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La Costa en General Pueyrredon durante 2011

GB, diciembre 2011

El 2011 no se destacará en el Partido de General Pueyrredon por ser el mejor año en cuanto al
manejo costero. Proyectos faraónicos e indefinidos, destrucción de zonas protegidas,
indefiniciones sobre políticas públicas y desconocimiento de cualquier forma de participación
pública fueron las notas dominantes en el año.

Usando un simple método geográfico como es recorrer de Norte a Sur la ribera del Partido,
intentaremos ver los aspectos positivos y negativos de la costa marplatense. Aquí vamos:

En el Norte, entre Mar del Plata y Santa Clara, se realizó una ruta de doble vía que resuelve un
problema que viene desde hace tiempo, como es el incremento del tránsito automotor entre ambas
ciudades, si bien queda sin resolver del todo la accesibilidad de la gente a la playa, produciendo un
corte entre la costa y los barrios costeros que no está bien resuelto en casi ninguna parte de la
ciudad. Entre los puntos favorables de este emprendimiento cabe citarse la construcción de una
bicisenda que habilita el tránsito por este medio inaugurando un interesante paseo para deportistas y
paseantes. También es importante decir que esta bicisenda fue construida a pedido e iniciativa de
una ONG: al Estado no se le había ocurrido

En nuestra marcha hacia el Sur, aparece otra deuda pendiente cuya solución sigue retrasándose: el
Emisario Submarino, que debía estar terminado para febrero 2012, volvió a encontrarse con
problemas técnicos en el enterrado del caño en sí, lo que hubiera aconsejado menos soberbia en la
dirección de OSSE cuando menospreció la solución de la anterior gestión, vistas las dificultades que
también encuentra ésta. Lo cierto es que pasaremos otro verano con una contaminación costera que
si bien, según la mayoría de los indicios, no es grave, cuando el viento sopla del norte acarrea
problemas sanitarios a esta zona de balnearios de la ciudad.

Lo que sí es grave en ese aspecto es la ausencia de una política pública de OSSE que informe, de
ser posible a diario, el estado de las playas con respecto a la contaminación para que sea decisión
del usuario meterse o no en el mar. La falsa disyuntiva entre informar y espantar al turista u ocultar
la información corriendo el riesgo de enfermedades hace acordar a las mercantiles especulaciones
de la famosa película “Tiburón”, uno de los primeros clásicos de Spielberg, cuando las autoridades
ocultaban la presencia del animal para evitar huida de veraneantes. Recordemos que la película
terminaba mal tanto para las turistas como para los empresarios de esa ciudad imaginada…

Fue buena noticia de este año que la Provincia, a pedido de la MGP había expropiado 187 hectáreas
frente a la planta de pretratamiento de efluentes cloacales. De esta manera OSSE tiene la
posibilidad de encarar en el futuro un tratamiento más completo de los residuos cloacales de la
ciudad.

Los Balnearios del norte de la ciudad siguen en un estado de precariedad material, cuyo mayor
evidencia es la carencia de accesos dignos hasta el nivel del mar. No solamente personas mayores o
niños, aún personas atléticas como los surfers tiene problemas para bajar escaleras burdamente
talladas en el barranco, rampas que son restos de las obras de escolleras o directamente saltar el
desnivel hasta llegar a la arena, que además no se limpia o rastrilla en todo el verano. La carencia de
un buen sistema de cestos de residuos completa el cuadro, que la buena voluntad de los guardavidas
no alcanza a cubrir, a pesar de que hacen muchas cosas que exceden sus obligaciones.

La construcción del Museo de Arte Contemporáneo en la Costa y Florisbelo Acosta genera también
algunas dudas. Por un lado, se parceló inútilmente un predio de más de cuatro manzanas, abriendo
calles que, en vez de agilizar el tránsito urbano, entorpecen el funcionamiento de la avenida

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costanera, y perdiendo un espacio público abierto tradicional, la “canchita de los Bomberos”, que
servía de predio de futbol informal para centenares de chicos de toda la zona norte. Y se dijo que en
el resto del predio irían viviendas, sin aclarar de qué tipo, si serían de interés social, etc. Por otro
lado, el proyecto que ganó el concurso preveía una plataforma que se extendía hasta la playa, y eso
fue parte de la propuesta que le hizo ganar el concurso, sin embargo no se ve como se materializaría
esa idea.

Entre Constitución y Libertad, han surgido una serie de edificios que se caracterizan por su dispar
cantidad de pisos. Existiendo una ordenanza, el Código de Ordenamiento Territorial, que claramente
define para cada zona un plano límite (es decir, en palabras comunes, una altura máxima) esta
disparidad solamente se entiende como excepciones, muchas veces dudosas, otorgadas por Obras
Privadas de la Municipalidad, o como un caso de “vista gorda” de los inspectores. Cuando esa
excepción se trata de uno o dos pisos de más, se está hablando de una plusvalía de millones de
pesos que gana la empresa constructora, a costa del desdibujamiento del tejido urbano y del
aumento del cono de sombra.

Siguiendo nuestro camino hacia el sur, hay un trayecto costero –aproximadamente entre el asilo
Unzué y la calle Ayacucho- en el cual se suma una vereda que se estrecha hasta llegar a casi un
metro de ancho, con un parapeto de piedra en mal estado y muy bajo –unos 50 cm- y una barranca
de más de 10 metros, que lo hacen una combinación fatal y donde es muy raro que no haya habido
hasta ahora más accidentes fatales. Es indispensable, por la cantidad de tránsito de peatones,
ciclistas y patinadores que ese sector aumente la seguridad ante caídas. Una primera solución sería
una simple baranda.

Un problema irresuelto en esta zona son los pluviales que tiran su agua directamente a la playa en
esta zona. Se habló de que según la Evaluación de Impacto Ambiental presentada ex-post, deberían
hacerse obras complementarias a las escolleras (básicamente prolongar el emisario de los pluviales
por la escollera hasta desembocar en mar abierto) pero no se perciben mejorías en ese aspecto. En
algunos lugares en particular (Estrada y la costa, Constitución y la costa) estos pluviales generan
una “piletita” en la arena, con agua en pésimas condiciones bacteriológicas, que es usada
imprudentemente por niños y adultos, y ni siquiera existe un cartel de advertencia sobre sus
peligros.

Las playas de La Perla tienen buen estado de mantenimiento, pero parecería, en una observación
primaria, que cada vez hay menos espacio público y mayor cantidad aprovechada por los
concesionarios. El proyecto de Clorindo Testa, que en su momento suscitó bastantes críticas, parece
haber superado bastante bien la prueba del tiempo y hoy, a casi 30 años de su construcción, se
encuentra en buen uso y aceptable estado de mantenimiento. Durante 2011 se hicieron varios
anuncios mediáticos sobre una remodelación de los balnearios que contemplaría también a la Plaza
España, pero como parte de esta política actual de ignorar la participación social, nunca se dieron
precisiones al respecto. Una pequeña mejoría en Plaza España fue la implantación de juegos para
hacer gimnasia sobre la vereda.

El balneario de Punta Iglesias continúa en construcción a la fecha de confección de este informe,


pero parecería que arquitectónicamente es mejor que el anteriormente existente. Habrá que ver si se
recupera espacio público o es nuevamente un avance del espacio pago.

En el Centro, sobre San Martín y la Costa, apareció este año una pista pública de skate que es un
buen intento de mejorar un espacio degradado, además de permitir el acceso gratuito a un uso cada
vez más popular. Es interesante destacar que se trabajó sobre una demanda social existente, visible
en muchos lugares de la ciudad, y se le dio un adecuado marco físico. Dado el tamaño del
emprendimiento (el segundo de Latinoamérica, según la publicidad oficial) debería complementarse

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con un dispensario médico de primeros auxilios, ya que los accidentes en pistas de este tipo son
frecuentes y lo existente posiblemente no alcance a cubrir la demanda, ni en cantidad ni en
horarios.

Avanzando hacia el sur, sigue el eterno aprovechamiento abusivo del Hotel Provincial sobre playas
y espacios públicos, una historia que no vale la pena detallar por vieja conocida, pero que alguna
vez un gobierno municipal con valor y sin compromisos deberá encarar

En la zona de Varese han aparecido una serie de construcciones que cubren un gran porcentaje de la
barranca, que se había recuperado como espacio público en años pasado, en un proceso que no
solamente implica privatización del espacio que es de todo sino una intervención paisajística que,
dada su magnitud, debería haberse por lo menos citado a Audiencia Pública u otro mecanismo de
participación social. Viendo desde otros sitios de la costa, por ejemplo desde el Norte, esta barranca,
se observa la magnitud de la afectación al paisaje natural.

En Playa Chica, el anuncio de tres grandes torres de viviendas diseñadas por el estudio de César
Pelli muestra, de nuevo, todas las peores características de la gestión urbanística actual. Sin que se
brinde información precisa –como se sabe, es el primer elemento indispensable para la participación
pública- se habló de la construcción de unos edificios que excederían la altura máxima permitida,
permiso que se le daría a cambio de que el estudio presente un proyecto de remodelación del paseo
costero de Playa Chica. Aquí la suma de los desaciertos hace creíble la hipótesis popular de que al
estudio de Pelli le dieron estas torres a cambios de otro desaguisado, como fue el irregular proceso
de adjudicación del predio de la vieja Terminal en Alberti y Las Heras. Entre los errores más
notorios está el confundir compensación urbanística con monetaria, remodelar un paseo costero
como Playa Chica que ya funciona bien con lo que tiene, demolición de edificios que son parte del
patrimonio histórico, y lo peor, no informar de la realidad del proyecto, con lo cual la participación
de actores sociales como la Universidad, los Colegios profesionales u ONGs como Procostas
solamente pueden opinar sobre trascendidos. Ocultar información siempre favorece a los negocios
oscuros. No se conoce Evaluación de Impacto Ambiental para este proyecto

Llegando a Playa Grande, una buena noticia generada en el 2010 se transformó en una burla durante
el 2011. En el nuevo pliego de licitación de los balnearios de Playa Grande que salió durante el año
pasado, se incluía, por primera vez, consideraciones ambientales que debían cumplir los
concesionarios. Estas premisas, si bien eran perfectibles, se constituían en un gran avance hacia un
manejo costero integrado que incluyera los aspectos ambientales. Sin embargo, y a contrapelo de
esas consideraciones ambientales, durante 2011 se agregó un Balneario Cero contra la Escollera
Norte, que no sólo destruye e invade el espacio de playa pública sino que constructivamente es una
enorme masa de hormigón, un proyecto que, de nuevo, se realizó a dedo y sin respetar ninguna de
las premisas ambientales que, saludablemente, están tomando otras localidades costeras de la
Provincia. Tampoco se conoce Evaluación de Impacto Ambiental del proyecto, contrariando la ley
Nacional de presupuestos mínimos ambientales y la ley provincial 11.723. Ni siquiera el gobierno
conservador de la “década infame”, que en 1938 construyó los Balnearios de Playa Grande, había
avasallado con tal impunidad el espacio público.

Seguimos avanzando hacia el Sur y aparece otro proyecto construido sin la más minima consulta
pública y, según indican todas las apariencias, desproporcionado en su relación costo/beneficio para
la ciudad: la Terminal de Cruceros. Aunque se desconoce el costo total de dicho emprendimiento, se
estima en varios millones de pesos, y es sabido que el pasajero de esos cruceros rara vez
desembarca en la ciudad, a lo sumo consume en la propia Terminal, con negocios que pertenecen o
pagan a la empresa internacional de transporte, con lo cual no hay ingreso de divisas a la región.
Distinto sería si se hubiera planificado un complejo que incluyera, por ejemplo, un servicio de
transporte para realizar turismo rural o algo que complementara la oferta. Urbanísticamente, usar un

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espacio costero en esa escollera ha despertado quejas por los inconvenientes en la operatividad de
las otras actividades portuarias. Otro aspecto negativo se vuelve a relacionar con la falta de
concurso público para el proyecto de arquitectura. Y por último, el escaso calado del puerto
marplatense imposibilita, según algunos observadores, la entrada de una cantidad importante de
cruceros. De nuevo, no conoce públicamente la existencia de una Evaluación de Impacto Ambiental
al respecto.

El traslado de los locales nocturnos de la zona de Alem es otra muestra de las inconsistencias en la
planificación urbana de la ciudad: a pesar de una Audiencia Pública en la cual TODOS los actores
sociales intervinientes, incluidos los vecinos de Alem, manifestaron serias dudas sobre la viabilidad
y oportunidad del proyecto, se siguió adelante con el mismo. Primero se contrató y pagó a un
estudio de arquitectura para que realizara el proyecto del megaemprendimiento, (incluso se presentó
la maqueta) luego, ante las protestas del Colegio de Arquitectos, se llamó a un Concurso público de
proyectos a sustanciarse en el año 2012. Cabe remarcar que todo el pueblo, a través de nuestros
impuestos, estaríamos pagando dos veces el proyecto: la primera vez, fallida y entre neblinas, la
segunda vez, en el concurso. Y no es poca plata. A eso hay que agregarle la absoluta ignorancia de
los problemas urbanísticos y de operatividad portuaria que acarrearía el proyecto, y la inexistencia
de una Evaluación de Impacto Ambiental que le de sustentabilidad.

La construcción de un Estadio del Club Aldosivi sobre la Reserva Natural del Puerto sigue
mostrando el desprecio de Provincia y Municipio hacia el ambiente. A través de una Ley
Provincial, se le cedió a Aldosivi un predio para realizar múltiples actividades, incluido al
construcción de un estadio. A esa legitimidad de origen se le comenzaron a contraponer
irregularidades, como la no presentación del respectivo proyecto de construcción en la
Municipalidad, la inexistencia de una EIA y el desconocimiento de los amparos para paralizar la
construcción. La OPDS entró (tarde) a dar una opinión que es negativa hacia el proyecto, casi
postmorten con respecto a la Reserva. Los problemas circulatorios y viales que acarreará un Estadio
en una zona ya de por si conflictiva son de proporciones. La violencia de gente que se identifica
como barrasbravas del legendario Club portuario es un dato que mancha la trayectoria de Aldosivi
además de agregar otro elemento al problema. Pega el que sabe que no tiene la razón

Una ironía de este tema es que si no hubiera sido por la tenaz defensa del predio por parte de la
Fundación durante los últimos 15 años, hoy no existiría la Reserva, que hubiera sido ocupada muy
probablemente por industrias, y Aldosivi no podría haber utilizado el espacio, ni siquiera
respetando la ley.

En el Barrio de Punta Mogotes hubo durante este año varios proyectos de ordenanzas para permitir
la construcción de edificios más altos sobre la costa. Aquí, si bien no hay problemas de “cono de
sombra” debido a la existencia de una amplia autopista costera, sí podría haber serios problemas de
abastecimiento de servicios, sobre todo agua potable. Existe incluso un edificio que suscitó
polémicas mediáticas por su dudosa aprobación. Aquí se suman dos problemas, al igual que en toda
la costa: la inexistencia de un Plan de Ordenamiento Territorial claro, que contemple variables
ambientales y el no cumplimiento estricto de las normas existentes.

Los vecinos del Sur, pasando Punta Mogotes, se han manifestado varias veces durante 2011 en
contra del creciente proceso de privatización de esas playas, y la falta de accesos públicos a la
misma, además de los continuos hostigamientos a las personas que intentan utilizar la playa que es
de todos. También hay serios problemas con la destrucción de la barranca efectuada en algunos
sectores, debido a los trabajos de las cuestionadas escolleras y piedraplenes. Los balnearios públicos
más al sur de los balnearios más “selectos” son un muestrario increíble de todas las formas posibles
de accidentarse: hierros retorcidos de viejas construcciones, escaleras de difícil acceso, maderas en
mal estado.

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En suma, como decíamos al principio, el panorama no es prometedor. La tónica general es la
disminución constante de los espacios públicos, la ausencia de planificación y la falta de
transparencia en todos los procesos de licitación, adjudicación y construcción, lo que da lugar a las
peores sospechas.

Visto la complicidad por acción u omisión del Estado en la construcción de esta situación, y el
silencio de toda la oposición política, parecería que solo queda la indignación solitaria o el esfuerzo
conjunto de la sociedad civil para recuperar el espacio costero, nuestro espacio

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