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Este camino del guerrero, habla acerca de un código de ética que aplicaban los samuráis.
Contiene una serie de principios, pero sobre todo siete valores, que debían regir la conducta.
Se dice que se enseñaba a los miembros de la clase dirigente, desde muy temprana edad.
“Cualquiera puede introducirse en lo más reñido de la batalla y morir. Es fácil para un patán,
pero para un Guerrero samurái es verdadera decisión justa en la ecuanimidad, y un verdadero
valor saber vivir cuando ha de vivir, y morir cuando ha de morir”.
El camino del guerrero también es conocido con el nombre de código samurái. En este se
condensan principios del budismo, del confucianismo y de otras filosofías orientales. Aún sigue
siendo una valiosa guía para la vida.
Según el camino del guerrero, solo cuando se tiene coraje se puede ser libre. Es el coraje lo
que permite vivir plenamente, sin las ataduras que impone el miedo. Se necesita valor para
decidir actuar, especialmente para hacer grandes cosas.
El coraje no es arrojo ciego. Para que sea verdadero coraje debe estar acompañado por
la inteligencia y la fuerza. El miedo existe, pero no debemos dejarnos vencer por él. En lugar
de esto, debemos reemplazarlo por la precaución y el respeto. Así emergerá el verdadero
coraje.
2. Que nunca falte la cortesía
La cortesía es, ante todo, respeto y consideración por el otro, sin importar las
circunstancias. Esto significa no ser cruel, ni hacer demostraciones innecesarias de fuerza o
poder. Se trata de una virtud que muestra carácter y mucha fuerza interior.
La fortaleza y el poder que se tienen deben ser empleados en bien de todas las personas. Así
lo señala el camino del guerrero, que además insiste en el enorme valor que tiene la
solidaridad. Esta es una característica que adorna a la fuerza.
Dice el camino del guerrero que la justicia no tiene medias tintas. Según esta antigua
sabiduría, lo justo emana simplemente de definir lo que es correcto y diferenciarlo de lo que
no lo es. Lo correcto se premia y lo incorrecto se castiga.
Ser justo es buscar actuar siempre de la manera correcta. Esto no debe depender de lo que
digan los otros, sino de la propia persona. Cada quien sabe en su corazón qué es lo justo y qué
no. Solamente debe seguir esa luz que emana de sí mismo.
La lealtad es, sobre todo, lealtad con uno mismo. Capacidad para ser consecuente o
coherente. En esa medida, también es compromiso para responder por los actos y palabras. La
lealtad solo es propia de los más fuertes y nobles.
6. La palabra y la sinceridad
Para los samuráis la palabra tiene un inmenso valor. No se habla por hablar, ni se dice por
decir. Por eso en el camino del guerrero las palabras son totalmente equivalentes a los
actos. Cuando se dice algo es como si ya estuviera hecho.
En esta filosofía se elimina el valor de una promesa. Esta no es necesaria. Basta con decir que
se hará algo para comprometerse a hacerlo. Esto solo es posible para quienes son
completamente sinceros consigo mismos y con los demás.
Según el camino del guerrero, la virtud más grande de todas es el honor. Ser honorable
significa actuar con rectitud, sin importar las circunstancias. Cumplir con el deber y apegarse a
los valores, sin tomar en cuenta si esto es aprobado por otros o no.
El honor está asociado al respeto que se siente por uno mismo. Esto implica no permitirse
caer en comportamientos poco éticos o despreciables. Es tan importante el honor en esta
filosofía que si se pierde la única manera de recuperarlo es quitándose la vida.
Lo más interesante del camino del guerrero es que siendo un código ético tan antiguo, los
valores que promueve mantienen su vigencia. Muy distinto sería el mundo si en cada
conflicto, o en cada confrontación, aplicáramos esos valiosos principios de los guerreros
samuráis.