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Shu Ha Ri: la historia del samurái y sus

tres hijos
MARZO 19, 2018 / JOHNNY ORDÓÑEZ

“Shu Ha Ri” es uno de los conceptos más populares en el mundo ágil y es


utilizado comúnmente como analogía para describir las etapas de madurez en el
dominio de una técnica o maestría sobre algo.

Photo credit: Jim Barry


La interpretación más utilizada que he visto es: “Seguir la regla, adaptar la
regla, romper la regla”. En alguna ocasión, leí una interpretación de Ri
como: “Ser o convertirse en la regla”. Esta me gustó más. Todas estas
variaciones son muy utilizadas en actividades de trainning, mentoring, coaching,
comunidades, artículos, modelos de evaluación de equipos y roles ágiles, y otras
aplicaciones. Me atrevería a decir, que es conocido por todo agilista.
Sin embargo, -y con todo respeto- pienso que estas interpretaciones pueden ser
simplificaciones que limitan la comprensión de la esencia y el obtener el
beneficio del significado trascendente.

Para explicarme un poco mejor, permítanme compartir con Ustedes cómo


aprendí el concepto del Shu Ha Ri; gracias a la historia que me contó un gran
amigo y mentor japonés. Esta historia le fue contada por su abuelo cuando era
muy joven y me la narró de la siguiente forma:

“En la época del Japón feudal, había una vez una familia de un samurái con sus
tres hijos. Este samurái fue requerido para una misión que tardaría siete años. La
noche antes de partir, durante la cena; el samurái pidió a sus hijos que en su
ausencia nunca dejaran de practicar el arte de la espada y de honrar el código del
guerrero. Los tres hijos asintieron y juraron ante su padre. Siete años después, el
samuarái estuvo de regreso. Esa noche, durante la cena; el samuarái preguntó a
sus hijos si habían honrado el juramento que hicieron ante él al momento de su
partida. Todos asintieron y afirmaron haber honrado la promesa.
Antes de dormir, el samurái pensó: “¿de qué forma puedo darme cuenta que en
verdad han practicado y cumplido su promesa?”. Ideó una prueba que pondría en
marcha en la mañana siguiente. Amaneció, y muy temprano el samuarái preparó
la prueba. Colocó una cubeta de madera con agua en el filo superior de la shoji
(puerta deslizante japonesa), y él se sentó dentro de la habitación.
Entonces llamó a su hijo menor, quien esperaba junto a sus hermanos fuera de la
casa, con sus espadas en la cintura. Al abrir la puerta, la cubeta cayó a toda
velocidad. Golpeó la cabeza del hijo menor, pero antes de que cayera al
piso…este sacó la espada y la dividió en dos con mucha destreza. El samurái
hizo una reverencia ante su hijo. Luego, armó nuevamente la trampa y llamó a su
segundo hijo. Al abrir la puerta, la cubeta cayó a toda velocidad, el segundo hijo
se da cuenta, la esquiva…y antes de que cayera el suelo…desenvaina la espada y
parte la cubeta en dos. El samurái hizo una reverencia ante su hijo. Finalmente,
arma la trampa y llama a su hijo mayor. Al abrir la puerta, la cubeta cae a
velocidad; el hijo mayor se da cuenta…y levanta su mano para sostenerla en el
aire sin que cayera ni una gota de agua. El samurái hizo una reverencia ante su
hijo.”
– “Y eso es Johnny: Shu, Ha y Ri”…terminaba la historia mi amigo. Hasta aquí,
estaba algo atónito…tratando de descifrar la moraleja. No era claro para mí, de
qué forma esta historia se conjugaba con la concepción de Shu Ha Ri que tenía
en ese entonces. Al ver mi cara de confusión, mi amigo me dice:
– ¿Qué piensas? ¿te gustó la historia?.
– “Me encantó!”, le respondí, “…pero no logro comprender aún.”; y
posteriormente me hizo una reflexión que hasta hoy, considero uno de los
mejores regalos de que me han realizado.
“Shu Ha Ri” no se trata únicamente del dominio de la técnica. Se trata de la
consciencia de tu entorno y el manejo de tu energía. En el nivel más alto de
maestría, cabe la búsqueda de la más pequeña acción que genera el máximo
impacto posible utilizando el mínimo de energía, sin romper la armonía con tu
entorno. Acción sin acción, estar presente, ser consciente…más allá de la
destreza de la técnica.
En la historia, todos eran diestros en el uso de la espada; más, la diferencia entre
el hijo menor y el hijo mayor, es que este último sabía cuando usar la espada…y
lo más importante, cuando no usarla. Me decía también, que hay variaciones de
la misma historia pero con la temática de la ceremonia del té, escritura japonesa y
otras artes; y múltiples enseñanzas alrededor, por ejemplo: el orden en el que el
samuarái llama a sus hijos, hace referencia a que llegar a un nivel de consciencia
más profundo toma tiempo, y entre más viejo mejor usas tu energía…que es
difícil identificar a una persona en nivel Ri, y que por lo contrario de lo que se
pensaría, a mayor nivel de maestría, más quieto, más callado y más humilde se
vuelve la persona.

Gratamente asombrado y todavía con mi cabeza dando vueltas, le agradecí a mi


amigo. Esta reflexión sigue conmigo en cada paso de mi vida y mi carrera; y
espero sinceramente que les ayude en su proceso de crecimiento personal y el de
sus equipos.
Gracias por leer.

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