social, que insinúa
una vivencia y pensamiento específico para encajar en un proceso
histórico concreto, que además, mediante la conexión generacional
tiene que ver con un vínculo que se expresa como una adhesión
al momento histórico que se vive, lo que termina estableciendo
una “unidad generacional”. Estamos entonces ante una elaboración
152 conceptual que logra un análisis más complejo que la mera edad
cronológica y biológica.

Fases de la vida, rituales de paso y


desritualizaciones

La determinación de las fronteras entre las diversas fases de la vida


varía histórica y culturalmente, desde ciertas tribus para las que no

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tiene sentido marcar dichas diferencias hasta culturas donde se exa-


gera el sentido de las mismas. El valor simbólico y referencial de las
generaciones también ha cambiado a través del tiempo: en el siglo
XVII los jóvenes intentaban parecerse a los mayores (anticipación de
la vejez: pelucas, actitud decrépita en el andar y el sentir); hoy, a la
inversa, los viejos intentamos parecernos a los jóvenes. La juventud
ha pasado a ser una generación de referencia.

Independientemente del hecho de haberse constituido como “gene-


ración de referencia”, uno de los rasgos comunes a la actual condi-
ción juvenil es la situación de impasse que viven muchos jóvenes
en relación con su futuro. Podrán incluso superar las fronteras sim-
bólicas que separan a la juventud de la edad adulta. Sin embargo,
dado que sus trayectorias de vida son cada vez más indeterminadas
y reversibles, muchos de ellos no logran alcanzar condiciones de
independencia estable.

Si existen fases de vida es porque se encuentran sujetas a regularida-


des, aunque cada individuo puede vivir singularmente su trayectoria
de vida. En efecto, los ajustes de transición se unen cada vez más a
estrategias de autonomización, correspondiéndoles a los individuos
un papel más activo en la construcción de su propia biografía. En
las sociedades de antaño, existían ritos de paso que demarcaban de
modo preciso, la transición de los jóvenes hacia la edad adulta. Hoy
en día las trayectorias de vida, como los movimientos de vaivén,
se inscriben en procesos de reversibilidad y desritualización. J.M.
(País, 1997) se refiere a estos procesos como yoyogeneización, pre-
cisamente por las amplias oscilaciones y discontinuidades que rigen
las vidas de los jóvenes actuales, auténticos movimientos de vaivén.

Hoy son muchos los jóvenes que pasan por procesos de “trastorno
del ritmo”, sea sobre lo que se espera de ellos, sea sobre lo que ellos
mismos esperan del futuro. Las edades consideradas más adecuadas
para lograr el estatuto de adulto, así como el valor de los rituales
de paso a la edad adulta (primera experiencia de trabajo, salida de
casa de los padres, experiencia conyugal, matrimonio y primer hijo)
siguen teniendo un consenso implícito. Es decir, que persisten, so-
153
cialmente hablando, los modelos tradicionales de cronologizar las
etapas del curso de la vida. No obstante, existe un desajuste entre
esta relativa estandarización del modo como se representan ideal-
mente las fases de la vida y la creciente desestructuración de las
trayectorias de vitales. La masificación de la educación escolar y la
prolongación de las trayectorias escolares han aumentado las expec-
tativas de realización y movilidad social, pero igualmente la frustra-
ción asociada a su fracaso.

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Culturas juveniles y tribus urbanas: ¿homogeneización o diferenciación?

Los tiempos que vivimos son tiempos de cambio, rupturas, discon-


tinuidades e incertidumbres. Las normas que aún rigen las etapas
de la vida coexisten con el reconocimiento de la imprevisibilidad
del curso de la misma. Hay una incertidumbre frente al futuro, a ve-
ces incluso bastante incredulidad. Como lo sugiere Bauman9 (2006),
9. Recordemos que la fragmentación de la experiencia vital, sobre todo en la ciudad,
según los planteamien-
tos de Bauman, en la reclama puertos de acogida, anclas de seguridad que usualmente
“modernidad líquida” el
único valor heterorre- surgen en refugios de comunidad. Los jóvenes buscan, en estas per-
ferenciado es la nece-
sidad de hacerse con tenencias comunitarias, neo-tribales, plataformas de supervivencia
una identidad flexible y
versátil que haga frente identitaria, rituales que apelan a una alteridad frecuentemente ex-
a las distintas mutacio-
nes que el sujeto ha de hibida como exótica, pues lo diferente identifica y en tal medida,
enfrentar a lo largo de es atractivo. En este terreno se desarrollan muchas de las culturas
su vida.
juveniles del mundo contemporáneo, a menudo identificadas como
señales tribales.

Algunos estilos tribales juveniles

De algún modo, la etimología de la palabra Tribu expresa la idea


de fricción (del griego tribe), es decir, resistencia de cuerpos que se
oponen cuando se enfrentan. Esta dimensión de resistencia grupal,
realmente ligada a la idea de fricción se halla presente, aunque no
omnipresente, en el fenómeno de las tribus urbanas juveniles que
como lo hemos señalado, han saltado a ser “estilos de vida”, sin
perder del todo su carácter tribal. Vamos a recorrer algunas de
esas manifestaciones de fricción que encontramos en estas tribus
urbanas que queremos llamar “tribus glocales” (Feixa, 2008), por
10. Es un término ese carácter local pero al mismo tiempo tan global del estilo con el
tomado del italiano,
graffiti, plural de graffi- que se expresan.
to, que significa “marca
o inscripción hecha
rascando o rayando Comenzando, arbitrariamente, por la tribu de los grafiteros, po-
un muro”. Existen tres
géneros: a) Art Graffiti demos preguntarnos: ¿qué hace que surja un joven grafitero? ¿La
(extraído de la música
de las calles americana pobreza? ¿El barrio? ¿El tag (firma que identifica al autor del gra-
“hip-hop” de los seten-
tas y ochentas). Los que fiti)? ¿El trazo? ¿Lo visual? Cualquiera sea la causa de su origen,
trabajan en este género percibimos una protesta latente que domina la cultura del grafiti10.
154 se llaman a sí mismos
“escritores”. b) Slogans En contra de las censuras moralistas, los jóvenes propagan grafitis
o “graffiti público”, que
parte de la opinión per- murales mediante tags, dibujos y lettering (inscripciones de letras).
sonal sobre los proble-
mas políticos queriendo Y efectivamente se trata de un discurso que dispone para la acción.
expresar la propia
manera de ver las cosas. Los grafitis representan esa capa de sentido que se intercala entre la
c) Latrinalia o “graffiti
privado”, es el que es palabra y la cosa; los grafitis se deslizan sobre sus propias huellas,
hecho en los baños, es
decir, en las paredes, independientemente de los sujetos si bien éstos legitimen, con su
puertas, espejos que firma, una autoría (individual o grupal). El grafiti es más que una
se encuentran en los
baños. Hay ocasiones experiencia visual, también es una experiencia temporal y espacial:
que contiene dibujos,
palabras, incluyendo existe un conjunto de condiciones (ubicación, momento, influencia
poesía o reflexiones
personales. social, acontecimientos políticos y culturales, sucesos personales,

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etc.) que confluyen en un momento determinado y definen lo que el


grafiti transmitirá al espectador. Para un joven grafitero, el reto es
lograr que desfilen palabras, emblemas, estilos, bajo la presión del
riesgo de una eventual persecución policial, que de todos modos
sería un reconocimiento. Por eso, se impone una actuación rápida,
poseer el instinto del instante. El hacer parte de una crew (conjunto
de grafiteros que habitualmente pintan en conjunto) corresponde
a la necesidad de sociabilidades alternativas frente a los espacios
normales carentes de integración social: el joven grafitero ve renacer
su individualidad, siendo frecuente que adquiera un nombre propio
entre sus compañeros.

Muchos grafiteros pertenecen a la tribu de los skaters. El skate11 es


un medio rápido de fuga cuando alguien se halla en apuros. Por 11. Es común
confundirlos con los
eso se practica en rampas o calles libres de fricción, en cualquier “skatos” que son los
que escuchan la música
superficie que permita deslizarse: escaleras, pasamanos, aceras o ska, proveniente de los
“rude boys” originarios
plazas. El skate y el grafiti usan el tejido urbano, como urdimbre de de Jamaica, música pro-
testa para sentir y bailar,
movimientos: la ciudad se vuelve campo de pruebas. Conquistar un algunos exponentes
son: Panteón roccoco
túnel o un viaducto puede significar tanto viajar en él como dejar y La maldita vecindad.
También existe un
marcas grafitadas de dicho viaje. Los skaters huyen de la fricción, género musical: el skate
pero el uso que hacen de la calle reta lo convencional: no hay prin- punk o skatecore (gru-
pos y subestilos musica-
cipio ni final es sólo la adrenalina de hacerlo. Algunos creen que el les basados en el punk
rock), especialmente
skate es más que un deporte o divertimento, tomándolo como una popular en los ambien-
tes de la subcultura que
verdadera filosofía de vida basada en el esfuerzo y la perseverancia, rodea al skate.
la misma que usan para vencer obstáculos y realizar difíciles prue-
bas. Librándose de las convenciones urbanas establecidas, desafían
simbólicamente la “gestión urbana”, violando esa imposición de que
es necesario un recinto deportivo para la práctica de performances
deportivas: lo que sobresale son deslizamientos en vuelo, en una
especie de “no-lugares” absorbidos a la velocidad del deslizamiento.
Los skaters se proponen obtener el máximo de posibilidades de mo-
vimiento en un conjunto de superficies. Las dificultades del recorri-
do se vuelven oportunidades de maniobra. El pretexto es sortear los
obstáculos del trayecto, como si estuviesen entrenando facultades
para sortear fricciones de la vida real.

En las tribus punk y funk, muy presentes en la cartografía nocturna 155


de las ciudades, la presencia de la fricción también es relevante.
El término inglés punk tiene un significado despectivo que varía,
aplicándose a objetos (“basura”) o a personas (“vago”, “desprecia-
ble” o, también, “basura” y “escoria”). Se usa de forma irónica como
descripción del sustrato crítico o descontento que contiene esta mú-
sica. Y la palabra funk se refiere originalmente a un olor fuerte, por
lo general ofensivo; es posible que funk fuera un término derivado
de una mezcla entre el término kikongo lu-Fuki (propio de la comu-
nidad afroamericana) y los términos ingleses stank’ y stinky (mal

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olor). Al esgrimirlo como etiqueta propia, los “punkies” o “punks” se


desmarcan de la adecuación a los roles y estereotipos sociales12. Las
12. La filosofía punk expresiones punks y skins que, desde ideologías anarquistas y co-
puede resumirse en
"Hazlo tú mismo" o munistas, apuestan por una sociedad diferente en la que desaparez-
"hazlo a tu manera".
Supone un rechazo de can los privilegios, autoritarismos y jerarquías de todo tipo. Por eso,
los dogmas, y no buscar
una única verdad, sino para ellos es posible vincularse con organismos de la sociedad civil,
cuestionar y transgredir
todo lo que rodea. No pero nunca con “instrumentos del poder” como los partidos políti-
actuar conforme a las cos y los sindicatos oficiales. Sus principales referentes simbólicos
modas y las manipu-
laciones mediáticas, (peinados, vestimenta, música, accesorios, etc.) tienen que ver con la
además de estar en
contra del consumismo. expresión de una violencia y una estridencia, pues consideran que a
Pensar por sí mismo.
sus antecesores, los hippies, no se les hizo caso con su “amor y paz”.
Su desencanto ante la vida se sintetiza en el lema del movimiento
“no futuro”. Al contrario de los hippies, cuya fricción con la ciudad
se sorteaba mediante retiros o refugios en campamentos bucólicos,
los punks, heavy metal y funks enfrentan el caos urbano querien-
do sobrevivir en él. A veces, pueden organizarse en movimientos
radicales de cuestionamiento de la realidad, como también ocurre
con algunos jóvenes rappers (gagsta rap), suscitando una cultura de
invasión (a la que se asocia la representación imaginaria de “clases
peligrosas”) que se presenta como evasión. Una fusión de muchos
de estos elementos es el hip hop, una forma de vida que se expresa
en el lenguaje, la ropa, la música, la danza, la forma de relacionarse,
etc. Los orígenes de este movimiento cultural se remontan a 1975
en las calles del Bronx (Nueva York), donde habitaban mayoritaria-
mente afroamericanos, latinos, inmigrantes irlandeses, italianos y
judíos que buscaban de alguna manera sobrevivir de sus propias
tragedias, por lo que el hip hop se convirtió en su mejor arma de
defensa. El hip hop tomó forma y es lo que es, gracias a las influen-
cias de muchas culturas y movimientos artísticos, como la cultura
afroamericana, el kung-fu chino, la capoeira brasileña y la música
funk, entre otras.

Dentro del movimiento punk se desarrolló una tendencia conocida


13. Darkwave es un
género musical de fina- como dark wave (“ola oscura”)13. De allí surgen expresiones como la
les de los años setentas
(coincidiendo con el de los darks, los góticos, los fetishers y de algunos más. Los princi-
momento de populari- pales referentes simbólicos, para los darks y los góticos, tienen que
156 dad del new wave y del
post-punk), que añadía ver con una forma romántica de pensar la muerte y los seres que “la
letras oscuras e intros-
pectivas junto a un habitan”, resaltando que ella es la parte complementaria de la vida y
trasfondo de lamento en
el sonido. En los años sin una no se explica la otra. Por su parte, los fetishers convirtieron
ochentas, en paralelo al
darkwave se desarrolló al cuerpo en el portador de los emblemas identitarios al decorarlo
toda una subcultura, se
hacían llamar “wavers” de modo permanente con técnicas ancestrales como el tatuaje, las
o “dark wavers”. Los
grupos de post-punk perforaciones, el branding, las escoriaciones y alteraciones del cuer-
que inspiraron el rock po más radicales. A diferencia de sus antecesores los punks, los gó-
gótico impulsaron este
movimiento. Como ticos, darks y fetishers prefieren el aislamiento grupal a las manifes-
resultado, el darkwave
se relaciona con la taciones callejeras y los colectivos insertos en movimientos sociales.
subcultura gótica.
Pero a diferencia de la “ola oscura”, y consumiendo de modo acríti-

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co la comercialización de los referentes simbólicos del movimiento


punk y post-punk, los jóvenes conocidos como emos14 hicieron de
las emociones su motivación para expresarse, considerando que la 14. El término emo es
un apócope de emotive
catástrofe es inevitable y sufriendo por ello. Parte del mito urbano hardcore o emo-core
y hace referencia a las
tejido alrededor de este grupo, gira en torno a una supuesta insti- letras de este género
musical, caracterizadas
gación al suicidio o a la autoflagelación, aunque hay que aclarar que por abordar, a diferen-
cia del hardcore punk,
fueron los medios masivos de comunicación los que explotaron este temas más personales
o más introspectivas,
estereotipo, antes atribuido a los darks y a los góticos. Igualmente buscando así generar
hay críticas de que ser emo es el paso previo o una forma de escon- las mismas emociones
en el oyente.
der la homosexualidad.

¿Finalmente?, existen otros ejemplos como los rastas que encuen-


tran en el movimiento Rastafari15 emblemas identitarios relaciona-
dos con filosofías comunitarias centradas en relaciones horizonta- 15. Los rastafaris creen
que ellos, y el resto de
les, no jerarquizadas, para la convivencia y la expresión grupal. El los de la etnia negra,
son descendientes de
movimiento rastafari latinoamericano ha dejado de lado las creen- los antiguos israelitas.
La suya es una religión
cias que lo originaron para convertirse en una moda en la cual se abrahámica fuertemente
sincrética.
mantienen los dreadlocks y los colores en la vestimenta, agregan-
do diversos estampados del león de Judá, la hoja de marihuana o
la cara de Bob Marley. Su imagen, es considerada erróneamente, la
cara de Rastafari, porque usó los salmos de la Biblia en su popular
música reggae. Retomando los principales referentes simbólicos de
los llamados rudie boys de Jamaica, su lucha es contra el “consumis-
mo irracional”. La evasión es un arma para enfrentar esa sociedad
consumista y el autoempleo un recurso para sobrevivir en ella. Las
trenzas dreads, la música de reggae y las filosofías humanistas son
los emblemas de lucha y contestación juvenil.

Otros dos movimientos que han aglutinado a muchos jóvenes son


los de la música electrónica y el de la diversidad sexual. Los pri-
meros reivindicando el derecho al ocio bajo el lema “PLUR” (peace,
love, union & respect)16, retoman filosofías milenarias como la ju-
día, la musulmana y diferentes culturas prehispánicas latinoame- 16. Una Rave, o como
es llamado en inglés
ricanas para hallar referentes simbólicos sobre formas alternativas Rave Party o Free Party,
es un evento de música
de interrelación entre los seres humanos y de éstos con el medio y baile que dura toda la
noche y en ocasiones
ambiente. En contra de las ofertas de las industrias culturales que, incluso parte del día
desde miradas adultas, conciben y aprueban (desaprobando las
siguiente donde DJs 157
y otros miembros de
la cultura electrónica
demás) prácticas y espacios para el divertimento colectivo juvenil. mezclan todo tipo de
sonidos electrónicos.
Mientras que los jóvenes seguidores del movimiento Lésbico-Gay- La música que más se
Bisexual-Transexual-Transgénero (LGBT), insertos en la misma ló- escucha en este tipo de
fiestas es House, Trance
gica, reivindican además la posibilidad de organizarse, expresarse, y Progressive.

divertirse y convivir abiertamente desde las diversas opciones se-


xuales. Buscando la instauración de la “Nación queer”, entendida
como una realidad donde quepan todas las opciones sexuales, tie-
nen referentes simbólicos que muestran la necesidad de entender
que la expresividad de la diversidad sexual va más allá de lo genital

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e implica diversas formas de ser y estar en el mundo que deben ser


respetadas y pensadas de modo inclusivo.

Ámbitos de expresión

Lo que sigue es una exposición, muy general también, sobre los espacios
o ámbitos en los que aparecen muchas de estas expresiones juveniles.

El primero, y a nuestro modo de ver el más importante, es el propio


cuerpo como portador de los emblemas identitarios. Sea mediante
diferentes peinados (los picos de los punks, las dreads de los rastas,
el cabello muy corto de los skin o de los taggers, los diseños de va-
rios colores en tintes de cabello de los fetishers, el cabello largo de
los darks y metaleros, etc.), vestimentas (el color negro de los darks y
los punks, las botas industriales de los skins, la ropa artesanal de los
rastas, etc.), adornos (cadenas de punks, gorras de skatos, parches
de skins y punks, encajes de góticos, etc.); o también mediante las
marcas corporales de tatuajes y perforaciones con diversos usos y
significados, el cuerpo se convierte en un arma para contrarrestar
las imposiciones sociales y es el territorio capaz de ser controlado
por el joven y no por los adultos y sus instituciones.

Después de todo, el cuerpo es un recurso idóneo por su capacidad


para mostrar/ocultar marcas, transportarlas con uno mismo y dis-
frutarlas cotidianamente, sea de modo individual, en pareja o co-
lectivamente. El individuo se autonomiza en la masa y al mismo
tiempo se incorpora por la representación que hace de sí mismo,
por la dramatización propuesta por la forma de vestirse, de mos-
trar un estilo, de comunicar valores sociales o aspectos subjetivos
que desea expresar para el otro17. La sexualidad y el consumo de
sustancias prohibidas son otras formas de encontrar en el cuerpo
17. De acuerdo con la posibilidad de darle vuelta al poder y sus reglamentaciones. Por
Baudrillard, es a través
de la personalización eso, es imposible descontextualizar estas prácticas ligadas al cuerpo
que las personas se
definen en relación con (ámbito personal) del contexto socio-cultural en el que se inserta el
sus objetos; estos cons-
158 tituyen una gama de joven (ámbito social), en donde los contextos globales se relacionan
criterios distintivos, más y se resignifican con los procesos locales.
o menos arbitrariamen-
te catalogados en una
gama de personalidades La moda, al promover la construcción de estilos mediante la indumen-
estereotipadas (Baudri-
llard, 1974). taria, hace accesibles a través del consumo los sentidos de identidad
y totalidad descritos por Ewen. (1990). Para el autor, la expresión de
una identidad superficial a través del estilo actúa como forma de sal-
vación del individuo de la anomia, de la segregación, del anonimato.
Por tanto, los modelos, que cargan referenciales de significados codi-
ficados en el vestuario, proveen al individuo de una nueva forma de
representación del “yo social”, lo que nos remite a Baudrillard, con su

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concepto de la lógica de la diferenciación (Baudrillard, 1983). Los jó-


venes producen su estética y ética comunitaria a través da su imagen,
de su moda. Ellos producirán sus bienes simbólicos, sus ropas, sus
prácticas sociales cotidianas, su comportamiento, su música, sus ri-
tuales y lo harán de acuerdo con patrones instituidos y caracterizados
por el estilo del grupo. Los signos presentes en las ropas y prácticas
mencionados representan una verdad, una forma de diferenciación.

Esa moda subversiva, que simboliza una transgresión de patrones


consensualmente aceptados por la sociedad, se funda en la necesidad
de afirmación del grupo en cuanto culturalmente independiente de
los mayores. Expresa la necesidad de transgresión y autoafirmación
por parte de una juventud que se encuentra sometida a un sistema de
prácticas y valores, social y económicamente reglamentado, generado
por las generaciones que los antecedieron.

La ciudad es otro ámbito significativo en el que se vuelcan, de diver-


sos modos, las expresiones de estas culturas juveniles. Tomar clan-
destinamente espacios para “rayar” (grafiti) o “estampar” (esténcil)
como los taggers, para improvisar pistas de baile como los b-boys
o las b-girls, o para realizar piruetas en patinetas (skatos), así como
ocupar inmuebles abandonados y darles un uso en bien de la comu-
nidad (okupas), es un recurso para la autodotación o la adecuación de
espacios de expresión que la sociedad les niega a miles de jóvenes.
Sin embargo, también la violencia está tomando relevancia en las ex-
presiones de algunos de estos grupos. Una violencia que día a día es
más preocupante debido al incremento de la violencia social, estruc-
tural, y no porque los propios jóvenes sean los creadores de la misma.
Evidentemente los jóvenes aparecen como víctimas y victimarios de
actos violentos, pero ello no es una invención juvenil y tiene más bien
que ver con los altos índices de impunidad, despotismo, corrupción,
intolerancia, discriminación y pobreza que presentan nuestras socie-
dades. En todo caso, la ciudad moderna es un espacio de contradic-
ciones que sitúa al joven en una dinámica que pretende marcar los
límites entre lo público y lo privado, entre la inclusión y la exclusión,
entre la igualdad y la dominación, entre la democracia y la autoafir-
mación, entre la representatividad ciudadana y el ejercicio del poder. 159
La vida urbana se configura e inscribe desde los roces y cicatrices que
son producto de sus propias contradicciones.

También el arte y las nuevas tecnologías son espacios o ámbitos de


expresión para millones de jóvenes. Miles de jóvenes se expresan e
“interconectan” para compartir creaciones con referentes simbóli-
cos y emblemas de identidad que no se ofertan a nivel comercial. En
las producciones que poseen consenso acerca de su carácter artís-
tico, se someten a conflicto o fricción diferentes realidades. Sucede
que las nuevas tecnologías no sólo transforman nuestra experiencia

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simbólica de la vida, sino que al mismo tiempo se han convertido en


el medio “necesario” para representarla. Tal es caso del video, con-
vertido no sólo en “memoria” y “testimonio”, sino en la expresión
de una mirada constituida de imágenes fragmentarias, el videoclip.
Ahora la ciudad es como un videoclip, como un montaje agitado
de imágenes intermitentes; el videoclip es el discurso posmoderno
de la cultura de masas. Así, por ejemplo, los “new hippers” brotan
como creadores de nuevas realidades, subversivas en relación con
la realidad percibida de modo convencional. Los signos de la crea-
ción artística suplantan a sus referentes simbólicos, liquidándolos
en tanto objetos pero, al mismo tiempo, eternizando en ellos una
existencia asociada a los signos creados.

Así mismo las drogas modifican las percepciones habituales, relati-


vizando la realidad al tomarla como “realidad aparente”: una posi-
ble realidad entre muchas otras. Se dice que los jóvenes consumen
sustancias tóxicas para escapar a la realidad; pero en realidad no se
trata sólo de una fuga de la realidad, sino de una estrategia de super-
vivencia que consiste en idear nuevas realidades que desvalorizan la
realidad corriente. De igual modo, está en cuestión el descubrimiento
de un mundo de sensaciones nuevas, que puede superponerse subje-
tivamente al mundo circundante. La exploración de los riesgos (reales
o anticipados) es un desafío en el que el joven se prueba. No obstante,
el sentimiento identitario no está ausente. Por esta razón, las tribus
pueden tipificarse como ejemplos de communitas, es decir, de una
“confrontación directa, inmediata y total de identidades humanas”
(Turner 1988: 138), como cuerpos de vínculos sociales que se pro-
ducen en condiciones liminares, de indeterminación, de carencia de
referentes por parte de quien vive en la incertidumbre. En esta situa-
ción de espontaneidad, concreta e inminente, en donde “estar fuera
de sí” supone también “estar fuera de la estructura social”, según
Turner, “[…] proliferan los sentimientos, sobre todo los agradables,
mientras que la vida en la “estructura” está llena de dificultades obje-
tivas: han de tomarse decisiones, los gustos han de sacrificarse a los
deseos y necesidades del grupo, y los obstáculos físicos y sociales de-
ben superarse con un cierto coste personal” (Turner, 1988: 144-145).
160
Si los jóvenes que integran ciertas tribus urbanas se distancian de de-
terminados comportamientos y normas oficiales no es precisamente
con el objetivo de aislarse de lo que los rodea, sino para reencon-
trarse con grupos de referencia más cercanos a sus ideales. A veces,
porque es difícil preservar su diferencia en las tramas de la sociedad
convencional o salir de ella, cuando la diferencia es una expresión
de exclusión social, invierten en redes relacionales de cercanía que
recrean nuevas afiliaciones sociales. Así, lo que nos sugiere la metá-
fora de la tribu es la emergencia de nuevas influencias sociales que

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brotan de algún tipo de reagrupamiento en quien, a pesar de sus di-


ferencias, aspira a una cercanía y contacto con otros que, de algún
modo, le parecen semejantes de acuerdo al principio: qui se ressemble
s’assemble (Fournier, 1999: 60). Esta filiación grupal funda sentimien-
tos de pertenencia, sus marcos de convivencia son garantía de afir-
maciones identitarias personales y grupales. Por ello, en estos grupos
hallamos expresiones de resistencia a la adversidad, pero asimismo
vínculos de sociabilidad y de integración social. Cuanto más diáfana
es la resistencia a la adversidad, más factibles serán las verbalizacio-
nes que insinúan lo “tribal” como característica identitaria, atribuida
(exógenamente) o asumida (personal o grupalmente).

4. Hacia una conclusión pedagógica provisional

Los fenómenos tribales urbanos posmodernos son desarrollos cul-


turales que se revelan como expresiones “subterráneas” al interior
del contexto social dominante. Seguramente, estamos ante “grupos
anormativos” que pretenden intercambios simbólicos y rituales que,
en las sociedades tradicionales, aparecían como modelos rígidos para
la construcción de la identidad juvenil, inscrita en procesos arregla-
dos de transición hacia la vida adulta. Por otra parte, es incuestiona-
ble la importancia del fenómeno global en torno a gustos comunes
de personas territorialmente distantes pero cercanas en términos de
identidad. Tales expresiones son propias de jóvenes para quienes el
futuro es una incógnita amenazadora; de ahí que le apuesten a di-
ferentes estrategias: sea viviendo el presente y menospreciando el
futuro; sea probando oportunidades, en una lógica de “vamos a ver
qué pasa”. Unas veces los riesgos crean oportunidades; otras veces
generan situaciones de estancamiento, mucho más desconcertantes
si pensamos que en el ámbito de las representaciones sociales per-
sisten normatividades etarias, es decir, edades consideradas como
ideales para dar determinados “pasos” en el transcurso de la vida. De
todos modos, en terrenos marginales, las culturas juveniles pueden
mostrar estados de alienación, pero también pueden abrir horizontes
161
de creatividad y emancipación.

La falta de conocimiento, sobre todo en el campo educativo, sobre


las subculturas juveniles urbanas, que se presentan en el entorno
cultural actual, es preocupante debido a que las culturas juveniles
entre muchas otras cosas son el reflejo de la cultura mediática.
Esto implica ser expresión de las tendencias, la moda, los hábitos,
los estereotipos, entre otros efectos de dicha cultura, pero además
son el reflejo de las manifestaciones culturales urbanas, de los jó-
venes, de sus inconformidades y de sus proyecciones identitarias

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frente a los adultos. El poder de enunciación creativa por parte de


los jóvenes parece ser la expresión de una fuerza a la deriva en
busca de nuevos y pertinentes rumbos.

Acercarnos, desde la perspectiva de lo educativo, a los grupos juve-


niles urbanos revela la tensión que comienza a generarse entre un
espacio local juvenil apropiable y un espacio juvenil global masivo
que diluye la construcción de identidades territoriales sólidas. Resta
saber cómo movilizar esa “fuerza latente” a la que Mannheim se re-
fería cuando hablaba de los jóvenes. En la óptica de su diagnóstico,
tengamos presente que, como efecto de una aceleración en el ritmo
de las transformaciones sociales y culturales, como las que estamos
viviendo, se crean condiciones de posibilidad para el surgimiento de
una nueva idea de generación. De esta forma se toma el concepto en
su sentido aristotélico, es decir, como un estado de “ser en acto”, por
oposición a “ser en potencia”.

Por todo esto, creemos que es necesario reflexionar sobre las debili-
dades y fortalezas que existen en los diferentes estudios realizados.
Si en verdad se ha logrado entender a estos grupos o si únicamente
se está incrementando la confusión dentro de la academia y hacia sus
actores. No obstante, también podemos estar borrando las nuevas
expresiones a través de una mirada globalizadora.

Fecha de recepción: 15 de marzo de 2012

Fecha de evaluación: 22 de agosto de 2012

Fecha de aprobación: 6 de septiembre de 2012

Cómo citar este artículo: Juliao, C.G. (2012). “Culturas juveniles


y tribus urbanas: ¿homogeneización o diferenciación?”. Praxis
Pedagógica 13: 144-164.

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