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SUBCULTURAS URBANAS: JUVENTUD E IDENTIDADES

Estefany P. Valencia C.

Universidad del Atlántico

RESUMEN

Desde el nacimiento de la palabra juventud en los años 60 como consecuencia de la Segunda


Guerra Mundial, asimismo de grupos “contraculturales”, disciplinas académicas como la
Sociología han dado distintas interpretaciones sobre por qué los individuos suelen concentrarse en
grupos y del porqué de sus manifestaciones. Este artículo gira en torno a las posturas que han
resultado de la Sociología mediante un recorrido teórico e histórico, así como de sus principales
aportes y limitaciones.

PALABRAS CLAVES: subculturas, tribus urbanas, contracultura, ídolo mediático

1. INTRODUCCIÓN

Las etapas de juventud son, sin duda, etapas vitales del ciclo en las que se incrementa la necesidad
de vinculación, identificación y de sentir que se hace parte de un grupo; frecuentemente
cuestionando las normas. Su protagonismo social ha ido en ascenso desde principios del siglo XX;
con el incremento de los derechos civiles de los jóvenes y la aparición de un mercado de consumo
especifico.

La adolescencia fue “descubierta” a finales del siglo XIX y “democratizada” a principios del siglo
XX; en su segundo periodo, la juventud surgió como sujeto activo: una nueva etapa en la vida, en
la que el individuo es actor protagonista de la escena pública (Feixa, 2006: 51). Su irrupción como
grupo social se hizo evidente a través de su influencia en la moda, los estilos nuevos de música y
ocio, asimismo como el origen, imagen y valores de los que luego se convertirían en sus “ídolos
mediáticos”. Fenómenos que quedaban deslucidos inicialmente por el ruidoso e “irracional” del
fenómeno fans (aparentemente porque como decía Hegel “todo lo que es real es racional”).

En diferentes investigaciones etnográficas de culturas dominadas por jóvenes (y no tan jóvenes),


dos preguntas se entrelazan consistentemente con comprender e investigar el lugar donde se
definen, ubican y perciben a los otros: cómo se definen a ellos mismos y qué nombres le dan al
grupo al que pertenecen.

Por un lado, indiscutiblemente responden a la primera pregunta con el nombre del grupo al que
pertenecen: skato, skate, rasta, gothic, metalhead, electro, hippie, graffiti, punk, cluber, emo,
gothic metal, cabezas rapadas, etc. Por otro lado, para responder a la segunda pregunta utilizan
términos como subcultura, tribu, contracultura, cultura juvenil, etc.

Estos últimos términos son utilizados por la academia como conceptos cargados de ideologías,
historia y de paradigma, para explicar su surgimiento y razón de ser, pero para sus miembros se
utilizan para enfatizar sus diferencias con respecto a los demás. Ambas posturas coinciden en que
los conceptos permiten delimitar sus diferencias generacionales, estilos musicales, realidades
históricas y propósitos de su surgimiento a lo largo del tiempo.

Es en este contexto del estudio de la juventud desde la idea de generación, o bien, desde las bandas,
en donde se inserta el de las subculturas urbanas fuertemente asociadas con los nuevos estilos
estéticos y musicales. Son los trabajos de Stanley Hall y Tony Jefferson (Resistence thorough
rituals, 1975) Paul Willis (Learning to labor, 1977) y Disck Hebdige (Subculture, 1979) desde la
perspectiva anglosajona, y desde la francesa los de Pierre Bourdieu (La Distinción, 1988), Michel
Maffesoli (El tiempo de las tribus: el declive del individualismo en las sociedades de masas, 1990),
y más recientemente, los trabajos de Sarah Thornton (Club Cultures, 1996), Steven Miles (Youth
lifestyles in a changing Word, 2000), Rossana Reguillo (2000) y asimismo, los nuevos trabajos de
Maffesoli: La transformación de lo político. La tribalización del mundo postmoderno (2005) o
Iconologías: nuevas idolatrías postmodernas (2009).

Las subculturas y tribus inmersas en su culto a la imagen, la estética y lo mediático, abastecieron


de refugio a la juventud, ante la crisis generacional y “la intemperie que ofrece la vida urbana y
el proceso de despersonalización en las grandes ciudades, hasta extenderse de forma

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internacional y entre varias generaciones. De este modo la “cuestión juvenil”, “emerge en
occidente como una metáfora del cambio social” (Feixa, 2002: 8): en el ámbito académico,
diferentes pensadores teorizan sobre el concepto de “generación”, como José Ortega y Gasset, Karl
Mannhein o Walter Benjamin en Europa; o en Estados Unidos los estudios clásicos sobre la nueva
juventud de Talcott Parsons (1962) y Erik Erikson (1968).

En la sociedad tres detonantes proporcionaron el resto: la generalización de un mercado juvenil


internacional con el rock and roll, la primera revolución político-cultural protagonizada por la
juventud del Mayo Francés y la contracultura de los movimientos Beetnick y Hippie en los EE.UU.

En resumen, subculturas e ídolos mediáticos no solamente cubrían dichas necesidades juveniles


de identificación, reafirmación y apropiación de nuevos estilos de vida, sino que, además, fueron
facilitando patrones y pautas concretas de comportamiento y participación de la juventud en el
cambio social. Porque, siguiendo a Maffesoli (2009), “los mitos son la cristalización de sueños
colectivos, que consiguen que una sociedad sea lo que es; y para ello, debe saberse primeramente
detectarlos y, luego, interpretarlos. Lo que sólo puede hacerse mostrando lo que los precede:
porque cada época debe saber elaborar el atlas de su imaginario para establecer sus referencias
e identificar el “rey secreto” que, más allá de los poderes aparentes, la rige en profundidad”
(Maffesoli, 2009).

A lo largo de este artículo, nos centraremos en analizar, reflexionar y discutir los aportes de cada
una de las diversas escuelas sociológicas y antropológicas para tratar de entrever los alcances y las
limitaciones que se tienen dentro de la academia sobre el estudio de estos grupos y las diferentes
posturas desde las cuales se puede entender a estas culturas.

2. DEFINICIÓN Y CONTEXTO HISTÓRICO

La Sociología y la Antropología han aportado distintos conceptos al fenómeno de la búsqueda de


identidades y de pares, con connotaciones como subcultura, contracultura, tribus urbanas y culturas
juveniles, las cuales han surgido con visiones claramente diferenciadas tanto ideológica como
contextualmente. A continuación, realizaremos un recorrido breve de los postulados principales,
para vislumbrar sus alcances y sus limitaciones.

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2.1 TRIBUS URBANAS

Según el DRAE, una tribu urbana es un grupo inmenso de personas con alguna o varias
características en común, especialmente las pandillas juveniles violentas.

No obstante, actualmente, una tribu urbana no es necesariamente violenta. Es válido describir una
tribu urbana como un grupo de gente que actúa del mismo modo, siguiendo unos ideales iguales,
dentro de una ciudad. Es grupo, por supuesto, tienen características estéticas parecidas en muchas
ocasiones, también, ideas políticas o religiosas.

El termino “tribus urbanas” fue empleado por primera vez por el sociólogo francés Miche
Maffesoli exactamente en 1990. Para él, las tribus urbanas responden a un conjunto de tensiones
emocionales y ansiedades que la juventud contemporánea soporta frente la socialización llevada a
cabo por nuestros agentes sociales, pero no solo se puede considerar esta crisis como razón, sino
que tenemos que incluir también otro aspecto y es la rebeldía o resistencia frente a una sociedad
que solo aprecia el éxito personal sin tener en cuenta al sujeto humano. Entonces, en este sentido,
las tribus urbanas responden a un deseo de búsqueda de un afecto colectivo, por medio del cual
puedan definir su identidad y encontrar en el grupo una identidad colectiva.

Federico M. Rossi (2005) plantea lo siguiente, se define tribus urbanas como “aquellos colectivos
que implican a un grupo de pares en una red informal, basada en una adscripción cultural y que
tiene una base territorial muy fuerte. Son una expresión autogestora y donde, en la mayoría de
los casos, lo musical es muy importante. Son agrupamientos urbanos, propios de las grandes
ciudades, entre jóvenes de los estratos populares. Aunque no son agrupamientos políticos, muchas
veces se expresan políticamente”.

Luego de citar algunas de las definiciones académicas más conocidas del concepto de tribus
urbanas, es pertinente decir que las tribus urbanas son grupos, pandillas o bandas callejeras con
unas prácticas compartidas que se reúnen para buscar en los otros miembros del grupo,
pensamientos y actuaciones similares a las de si mismo. Responden por tanto a la necesidad de un
hallazgo de identidad grupal en la que el sujeto adquiere un valor tanto individual, dentro del
grupo, como social y como grupo al completo. No obstante, esta pesquisa puede no ser voluntaria,
puesto que en algunos casos puede realizarse de manera involuntaria.

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2.2 SUBCULTURA

Históricamente la subcultura se ha empleado de tres maneras. La primera empieza a ser empleada


"para describir un aspecto visual y un comportamiento que va a distinguir a los diferentes grupos”
(Pearson, 1994; Roberts, 1971). La segunda manera es cuando la Sociología americana, la Escuela
de Chicago, la utilizó para hacer referencia a una teoría de desviaciones que involucraba a los
integrantes con personalidad criminal. La tercera se localiza en Inglaterra, a mediados de los años
‘70, cuando surge el Birmingham Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS). En esta
sección nos interesa desarrollar las escuelas de Chicago y de Birmingham, por contar hasta
nuestros días con una mayor influencia tanto académica como socialmente.

2.2.1 Escuela de Chicago

A partir de la Primera Guerra Mundial, la ciudad de Chicago, en Estados Unidos, contó con un
alto crecimiento poblacional a causa de, principalmente, por la fuerte inmigración de ciudadanos
europeos y de otras ciudades americanas, inmersas en la pobreza y la miseria. Bajo este contexto,
es como algunos sociólogos de la American Chicago School realizan “una serie de estudios
basados en investigaciones de su propia ciudad, los cuales han sido reconocidos ampliamente
como el inicio de los primeros estudios urbanos modernos y como el cuerpo de investigación social
más importante” (Hannerz, 1982: 30).

De estos trabajos brotaron grandes estudios y etnografías (Thrasher, 1963; Wirth, 1960; Foote,
1983; etc.), con temas sobre la delincuencia, la marginación social, la prostitución, las culturas
juveniles, etcétera. Frederick Thrasher, con su obra The Gang: a Study of 1313 Gangs in Chicago,
realiza un recopilado de las diferentes pandillas de Chicago, que incluía a todas las agrupaciones
integradas desde niños hasta viejos. La aportación de esta obra fue, en primer lugar, la introducción
de su término intersticial, entendido como el espacio situado entre una cosa y otra, donde se pueden
localizar fisuras de la sociedad y sea el lugar idóneo donde las pandillas encuentran una región
intersticial; en segundo lugar, consideraba a las pandillas como “una parte integrante de la
desorganización social” (Hannerz, 1982: 49), así como un grupo en conflicto, el cual estaba
conformado por la reacción de oposición y desaprobación del resto de la sociedad, con frecuencia
de robo u organización de algún tipo de crimen.

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Por otro lado, William Foote White, en su libro Street Corner Society, se enfocó en estudiar a una
sola pandilla. Para el autor, la pandilla es “un esfuerzo espontáneo de los muchachos por crear
una sociedad para sí mismos, allí donde no existe ninguna adecuada a sus necesidades” (Hannerz,
1982: 52). Es decir, en contrario a Thrasher (1963), la pandilla no es una desorganización criminal
sino una adaptación a un medio ambiente indiferente.

Estas lecturas, sin duda, muestran a la Escuela de Chicago como la primera escuela en precisar los
estudios sociológicos, plantando una mirada de no hacer a la ciencia social desde el exterior de los
actores, sino una mirada independiente de los actores. No obstante, esta mirada no asiste la
perspectiva de los sujetos como su palabra y su vida subjetiva, sino los ve como actores plurales
y/o colectivos.

2.2.2 Birmingham Centre for Contemporary Cultural Studies

Años más tarde, una nueva forma de acercarse a los grupos surge a través de la línea teórica
marxista, los estudios culturales (Cultural Studies) en Inglaterra. El sociólogo británico del
Birmingham Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS) Dick Hedbige y el teórico cultural
inglés Stuart Hall proponen un nuevo modelo para estudiar a los jóvenes a través del término
subcultura, entendida como una operación de resistencia de los jóvenes de la clase trabajadora,

El primer autor Stuart Hall, con su libro Resistence Throught Rituals, reveló el surgimiento de
manifestaciones juveniles durante la posguerra en Inglaterra. Los ejes principales que utiliza Hall
(2005) para estudiar el estilo y el surgimiento de estas manifestaciones son los conceptos marxistas
como hegemonía, ideología, clase y dominación, de los cuales llega a una primera conclusión: la
subcultura es una oposición social de la clase trabajadora.

Una conclusión procedente del análisis de la postura marxista de la subcultura es comprenderla


como un grupo de jóvenes que se apropian de los objetos provenientes del mercado (teenage
consumer), donde éste expropia e incorpora lo producido por ellos, lo cual los unifica como un
producto de los mass media. A esto Hall (2005) lo denomina una relación dialéctica entre el joven
y la industria del mercado. Así, Hall (2005) propone que la subcultura (subculture), primero, nace
por el surgimiento de la clase trabajadora en los ‘70. Segundo, por una derivación de la cultura
parental, por lo cual hay una forzosa relación y peculiaridad. Sin embargo, tercero, es un grupo

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distinto con estructuras identificables, las cuales les permite diferenciarse de la cultura parental sin
dejar de articularse con ésta.

Un segundo autor, pilar de los estudios culturales, es Dick Hedbige (2002), con su libro
denominado Subcultura: el significado del estilo. Este texto es un estudio sobre el término
subcultura y su relación con el estilo de aquellas subculturas surgidas después de la posguerra,
como fueron los teddy boys, mods, skinheads y punks. Hedbige (2002) define a la subcultura como
“las objeciones y contradicciones, (…) el desafío de la hegemonía representado por las
subculturas no emana directamente de ella: en realidad se expresa sesgadamente por el estilo”
(Hedbige, 2002: 33). Para el autor, sus integrantes rechazan la cultura dominante, con gestos,
movimientos, poses, vestidos y palabras, expresiones que manifiestan sus contradicciones y
negaciones hacia la sociedad inglesa de la posguerra.

En resumen, la subcultura, para los estudios culturales, es aquel grupo de jóvenes en contraposición
de las ideas hegemónicas de los años 70 del siglo pasado, en Inglaterra. Esta oposición lo
demuestran con actitudes y valores de resistencia reflejados, principalmente, en un estilo que busca
diferenciarse de la cultura parental y dominante, pero sin dejar de estar relacionados.

Años más tarde, a finales de los‘80, algunos teóricos ponen en tela de juicio la validez del término
para esa década. Entre las críticas principales se encuentran: ver a los jóvenes como personas
flotantes y con fronteras inestables (Frith, 1983; Bennett, 2001), como consumidores (Chambers,
1985; Miles, 1995) o, en su defecto, como una resistencia hacia la clase trabajadora y a la cultura
hegemónica exclusiva del sexo masculino (Mc Robbie, 1980) y de consistencia uniforme
(Muggleton, 2000); entender a la subcultura como deseosa por derrocar a la cultura dominante
(Jenkins, 1983) y exclusivo enfoque en los jóvenes británicos de la posguerra (Waters, 1981;
Bennett, 2004).

Con base en estas críticas, nace una corriente que decide basarse en la herencia de los estudios
culturales, pero reactualizando el concepto en las nuevas manifestaciones y realidades culturales:
los estudios posculturales (post cultural studies). Los estudios posculturales basan su crítica al
concepto de subcultura de los estudios culturales, con la idea de que esta última escuela sólo
permite entender a los jóvenes de la clase trabajadora y el estilo de esa época, por tanto, está
limitada a concebir sólo a las creatividades visuales y experimentaciones de aquellas identidades
de otras épocas (Bennet, 2001).

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A modo de síntesis, la corriente de los estudios culturales propone ver a los grupos como una
subcultura que tiene por objetivo ser una resistencia de la cultura dominante. Por su lado, los
estudios posculturales ven a esta subcultura como un grupo con expresiones efímeras y estables.

2.3 CONTRACULTURA

En los años‘60, como herencia del movimiento hippie, nace el concepto counterculture. Algunos
autores (Bennett, 2001; Clark, 1976) han considerado que la counterculture es un concepto
fundamental para entender a una generación de los años 60 con un descontento hacia la figura
parental y de la sociedad. El término counterculture, de acuerdo con Bennett (2001), es un término
que ayuda a entender la desilusión de los jóvenes de esa época acerca del control de la cultura
parental y de la falta de deseo de no querer formar parte de la “máquina” de la sociedad.

Por su lado, para Clark (1976) indica que el término no sólo debe entenderse como el ir en contra
de la cultura parental, tanto ideológica y culturalmente, sino también como una manera suave de
atacar a las instituciones que representan el sistema dominante y reproductor como son la familia,
la escuela, los medios y el matrimonio. Bajo este mismo argumento, para Roszak (1969) la
counterculture es más que la oposición hacia la hegemonía, la define como una technocracy, es
decir, una forma social en que la sociedad industrial alcanza la integración de su organización,
siendo así la counterculture una disgregación básica de la tecnología que evita las emociones
humanas y creativas, por ello la counterculture utiliza la technocracy para descender de ese sistema
hegemónico y crear así un estilo de vida.

En la literatura en castellano, el concepto counterculture es traducido como contracultura.


González (2000) menciona que la traducción literaria de counterculture sería “cultura en
oposición” o “cultura a la contra”, ya que el término contracultura se entiende más como una
cultura marginal o nueva cultura.

A manera de síntesis de los conceptos sociológicos y antropológicos anteriormente mencionados,


los principales aportes de estos conceptos son: la subcultura (Hall, 1983; Hedbige, 2002) se
caracteriza por ser una rivalidad hacia la cultura hegemónica, una negación hacia el estado inglés
y familiar, siendo así un fenómeno exclusivo de jóvenes de la posguerra e ingleses. Por otro lado,
la contracultura (José Agustín, 1996; Fadanelli, 2000; Villarreal, 2000; Martínez, 2000, y De

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Jandra, 2000) deriva en ir en contra, rechazando y marginando toda cultura dominante (Hall, 2005)
parental, de manera ideológica. Tribus urbanas es un concepto que permite justificar todas las
expresiones efímeras que van y seguirán surgiendo con los años.

3. EVOLUCIÓN CRONOLÓGICA

Década 1950: Etapa precedente del Rock. Los Teddy Boys, Rockabillies, Folkies, y Modernists.

Década 1960: Etapa de rebeldía contra la sociedad de consumo, de la racionalidad tecnológica y


del abuso del poder constituido, en especial, en torno a 1968, con manifestaciones famosas: París
y Berkeley. En los primeros años aparecieron los Mods y los Rockers; a mediados, los Skinheads,
los Hippies y Psychodelics. Fue la década de la música pop (11). Predominaron los jóvenes
oriundos de familias acomodadas, cuyos padres les cubrían la espalda.

Década 1970: Etapa del Rock decadente, de los Heavies, Skuatters, Rastafarians y de los Punkies.
La segunda mitad de la década se caracterizó por una juventud socialmente conformista,
políticamente desmovilizada y puritana. La liberación de la primera mitad, ante la grave crisis
económica, se cambió pronto por nueva dependencia económica de la familia. El paro y la difícil
inserción social alentaron este retorno.

Década 1980: Se construyeron las macrodiscotecas fuera de la ciudad, con restaurante, sala de
fiestas, bolera, grandes pistas, pizzería, pub...; “todo un mundo”. En estos años alcanzaron la cota
más alta el movimiento Punk y los Maquineros. Los jóvenes de esta década, herederos del
pasotismo de la década anterior, vuelven, de nuevo, a la conducta instrumentalista, como medio
de integración sociolaboral.

Década 1990: Predominio de la música techno, subversión de valores, oposición a la racionalidad,


apogeo del postmodernismo, alza de la emocionalidad; “Generación X”. Perviven los Skinheads,
los Sharpskins (antirracistas), los Graffers, los Skuatters, los Maquineros, etc.

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4. LOS ÍDOLOS MEDIÁTICOS COMO INFLUENCIA EN LAS SUBCULTURAS
JUVENILES-URBANAS

Cada subcultura comparte una ideología, como manera de comprender la sociedad y sus conflictos,
dando base a su existencia y como filosofía de vida: una posición frente a la diferencia económica,
étnica o sexual, que se tiene de las autoridades, qué valor le brindan a la salud, la participación
sociopolítica, la violencia, las relaciones sexuales, etc. Sobre todo a partir de finales de los años
cincuenta, la música, y más específicamente el rock and roll en sus distintos subgéneros e ídolos,
pasan a ser un fenómeno de masas que refuerza dichas “filosofías” de tribu, e influyen
vigorosamente en la opinión pública juvenil.

Los músicos pasan de ser artistas a convertirse, en muchos casos, en iconos culturales con ayuda
de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías a la creación y difusión musical.

Elvis Presley, pionero del fenómeno fans, era capaz de interpretar con éxito múltiples géneros
como el country, el pop, las baladas, góspel y blues, dando lugar a la fusión e innovación de estilos,
que auspiciaban un nuevo papel a la música como expresión emancipatoria de la juventud como
sujeto colectivo. El Rockabilly (contracción de las palabras rock y hillbilly referente éste a una
variedad ruda de country de los 40 conocida como hillbilly music) decae en los años sesenta, pero
vuelve a tener un revival de popularidad a través de una subcultura juvenil propia y nuevos ídolos
musicales en los años setenta y ochenta. Todo ello debido a una actitud que rebeldizaba a los
adolescentes con una combinación de sexualidad y libertad desafiante.

Fue éste el primer estilo del R&R cultivado por músicos blancos, por lo que su contribución fue
una revolución cultural de gran magnitud. Siguiendo a Simon Frith uno de los sociólogos de rock
más reconocidos en su obra Sounds effects (1981), se trataba de una actitud crítica e inconformista
hacia el orden establecido, que a partir de los años sesenta contuvo un proceso evolutivo parejo al
de institucionalización de “la juventud”. Se impone el término de joven, frente al de adolescente,
que se había manejado con el fenómeno fans de los años cincuenta; más ligado a los jóvenes de
clase obrera, principales consumidores de rock”n”roll. Es decir, se supera las connotaciones
peyorativas asociadas a la idea de jóvenes descarriados, emotivos, salvajes y peligrosos para la
sociedad, tal y como muestran películas emblemáticas, por ejemplo “rebelde sin causa”.

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Los Rocker, de atuendo similar, toman relevancia en el Reino Unido durante finales de los
cincuenta y primera mitad de los sesenta (segunda mitad de los setenta en España), en torno al
motociclismo y el rock and rock. Su origen fue directamente los Teddy Boys ingleses, una de las
primeras subculturas juveniles que vestía a inspiración de los dandis de la época eduardiana. Y
que si bien, fueron ambas de extracción trabajadora, la Rocker empleó pantalones y chaquetas de
cuero a imitación de Marlon Brando y sus poses viriles en la película “Salvaje”, pero manteniendo
su adhesión al R&R.

Algo parecido a un “renacimiento” es el que se produce con el término Hipster, subcultura original
de los años 40, y que designaba las personas “que iban de entendidas” de jazz y otras músicas
negras, que fue utilizado por Jack Kerouac para describir la generación Beat de los 50. El término
vuelve a utilizarse de nuevo en la década de los noventa y años dos mil, para describir jóvenes
urbanos de clase media y alta (“modernos”); con intereses alejados de las corrientes mayoritarias
de la moda y la cultura, como la música alternativa o el cine independiente. Se dice que son los
únicos incapaces de reconocer que pertenecen a su tribu, y son caricaturizados por intentar llevar
una vida bohemia e “intelectual” (gafas de pasta, ropa usada, cortes de pelo mop-top), actualizando
sus conocimientos culturales continuamente.

En cualquier caso, las subculturas de las décadas de los sesenta (la prodigiosa) y los setenta
enfatizarían una actitud más crítica que la década de los cincuenta, verbalizando y vindicando el
malestar por asuntos muy dispares, desde la misma mercantilización de la música y falta de
autenticidad de la producción cultural, hasta las decisiones gubernamentales, como en el caso de
la guerra de Vietnam. Una tradición que ha conseguido que los antiguos ídolos musicales vuelvan
a tomar protagonismo en las convulsiones políticas de todos los países de décadas sucesivas (desde
la desaparición de las dictaduras latinoamericanas o la caída del muro de Berlín hasta las revueltas
en el mundo árabe de 2011), convirtiéndose en himnos de libertad internacionales, sin bandera:
John Lenon con la canción Imagine, Joan Baez y No nos moverán, Patty Smith y People have the
Powerd, y, más recientemente, Killing in the name of y Wake Up (1992), de Rage Against The
Machine (Ira contra la máquina) o en el caso de latinoamerica con “el baile de los que sobran” de
Los Prisioneros.

De 1967 a 1977 se desarrollaría la década más prolífica, dando lugar a un gran número de
subculturas y a la aparición de ídolos sin precedentes, de forma paralela al crecimiento de la

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población juvenil más extensa de la historia. Son las y los “babybomers”, influidos por la anterior
generación beatnik, que acaparan la atención de una nueva industria cultural juvenil a través de los
medios de masas (revistas propias, radio, televisión, cine), critican la manipulación de éstos y
reivindican “autenticidad”. Un concepto que proviene del romanticismo y que en palabras del
sociólogo de la música Keightley, quiere decir “expresiones sinceras de sentimientos genuinos,
una creatividad original o una noción orgánica de la comunidad” (2006: 181); y que, en opinión
de Simon Frith (1981) fue asimilado por el folk y la “canción protesta”, con ídolos internacionales
como Bob Dylan, Neil Young, Joan Báez en Norteamérica, asociados al pacifismo y la lucha por
los derechos civiles de la mujer y las minorías raciales.

El estilo punk-rock por tanto, nacía como un collage a inspiración de otras subculturas como del
Mod las lolitas, del Rhythm”n Blues del sur de Londres (de Dr. Feelgood, Lew Lewis, etc.) su
fuerte iconoclasia y del Reagge su penuria indolente. Es decir, normas quebrantadas,
sensacionalismo y una estética que mezcla ropas de clase media de posguerra, rapados a lo Mod y
botas tipo Skinhead. Todo ello condimentado con piercings y correas, como expresión de la
alienación más profunda.

5. ESPACIO DE LAS TRIBUS URBANAS: TERRITORIALIDAD

En la sociedad globalizada las fronteras físicas han perdido su función. La Unión Europea, por
ejemplo, es un conjunto de Estados por los que se puede circular libremente sin necesidad de
pasaportes. Se ha perdido un elemento constitutivo de la identidad, pero las tribus urbanas han
creado “murallas” morales invisibles, que delimitan el campo preferido para llevar a cabo su
actuar. Las fronteras actuales son la raza, la etnia, el género, la clase social, la edad y la religión.
Estas nuevas fronteras robustecen el individualismo, real ya en el siglo XIX.

Las tribus urbanas son un exponente del retorno al espacio interior y exterior, a un territorio propio,
a unas zonas. Las tribus urbanas necesitan un espacio físico o simbólico, para moverse en él y
tener la sensación de que aquél es un territorio en el que escenificar sus reuniones y encuentros,
sus acciones.

La posesión física o simbólica de un espacio tiene un doble sentido, afectivo y real. La tribu y sus
miembros se autoafirman, porque se sienten dueños; es su privacidad, es lo suyo. El afán de poseer

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un espacio se torna conflictivo cuando dos o más tribus coinciden en el mismo lugar, a las mismas
horas o en tiempos diferentes; es éste un motivo de pelea.

El territorio poseído ejerce varias funciones. Primera, de pertenencia, porque, además de poseerlo,
les brinda seguridad; un bar Punk o un estadio para los Hooligans son ejemplos de esta función. Y
segunda, de representación y actuación, o sea, de escenario para actuar y hacer ostentación de su
indumentaria y de su programa. Ejemplos: una plaza de barrio periférico para los Heavy o de
céntrico para los Punk. Según las preferencias de cada tribu los espacios han de ser más amplios o
reducidos. Los grafiteros, por ejemplo, no precisan un espacio concreto, porque son giróvagos,
nómadas por toda la ciudad, a la que señalan y “crucifican” con sus pintadas; mientras que los
ocupas necesitan espacio reducido, un edificio o local. Según la actuación, el espacio ha de ser
abierto o cerrado: un pabellón de deportes, una plaza, etc. Y según el carácter de la posesión, el
territorio será suyo, de hecho o de derecho.

5. ACCIONES VIOLENTAS

La violencia, en cuanto expresión fáctica de conflictos y rebeliones, no puede ser negada; está ahí.
Su interpretación, en cambio, es plural, según se haga desde la sociología del conflicto, o del
consenso, o desde teorías críticas, o desde concepciones marxistas, o desde el conservadurismo, o
desde el progresismo de izquierda.

Por consiguiente, la interpretación de los hechos violentos de las subculturas juveniles difiere en
consonancia con posicionamientos teóricos o ideológicos. Y ¿cuáles son los hechos violentos de
la subcultura juvenil? La violencia callejera, la conducta incívica, las pintadas destructoras de la
estética arquitectónica, la violencia escolar -homicida en sus extremas manifestaciones-, la
destrucción del mobiliario público (bancos de los parques, papeleras, estaciones de buses,
contenedores de basura, etc). La violencia se torna delincuencia, cuando el sentimiento antirracista
y xenófobo arma la mano de las bandas y tribus urbanas, con riesgo palpable para los “otros”:
negros, judíos, etc.

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6. RAZONES POR LAS QUE SE PERTENECE A UNA TRIBU URBANA

La bibliografía científica al hablar de las causas señala razones sociológicas, afirmando que las
tribus responden a una sociedad de consumo, ya que es la respuesta a una afirmación frente a esta
sociedad. Por su lado, la socóloga y psicóloga María Llacer, enumera de la siguiente manera las
razones por las que los jóvenes forman parte de las llamadas Tribus Urbanas:

- Emancipación de la familia: El adolescente se desarraiga de la familia y se orienta hacia el grupo


de compañeros, a menudo, con problemas similares a los suyos.

- Inseguridad de estatus: se sostiene que la inseguridad de status se produce cuando el joven se


encuentra desposeído de una consideración y reconocimiento social y al mismo tiempo está
sometido a una serie de normas contradictorias.

- Concepto de hombría: Se produce por ignorancia del entorno social y de los problemas del joven,
en este caso el joven recurre a los actos de hombría para llamar la atención y encontrarse a sí
mismo.

- Conflicto generacional: El joven se siente desarraigado del entorno carencial en el que habita y
entonces se refugia en el entorno de compañeros en la misma situación, llegando a crear una
subcultura propia.

Por lo tanto, el pertenecer a una determinada tribu permitirá a los jóvenes pensar de una manera,
vestir de una forma determinada, y actuar según el resto del grupo. El yo individual se sustituye
por un yo colectivo: nosotros somos, nosotros pensamos, nosotros hacemos. Así los adolescentes
buscan fuera del grupo lo que no pueden configurar internamente, y una vez instalado
psicológicamente en el grupo se sentirá seguro. Esta identidad tribal se organizará en torno a unas
coordenadas de espacio y de tiempo, dentro de las cuales los miembros del grupo manifiestan y
desarrollan una cultura propia y diferencial: lenguaje, símbolos, rituales y ceremonias.

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7. CONCLUSIONES:

Es difícil clasificar los grupos de adolescentes y jóvenes constituidos en tribus urbanas, pues no
son estáticos y evolucionan paralelamente a la sociedad. Lo que sí sabemos es que a lo largo de la
historia del siglo veinte y de los diez años del veintiuno ha existido una necesidad por parte de los
jóvenes de reivindicar una identidad a través de diversos símbolos identificativos, así como
también por medio de la música o la vestimenta. Sin duda, las subculturas son el resultado de la
influencia de los medios de comunicación sobre distintos temas específicos como el cine o la
música. Ellos eran y son los encargados de generar los distintos estilos en ambientes urbanos
concretos que son asimilados y exportados entre jóvenes de distintos centros urbanos, siguiendo
unas pautas o características generales. La mayoría de las tribus urbanas constituyen en sí mismas
un virtual punto de conexión de discursos de disidencia y desestabilización del orden establecido.
Representan una subcultura en el mundo hegemónico.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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