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Universidad Pedagógica Nacional

Licenciatura en Filosofía
Investigación IV
Cristian Alejandro Sierra Forero Cód.:2011232040
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El pueblo no quiere (ÉTIENNE TASSIN)

El pueblo no quiere es una declaración en contra de la soberanía legitimada en la voluntad general de un


pueblo. Con lo cual, la soberanía fundamenta, que la voluntad o el querer general del pueblo es la
justificación que permite concebir al pueblo como soberano. Aquí la noción de soberano es entendida
como la validación que tiene un sujeto o varios al pertenecer a un deseo que se reconoce o satisface con
las leyes institucionales. Así, la soberanía pretende unificar al pueblo bajo una voluntad que elimine los
rasgos individuales o diferentes de la pluralidad. De ahí, que el mismo pueblo se convierta en un dictador
de la voluntad, y por consiguiente, en el punto que legitima la autocracia institucional.

Por su parte, Tassin retoma algunas nociones centrales de Hannah Arendt para confrontar la posición de
Resseau, a saber: el soberano no es el monarca, sino la voluntad general de un pueblo. Las nociones sobre
las que se sustentará Tassin son: el concepto de voluntad, libertad política, y libertad filosófica o
genealógica.

Tossein inicia mencionando la errada comprensión que tiene muchos acerca de que es lo político. Para
unos, política es el instrumento jurídico que les coacciona, es la máquina que utiliza a los hombres como
medios para propios fines o es solo sinónimo de dominación. Apelando a Arendt sostiene que la voluntad
es el origen de las democracias moderna, es decir el fundamento de las acciones políticas. En este sentido,
la relación entre voluntad, pueblo y soberanía se da en cuanto el querer constituye al pueblo como un
sujeto soberano, sujeto que mediante su voluntad crea una objetividad independiente para autoconstituirce
como soberano. En esta medida, el pueblo es soberano en cuanto se identifica generalmente con la
objetividad de su querer.

Sin embargo, Tussein niega la afirmación: el pueblo quiere. Al negarla, rompe la voluntad general que se
encaminaba hacia ese querer, abriendo la posibilidad de que los individuos no se identifiquen bajo una
única voluntad. Si un pueblo no quiere, la política no puede incumbir al sujeto, luego el sujeto no sería
soberano porque la significación política del pueblo no se reconoce en una voluntad de querer. Así, si el
pueblo no quiere va más allá del modo de operación de la voluntad general, pues visualiza la posibilidad
de que ningún sujeto colectivo puede constituirse como pueblo.

A este no querer, se le suma la pregunta de qué es la libertad. La libertad se concibe de dos modos: el
filosófico y el político. Por una parte, la libertad política es generada por la voluntad. La libertad filosófica
no se gobierna por el intelecto, ni por algún dictado de la voluntad. La voluntad de hacer no depende de
quien la dirige, sino es más un asunto de capacidad o de control sobre la misma. En este sentido, la
libertad política es la condición de posibilidad de producir y conservar espacios en donde pueda aparecer
la liberad. Por otro lado, la libertad filosófica es la producción de la voluntad en relación a la conciencia
de sí mismo para poder autodeterminarce.

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