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Cuando piensas en dinero estás pensando en acapararlo y llenar tu ego; o ¿acaso las
personas que te rodean se benefician de ello? Si piensas en riquezas, colócate un
propósito, porque si no te aseguro que una vez llenes tus bolsillos no serás feliz.
El dinero no es la felicidad, pero nos deja muy cerca, y por eso solemos confundirlo.
¿Por qué el dinero no es la felicidad?, porque esos momentos son pasajeros y vacíos;
imagínate tener mucho dinero debajo de tu colchón y estar solo, ¿no tiene sentido,
cierto?
El dinero debe ser compartido para que haya una felicidad plena. Cuando ayudas a tu
familia, a tus amigos o a alguien que no conozcas sientes la satisfacción, esa es la
recompensa del dar. Además, por más dinero que tengas no puedes comprar la vida, la
vida es un proceso y en algún momento termina; todos moriremos, la muerte no se fija
en cuánto dinero tienes, pero en este mundo el dinero es necesario para tener una vida
digna.
Debes tener un propósito claro si quieres dinero. Cuando dices que quieres tener más,
sabes el ¿por qué? y el ¿para qué?, o ¿pides por pedir? Por eso muchas veces ni lo
sabemos administrar, cuando llega a nuestras manos al no tener claridad de para qué
lo queríamos fácilmente se nos va, incluso a veces llega el arrepentimiento y nos
quejamos diciendo: “me gasté la plata y no sé en qué”, ¿te suena familiar?
Quiero compartirte varios aspectos que puedes tener en cuenta para usar
adecuadamente el dinero:
No seas egoísta y compártelo con más personas, recuerda que la vida es recíproca,
lo que tu das vuelve, incluso multiplicado.
Controla la emoción cada que recibas dinero, preferiblemente no lo uses
inmediatamente, deja que pase un día para que la emoción haya bajado.
Haz una lista de lo que necesitas para que lo inviertas adecuadamente y sepas
administrarlo.