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Formas de afrontamiento enfocadas en problemas Las estrategias de afrontamiento enfocadas en

problemas son similares a las estrategias utilizadas para resolver problemas. Como tal, los
esfuerzos centrados en el problema a menudo se dirigen a definir el problema, generar soluciones
alternativas, ponderar las alternativas en términos de sus costos y beneficios, elegir entre ellas y
actuar. Sin embargo, el afrontamiento centrado en problemas abarca una gama más amplia de
estrategias orientadas a problemas que la resolución de problemas por sí sola. La resolución de
problemas implica un proceso objetivo y analítico que se centra principalmente en el medio
ambiente; el afrontamiento centrado en problemas también incluye estrategias que se dirigen
hacia adentro.

Este punto es hecho por Kahn et al. (1964), que hablan de dos grupos principales de estrategias
orientadas a problemas: las dirigidas al medio ambiente y las dirigidas al yo. En el primero se
incluyen estrategias para alterar las presiones ambientales, barreras, recursos, procedimientos y
similares. Este último incluye estrategias que se dirigen a cambios motivacionales o cognitivos,
como cambiar el de aspiración, reducir la participación del ego, encontrar canales alternativos de
gratificación, desarrollar nuevos estándares de comportamiento o aprender nuevas habilidades y
procedimientos.

Las estrategias nombradas por Kahn et al. como las dirigidas hacia el yo, no se llamarían técnicas
típicas de resolución de problemas, pero de hecho están dirigidas a ayudar a la persona a manejar
o resolver el problema. Con la excepción de desarrollar un nuevo comportamiento o aprender
nuevas habilidades y procedimientos, nosotros llamamos a las estrategias dirigidas hacia adentro
nombradas por Kahn et al. reevaluaciones cognitivas centradas en el problema.

El número de formas de afrontamiento enfocadas en problemas que son aplicables en diversas


situaciones parece relativamente limitado en comparación con la amplia gama de estrategias
enfocadas en emociones discutidas en la literatura. Sin embargo, cuanto más específico es el
dominio de la investigación, mayor es la proliferación de estrategias centradas en problemas. Por
ejemplo, si se le pregunta sobre las estrategias utilizadas para resolver problemas en el trabajo, la
secretaria enumerará indudablemente un gran número que tiene que ver con tareas específicas
que se deben realizar, obstáculos que impiden los recursos de progreso disponibles en la oficina
para superar esos obstáculos, y así en La lista será diferente de la de un vendedor, que tiene
diferentes tareas, obstáculos, recursos y, por lo tanto, diferentes estrategias de afrontamiento
específicas. Que la definición de estrategias de afrontamiento centradas en problemas dependa
en cierta medida de los tipos de problemas que se abordan significa que las comparaciones
transitucionales de estrategias de afrontamiento centradas en problemas son más difíciles que las
comparaciones transitucionales de estrategias centradas en emociones. Sin embargo, se deben
hacer esfuerzos para evaluar el afrontamiento centrado en el problema, por razones que se
aclararán más adelante en este capítulo.

La relación entre las funciones de afrontamiento centradas en el problema y la emoción


Teóricamente, el afrontamiento centrado en el problema y la emoción puede facilitarse e
impedirse mutuamente en el proceso de afrontamiento. Considere los siguientes ejemplos en los
que las dos formas de afrontamiento se facilitan mutuamente: A. Una mujer experimenta
ansiedad mientras sube al podio para entregar un documento. Respira profundamente y se
entrega mensajes reconfortantes para regular la ansiedad. Estos dispositivos le permiten
participar en formas de afrontamiento centradas en el problema, por ejemplo, mirar sus notas o
ensayar una línea de apertura, que facilitará su entrega (cf. S. Miller, 1980) B. Un estudiante que
comienza un examen importante experimenta gran ansiedad. La ansiedad disminuye cuando la
atención se dirige a tomar el examen. En este caso, recurrir a la tarea (afrontamiento centrado en
el problema) da como resultado una reducción de la angustia emocional. Esta dinámica se ilustra
en el estudio de Mechanic (1962) de estudiantes que realizan exámenes de doctorado que
describimos en el Capítulo 4 En los siguientes ejemplos, las dos formas de afrontamiento se
impiden entre sí:

R. Una persona que sufre por tener que tomar una decisión difícil considera que la angustia
emocional es insoportable y, para reducirla, toma una decisión prematura. Dichas decisiones,
dicen Janis y Mann (1977), probablemente se caractericen por "falta de búsqueda vigilante, falta
de atención selectiva, olvido selectivo, distorsión del significado de los mensajes de advertencia y
construcción de racionalizaciones ilusorias que minimizan las consecuencias negativas" (p 50). En
este caso, la estrategia utilizada para reducir la angustia emocional interfirió con los esfuerzos
centrados en el problema.

B. Una persona con una enfermedad recientemente diagnosticada persevera en la recopilación y


evaluación de información, cuya adquisición contribuye a la incertidumbre y al aumento de la
ansiedad. Se ve atrapado en un ciclo de afrontamiento centrado en el problema que e interfiere
con mecanismos como la evitación que de otro modo podrían usarse para reducir la angustia (cf.
Breznitz, 1971)

En esta mismo sentido, Lazarus y Folkman (1984), explican las estrategias de afrontamiento
centradas en el problema como los esfuerzos dirigidos a mitigar o modificar el estresor, lo que
desemboca en desarrollar un nuevo comportamiento o aprender nuevas habilidades y
procedimientos. Sin embargo, Breznitz (1971), citado por Lazarus y Folkman (1984, p. 154)
menciona que una persona con este tipo de afrontamiento puede verse atrapado en un ciclo,
ejemplificando que, “Una persona con una enfermedad recientemente diagnosticada persevera en
la recopilación y evaluación de información, cuya adquisición contribuye a la incertidumbre y al
aumento de la ansiedad”. De esta forma, centrándose en el problema (recopilación de información
y evaluación) sólo conlleva a exacerbar la angustia emocional. Esto es evidenciado en J en la medida
en que él refiere que puede resolver sus demás problemas, per no el VIH. Es pues, un estresor que
no pude modificar y que lo ha llevado a desarrollar comportamientos evitativos.
representa de forma abreviada la adquisición de las conductas problema y así mismo, guía la
planificación del tratamiento, permitiendo así mencionar, que J, evidencia estrategias de
afrontamiento por evitación y escape, las cuales se adquirieron por experiencias tempranas en las
que las necesidades emocionales de J no fueron atendidas de manera oportuna; es decir que los
padres de J funcionaron como variables de predisposición, ya que la interacción o relación que J
mantenía con ellos se presentaba en ausencia de reforzadores positivos (sociales-atención) que
generaron en J un déficit en la discriminación situacional, lo que quiere decir que J no reconocía si
los padres estaban de acuerdo o no con alguna situación o postura que les expresara. Lo anterior,
puede está relacionado con lo estudiado por Eisenberg, Spinrad y Cumberland (1998), quienes
realizan una revisión de la literatura acerca de la socialización parental de la emoción y cómo esta
pueden afectar la comprensión, la experiencia y expresión emocional de los niños, encontrando
que lo que a su vez provocó que las interacciones de J estuviesen caracterizadas por la búsqueda
constante de aprobación por parte de los demás. Por lo tanto, esto lo ha llevado a autoexigirse en
el ámbito laboral, hasta el punto de privarse de establecer relaciones formales de carácter
sentimental, por el tiempo y la entrega que estas demandan; limitándose a mantener encuentros
sexuales esporádicos, en los cuales en repetidas ocasiones, no utiliza protección. Esta búsqueda de
aprobación por parte de los demás, ha generado en J miedo por defraudar a quienes esperan algo
de él, lo cual ha influido en la aparición de dificultades para expresar emociones o asuntos
relacionados con su vida personal, por tanto, J, utiliza la evitación y el escape, para disminuir el
malestar que le genera enfrentarse ante situaciones en las cuales, debe hablarse sobre su vida
personal, sin embargo, Carrobles, Remor y Alzamora (2003), indican que el afrontamiento por
evitación no protege ni trae ningún beneficio a los afectados por VIH, sino que provoca mayor
malestar psicológico y distrés emocional.

En esta mismo sentido, Lazarus y Folkman (1984), explican las estrategias de afrontamiento
centradas en el problema como los esfuerzos dirigidos a mitigar o modificar el estresor, lo que
desemboca en desarrollar un nuevo comportamiento o aprender nuevas habilidades y
procedimientos. Sin embargo, Breznitz (1971), citado por Lazarus y Folkman (1984, p. 154)
menciona que una persona con este tipo de afrontamiento puede verse atrapado en un ciclo,
ejemplificando que, “Una persona con una enfermedad recientemente diagnosticada persevera en
la recopilación y evaluación de información, cuya adquisición contribuye a la incertidumbre y al
aumento de la ansiedad”. De esta forma, centrándose en el problema (recopilación de información
y evaluación) sólo conlleva a exacerbar la angustia emocional.

El diagnóstico de VIH fue el suceso que desencadenó los problemas conductuales que presenta J en
la actualidad, ya que este ocasionó un cambio en su estilo de vida que conllevó a una disminución
en las actividades en las que J se involucraba antes, lo cual, ha afectado su estado de ánimo, y ha
generado problemas en la adherencia al tratamiento, de este modo, Ahumada, Escalante y Santiago
(2011) resaltan que la falta de apoyo familiar y social conllevan a una baja adherencia al tratamiento
así como el incremento del uso de estrategias de afrontamiento de tipo evitativa, así mismo, el
limitado apoyo social está relacionado con las conductas que afectan negativamente el estado
emocional, predominando un estado de ánimo negativo asociado a generar alteraciones del
funcionamiento inmunológico y ocasionando mayor vulnerabilidad a la enfermedad, y afectando la
salud tanto en la poca actividad física como en el sueño irregular (Villa y Vinaccia, 2006).

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