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Objetivo: Que el participante del curso conozca el texto de 1Jn, lo medite y descubra en él los
elementos esenciales para crear una comunidad de fe y de vida. El participante del curso
obtendrá los elementos tanto exegéticos como espirituales para ordenar su vida en la fe y para
saber preparar personas con el fin de edificar una auténtica comunidad católica.
1. Introducción
- Ambiente teológico
- Género
- Lugar
- Autor
- La terminología “del conocimiento de Dios” en los escritos de San Juan:
(o`ra,maw, qewrei/n, qea,sasqai, ble,pei), (avkou,ein), (ginw,skein), (eivde,nai),
(marturei/n), (marturei/n, mimnh,|skomai).
- El kerigma en 1Jn proviene del acto de “ver”. Doctrina de los “sentidos”
espirituales: oír-escuchar, ver, tocar, gustar-oler.
2. Elementos de base
- ¿Qué importancia tiene 1Jn para la Teología y la vida cristiana?
- Propuesta de estructura.
- Rasgos literarios
- Estilo del autor en la reflexión y meditación
- Situación de la política eclesial a finales del siglo I.
3. Prólogo
4. Primera parte: 1,5- 3,10: Dios es luz y debemos andar en ésta como Jesús lo hizo.
5. Segunda parte: 3,11 – 5,13. Debemos amarnos como Dios nos amó en Jesucristo.
6. Conclusión: 5,14-21. Propósito del autor.
Capítulo 1. Introducción
La carta 1 Jn es fascinante y enamora a quien la lee con detenimiento, pero provoca también
cierta reticencia, pues genera algunas dudas en el lector.
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Ambiente teológico
Se nota a todas luces que el autor pertenece a una comunidad que ha superado una situación
dolorosa de un cisma. La comunidad está dividida, por una parte hay quienes se identifican
con el autor de la carta, y otra parte que se opone a él. Ambas partes de la comunidad se
sienten intérpretes auténticos del cuarto Evangelio. El autor escribe la carta para mostrar la
falsedad de sus detractores.
Los detractores del autor de la carta eran propensos al gnosticismo de inicios del siglo II d.C., y
criticaban a los joánicos, teniéndolos como retrógradas, anticuados, tradicionalistas.
1Jn 5,6 comprende una clara alusión a la muerte del salvador, lo cual es un argumento sólido
contra el gnosticismo. Los joánicos secesionistas (pro-gnósticismo) se creían ya liberados
totalmente del pecado, gracias al Bautismo (1Jn 1,8.10). Como eran perfeccionistas,
despreciaban a los que no eran como ellos (fundamento del posterior movimiento cátaro).
Se nota que la carta fue dirigida a una iglesia joánica originaria o “madre”, así como a otras
pequeñas comunidades joánicas.
Género
Es difícil definir el género de la “carta”, debido a que es., ante todo, un comentario al sentido
del Cuarto Evangelio.
Lugar
Lo más probable es que la comunidad “madre” a la que se dirige el autor del documento es la
iglesia joánica de Éfeso. Las iglesias joánicas alrededor de ésta, dependían doctrinal y
pastoralmente de Éfeso.
Autor
Aunque no se sabe quien fue el autor de la carta (que se nota es del siglo II), emplea el recurso
de la “pseudo-epigrafía,” haciéndose pasar por Juan, el apóstol y supuesto autor del Cuarto
Evangelio, para ganar “autoridad” ante las comunidades joánicas destinatarias. Así se
entiende que no haya usado la praescriptio, típica de las cartas. Más bien, 1Jn empieza con un
prólogo, imitando el estilo del prólogo de Jn. Al final de la “carta” tampoco usa la fórmula
conclusiva epistolar, sino una imitación del final del Evangelio de Juan (Jn 20,31).
San Ireneo de Lyon (180d.C.), en su obra Adversus haereses cita en tres ocasiones las cartas de
Juan. Entre tales citas aparecen 1Jn 2,18-19. 21-22.
A finales del siglo II, la carta es considerada como canónica tanto por occidente como por
oriente. Dionisio de Alejandría, filólogo y crítico literario del siglo IV, consideró que 1Jn sí
podría haber sido obra del apóstol Juan.
(o`ra,maw, qewrei/n, qea,sasqai, ble,pein). Los verbos de visión en la obra joánica aparecen hasta
81 veces en todos ellos. El verbo o`ra,w aparece 39 veces. La razón es que para Juan, ver a
Jesús significa captar su realidad divina. “Ver” implica tener un encuentro con Jesús, que se da
en la fe, por la acción del Espíritu Santo. Sin embargo, el ver a Jesús es en realidad, iniciativa
de Dios. Jesús se deja ver, se revela al fiel. Ver a Dios es captar su revelación en Cristo. ble,pein
es más un verbo del ver empírico. Este último verbo sí indica el acto físico de mirar, percibir.
(eivde,nai). Se trata de un saber con certeza. Este verbo tiene una connotación de sabiduría
donada por el Espíritu Santo a los creyentes, durante el tiempo de la Iglesia (antes de la
venida gloriosa de Jesús). Es la certeza de que el kerigma joánico es verdadero y salvífico.
(marturei/n). Es dar testimonio de la persona de Jesús, mediante una vida en plena conciencia
de ser “hijos de Dios” en Cristo. Necesariamente el testimonio es público, pero tiene por
protagonista al Espíritu Santo, no al creyente para que quien no cree, se sienta impulsado a
creer mediante la acción del Espíritu Santo en los fieles: amor solidario.
Para el autor de la carta, ver a Jesús es algo histórico y teológico, que se basa en un recuerdo
de Jesús, se lo percibe, por la iluminación del Espíritu Santo, y se le reconoce también con un
misterio escondido, pero que el Verbo eterno de Dios lo expresa en su Evangelio, haciéndolo
Kerigma de la Iglesia.
Esto significa que la persona de Jesús de Nazaret se hace realmente presente en la predicación
de la Iglesia (kerigma). Jesús se presenta a su comunidad en la Palabra del Evangelio y le habla
a través del Paráclito, y éste, por medio del Evangelista.
Los sentidos espirituales son las referencias sensibles que el autor plantea en relación a la
experiencia del Misterio de Cristo y que crea comunión con Dios y con los demás. Los sentidos
(considerados malignos por los gnósticos) son para Juan, medios para llegar a la Vida Divina,
que el hombre recibe y acoge sensorialmente. El creyente debe ser capaz de ver la
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Oír – escuchar es una acción con la que se capta la Voz de Jesús (Señor que da vida a los
muertos por su Palabra, que sana a los enfermos, por su Voz). Jesús, el Buen Pastor, llama a
sus ovejas, mediante su Voz y éstas la escuchan y lo siguen.
Tocar a Dios en Cristo es posible, gracias a su Encarnación. Así se experimenta al Dios cercano,
que toca para sanar, para liberar, para alimentar, para lavar, para abrazar a la humanidad en
la Cruz.
Gustar y oler también son transfigurados por la acción de Jesús. Jesús ofrece el nuevo vino
mesiánico, para ser bebido, ofrece su cuerpo como Pan para ser comido, ofrece su Sangre para
ser bebida. El olor del perfume de la unción en Betania, es anuncio de la muerte gloriosa que
asumirá Jesús. Los perfumes mencionados en Jn anuncian la gloria de Jesús.
Esta forma de espiritualizar los sentidos en la obra joánica es el signo más contundente de que
el o los autores de toda la obra eran enemigos acérrimos del Gnosticismo.
1Jn es la carta predilecta de muchos amantes de la Biblia. Tiene material denso para ser
meditado y estudiado, pues es una de las cumbres espirituales del Nuevo Testamento. Su
índole es, no obstante, abstracta y algo rara. Quizá eso la haga más atractiva aún.
Hacia finales del siglo I e inicios del siglo II, la carta 1Jn jugó un papel preponderante en la
lucha cristiana contra la influencia del Gnosticismo. La carta ofrece elementos fundamentales
para desarrollar una espiritualidad auténticamente cristiana. La idea cristiana base es que
Jesús “vino en Carne” (1Jn 4,2). Otro elemento esencialmente anti-gnóstico es la afirmación “la
victoria de la fe sobre el mundo” (1Jn 5,4).
La unidad y sencillez de la carta permiten ver la seriedad de compromiso de vida que el autor
exige a sus lectores para denominarse “cristianos”. Quien cree, ama y ese es el caminar
cristiano. La espiritualidad basada en la experiencia del Dios – Amor, será la única piedra
angular para la espiritualidad cristiana.
Propuesta de estructura.
La carta no presenta un progreso lógico del pensamiento, pero sí tiene un fuerte tono
moralizante. Pareciera una homilía bautismal, pero se centra en circunstancias que aquejan a
la comunidad “madre”. El autor enfatiza que no hay comunión con el Padre sin reconocimiento
de la mediación del Hijo de Dios venido en la carne (1Jn 4,2).
El autor contempla el amor de Dios revelado en Jesús. Todo lo que dice en la carta gira en
torno a ese centro. No es posible definir una sola estructura en la carta, pues no se escribió
para analizarla, sino para contemplar el misterio de Cristo en ella. La meditación sobre el
texto es la única respuesta ejemplar por parte del lector creyente.
Esta carta se dirige a iglesias de Asia Menor, llamada también Provincia de Asia. El mundo
greco-romano que permeaba toda la zona con su cultura, promovía el ateísmo, la magia, la
1
Estructura citada de Brown, R., El Evangelio de San Juan y las Epístolas joánicas, Sal Terrae, Santander,
1979, citado en Duarte Castillo, Raúl, I Carta de San Juan. Una aproximación al texto, Colección Material
Académico UPM, UPM, México, D.F., 1994, 7.
2
Estructura propuesta en Enrique Glennie Graue, La primera carta de San Juan. Un llamado a la comunión,
Colección Teología Espiritual, UPM, México, D.F., 1996, 29.
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Por otro lado, en el seno de la comunidad joánica también había serios problemas, como la
carnalidad, la idolatría, el libertinaje, la pretensión de ser ya santos consumados, la pretensión
de conocer perfectamente a Dios y amarlo, la pretensión de haber superado el pecado, pero a
la vez, odiaban a los demás y, lo peor de todo, tenían gran propensión a la idolatría y muchos
miembros de las comunidades joánicas “coqueteaban” con el Gnosticismo.
El Gnosticismo afirmaba:
- La naturaleza y la ley Judía no son obra de Dios.
- Las cosas materiales son malas, por esencia.
- Niegan la grandeza de Jesucristo (la Encarnación no podía ser real, pues la
carne es mala).
- Que los gnósticos eran superiores pues según ellos habías superado a la
materia, para poseer al Dios verdadero. Por tanto, se creían impecables.
Por estas razones, el autor les llama “anticristos” (1Jn 2,18-19). Los verdaderos
cristianos, para el autor de la carta, debían amar la comunidad, tener una vida
religiosa intensa, una vida de oración constante, una práctica de los sacramentos y la
vivencia sobrenatural de la caridad.
El prólogo es difícil pues no respeta las reglas gramaticales del griego. También causa
perplejidad que el verbo principal es “anunciamos”, pero la finalidad del anuncio es la
comunión (con el Padre y con el Hijo). La alegría sin embargo, parece ser la finalidad
última del documento escrito.
El empleo del sujeto impersonal “lo que”, con varios verbos, es referenciado al Jesús
histórico (persona, palabra y acciones desde su Bautismo). El sujeto “nosotros” es
referencia a la comunidad joánica. El autor habla en plural porque se siente unido a
una cadena de testigos, semejante al “nosotros” de Jn 1,14.
El verbo oír alude a un diálogo entre Dios y sus creaturas, los hombres, a través de su
Hijo. Para ello, Dios creó al hombre con la capacidad de percibir una revelación divina
y lo hizo capaz de comunicarse mediante palabras y acciones. El hombre se dignifica
escuchando la Palabra de su Creador. La experiencia del “hemos visto” es una
profesión de fe en la encarnación de la Palabra de Dios. Al encarnarse, Dios santificó
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en grado sublime lo material y lo hizo vehículo de salvación. Por eso, los sacramentos
(que son signos sensibles portadores de la gracia de Dios) en la comunidad joánica,
son esenciales para unirse a lo divino. Lo narrado por el autor refleja la pasión por la
contemplación del misterio de Dios manifestado en la carne de Cristo. La respuesta del
hombre a la Revelación de Dios en Cristo también debe ser mediante los sentidos y no
desencarnadamente. Sólo así se llega a la alegría.
Actualización:
Esta parte se determina por la apalabra guía mandato. Se especifica el sentido de tal
mandato, que es garantía para vivir la caridad.
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Estructura:
Afirmación del mandato: vv. 7-11.
Exhortación a personas de distintas edades: vv. 12-14.
No amar al mundo: vv. 15-17,
La novedad del mandato (para el autor la novedad es que Dios se acercó tanto a la
humanidad que se humanizó, entró a lo más profundo de lo humano, le dejó el amor
fraterno; “la novedad” para el hombre de hoy: tecnología, descubrimientos, estudios,
opiniones, teorías metafísicas, esoterismo).
Para amar a toda la gente y a los enemigos, primero hay que amar a la comunidad de
personas cercanas.
El odio destruye al que lo posee, lo ciega, le quita paz, lo agita, lo convulsiona, lo
arrebata, le opaca la mente, le confunde decisiones. El amor cristiano produce alegría,
armonía interior y hace sociable positivamente a la persona.
Estructura
Actualización:
Raimon Panikkar decía que el verdadero católico es universal, es decir, debe ser
abierto a todas las personas y culturas del mundo, para descubrir en cada una de ellas
la presencia de lo divino y, por ello mismo, deberá amar, venerar y adorar la presencia
de lo divino en cada persona, en cada cultura, en cada evento, pues cada instante, cada
ser es revelación divina para uno.
De aquí concluyo añado que cada católico verdadero debe ser casa-para-toda-
persona-del-mundo. El católico no se define por una fidelidad a la ortodoxia, la cual es
buena, sino que se debe definir por una ortopraxis, vivir la caridad sin límites, hacia
cada persona, no importando si es creyente o no, si es buena o mala. Debería
comportarme de tal modo que cada persona del mundo pueda sentirse conmigo, como
en casa. Yo sería una casa para esa persona, para que habite en mi como en casa. Así,
mi vida sería verdaderamente católica, kata oikia.
Para amar, es necesario también dejarse amar. El amar se difunde y retorna a uno
mismo, pero por la vía de la alteridad. Por ello, también es urgente educar en la
interculturalidad. Si quiero realmente amar a la humanidad, debo ser intercultural,
amar cada cultura como parte de mi, pues además, Dios se manifiesta en cada cultura
de modo distinto, del modo que él juzga apropiado para los que la conforman.
Ninguna comunidad cristiana debe vivir cerrada para sí misma, sino abierta a las
demás comunidades de fe, pero también abierta a toda persona, a toda cultura en el
mundo. Jesús envió sus discípulos al mundo, no pretendió que el mundo viviera según
los parámetros culturales de sus discípulos.
Los vv. 19 y 24 son semejantes y crean un esquema quiástico de lo que está entre
ellos.
El v. 19 empieza con una especie de conclusión de lo dicho antes. Quien ama pertenece
a la Verdad, participando de la revelación de la Palabra hecha carne. Quien participe
del misterio de Dios, da a su vida pleno sentido. La mentira no tiene lugar en la vida de
uno.
Al amar uno se llena de confianza en Dios. Como sólo Dios ve la conciencia de cada
uno, la Iglesia no puede juzgar la conciencia de nadie. Ésta es un santuario donde Dios
habita. Tener una conciencia tranquila es el mejor don que puede poseer una persona.
Es la armonía interior lo que resulta de amar. En nuestra recta conciencia, moldeada
según el Evangelio de Cristo, radica nuestra autenticidad y dignidad más puras. La
conciencia es la fuente de la salud espiritual, mental y física.
Nadie puede amar con el amor con que Dios ama, si no lo conoce, si no cree en Él,
tampoco podrá conocerlo y amarlo, si no lo refleja en sus acciones. El permanecer en
Dios se manifiesta mediante el acto de amar con fe y con esperanza. La certeza de la
presencia del Señor en mi vida sólo me la da el Espíritu Santo. Para saber discernir la
presencia de Dios, requiero ser mistagogo, es decir, conducirme a través del misterio
de Dios en mi vida. La vida de oración es necesaria, tanto como la vida caritativa y
solidaria, desde la fe.
Para el autor, es necesario amar para poder hablar de la fe. La fe sin amor es fría
doctrina y hasta instrumento de dominio. El amor, sin dirección, daña.
Los gnósticos eran amantes del éxito personal, de la excelencia académica. Hoy día, la
gente que no conoce al Cristo de la fe es igual. Se desviven por cosas pasajeras como el
dinero, el poder o la influencia. Viven atrapados en el mundo de las apariencias. Éstas
jamás comprenderán la consistencia del ser de la verdad.
Esta sección es complicada, debido a que nos topamos con una mentalidad oriental, no
griega. El estilo hebreo de redactar se caracteriza por comenzar a desarrollar un tema,
luego, se deja de lado y se le sustituye por un tema similar o acompaña al primero con
otro tema y, después, retoma el primer tema para dar una razón más profunda. El
hebreo razona no linealmente, sino en modo de círculos convergentes.
Así tenemos que ante el tema de la invitación al amor mutuo, se tiene el esquema así:
La confianza muestra la perfección del amor (vv. 17-18). Confiar en Dios es el término
de un largo proceso de conocimiento de Dios. No se puede confiar en alguien que uno
desconoce. Quien mucho ama, crea comunidad y la sostiene mediante el mutuo amor
entre sus integrantes. De esa experiencia surge la plena confianza en un Dios que
dirige los destinos de las comunidades joánicas. Esa capacidad de amarse mutuamente
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es un don de Dios, por lo que solo Él es su origen y eso también es garantía para
confiar en Él. La finalidad del amor solidario es llenar de bienes (shalóm) al otro,
procurando su felicidad en esta vida. Esa es la actitud del que sabe ser prójimo del
otro. El discípulo joánico es solidario como resultado de su sobreabundancia de amor
y de sentirse amado, no actúa por temor a ser condenado. Por eso, donde hay amor
solidario, desinteresado, no hay sombra de miedo y por eso el amor expulsa al miedo.
La perfección del amor cristiano radica en entregarse a favor de otros para que tengan
vida en abundancia.
Siendo Dios amor, entrega, desapropiación de la propia Gloria para darse a los más
alejados, el cristiano debe hacer lo mismo para así honrar a Dios. Sin embargo, no es
una obligación impuesta por el hecho de haber sido amado en Cristo, sino más bien es
una entrega gratuita a favor de otros, porque entregándose a los demás se es aún más
dichoso.
Dios Padre envió a su Hijo al mundo para salvarnos, eso es lo máximo que nos puede
suceder. La salvación consiste en ser familia perpetua de Dios, estar en comunión con
Él y con los demás. Dios es nuestro único Bien. Dios se entrega a la humanidad no por
obligación o porque necesite de nosotros (como los dioses mitológicos), sino que se
entrega por sobreabundancia de amor por sus creaturas, porque QUIERE elevarlas a la
dignidad divina para que compartan SU VIDA, Es un deseo noble, sincero y gratuito de
Dios para asociar a su creación al Banquete de lo divino en plenitud.
Amándonos, nos hizo dignos de ser amados (nos hizo “amables” en sentido estricto).
Sólo viviendo EN el dinamismo del Dios que nos AMA, podemos amar a otras personas
y comunicarles la vida en abundancia que Dios nos da en su Hijo. Amar al prójimo no
es una obligación impuesta, sino consecuencia lógica del amor divino en nosotros.
1a: Creer
1b-3 La fe se manifiesta en el amor
4-5 La fe vence al mundo
6-10 Los testigos de la fe
11-12 La vida eterna
13 Creer
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Todo el sentido de la perícopa lo define el verbo “creer” de los vv. 1a y 13. los
versículos internos están concatenados por la secuencia de palabras clave.
Si los mandamientos se nos hacen difícil de llevar es porque los vemos dentro de un
marco de obligatoriedad, de coacción contra nuestra “libertad”. Sin embargo, los
mandamientos no son obligación, son camino único de felicidad, camino de una vida
auténtica, del modo divino de vivir lo humano.
Actualización:
¿Qué tipo de vida nos ofrecen los medios de comunicación y la economía de mercado?
¿Cuál es el tipo de vida que sugiere Juan en su Carta? ¿basada en la apariencia, en el
ser?
¿Qué intereses defiende “el mundo”? (Sistema de control, opresión de pueblos,
dominio mediante el miedo).
El mundo ofrece apariencias de ser,
El Dios de Jesús nos ofrece la esencia del ser.
El mundo nos quiere comprar para sostener su poder, su sistema.
El Dios de Jesús nos ofrece un sentido pleno de vivir, más allá de todo sistema.
El mundo nos ve como consumidores potenciales,
El Dios de Jesús nos ve como hijos, amables y capaces de dar vida, amando.
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Este fragmento de la carta muestra con cierta claridad cuál era la dificultad que había
entre los integrantes de la comunidad joánica principal (Éfeso): la gran mayoría se
sentía atraída por ideas gnósticas, que negaban la encarnación del Hijo de Dios. El
“testimonio” que tenían era el de la lógica racional, mientras que Juan argumenta
tener otros dos testigos que favorecen su propio testimonio: agua y sangre. Estos dos
“testigos” aparecen en la vida de Jesús (momentos del Bautismo y el Sacrificio en la
Cruz) y fundamentan el Bautismo y la Eucaristía, que eran los ejes centrales de la vida
de todas las comunidades cristianas del siglo I y no sólo las joánicas.
Los gnósticos creían que el Bautismo de Jesús era suficiente para salvar a los hombres
y que en el bautismo Jesús quedaba elevado a categoría de salvador. También, los
gnósticos creían que Jesús no era más que un sabio judío.
Contra estas ideas, el fragmento que hemos leído testimonia que Jesús no es un sabio
judío, sino el Hijo de Dios hecho carne. El evento que salva a la humanidad, según Juan,
es el Sacrificio de la Cruz y no el Bautismo solamente. De hecho, ambos eventos van
entrelazados porque El Bautismo es una Unción para una misión y el Sacrificio en la
Cruz es consumación de la misión para la que fue ungido. La idea de tener dos o más
testigos es una idea judía, no griega.
Para Juan, creer en Dios implica necesariamente, creer en la persona y obra de Jesús
de Nazaret. La mayoría de los integrantes de la comunidad joánica de Éfeso se
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Para Juan, Dios ha abierto, mediante el Bautismo, la vida eterna fundada en la fe. La
eternidad no llega al cristiano, sino que éste abre una puerta a lo eterno, mediante el
bautismo. El hombre puede conocer a Dios solamente si se confía a Él, si se abandona
a una existencia donde fe y vida sean coherentes. Conocer a Dios es amarlo
íntimamente, mediante la solidaridad con los demás, creando comunidad. Para ello, el
cristiano joánico debe abrirse a Dios y dejas que las personas y todas las cosas de la
naturaleza manifiesten lo divino que tienen y que reconducen al creyente a Dios.
Estamos ante un epílogo extraño, pues no sigue la lógica de toda la carta. Seguramente
estamos ante una glosa posterior, que pretende manifestar la finalidad de 1Jn:
fortalecer la fe cristológica de la comunidad.
Estructura:
o Exhortación a la confianza: 5,14-16.
o Oración por los hermanos pecadores: 5,17-20.
o Advertencia: 5,21.
Otra estructura: , v
v. 14. Tesis 1: “Y la confianza que tenemos con Él es esta: que si pedimos de acuerdo
con su Voluntad, nos escuchará”.
v. 15 es una explicación de la tesis.
v. 16a Tesis 2: “Si alguien ve…y le otorgará vida a los que pecan no de muerte”.
vv. 16b – 17 son la explicación de la tesis 2.
v. 20a-b : Premisa 3: “Sabemos, pues, que ha venido el hijo de Dios y nos dio sindéresis
para que conozcamos lo veraz”.
v. 20c : Confirmación.
Lo interesante del epílogo es que invita a orar por los pecadores no mortales. Esta idea
de intercesión es prácticamente inexistente en el resto de la carta.
Actualización:
Vemos hoy día, que la mayoría de los cristianos, incluso de los sacerdotes, ha dejado
de orar. Sometidos por el vaivén de intereses pasajeros, búsqueda de confort y status,
la gente vive volcada por lograr tener cosas, urgentemente. Se ha caído en la banalidad
de pensar que las cosas (principalmente hechas de vil plástico) dan status y distinción
a las personas. Además, la fuente de toda violencia es el miedo, así como el egoísmo.
Cuando la gente se deja atrapar por su propia ambición, nunca está satisfecha,
siempre quiere tener más (cosas, poder, influencia, comodidad, status) y se pierde el
sentido de vida comunitaria, de solidaridad.
97% de los católicos en México cree que ser católico es estar bautizado y tener la
primera comunión. La iglesia ha caído en un mal baratar los sacramentos. Nos
empeñamos en formar personas adoctrinadas para darles los sacramentos como
premios. Nuestras catequesis no son mistagógicas, no son escuela de discernimiento
evangélico. Queremos más bautismos, más primeras comuniones, más
confirmaciones, más bodas que los años anteriores, pero hemos perdido interés en
forjar verdaderos intérpretes de la Palabra, verdaderos maestros espirituales laicos,
verdaderos sabios de la fe, que saben discernir la presencia de Dios en sus vidas, en la
vida de la sociedad, etc. Hemos olvidado forjar verdaderos héroes comprometidos con
la sociedad; hemos olvidado forjar líderes católicos, que brinden esperanza a sus
hermanos, hemos olvidado forjar verdaderos católicos (personas abiertas al mundo)
que conozcan, amen y valoren a las demás culturas,
Los pecados de muerte o irremisibles son, por tanto, los que comprenden todos y cada
uno de los siguientes puntos:
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