Está en la página 1de 3

Federico Antonio Castañaza Noguera

Carné 2377517
Antropología Teológica
Fe y Razón
Las dos grandes alas con las que el espíritu humano se eleva hacia la verdad

A principios del siglo pasado, la gran mayoría de los científicos asumió que el universo no tenía ni
principio ni fin. Esto creaba ciertas paradojas, por ejemplo, como lograba el universo permanecer
estable sin colapsar sobre sí mismo debido a la fuerza de la gravedad.

Otras teorías proponían la alternativa de un universo que hubiera comenzado en un momento en


particular y que luego se hubiera expandido al estado presente. Quien presentó una serie de datos
experimentales que confirmaban seriamente esta hipótesis fue Edwin Hubble en 1929. Dicha
información proporcionada por Hubble, fruto de sus experimentos, mostraba la velocidad a la que
las galaxias vecinas se alejan de la nuestra. Mirara hacia donde mirara, la luz de las galaxias sugería
que se estaban alejando de la Vía Láctea.

Si todo el universo se está alejando, al hacer retroceder el tiempo, podríamos concluir lógicamente
que en algún momento todas las galaxias se encontraban juntas en una entidad increíblemente
masiva. Lo anterior ha llevado a la gran mayoría de físicos y cosmólogos a la conclusión de que el
universo empezó en un solo momento, ahora comúnmente referido como el Big Bang. Los cálculos
elaborados por los científicos, considerando la velocidad en que las galaxias se alejan, sugieren que
este evento ocurrió hace aproximadamente catorce mil millones de años.

En 1965 Arno Penzias y Robert Wilson captaron accidentalmente la radiación emanada de a


aquella Gran Explosión. Con base a esta y a otras observaciones los científicos están de acuerdo en
que el universo comenzó como un punto de energía pura infinitamente denso y sin dimensiones.

Los científicos no han sido capaces de interpretar los sucesos ocurridos en el propio momento de
la Gran Explosión. Únicamente son capaces de realizar modelos de predicción a partir del
momento 10 después del Big Bang (un Planck =
0.00000000000000000000000000000000000000000001 de segundo). Todas las matemáticas y
leyes de la física se viene abajo al tratar de explicar el momento justo de esta inimaginable
explosión (T=0)
Federico Antonio Castañaza Noguera
Carné 2377517
Antropología Teológica
Lo expuesto anteriormente apoya el “Argumento Cosmológico”, el cual se formula de la siguiente
manera:

1. Todo lo que comienza a existir tiene una causa


2. El universo comenzó a existir
3. Por tanto, el universo tiene una causa.

Todo lo que comienza a existir tiene una causa: Nada puede saltar a la existencia sin una
causa. Si eso fuera posible ¿porque no lo vemos suceder ante nuestros ojos todo el tiempo?
Si algo comienza a existir debe tener una causa. La experiencia cotidiana y la evidencia
científica confirman esta primera premisa.

El universo comenzó a existir: La respuesta a esta proposición la hemos expuesto en el


apartado inicial de este ensayo. La ciencia demuestra que el universo ha comenzado a
existir en un momento preciso, el Big Bang. Otro dato que podríamos agregar para reforzar
la teoría de un “universo con un inicio” nos la da la Segunda Ley de la Termodinámica: ésta
nos dice que el universo se está quedando sin energía usable. Si el universo hubiese
existido por siempre, en lugar de haber nacido a la existencia en un momento preciso, ya se
hubiera quedado sin energía usable.

Por tanto, el universo tiene una causa: El universo no se puede causar a si mismo. Su Causa
debe estar más allá del universo espacio-tiempo. Esa Causa debe ser:

• Sin límite de tiempo (atemporal)


• Inmaterial
• No causada
• Inimaginablemente poderosa

Las características antes referidas de la Causa causante del universo se ajustan a lo que los
cristianos llamamos... Dios.

La existencia del Big Bang demuestra los límites de la ciencia como ningún otro fenómeno lo había
hecho antes. La sensación de sobrecogimiento que provoca esta teoría ha hecho que varios
científicos gnósticos suenen realmente teológicos. El astrofísico Robert Jastrow, en su libro Dios y
los Astrónomos, citando a C.S. Lewis, escribió: “En este momento parece que la ciencia nunca
podrá levantar la cortina sobre el misterio de la creación. Para el científico que ha vivido de su fe
en el poder de la razón, la historia termina como una pesadilla. Ha trepado por las montañas de
la ignorancia, está a punto de conquistar el pico más alto, y conforme se encarama sobre la
última roca, le da la bienvenida un grupo de teólogos que llevan ahí sentados durante siglos.”

De igual manera el mismo Jastrow en su obra expresa: “Ahora vemos como la evidencia
astronómica lleva a una concepción bíblica sobre el origen del mundo. Los detalles difieren, pero
los elementos esenciales y los relatos de la astronomía y de la Biblia sobre el Génesis son lo mismo;
la cadena de hechos que lleva al hombre comenzó repentina y agudamente en un momento
definido en el tiempo, en un relámpago violentísimo de luz y energía.”

Partiendo de la teoría del Big Bang, el hombre ha descubierto un numero de fascinantes


Federico Antonio Castañaza Noguera
Carné 2377517
Antropología Teológica
coincidencias aparentes sobre el mundo natural, las cuales han intrigado por igual a científicos y
teólogos, los cuales le han denominado “El Ajuste Fino”, el cual hace referencia a que todo el
universo tiene justa, exacta e impresionantemente las propiedades adecuadas que permiten la
vida. Es más, las probabilidades de existencia de un universo que NO permita la vida son
muchísimo más grandes que la de un universo que sea favorable para la vida.

El ateo Stephen Hawking, en su libro Una breve historia del tiempo, escribe en relación a la
improbabilidad de que surgiera un universo como el nuestro: “Seria muy difícil de explicar por qué
el universo tendría que haberse iniciada precisamente de ese modo, excepto como un acto de un
Dios con la intención de crear seres como nosotros”

Así también el científico de origen alemán Arno Penzias, ya antes citado (Novel de Física en 1978
por su descubrimiento de la radiación cósmica de fondo de microondas), dice: “Los mejores datos
que tenemos (sobre el origen universo) son exactamente los mismos que yo hubiera predicho, si no
hubiera tenido más en que basarme que en los cinco libros de Moisés, los Salmos y la Biblia en
general”

Es posible que cuando Penzias dijo estas palabras estuviera pensando en lo dicho por el Rey David:
“Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el
hombre para que de él te acuerdes?” Sal. 8,4-5

Claramente, la concepción científica no es enteramente suficiente para responder todas las


intrigantes preguntas sobre el origen del universo, y no hay nada inherentemente en conflicto
entre la idea de un Dios creador y lo que la ciencia ha revelado.

Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento; el día al día
comunica el mensaje, y la noche a la noche transmite la noticia. Sal. 19,2-3

Bibliografía
• F. Collins, ¿Cómo habla Dios?. La evidencia científica de la fe (Simon &
Schuster, septiembre 2006)
• S. Hawking. Una breve historia del tiempo (Nueva York: Bantman Press,
1998)
• R. Jastrow, Dios y los astrónomos (Nueva York: W.W. Norton, 1992)
• Penzias citado por M. Browner, Pistas hacia el universo. Origen
esperado, New York Times, marzo 12, 1978

También podría gustarte