Está en la página 1de 3

La primera cuota.

agosto 11, 2017

Hubo un tiempo en que señalaba en la escritura, con misticismo, una especie de don. Una
mirada aguda que atravesaba toda la finitud de miradas triviales sobre el mundo. Una
posibilidad de expandir la mirada de otros. Ya no la veo así, ahora la escritura tiene un tinte de
insolencia, pues este es un mundo donde todos dicen sin expresar nada, donde todo tiene un
valor pasajero; el cual, depende de su duración en una red social, yo en cambio apunto a que
perdure en su pensamiento.

Si se trata de visibilidad, en primer lugar puedo decir lo que todo el mundo quiere escuchar,
asegurando así el aplauso y el agrado de todos los lectores. En mi caso, recordaré a los demás
que somos un poco de todo lo que más criticamos, de todo lo que más odiamos. Puede que en
esta situación presencie la ausencia del aplauso, el reconocimiento y la fama. ¿A quién le
importa la fama y el reconocimiento cuando la meta es contradecir? He decidido aprender a
ser un insolente.

Tat Tvan Así, dice uno de los cientos de MahaVakyas tibetanos. Una filosofía muy antigua, que
desdeñaba la dualidad, que negaba la relación sujeto-objeto, la cual ha sido replegada al olvido
porque no es acorde a un mundo que adora las figuras de los sujetos, la idea de un mundo
habitado por una multitud de "yo" transeúntes, que consiguen sentido en sus vidas al repetirse
a sí mismos y a los demás "Yo quiero", "yo deseo", "yo tengo", "sólo importo yo". Tat Tvan Asi
se traduce como "tú eres eso" y funciona a modo de fórmula ética ¿así que algo te disgusta?
¿Qué tanto participas de ello? ¿En qué medida juegas a señalar lo que más escondes?

Este blog tiene como objetivo retar a todo el que se acerque, considero que el ejercicio de la
reflexividad es lo que nos define como humanos; según eso, señalo directamente a las
personas irreflexivas como los autores materiales de toda la inmundicia que nos rodea, de
todos los actos inhumanos. Son el cáncer, por eso deben recibir un trato de enfermos. A los
enfermos no se les discrimina, esta no es la Roma que dejaba a los leprosos en las puertas de
sus grandes ciudades, este planea ser un lugar de refugio, acopio y estímulo a la reflexión.

Si logro ofender y contradecir, mi tarea habrá iniciado. Si logro hacer de la reflexión un


elemento inherente en los transeúntes, mi tarea habrá sido llevada a cabo.
La primera cuota.
05 Enero de 2017

Hubo un tiempo en que señalaba en la escritura, con misticismo, una especie de don. Un regalo
obtenido en medio del confuso acontecer de la historia de la humanidad. Los contenidos que
se plasmaron en lo escrito tuvieron un impacto de tal magnitud, que quienes imperaban a
causa del relato vieron las bases de sus edificios empezar a temblar. La escritura, como un alma
transeúnte, expresaba la mirada aguda que atravesaba toda la finitud de miradas triviales
acerca de la vida. La escritura fue considerada por mi como una posibilidad de expandir la
mirada de otros, afectando de manera seria su forma de sentir y de percibir aquello que
vagamente entendemos como “mundo”. Sin embargo, mi definición de ella se fue
transformado con el tiempo, no porque ya no la reconozca como un obsequio, ni tampoco
porque niegue su carácter transversal en la historia. Mi visión sobre ella ha cambiado a causa
de la necesidad que el presente nos plantea, ahora la escritura tiene un tinte de insolencia,
pues este es un mundo donde se expresa demasiado sin decir nada al mismo tiempo; donde
todo aquello que ha sido dicho obtiene un valor pasajero; el cual, depende de su aceptación en
una red social. No queriendo revolcarme en el mismo fango, opto por la insolencia en la
escritura, como aquel que reconociéndose seriamente violentado por el flujo de trivialidades,
se declara violento ante esa corriente.

En este punto me reclamé a mi mismo: “Estás ante la situación en donde puedes elegir dos
opciones: i) Encontrar visibilidad y sucumbir ante el “afán de ser trending” o ii) procurar
elaborar un párrafo, un verso, un escrito que nazca del asco que experimentas con todo
aquello de lo cual constantemente te quejas, para ver si así logras decir algo que dure sin la
necesidad de estar supeditado al aplauso común. En la primera opción, considero, se poseen
grandes facilidades con respecto a la visibilidad, pues el primer paso a seguir en ese camino es
decir lo que todo el mundo quiere escuchar; fórmula infalible, asegurando así el aplauso y el
agrado de todos los lectores. (¿Quién se atrevería a negar que ha abierto un link del tipo “10
cosas que debes hacer antes de cumplir los 30 años”?) Patrañas, esas son el tipo de mentiras
que juegan con el miedo que poseemos los humanos ante el tiempo, ante una vida
desorganizada, ante la falta de propuestas de la sociedad para con nuestro desarrollo.
La segunda opción es un camino lleno de recuerdos, de acotaciones, de salvedades disfrazadas
de opiniones, de argumentos que desangran o al menos que apuntan a la yugular. Nos hace
falta dar cuenta que somos un poco de todo lo que más criticamos, de todo lo que más
odiamos. Puede que en esta situación presencie la ausencia del aplauso, el reconocimiento y la
fama. ¿A quién le importa la fama y el reconocimiento cuando la meta es contradecir? He
decidido aprender a ser un insolente. A fin de cuentas, es en este tipo de escenarios donde se
genera la antinomia entre la fama y el honor. La primera puede una opinión falsa, pero
generalizada; la segunda, una opinión sobre sí mismo, que no puede falsearse pues nadie logra
mentirse a sí.

Tat Tvan Así, dice uno de los cientos de MahaVakyas tibetanos. Una filosofía muy antigua, que
desdeñaba la dualidad, que negaba la relación sujeto-objeto, la cual ha sido replegada al olvido
porque no es acorde a un mundo que adora las figuras de los sujetos, la idea de un mundo
habitado por una multitud de "yo" transeúntes, que consiguen sentido en sus vidas al repetirse
a sí mismos y a los demás "Yo quiero", "yo deseo", "yo tengo", "sólo importo yo". Tat Tvan Asi
se traduce como "tú eres eso" y funciona a modo de fórmula ética ¿así que algo te disgusta?
¿Qué tanto participas de ello? ¿En qué medida juegas a señalar lo que más escondes?

Este blog tiene como objetivo retar a todo el que se acerque, considero que el ejercicio de la
reflexividad es lo que nos define como humanos; según eso, señalo directamente a las
personas irreflexivas como los autores materiales de toda la inmundicia que nos rodea, de
todos los actos inhumanos. Son el cáncer, por eso deben recibir un trato de enfermos. A los
enfermos no se les discrimina, esta no es la Roma que dejaba a los leprosos en las puertas de
sus grandes ciudades, este planea ser un lugar de refugio, acopio y estímulo a la reflexión.

Si logro ofender y contradecir, mi tarea habrá iniciado. Si logro hacer de la reflexión un


elemento inherente en los transeúntes, mi tarea habrá sido llevada a cabo.

También podría gustarte