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Primera Carta de San Juan

Pbro. Lic. Ricardo Aguilar Hernández

Objetivo: Que el participante del curso conozca el texto de 1Jn, lo medite y descubra en él los
elementos esenciales para crear una comunidad de fe y de vida. El participante del curso
obtendrá los elementos tanto exegéticos como espirituales para ordenar su vida en la fe y para
saber preparar personas con el fin de edificar una auténtica comunidad católica.

Justificación: En la actualidad, el principal reto que afronta la Iglesia es la creación de


auténticas comunidades de fe. Es notorio cómo incluso entre los agentes de pastoral de una
parroquia hay fuertes divisiones. Aunque todos trabajen pastoralmente, difícilmente se
verifica una fraternidad. Incluso entre sacerdotes del mismo presbiterio, se comparten sueños
pastorales, planes de trabajo, pero falta una fraternidad sacerdotal que nazca del encuentro y
de la experiencia íntima de Jesús.

Temario del curso:

1. Introducción
- Ambiente teológico
- Género
- Lugar
- Autor
- La terminología “del conocimiento de Dios” en los escritos de San Juan:
(o`ra,maw, qewrei/n, qea,sasqai, ble,pei), (avkou,ein), (ginw,skein), (eivde,nai),
(marturei/n), (marturei/n, mimnh,|skomai).
- El kerigma en 1Jn proviene del acto de “ver”. Doctrina de los “sentidos”
espirituales: oír-escuchar, ver, tocar, gustar-oler.

2. Elementos de base
- ¿Qué importancia tiene 1Jn para la Teología y la vida cristiana?
- Propuesta de estructura.
- Rasgos literarios
- Estilo del autor en la reflexión y meditación
- Situación de la política eclesial a finales del siglo I.

3. Prólogo
4. Primera parte: 1,5- 3,10: Dios es luz y debemos andar en ésta como Jesús lo hizo.
5. Segunda parte: 3,11 – 5,13. Debemos amarnos como Dios nos amó en Jesucristo.
6. Conclusión: 5,14-21. Propósito del autor.

Capítulo 1. Introducción

La carta 1 Jn es fascinante y enamora a quien la lee con detenimiento, pero provoca también
cierta reticencia, pues genera algunas dudas en el lector.
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Ambiente teológico

Se nota a todas luces que el autor pertenece a una comunidad que ha superado una situación
dolorosa de un cisma. La comunidad está dividida, por una parte hay quienes se identifican
con el autor de la carta, y otra parte que se opone a él. Ambas partes de la comunidad se
sienten intérpretes auténticos del cuarto Evangelio. El autor escribe la carta para mostrar la
falsedad de sus detractores.

Los detractores del autor de la carta eran propensos al gnosticismo de inicios del siglo II d.C., y
criticaban a los joánicos, teniéndolos como retrógradas, anticuados, tradicionalistas.

1Jn 5,6 comprende una clara alusión a la muerte del salvador, lo cual es un argumento sólido
contra el gnosticismo. Los joánicos secesionistas (pro-gnósticismo) se creían ya liberados
totalmente del pecado, gracias al Bautismo (1Jn 1,8.10). Como eran perfeccionistas,
despreciaban a los que no eran como ellos (fundamento del posterior movimiento cátaro).

Se nota que la carta fue dirigida a una iglesia joánica originaria o “madre”, así como a otras
pequeñas comunidades joánicas.

Género

Es difícil definir el género de la “carta”, debido a que es., ante todo, un comentario al sentido
del Cuarto Evangelio.

Lugar
Lo más probable es que la comunidad “madre” a la que se dirige el autor del documento es la
iglesia joánica de Éfeso. Las iglesias joánicas alrededor de ésta, dependían doctrinal y
pastoralmente de Éfeso.

Autor

Aunque no se sabe quien fue el autor de la carta (que se nota es del siglo II), emplea el recurso
de la “pseudo-epigrafía,” haciéndose pasar por Juan, el apóstol y supuesto autor del Cuarto
Evangelio, para ganar “autoridad” ante las comunidades joánicas destinatarias. Así se
entiende que no haya usado la praescriptio, típica de las cartas. Más bien, 1Jn empieza con un
prólogo, imitando el estilo del prólogo de Jn. Al final de la “carta” tampoco usa la fórmula
conclusiva epistolar, sino una imitación del final del Evangelio de Juan (Jn 20,31).

San Ireneo de Lyon (180d.C.), en su obra Adversus haereses cita en tres ocasiones las cartas de
Juan. Entre tales citas aparecen 1Jn 2,18-19. 21-22.

A finales del siglo II, la carta es considerada como canónica tanto por occidente como por
oriente. Dionisio de Alejandría, filólogo y crítico literario del siglo IV, consideró que 1Jn sí
podría haber sido obra del apóstol Juan.

En la actualidad, la mayoría de los estudiosos en Sagradas Escrituras, consideran que la obra


debió haber sido redactada por un discípulo de Juan, el apóstol, pero no Juan mismo, debido a
que contiene intereses anti-gnósticos, propios de inicios del siglo II.
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La terminología del “Conocimiento de Dios” en los escritos de San Juan:

(o`ra,maw, qewrei/n, qea,sasqai, ble,pein). Los verbos de visión en la obra joánica aparecen hasta
81 veces en todos ellos. El verbo o`ra,w aparece 39 veces. La razón es que para Juan, ver a
Jesús significa captar su realidad divina. “Ver” implica tener un encuentro con Jesús, que se da
en la fe, por la acción del Espíritu Santo. Sin embargo, el ver a Jesús es en realidad, iniciativa
de Dios. Jesús se deja ver, se revela al fiel. Ver a Dios es captar su revelación en Cristo. ble,pein
es más un verbo del ver empírico. Este último verbo sí indica el acto físico de mirar, percibir.

(avkou,ein). Es un oír abiertamente a otra persona. Implica un conocimiento religioso en 1Jn. La


Revelación se realiza en el oyente si éste escucha con atención al texto.

(ginw,skein). Es un conocer, dentro de un marco de familiaridad con la Revelación; implica


actitud de amistad y apertura al conocimiento personal de Jesús. Para el autor de la carta,
“conocer” es aceptar el amor divino, tras reconocerlo en la propia vida y en la de la
comunidad. Este verbo enfatiza la historicidad de la Revelación en Jesús, venido en Carne.

(eivde,nai). Se trata de un saber con certeza. Este verbo tiene una connotación de sabiduría
donada por el Espíritu Santo a los creyentes, durante el tiempo de la Iglesia (antes de la
venida gloriosa de Jesús). Es la certeza de que el kerigma joánico es verdadero y salvífico.

(marturei/n). Es dar testimonio de la persona de Jesús, mediante una vida en plena conciencia
de ser “hijos de Dios” en Cristo. Necesariamente el testimonio es público, pero tiene por
protagonista al Espíritu Santo, no al creyente para que quien no cree, se sienta impulsado a
creer mediante la acción del Espíritu Santo en los fieles: amor solidario.

(mimnh,|skomai). Se trata de un recordar que es conexión entre la vida presente y lo predicho en


las Escrituras. Sin esta forma de recordar, la fe sería hueca. Creeríamos abstracciones y no
captaríamos la salvación de Dios actuada en acciones históricas en la vida de Jesús.
Nuevamente, esta acción es propia del Espíritu Santo, no de la agilidad intelectual del
creyente.

El kerigma en 1Jn proviene del acto de “ver”.


Doctrina de los “sentidos” espirituales:
oír-escuchar, ver, tocar, gustar-oler.

Para el autor de la carta, ver a Jesús es algo histórico y teológico, que se basa en un recuerdo
de Jesús, se lo percibe, por la iluminación del Espíritu Santo, y se le reconoce también con un
misterio escondido, pero que el Verbo eterno de Dios lo expresa en su Evangelio, haciéndolo
Kerigma de la Iglesia.

Esto significa que la persona de Jesús de Nazaret se hace realmente presente en la predicación
de la Iglesia (kerigma). Jesús se presenta a su comunidad en la Palabra del Evangelio y le habla
a través del Paráclito, y éste, por medio del Evangelista.

Los sentidos espirituales son las referencias sensibles que el autor plantea en relación a la
experiencia del Misterio de Cristo y que crea comunión con Dios y con los demás. Los sentidos
(considerados malignos por los gnósticos) son para Juan, medios para llegar a la Vida Divina,
que el hombre recibe y acoge sensorialmente. El creyente debe ser capaz de ver la
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manifestación de Dios en la historia, en la Carne, en lo palpable, en lo experimentable


empíricamente. Sin embargo, ver a Dios es comprender la realidad espiritual de su Revelación.
La obra de Juan es una pedagogía del ver espiritual.

Oír – escuchar es una acción con la que se capta la Voz de Jesús (Señor que da vida a los
muertos por su Palabra, que sana a los enfermos, por su Voz). Jesús, el Buen Pastor, llama a
sus ovejas, mediante su Voz y éstas la escuchan y lo siguen.

Tocar a Dios en Cristo es posible, gracias a su Encarnación. Así se experimenta al Dios cercano,
que toca para sanar, para liberar, para alimentar, para lavar, para abrazar a la humanidad en
la Cruz.

Gustar y oler también son transfigurados por la acción de Jesús. Jesús ofrece el nuevo vino
mesiánico, para ser bebido, ofrece su cuerpo como Pan para ser comido, ofrece su Sangre para
ser bebida. El olor del perfume de la unción en Betania, es anuncio de la muerte gloriosa que
asumirá Jesús. Los perfumes mencionados en Jn anuncian la gloria de Jesús.

Esta forma de espiritualizar los sentidos en la obra joánica es el signo más contundente de que
el o los autores de toda la obra eran enemigos acérrimos del Gnosticismo.

Capítulo 2. Elementos de base

1Jn es la carta predilecta de muchos amantes de la Biblia. Tiene material denso para ser
meditado y estudiado, pues es una de las cumbres espirituales del Nuevo Testamento. Su
índole es, no obstante, abstracta y algo rara. Quizá eso la haga más atractiva aún.

¿Qué importancia tiene 1Jn para la Teología y la vida cristiana?

Hacia finales del siglo I e inicios del siglo II, la carta 1Jn jugó un papel preponderante en la
lucha cristiana contra la influencia del Gnosticismo. La carta ofrece elementos fundamentales
para desarrollar una espiritualidad auténticamente cristiana. La idea cristiana base es que
Jesús “vino en Carne” (1Jn 4,2). Otro elemento esencialmente anti-gnóstico es la afirmación “la
victoria de la fe sobre el mundo” (1Jn 5,4).

Para la actualidad, la carta joánica presenta la esencia del cristianismo:


- Dios es Luz (1,5).
- Dios es Amor (4,8. 16).

La unidad y sencillez de la carta permiten ver la seriedad de compromiso de vida que el autor
exige a sus lectores para denominarse “cristianos”. Quien cree, ama y ese es el caminar
cristiano. La espiritualidad basada en la experiencia del Dios – Amor, será la única piedra
angular para la espiritualidad cristiana.

Amar requiere de una dinámica fundada en cuatro pilares:


- Experimentaren la propia existencia y en la comunidad que Dios es Amor, (no tanto el
saberlo doctrinalmente).
- Experimentar que Dios se manifiesta plenamente en Cristo.
- Confirmar que por el Espíritu de Cristo, se nos infunde el amor del Señor.
- Experimentar en carne propia cómo Dios actúa en nosotros, por medio del amor
fraterno.
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Propuesta de estructura.

Siguiendo las ideas de Raymond Brown, la división de la carta sería la siguiente1:


I. Prólogo: 1,1-4.
II. Primera parte: 1,5- 3,10: Dios es luz y debemos andar en ésta como Jesús lo hizo.
III. Segunda parte: 3,11 – 5,13. Debemos amarnos como Dios nos amó en Jesucristo.
IV. Conclusión: 5,14-21. Propósito del autor.

Otra posible estructura, centrada en los rasgos espirituales, es esta2:

Prólogo (1,1-4). Similar al de Jn.


I. Dios es luz (1,5 – 2,8). Primera exposición de criterios de nuestra comunión con
Dios.
II. El don de Dios (2,29 – 4,6). Somos hijos de Dios. Segunda exposición de criterios de
nuestra comunión con Dios.
III. Dios es Amor (4,7 – 5,12). Tercera exposición de criterios y de condiciones de
nuestra comunión con Dios.
IV. Conclusión (5,13). Similar a Jn 20,31.
V. Epílogo (5,14-21). Quizá un post-scriptum.

Rasgos literarios 24 enero 2013

La carta no presenta un progreso lógico del pensamiento, pero sí tiene un fuerte tono
moralizante. Pareciera una homilía bautismal, pero se centra en circunstancias que aquejan a
la comunidad “madre”. El autor enfatiza que no hay comunión con el Padre sin reconocimiento
de la mediación del Hijo de Dios venido en la carne (1Jn 4,2).

La unidad literaria de la carta es indudable, pero contiene un estilo didáctico y otro


homiliético, en que integra elementos preexistentes de Revelación y tradiciones cristianas.
Para el autor, la vida cristiana es incompatible con el pecado, la fe en Jesucristo es central y el
mandamiento del amor es obligación derivada del amor a Dios.

Estilo del autor en la reflexión y meditación

El autor contempla el amor de Dios revelado en Jesús. Todo lo que dice en la carta gira en
torno a ese centro. No es posible definir una sola estructura en la carta, pues no se escribió
para analizarla, sino para contemplar el misterio de Cristo en ella. La meditación sobre el
texto es la única respuesta ejemplar por parte del lector creyente.

Situación de la política eclesial a finales del siglo I.

Esta carta se dirige a iglesias de Asia Menor, llamada también Provincia de Asia. El mundo
greco-romano que permeaba toda la zona con su cultura, promovía el ateísmo, la magia, la

1
Estructura citada de Brown, R., El Evangelio de San Juan y las Epístolas joánicas, Sal Terrae, Santander,
1979, citado en Duarte Castillo, Raúl, I Carta de San Juan. Una aproximación al texto, Colección Material
Académico UPM, UPM, México, D.F., 1994, 7.
2
Estructura propuesta en Enrique Glennie Graue, La primera carta de San Juan. Un llamado a la comunión,
Colección Teología Espiritual, UPM, México, D.F., 1996, 29.
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antropofagía, asesinatos de niños, impurezas y gnosticismo. Quien no se adhiriera a esta


corriente ecléctica de pensar y vivir, era rechazado. Los cristianos joánicos fueron pues,
considerados enemigos de la cultura predominante, así que los odiaron.

Por otro lado, en el seno de la comunidad joánica también había serios problemas, como la
carnalidad, la idolatría, el libertinaje, la pretensión de ser ya santos consumados, la pretensión
de conocer perfectamente a Dios y amarlo, la pretensión de haber superado el pecado, pero a
la vez, odiaban a los demás y, lo peor de todo, tenían gran propensión a la idolatría y muchos
miembros de las comunidades joánicas “coqueteaban” con el Gnosticismo.

El Gnosticismo afirmaba:
- La naturaleza y la ley Judía no son obra de Dios.
- Las cosas materiales son malas, por esencia.
- Niegan la grandeza de Jesucristo (la Encarnación no podía ser real, pues la
carne es mala).
- Que los gnósticos eran superiores pues según ellos habías superado a la
materia, para poseer al Dios verdadero. Por tanto, se creían impecables.

Por estas razones, el autor les llama “anticristos” (1Jn 2,18-19). Los verdaderos
cristianos, para el autor de la carta, debían amar la comunidad, tener una vida
religiosa intensa, una vida de oración constante, una práctica de los sacramentos y la
vivencia sobrenatural de la caridad.

Prólogo (1Jn 1,1-4)

Al inicio, este escrito no tenía un título. Los manuscritos mayúsculos, llamados


unciales, lo catalogan como “Primera Carta de Juan”. Otros manuscritos menos
influyentes, le llaman “una carta católica”, otros manuscritos la toman como una carta
“del Santo Apóstol Juan” y otros manuscritos simplemente llaman al autor
“evangelista teólogo”.

El prólogo es difícil pues no respeta las reglas gramaticales del griego. También causa
perplejidad que el verbo principal es “anunciamos”, pero la finalidad del anuncio es la
comunión (con el Padre y con el Hijo). La alegría sin embargo, parece ser la finalidad
última del documento escrito.

El empleo del sujeto impersonal “lo que”, con varios verbos, es referenciado al Jesús
histórico (persona, palabra y acciones desde su Bautismo). El sujeto “nosotros” es
referencia a la comunidad joánica. El autor habla en plural porque se siente unido a
una cadena de testigos, semejante al “nosotros” de Jn 1,14.

El verbo oír alude a un diálogo entre Dios y sus creaturas, los hombres, a través de su
Hijo. Para ello, Dios creó al hombre con la capacidad de percibir una revelación divina
y lo hizo capaz de comunicarse mediante palabras y acciones. El hombre se dignifica
escuchando la Palabra de su Creador. La experiencia del “hemos visto” es una
profesión de fe en la encarnación de la Palabra de Dios. Al encarnarse, Dios santificó
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en grado sublime lo material y lo hizo vehículo de salvación. Por eso, los sacramentos
(que son signos sensibles portadores de la gracia de Dios) en la comunidad joánica,
son esenciales para unirse a lo divino. Lo narrado por el autor refleja la pasión por la
contemplación del misterio de Dios manifestado en la carne de Cristo. La respuesta del
hombre a la Revelación de Dios en Cristo también debe ser mediante los sentidos y no
desencarnadamente. Sólo así se llega a la alegría.

Primera parte de la Carta. 1Jn 1,5 – 3,10

El pecado se opone a la luz: 1,5 – 2,2

Anuncio: sentido de Evangelio, relación a la Encarnación.


“Dios es Luz”: Sentido de la luz en las culturas antiguas, Dios como “Luz para” los
hombres. La identidad del hombre sólo se puede conocer por la Luz que recibe de
Dios. Depender de Dios eleva la dignidad humana. Dios está a favor del hombre.

v. 6 Los condicionales “si…”


Rechazar la comunión es vivir en tinieblas. Las consecuencias son: vivir mintiendo =
“no hacer la verdad”, incongruencia de vida ante lo revelado y recibido, vivir de un
modo opuesto al plan de Dios para cada uno.
Una vida con Dios requiere acciones equivalentes, congruentes.
La comunión con Dios es el deseo por excelencia. Confesiones I,i,i.
La felicidad surge en uno mismo al abrirse a Dios, esa felicidad se comparte para ser
plena.
Semitismos. “caminar en…” (luz, tinieblas).
La Verdad es la Revelación de Dios en Cristo, Palabra hecha carne.

v. 7 El comportamiento de Dios es modelo para la conducta cristiana.


El pecado nos impide relacionarnos con Dios.

v. 8 Había quienes se creían “sin pecado”. Todos necesitamos el perdón, si no, no


necesitaríamos un redentor. Reconocer y confesar los pecados es básico, pero Dios es
quien perdona, pues es Bondad absoluta. Basta que el hombre se acoja a esta bondad
divina para que Dios lo transforme, purificándolo desde su interior.

10. Los anticristos se creen impecables.

Actualización:

El relativismo de hoy, “cada quien su verdad”.

El mandato nuevo y antiguo: 1Jn 2, 3-17.

Esta parte se determina por la apalabra guía mandato. Se especifica el sentido de tal
mandato, que es garantía para vivir la caridad.
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Estructura:
Afirmación del mandato: vv. 7-11.
Exhortación a personas de distintas edades: vv. 12-14.
No amar al mundo: vv. 15-17,

La novedad del mandato (para el autor la novedad es que Dios se acercó tanto a la
humanidad que se humanizó, entró a lo más profundo de lo humano, le dejó el amor
fraterno; “la novedad” para el hombre de hoy: tecnología, descubrimientos, estudios,
opiniones, teorías metafísicas, esoterismo).
Para amar a toda la gente y a los enemigos, primero hay que amar a la comunidad de
personas cercanas.
El odio destruye al que lo posee, lo ciega, le quita paz, lo agita, lo convulsiona, lo
arrebata, le opaca la mente, le confunde decisiones. El amor cristiano produce alegría,
armonía interior y hace sociable positivamente a la persona.

El Mesías es Jesús (1Jn 2,18-27)

Estructura concéntrica, septenaria. Su centro es vv. 22-23, la confesión de que Jesús es


el Mesías.
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20-21
22-23
24-25
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El odio se explica relacionando raíz con frutos.


La palabra “anticristos” se relaciona con círculos proféticos y apocalípticos. Idea de
que al final de los tiempos, antes de que Dios manifieste su “hora” definitiva, habrá un
asalto último y definitivo del mal para arrastrar a algunos fieles al pecado y a la
apostasía.
Juan advierte que como algunos cristianos se hacían gnósticos, eso indicaba la llegada
del final de los tiempos. Cada apóstata es encarnación de lo malvado, por ser imitación
burda, comparsa de Jesús. También yerra quien interpreta a Jesús según sus intereses
particulares, al margen de la recepción comunitaria multisecular de la Iglesia. La
salvación está en la persona de Jesús, no en el concepto que me hago de él. Para
unirme al Padre, requiero la fe de la Iglesia. Jesús no es moda, el cristianismo tampoco.
Jesús es revelación del Padre, el cristianismo es amor fraterno que surge del ser
amados por Jesús.
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La comunión con Dios (1Jn 2,28 – 3,10)

Estructura

Pequeña introducción: vv. 28-29.


Justicia: vv. 3,1-10
Amor fraterno: vv. 11-18.
Esperanza: vv. 19-24.

La clave de esta sección es la permanencia en Jesús.


La paciencia es actitud clave para el discípulo joánico.
Confianza e identidad cristiana son la actitud correcta ante el futuro.
Juicio, Bondad de Jesús, Familia cristiana.
La filiación divina expresa lo enorme del amor del Padre. Finalidad: compartir la
naturaleza divina.
El mundo está incapacitado para experimentar a Jesús, como Hijo de Dios, enviado de
Dios.
La gloria de Dios en el creyente se manifiesta solamente en la caridad activa.
La semejanza con Dios será obra del Espíritu Santo, no del hombre solo.
El pecado hace infructuoso el sacrificio de Cristo por la persona.
La justicia de Dios consiste en que nos ofrece Bondad y nos pide bondad. Cuando el
Espíritu de Dios es Ley para el creyente, se manifiesta esto por las obras caritativas del
creyente, pero ante todo, por su bondad inmanente a cada cosa que hace.

Actualización:

El mundo de hoy exige ser competitivos, Jesús exige ser solidarios.


El mundo de hoy se basa en las apariencias, Jesús nos pide autenticidad de corazón.
El mundo de hoy sobrevalora el éxito personal y ser millonarios, Jesús ama al humilde,
que manifiesta su grandeza en ser solidario y desprendido de lo material.
Hacer el bien es el único modo de construir una sociedad justa y fraterna.

5. Segunda parte: 3,11 – 5,13.


Debemos amarnos como Dios nos amó en Jesucristo

No amarse, sino amar (1Jn 3,11-18)

Se comienza una sección de la carta, dedicada completamente al amor.


El amar exige salir de uno mismo, no amar el propio ego, sino entregarse a favor de
alguien más, deseando su bien integral, su salvación. A la vez, exige dejar abierto el
propio interior para que la otra persona entre a habitar en uno, En esto radica el amor
de Dios.
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Raimon Panikkar decía que el verdadero católico es universal, es decir, debe ser
abierto a todas las personas y culturas del mundo, para descubrir en cada una de ellas
la presencia de lo divino y, por ello mismo, deberá amar, venerar y adorar la presencia
de lo divino en cada persona, en cada cultura, en cada evento, pues cada instante, cada
ser es revelación divina para uno.

De aquí concluyo añado que cada católico verdadero debe ser casa-para-toda-
persona-del-mundo. El católico no se define por una fidelidad a la ortodoxia, la cual es
buena, sino que se debe definir por una ortopraxis, vivir la caridad sin límites, hacia
cada persona, no importando si es creyente o no, si es buena o mala. Debería
comportarme de tal modo que cada persona del mundo pueda sentirse conmigo, como
en casa. Yo sería una casa para esa persona, para que habite en mi como en casa. Así,
mi vida sería verdaderamente católica, kata oikia.

Para amar, es necesario también dejarse amar. El amar se difunde y retorna a uno
mismo, pero por la vía de la alteridad. Por ello, también es urgente educar en la
interculturalidad. Si quiero realmente amar a la humanidad, debo ser intercultural,
amar cada cultura como parte de mi, pues además, Dios se manifiesta en cada cultura
de modo distinto, del modo que él juzga apropiado para los que la conforman.
Ninguna comunidad cristiana debe vivir cerrada para sí misma, sino abierta a las
demás comunidades de fe, pero también abierta a toda persona, a toda cultura en el
mundo. Jesús envió sus discípulos al mundo, no pretendió que el mundo viviera según
los parámetros culturales de sus discípulos.

El fratricidio, simbolizado en Caín (v.12) es la expresión límite del rechazo de la vida,


del rechazo de Dios, que es el Viviente y que quiere que todos vivan. Cuando alguien
ve como obstáculo a otra persona, anida en su interior lo demoníaco, lo diabólico, lo
contrario al proyecto de Dios. Esto sucede cuando una persona es incapaz de aceptar
que cada quien es distinto. Así lo quiere Dios, así lo debo querer yo. Nunca debo ser
como “Procrustes”, que descuartizaba a sus víctimas con tal de que encajaran en su
“cama” (símbolo de sus propios criterios). Por la diversidad del modo de ser de cada
persona, se puede enriquecer una comunidad y vivir la unidad en la pluralidad.
Imponer modelos socioeconómicos, culturales o políticos entre naciones es hacer
violencia a la unicidad de otra nación, cultura o persona. El nacionalismo, el racismo,
etc., son negaciones sistemáticas de la unicidad que pertenece a cada persona, cultura,
pueblo, etc. La mayoría de las personas crean su propia cárcel interior donde creen
que sus criterios personales son los únicos válidos y que todas las demás personas
deberían vivir conforme a los criterios de uno.

La única solución a tanta violencia intercultural e individual es amar con sacrificio de


uno mismo, como lo hizo Jesús en la Cruz. Amar es inmolarse a favor de otros. Sólo en
el fuego se templa y reconoce el auténtico amor. Amar es dar la vida, hasta que duela,
hasta la entrega al límite. A eso se le llama Cruz. Quien ama, jamás será indiferente al
sufrimiento ajeno. Amará de verdad quien sepa empatizar con el sufriente, quien se
ponga en su lugar, en su piel.
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Sólo Dios da confianza (1Jn 3, 19-24).

Los vv. 19 y 24 son semejantes y crean un esquema quiástico de lo que está entre
ellos.

El v. 19 empieza con una especie de conclusión de lo dicho antes. Quien ama pertenece
a la Verdad, participando de la revelación de la Palabra hecha carne. Quien participe
del misterio de Dios, da a su vida pleno sentido. La mentira no tiene lugar en la vida de
uno.

Al amar uno se llena de confianza en Dios. Como sólo Dios ve la conciencia de cada
uno, la Iglesia no puede juzgar la conciencia de nadie. Ésta es un santuario donde Dios
habita. Tener una conciencia tranquila es el mejor don que puede poseer una persona.
Es la armonía interior lo que resulta de amar. En nuestra recta conciencia, moldeada
según el Evangelio de Cristo, radica nuestra autenticidad y dignidad más puras. La
conciencia es la fuente de la salud espiritual, mental y física.

¿Cómo saber que mi conciencia está moldeada según el Evangelio? La respuesta se


basa en mi modo de ser bondadoso. La gente que transpira bondad, armonía interior,
es gente llena del Espíritu de Dios. Aunque no sean santos consumados, no obstante ya
viven la santidad de Dios dentro de sus limitaciones personales. El comportamiento
diario es el termómetro infalsificable de nuestra unión con Dios, de nuestra bondad.

Nadie puede amar con el amor con que Dios ama, si no lo conoce, si no cree en Él,
tampoco podrá conocerlo y amarlo, si no lo refleja en sus acciones. El permanecer en
Dios se manifiesta mediante el acto de amar con fe y con esperanza. La certeza de la
presencia del Señor en mi vida sólo me la da el Espíritu Santo. Para saber discernir la
presencia de Dios, requiero ser mistagogo, es decir, conducirme a través del misterio
de Dios en mi vida. La vida de oración es necesaria, tanto como la vida caritativa y
solidaria, desde la fe.

Discernimiento de espíritus (1Jn 4,1-6)

Esta sección se centra en el mandato de la fe o creencia en Jesús. Son palabras


dirigidas a los feligreses fieles al autor de la carta. Éste emplea nuevamente un modelo
quiástico entre los vv. 2 y 6, que encuadran a las categorías para saber discernir los
espíritus.

Para el autor, es necesario amar para poder hablar de la fe. La fe sin amor es fría
doctrina y hasta instrumento de dominio. El amor, sin dirección, daña.

La persona realmente humilde, dispuesta a recibir la revelación en el modo como Dios


lo decida, acepta que el Espíritu Santo obra por medio de otras personas también.
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Debido al enorme crecimiento del Gnosticismo, el autor de 1Jn consideró conveniente


aclarar que el criterio objetivo para saber si uno va en la línea de la voluntad de Dios
es la confesión del valor salvífico de la Encarnación. La Palabra se encarnó en una
cultura concreta, en un tiempo determinado. Aceptar la iniciativa divina implica
reconocer y amar el modo como Dios elige seguir manifestándose hoy, a través de su
Iglesia y a través de personas, naturaleza y eventos.

Los gnósticos eran amantes del éxito personal, de la excelencia académica. Hoy día, la
gente que no conoce al Cristo de la fe es igual. Se desviven por cosas pasajeras como el
dinero, el poder o la influencia. Viven atrapados en el mundo de las apariencias. Éstas
jamás comprenderán la consistencia del ser de la verdad.

El amor de Dios (1Jn 4, 7-21)

Esta sección es complicada, debido a que nos topamos con una mentalidad oriental, no
griega. El estilo hebreo de redactar se caracteriza por comenzar a desarrollar un tema,
luego, se deja de lado y se le sustituye por un tema similar o acompaña al primero con
otro tema y, después, retoma el primer tema para dar una razón más profunda. El
hebreo razona no linealmente, sino en modo de círculos convergentes.

Así tenemos que ante el tema de la invitación al amor mutuo, se tiene el esquema así:

Razones para el amor mutuo: vv. 7-8


Razón fundamental: el origen del amor.
Oposición entre el amor y el no amor

Dos largas fundamentaciones del amor de Dios: vv. 9-10.


Exhortación al amor mutuo.
Argumento de imposibilidad de ver a Dios
Argumento de la necesidad de una relación indirecta con Dios a través
del amor fraterno.

Morada de Dios en nosotros, para alumbrar el amor de Dios (vv. 11-16)


Existe una preponderancia del “permanecer en Dios” sobre el “verlo”. La clave de la
permanencia pareciera ser algo doctrinal: “confesar que Jesús es el Hijo de Dios” y así,
Dios permanece en el que lo confiesa. Sin embargo, por el contexto de toda la carta, es
imposible que el autor se refiera a una mera postura doctrinal. La forma de confesar a
Jesús como el Hijo de Dios era mediante una vida entregada a la solidaridad amorosa.

La confianza muestra la perfección del amor (vv. 17-18). Confiar en Dios es el término
de un largo proceso de conocimiento de Dios. No se puede confiar en alguien que uno
desconoce. Quien mucho ama, crea comunidad y la sostiene mediante el mutuo amor
entre sus integrantes. De esa experiencia surge la plena confianza en un Dios que
dirige los destinos de las comunidades joánicas. Esa capacidad de amarse mutuamente
13

es un don de Dios, por lo que solo Él es su origen y eso también es garantía para
confiar en Él. La finalidad del amor solidario es llenar de bienes (shalóm) al otro,
procurando su felicidad en esta vida. Esa es la actitud del que sabe ser prójimo del
otro. El discípulo joánico es solidario como resultado de su sobreabundancia de amor
y de sentirse amado, no actúa por temor a ser condenado. Por eso, donde hay amor
solidario, desinteresado, no hay sombra de miedo y por eso el amor expulsa al miedo.
La perfección del amor cristiano radica en entregarse a favor de otros para que tengan
vida en abundancia.

Siendo Dios amor, entrega, desapropiación de la propia Gloria para darse a los más
alejados, el cristiano debe hacer lo mismo para así honrar a Dios. Sin embargo, no es
una obligación impuesta por el hecho de haber sido amado en Cristo, sino más bien es
una entrega gratuita a favor de otros, porque entregándose a los demás se es aún más
dichoso.

Sumario y conclusión sobre el amor mutuo (vv. 19-21).

Dios Padre envió a su Hijo al mundo para salvarnos, eso es lo máximo que nos puede
suceder. La salvación consiste en ser familia perpetua de Dios, estar en comunión con
Él y con los demás. Dios es nuestro único Bien. Dios se entrega a la humanidad no por
obligación o porque necesite de nosotros (como los dioses mitológicos), sino que se
entrega por sobreabundancia de amor por sus creaturas, porque QUIERE elevarlas a la
dignidad divina para que compartan SU VIDA, Es un deseo noble, sincero y gratuito de
Dios para asociar a su creación al Banquete de lo divino en plenitud.

Amándonos, nos hizo dignos de ser amados (nos hizo “amables” en sentido estricto).
Sólo viviendo EN el dinamismo del Dios que nos AMA, podemos amar a otras personas
y comunicarles la vida en abundancia que Dios nos da en su Hijo. Amar al prójimo no
es una obligación impuesta, sino consecuencia lógica del amor divino en nosotros.

La verdadera fe joánica es la que concreta acciones solidarias, haciendo así, visible la


permanencia de Dios en las personas de la comunidad.

La fe es la raíz del amor fraterno (1Jn 5, 1-13)

Es una unidad bien estructurada, en modo quiástico

1a: Creer
1b-3 La fe se manifiesta en el amor
4-5 La fe vence al mundo
6-10 Los testigos de la fe
11-12 La vida eterna
13 Creer
14

Todo el sentido de la perícopa lo define el verbo “creer” de los vv. 1a y 13. los
versículos internos están concatenados por la secuencia de palabras clave.

Jesús es la esperanza de la comunidad joánica. Ante la división interior de la


comunidad, el autor busca por todos los medios y, mediante recursos de repetición
continua, hacer entender que ka confesión sobre la filiación divina de Jesús es
fundamental para encarnar su mensaje. El Divino se hizo hombre y es amando al
hermano, como se puede amar a Dios. Jesús no es un “gran maestro” de enseñanzas
espirituales, no es un “gurú”, sino la divinidad encarnada, a la cual podemos amar
solamente encarnando nuestro amor a Dios en el amor a los demás. Dios nos ama y
nos marca caminos de vida (mandamientos). Viviendo tales mandamientos podemos
realmente amar a Dios. Los mandamientos se resumen en el amor al prójimo. Este es
el modo como Dios quiso manifestársenos y así es el modo de amarlo con
autenticidad.

Si los mandamientos se nos hacen difícil de llevar es porque los vemos dentro de un
marco de obligatoriedad, de coacción contra nuestra “libertad”. Sin embargo, los
mandamientos no son obligación, son camino único de felicidad, camino de una vida
auténtica, del modo divino de vivir lo humano.

La única forma de vencer lo mundano (“mundo”) es mediante el abandono del propio


egoísmo para lanzarse a favor de los demás. Quien se ocupa de los demás es atendido
por Dios, pues Él se ocupa de sus asuntos personales. Dios vela por los justos.

Actualización:

¿Qué tipo de vida nos ofrecen los medios de comunicación y la economía de mercado?
¿Cuál es el tipo de vida que sugiere Juan en su Carta? ¿basada en la apariencia, en el
ser?
¿Qué intereses defiende “el mundo”? (Sistema de control, opresión de pueblos,
dominio mediante el miedo).
El mundo ofrece apariencias de ser,
El Dios de Jesús nos ofrece la esencia del ser.
El mundo nos quiere comprar para sostener su poder, su sistema.
El Dios de Jesús nos ofrece un sentido pleno de vivir, más allá de todo sistema.
El mundo nos ve como consumidores potenciales,
El Dios de Jesús nos ve como hijos, amables y capaces de dar vida, amando.
15

Este fragmento de la carta muestra con cierta claridad cuál era la dificultad que había
entre los integrantes de la comunidad joánica principal (Éfeso): la gran mayoría se
sentía atraída por ideas gnósticas, que negaban la encarnación del Hijo de Dios. El
“testimonio” que tenían era el de la lógica racional, mientras que Juan argumenta
tener otros dos testigos que favorecen su propio testimonio: agua y sangre. Estos dos
“testigos” aparecen en la vida de Jesús (momentos del Bautismo y el Sacrificio en la
Cruz) y fundamentan el Bautismo y la Eucaristía, que eran los ejes centrales de la vida
de todas las comunidades cristianas del siglo I y no sólo las joánicas.

Los gnósticos creían que el Bautismo de Jesús era suficiente para salvar a los hombres
y que en el bautismo Jesús quedaba elevado a categoría de salvador. También, los
gnósticos creían que Jesús no era más que un sabio judío.

Contra estas ideas, el fragmento que hemos leído testimonia que Jesús no es un sabio
judío, sino el Hijo de Dios hecho carne. El evento que salva a la humanidad, según Juan,
es el Sacrificio de la Cruz y no el Bautismo solamente. De hecho, ambos eventos van
entrelazados porque El Bautismo es una Unción para una misión y el Sacrificio en la
Cruz es consumación de la misión para la que fue ungido. La idea de tener dos o más
testigos es una idea judía, no griega.

El v. 8 es llamado comma joahaneum, que ha sido sumamente discutido a lo largo de


los siglos. Es muy probablemente, una glosa añadida al documento 1Jn original. La
variante más cercana al documento original puede ser simplemente: “y los tres son
uno”. Sin embargo, como es una frase sin posterior explicación, muchos copistas, a
partir del siglo II, añadieron glosas de carácter trinitario. El pensamiento joánico dista
mucho de hablar de la Trinidad aquí, pues su único interés en el argumento, es
concluir dicho argumento haciendo referencia a que los tres “testigos” convergen, es
decir, están de acuerdo entre ellos.

Para Juan, creer en Dios implica necesariamente, creer en la persona y obra de Jesús
de Nazaret. La mayoría de los integrantes de la comunidad joánica de Éfeso se
16

interesaba demasiado en los placeres del mundo, pero a la vez, satanizaban lo


material. Vivían una división interior, un enorme conflicto de intereses. Juan quiere
ayudarles a unificar sus vidas individuales, mediante la dedicación a la solidaridad y a
la verdadera fe.

Para Juan, Dios ha abierto, mediante el Bautismo, la vida eterna fundada en la fe. La
eternidad no llega al cristiano, sino que éste abre una puerta a lo eterno, mediante el
bautismo. El hombre puede conocer a Dios solamente si se confía a Él, si se abandona
a una existencia donde fe y vida sean coherentes. Conocer a Dios es amarlo
íntimamente, mediante la solidaridad con los demás, creando comunidad. Para ello, el
cristiano joánico debe abrirse a Dios y dejas que las personas y todas las cosas de la
naturaleza manifiesten lo divino que tienen y que reconducen al creyente a Dios.

Conclusión (1Jn 5, 14-21)

Estamos ante un epílogo extraño, pues no sigue la lógica de toda la carta. Seguramente
estamos ante una glosa posterior, que pretende manifestar la finalidad de 1Jn:
fortalecer la fe cristológica de la comunidad.

Estructura:
o Exhortación a la confianza: 5,14-16.
o Oración por los hermanos pecadores: 5,17-20.
o Advertencia: 5,21.

Otra estructura: , v
v. 14. Tesis 1: “Y la confianza que tenemos con Él es esta: que si pedimos de acuerdo
con su Voluntad, nos escuchará”.
v. 15 es una explicación de la tesis.

v. 16a Tesis 2: “Si alguien ve…y le otorgará vida a los que pecan no de muerte”.
vv. 16b – 17 son la explicación de la tesis 2.

v. 18a : Premisa 1: “Sabemos que cualquiera nacido de Dios no peca”


v. 18b: Contrario.

v. 19a : Premisa 2: “Sabemos que somos de Dios”


v. 19b: Contrario.

v. 20a-b : Premisa 3: “Sabemos, pues, que ha venido el hijo de Dios y nos dio sindéresis
para que conozcamos lo veraz”.
v. 20c : Confirmación.

v. 20d: Conclusión de la Carta.


17

v. 21. Advertencia final.

La finalidad de toda esta conclusión en varios versículos es invitar a la confianza en


Dios. Seguramente los joánicos simpatizantes del gnosticismo inducían miedo a sus
hermanos no gnósticos, haciéndoles creer que Dios no puede salvar por medio de la
carne, pues ésta era fuente de males.

Lo interesante del epílogo es que invita a orar por los pecadores no mortales. Esta idea
de intercesión es prácticamente inexistente en el resto de la carta.

Actualización:

Vemos hoy día, que la mayoría de los cristianos, incluso de los sacerdotes, ha dejado
de orar. Sometidos por el vaivén de intereses pasajeros, búsqueda de confort y status,
la gente vive volcada por lograr tener cosas, urgentemente. Se ha caído en la banalidad
de pensar que las cosas (principalmente hechas de vil plástico) dan status y distinción
a las personas. Además, la fuente de toda violencia es el miedo, así como el egoísmo.
Cuando la gente se deja atrapar por su propia ambición, nunca está satisfecha,
siempre quiere tener más (cosas, poder, influencia, comodidad, status) y se pierde el
sentido de vida comunitaria, de solidaridad.

97% de los católicos en México cree que ser católico es estar bautizado y tener la
primera comunión. La iglesia ha caído en un mal baratar los sacramentos. Nos
empeñamos en formar personas adoctrinadas para darles los sacramentos como
premios. Nuestras catequesis no son mistagógicas, no son escuela de discernimiento
evangélico. Queremos más bautismos, más primeras comuniones, más
confirmaciones, más bodas que los años anteriores, pero hemos perdido interés en
forjar verdaderos intérpretes de la Palabra, verdaderos maestros espirituales laicos,
verdaderos sabios de la fe, que saben discernir la presencia de Dios en sus vidas, en la
vida de la sociedad, etc. Hemos olvidado forjar verdaderos héroes comprometidos con
la sociedad; hemos olvidado forjar líderes católicos, que brinden esperanza a sus
hermanos, hemos olvidado forjar verdaderos católicos (personas abiertas al mundo)
que conozcan, amen y valoren a las demás culturas,

Para Juan, el pecado de muerte consiste en rechazar conscientemente el modo como


Dios, en su libertad, decidió salvarnos: mediante la Encarnación y le muerte en Cruz
de su Hijo único. Juan considera tal pecado situación que excluye al disidente de la
comunidad. Es propiamente una apostasía, por la que Juan pide no interceder. Los
disidentes gnósticos en la comunidad joánica no sólo negaban principios doctrinales,
sino que tenían una actitud de odio hacia los demás. Los evangelios sinópticos
consideran todo este tipo de situación como “pecado contra el Espíritu Santo” y es
irremisible.

Los pecados de muerte o irremisibles son, por tanto, los que comprenden todos y cada
uno de los siguientes puntos:
18

1. Rechazar permanentemente a Dios, que en su libertad soberana, eligió el modo


de salvarnos: mediante la Encarnación de su Hijo y su Sacrificio en la Cruz.
2. Rechaza permanentemente la predicación recibida sobre Jesucristo y su obra.
3. Rechazar permanentemente a toda otra persona, mediante el odio, Tal actitud
niega la posibilidad de crear o compartir todo tipo de comunidad.

Propiamente, en esto consiste la apostasía. Ésta es distinta del ateísmo, en el que la


persona no encuentra razones para creer en un Dios, pero que puede ser bueno con
las demás personas. El apóstata rechaza conjuntamente los 3 puntos arriba señalados.
Aquí es donde debe entenderse la frase Extra Ecclesiam nulla Salus. Estamos ante un
contexto de predicación previa. Quien cumple los 3 puntos de la apostasía, se
autoexcluye de la salvación. Santo Tomás de Aquino, en la Summa Theologiae I,
considera que es casi imposible que una persona cumpla con los 3 requisitos para
condenarse.
Como sea, nada es más sublime que dejarse amar por Dios y amarlo en los hermanos.

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