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2018
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Índice
Introducción-------------------------------------------------3
Marco teórico---------------------------------------------------------7
Metodología-------------------------------------------------------------9
Desarrollo.
Conclusiones----------------------------------------------------------------------21
Referencias bibliográficas-------------------------------------------------------24
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El lugar del analista en la transferencia psicótica
Introducción
3
Estado del arte
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En lo que respecta la última enseñanza de Lacan, se considera pertinente
incluir algo con relación a la misma que estará ligada a la clínica de los nudos. El
fin de esta inclusión es el de mencionar el lugar del analista desde esta
perspectiva.
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La autora emplea el término “confines” haciendo referencia a ciertas formas de límite presente en
las psicosis, que no obedecen a la lógica fálica.
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El modo borromeo sería el de si se corta un redondel, se sueltan los demás.
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ese síntoma que se incluye dentro del análisis. Esta sería la manera de tratar
aquello traumático que se le impone al sujeto como S1 y el analista lo
acompañaría en un saber hacer, ofertando su presencia en cuerpo. Por lo tanto, el
tratamiento con pacientes psicóticos es posible si el analista está dispuesto a
dejarse tomar como sinthome, destituido subjetivamente siendo causa de su decir,
complementando el síntoma, y así le será dirigido y algo de él podría modificarse.
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Objetivos generales
Objetivos específicos
Marco teórico
3
Lacan suele poner en este seminario el término de forclusión en alemán: Verwerfung.
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significante y hace de carretera principal. Si el sujeto ante determinada situación
requiere servirse de este para responder, será donde se confronte con el agujero
de la no inscripción, lo que ocasionaría la entrada en la psicosis como
desencadenamiento. Por lo tanto, los retornos en lo real serán aquellos
fenómenos de los que padezca el psicótico, como es el caso de la alucinación.
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Metodología
9
Constitución subjetiva y psicosis
Tendralz (2016) utilizará la teoría de los conjuntos empleada por Miller para
explicar la constitución subjetiva desde Lacan. En principio existen dos conjuntos:
el del sujeto y el del lado del Otro, donde están los significantes. La intersección
de estos conjuntos se dará mediante la identificación del sujeto al S1, como el
significante que presta el Otro, siendo aquel que produzca la metáfora inaugural
de la constitución subjetiva. Por lo tanto, la primera operación refiere a la
alienación a los significantes del Otro; así Laznik y Lubián (2014) afirmarán que:
“El sujeto adviene en el campo del Otro (…) la existencia de un sujeto requiere de
la nominación del Otro” (p.88). Luego de esta nominación inicial como ineludible,
advendrá el momento en el que el sujeto, o bien quede coagulado a los
significantes del Otro o que tome la palabra como ser a cargo de sus propios
significantes. Esta cuestión conduce a la segunda operación que “Consiste en una
doble separación: por un lado, el sujeto se separa de los significantes del Otro, y
por otro, se separa de la posición de objeto que ocupo respecto del goce del Otro”
(Laznik y Lubián, 2012, p.4).
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Tanto en las psicosis como en las neurosis se produce la alienación a fin de
la inclusión del sujeto en el lenguaje. En cuanto a la separación, tiene lugar en las
neurosis y es allí donde se inscribe la pérdida de objeto ligada al deseo (Tendralz,
2016). Dado que impulsa la búsqueda incesante del objeto en el campo del Otro,
sosteniendo la ilusión de que es él quien lo posee. Es decir, el deseo se desplaza
metonímicamente entre los significantes, siendo inalcanzable e innombrable, lo
que funcionará como motor para emprender la búsqueda del objeto perdido que
cayó en la separación (Lombardi, 1999).
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respecto al objeto a y al sujeto psicótico, en este caso, con relación al campo de la
realidad, para lo cual se tomarán los aportes de Lombardi en su escrito Las
psicosis, a partir de la lectura que realiza del texto de Lacan De una cuestión
preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis de 1959.
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estructurales. Definen entonces la ‘tela’ estructural del psicótico” (p. 138). Se
trataría, entonces, de tomar aquello con lo que sí cuenta el paciente y trabajar a
partir de ello.
“Si se trata del perverso o del psicótico (…) para manejar la relación
transferencial, en efecto, tenemos que incluir en nosotros el a en cuestión, a
la manera de cuerpo extraño (…) ya que el objeto en tanto causa de su falta
le es absolutamente ajeno al sujeto que nos habla” (p.153).
Sería posible sustentar que el lugar del analista podría ser el de objeto a
causa, teniendo en cuenta que encarnar este semblante requiere de una maniobra
que estaría basada en incluir este objeto “a la manera cuerpo extraño”. En tanto
que, hay algo allí que el sujeto desconoce y esto puede ser situado a partir de
pensar la relación del sujeto con el objeto a. Dado que este no cayó como
resultado de la constitución subjetiva, por no darse la separación, “un objeto
recortado sí, no caído” (Leibson, 2015, p.34) y siendo él mismo quien lo porte. Al
respecto Lacan (1967) dirá que:
“Los hombres libres, los verdaderos, son precisamente los locos. No hay
demanda del a minúscula, su a minúscula, él lo tiene, es lo que él llama sus
voces (…) el a él lo tiene a su disposición (…) digamos que su causa en su
bolsillo” (p.19).
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del Otro. El lugar de objeto a como causa por fuera de sí mismo no es algo con lo
que el sujeto se haya encontrado y, entonces, es allí donde es posible pensar el
lugar del analista.
Si se retoma esta cita de Lacan, junto con la referencia del Seminario 10, el
analista encarnaría el lugar de objeto a causa que el psicótico tiene en su
posesión. Leibson (2015) con respecto a esto se interroga “¿Sería algo como
quedar metido en el ‘bolsillo del psicótico’?” (p.32). Siguiendo con lo expuesto por
este autor, es preciso que el psicótico tome al analista como destinatario de
aquello que tiene para decir “Debemos salir y destacarnos de esa Asamblea de los
Parlantes en la cual todos lo que son afectados por la palabra tienen igual
estatuto, para convertirnos en aquel que puede alojar un decir extranjero e
impropio” (p.65). Si la maniobra transferencial constaría en incluir ese a debería
presentarse algún motivo para que el psicótico se dirija al analista, haciéndose
causa de su decir y para ello es preciso alojar eso “extranjero”, tal vez de este
modo algo del orden de la transferencia podría instalarse.
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desalojando a la alucinación, como ese objeto intrusivo que se presenta al alcance
de su mano, sirviéndose del analista.
Para que el analista pueda soportar el lugar de objeto como causante del
trabajo del sujeto, se requiere de una destitución subjetiva. Es decir, que el propio
analista resigne su posición de sujeto para ser tomado como objeto causa. Esta
destitución se adquiere cada vez, en acto, en cada encuentro con el paciente:
“Preparado por su propio análisis, el analista para serlo, ha de admitir no ser
sujeto, sin por ello aniquilarse como ser hablante como ser deseante (…)”
(Lombardi, 2015, p.136). Este autor menciona además que, con ciertos pacientes,
entre ellos los psicóticos, serán más exigentes con esta posición transferencial del
partenaire analista. Dado que el sujeto psicótico aceptará al analista si él admite la
escucha de eso que no está dentro de lo habitual de la realidad compartida,
aquello en su decir que desestructura el lazo social, como lo inverosímil, lo
contradictorio, lo irónico, la presencia de neologismos, el despliegue del delirio y
alucinaciones. Se trataría de incluir ese fuera del discurso en análisis “Solo si el
analista admite salir de la realidad compartida, podrá volver al discurso analítico
acompañado por el loco, que es el hombre libre” (p.189)
Cabe mencionar, por último, que la posición del lugar de objeto a para el
analista, destinatario de aquello que tiene para decir el sujeto psicótico, no podría
llevarse a cabo sin “una sumisión completa (…) a las posiciones propiamente
subjetivas del enfermo” (Lacan, 1958, p.516).
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analista en dicha posición. Esto será abordado retomando lo trabajado sobre la
constitución subjetiva.
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el corte, algo del orden de la separación no acontecida en el sujeto psicótico y así,
caiga ese objeto, que sea cedido en cierto modo, para que se habilite un “hacer
allí como analistas”, a través de la introducción de un agujero. A partir de él se
emprendería un movimiento que provea una modificación en la posición subjetiva
del paciente, otorgando un alivio al padecer que implicaría quedar tan solo como
una marca, alienado a ese Otro del cual el sujeto psicótico es objeto de goce.
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que el sujeto psicótico le hace falta, un Otro agujereado al que pueda faltarle” (De
Battista, 2015, p.217).
Un modo de pensar este encarnar el agujero por parte del analista, podría
ser dejándose enseñar por el psicótico, situándose desde el lugar de no saber, lo
que se adicionaría a cómo promover que el analista sea tomado como destinatario
de lo que tiene para decir el sujeto acerca de su síntoma. Esta maniobra se
consideraría como una de las maneras en las que se puede redistribuir el goce
alrededor del agujero que oferta el analista y así, el sujeto encontraría una
localización del objeto a que adquiera otro estatuto de lo que en principio se
presentaba como estragante para el sujeto (Salinas, 2013).
Soler (1991) en “¿Qué lugar para el analista?” propone dos lugares donde
el analista puede intervenir, no siendo excluyentes entre sí. Por un lado, el de
testigo siliente, en el momento en que el analista sea convocado a responder
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como el Otro primordial, oráculo “es llamado a suplir con sus predicaciones el
vacío súbitamente percibido de la forclusión” (p.9). Frente a lo cual sería
conveniente que el analista se abstuviera de ocupar este lugar, dejando un vacío
donde se ubique la palabra del paciente, apuntando a la posición del propio sujeto.
Por otro lado, la de “orientador del goce”, dividiéndose en dos: la limitativa y la
positiva. En la primera, el analista asumiría el lugar de “Guardián del goce” como
significante ideal “Único elemento simbólico que, a falta de la ley paterna puede
construir una barrera al goce” (p.11). La segunda, positiva: aquí es donde se
tomarían en consideración aquellos puntos pesquisados en el sujeto que puedan
posibilitar algún tipo de estabilización, ligado al trabajo de las psicosis, incluyendo
al analista de por medio.
“El lugar del analista es el que sostiene el intervalo entre una y otra, la
posibilidad misma de que esas dos líneas no se colapsen una sobre la otra.
Es la causa a del deseo lo que el analista logra así ahuecar, extraer, en
lugar del objeto a del goce —que resulta extraído por su intervención—.”
(p.133).
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Por último, cabe mencionar una expresión con relación al deseo del analista
“El analista, por su formación, tiene otra cosa para ofrecer. La respuesta del
analista concierne a su posición, a su deseo inédito que Lacan llamó ‘Deseo del
analista’ (…) El analista soporta en su presencia este deseo” (De Battista, 2015, p.
212). Si se enlazara esta definición con lo expuesto de modo precedente, se
podría decir que de acuerdo a cómo responda el analista, esto hablará acerca de
su posición y según con lo que se viene planteando, lo que el analista ofrecería
con su presencia en el encuentro con el sujeto psicótico es semblantear ese lugar
de objeto a. A partir del cual, si el sujeto puede hacer uso de esto, surgiría una
alternativa a aquello que en principio no aconteció, como la introducción de la
dimensión del agujero, tal como fue expuesta, para hacer algo diverso a partir de
ello. Por lo tanto, este deseo del analista estará soportado allí, en ese modo de
posicionarse en el lugar de objeto causa.
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Conclusiones
Por lo tanto, una vez ubicadas estas dos coordenadas, se delimitó el lugar
del analista sabiendo qué relación tiene el sujeto psicótico con el a. Incluir el a en
cuestión es de lo que se trataría. Por un lado, si en la constitución subjetiva no se
dio la separación, para incluir el objeto que posee el sujeto a su disposición, la
maniobra transferencial podría estar orientada a que el analista opere como corte
de ese objeto, para que este caiga, se separare de ese objeto. De igual modo, en
cuanto al accionar del analista direccionado a la separación, este podría estar
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ligado a funcionar como barrera contra ese Otro intrusivo del que el psicótico es su
objeto gozado. A partir de situar en la historia del sujeto aquellos puntos
desencadenantes, donde se visualiza la emergencia de ese Otro feroz como
desestabilizador. Siguiendo esta lógica de la separación, se trataría de introducir
vía la transferencia un espacio allí donde la cadena significante esta soldada para
que algo comience a circular, es decir, aquella certeza que se presenta en el
discurso del psicótico, entre en conversación y ver si algo del goce allí
condensado se empieza a movilizar. (Pirroni y Caamaño, 2014)
Por otro lado, con relación al campo de la realidad, se propuso como lugar
para el analista el de propiciar un vacío, ya que este se encuentra imposibilitado
por no estar sustraído el objeto a. Puede vacilar por diferentes lugares como el de
testigo siliente, si es convocado a responde desde el lugar del oráculo o el de
guardián del goce, ya sea posibilitador o limitador que funcionarían como líneas
suplentes que enmarquen algo de la realidad (Soler, 1991). No obstante, el lugar
del analista será principalmente aquel de sostener el intervalo, es decir, tratará de
mantener una hiancia donde estas dos líneas no se superpongan, de modo que
algo del rearmado de la realidad sea posible. (Lombardi, 1999)
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Tal como lo afirmó Lacan (1977) no hay que retroceder ante las psicosis, la
única resistencia que exista será la del analista (Lacan, 1958) Por lo tanto, para
posicionarse desde el lugar de objeto a causa, se requiere que el analista esté
destituido subjetivamente, sumirse a las posiciones subjetivas como lo que atañe
lo singular de cada quien. Sostenido por el deseo del analista, como aquel que le
permite ofertar algo distinto, presentarse como alguien descompleto, que haya una
causa posible en el Otro, es decir, demandar algo al Otro, que el analista encarne
alguien más aliviador de aquel que en principio suele presentarse para el psicótico
como estragante (Salinas, 2013). Cabe destacar la importancia de darle la palabra
al psicótico, dejándose enseñar, alojando aquello que tiene para decir acerca de
su síntoma, de esos retornos de lo real de los que padece, apuntando a la
posición propia del sujeto.
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Referencias bibliográficas
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- Laznik, D. y Lubián, E. (2012) Ficha de cátedra: Alienación-Separación-
Desamparo. Disponible en:
http://23118.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/informacion_
adicional/electivas/654_clinpsicoa1/index.htm
- Laznik, D. y Lubián, E. (2014). Separación y desamparo. En Actualidad de
la clínica psicoanalítica. Buenos Aires: JVE
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