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RESUMEN DEL LIBRO

Karen Horney
La personalidad neurótica de nuestro tiempo

INTRODUCCIÓN

La literatura psicoanalítica, se definen las neurosis como «desviaciones del patrón normal
de conducta». Característico de la personalidad neurótica es el de presentar cierta rigidez en
las reacciones, así como una abierta discrepancia entre las capacidades y las realizaciones.
El neurótico es una persona que siempre sufre, y ello es producto de un rasgo común a todo
tipo de conflicto neurótico, y que es el de la angustia y las consiguientes defensas que se
erigen contra ella. Por último, otra característica de la personalidad neurótica es la de su
escisión en tendencias antitéticas, lo cual origina un permanente conflicto, casi siempre
inconsciente, y para el que nunca se halla solución satisfactoria.

Este conjunto de rasgos, que Horney analiza en el presente libro detalladamente, hace que
se pueda hablar de una auténtica «personalidad neurótica de nuestro tiempo», es decir, de
una personalidad enferma que, más allá de las singularidades de su conflicto personal, es
homologable en virtud de unas «similitudes básicas». Estas, indudablemente, vienen
producidas por las peculiares dificultades de nuestra época y de nuestra cultura.

La relación fundamental entre neurosis y cultura que Karen Horney sostiene ha entrañado,
como se decía más arriba, una «revisión» de las teorías de Freud en algunos aspectos de
gran importancia. Al enfatizar el carácter cultural y, en consecuencia, actual de las neurosis,
Horney ha cercenado la orientación biológica del psicoanálisis freudiano, basado, como es
sabido, en el principio del placer y en la idea de que la psique humana se halla gobernada
por ocultos mecanismos de tipo inconsciente.

De idéntica manera se desprende de las teorías de Horney un rechazo de la teoría freudiana


de la libido, fundamentada en una consideración genética que otorga una importancia
trascendental al papel de la sexualidad infantil en la posterior conformación de una
neurosis, así como una concepción del inconsciente que pierde su primacía en beneficio del
yo. Así, para Horney, más que de un fondo de impulsos destructivos, cabe hablar de un
bloqueo del desarrollo de la personalidad, por el cual se generan en ésta instancias
destructoras. En fin, Karen Horney no acepta la idea de Freud de una naturaleza humana
biológicamente determinada, ni tampoco el carácter teóricamente inalterable de
constelaciones como la del complejo de Edipo. Lo fundamental, para esta psicoanalista
norteamericana de origen alemán, es la plasticidad de, la psique humana, y el hecho de que
está sujeta a un proceso incesante de interacción con el medio ambiente sociocultural.

PROLOGO

 Del neurótico que vive entre nosotros, con todos los conflictos que realmente le
conmueven, con todas sus angustias, sus sufrimientos y las múltiples dificultades
que encuentra en sus relaciones con los demás y consigo mismo.
 Las neurosis surgen de experiencias infantiles precoces. / sino, también, por las
condiciones específicas de la cultura en que vivimos
 Aunque las experiencias de la infancia originan las condiciones determinantes de la
neurosis, no constituyen, sin embargo, las únicas causas de los trastornos que
sobrevienen más tarde.

CAPITULO 1: SIGNIFICADO CULTURAL Y PSICOLÓGICO DE LAS


NEUROSIS

Freud sostuvo con energía -en'la teoría y, aún más, en la práctica- que no es factible
penetrar una neurosis sin conocer en detalle las circunstancias de la vida individual y, en
particular, las influencias moldeadoras del afecto que el niño recibe en la temprana
infancia.

Freud acepta que las tendencias instintivas o las relaciones objetales más frecuentes en
nuestra cultura (como las frases «pregenitales» biológicamente establecidas y el complejo
de Edipo), están biológicamente determinadas por la «naturaleza humana» o son producto
de situaciones inalterables.

la neurosis implica una desviación de la normalidad, criterio en verdad muy importante,


aunque insuficiente para resolver el problema. Existen dos características que nos es dable
apreciar
en cualquier neurosis, sin necesidad de conocer íntimamente la estructura de la
personalidad: primero, cierta rigidez en las reacciones, y segundo, una estimable
discrepancia entre las capacidades del individuo y sus realizaciones.

Es menester explicar mejor ambas características. Por «rigidez de las reacciones»


entendemos la ausencia de la flexibilidad que nos permite reaccionar de diversa manera
frente a diferentes situaciones. En otras palabras, el neurótico tiene la impresión de que él
mismo es un obstáculo en su propio camino. En general, es éste el método que hemos
seguido al indicar que el temor y la defensa constituyen uno de los centros dinámicos de la
neurosis

Hay todavía otra característica esencial de las neurosis: la presencia de tendencias en


conflicto, de cuya existencia, o por lo menos de cuyo contenido preciso el mismo neurótico
no se percata y ante las cuales automáticamente procura alcanzar ciertas soluciones de
compromiso. Esta última característica es la que bajo diversas formas Freud ha destacado
como elemento indispensable dulas neurosis.

Resumiendo estas consideraciones, todavía no podríamos suministrar una definición


concisa de la neurosis, aunque atinamos a discribirla: la neurosis es un trastorno psíquico
producido por temores, por defensas contra los mismos y por intentos de establecer
soluciones de compromiso entre las tendencias en conflicto. Debido a razones prácticas,
sólo conviene llamar «neurosis» a este trastorno cuando se aparta de ta norma vigente en la
cultura respectiva.

CAP 2: FUNDAMENTOS DE LA «PERSONALIDAD NEURÓTICA DE NUESTRO


TIEMPO»

LA MANERA EN LA NEUROSIS AFECTA LA PEROSNALIDAD


plantear la cuestión de si los neuróticos de hoy tienen en común rasgos tan esenciales como
para
permitirnos hablar de una «personalidad neurótica de nuestro tiempo».

Al hablar de neurosis nos referimos a las neurosis de carácter, es decir, a aquellas


condiciones que, si bien pueden presentar un cuadro sintomático exactamente igual al de las
neurosis situacionales, contienen también el trastorno básico de la deformación del
carácter12. Resultan de un insidioso proceso crónico que por lo general comienza en la
infancia y llega a afectar, con mayor o menor intensidad, sectores más o menos amplios de
la personalidad. Así, al hablar de una personalidad neurótica de nuestro tiempo no sólo
queremos decir que existen neuróticos con peculiaridades esenciales comunes a todos ellos,
sino también que estas similitudes básicas son, esencialmente, producto de las dificultades
que reinan. en nuestro tiempo y en nuestra cultura.

Las actitudes así observables pueden clasificarse a grandes rasgos de esta manera: primero,
actitudes frente al'dar y recibir cariño; segundo, actitudes frente a la valoración de sí
mismo; tercero, actitudes frente al problema de la autoafirmación; cuarto, la agresividad;
quinto, la
sexualidad.
1. En cuanto a las primeras, uno de los rasgos predominantes de los neuróticos de
nuestro tiempo es su excesiva dependencia de la aprobación o del cariño del
prójimo. Todos deseamos ser queridos y sentirnos apreciados, pero en los
neuróticos la dependencia del afecto o de la aprobación resulta desmesurada si se la
coteja con la importancia real que los demás le conceden en su existencia.
2. La inseguridad interior, expresada en esta dependencia de los demás, constituye el
segundo rasgo que llama la atención al observar aun ligeramente al neurótico. Jamás
faltan en él los característicos sentimientos de inferioridad y de inadecuación, que
pueden manifestarse en una serie de formas tal como la idea de incompetencia, de
estupidez, de fealdad, etc, y que podrán subsistir aunque no posean ningún
fundamento en la realidad.
3. El tercer grupo de actitudes, las que atañen a la autoafirmación, implica inhibiciones
manifiestas. En este sentido, los neuróticos revelan una amplia serie de inhibiciones.
En efecto, están inhibidos para expresar sus deseos o para pedir algo, para hacer
cualquier cosa en su propio interés, para expresar opiniones o críticas justificadas,
dar órdenes, seleccionar las personas con quienes desean relacionarse, establecer
nexos, con los demás, y así sucesivamente. También presentan inhibiciones frente a
lo que cabría llamar «imposición de sí mismo», pues suelen ser incapaces de
defenderse contra los ataques ajenos o de decir «no».
4. En el cuarto grupo de dificultades, el relativo a la agresividad, incluimos aquellos
actos que, a diferencia de los autoafirmativos, se dirigen evidentemente contra
alguien, expresando una conducta de ataque, ofensa, intrusión o cualquier otra
disposición hostil. Los trastornos de esta índole se manifiestan de dos maneras por
completo distintas. Una de ellas es la propensión a ser agresivo, dominador y
sobremanera exigente; a mandar, engañar o criticar.
5. Las peculiaridades del quinto tipo, las de la esfera sexual, pueden clasificarse en
forma somera como deseos compulsivos de tener actividades sexuales, o bien como
inhibiciones frente a éstas. Tales inhibiciones son susceptibles de manifestarse en
cualquiera de las etapas conducentes a la satisfacción sexual, expresándose ya ante
la mera aproximación de alguna persona del sexo opuesto, en el galanteo, en las
ropias funciones sexuales o en el goce que éstas proporcionan normalmente. Todas
las particularidades descriptas en los grupos precedentes se traducen asimismo en
las actitudes sexuales.

CAP 3: LA ANGUSTIA
La angustia es el núcleo dinámico de las neurosis

Hablamos de angustia, por ejemplo, cuando una madre teme que su hijo se muera porque le ha
brotado un granito en la cara o porque sufre un ligero resfrío; pero si está atemorizada porque el
niño sufre una grave enfermedad, llamamos miedo a su reacción. Si alguien se atemoriza al
encontrarse a cierta altura o cuando debe discutir un tema que conoce perfectamente, calificamos
su reacción de angustia; mas si ese mismo temor se presenta al perderse en las montañas durante
una tormenta de nieve. tenderíamos a denominarlo miedo. Con lo dicho ya tenemos una distinción
simple y neta: el miedo sería una reacción, proporcionada al peligro que se debe encarar, mientras
la angustia es una reacción desproporcionada al peligro, o inclusive una reacción ante riesgos
imaginarios15.
Es decir: El miedo y la angustia son, ambos, reacciones proporcionales al peligro, pero en el caso
del miedo el peligro es evidente y objetivo, en tanto que en el de la angustia es oculto y subjetivo.

Nuestra cultura nos ofrece cuatro vías principales para escapar a la angustia: racionalizarla,
negarla, narcotizarla o evitar toda idea, sentimiento, impulso o situación capaz de despertarla.

1. El primero de estos métodos -la racionalización- es el mejor recurso para eludir toda
responsabilidad. Estriba en convertir la angustia en un temor racional. Si pasásemos por
alto el valor psíquico de tal desplazamiento, nos sería dable suponer que con él no ha
cambiado mucho.
2. El segundo recurso para escapar a la angustia consiste en negar su existencia. En
realidad, nada se hace con ella en tales casos, excepto negarla, es decir, excluirla de la
conciencia. Lo único que entonces se exterioriza de la angustia son sus concomitancias
somáticas, o sea el temblor, el sudor, la taquicardia, las sensaciones de sofocación, la
frecuente necesidad de orinar, la diarrea, los vómitos y, en la esfera mental, una sensación
de inquietud, de ser impulsado o paralizado por algo desconocido.

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