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BIBLIOTECA DE TEOLOGÍA BERND JOCHEN HILBERATH

PANORAMA ACTUAL DEL PENSAMIENTO CRISTIANO

20

PNEUMATOLOGÍA PNEUMATOLOGÍA
Por BERND JOCHEN HILBERATH

EDITORIAL HERDER
BARCELONA
Versión <astellana de CONSTANTINO Rurz GARRIDO, de la obra de
BERND JOCHEN HILBERATH, Pneumatologie,
Patmos Verlag, Dusseldorf 1994 índice

Prefacio 11
Diseño de la cubierta: CLAUDIO BADO y MÓNICA BAZAN

1. Introducción: ¿De qué trata lapneumatología?... 13


1.1. Sobre la situación de la manera tradicional de
hablar acerca del Espíritu Santo 14
1.1.1. El olvido del Espíritu 14
1.1.1.1. Razones para el olvido y la represión 14
1.1.1.2. Valoración diferenciadora del resultado obteni-
do 19
1.1.2. Redescubrimiento del Espíritu Santo 21
1.1.2.1. Experiencias 21
1.1.2.2. Perspectivas 21
1.2. ¿Hablar hoy del Espíritu (Santo)? 25
1.2.1. Referencias al campo lexicográfico «Espíritu» .. 25
© 1994 Patmos Verlag, Dusseldorf 1.2.2. Indicios de un significado primordial religioso . 28
1.2.3. Consecuencias 29
© 1996 Empresa Editorial Herder S A , Barcelona 1.3. Tarea de la pneumatología hoy 29

2. La acción y la realidad del Espíritu según el testi-


Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, el almacenamiento en sistema informático monio de los escritos bíblicos 35
y la transmisión en cualquier forma o medio electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro
o por otros métodos, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo
2.1 El Espíritu de Dios y el pueblo de Dios en el
públicos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright Primer Testamento 35
2.1.1 Espíritu de vida: La riqueza de la experiencia
de Israel que se expresa en el vocablo «ruaj» .... 36
2.1.2 Las experiencias tempranas del Espíritu: Dios
ISBN 84-254-1933-6 actúa en favor de su pueblo para salvarle la
vida 40
2.1.2.1 Caudillaje carismático (los Jueces) 41
2.1.2.2 La profecía extática de los tiempos antiguos 42
E S PROPIEDAD DEPÓSITO LEGAL: B 30.389-1996 PRINTED IN SPAIN 2.1.2.3 Vinculación del espíritu con la monarquía 43
LIBERORAF, S.L. - BARCELONA 2.1.2.4 El espíritu de Dios y los profetas 44
2.1.3 La experiencia del espíritu trasmitida a través 2.3.2.3.2 La plenitud de los dones del Espíritu 83
del destierro: Dios, el Señor de la vida, crea 2.3.2.3.3 El discernimiento de espíritus 86
nueva vida 46 2.3.2.3.4 El Espíritu misionero 86
2.1.3.1 Ruaj como poder vital creador 47 2.3.2.4 ¿Quién es el Espíritu Santo? 87
2.1.3.1.1 El Creador actúa por medio de su ruaj 47 2.3.3 Los Sinópticos: El Siervo de Yahvé en el
2.1.3.1.2 El hombre vive por la ruaj de Dios 49 poder del Espíritu 89
2.1.3.2 Nuevo espíritu y nueva vida 50 2.3.3.1 El descenso del Espíritu con ocasión del bau-
2.1.3.2.1 El espíritu de Yahvé auxilia a Israel para que tismo de Jesús, según Marcos 89
tenga una nueva vitalidad 50 2.3.3.2 Acentos en Mateo 93
2.1.3.2.2 Comunidad henchida del espíritu 51 2.3.3.3 Jesús como portador y dispensador del
2.1.3.2.3 Don del espíritu concedido a algunos persona- Espíritu, según Lucas 95
jes de la historia de la salvación 53 2.3.3.3.1 Lleno del Espíritu Santo 95
2.1.4 El espíritu de Dios: ensayo de una definición 2.3.3.3.2 Inspirado para la proclamación del Evangelio 96
sintetizadora 54 2.3.4 Los Hechos de los Apóstoles: Los dones del
2.2 Desarrollos en la época intertestamentaria y en el Espíritu concedidos a los testigos 97
entorno del cristianismo naciente 57 2.3.4.1 El acontecimiento de Pentecostés 97
2.2.1 El judaismo helenístico 57 2.3.4.2 La continuación consecuente de la pneuma-
2.2.1.1 «Pneuma» en el griego no bíblico 58 tología del Evangelio de Lucas 99
2.2.1.2 La traducción de «ruaj» en los LXX y el libro 2.3.4.3 El Espíritu Santo de Dios 102
de la Sabiduría 59 2.3.5 Juan: El Espíritu de la verdad 103
2.2.1.3 Filón 60 2.3.5.1 El testimonio del Espíritu en favor de Jesús,
2.2.1.4 Conclusiones 61 el que bautiza en el Espíritu 104
2.2.2 El judaismo palestino 62 2.3.5.1.1 El testimonio del Espíritu 104
2.2.2.1 Pseudoepígrafos y escritos rabínicos 63 2.3.5.1.2 El agua viva del Espíritu 105
2.2.2.2 Qumrán 67 2.3.5.1.3 Glorificación y envío del Espíritu 106
2.2.2.3 Valoración sintetizadora 68 2.3.5.2 El Espíritu como representante del Exaltado
2.2.3 Referencia a la Gnosis 68 junto al Padre 107
2.2.4 Perspectiva 69 2.3.5.2.1 El otro Paráclito 109
2.3 Las experiencias del Espíritu y la teología del 2.3.5.2.2 El Espíritu de la verdad 110
2.3.1 Espíritu en el Nuevo Testamento 70 2.3.5.3 Vida por el Espíritu y en el Espíritu 111
2.3.1.1 Primitivas experiencias del Espíritu 71 2.3.5.4 La relación del Espíritu con el Padre y el
2.3.1.2 Jesús y el Espíritu 71 Hijo 113
2.3.2 Experiencias postpascuales del Espíritu 72 2.3.6 Perspectiva 115
Pablo: la existencia pneumática de Cristo y de
los cristianos 74 3 Experiencia y reflexión acerca de la realidad
2.3.2.1 Cristo y el Espíritu 74 del Espíritu Santo en la historia cristiana del
2.3.2.2 El Espíritu de la fe y de la santificación 76 espíritu 117
2.3.2.2.1 El Espíritu como don de la fe 77 3.0 Sobre la tarea de una «historia del espíritu
2.3.2.2.2 El Espíritu como principio vital de los creyen- cristiano 117
tes 78 3.1 Los comienzos de la pneumatología en la
2.3.2.3 La acción del Espíritu en el Cuerpo de Cristo . Iglesia antigua 118
2.3.2.3.1 Todos son espirituales R3 3.1.1 El Espíritu inspirador y revelador 119
3.1.2 La profecía y el orden en la Iglesia 120 el espíritu 170
3.1.3 Importantes fijaciones de rumbo en la pneu- 3.4.2 Martín Lutero: La actualización de la obra sal-
matología 122 vífica mediante la acción reveladora y santifica-
3.1.3.1 Tertuliano: El papel autónomo del Espíritu .... 123 dora del Espíritu 171
3.1.3.2 Orígenes: El Espíritu y el perfeccionamiento 3.4.3 Creciente importancia de la pneumatología en
de los cristianos 124 otros reformadores 173
3.2 La formación de la confesión de fe en la divini- 3.4.4 Corrientes espiritualistas 176
dad del Espíritu Santo 126 3.4.5 Tendencias postreformistas y contrarreformis-
3.2.1 Los pneumatómacos 126 tas 177
3.2.2 Atanasio: Argumentación cristológico-soterio- 3.4.5.1 La ortodoxia protestante y el pietismo 177
lógica consecuente 128 3.4.5.2 La contraposición católica romana 178
3.2.3 Basilio: Dogma y experiencia religiosa 131 3.4.5.3 Filosofía del Espíritu 179
3.2.3.1 Teología desde la experiencia 131 3.5 Sobre la pneumatología del siglo XX 180
3.2.3.2 Aclaraciones necesarias 133 3.5.1 Olvido relativo del Espíritu hasta mediados de
3.2.4 El Símbolo de Constantinopla (381) 135 siglo 180
3.2.4.1 La doble respuesta 135 3.5.2 El resurgimiento conciliar 182
3.2.4.2 Inserción pneumatológica y Cana didáctica .... 136 3-5.3 La época postconciliar 183
3.3 El diferente desarrollo en la Iglesia occidental y
en la Iglesia oriental 139 4. Realidad y acción del espíritu, hoy 187
3.3.1 La herencia de Agustín 140 4.1 Tareas de la pneumatología, hoy 188
3.3.1.1 La argumentación en el «De Trinitate» 141 4.1.1 El estado del debate teológico 188
3.3.1.2 El Espíritu en la Iglesia y en la vida de los cris- 4.1.1.1 Tres tipos de pensamiento pneumatológico 188
tianos 144 4.1.1.2 Campos de actividad de la pneumatología
3.3.2 La problemática del «Filioque» 145 actual 191
3.3.2.1 El «ab utroque» de Agustín y el «per Filium» 4.1.2 Sobre el status de las reflexiones que siguen a
de la teología oriental 145 continuación 194
3.3.2.2 La controversia histórica en torno al Filioque .. 147 4.1.2.1 Punto de partida e idea directriz 195
3.3.3 Acentos de la pneumatología de la Iglesia 4.1.2.2 Sobre la estructura 197
oriental 153 4.2 La realidad del Espíritu Santo 198
3.3.3.1 La «situación vital»: Liturgia y experiencia espi- 4.2.1. Dificultades y posibilidades de una reflexión
ritual 154 sistemática 198
3.3.3.2 El Espíritu Santo maternal en la pneumatolo- 4.2.1.1 Problemas persistentes 199
gía siria y armenia 155 4.2.1.2 Camino de salida: «Axioma pneumatológico
3.3.3.3 Experiencia de la acción y del ocultamiento de fundamental» 202
la esencia según la teología bizantina 159 4.2.1.2.1 Axioma fundamental en teología trinitaria 203
3.3.4 Temas pneumatológicos del Medievo latino 162 4.2.1.2.2 Aplicación del axioma fundamental a la pneu-
3.3.4.1 El Espíritu y la Trinidad 162 matología 206
3.3.4.2 El Espíritu y la gracia 165 4.2.2 Proyecto sistemático: El Espíritu de la vida en - -
3.3.4.3 El Espíritu y la libertad 166 su realidad «personal» 207
3.4 Fijación de acentos en la Reforma y en la Edad 4.2.2.1 Punto de partida: Experiencias del Espíritu 207
Moderna 170 4.2.2.2 Certidumbre: Experiencia del Espíritu Santo .. 207
3.4.1 Los reformadores: mediación de la salvación en 4.2.2.3 Límites de la comprensión 209
4.2.2.4 Posibilidades de comprensión 209
4.2.2.5 Conclusión: Adecuación del concepto de per-
sona Excursus: La «feminidad/maternidad» del
Espíritu y su ser específico de Persona 211 Prefacio
4.2.2.6 Aplicación: Corrección de la anticipación
antropológica 216
4.2.2.7 Síntesis: Modelo integrativo y experiencia cris-
tiana primordial 218
4.2.3 El Espíritu del Padre y del Hijo — Referencias
para el entendimiento ecuménico 221
4.2.3.1 Sobre el estado del debate en torno al
«Filioque» 221
4.2.3.2 Sobre las posibilidades de entendimiento 223 El eco sumamente positivo que suscitó mi esbozo de
4.2.3.2.1 Intereses diferentes 223 pneumatología en la obra dirigida por Theodor
4.2.3.2.2 Problemas comunes 225 Schneider, Handbuch der Dogmatik, vol. I, Patmos
4.2.3.3 Sobre la relevancia de la «doble procedencia» .. 227 (Dusseldorf 1992), pp. 445-542 (versión española
4.3 El Espíritu de la vida nueva 229
4.3.1 La vida nueva como vida acorde con el
Manual de Teología Dogmática, Herder, Barcelona
Espíritu 230 1996), me ha movido a publicar ahora este libro, a fin
4.3.2 El Espíritu y la creación 232 de que los lectores dispongan por separado de un
4.3.2.1 La problemática 232 manual de «teología del Espíritu de vida».
4.3.2.2 La creación en el Espíritu Santo 234 Pero no podía ni quería reproducir el texto sin cam-
4.3.3 Espíritu y nueva creación 236
bio alguno. El hecho de publicar por separado el pre-
4.3.3.1 El Espíritu Santo y el hombre nuevo 237
4.3.3.2 El Espíritu Santo y la nueva comunión de vida 239 sente tratado desligándolo del manual, la bibliografía
4.3.3.2.1 No es posible apropiarse del Espíritu Santo 240 que entretanto ha ido apareciendo y mis ulteriores refle-
4.3.3.2.2 El Espíritu Santo no se deja fijar 241 xiones sobre el tema me han movido a introducir cam-
4.4 Campos de experiencia, hoy — Palabras clave bios a veces considerables, sobre todo en los capítulos
para la vida espiritual 244 primero y cuarto. Al capítulo primero le he dado una
4.4.1 Don: El movimiento carismático 247
concepción nueva. En el último capítulo he añadido
4.4.2 Vida: Oración, liturgia, sacramentos 248
4.4.3 Verdad: Inspiración, proclamación teología 251 complementos esenciales. En toda la obra he tenido
4.4.4 Libertad: Diaconía 254 buen cuidado de acentuar más intensamente la expe-
4.4.5 Amor: Lo que interesa en definitiva 256 riencia del Espíritu; y esto no sólo en la nueva sección
final 4.4 (Campos de experiencia hoy). Los capítulos
segundo y tercero, con sus informaciones de exégesis e
historia de los dogmas, los he redactado de nuevo con la
idea puesta en las lectoras y los lectores que van a leer
mi obra. Además, he recogido nuevos aspectos o he
dado mayor realce a algunos (por ejemplo, en lo que se
refiere al carácter «femenino-maternal» de la ruaj, y a la

10 11
manera en que se habla del Espíritu en la época inter-
testamentaria), temas que suscitan hoy día especial inte-
rés. /. Introducción.
Dedico este estudio de pneumatología a mis anti-
guos colegas y estudiantes de la Escuela Superior
¿De qué trata la pneumatología?
Católica de Estudios Especializados, de Maguncia, que
en varias ocasiones me ofrecieron la oportunidad de
tener experiencias del Espíritu.
Finalmente, el propósito de esta obra es animar a los
lectores a la confianza en el Espíritu profético, el
Espíritu santo y santificador que da vida y libertad. La pneuma-to-logía es el discurso o la enseñanza acer-
ca del Espíritu Santo. La traducción del término griego
despierta el deseo de aclarar sus partes integrantes: ¿Qué
Ingelheim (Tubinga),17 de septiembre, significa aquí espíritu, especialmente: Espíritu Santo?
fiesta de Santa Hildegarda ¿Cómo puede hablarse del espíritu, y cómo puede ela-
Bernd Jochen Hilberath borarse una enseñanza acerca del espíritu Santo?
Lo que es el espíritu no puede averiguarse por el sen-
cillo procedimiento de analizar estadísticamente las
veces en que aparece esta palabra, ni es algo que pueda
deducirse de algún otro concepto anterior. Lo que es el
Espíritu Santo no puede saberse independientemente
de las experiencias concretas que se tengan del espíritu,
ni puede definirse con anterioridad a tales experiencias.
Por eso, es recomendable comenzar empíricamente, es
decir, por las experiencias concretas que se tengan en el
tiempo y en el espacio: ¿Cómo se nos presenta la situa-
ción de la pneumatología? ¿Qué significado tiene para
personas que cuentan en su tradición el hablar acerca
del Espíritu Santo? ¿Cómo se ajusta esta confesión de fe
en la acción del espíritu a los diversos empleos que se
hacen del término Espíritu en el conjunto de las expe-
riencias actuales y en el contexto de dichas experiencias?
El esclarecimiento de estas preguntas en las secciones
1.1 y 1.2 nos pondrá en condiciones de responder pro-
visionalmente en la sección 1.3 a nuestra pregunta ini-
cial «¿De qué trata la pneumatología?», en el sentido de

12 13
poder ofrecer una introducción a la tarea de la pneuma- grado, una cenicienta de la teología, y que la dinámica
tología hoy. del Espíritu había sido como un fantasma que aterraba
a los teólogos».1 Esto se aplica principalmente a aque-
llos teólogos que, como dirigentes de comunidades, se
1.1. Sobre la situación de la manera tradicional de preocupaban por la unidad y el orden en las mismas.
hablar acerca del Espíritu Santo Por eso, la primera de las razones que hemos investiga-
do dice así:
Hace todavía treinta años lo adecuado sería calificar — Dificultades con los movimientos que apelaban al
la situación con un «negativo»; el Espíritu Santo apenas Espíritu: Desde el principio las comunidades cristianas,
desempeñaba ningún papel en la experiencia, el pensa- luego la Gran Iglesia a medida que se fue desarrollando
miento y la vida, por lo menos del mundo cristiano y, después de la escisión religiosa, las iglesias nacidas de
occidental. Esta situación ha cambiado radicalmente, las distintas confesiones sintieron, cada una a su rriane-
hasta tal punto que debemos describirla en dos etapas: ra, como perturbadores y peligrosos los movimientos
Consideraremos el mencionado olvido del espíritu como visionarios, entusiásticos y carismáticos que apelaban al
un antecedente para el redescubrimiento del Espíritu Espíritu Santo (por ejemplo, los montañistas, los segui-
Santo, que entretanto está produciendo sus primeros dores de Joaquín de Fiore, los movimientos baptistas,
frutos. los cuáqueros, las iglesias pentecostales). Ante las
supuestas alternativas del «orden o desorden, carisma o
ministerio», se llegó en buena medida a una canaliza-
1.1.1. El olvido del Espíritu ción, más aún, a una fijación de la acción del espíritu. A
diferencia de lo que sucedió en el ámbito de la Iglesia
Cuanto más claro brilla el sol, tanto más oscura es la Ortodoxa, «la doctrina occidental acerca del espíritu...
sombra. Y, así, con la súbita aparición de los movimien- no llegó a ser primordialmente una doctrina sobre el
tos carismáticos y la renovación espiritual, lo primero Espíritu, sino sobre la administración del espíritu por la
de que se adquirió conciencia fue de lo deficiente que Iglesia».2 Las consecuencias de ese curso seguido por las
era la pneumatología, una deficiencia que luego se cosas fueron las siguientes: adscripción de las «auténti-
lamentó de muchas maneras. ¿Dónde estarán las razo- cas» experiencias del espíritu exclusivamente a la Iglesia
nes para ese olvido del Espíritu? ¿Cómo habrá que de los primeros tiempos, reducción de la actual acción
enjuiciar la situación? del espíritu a la vida interior del individuo, creciente
dualismo entre el espíritu y la materia con arreglo a la
intelectualización de la manera de hablar acerca del
1.1.1.1. Razones para el olvido y la represión espíritu.

Ya en el año 1951, el teólogo suizo Emil Brunner


(+1966), de la Iglesia Reformada, afirmaba que el 1. E. Brunner, Ein Buch von der Kirche, Gotinga 1951, p. 55.
2. W. J. Hollenweger, Geist undMaterie, Interkulturelle Theologie 3,
Espíritu Santo «había sido siempre, en mayor o menor
Munich 1988, p. 305.

14 15
A la segunda razón, nacida de ahí, para el olvido del principalmente en la Iglesia latina, que la intensa acen-
espíritu podemos titularla como tuación de la igualdad del Padre y del Hijo (y del
— Desplazamiento del interés teológico: La reducción Espíritu), así como el punto de partida para hablar de
al mínimo de la acción del Espíritu en la vida de fe y en Dios refiriéndose a una sola naturaleza divina o a una
la teología práctica tuvo su réplica en la teología dog- sola esencia divina, desembocaron en la reducción de
mática (sistemática). Tan sólo cuando, en tiempos de las propiedades histórico-salvíficas (proprietates) a sim-
crisis de la Iglesia, hubo eclosiones carismáticas y movi- ples apropiaciones (appropriationes) y en una superclara
mientos de reforma motivados por experiencias del diferenciación entre la Trinidad histórico-salvífica y la
Espíritu, la teología del Espíritu ocupó el centro del Trinidad intradivina contemplada independientemente
interés y se convirtió en tema. Esto se aplica también a de esas experiencias. De esta manera, pudo perderse de
la elaboración del tercer artículo de la confesión de fe vista que precisamente el Espíritu Santo constituye la
en el Concilio de Constantinopla del año 381. Las for- comunicación y la vinculación de la vida intradivina
mulaciones de este credo, que hasta el día de hoy es el con la acción salvífica del Dios Trino y Uno. De ahí que
único realmente ecuménico, o de sus adiciones pneu- la cristología y la soteriología típicamente occidental
matológicas, son [en lo esencial] el fruto de la experien- pudiera de hecho formularse en buena parte «al margen
cia espiritual de monjes teólogos y de la crítica, funda- del Espíritu».
mentada en consideraciones pneumatológicas, contra la Sobre todo los teólogos de las iglesias ortodoxas
fisonomía del cristianismo, que se había convertido en orientales denuncian las consecuencias de este proceso,
una especie de Iglesia del Imperio. a saber:
Así, pues, hacia fines del siglo IV se dedujeron las —Cristomonismo de la teología occidental: Sin menos-
consecuencias pneumatológicas de la experiencia bíbli- cabar la igualdad de las personas y la unidad de la esen-
co-cristiana de Dios y, con ello, se dotó de perfiles a la cia, los teólogos orientales pudieron conservar el perfil
peculiaridad del concepto de Dios, que intentaba repre- peculiar de las personas trinitarias contemplando al
sentarse la unidad —en diferenciación viva— del Padre como fuente de la Deidad y razón de la unidad,
«Padre», del «Hijo» y del «Espíritu». Claro que la deci- de quien proceden independientemente el Hijo y a su
sión fundamental en la cuestión de si la unidad divina manera el Espíritu. Al minimalismo pneumatológico
era compatible con la diferenciación, de si el Dios abso- del Occidente lo estimagtizaron a veces con los tópicos
lutamente superior al mundo podía ofrecerse él mismo de «subordinacionismo pneumatológico» y «filioquis-
a la experiencia en el mundo de los hombres, es una mo». Se entiende por ello la subordinación (efectiva o
decisión que recayó sobre la cristología: el Hijo de Dios supuesta) de la experiencia y significación del Espíritu
no es simplemente un ser creado, sino que en el hom- Santo al papel histórico salvífico y —como en el caso
bre Jesús de Nazaret sale a nuestro encuentro Dios del «filioque» (el Espíritu procede del Padre y del Hijo:
mismo; él es el Hijo del Padre, a quien el Espíritu revela véase 3.3.2.)— también al papel intradivino del Hijo,
y testifica en el mundo. No es casual que, en lo sucesi- del Cristo (por eso se habla de Cristo-monismo). Los
vo, la cristología volviera a estar en el centro de las con- críticos no vieron aquí tanto herejías en el campo de la
troversias teológicas. Pero en este proceso orucrrió, teología trinitaria, es decir, que se referían a la manera

16 17
de hablar de Dios, sino más bien las consecuencias ecle- 1.1.1.2. Valoración diferenciadora del resultado obtenido
siológicas (es decir, que afectaban a la Iglesia) de la
subordinación de lo carismático, de la acentuación Los motivos mencionados y el curso que siguieron
excesiva de lo juridisccional, de la jerarquización en vez las cosas condujeron tal vez a «que el hablar del Espíritu
de la sinodalidad y la conciliaridad de los que son igua- Santo se haya hecho especialmente incomprensible para
les. Las iglesias orientales lamentan no menos el cristo- el momento actual y a que sea algo, por tanto, que se
nomismo en los actos litúrgicos y sacramentales y seña- deja en paz».^ Este resultado no sólo debe suscitar serias
lan el papel central, por ejemplo, de la epíclesis (invoca- objeciones dentro de la visión interna de la Iglesia. Es
ción del Espíritu), que ellas han conservado como que, además, hay algunos detalles que sugieren «una
herencia. vinculación... entre el avance del ateísmo en el mundo
La teología occidental ¿no había tenido en cuenta, al moderno y... la ausencia de una teología y de una praxis
menos, al Espíritu Santo al hablar de la gracia? Sí, y sin del Espíritu Santo».5 Allá donde falta la experiencia de
embargo hay: Dios o donde ésta no se percibe, hablar a impulsos del
— Déficit incluso en la doctrina de la gracia: La teolo- Espíritu se convierte en un simple hablar acerca del
gía occidental tuvo en perspectiva, al menos en la doc- Espíritu (de Dios).
trina de la gracia, la función histórico-salvífica que Pues bien, en los debates de los últimos años se han
desempeña el Espíritu santo-santificador-sanador. Pero hecho diferenciaciones, de tal modo que no se puede
el espectro sé restringió a la doctrina de la «inhabitación hablar de un total olvido del Espíritu ni por lo que res-
del Espíritu Santo» en cada uno de los cristianos. Es pecta a la vida de la fe ni en lo que se refiere a la refle-
verdad que la distinción escolástica entre la gracia incre- xión acerca de la fe. En todo caso, Pentecostés como
ada y la gracia creada ofrecía fundamentalmente la posi- fiesta del Espíritu Santo siguió estando en la conciencia
bilidad de designar al Espíritu Santo como la gracia del promedio dejos cristianos, al menos como una
increada que ejerce su acción en el hombre (lo cual se fecha fijada por la costumbre, y la teología escolástica
designa entonces como gracia creada), de tal manera hablaba de la acción interna del Espíritu, aunque en
que en principio se hizo valer la prioridad y el carácter grado mayor —desde luego— en su función de prestar
personal de la gracia. Sin embargo, la crítica, proceden- asistencia al Magisterio. Eso sí, la invocación del
te esta vez de la teología protestante de las iglesias refor- Espíritu Creador raras veces tenía consecuencias más
madas, podría estar en lo cierto al señalar que la doctri- allá del marco litúrgico. Y la función del Espíritu en la
na de la gracia, en la Iglesia Católica Romana, se halla-
ba más intensamente interesada —como antropología
teológica que era— por el hombre mismo (dotado de la testante se concediera una importancia esencialmente superior a la pneu-
matología; tan sólo Calvino se puede afirmar tal cosa sin restricciones. No
gracia), hasta tal punto que el Espíritu quedaba nueva- se trata de una observación maliciosa, sino de una referencia que confirma
mente subordinado y resituado, y ciertamente en un la unilateralidad occidental.
aspecto más problemático aún.^ 4. W. Pannenberg, Das Glaubensbekenntnis, ausgelegt und vemntwortet
vor den Fragen der Gegenwart, Hamburgo 21974. p.136.
5. J. Comblin, Der Heilige Geist, Bibl. Theol. Befreiung, Dusseldorf
3. Por lo demás, esto no significaba necesariamente que por parte pro- 1988.

18 19
teología de la gracia y en el interior de la Iglesia quedó a en un solo Dios»), que él procede «del Padre y del
menudo infradeterminada políticamente (en el sentido Hij<>
de la necesaria publicidad de la fe cristiana dentro de la
Iglesia y dentro de la sociedad). No vamos a detenernos
aquí a dilucidar si la ceguera parcial que se observa o la 1.1.2. Redescubrimiento del Espíritu Santo
mencionada domesticación o monopolización del
Espíritu han tenido consecuencias aún más funestas. No fueron tanto las reflexiones teológicas cuanto las
Como la historia de la pneumatología se halla aún insu- experiencias humanas y de fe las que condujeron a un
ficientemente investigada, hay que ser prudentes a la redescubrimiento de la acción del Espíritu en sentido
hora de formular juicios precipitados. Debemos aducir, amplio. Este proceso no ha terminado todavía, de tal
además, otra razón para que se pasara por alto al manera que en un segundo paso habrá que preguntarse
Espíritu: acerca de sus perspectivas.
—El Espíritu no se deja retener: La embarazosa situa-
ción de la pneumatología parece tener también su razón
de ser en la naturaleza misma del Espíritu: al Espíritu 1.1.2.1. Experiencias
Santo se le experimenta más como fuerza y poder que
como «persona». Y, así, él es el Oculto y el que se mani- Desde mediados de los años sesenta, en las iglesias
fiesta únicamente en sus efectos y Aquel cuya «realidad» cristianas hay movimientos carismáticos cuya presencia
(en el sentido de un Ser que se concibe como indepen- no puede pasar inadvertida. Además de la Renovación
diente de sus efectos) permanece inconoscible y, consi- Carismática de la Comunidad y del Movimiento
guientemente, inexpresable. Además, allá donde se (Juvenil) iniciado por Taizé, mencionemos especial-
manifiesta el Espíritu Santo, él desvía de sí la mirada. mente los movimientos de renovación en la Iglesia lati-
Como Espíritu del Padre y (en otra manera) del noamericana: «La experiencia de Dios que tienen nues-
Hijo, desempeña una función (de servicio, desinteresa- tras jóvenes comunidades cristianas en América Latina,
da). es propiamente una experiencia del Espíritu Santo».7
La tensión entre el ocultamiento y la manifestación, Los teólogos advierten como señal de la acción del
entre la extrañeza y la familiaridad, la expresó así W. Espíritu el nuevo interés por la Biblia, la recuperada
Dirks (+1991): «También para mí, en la Trinidad, el capacidad para la oración espontánea y personal así
Padre es el más lejano, porque yo difícilmente me lo como para la fiesta y la celebración; se entienden como
puedo representar como al Creador del mundo, a él que obra del Espíritu las experiencias de que cada persona es
es precisamente el garante de la confianza primordial y, el sujeto auténtico de sus acciones, como individuo y
por tanto, el Principio; el Hijo es el más cercano, el como miembro de una comunidad; las experiencias de
representable, el hermano. Pero me sitúo con tenso apa-
sionamiento principalmente ante el Irrepresentable más
cercano, ante el «Dios en nosotros», ante el poder del 6. W. Dirks, «Erbe-Erfahrung-Reflexion», en W. Jens (dic), Warum
Espíritu. Acerca de él confieso, claro está (porque «creo ich in Christbin, Munich 1979, ps. 130-147.
7. J. Comblin, Der Heilige Geist, p. 12.

20
21
estar capacitado para liberarse a sí mismo, la autoridad Consejo Mundial de las Iglesias celebrada en Upsala
de que uno se ve poseído para tomar la palabra y dar (1968), con la ampliación trinitaria de la fórmula de
testimonio de la fe, para considerar a la comunidad base, que originalmente había sido cristocéntrica, fijó al
como el centro de la vida. mismo tiempo un acento pneumatológico; para la sép-
El despertar en América Latina es también fruto tima Asamblea, celebrada en Canberra en 1991, el tema
principalmente del último Concilio. Según las esperan- se expresó en forma de oración: «¡Ven, Espíritu Santo,
zas de Juan XXIII, con el Concilio Vaticano II debía renueva toda la creación!» Entretanto, el reforzado com-
iniciarse en la Iglesia Católica Romana un segundo promiso ecuménico de las iglesias ortodoxas repercutió
Pentecostés. Y en realidad, el acontecimiento del incluso en los textos de la Comisión de Fe y
Concilio mismo, las experiencias que los padres conci- Constitución, del Consejo Mundial de las Iglesias, prin-
liares tuvieron e intercambiaron entre sí, se percibieron cipalmente en las Declaraciones de Convergencia,
—precisamente en su carácter de conversión— como conocidas en sectores más amplios, a propósito del bau-
experiencias del Espíritu Santo. Esto se condensó en los tismo, la eucaristía y el ministerio, el denominado
textos del Concilio. Y, así, la estrechez cristocéntrica en Documento de Lima.
la doctrina sobre la Iglesia se corrige en sentido pneu- Estas experiencias positivas arrojan, como ya se dijo,
matológico: el devenir de la Iglesia no es ya simplemert" una luz más intensa sobre las lamentadas manifestacio-
te la prolongación de la encarnación de Dios; la Iglesia nes de deficiencias. La Iglesia y la teología deben adop-
misma está subordinada a Cristo como «signo e instru- tar una actitud ante las exigencias de ambas partes. A
mento» de la voluntad salvífica que abarca a toda la pesar de todo el celo que se sienta por la renovación y la
humanidad, una voluntad que el Espíritu Santo lleva a reunión ecuménica de las iglesias, no debe eludirse el
su consumación. ¡La Iglesia es sacramento del Espíritu desafío fundamental lanzado por las múltiples situacio-
para el mundo! nes de crisis en que se encuentra la humanidad en gene-
La superación del cristomonismo fue seguida con la ral; en este punto, los cristianos se ven provocados
apertura hacia las iglesias y comunidades eclesiales de supremamente por el Espíritu, a quien en la liturgia y
orientación carismática. Como fruto del Concilio se en la teología invocan y meditan como Espíritu
entablaron diálogos entre el Secretariado para la Unidad Creador, como vínculo de unidad y don de paz, como
y representantes de iglesias pentecostales y del movi- Padre de los pobres.
miento carismático.^ La tercera ronda de conversacio-
nes entre la Iglesia Católica Romana y el Consejo
Mundial de Iglesias Metodistas eligió como tema «El 1.1.2.2. Perspectivas
estudio del Espíritu Santo».^ También la Asamblea del
Así, pues, el nuevo interés teológico por la experien-
8. Véase: Dokumente wachsender Übereinstimmung. Sámtliche Berichte cia y la teología del Espíritu Santo tiene causas internas
und Konsenstexte interkonfessioneller Gespráche auf Weltebene, vol. 1: 1931- y externas. Desde luego, por parte de las nuevas
1982, Paderborn/Francfort del Meno 1983, ps.476-486; vol. 2: 1982-
1990, Paderborn/ Francfort del Menol992, p.581-622. corrientes se ha hecho muy poca labor preparatoria para
9. Cf. ibíd. vol. 1,455-475. la reflexión teológica; observadores atentos ven incluso

22 23
en la «inundación del Espíritu» el peligro de un olvido tencial de toda actividad teológica (yo sólo entenderé
aún mayor del Espíritu. 1 " ¡En todo caso, hace falta una algo si tengo un concepto previo o una experiencia pre-
criteriología para el discernimiento de espíritus! via de ello). Pero ¿es que la teología puede hacerse com-
Por lo que se refiere a la amplitud de la tarea, no se prensible? ¿Cómo se ajusta su manera de hablar del
trata sólo de elaborar un tratado al respecto (un capítu- Espíritu a otras maneras tradicionales y actuales de
lo dogmático) o de experimentar de nuevo la dimensión hablar?
pneumatológica de algunos ámbitos de temas dogmáti-
cos, sino que se trata también de una renovación pneu-
matológica de la teología en general. A este propósito, 1.2. ¿Hablar hoy del Espíritu (Santo)?
se recuerda a menudo el «sueño» de Karl Barth (+1968)
de una teología del tercer artículo (del Credo), a la que 1.2.1. Referencias al campo lexicográfico «espíritu»
él dio expresión durante el último año de su vida. 11
Barth era consciente de que esas reflexiones iban a tener La relación entre el espíritu (humano) y el Espíritu
también repercusiones sobre la teología de los dos pri- Santo (de Dios) se menciona a menudo como uno de
meros artículos del Credo. Los primeros frutos aparecen los principales problemas de la pneumatología actual.
ya en los esfuerzos en pro de una cristología pneumato- Como es lógico, una dilucidación diferenciadora no
lógica y de una renovación del «Veni, creator spiritus» podremos hacerla sino en la parte sistemática, después
(¡Ven, Espíritu Creador!) en la teología sobre la crea- de haber echado una mirada retrospectiva al testimonio
ción. En el ámbito de la eclesiología se acumulan los bíblico y a la historia de la tradición cristiana. Esta dilu-
problemas, y si es verdad que «la Iglesia..., considerada cidación tendrá, además, su prueba crucial en la doctri-
en el fondo, no ha perdido nunca por completo el na sobre la gracia. Pero ahora está indicada una primera
miedo al Espíritu»,^ entonces la tarea teológica tendrá reflexión hermenéutica sobre las precomprensiones que
aquí precisamente una explosividad específica en mate- están implicadas en las locuciones corrientes, a fin de
ria de política eclesial. deslindar los campos lingüísticos en los que se halla la
Claro que, al mismo tiempo, hay un desafío dirigido teología con su discurso acerca del Espíritu Santo. En
a las teólogas y teólogos: Si el hablar sobre el Espíritu se todo ello hay que tener bien presente dos cosas: si el
logra y tiene credibilidad únicamente cuando se habla discurso teológico acerca del Espíritu (Santo) ha de ser
movido por el Espíritu, entonces se verá lo ineludible comprensible, entonces no puede operar con un con-
que es en pneumatología el círculo hermenéutico y exis- cepto especial que sea intrínseco a la teología; por otra
parte, el discurso teológico tendrá que defenderse —en
el sentido del discernimiento de espíritus— contra
10. Véase O .A. Dilschneider, Geist ais Vollender des Glaubens, GTB todas las confusiones inadmisibles.
270, Gütersloh 1987, p.7.
11. Véase K. Barth, «Nachwort», en Schleiermacher-Auswahl mit einem «Espíritu» es, como ya se indicó, una «palabra pri-
Nachtuort von Karl Barth, Siebenstern 113/114, Hamburgo 1968, esp. mordial» ^ que no es definible, y que mucho menos
311.
12. Ch. Schütz, Einflihrung in die Pneumatologie, Darmstadt 1985, 13. W. Kern, «Vom «Geist» der Philosophen», en Christlicher Glaube
p.13. in moderner Geselbchaft, vol. 22, Friburgo 1982, p.62.

24 25
aún es definible a priori, es decir, independientemente En numerosas combinaciones de palabras y en
de las experiencias. Esto, ante todo, hay que hacerlo numerosas locuciones se expresa principalmente la rela-
notar críticamente frente a la asociación, más aún, fren- ción entre el espíritu y la vida (las manifestaciones de la
te a la identificación, dominante aún en nuestra cultura vida): suscitar los espíritus vitales (frescura, alegría,
occidental, entre espíritu y conciencia (individual), que Lebensgeister), exhalar el espíritu; el poder del espíritu
muchas veces va acompañada por una disociación entre (el poder de la mente, Geisteskraft, Geistesmachi); la vida
cuerpo (materia) y espíritu. espiritual o intelectual (Geistesleben), la historia del pen-
Precisamente en contextos filosóficos y teológicos puede samiento o de las ideas (la historia del espíritu,
tener efectos unilaterales el hecho de que en alemán, para Geistesgeschicbté). Como complemento de esto, hay tér-
expresar «espíritu» (Geist), se disponga sólo de una palabra, minos como geistlos («carente de espíritu», es decir, tri-
mientras que en griego puede operarse con pneuma, nous y vial) o Geisteskrankheit («enfermedad del espíritu», es
posiblemente logos, y el latín dispone de spiritus, mens, inte- decir, enfermedad mental) que designan la desvincula-
llectus, animus y ratio. En inglés se emplea mind para desig- ción entre el espíritu y la vida. Allá donde hay espíritu y
nar «realidades» antropológicas, y spiritse usa exclusivamente vida, son posibles la comunión (communio) y la comuni-
en sentido religioso. Por el contrario, «es de grave significa-
cación, como lo indican las expresiones «espíritu de
ción en el ámbito de lengua alemana el hecho de que en una
grupo» o «espíritu de equipo».
sola palabra, Geist, se mantengan juntas las dimensiones
divergentes de lo antropológico y de lo religioso y metafíisi- El espíritu, que es vida y hace posible la comunica-
ción, permanece como algo de lo que no se puede dispo-
co».1
Claro que el campo lexicográfico no sólo del lengua- ner; esto parece ser una segunda nota característica del
je cotidiano sino también del lenguaje culto es mucho «espíritu». A esta condición de ser algo de lo que no se
más amplio y, en parte, muestra asociaciones contradic- puede disponer corresponden elementos semánticos
torias: «Espíritu [Geist] como esencia de Dios, pero que posiblemente pertenecen a la roca primitiva etimo-
también como fantasma; como centro personal de la lógica (discutida en sus detalles) del término en cues-
conciencia, pero también como poder supraindividual; tión: invisible, impalpable, de movimientos dinámicos,
como parte integrante esencial del hombre, pero tam- embriagador, desconcertante, aterrador. Son muy signi-
bién como algo que sólo unos cuantos poseen o como, ficativas a este respecto las expresiones en que se habla
en el pleno sentido de la palabra, sólo el genio posee; de las «dotes mentales» (o dotes del espíritu,
como ingenio natural, como esprit, pero también como Geistesgaben) y de los «rasgos de ingenio» (o relámpagos
don sobrenatural de la gracia; como órgano del pensa- de espíritu, Geistesblitzen).
miento abstracto y teórico, pero también como fuente Sin que tengamos que presionar demasiado sobre los
de coraje, como causa de ferviente voluntad de resultados obtenidos, podremos reconocer que las dos notas
15 características del espíritu vital son la «indisponibilidad» y
acción».1
«elpoder de comunicación que crea vinculación».

14. G. Ebeling, Dogmatik des chnsthchen Glaubens, vol. 3, Tubinga


1979, p.81.
15. G. Ebeling, Dogmatik, vol. 3, op cit., p. 77.

26 27
1,2.2. Indicios de un significado primordial religioso lingüística. Para distanciarse de la expresión estoica spi-
ritus sacer, que tendía a una identificación entre el espí-
Debido a corrientes (seudo-) religiosas, vuelve a estar ritu humano y el espíritu divino, los cristianos crearon
de moda el hablar de (buenos o malos) espíritus. Aquí la combinación spiritus sanctus.
se ha conservado, aunque no raras veces en forma dis-
torsionada, un vislumbre primordial, porque en la raíz
del término alemán aparece ya una proximidad entre 1.2.3. Consecuencias
espíritu (Geist) y Espíritu divino/santo {gottlicher/heili-
ger Geisi). Según las recientes investigaciones, el térmi- Partiendo de la historia del concepto, a la pneumato-
no alemán designa originalmente «un poder divino logía bíblico-cristiana se le plantean principalmente dos
sobrehumano y vivificador, que muestra su acción en el tareas. En primer lugar, en medio de la confusión de
éxtasis religioso».1" voces que hablan del Espíritu y de lo que el Espíritu
Así que, mientras que la asociación dominante «espí- dice, habrá que instar a que se haga una diferenciación
ritu-conciencia» tiene más bien su raíz conceptual his- entre el espíritu humano y el Espíritu divino. Es necesa-
tórica en el término griego nous, el término alemán rio para la salvación saber discernir entre lo que es
Geist (espíritu) muestra, por su misma raíz, una recepti- invención e imaginación, alucinación y trance, explota-
vidad hacia la figura semántica asociada con los térmi- ción y charlatanería, por un lado, y lo que es encuentro
nos bíblicos ruaj y pneuma, que se trasmitió a través del y descubrimiento, experiencia y aprehendimiento, ser
término latino spiritus. En el fondo de los tres términos agraciado con dones y poder llegar hasta sí mismo, por
se halla el significado original de: «aire en movimiento= • el otro lado. En segundo lugar, hay que plantearse radi-
viento, soplo, aliento». La transición entre el uso profa- calmente, es decir, llegando hasta las mismas raíces, la
no y el uso religioso, antropológico y teológico es una cuestión acerca de la relación íntima entre el espíritu y
línea fluida. la vida. El espíritu al que yo apelo, que me habla y que
Evidentemente, el término teológico «Espíritu nos dirige, etc., ¿será un espíritu que estimula la vida, o
Santo» no llegó a fijarse como término sino en el cris- es finalmente un espíritu que trae la muerte?
tianismo primitivo. Es ajena al griego profano la expre-
sión pneuma hagion. En la versión de los Setenta, esta
combinación de palabras aparece únicamente en el Sal 1.3. Tarea de la pneumatología hoy
51,13 y en Is 63,1 Os, como traducción del hebreo ruaj
hakkodesh (Espíritu de Santidad). El sentido propio y El examen de la situación en que se halla actualmen-
original de la experiencia cristiana del Espíritu, en el te el discurso cristiano acerca del Espíritu Santo conclu-
mundo de lengua griega, penetró también en el mundo ye una y otra vez la necesidad del discernimiento de
cristiano de lengua latina y dio lugar a una innovación espíritus. Así se veía ya como perspectiva de la mirada
retrospectiva hacia la propia historia (véase 1.1.2.2.). Y
16. L. Oeing-Hanhoff, «Geist» I, en Histortsches Worterbuch der
así lo veíamos también hace poco, al examinar deteni-
Philosophie III, p. 156. damente el uso actual que se hace del término. Pues las

28 29
consecuencias mencionadas en 1.2.3 son dos aspectos puede desarrollarse a partir de nada que no sean las
de la misma tarea, del discernimiento. experiencias del Espíritu, tal como las atestiguan las
Los criterios para determinar y diferenciar lo que es Escrituras del Primero y Segundo Testamento, y tal
vida verdadera, verdadero entusiasmo y éxtasis, verdade- como han actuado orientadoramente en los horizontes
ra totalidad y comunión, los desarrolla una pneumato- incesantemente nuevos a lo largo de la historia hasta el
logía cristiana que brota de la confesión de fe en el día de hoy.
Espíritu «que es Señor y que vivifica», tal como lo for- Por tanto, en consonancia con el «círculo pneumato-
mula el gran Credo de la cristiandad ecuménica. Esta lógico», habrá que descorrer desde el principio en la
«cláusula pneumatológica» del Credo contiene exacta- teología cristiana la perspectiva del Espíritu Santo. De
mente los dos criterios buscados: El Espíritu es «Señor», ahi que este primer capítulo se haya extendido más de
es decir, es indisponible, es inmanipulable, no es «espí- lo que suele hacerse en general. Por otro lado, la pneu-
ritu de nuestro espíritu», sino el Espíritu que «procede matología debe desarrollarse en términos objetivos, de
del Padre [y del Hijo]»; y «el Pneuma santo» es vivifi- la mano de las reflexiones sobre lo específico de la expe-
cante; ¡estar en el «Espíritu Santo» significa estar en la riencia bíblico-cristiana de Dios y como presentación y
«vida verdadera»! consumación de la autocomunicación de Dios en Jesús
De nuevo nos hallamos en el «círculo pneumatológi- el Cristo. El Espíritu Santo es el Espíritu del Padre y del
co» ya conocido: ¡Lo que es el Espíritu Santo no puede Hijo; procede de ambos, de diferente manera, para
conocerse sino en el Espíritu Santo! ¡Y lo que se conoce revelarnos a ambos. Así que la pneumatología, en cuan-
o se experimenta en el Espíritu Santo debe expresarse to guía y perspectiva de la teología cristiana, no carece
en un lenguaje que sea acorde con ese Espíritu! Por eso de presupuestos. Por esta razón, este tomito de la colec-
no basta la praxis de los manuales escolásticos de teolo- ción precede a los demás, ya que esclarece la orientación
gía dogmática que se publicaron entre el Concilio directiva que ha de tenerse en cuenta para conocer su
Vaticano I y el Concilio Vaticano II, que consistía en capacidad normativa, en especial en la eclesiología y la
añadir simplemente, a la doctrina de Dios uno y trino, doctrina normativa.
un «capitulito» pneumatológico. No porque la doctrina Así, pues, la tarea de la pneumatología, tal como
acerca del Espíritu Santo, que es Señor y crea vida, es vamos a abordarla ahora, es una reflexión sobre la reali-
un capítulo principal de la doctrina sobre la fe cristiana dad del Espíritu Santo, según se experimenta en sus
(la teología dogmática). Más aún, ¡hay que desarrollar la acciones. Con arreglo a la autocomprensión cristiana
dogmática cristiana como un «hablar a impulsos del aquí expuesta, esta tarea, en el sentido de una orienta-
Espíritu»! Por eso, la pneumatología podría constituir, ción fundamental y de una normalización crítica, debe
por un lado, el primer capítulo de los manuales de teo- realizarse ante todo adentrándose en los testimonios
logía dogmática o el primer tomo de las colecciones de bíblicos acerca del espíritu (capítulo segundo). Después,
tratados sobre teología dogmática, porque la pneumato- hay que tener en cuenta las experiencias y esclareci-
logía constituye en cierto modo una criteriología cons- mientos de la «historia del espíritu», en cuanto son rele-
tante de toda la doctrina sobre la fe. Por otro lado, una vantes hoy día para nosotros (capítulo tercero).
pneumatología cristiana que sea normativa y critica no Finalmente, habrá que confrontar, contrastar o asociar

30 31
las experiencias trasmitidas con las experiencias actuales, Der Heilige Geist ais lebendiger Zusammenhalt, "Una Sancta" 46
de tal manera que en el capítulo cuarto podamos trazar (1991)
sistemáticamente las líneas fundamentales de una
manera justificada de hablar acerca del significado del ^fonografías sistemáticas
H. U. von Balthasar, Theologik 3: Der Geist der Wahrheit,
Espíritu Santo para nuestro tiempo.
Einsiedeln 1987.
H. Berkhof, Theologie des Heiligen Geistes (mit einem Nachwort
von U. Gerber), Neukirchen-Vluyn 2 1988.
Bibliografía L. Bouyer, Le consolateur. Esprit Saint et la vie de gráce, París 1980.
J. Comblin, Der Heilige Geist, BThdB, Dusseldorf 1988.
Materias de iniciación y estudio Y. Congar, El Espíritu Santo, Barcelona 2 1991.
Credo in Spiritum Sanctum. Atti del Congresso Teológico
K.Blaser, Vorstofízur Pneumatologie, ThSt 121, Zurich 1977. Internazionale di Pneumatologia, dos vols., Roma 1983.
O.A. Dilschneider, Geist ais Vollender des Glaubens, GTB 270, G. Ebeling, Dogmatik des christlichen Glaubens 3,Tubinga 1979,
Gütersloh 1978. 2
1982, 30-31.
Id. (dir.), Theologie des Geistes, Gütersloh 1980. A. I. C. Heron, The Holy Spirit, Filadelfia 1983.
F.X.Durrwell, Der Geist des Herrn. Tiefe Gottes — schópferische J. Moltmann, Der Geist des Lebens. Eine ganzheitltche
Weite, Salzburgo 1986. Pneumatologie, Munich 1991.
C.Heitmann/H.Mühlen (dirs.), Erfahrung und Theologie des M. Putscher, Pneuma, Spiritus, Geist. Vorstellungen vom
Heiligen Geistes, Hamburgo—Munich 1974. Lebensantrieb in ihren geschichtlichen Wandlungen, Wiesbaden
W. Kasper (dir.), Gegenwart des Geistes. Aspekte der Pneumatologie, 1973.
QD 85, Friburgo 1979. Ch. Schütz, Einführungin die Pneumatologie, Darmstadt 1985.
W.Kern / Y. Congar, Geist und Heiliger Geist, en: Christlicher M. Welker, Gottes Geist. Theologie des Heiligen Geistes,
Glaube in moderner GesellschaftU, Friburgo 1982, 59-116. Neukirchen-Vluyn 1992.
H.J.Kraus, Heiliger Gest. Gottes befreiende Gegenwart, Munich
1986.
Pneumatologie und Spiritualitdt, Theologische Berichte 16, Zurich
1987.
Th Schneider, Gott ist Gabe. Meditationen über den Heiligen Geist,
Friburgo 1979.
Ch. Schütz, Hüter der Hoffnung. Vom Wirken des Heiligen Geistes,
Dusseldorf 1987.
Wiederentdeckung des Heiligen Geistes. Der Heilige Geist in der cha-
rismatischen Erfahrung und theologischen Reflexión, Ókumenis-
che Perspektiven 6, Francfort 1974.

Fascículos de revistas sobre el tema (selección)

El Espíritu Santo en la discusión teológica, "Concilium" 148 (1979).


«Lóschtden Geist nicht aus!» (1 Thess 5,19), "Diakonia" 21 (1990).
Come, Holy Spirit, "The Ecumenical Review" 41 (1989).

32
33
2. La acción y la realidad del espíritu
según el testimonio de los escritos bíblicos

Una mirada al Antiguo Testamento nos permite


reconocer la riqueza de la pneumatología bíblica y con-
firma lo justificado que está hablar no sólo del Antiguo
sino también del Primer Testamento. En él encontra-
mos el terreno abonado para las experiencias cristianas
del espíritu. Por eso, la confesión de fe en Jesús como
en el Ungido por el Espíritu y la autocomprensión de
las comunidades cristianas en virtud de sus experiencias
del espíritu no tienen por qué separar necesariamente a
judíos y cristianos. De ahí que la atención prestada a los
acentos que se van fijando durante la época intertesta-
mentaria (2.2.), una atención poco usual hasta ahora,
no sea únicamente la expresión del deseo de hacer una
exposición histórica completa, sino que brota de verda-
dero interés sistemático.

2.1. El Espíritu de Dios y el pueblo


de Dios en el Primer Testamento

Si queremos estructurar la gran variedad de testimo-


nios del Antiguo Testamento acerca del espíritu, un pri-
mer punto de referencia será la relación íntima que exis-
te entre el espíritu y la vida. Esta relación íntima no
tiene por qué aparecer siempre, ni mucho menos, en su
aspecto positivo. Al espíritu se le experimenta no sólo

35
como el que fomenta la vida sino también como el que el impulso del viento o del aliento y, con ello, el aire de
la destruye. Pero no es recomendable buscar ya desde la respiración o la atmósfera climática necesarios para la
ahora, por encima de esta conexión, otra sistematiza- vida (el viento trae la lluvia refrescante, refrigerante y
ción del campo conceptual y estructurar según ella la que da fertilidad). No pueden aceptarse como algo
exposición del testimonio del Antiguo Testamento. En obvio ambas cosas, y la experiencia de la ausencia de
lugar del método sistemático parece más indicado el ruaj, una ausencia que acarrea la muerte, o la experien-
método histórico. Aunque nos encontremos aquí con cia de las fuerzas destructivas del viento (del Este) carac-
una multitud de problemas sin resolver, no podremos terizan la ambivalencia del existir humano. Así lo expre-
pasar por alto la cesura existente entre el testimonio sa también la temprana conexión antropológica en el
dado acerca del espíritu con anterioridad al destierro y uso de este término, pues ruaj puede designar tanto una
el testimonio dado durante el destierro o con posteriori- vitalidad física y psíquica incalculable, más aún, violen-
dad a él.1 Para indicar, al menos, la gran variedad de ta, como las fuerzas que actúan sobre el hombre no sólo
experiencias,2 haré que las dos apartados pertinentes al desde el interior sino también desde el exterior. Tan
tema vayan precedidos por una primera sección en la sólo a partir del destierro, ruaj viene a significar la respi-
que trataré de esclarecer las raíces del vocablo ruaj. ración tranquila y habitual del hombre. Ahora el signifi-
cado —además de por «energía vital, ánimo, volun-
2.1.1. Espíritu de vida: La riqueza de la experiencia de tad»— se puede traducir también por «espíritu», espíri-
Israel que se expresa en el vocablo ruaj tu entendido «no tanto como parte, sino como capaci-
dad del hombre» o, en textos poéticos, puede ser tam-
Por de pronto, ya por su significado original etimo- bién sinónimo de «yo».'*
lógico,^ el vocablo hebreo rúa] señala la relación íntima Es discutida la relación de este vocablo con el térmi-
entre el espíritu y la vida. En el sentido de un sorpren- no rewaj, formado por las mismas letras (la u se lee
dente y fuerte movimiento del aire, esta palabra designa como w), que como verbo significa «ser ligero, ser dila-
tado», y como sustantivo significa «amplitud, espacio».
Desde el punto de vista pneumatológico, un significado
1 Véase, sobre este tema, la recentísima monografía de H Schungel- fundamental de «crear espacio, poner en movimiento,
Straumann, Rúah bewegt die Welt Ganes schopfensche Lebemkraft in der sacar de la estrechez a la amplitud y vitalizar»,5 sería
Kmenzeit des Extls, SBS 151, Stuttgart 1992, esp 17s, 35s, 70
2 El volumen que acaba de aparecer Der heúige Getst (Pneumatologie),
preparado por G L Muller, «Texte zur Theologie», sección dogmática,
edición a cargo de W Beinert, vol 7,1, Graz 1993, se contenta con pre- 4 R Albertz/C Westermann, «rúa Espíritu», en Diccionario teológico
sentar cinco testimonios bíblicos (dos de ellos del AT), aun teniendo en manual del Antiguo Testamento, vol II, Madrid 1985, p 932
cuenta el centro de gravedad de esta sene, que es la historia de los dogmas, 5 H Schungel-Straumann, «Rúah (Geist, Lebenkraft) ím Alten
creo que la selección de los testimonios es demasiado unilateral Testament», en M Kassel (dir), Feministische Theologie Perspektiven zur
3 Sobre lo que va a decirse a continuación, los especialistas se remiten Onentierung, Stuttgart ^1988, p 61 En su publicación más reciente
a los correspondientes artículos de los diccionarios especializados Para un sobre el tema, H Schungel-Straumann intenta presentar de manera plau-
público más amplio están muy indicados los dos primeros artículos de la sible la conexión entre ruaj y rewaj (ella escribe constantemente rwj), recu-
mencionada obra de H Schungel-Straumann, Rüah bewegt die Welt, p 9- rriendo a una experiencia concreta relacionada con el origen de este térmi-
36 no

36 37
sumamente interesante.^1 La referencia retrospectiva a la El uso de ruaj puede considerarse como teológico en
«situación vital» (Sitz im Leben) original ilustra mucho sentido estricto cuando se denominan de esta manera el
la relación íntima entre ruaj/rewaj y la vida. Así que el poder espiritual que dimana de Dios (Yahvé, elohini), el
vocablo no significa ni el aliento ni el viento en sí mis- poder profético o, en forma totalmente directa, el
mos, «sino la fuerza vital, la vitalidad, la energía, que Espíritu de Dios. De ello pueden aducirse de 60 a 70
actúa en ellos».'7 testimonios.
Es característico de las experiencias veterotestamen- Por tanto, la riqueza de significados de ruaj puede
tarias del espíritu que el uso profano o antropológico de estructurarse de la manera siguiente:
ruaj se integre frecuentemente en el contexto del signi- 1) Supuesta situación vital: Jadear y respirar fatigosa-
ficado teológico (así sucede en una tercera parte de los mente en el parto.
aproximadamente 400 testimonios). Hay una transi- 2) Significado fundamental: Movimientos del aire
ción fluida cuando el viento aparece como instrumento (aliento, viento), vitalidad experimentada que crea espa-
de la acción sanadora o aniquiladora de Dios, y cuando cio.
el espíritu vital del hombre se atribuye de manera 3) Desarrollo antropológico: Energía vital; ánimo;
implícita o explícita a Dios o a su Espíritu como voluntad; espíritu como capacidad; «yo».
Dispensador de toda vida. 4) Significado teológico: Poder del Espíritu divino;
Hasta qué punto, para el hombre del Antiguo poder profético; Espíritu de Dios.
Testamento, todo procede de Dios, lo prueba la observación
Ruaj es siempre un sustantivo femenino. Como al género
de que a las fuerzas demoníaco-negativas, designadas igual-
de un sustantivo le corresponde en las lenguas semíticas una
mente por ruaj, se les atribuya, sí, cierta independencia, y
importancia que no debe subestimarse y que en hebreo está
que su origen permanezca oscuro, pero que se hallen de tal
determinada por el contexto, el término puede usarse tam-
modo subordinadas a Yahvé, que él a veces aparezca incluso
bién en algunos pasajes como masculino. De esta alternancia
como su Autor (véase ISm 16,14-23; 18-20; 19,9).
del género gramatical, los investigadores no han ofrecido
hasta ahora ninguna explicación satisfactoria. H. Schungel-
6 H Schungel-Straumann, Rüab bewegt dte Welt, 9-12 La «situación
vital» (Sitz im Leben) de la idea original la descubre la autora en lo siguien- Straumann aduce prudentemente, en el contexto de su pers-
te «Hay en la vida del ser humano dos procesos en los que esto se verifica pectiva, «algunas conclusiones provisionales». Según ellas,
especialmente [a saber, que rhw no designa la respiración tranquila habi- «rwh está formulado como masculino, cuando tiene en sí
tual, sino la respiración intensa], y ambos tienen una connotación sexual, algo violento (el destructor viento del Este, el poder que
a saber, la excitación sexual y el parto Sobre todo, no hay quizás ninguna pudiera arrebatar a un profeta, y otras cosas por el estilo).
experiencia humana en la que lo que crea espacio se asocie con la respira-
ción intensa como el proceso de dar a luz Es verdad que respirar (de Evidentemente, se tuvo extraordinaria conciencia del tras-
nuevo) y sobrevivir (cf Sal 66,12) o encontrar alivio en una situación crí- fondo maternal y creativo del femenino rwh. Un poder vio-
tica puede aplicarse también, tanto en sentido literal como figurado, a lento y destructivo no podía expresarse sencillamente con la
muchas situaciones críticas, pero no se ajusta a ellas de manera tan precisa forma femenina. Pero en todos los sitios en que se ve clara-
como el alumbramiento El jadear de manera audible en el parto y el alivio mente la conexión con la acción creativa, creadora de vida o
al recobrar el aliento después del parto son algo que —en el sentido lite-
ral— vuelve a «crear espacio» para la mujer y son algo, al mismo tiempo,
vivificadora, rwh es sin excepción un término femenino.
creativo y vivificante» (íbíd , p 1 Os) Incluso cuando rwh, en el sentido de inspiración, entusiasmo
7 Ibíd.p 12 espiritual, está relacionado con lo profético, se halla construi-

38
39
do en forma femenina, y también cuando aparece como experimenta ahora de manera inmediata la acción del
energía vital/energía espiritual creadora». Espíritu.
Ruaj, en contextos de significado teológico, se refiere casi
siempre a la energía vital dinámica, creadora y entusias-
2.1.2.1. Caudillaje carismático (los Jueces)
madora. Así, pues, un estudio sistemático y teológico de
los datos sobre la aparición de este término en el
En los libros históricos antiguos (Jueces-, 1 Samuel) se
Antiguo Testamento deberá orientarse por la idea prin-
observa un primer uso frecuente de ruaj. El vocablo
cipal «espíritu y vida». Con ayuda de esta idea temática
lleva todavía inherentes muchos elementos primitivos:
principal, y teniendo en cuenta la innovación, suscitada
La ruaj llega repentinamente, de manera inesperada,
por la experiencia del destierro, en la manera de hablar
«tempestuosamente» (como ráfaga de viento), también
del espíritu, la siguiente exposición de la experiencia y
de manera aterradora y desconcertante, capacitando
de la teología del espíritu en el Antiguo Testamento, se
para lo poderoso e incluso para actos de violencia. El
estructurará en dos secciones.
Espíritu de Dios «empuja» a Sansón (Jue 13,25);
«sobreviene» sobre Otoniel (Jue 3,10) y sobre Jefté
(11,29), sobre los mensajeros de Saúl (ISm 19,20) y
2.1.2. Las experiencias tempranas del espíritu: finalmente sobre Saúl mismo (19,33); «hace venir» (a
Dios actúa en favor de su pueblo para salvarle la vida Gedeón; Jue 6,34); «entra» en Sansón (Jue 14,6.19;
15,14) y finalmente entra de nuevo en Saúl (ISm
Lo que unía a los grupos, clanes y tribus de Israel 10,6.10; 11,6). Las acciones guerreras de salvación son
para formar un solo pueblo era la confesión de fe en la en último término guerras de Yahvé, en las que su ruaj
experiencia fundamental de los padres (y madres) de lleva la iniciativa (cf. Jue 6,34; 11,29; ISm 11,6). En los
que el Señor mismo había sacado a «Israel» de Egipto, relatos sobre Sansón se observa la transición fluida del
de la casa de servidumbre, y lo había conducido a la lenguaje antropológico al lenguaje teológico: la ruaj que
Tierra Prometida (véase el denominado credo de la sobreviene de repente sobre Sansón intensifica su fuerza
historia de la salvación en el capítulo 26 del física hasta lo gigantesco; eso es, primeramente, pura
Deuteronomio). «Con mano fuerte y brazo poderoso en demostración de poder (cf. Jue 14,6.19; 15,14). Claro
medio de gran temor, señales y prodigios» (Dt 26,8), que el poder vital de Sansón no se explica sólo por la
Yahvé había realizado tal hazaña, y con ello había dado ruaj de Yahvé (cf. 13,4s; 16,3.28), pero en el contexto
sólido fundamento a la esperanza de que seguiría sal- de las guerras de Yahvé, Sansón se convierte en un per-
vando a su pueblo de todos los peligros y lo mantendría sonaje salvador.
en vida. Para ello escoge —como antaño había escogido
a Moisés— a algunos personajes dirigentes; pero mien- Así, pues, Israel vive de la experiencia de que Yahvé,
tras que Moisés no es contemplado sino retrospectiva- como antaño en Egipto, se apiada de la calamidad de su
mente como profeta inspirado (cf. Is 63,11.14), Israel pueblo, escucha el clamor de los oprimidos, cuando
éstos se apartan de los dioses ajenos y se convierten a él
8 Ibíd., p 69s. (cf. Jue 10,6-16). En estas situaciones extremas, la ruaj

40 41
de Dios hace que se invierta por completo la situación 2.1.2.3. Vinculación del espíritu con la monarquía
calamitosa, apoderándose de determinadas personas y
dando vigor al pueblo para que, todos juntos, resistan a Así, pues, a la profecía extática de los tiempos anti-
los enemigos (cf. ISm 11,7). Aunque en casos aislados las guos le corresponde un carácter puramente episódico.
capacidades humanas extraordinarias obran lo necesario, Pero incluso en los dirigentes carismáticos, el hecho de
vemos que en último término el espíritu divino es el que ser poseídos por la ruaj de Yahvé sigue siendo un fenó-
concede el carisma a los personajes dirigentes. meno singular y, en todo caso, pasajero. Esto, en el
fondo, se aplica todavía a Saúl, de quien se dice, des-
pués que fuera ungido por Samuel: «El espíritu de Dios
2.1.2.2. La profecía extática de los tiempos antiguos vino sobre Saúl, y Saúl cayó en medio de ellos en arro-
bamiento profético» (ISm 10,10; cf. 10,6). Aunque en
Fuera de la tradición de las guerras de Yahvé, vemos este contexto se dice que Dios trasformó el corazón de
que en los tiempos antiguos de Israel la ruaj se halla en Saúl (cf. 10,9), la ruaj de Yahvé volvió a retirarse de él
conexión con la profecía extática. Ahora la ruaj no (cf. 16,14). Se trasladó a David, de quien ahora se dice:
sobreviene sobre individuos aislados sino sobre un «Y el espíritu del Señor estuvo sobre David a partir de
grupo de profetas (ISm 10,5-13; 19,20-24), sin que aquel día» (16,13). Ahora no se trata simplemente de ser
quede limitado a ese círculo (como muestra el ejemplo trasportado a un arrobamiento profético; la concesión del
de Saúl y de sus servidores). La acción del espíritu, que espíritu y la unción se asocian con la proclamación autori-
pone en éxtasis, es un fenómeno pasajero (cf. 19,24). tativa y la enseñanza, obradas por el espíritu: las «últimas
Pero el hecho de que esos fenómenos, evidentemente, palabras de David..., del Ungido del Dios de Jacob»,
sean provocados y se repitan, podría explicar la actitud, son introducidas por la confesión: «El espíritu del Señor
claramente negativa, ante el éxtasis profético, al que, en habló por medio de mí; su palabra estaba en mi lengua»
18,10, llega incluso a ponerse en relación íntima con el (2Sm23,ls).
mal espíritu enviado por Dios (cf. 10,10-13a; 19,8-24). Con David la experiencia del espíritu de Israel alcanza
El éxtasis profético no es un elemento específico de un nuevo estadio: la ruaj no interviene ya, como sobrevi-
la experiencia veterotestamentaria del espíritu, como lo niendo repentinamente, en situaciones de gravísimas cala-
acentúa la expresión, muy usada en estos contextos, midades, sino que se convierte en don permanente para el
ruaj elohim («ruaj Yahvé» se encuentra únicamente en ungido, para el elegido de Yahvé. Claro que con ello el
ISm 10,6), que pudiera delatar un origen cananeo. Para discurso sobre el espíritu pierde concreción, por cuanto
la experiencia de Israel acerca del espíritu podría ser se habla sólo en términos generales del don del espíritu
decisivo el hecho de que el éxtasis, aunque sea obra del concedido al rey, ya sea mirando anticipadamente (en
espíritu, no está asociado en modo alguno con las pala- relación con la ascensión al trono), o bien mirando
bras y los actos salvíficos de Yahvé. retrospectivamente, pero las palabras y las acciones del
monarca no se atribuyen a la acción directa del espíritu.
Posiblemente se expresa aquí lo que ha de ser determi-
nante para la ulterior historia de la fe en Israel: la coali-

42 43
ción entre el espíritu de Dios y el poder político es capaces de legitimarse precisamente por medio de éxta-
sumamente frágil, tal como demuestra con absoluta cla- sis y demostraciones de poder. Los versículos Os 9,7;
ridad la propia historia de David. Encaja en este con- Miq 3,8; Is 30,1; 31,3 e incluso Is 11,1-5 no pueden
texto el hecho de que la ruaj de Yahvé no desempeñe ya aducirse como testimonios originales en favor de la idea
ningún papel en los textos legislativos y jurídicos del de una inspiración profética. En Jeremías falta por com-
Antiguo Testamento. En el curso de la escatologización de pleto ruaj en el sentido de «espíritu».
la fe de Israel, la idea de la realeza ejercida en el espíritu Con Ezequiel comienza a dibujarse una nueva acti-
de Yahvé se traslada al Mesías como el Rey salvador anhe- tud.9 Logra expresarse en una profundización teológica
lado (cf. Is 11,2; 42,1; 61,1). del significado fundamental de «ruaj=viento»: el profeta
se experimenta a sí mismo como elevado y trasportado
(Ez 3,14) por la ruaj de Dios (Ez 11,24: elohim; 37,1:
2.1.2.4. El espíritu de Dios y los profetas Yahvé) o como arrobado por ella (8,3). Ese arrobamien-
to introduce a menudo una visión de revelación, de tal
Tanto en la profecía preclásica como en la de los profe- manera que —finalmente— en el pasaje redaccional de
tas escritores, desde Amos hasta Jeremías, falta casi por Ez 11,25 la ruaj misma se convierte en el medio de la
completo la vocación por medio de la ruaj de Yahvé o la revelación: «Entonces cayó sobre mí el espíritu del
apelación a la misma. Habrá que considerar que la Señor (Yahvé) y me dijo: Di: Esto dice el Señor...». Pero
razón de todo ello, además del distanciamiento con res- la proclamación profética, en sí misma, no es designada
pecto a los fenómenos extáticos, debió de ser principal- aún en Ezequiel como don o como encargo del espíritu de
mente la confrontación con los falsos profetas, cuyo Dios. Ahora bien, la situación se modifica ya durante el
espíritu se pone de manifiesto como espíritu de menti- tiempo del destierro entre los círculos del Deuteroisaías y
ras (cf. IRe 22 = 2Cr 18). En las adiciones al capítulo del Tritoisaías. 10 Yahvé deposita su espíritu sobre su
11 de números se ve palpablemente la lucha por la siervo (Is 42,1), y su ruaj descansa sobre su ungido
autenticidad y la legitimidad de las experiencias del (61,1), el «espíritu de su santidad» (63,10) confiere
espíritu: mientras que en 11,26-28 se recurre a la anti- —en asociación con una unción— el carisma profético.
gua concepción dinámica, en 11,25 se aboga por una Dentro de esta perspectiva, se contempla luego retros-
institucionalización: el Señor tomó algo del espíritu que pectivamente a Moisés como profeta dotado del espíritu
reposaba sobre Moisés y lo depositó en los setenta (cf. 63,11.14), más aún, el derramamiento del Espíritu
ancianos, sobre los cuales el espíritu reposó entonces
igualmente y a quienes puso —a la vez— en permanen-
te arrobamiento profético. Finalmente, en 11,29 se 9. Véase también sobre este tema, H. Schüngel-Straumann, Rüah
bewegt die Welt, 37-70. Asimismo, J. Schreiner, Wirken Gottes in alttesta-
expresa el deseo de una universalización de la posesión menthcher Sicht, en ThGl 81 (1991), p. 3-51, elige Ez 37,1-14 como el
del espíritu: «¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el primero de sus tres o cuatro textos clave de Ezequiel.
Señor infundiera en todos su espíritu!» 10. H. Schüngel-Straumann, Rüah bewegt die Welt, 85, señala que «la
frecuencia del uso de rwh en la época posterior al destierro aumenta inten-
Por cuanto los profetas tienen que trasmitir la pala- samente»; además, «la asociación entre rwh y la profecía llega a hacerse clá-
bra de Dios, que a menudo parece impotente, no son sica».

44 45
sobre todo el pueblo (la casa) de Israel, prometido en Ez 2.1.3.1. Ruaj como poder vital creador
39,29, se entiende en Is 59,21 como don permanente y
en Joel 3,1 como carisma profético. De esta manera, la La des-nacionalización y la universalización de la
trayectoria universal de la teología del Espíritu no se ha experiencia que Israel tiene de Dios hace posible asociar
mantenido, pero en adelante el profetismo y el don del más estrechamente los fenómenos naturales como el
espíritu (la inspiración) se hallarán íntimamente asocia- viento y la respiración con la acción del Creador. Lo
dos. que antes se había experimentado en situaciones aisla-
das de la vida, se amplía ahora hasta convertirse en la
experiencia de la dependencia permanente en que se
2.1.3. La experiencia del espíritu trasmitida a través del vive respecto de la ruaj vivificadora de Yahvé.
destierro: Dios, el Señor de la vida, crea nueva vida

La experiencia del destierro no sólo marca un giro 2.1.3.1.1. El Creador actúa por medio de su ruaj
decisivo en lo que respecta a las relaciones entre el espí-
ritu y la profecía o la palabra profética, sino que sirvió Según el libro del Éxodo, la «ruaj de Yahvé» desem-
también para el discernimiento de espíritus, de concep- peña un papel decisivo en el paso del Mar Rojo: con
ciones y de formas de expresión, porque la « ruah Yahvé» ella el Señor hizo que retrocedieran las masas de agua
adquiere perfiles más claros, de tal manera que es capaz (Ex 15,8) o las contuvo a ambos lados como con un
de convertirse en órgano central de la acción salvífica muro (Éx 15,8). También en otros lugares se atestigua
divina. También en este aspecto el libro de Ezequiel que Israel podía sentir en el viento el aliento de Yahvé,
documenta la innovación escatológica. sin que pueda hablarse de una identificación general
Durante el destierro, Israel no sólo sigue dirigiendo entre ambos: en Am 4,13 al viento se le designa como
su mirada hacia futuras posibilidades de salvación, sino criatura de Dios mediante el empleo del tecnicismo teo-
también hacia el pasado —en el sentido de una refle- lógico bara», una criatura de la que Yahvé, por ejemplo,
xión autocrítica, que quizás se produce incluso por pri- según Sal 104,4, puede disponer libremente. Este salmo
mera vez— : el pueblo o sus profetas y teólogos leen la de la creación canta muy impresionantemente el poder
propia historia con nuevos ojos, que se han abierto por creador de la ruaj: «Mas si ocultas tu rostro, se estreme-
la experiencia del destierro y de la cautividad. Y, así, cen; si retiras tu soplo, expiran y vuelven al polvo.
durante el destierro no sólo germina la esperanza de una Envías tu espíritu, los creas, y renuevas la faz de la tie-
nueva creación (véase 2.1.3.2.) sino que la experiencia rra» (Sal 104,29s). Puesto que el relato de la creación
que se ha tenido hasta entonces de la historia se hace que aparece en el Documento Sacerdotal, se halla enrai-
más profunda y se universaliza como teología de la crea- zado en las mismas tradiciones, haremos bien en no
ción (véase 2.1.3.1.). Por tanto, el enriquecimiento, precipitarnos a limitar en Gn 1,2 («y la ruaj de elohim
determinado por el destierro, de la experiencia del espí- se movía sobre el agua») el espectro de los significados
ritu y de la teología del espíritu en Israel hay que diluci- del término a una «tormenta sobre las aguas del caos».
darlo en dos direcciones (creación-nueva creación).

46 47
Es desconcertante la agrupación de ruaj y caos en los dos duría como intercambiables en su función creadora (véase
primeros versículos del libro del Génesis. Es verdad que los Eclo24;Sab7,22;9,l).
dos versículos pueden entenderse conjuntamente como un
epígrafe, y los enunciados sobre el caos como un paréntesis
(inserción). Y, así, H. Schüngel-Straumann, siguiendo a W.
Groíü, lee de la siguiente manera el comienzo del libro del 2.1-3-1-2. El hombre vive por la ruaj de Dios
Génesis: «Al principio, cuando Dios se dispuso a crear el cielo
y la tierra —pero la tierra estaba (todavía) desierta y vacía, y En los textos posteriores al destierro, ruaj despliega
las tinieblas (se hallaban) sobre el abismo— , la ruaj elohim un espectro de significados antropológicos y se acerca
se movía (para ello) sobre las aguas». * con ello al significado de neshama (aliento vital) o de
leb (corazón). La palabra sigue conservando el elemento
En virtud de la experiencia específica de Israel acerca
de indisponibilidad, sedimentado en sus significados
de Dios y del espíritu, y teniendo en cuenta el contexto
fundamentales. A la ruaj divina no se le atribuyen sólo
teológico redaccional y con la mirada puesta en la «efi-
facultades humanas extraordinarias (cf. Gn 41,38) y
cacia histórica» {Wirkungsgeschichté), podremos suponer
talentos creadores de cultura (cf. Ex 28,3; 31,5; 35,31),
que aquí se alude al poder creador de Yahvé sobre el
sino que sigue siendo una fuerza que puede dominar a
caos, si no ya incluso a su poder creador «femenino» (el
los hombres desde dentro y desde fuera y que, como
verbo rajaf puede significar también «incubar»). Ahora
poder vital divino, no es nunca parte integrante natural
bien, mientras que la ruaj según Gn 1,3ss no participa
del hombre. Como confirman Gn 2,7; Sal 104,29s; Job
en las diversas obras de la creación, vemos que en el Sal
34,l4s, la ruaj de los seres vivos (cf. Gn 6,17; 7,15.22;
33,6 la ruaj se halla en paralelo con la palabra creadora:
Nm 16,22) depende permanentemente de la ruaj: crea-
«Por la palabra del Señor fueron creados los cielos; por
dora de Yahvé. Por tanto, la experiencia del Primer
el aliento de su boca fue creado todo su ejército (de los
Testamento acerca de Yahvé demuestra ser una expe-
cielos)». Parece muy significativo a este respecto el para-
riencia que puede llevar consigo incluso la inversión del
lelo, expresado en Is 55,1 Os en forma de palabra profé-
«espíritu natural» (véase, por ejemplo, Is 40,6-8). La
tica, entre la acción infalible de la palabra divina y la
ruaj no es la dimensión divina profunda de la vida, sino el
acción de las fuerzas creadoras (lluvia/nieve).
poder de vida concedido graciosamente por Dios en su
Por tanto, así como se asocian la palabra profética y el inclinación al hombre.
espíritu divino que la inspira, así también —a partir del
La relación dinámica que existe entre la ruaj de Dios
destierro— se asocian entre sí la palabra creadora y la
y la del hombre puede verse en los citados versículos del
ruaj creadora de Yahvé. Finalmente, en la literatura
Sal 104,29s, donde no sólo se ponen en relación el
sapiencial pueden aparecer la palabra, el espíritu y la sabi-
aliento (o soplo) de Dios y el aliento de los hombres,
sino también el «rostro» de Dios y la «faz» de la tierra (a
diferencia de la mayoría de las versiones, la Biblia
11. H. Schüngel-Straumann, Rúah bewegt die Welt, 81; cf. W. GroE,
«Syntaktische Erscheinungen am Anfang althebrá'ischer Erzáhlungen:
hebrea emplea en ambos casos el mismo término, cuya
Hintergrund und Vordergrund», en Congress Volunte Vienna 1980, VTS forma verbal significa «volverse a»):
32, Leiden 1981, p.142. v. 29: tu rostro — su aliento (de ellos)
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49
v. 30: tu aliento — el rostro de la tierra. palabra profética y el espíritu vivificador y, dentro de
La mirada de Dios, la inclinación del rostro de Dios este contexto, emplea ruaj nada menos que ocho veces
hace vivir y renueva la vida, más aún, hace que toda la en el sentido de «aliento de vida». En la visión de
creación «cobre aliento» y pueda «levantar los ojos». El Ezequiel, el pueblo de Israel, enterrado en vida, sin
abrirse, el volverse hacia, el entablar relaciones -estos ele- esperanza alguna (cf. Ez 11-13), es despertado a nueva
mentos del concepto «teológico-antropológico» ruaj tienen vida y a nueva esperanza en virtud del espíritu del
consecuencias, desde el punto de vista de la teología de la Señor. Lo que el profeta contempla no es primeramente
creación y de la teología del pacto, para la convivencia la resurrección de los muertos al fin de los días, sino la
humana. «El «espíritu del Señor» significa esa mutua nueva creación de Israel, en analogía con la primera cre-
apertura y se opone de todas las maneras a un pensa- ación (véanse los verbos «soplar», «vivificar»), concreta-
miento que se represente a Dios y al mundo/hombre mente: el regreso al país (Ez 37,14). Es notable, desde el
como «entidades» mutuamente cerradas y que se opon- punto de vista teológico, que esa nueva creación se compare
gan la una a la otra sin comunicación. Semejante «aper- con la apertura de las tumbas y con el hecho de hacer salir
tura de espíritus abiertos» marca también su sello en el de los sepulcros: el espíritu de Dios actúa en la línea de
ser humano en sus relaciones con Dios, con el mundo y separación entre la muerte y la vida. Así como en Ez 37
con el prójimo, y no menos en las relaciones entre el se acentúa la descripción de la rigidez de muerte en que
hombre y la mujer». 12 se halla el pueblo, así también el texto agrupa la con-
cepción tradicional de la ruaj y la supera: arrebato (v.
1), viento cósmico y hálito de vida (v. 9); éste ayuda «a
2.1.3.2. Nuevo espíritu y nueva vida ponerse en pie» (v. 10), hace salir de las tumbas y con-
duce a la nueva comunión con Yahvé (v. 14), y hace
Esta tesis de teología bíblica hay que confirmarla posible de esta manera el conocimiento de Dios (w.
mediante una contemplación del Espíritu re-creador, es 6.13.14).
decir, que hace posible de nuevo la vida y las relaciones.

2.1.3.2.2. Comunidad henchida del Espíritu


2.1.3-2.1. El espíritu de Yahvé auxilia a
Israel para que tenga una nueva vitalidad El cumplimiento de las antiguas promesas profetiza-
das (el país, el pueblo) presupone, según la experiencia
El testimonio más antiguo del significado ruaj = del destierro, la trasformación del hombre, tal como se
«aliento de vida» lo proporciona el libro de Ezequiel describe de manera impresionante en Ez 36 (¿en redac-
que, como ya se ha mencionado, representa el giro deci- ción posterior a Ezequiel?):
sivo en la historia del concepto. Así, Ez 37 asocia la «Os tomaré de entre las naciones donde estáis, os recoge-
ré de todos los países y os llevaré a vuestra tierra.
12. J. Blank, Art. «Geist, Hl./Pneumatologie A. Bibeltheologisch», en Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras
Nenes Handbuch theologischer Grundbegriffe ¿ II, p. 155. impurezas e idolatrías.
50 51
Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu meterá la efusión del espíritu sobre todo Israel (¿«toda
nuevo; os arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón carne» = ¿todas las naciones?). La petición de que Dios
de carne. haga profetas a todos no se refiere en este contexto a
Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que viváis según arrobamientos extáticos, sino a la experiencia de la cerca-
mis mandamientos, observando y guardando mis leyes. nía, más aún, de la inmediatez de Dios, al conocimiento
Viviréis en la tierra que di a vuestros antepasados; vosotros
de su voluntad. Mientras que, en la literatura sapiencial,
seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios» (Ez 36,24-28).
esta función es asumida por la sabiduría, vemos que
La conexión, conocida por la creación de la naturale- Joel, sobrepasando a Jeremías y a Ezequiel, acentúa el
za, entre ruaj (viento) y agua se desarrolla aquí ulterior- interés profético por la conversión con que Dios ha de
mente desde una perspectiva antropológica. Vemos que, volverse para salvar. Dios que, a través de todas las catás-
más allá del paralelo establecido en Is 44,3 (derrama- trofes, crea finalmente salvación imperecedera.
miento de la lluvia fertilizadora - derramamiento del
Espíritu), en Ez 36,25 se habla del poder purificador
del agua, un poder que en el versículo siguiente se con- 2.1.3.2.3. Don del espíritu concedido a algunos
templa a una con la concesión de un corazón nuevo y personajes de la historia de la salvación
vivo y de un nuevo espíritu. Ez 36,27 atestigua clarísi-
mamente que el nuevo espíritu del hombre es el espíritu Mientras que, cuando se habla del don del espíritu
de Dios (véase el paralelo en Ez 1 l,19s). concedido al pueblo entero, se piensa en los individuos
El contenido semántico de leb (corazón) se opone a como miembros de ese pueblo, aparece también, de
una reducción individualista de la trasformación y manera relativamente desligada, en textos del destierro
renovación prometidas. Lejos de eso, se trata de un y posteriores a él, la idea de la concesión del espíritu a
nuevo centrar al hombre — en virtud de su orientación diversos escogidos. Esto, además de aplicarse a los profe-
hacia Dios y de su inclinación hacia los hombres («para tas, se aplica principalmente al Rey mesiánico. Los textos
que guardéis mis leyes...»), es decir, el espíritu instaura pertinentes ofrecen grandes dificultades para su data-
un orden nuevo en las relaciones humanas. Ésta es la ción y para determinar la persona concreta a la que se
más genuina obra del espíritu creador, por cuya realiza- hace referencia (una persona histórica o [¿y?] un perso-
ción ruega ya desde ahora el hombre piadoso (véase el naje escatológico, individual o [¿y?] que representa al
Sal 51,12s, que comienza con el significativo verbo pueblo); por otro lado, los cánticos del Deuteroisaías
«bara'»). La finalidad del don del espíritu es la nueva sobre el Siervo de Yahvé reúnen lo carismático, el
comunidad. Ez 36 sobrepasa la promesa del nuevo pacto ministerio real y el ministerio profético.
en Jr 31,31-34 por el hecho de que en Ezequiel el Espíritu Ante la decepción por la monarquía, tal como existía
mismo aparezca como don salvífico. realmente, el capítulo 11 de Isaías pinta la imagen del
La adición de Ez 39,29 («No ocultaré más mi rostro soberano ideal, que procede del linaje de David, y sobre
ante ellos; porque he derramado mi espíritu sobre la quien «descansa» el espíritu de Dios en toda su pleni-
casa de Israel») sirve de enlace entre Ez 37,14 y 36,27 y tud, lo cual el texto (Is 11,2) lo desarrolla en términos
preludia con su terminología a Joel 3,1-5, donde se pro- sapienciales: «el espíritu de sabiduría y de inteligencia,

52 53
el espíritu de consejo y de fortaleza, el espíritu de cono- espíritu de Dios/de Yahvé. Esa ruaj crea vida y vivifica a
cimiento y temor de Dios». Los versículos siguientes la creación, suscita y dirige a los personajes salvadores
acentúan que ese don del espíritu no se concede para carismáticos y a los profetas, descansa sobre los reyes,
posesión personal sino para la edificación de un reino de especialmente sobre el prometido Rey/Siervo/Profeta
justicia y de paz. El abandono de la política de poder la del fin de los tiempos y, finalmente, se derramará sobre
señala Is 42,1, donde el elegido de Yahvé es denomina- toda carne.
do su siervo, sobre quien descansa el espíritu, para que La pneumatología del Primer Testamento abre inte-
él lleve la justicia a los pueblos —según el testimonio resantes perspectivas para las definiciones, que deben
del cuarto cántico del Siervo de Yahvé (Is dilucidarse en un contexto sistemático —también de
52,13-53,12): por medio de sus sufrimientos. También otros tratados dogmáticos (creación, gracia, eclesiología,
aquí la acción divina creadora de justicia se encamina a la escatología)— , de las relaciones entre la experiencia de
justicia entre los hombres, a la rectitud de las relaciones sí mismo y la experiencia de lo ajeno, entre la creación y
entre ellos. Así lo acentúa finalmente el capítulo 61 del la historia (del pacto o alianza), entre la promesa y el
Tritoisaías, que describe con rasgos proféticos al perso- cumplimiento escatológico, entre el ministerio y el
naje de salvación y comienza con aquellas familiares carisma. Ahora bien, en lo que respecta al lenguaje teo-
palabras: «El espíritu de Yahvé descansa sobre mí pues lógico en sentido estricto, se plantea ahora la pregunta:
Yahvé me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena ¿Qué o quién es el espíritu de Dios, y en qué relación se
nueva a los pobres, para curar los corazones desgarrados halla con Dios (Yahvé)?
y anunciar la liberación a los cautivos, a los prisioneros Partir de los efectos de ese espíritu para preguntar
la libertad». acerca de su realidad no significa, en el sentido de una
teología trinitaria posterior, tratar de identificar en esos
textos la esencia del espíritu. Pero, eso sí, podemos pre-
2.1.4. El espíritu de Dios: ensayo de una guntarnos acerca del perfil propio de la ruaj de Yahvé o
definición sintetizadora de la ruaj concedida por Dios al hombre.
En tres lugares (Is 63,10.11; Sal 51,13) hallamos en el
La manera de hablar del Antiguo Testamento, si lo Primer Testamento la combinación de palabras «espíritu
conocemos en toda su diversidad, confirma que el santo». Se trata en ellos de cualificar como santo al espíritu
«espíritu» se opone, «por su propia naturaleza», a que divino, a diferencia del espíritu humano, y de expresar así
demos de él una definición que lo fije. Los elementos la soberanía indisponible de la acción del espíritu divino.
del movimiento y de la acción poderosa se asocian con Aunque la ruaj aparece a veces como un poder que
los de la indisponibilidad e incalculabilidad: El espíritu actúa casi independientemente, no llega a ser nunca
es también siempre «el extraño». Los efectos describibles una entidad divina propia (o incluso una diosa) junto
de ese poder numinoso indeterminado e indiferente a Yahvé. Lo mismo que pasa con las demás figuras media-
los valores van adquiriendo contornos cada vez más pre- doras que aparecen en el Primer Testamento (la palabra,
cisos en el trascurso de la historia de la fe israelítica y la sabiduría), Yahvé sigue siendo el sujeto que actúa
hacen que se manifieste más claramente la ruaj como supremamente; en ningún lugar se rompe el monoteís-

54 55
mo. Por lo que respecta a las relaciones de la ruaj con los 2.2. Desarrollos en la época intertestamentaria
hombres, el hecho de hablarse del «espíritu santo» significa, y en el entorno del cristianismo naciente
en segundo lugar, que el espíritu sale de su trascendencia
para la salvación y la renovación de los hombres; que su Desde el destierro, Israel estuvo expuesto a masivas
santidad se orienta hacia la salvación, la sanación y la influencias externas, al principio —durante dos siglos—
santificación. En el Primer Testamento, la ruaj de Yahvé es a influencias principalmente de origen persa, lo cual
el poder creador de Dios que concede graciosamente la vida significó una confrontación con un pensamiento dualis-
y que conserva la vida, que actúa en el cosmos, interviene ta, con la idea de la existencia de buenos y malos espíri-
en la historia para salvar y promete al individuo una vida tus. Esencialmente más duradero fue el encuentro con
nueva y definitiva en el seno de la comunidad. En el la cultura helenística, sobre todo para el judaismo de la
Primer Testamento no se encuentra una definición Diáspora (2.2.1.). Lo mismo que sucede en otros con-
esencial del espíritu en lo que respecta a su inmateriali- textos teológicos, vemos que en el ámbito de la pneu-
dad, substancialidad o realidad hipostática. Sin embar- matología —a pesar de los LXX y de Filón— aparece el
go, habrá que preguntarse también, en sentido inverso, enraizamiento del cristianismo primitivo en el judaismo
cuál es la aportación que la experiencia del espíritu en el palestinense (2.2.2.), en donde hay que considerar, ade-
Primer Testamento ha hecho a la pneumatología. Y, así, más de los Pseudoepígrafos (denominación católica tra-
se puede examinar, por ejemplo, la posibilidad de que dicional: Apócrifos) y de los escritos rabínicos, princi-
los conceptos acerca de la esencia y la persona puedan palmente el judaismo «sectario» de Qumrán. Los escri-
corregirse en virtud de las experiencias del Espíritu Santo. tos que hay que tener en cuenta a este respecto, no apa-
En el Sal 104,29s llama la atención la correlación entre recieron o no se compusieron sino en los siglos I y II
el espíritu de Dios y el espíritu humano, entre el rostro p . C , de tal manera que aquí podría haber influencia
de Dios y el rostro de la tierra. Es interesante ver que la recíproca entre la teología cristiana y la teología judía
versión de los Setenta (LXX) traduce ruaj por pneuma y (rabínica). Finalmente, en lo que respecta al entorno del
panim (rostro) por prosopon. Este último término se cristianismo primitivo, hay que hacer algunas indicacio-
convierte en el tecnicismo del lenguaje de la teología nes sobre el fenómeno de la gnosis, un fenómeno que
trinitaria y de la cristología, y se ha vertido al latín por sigue siendo difícil de dilucidar (2.2.3.).
«persona». ¿Acaso no se expresa aquí la experiencia
«espiritual» de que al ser personal le corresponde esencial-
2.2.1. El judaismo helenístico
mente el hallarse en relación (tanto con Dios como con el
semejante)? ¿No será entonces la ruaj de Yahvé el poder
divino vivificador, que hace que sea posible el salir de sí Para apreciar debidamente la importancia de la ver-
(éx-tasis) y el permanecer unido, el poder del abrirse y sión de los Setenta (LXX), con arreglo a la cual los escri-
de comunicarse en el seno de una comunidad? tores cristianos primitivos citan predominantemente las
Sagradas Escrituras, será útil tener en cuenta el empleo
del término pneuma en el griego profano, en el griego
no bíblico.

56 57
2.2.1.1. Pneuma en el griego no bíblico las almas individuales se consideran como partes del
alma universal del mundo». 1 5 El pneuma puede desig-
El término pneuma, con los significados fundamen- narse también como soma (cuerpo), lo cual acentúa que
tales de soplo, viento, aliento, se emplea en los escritos el pensamiento griego, especialmente el estoico, concibe
de medicina y de filosofía de la naturaleza.1^ Lo mismo lo espiritual como substancia material (aunque sutil). A
que ruaj, sirve para designar el aliento de vida, pero —a la manera de una especie de quinta essentia (quintaesen-
pesar de distinguirse de poyche (alma) y de nous (mente, cia), es decir, como una esencia que une en sí los cuatro
razón)— puede significar el alma (distinta del cuerpo), elementos fundamentales del m u n d o , el pneuma
en la forma característica del pensamiento griego. En lo impregna el universo, de tal manera que podemos con-
que respecta al lenguaje religioso, pneuma se encuentra signar la siguiente observación: «En la indisoluble uni-
en la mántica y en los textos poéticos correspondientes, dad de la materia, la energía, la vida, la forma y el espí-
con el sentido de «soplo que suscita inspiración y que ritu, el pneuma como protón aition (causa primera]... es
llena de entusiasmo».1^ Aquí el factor extático desem- la causa de que todo ente, tanto en conjunto como en
peña un papel mucho mayor que en el profetismo de particular, sea enteramente lo que es y, finalmente, sea
Israel, y la entrada «entusiasta»de la divinidad en una Dios mismo». 1 "
persona es algo totalmente ajeno al pensamiento bíbli-
co. El Nuevo Testamento evitará este tipo de expresio-
nes griegas y creará un término propio (lalein glossais = 2.1.2.2. La traducción de ruaj en los LXXy el libro de la
hablar en lenguas). Puesto que el pneuma se experimen- Sabiduría
ta como algo divino, puede designarse como pneuma
theou (pneuma de Dios) o como pneuma theion (pneu- Los LXX traducen por pneuma tres cuartas partes de
ma divino), mientras que la expresión pneuma hagion todos los pasajes en que aparece ruaj, cosa que resultaba
(Espíritu Santo) no está atestiguada en el griego obvia por el significado etimológico original, que era
profano. afín, y por los significados fundamentales, que eran
comunes. En un contexto antropológico, esta versión
Merecen especial atención los estoicos, en cuyo con-
conserva la amplitud de variaciones semánticas del tér-
cepto de pneuma se incluyen los significados de psyche y
mino hebreo ruaj, gracias al empleo de otros vocablos,
de nous. Cuando hablan de spiritus sacer, piensan en el
principalmente en relación con los estados de ánimo.
Dios que se halla presente en el hombre. Pneuma
Por otro lado, esta traducción preparó y favoreció en
puede significar entonces «tanto la substancia de la divi-
parte la recepción de otras concepciones cosmovisuales
nidad inmanente como la del alma individual..., porque
y filosóficas asociadas al Helenismo. ^

13. Véase, sobre lo siguiente H. Kleinknecht, Are «.Pneuma ím 15. G. Verbeke, Art. «Geist II. Pneuma», en Histonsches Worterbuch
Griechischen», en Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament, vol. VI, der Phtlosophie, vol. III, 158.
333-357; véase también la síntesis en J. Kremer, Pfingstbencht und 16. H. Kleinknecht, Pneuma, 353.
Pfingstgeschehen. Eme exegetische Untersuchung zu Apg 2,1-13, SBS 63/64, 17. Véase también sobre lo que sigue F. Baumgártel/W. Bieder, Art.
Stuttgart 1972, p. 72-73. «Pneuma in LXX», en Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament, vol.
14. H. Kleinknecht, pneuma, p. 336. VI, p. 366-370

58 59
La influencia directa del concepto estoico de pneu- panteísta. La expresión designa, por un lado, lo específi-
ma se refleja en el libro de la Sabiduría, del que es co del alma humana como alma racional, que de esta
característico que «pneuma» no sólo designe el princi- manera es impronta del poder divino y como logikon
pio vital del hombre, sino que además se identifique pneuma se halla en analogía con el Creador. Por otro
con la sophia (sabiduría), la cual, por ser una fuerza lado, al hombre, como ser compuesto de terrenal y
intelectual y éticamente activa, se concede en la oración celestial, se le insufla —según Gn 2,7— el pneuma
(Sab 7,7; 9,17). El pasaje de Sab 7,22-8,21 desarrolla la theion, sin que se explique en Filón la diferencia entre
esencia de la sabiduría en 21 (¡3 x 7!) atributos. los dos pneumata?® Aparte de eso, el alejandrino cono-
Ciertamente, lleva impronta estoica el pasaje de 1,7: «el ce el pneuma como principio del conocimiento proféti-
Espíritu del Señor llena el orbe de la tierra y él, que co, es decir, del conocimiento supremo, y aquí es donde
todo lo mantiene unido, tiene conocimiento de cuanto parece que reside el centro principal de su interés.
se dice.» Claro que: «El pneuma no es... una emanación Encontramos, además, de manera relativamente desliga-
independiente que brote de la substancia divina, no es da la idea estoica del pneuma (cósmico) que lo abarca
una esencia intermedia, sino que es la intervención todo. Este pneuma lo concibe Filón como ser real, pero
directa de Dios en el acontecer del mundo». ^ Según (a diferencia del estoicismo) como inmaterial. El pneu-
Sab 7,22, la sabiduría se halla en una singularísima rela- ma aparece aquí hipostasiado, como un mediador de
ción con Dios {monogenes = lo único nacido/lo único revelación semejante a los ángeles. Con esta concepción
que ha llegado a ser). Aquí, como en 1,5 y 9,17 se pneumatológica, Filón se halla más cerca de la teología
encuentra el término pneuma hagion, que los LXX cristiana que de la judía. 21
emplean además en Dn 5,12; 6,4 y 13,45 (Teodoción).

2.2.1.4. Conclusiones
2.2.1.3. Filón
Con J. Kremer podemos caracterizar así los acentos
La expresión pneuma hagion, especialmente intere- puestos en la «pneumatologia» por el judaismo helenísti-
sante desde el punto de vista cristiano, falta en Filón de co: «Por tanto, a pesar de la afinidad etimológica, pneu-
Alejandría (+ 45/50), cuyos enunciados pneumatológi- ma se diferencia de ruaj: (1) pneuma, por hallarse tan
cos, por lo demás, difícilmente podrán presentarse difundido el dualismo (cuerpo-alma), es a menudo la
como un sistema coherente. En su manera de hablar se designación del «alma» humana, en Filón la designación
expresa la confluencia de diversas tradiciones, pudiendo de aquella parte del alma por la cual el hombre se dife-
emplearse de manera sinónima pneuma, sophia y logos. rencia de los demás seres vivos. (2) El pensamiento
Pneuma es «siempre expresión de la actividad de Dios
en el mundo», ^ sin que esto conduzca a un principio
20 Véase W Bieder, Art pne=uma im hellentstuchen Judentum, en'
18. G. Verbeke, Pneuma, p. 160. Theologisches Worterbuch zun Neuen Testament, vol. VI, 370-373.
19. H. Crouzet, Art. Geist (Hethger Geist), en: Reallexikon fur Antike 21 Véase P. Schafer, Art. Geist I Hl Geist I Getstgaben II. Judentum,
und Chnstentum, vol. IX, 502. en: Theologische Realenzyklopadie, vol XII, 174.

60 61
substantivo griego y la falta de un marcado monoteís- neas acerca de la relación entre el espíritu, el alma y el
mo determinan que pneuma se conciba como una subs- cuerpo, entre el espíritu humano y el espíritu divino,
tancia independiente, cósmica (algunas veces se la llama entre los espíritus buenos y los espíritus malos, y las
divina). (3) El pneuma de la inspiración, en la mántica reacciones ante los problemas relacionados con la liber-
(o adivinación), suscita una exclusión total de la razón tad del hombre, con el espíritu de profecía en el pasado,
en favor del éxtasis. En Filón (que sigue en esto a en el presente y en el futuro, con el espíritu y con el
Platón), el pneuma profético es el conocimiento supe- esperado giro escatológico.2^
rior concedido graciosamente por Dios al hombre (y
en menor grado una reclamación de Dios)». 22 2.2.2.1. Pseudoepígrafos y escritos rabínicos
¿Qué experiencias se hallan detrás de esta manera de
hablar del espíritu (divino)? Evidentemente, el pneuma Ruaj puede seguir significando viento (también
desempeña un papel importante en la búsqueda que el región del mundo, dirección) y aliento, e igualmente —
hombre hace de su identidad. Pero en todo ello se casi como sinónimo de nefesh— el alma humana,en este
observa una ambivalencia muy significativa, no sólo de segundo caso, la atención se centra en la cuestión de la
aquella época: por un lado, el pneuma se ha convertido preexistencia del alma y de su pervivencia. Con fideli-
en parte constitutiva de la esencia humana; por otro dad al pensamiento heredado, no se hace distinción
lado, es el poder divino universal que lo ordena todo. entre espíritu y alma, pero sí entre espíritu/alma y cuer-
En virtud de la integración en el cosmos, se conserva la po. La interpretación de Gn 2,7 (véase supra 2.2.1.3.)
relación —llena de tensiones— entre el pneuma divino permite designar al espíritu humano como espíritu de
y el pneuma humano. En la medida en que vaya cre- Dios, como Espíritu Santo, pero sin borrar la frontera
ciendo la autoconciencia del hombre, esa tensión se entre el Creador y la criatura: también el alma preexis-
hará más aguda. tente es un alma creada; no constituye el «elemento
divino», la parte divina que hay en la esencia del hom-
bre. Así lo confirma la expectación escatológica: además
2.2.2. El judaismo palestino de la idea de que el espíritu —que después de la muerte
mora en un lugar especial (en la mayoría de los casos en
Las fuentes que han de tenerse en cuenta son los un lugar celestial)— retorna al cuerpo, se mantiene
escritos pseudoepígrafos (apócrifos) (aparecidos aproxi- aquella otra de que Dios ha de dar renovadamente (su)
madamente entre el siglo II a.C. y el siglo I p.C), los espíritu. Frente a esto, la acción cósmica y vivificante
testimonios de la teología rabínica desarrollada con pos- del espíritu desempeña tan sólo un papel subordinado;
terioridad al año 70 p . C , y los textos de Qumrán (des- y, así, el Ruaj de Gn 1,2 puede interpretarse como (sim-
trucción del asentamiento en el año 68 p.C). En ellos
son de esperar una estrecha conexión con el Antiguo 23. Véase sobre lo que sigue: E. Sjóberg, Art. «Ruach im palastinischen
Testamento, las reacciones a las cuestiones contemporá- Judentum», en Theologisches Worterbuch zum Neuen Testamnet, vol. VI,
373-387; P. Scháfer, Art. «Geist/Heiliger Geist/Geistesgaben II. Judentum»,
en Theologische Realenzyklopddie, vol. XII 173-178; J. Kremer,
22. J. Kremer, Pfingstberkht, 75. Pfingtbericht, p. 76-84.

62 63
pie) viento, como espíritu de Adán o como espíritu un giro de enormes repercusiones teológicas. Así se
(divino) de misericordia. advierte claramente en las expresiones que hablan del
La inspiración y el hecho de suscitar profetas se conside- espíritu de justicia y del espíritu de verdad. Para el fin
ran como las funciones específicas del espíritu; entre los de los tiempos, y de conformidad con Ez 36y 37, Joel 3 y
rabismos se usan las expresiones Espíritu Santo y espíritu de Nm 11,29, se espera la renovación moral y el don del
profecía como sinónimas. La principal atención se dirige Espíritu profético para todos. Aparecen aquí maneras
hacia el espíritu profético que habla en el «Primer diversas de marcar los acentos: mientras que en la litera-
Testamento», y cuyo círculo de acción se amplia. En la tura rabínica se acentúa el espíritu de profecía que ha de
cuestión del canon el criterio de la inspiración desempe- sobrevenir sobre todos, y del Mesías henchido del espí-
ña un papel primario. Se considera que lo característico ritu se habla únicamente en los targumes a Is 11,2,
de los profetas (¡y de las profetisas!) radica en su conoci- vemos que en los escritos pseudoepigráficos la expecta-
miento (previo), comunicado por el Espíritu Santo, y ción se dirige hacia el Mesías o hacia el profeta escatoló-
siempre relacionado con el plan divino de salvación. gico (siervo, rey), sobre quien se derrama el espíritu en
Los rabinos desarrollan la concepción teológica del final plenitud.
del espíritu, es decir, del final de su actividad profética, ¿Quién es el espíritu (santo) (de Dios)? La pneumato-
que para la mayoría de ellos se produjo ya con el final logía cristiana hará bien en ser prudente a la hora de
del primer templo. Y, así, la expectación se orienta hacia plantear la pregunta acerca de la «esencia» del espíritu
el retorno del espíritu al final de los tiempos, enten- en relación con los textos aquí aducidos. La expresión
diendo ahora al espíritu como «carisma nacional»,2¿* ruaj ha-kodesh se sustrae aquí a una interpretación clara
que al individuo se le concede únicamente en el seno de y distinta. En todo caso, el atributo «santo» marca la
su pueblo. Claro que esta posición teológica no se man- diferencia entre el espíritu divino y el espíritu humano.
tiene rigurosamente; la acción del espíritu no se ha Además, se aduce constantemente que la expresión
extinguido por completo; y, así, algunos creen que el «espíritu de la/de su santidad» es una circunlocución
espíritu ha pasado de los profetas a los rabinos. para evitar lo más posible la pronunciación del nombre
Un acento completamente distinto lo marca la idea de de Dios. Más obvia es, principalmente en la literatura
la acción continuada del espíritu, que se concede graciosa- rabínica, la conexión con el «santuario» (el pueblo pro-
mente como recompensa por una vida moral, piadosa con fético o —con concreción concreción— el país,
arreglo a la ley, santa. De manera totalmente diferente Jerusalén, el templo). «Por tanto, al término hebraico
que en el capítulo 36 de Ezequiel, el don del espíritu no ruaj ha-kodesh se le da una traducción muy imprecisa
se considera ya como fundamento, sino como conse- (aunque acorde con la versión griega), cuando se la
cuencia de una vida acorde con la voluntad divina. Por entiende como «Espíritu Santo». Es más adecuada la
tanto, el Espíritu Santo se convierte aquí en «categoría circunlocución "Espíritu del Dios que se revela en el
ética» y se le entiende como «carisma individual»,2^ COn santuario como lugar del encuentro entre Dios y el
h o m b r e " » . 2 " Esta conexión entre «santuario» y

24. P. Schafer, Geist, p. 175.


25. Ibíd., p. 176. 26. Ibíd., p. 176.

64 65
«Espíritu» hace que se comprenda la tesis rabínica sobre «la» personalidad del espíritu, sino que se entiende —en
el final del primer templo = final de la acción del sentido más amplio— como la pregunta acerca de su
espíritu. «carácter personal», entonces los paralelos existentes
Y, así, el espíritu se halla en estrecha conexión con la entre la ruaj de Yahvé y su shekiná, en el aspecto pneu-
shekiná, la presencia especial de Dios en su pueblo?-^ El matológico, nos conducirán a las siguientes reflexiones:
espíritu aparece, en cierto sentido, como «entidad» «1) La doctrina de la shekiná hace ver claramente el
independiente, y puede presentársele incluso como carácter personal del espíritu: el espíritu es la presencia
alguien que habla a Dios. Claro que en todo esto no actuante de Dios mismo. El espíritu es la presencia de
debe pasar inadvertida la predilección por las personifi- Dios en persona. El espíritu es más que un atributo de
caciones en relación con las citas de la Escritura, de tal Dios y más que un don de Dios a la criatura; es la
manera que difícilmente podrá hablarse de una hiposta- empatia de Dios.
ción del espíritu, tanto más que su presencia se describe 2) La idea de la shekiná señala, además, a nuestra
también mediante expresiones impersonales. Así que atención la sensibilidad de Dios que es el espíritu: el
habrá que contemplar ambas cosas conjuntamente: al espí- espíritu habita en el interior, el espíritu sufre conjunta-
ritu como quien actúa independientemente y procede mente, el espíritu es contristado y ensordecido, el espí-
enteramente de Dios. La posesión del espíritu no es la susti- ritu se goza conjuntamente, el espíritu —en su asenta-
tución, sino la presencia de Dios mismo. miento e inhabitación en la criatura que se extravía y
Si la pregunta acerca del status óntico no se lleva padece— está lleno de impulsos y anhelos que tienden
hasta el extremo de convertirla en la pregunta acerca de hacia la unión con Dios, y,suspira por reposar en la
nueva creación perfecta.
3) Esta idea de la shekiná señala hacia la kénosis del
espíritu: en su shekiná Dios renuncia a su invulnerabili-
27. Véase, sobre esta cuestión, el estudio de M. E. Lodahl,
Shekinah/Spirit. Divine Presence in Jewish and Christian Religión, Nueva dad y se hace capaz de sufrir, porque está deseoso de
York 1992. Es un estudio escrito desde la perspectiva del diálogo entre amar. La teopatía del espíritu no es un antropomorfis-
judíos y cristianos, digno de lectura y discusión. mo, sino que se hace posible por su inhabitación en sus
La shekiná, que originalmente «plantó su tienda» o «descansaba» en el 28
arca de la alianza y luego en el templo, «mora» actualmente en el pueblo criaturas».
de Dios y marcha con él al destierro, como compañera de sus infortunios.
Como tal, «no es un atributo, sino la presencia misma de Dios», y más
concretamente no su «omnipresencia esencial en el mundo, sino esa pre-
sencia especial, querida y prometida de Dios en el mundo». Por eso, apa- 2.2.2.2. Qumrán
rece como «idéntica con Dios y, al mismo tiempo, como diferente de él».
El status de realidad de la shekiná se interpretó —en los círculos rabínicos En la comunidad de Qumrán no se habla de manera
y cabalísticos— como hipóstasis, ser intermedio o emanación de Dios.
Sería más adecuado hablar, con Hegel y Fr. Rosenzweig, de una «autodife-
uniforme acerca del Espíritu Santo: se encuentran vin-
renciación de Dios», porque esta expresión «retiene la soberanía de Dios culaciones con la profecía y con el carisma ministerial
sobre la historia de la Pasión de su shekiná». Así J. Moltmann, Der Geist del sumo sacerdote; la Regla de la Comunidad (1QS)
des Lebens, 61, quien hace referencia a F. Rosenzweig, Der Stern der
Erlosung, Dritter Teil, Drittes Buch, p. 441-443. [En la edición de la
biblioteca Suhrkamp 973, Francfort 1988, p. 455-459.] 28. J. Moltmann, Der Geist des Lebens, p. 64.

66 67
está determinada por la lucha entre el «espíritu de la sino también la que existe entre el gnosticismo y el
verdad» y el «espíritu de la injusticia»; en el Rollo de judaismo (la mística judía) exigen ulteriores análisis.
Himnos (1QH) aparece el Espíritu Santo —sobre el Por de pronto, el uso del término pneuma es ya
trasfondo de la oposición entre lo puro y lo impuro— sumamente variado: por pneuma se entiende el princi-
como don divino, por el cual los miembros de la comu- pio cósmico formal que anima a la materia, el principio
nidad son distinguidos ya desde ahora como elegidos, y cósmico situado entre la luz y las tinieblas o entre las
en primer lugar y por delante de todos el Maestro de regiones superiores y el mundo, y la parte superior del
Justicia determinado para la comunidad de Qumrán hombre. De todos modos, pueden mencionarse proble-
(cf. 1QH XII, 1 Ib. 12: «Como inteligente yo Te conocí, mas suscitados o agravados por el encuentro con
Dios mío, por medio del espíritu que Tú me diste; corrientes gnósticas, problemas que generalmente están
escuché cosas más seguras sobre Tu misterio de milagros marcados por el dualismo entre el espíritu y la materia:
por medio de Tu santo espíritu»). La purificación defini- ¿Cómo se relacionan entre sí el cuerpo, el alma y el
tiva es la obra del Espíritu Santo. pneuma (divino)? El Espíritu ¿será también el creador
de la materia (mala)? Según E. Schweizer, «toda la
mitología... no es aquí sino el esfuerzo por distinguir
2.2.2.3. Valoración sintetizadora entre el espíritu, como substancia donada por la gracia
y que, pot tanto, no puede perderse, y elcuerpo y el
El judaismo palestino, influido no sólo por la tradi- alma como partes integrantes del hombre». 2 ^
ción sino también por nuevas influencias y cuestiones,
no ofrece propiamente una «pneumatología». De todos
modos, en la manera de hablar del «espíritu de santi- 2.2.4. Perspectiva
dad» se refleja muchas veces la experiencia de la cerca-
nía de Dios, una experiencia ya concedida o que se Para el judaismo sigue siendo fundamental la refe-
halla aún pendiente. La idea concreta del espíritu (santo rencia a la tradición. En los contactos con ideas persas,
y sanador) oscila entre los polos «independencia» y helenísticas y gnósticas se mantiene la distinción entre
«pura relación»; y la relación que existe entre la acción el Creador y la criatura, y se recuerda que Dios concede
del espíritu y los actos del hombre oscila entre «gracia gratuitamente su espíritu, haciéndolo a menudo de
precedente» y «recompensa subsiguiente». manera inesperada y como don especial. Que Dios con-
ceda ya ahora o vaya a conceder en el futuro su espíritu
a algunos individuos, a los justos elegidos o a todo el
2.2.3. Referencia a la gnosis pueblo, es algo que sigue vivo como una expectación,
aunque la acción del espíritu de Dios se vaya viendo
Dada la situación extraordinariamente complicada
en que se hallan las investigaciones, hay que extremar la
prudencia a la hora de formular enunciados fiables. No 29- E. Schweizer, Art. «Pneuma, pneumatikos D. Die Entwicklung
zum pneumatischen Selbst der Gnosis», en Theologisches Worterbuch zum
sólo la relación entre el cristianismo y el gnosticismo, Neuen Testament, vol. VI, p. 387-394.

68 69
cada vez de manera más universal. Aparte de la cuestión Jesús están animados por la experiencia de que las dos
de saber en qué se conoce la continuidad de la acción grandes esperanzas que, desde el destierro, se habían expre-
del espíritu, surgen problemas principalmente en rela- sado en las Escrituras y se habían mantenido vivas en las
ción con la idea del espíritu divino en el hombre: diversas corrientes del judaismo primitivo, se están cum-
¿Cómo se puede mantener que Dios lo ha creado todo pliendo: Jesús es el Mesías ungido por el Espíritu; nosotros
(en su espíritu)? ¿Cómo se compagina con la libertad somos el pueblo agraciado con su Santo Espíritu.
humana en la lucha entre el bien y el mal? La sabiduría, Mientras que los Sinópticos y los Hechos de los
la moralidad, la pureza ¿se cuentan entre los dones Apóstoles están interesados principalmente en Jesús
naturales fundamentales concedidos al hombre, o son como el portador del Espíritu y en la acción actual de
dones especiales del espíritu? ¿Qué relación existe entre ese Espíritu, vemos que Pablo y Juan, en una pneuma-
la creciente convicción de la inmortalidad del alma, tología más desarrollada, recuerdan a sus respectivas
como atributo cuasi-humano, y la promesa —trasmiti- comunidades la nueva creación y el nuevo nacimiento
da por la tradición— acerca del Espíritu divino nuevo y concedidos graciosamente en el Espíritu.
vivificador?

2.3.1. Primitivas experiencias del Espíritu


2.3. Las experiencias del Espíritu y la
teología del Espíritu en el Nuevo Testamento 2.3.1.1. Jesús y el Espíritu

Pablo, utilizando un esquema de la proclamación Jesús, al principio, formó parte seguramente del
cristiana primitiva, escribe a los gálatas: «Pero cuando movimiento de Juan el Bautista, que bautizaba con
llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio agua y anunciaba el futuro bautismo «con el Espíritu
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley, Santo y con fuego» (Mt 3,11; Le 3,16). Para la exégesis
para liberarnos de la sujeción a la ley y hacer que reci- histórico-crítica quedará sin resolver si con este anuncio
biéramos la condición de hijos adoptivos de Dios. Y la se aludía originalmente a «la tempestad y el fuego»
prueba de que sois hijos es que Dios envió a nuestros como atributos del juicio, o si se amplió más tarde la
corazones el Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, versión de la fuente de logia, que sólo habla del «fuego»,
Padre» (Gal 4,4-6). en todo caso, el acento se traslada desde la expectación
Como en una fórmula abreviada, el apóstol conden- del juicio hasta la experiencia del Espíritu, que se con-
sa aquí la experiencia espiritual de los cristianos: las anti- cede ya ahora.
guas promesas comienzan a cumplirse en el hecho de Jesús mismo experimentó en su propio bautismo el
que el Padre haya enviado a su Hijo; con ello los cristia- hecho de ser aceptado por Dios Padre y la acción actual
nos llegan a ser libres, llegan a ser hijos del Padre, her- del Espíritu. Posiblemente, para la espiritualidad de
manos del Hijo; esta experiencia acontece en el Espíritu, Jesús fue adquiriendo cada vez más importancia la tra-
y es experiencia del Espíritu del Hijo y de la adopción dición profética procedente de Is 61,1 (véase
como hijos. Por tanto, las discípulas y los discípulos de 2.1.3.2.3.). Si Me 3,28s («Os aseguro que todo se les

70 71
podrá perdonar a los hombres, los pecados y cualquier ron las discípulas y los discípulos de Jesús en los
blasfemia que digan, pero el que blasfeme contra el siguientes fenómenos:
Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; será reo de Presencia del Espíritu en la comunidad como antes en el
pecado eterno») refleja una sentencia auténtica de Jesús, Templo (cf. ICor 3,16; 6,12-20);
esto significa que se fue agravando ya en vida de Jesús la Recepción del Espíritu también por las mujeres (cf. Hch
disputa acerca de su autoridad, hasta convertirse en la 2,17 en conexión con Joel 3,1-5; cf. Gal 3,25s);
pregunta que se interrogaba de qué espíritu era él hijo. Sabiduría, conocimiento, poder de la fe (cf. ICor 12,8s);
Mientras que Jesús, según la fuente Q, reclama para sí Interpretación cristológica o respectivamente tipológico-
que él expulsa los demonios «por medio del dedo de pneumática (cf. ICor 10,3s; Ap 11,8; Hch 18,24s);
Dios» (Le 11,20) o «por medio del Espíritu de Dios» Actitud pneumática ante la ley (cf. 2Cor 3,3; Flp 3,3;
(Mt 12,28), sus adversarios afirman que él «está poseído Rom 2,28s);
por un espíritu inmundo» (Me 3,30) y que expulsa los Alientos para dar testimonio de la fe, especialmente en la
demonios por medio del Belzebú, el príncipe de los persecución (Me 13,11 par.; Mt 10,20; Le 12,12);
demonios (Me 3,22 par.). El «pecado contra el Espíritu Intervención del Espíritu (junto con Jesús) como testigo,
Santo» consiste, pues, en rechazar la misión de Jesús y en abogado, intercesor (cf. Rom 8,16.27; 9,1; Hch 5,32);
Oración extática (glosolalia) y hablar profético (cf. ICor
impugnar su autoridad espiritual; el que la niegue, blasfe-
12 y 14; Hch 10 y 19);
ma contra el Espíritu de Dios. En todo caso, para las
Ser conducido (y llevado) por el Espíritu (cf. Hch 8,39s;
comunidades postpascuales, ambas cosas equivalen a lo 20,22);
mismo. Curaciones de enfermos (cf. ICor 12,9.28.30).
A este respecto hay que recordar que, ya en tiempos
de Jesús, existía en Qumrán (véase 2.2.2.2.) una comu-
2.3.1.2. Experiencias postpascuales del Espíritu nidad que consideraba que el Espíritu estaba actuando
en el presente (en los miembros de la comunidad y
Aunque Jesús mismo no hizo del Espíritu el tema de especialmente en el «Maestro de Justicia») y que dedu-
su proclamación, no es menos cierto que las primeras cía de ahí consecuencias para una vida espiritual.
tradiciones describen ya como obra del Espíritu el men- Mientras que las relaciones de las primeras comunida-
saje de Jesús acerca de la llegada inminente del reino de des de Jesús con el movimiento del Bautista y con los
Dios y los actos de poder que él realizaba; más aún, esenios no se han aclarado aún suficientemente,^
toda la vida de Jesús —desde la concepción hasta la
resurrección— era un existir por el Espíritu. La expe-
riencia pascual de que el Señor exaltado está presente en 30. Sobre la reciente controversia, desencadenada por periodistas que
hablan apasionadamente de una «hermenéutica del descubrimiento», a
el Espíritu y actúa en la comunidad debe caracterizarse propósito del hallazgo de los manuscritos del Mar Muerto, véanse los estu-
en sí misma como una experiencia espiritual, como una dios —objetivos y orientadores— de B. Mayer (dir.), Christen und
experiencia en el Espíritu. Que las promesas relativas al Christlkhes ín Qumran, Eichstátter Studien 32, Ratisbona 1992; H.
Espíritu se están cumpliendo; que el don escatológico Stegemann, Die Essener, Qumran, Johannes der Tiiufer und Jesús. Ein
Sachbuch, Herder/Spektrum 4128, Friburgo 1993; K. Berger, Jesús und
del Espíritu se ha derramado ahora ya, lo experimenta- Qumran. Wahrheit unter Verschlufí? Stuttgart 1993; O. Betz/ R. Riesner,

73
puede rastrearse cómo los escritores del Nuevo que «el Evangelio acerca del Hijo [de Dios]» anuncie a
Testamento recogen y elaboran teológicamente las expe- Aquel que «nació según la carne como descendiente de
riencias pneumáticas. A la luz de las experiencias pneu- David», nacido de mujer y sujeto a la ley (cf. Gal 4,4),
máticas de Pascua, continúan trazándose las dos líneas pero que desde la resurrección «está constituido Hijo de
principales de la pneumatología del Primer Testamento: la Dios en poder» y, por cierto, «según el Espíritu de santi-
expectación del don del Espíritu concedido umversalmente dad». Cristo Jesús, resucitado por el Espíritu, y como
al fin de los tiempos y la esperanza del Mesías lleno del «el último Adán», como el hombre definitivo, se con-
Espíritu o del Profeta escatológico. vierte él mismo en el «Espíritu vivificante» (ICor
15,45). Éste es el centro de la teología paulina: El
Crucificado resucitado en su existencia pneumática, el
2.3-2. Pablo: la existencia pneumática enviado por el Padre en la figura de carne para quebran-
de Cristo y de los cristianos tar el poder del pecado, es el que hace posible una
nueva vida, que no se encuentra ya bajo las condiciones
El encuentro con el Cristo resucitado, a cuyos segui- de la carne y de la ley —incapacitada por esta misma
dores había perseguido él hasta entonces, trasforma carne—, sino que sigue la «ley del Espíritu y de la vida
radicalmente la vida de Pablo. Ahora que Dios le ha en Cristo Jesús» (cf. Rom 8,2s). El que se une con este
revelado a su Hijo (cf. Gal 1,15s) y le ha llamado a pro- Señor, «es un Espíritu con El» (ICor 6,17).
clamar «el Evangelio acerca de su Hijo» (Rom 1,3) El Espíritu tiene, por un lado, la función de remitir a
como la palabra de la cruz (1 Cor l,17s), Pablo no Jesucristo como el Señor: «Y nadie puede decir: ¡Jesús es
quiere servir más que al Señor, que fue resucitado en el el Señor!, si no habla por el Espíritu Santo» (ICor
Espíritu y que actúa como el Exaltado en el Espíritu 12,3). Así que el Espíritu es el Espíritu de Cristo (cf.
(1), cuyo Espíritu llama a la fe y en el bautismo capacita Flp 1,9; Rom 8,9), el Espíritu de «Su Hijo» (Gal 4,6).
para una nueva vida por ese Espíritu precisamente (2), Por otro lado, Pablo puede caracterizar esa nueva vida —
que une a los creyentes y concede su don para la edifi- sin diferencia reconocible— como la vida «en Cristo» o
cación de las comunidades (3) y que en todo ello se da a como la vida «en el Espíritu» (compárese, por ejemplo,
conocer como el Espíritu del Padre y del Hijo (4). Gal 2,17 con 1 Cor 6,11; ICor 1,2.30 con Rom 15,16;
2Cor 2,17 con ICor 12,3; Rom 12,5 y Gal 3,27 con
ICor 12,13), en Rom 8,1-11 llega a hacerlo incluso
2.3.2.1. Cristo y el Espíritu varias veces de una sola parrafada. Que con ello no se
piensa en una completa identidad, lo vemos por el final
Aunque Pablo no conoció al Jesús terreno, sin del curso de ideas citado en último lugar: «Y si habita
embargo tiene muchísimo empeño (cf. Rom l,3s) en en vosotros el Espíritu que resucitó a Jesús de entre los
muertos, entonces Aquel que resucitó a Cristo Jesús de
Jesús, Qumrán und y el Vaticano. Herder, Barcelona 1994. [En espa- entre los muertos, vivificará vuestro cuerpo mortal por
ñol, un estudio objetivo y profundo: F. García Martínez y J. Trebolle medio de su Espíritu que mora en vosotros» (Rom
Barrera, Los hombres de Qumrán, Madrid 1993, especialmente: «Los des-
cubrimientos de Qumrán, sin ánimo de escándalo», p. 31-44.]
8,11).

74 75
¿Cómo entender el versículo, tan discutido, de 2Cor 3,3. donde Pablo establece un contraste entre las tablas
3,17a («Pero el Señor es el Espíritu»)? ¿Sigue contem- de piedra de la ley (Éx 24,12 y 34,1) y el corazón de
plándose aquí al Espíritu como el don del Señor exalta- carne prometido en Ez 11,19 y 36,26: «A la vista está
do, como Aquel que remite a Cristo y que hace posible que sois una carta de Cristo, redactada por nuestro
la nueva vida en Cristo? La suposición de una identidad ministerio, escrita no con tinta sino con el Espíritu del
total (Cristo=Señor=Espíritu) no hace justicia a la tota- Dios vivo, no en tablas de piedra, sino —como en
lidad de la pneumatología paulina, más aún, parece que tablas— en el corazón de carne».
fracasa ya por el enunciado mismo del v. 17b, que sigue Con su evangelio del Espíritu vivificador, el apóstol,
inmediatamente después («y donde está el Espíritu del en las cartas dirigidas a sus comunidades, persigue un
Señor, allí hay libertad»; véase también el v. 18). Por doble fin (véase, por ejemplo, Gal 3,1-5): Pablo recuer-
este motivo, se pensó ya en una glosa gnóstica, pero —- da a los creyentes que llegan a la fe precisamente por el
si tenemos en cuenta el contexto— podremos hallar Espíritu de Cristo, y los exhorta a vivir una vida acorde
una solución sin recurrir a esa hipótesis: a Pablo, en con ese Espíritu.
2Cor 3,4-6, le interesa el contraste entre la letra y el
Espíritu o entre la gloria encubierta y la gloria no encu-
bierta. En su exégesis (¿espiritual?) libre de Éx 34, afir-
2.3.2.2.1. El Espíritu como don de la fe
ma que el velo que se halla sobre los Escrituras del
pacto con Israel desaparece «en cuanto una persona se
Por medio de su muerte en la cruz, el Mesías Jesús, el
vuelve al Señor» (2Cor 3,16). Ese Kyrios es Cristo, que
Cristo de Dios, rescató de la esclavitud al poder del pecado
significa el final de lo antiguo (2Cor 3,14) y que conce-
y liberó de la necesidad de justificarse ante Dios; quien lo
de libre acceso a la gloria del Señor (2Cor 3,17b. 18).
acepte en la fe, recibirá el Espíritu prometido, el don
Esto lo realiza Cristo como el Señor exaltado en el
anunciado por los profetas?^ Los creyentes, muertos y
Espíritu o por medio de su Espíritu. Por tanto, en el
resucitados con Cristo en el bautismo, reciben el
sentido de Pablo, podrá hablarse de una identidad diná-
Espíritu que los convierte en hijos libres del Padre (así
mica o de unidad de acción entre el Señor exaltado y el
se afirma, en ambos casos en el contexto de la fe y del
Espíritu como don escatológico. En virtud de su existen-
bautismo, en Gal 4,6 y en Rom 8,15). Aquí aparece un
cia pneumática, el Crucificado resucitado actúa en el
movimiento de sentido opuesto entre la fe y la recep-
Espíritu en los suyos; por medio de Cristo experimentan
ción del Espíritu: mientras que esta última presupone la
ellos en el Espíritu la presencia viva de Dios.
fe, la adhesión a Cristo, es el Espíritu quien hace posi-
ble el verdadero conocimiento de Dios (cf. ICor 2,10-
16) y la auténtica confesión de fe en Cristo (cf. ICor
2.2.2.2. El Espíritu de la fe y de la santificación 12,3). Ambos, la fe y el Pneuma, son dones de Dios o
del Señor exaltado. Y Pablo trata de asociar entre sí
El hecho de que Pablo, en 2Cor 3, se halla interesa-
do por razones sotenológicas en determinar las relaciones
«Señor — Cristo — Espíritu», lo prueba el preludio en 31. Así reza la versión concentrada del mensaje de salvación del após-
tol; véase Gal 3,13s.

76 77
estos dos factores en la expresión «Espíritu de la fe» recepción del Espíritu, Pablo asienta el fundamento
(2Cor 4,13; cf. 5,5.7). para el segundo objetivo esencial de su predicación: «Si
Pablo mismo comparte la convicción del Primer vivimos por el Espíritu, entonces procedamos también
Testamento y del cristianismo primitivo de que el según el Espíritu» (Gal 5,25).
Espíritu solamente puede ser recibido o ser dado. Lo ¿Qué significa, según Pablo, la «existencia espiri-
mismo que los Hechos de los Apóstoles, también él usa en tual»? El apóstol lo explica más exactamente, con el fin
este contexto —como términos cuasi-técnicos— los de evitar ya de antemano malentendidos, en el contexto
conceptos lambanein (recibir: Gal 3,2.14; ICor 2,12; de la diferenciación entre «Espíritu» y «carne». Se sirve
2Cor 11,4; Rom 8,15) y didonai (dar: ITes 4,8; ICor para ello de la distinción entre «con arreglo a la carne» y
12,7s; 2Cor 1,22; 5,5; Rom 5,5; 12,6). El Espíritu es «con agreglo al Espíritu [de Dios, de Cristo]».
un regalo gratuito, es un don escatológico. Así que aquí 1) La alternativa: existencia carnal o existencia espiri-
se aplica también la advertencia del apóstol contra un tual. Cuando el apóstol reviste sus exhortaciones con
falso entusiasmo por la salvación: el don presente del fórmulas drásticas e incluso, en algunas ocasiones (cf.
espíritu debe entenderse como «prenda» (2Cor 1,22; Gal 5,12), con sentencias sarcásticas, eso es algo que
5,5), como «primicias» (Rom 8,23), así como Cristo es brota de la experiencia de su propia conversión. En el
la «primicia de los que duermieron» (ICor 15,20). En encuentro con el Cristo resucitado, vio con claridad de
Rom 8,18-30 es donde Pablo desarrolla con más vigor una vez para siempre por dónde trascurre la línea de
la tensión escatológica que hay incluso en la existencia separación entre la muerte y la vida. La alternativa dice
pneumática: «También nosotros, los que poseemos las así: existencia carnal o existencia espiritual. Ante la pro-
primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior sus- vocación de personas que siembran la confusión en las
pirando porque Dios nos haga sus hijos y libere nuestro comunidades, Pablo explica esta alternativa sirviéndose
cuerpo. Porque ya estamos salvados, aunque sólo en de las siguientes antítesis fundamentales:
esperanza» (Rom 8,23.24a). El regalo gratuito del vida — muerte
Espíritu sigue siendo un don escatológico que, con arre- espiritual — carnal
glo a las antiguas promesas, se concede a todos, también Espíritu — carne/ley/letra/poderes elementales
a los gentiles (cf. Gal 3,14), más aún —según Rom 8— liberación — esclavitud
a toda la creación. santificación — perdición
En este contexto, el par de conceptos «carnal - espi-
ritual» radicaliza el contraste, expresado ya como expe-
2.3.2.2.2. El Espíritu como principio vital de los creyentes riencia en las Escrituras del Primer Testamento, entre la
debilidad y la fuerza, con el fin de caracterizar así la
Aquel que en el bautismo ha muerto y resucitado con existencia creyente bajo el signo de la cruz y la resurrec-
Cristo, aquel que por medio del Espíritu ha conseguido la ción: aquel que sigue a la carne confía en sus propias
libertad de los hijos de Dios, debe tener cuidado de no vol- capacidades, pretende justificarse a sí mismo por medio
ver a morir y de no esclavizarse a poderes que acarrean la de las obras de la ley (cf. Gal 2,11-4,7), se atiene a la
muerte. Con el recuerdo de la llegada a la fe y de la letra (cf. 2Cor 3,6-8; Rom 2,29; 7,6), y observa los

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poderes elementales (cf. Gal 4,8-11), con ltodo lo cual Pablo está familiarizado con este pensamiento; él conoce
no hace sino esclavizarse a sí mismo y caer en el egoís- también la idea de la exaltación del Hijo a la esfera celestial
mo que conduce a la perdición (cf. Gal 5). Por el con- (cf. Rom l,3s; Flp 2,5-11), de la existencia del Kyrios como
trario, el que sigue al Espíritu no se jacta de lo suyo, pneuma, que en su espíritu-cuerpo lo abarca todo; para él,
recibe en la fe la justicia que es aceptada ante Dios (cf. con la muerte y la resurrección se da la posibilidad de vivir
por el Espíritu, es decir, la posibilidad de la existencia pneu-
Gal 3,16-21), se deja liberar para vivir la libertad (cf.
mática. Pero él enlaza con estas ideas para contradecirlas al
Gal 5,1) y está libre —como quien está santificado por mismo tiempo: cuando Pablo, en contextos antropológicos,
el Espíritu (cf. ICor 6,11; 2Tes 2,13)— para vivir una utiliza los términos «espíritu», «alma», «cuerpo/carne»,lo
vida santificadora y sanadora al servicio de los herma- hace de manera no uniforme y sin ambiciones.
nos y hermanas (cf. Gal 5,13-26). Ser una existencia
espiritual significa para Pablo: «Ya no vivo yo, sino que AJ apóstol no le interesa precisamente una concep-
Cristo vive en mí» (Gal 2,20). ción del hombre autónomo, sino que lo que le interesa
es el hombre tal como es ante Dios, el hombre que todo
2) La relación con el pensamiento helenístico y con el se lo debe a su Creador, y que en Cristo y en el Espíritu
pensamiento gnóstico. En el contraste entre el Espíritu y ha llegado a ser nueva criatura (cf. 2Cor 5,17). Por eso,
la carne, Pablo recoge una manera helenística de pensar, para él el espíritu o el alma espiritual no son entidades
a fin de refutar al mismo tiempo la posición de sus autónomas, pues según él el pneuma somatikon no se
adversarios. El trazado de fronteras frente al «pensamiento concede sino en la resurrección (cf. ICor 15), y la exis-
gnóstico» ha ido adquiriendo incesante actualidad en el tencia pneumática es un don escatológico bajo el signo
curso de la historia de la Iglesia, y sigue siendo hoy día una de la cruz.
cuestión aguda. Aquí se tr'ata de saber qué es lo específico
de la experiencia bíblica de Dios y del Espíritu. En esta perspectiva, Pablo utiliza también la pareja de
Para un pensamiento al que, en último término, le conceptos contrarios predilecta de los que se inclinan al
gnosticismo: pneumatikos y psychikos. Según 1 Cor 2,13-15,
sigue resultando extraña la categoría de la historia, que
el pneumático conoce —con el poder del Pneuma divino—
no está determinado —como la apocalíptica— por una la acción salvífica de Dios, mientras que el psíquico está
sucesión temporal de eones, sino por una superposición ciego para ello. Pneumático significa entonces «lo que proce-
espacial de esferas, la venida del Espíritu representa la de de Dios». Y, así, en 1 Cor 14,1 los dones espirituales se
irrupción del mundo celestial, de la substancia del designan como pneumatika, y en Rom 7,14 la ley que proce-
poder divino, que libera al pneumático de los lazos que de de Dios (cf. 7,22.25) se designa como nomos pneumatikos.
le atan a la esfera psíquica y somática. Una consecuen- Finalmente, Pablo no habla del pneuma zoon, el pneuma vivo
cia, formada en la gnosis, de este enfoque del pensa- del hombre, sino del pneuma zoopoíoun, el Pneuma vivifican-
miento es la de entender la naturaleza pneumática te del Resucitado.
como algo que se le había dado ya al hombre desde Aunque la manera de hablar de Pablo recuerda fór-
siempre, de tal manera que la redención/liberación no mulas helenísticas y gnósticas (posteriores), sin embargo
significa nueva creación, sino simplemente comunica- si examinamos las cosas detenidamente, veremos hasta
ción de un conocimiento superior acerca del ser huma- qué punto propugna él decididamente una posición
no verdadero, que existió ya desde siempre. teológica contraria en el ámbito de la antropología

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«natural» y sobre todo en el contexto de la revelación: la perseverancia serán elementos esenciales en su espiritua-
El hombre llega a ser justo (o recto) únicamente por la fe, lidad. Puesto que no saben qué es lo que han de pedir
es decir, en virtud de la acción de la gracia divina, que para «orar como es debido», su oración es también preci-
culmina en la cruz y en la resurrección de Jesucristo; eso es samente un acto del Espíritu Santo (Rom 8,26s; cf. 8,15
lo que ya desde ahora —bajo el signo de la cruz— deter- y Gal 4,6).
mina permanentemente la existencia del hombre.
3) El fruto del Espíritu. La máxima espiritual de
Pablo —«El que ha recibido el Espíritu, debe vivir por 2.3.2.3. La acción del Espíritu en el Cuerpo de Cristo
el Espíritu»— implica dos cosas: Aquel a quien en el
Espíritu Santo se le concedió gratuitamente la libertad Al igual que en el Primer Testamento, el Espíritu se
de los hijos de Dios no deberá esclavizarse de nuevo a sí muestra como el Espíritu de la vida, que concede a los
mismo; y a esta libertad que libera de los poderes opre- hombres una nueva apertura y capacidad de relación y
sores que acarrean la muerte le corresponde la libertad que los une para que constituyan una nueva comuni-
en favor de Cristo y, en seguimiento del Crucificado, en dad. Aquel que ha muerto.y resucitado con Cristo y ha
favor de los semejantes. recibido el Espíritu de la vida, se convierte en miembro del
En este contexto, Pablo en Gal 5,19-26 establece cuerpo de Cristo, cuya vida y unidad son obra del Espíritu:
una antítesis entre las obras de la carne y el fruto del «Todos nosotros... hemos recibido un mismo Espíritu
Espíritu, y acentúa así el carácter gratuito del Pneuma y en el bautismo, a fin de formar un solo cuerpo» (ICor
la unidad de la vida nueva. Él menciona en primer 12,13a). Por tanto, la sinonimia existente entre «estar
lugar el amor, antes del «gozo, la paz, la tolerancia, la en Cristo» y «estar en el Espíritu» se da también en el
amabilidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y el plano de la comunidad: ésta es cuerpo de Cristo y tem-
dominio de sí mismo». En el amor se concreta la liber- plo de Dios, en el que mora el Espíritu (cf. ICor 3,16).
tad del Espíritu, en el amor se compendia también
para Pablo— toda la ley (véase, además de Gal 5,14,
también 15,30 y, sobre todo, lCor 13). Para que no 2.3.2.3.1. Todos son espirituales
haya malentendidos, el apóstol no habla de una «nueva
ley», sino de la «ley de Cristo», la cual se cumple —
La Iglesia, para Pablo, es esencialmente comunidad
desde la libertad— en el servicio mutuo (cf. Gal 5,13 y
espiritual. Por medio de su ministerio apostólico, Pablo
6,2). Mientras que los paralelos qumránicos en 1QS IV
comunica un don de gracia espiritual (Rom 1,11:
están determinados por el dualismo de los dos espíritus,
Kharisma pneumatikon), y las comunidades se dan unas
vemos que para Pablo la vida nueva —según la ley del
a otras participación en los dones del Espíritu (Rom
Espíritu (de Cristo)— es una negativa a la sarx, es decir,
15,27: pneumatika). Dentro de la comunidad, a cada
al hecho de estar fijado egoísticamente en sí mismo (cf.
cual le corresponde su don de gracia (carisma) (cf. 1 Cor
ICor 6,19; 2Cor 5,l4s; Rom 14,7). Como los creyentes
7,7; 12,11), cuya plenitud, descrita por Pablo en ICor
viven en una especie de existencia espiritual intermedia (el
12-14 y en Rom 12, está concedida por un mismo y único
Espíritu es don presente y arras del futuro), la paciencia y
Espíritu. Evidentemente, el apóstol tiene también oca-

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83
sión para exhortar a que los creyentes se esfuercen por ordinarios del Espíritu sino también los dones extraor-
conseguir los dones del Espíritu, ya que no todos viven dinarios.
como espirituales (lCor 3,1: pneumatikoi) o se conten- Hay que mencionar en concreto:
tan con dones menores (cf. lCor 12,31). — El hablar en lenguas (lCor 13,1.8; 14,2-32) — la
interpretación del hablar en lenguas (lCor 12,20; 14,10-
19.26-28.30) — la profecía (1 Tes 5,20; lCor 12,10; 13,2.8;
2,3-2.3.2. La plenitud de los dones del Espíritu 14,1-40; Rom 12,6) — la revelación (del Espíritu) (lCor
14,6.26) — (el hablar con) conocimiento (lCor 12,8;
Pablo entiende por pneumatika, en sentido muy 13,2.8.12; 14,6) — (el hablar con) sabiduría (lCor 12,8;
14,6; cf. 2,6s.l3) — el discernimiento de espíritus (lCor
general, los dones concedidos por el Espíritu para el ser-
12,10) — la enseñanza, la instrucción (lCor 14,7.26; Rom
vicio en la comunidad. Incitado por algunos miembros 12,7) — el poder de la fe (lCor 12,9; cf. 13,2) — el consue-
de la comunidad, que evidentemente dirigen su interés lo y la exhortación (Rom 12,8); la esperanza (lCor 13,13); el
exclusivo hacia experiencias y efectos extraordinarios del amor (lCor 13) — los dones de curación (lCor 12,9.28.30)
Pneuma, Pablo adopta en lCor 12-14 una postura fun- — los poderes taumatúrgicos (lCor 12,10.28s) — las accio-
damental: «Hay diversidad de dones de gracia, pero el nes de ayuda (lCor 12,28; cf. 13,3; Rom 12,8) — la labor
Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, de dirección (lCor 12,28).
pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de activida-
des, pero uno mismo es el Dios que activa todas las El hablar en lenguas (glosolalia) se consideraba enton-
cosas en todos» (lCor 12,4-6). La expresión «activida- ces y se sigue considerando hoy día como un signo
des» (en sentido literal, «fuerzas», energemata), que especialmente llamativo y claro de posesión carismática.
Pablo utiliza únicamente en lCor 12,6.10, la tomó evi- Pablo no menosprecia este don del Espíritu, que se le
dentemente de sus adversarios; designa actos milagrosos concedió a él mismo (cf. lCor 14,18), pero lo vincula
o actos extraordinarios. Por el contrario, los «ministe- con la vida de la comunidad. En lCor 14, subordina
rios» (diakoniat) es una expresión típicamente paulina, claramente este carisma al don de profecía, ya que el
acuñada para designar los dones que se hallan al servicio hablar en lenguas tiene poca importancia para la edifi-
de la edificación y de la vida de la comunidad. Además cación de la comunidad, a menos que la persona misma
de los apóstoles, profetas y maestros (12,28s), hay que que habla en lenguas o bien otra persona interprete esos
mencionar a los presidentes, dirigentes, personas que sonidos inarticulados e incomprensibles. La glosolalia
dedican su esfuerzo (cf. ITes 5,12; lCor 16,15s; Rom tiene su lugar genuino en el servicio de oración y no en
12,7) así como los dones y las tareas de proporcionar el servicio de predicación.
consuelo, exhortación, conocimiento y sabiduría (lCor Hay dos cosas que caracterizan a esta doctrina paulina
2,6s.l3; 12,8; 13,2.8.12; 14,6; Rom 12,8), que proba- sobre los carismas: 1) Hay que considerar como dones del
blemente se llevaban a cabo en el marco de una activi- Espíritu no sólo los fenómenos extraordinarios sino tam-
dad de predicación. Los «dones de gracia» (Kharismata; bién las actitudes cristianas fundamentales (fe, esperanza,
esta expresión se usa a veces en singular en el sentido amor; cáritas/diaconía) y el esfuerzo cotidiano por vivir
general de «gracia») designan no sólo los dones como cristiano. 2) También las funciones «ministeriales»

84 85
son dones del Espíritu y tienen que estar al servicio de la gentiles deben ser una ofrenda agradable a Dios, santifi-
vida espiritual de las comunidades. cada en el Espíritu Santo» (Rom-15,16). Y, antes de que
en Rom 12 pase a hablar de la diversidad de dones,
exhorta a los miembros de la comunidad «a ofrecerse a
2.3.2.33. El discernimiento de espíritus sí mismos como sacrificio vivo y santo y agradable a
Dios», porque ése es «el culto divino verdadero y racio-
Así, pues, para Pablo es importante el orden espiri- nal» (12,1).
tual en la vida de la comunidad y especialmente en el
culto divino, pero es más importante todavía que se
perciban y se desarrollen los dones del Espíritu. Ya en 2.3.2.4. ¿Quién es el Espíritu Santo?
lTes 5,19-21 exhorta: «No apaguéis la fuerza del
Espíritu; no menospreciéis los dones proféticos. En las Cartas paulinas indiscutiblemente auténticas,
Examinadlo todo y quedaos con lo bueno». El discerni- pneuma designa más de cien veces al Espíritu de Dios;
miento de espíritus y el orden debido en los dones del además del uso absoluto («el espíritu»), la pertenencia a
Espíritu es cosa que a su vez exige un carisma, el cual Dios puede expresarse también mediante la calificación
corresponde a la comunidad en su totalidad o a algunos como pneuma hagion; tan sólo dos veces habla Pablo del
ministerios, especialmente al de profetizar y enseñar, «Espíritu de Cristo (o de Jesucristo)» (Rom 8,9; Flp
pero que se puede conferir también como algo específi- 1,19) o del «Espíritu de Su Hijo» (Gal 4,6). El apóstol
co (cf. ICor 12,10). Para el enjuiciamiento de todos los no está interesado en dilucidar las relaciones intratrini-
carismas hay que tener en cuenta dos criterios: la confesión tarias, sino que a él lo que más le importa es que los
de fe en Jesucristo y la edificación de la comunidad (cf. creyentes lleguen —por medio del Espíritu— a la fe, al
ICor 12,3.7). conocimiento de Dios y de la nueva vida iniciada en
Cristo y sean partícipes de la nueva comunidad. Es
posible que la manera en que se habla del Pneuma
2.3.2.3.4. El Espíritu misionero suene algunas veces a impersonal o que parezca inter-
cambiable con la forma en que se habla de la sophia
En el seguimiento del crucificado y resucitado, los (sofía) o de la dynamis (fuerza) (cf. ICor 2,4s.l3), pero
dones del Espíritu no consisten primordialmente en para Pablo el Espíritu no es una fuerza anónima, sino que
actos extraordinarios de poder, sino en una fe que —en es la forma de actuar del Señor exaltado, el don escatológi-
medio de la propia debilidad— confía en el poder de co y el poder de Dios.
Dios y que aprovecha no a uno mismo sino principal- Por eso, Pablo dirige menos su atención hacia hacia
mente al otro (cf. ICor 2,1-5). En definitiva, el Espíritu la diferencia y más a la unidad en la acción salvífica del
impulsa a los predicadores a que, más allá del culto Padre, del Hijo y del Espíritu. Por otro lado, a pesar de la
divino y de las comunidades, se consagren el ministerio identidad dinámica entre el Cristo exaltado y el Espíritu
misionero. Y, así, Pablo, a su evangelización entre los Santo, pneuma no es simplemente una palabra distinta
gentiles la designa como acto sacerdotal, «porque los para designar a Cristo o a Dios. El Espíritu aparece como

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sujeto en el proceso de la liberación (cf. Gal 4,5-7; Jesucristo, que crea nueva posibilidad de vida (libertad) y
2Cor 3,17; Rom 8,2), del ser vivificado (de nuevo) nueva capacidad de relaciones (amor). Por medio del
(2Cor 3,6; Rom 8,10s), de la santificación (ICor 6,11; Espíritu, como don escatológico de Dios, el Señor crucifica-
Rom 15,16); él concede graciosamente los carismas do y resucitado une consigo mismo a sus hermanos y her-
(ICor 12), desempeña la función de testigo (Rom manas y los une a unos con otros.
8,16), de intercesor (Rom 8,26s), de revelador (ICor
2,10.13; 2Cor 6,4.6), de inspirador de los proclamado-
res (ITes 1,5; 2Cor 3,6), de guía (Rom 8,14). 2.33- Los Sinópticos: El Siervo de Yahvé
En el espíritu se cumple lo que Pablo promete a las en el poder del Espíritu
comunidades en sus fórmulas de saludo (cf. ICor 1,3;
2Cor 1,2; Flp 1,2; Flm 3; Rom 1,7): «Gracia y paz de Dada la intención proclamadora y la índole literaria
parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo». El que le corresponde, es de esperar que el interés pneu-
final cristológico habitual de sus cartas (cf. ITes 5,28; matológico de los evangelistas se dirija principalmente
ICor 15,23s; Gal 6,18; Flp 4,23; Flm 25), lo amplía hacia el Jesús pre-pascual. Que Jesús, antes de Pascua, es
Pablo en 2Cor 13,13 para convertirlo en una fórmula el portador —por excelencia— del Espíritu, eso lo ates-
de sonido trinitario: «¡La gracia de Jesucristo, el Señor, tigua unánimemente la tradición neotestamentaria; y en
el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sea los cuatro evangelios, el bautismo de Jesús por Juan,
con todos vosotros!» La coordinación entre la gracia cuya historicidad difícilmente se podrá ya discutir,
(referida a Cristo) y el amor (referido a Dios) es típica- constituye la escena clave correspondiente.
mente paulina; tampoco es casual que en el contexto de
las cartas dirigidas a los corintios (véase, además, Flp
2,1) Pablo hable de la koinonia tou hagiou pneumatos y 2.3.3.1. El descenso del Espíritu con
se refiera con ello seguramente a la comunión obrada ocasión del bautismo de Jesús, según Marcos
por el Espíritu y existente también en el Espíritu.
Principios parecidos de una diferenciación trinitaria en Por su forma literaria, la perícopa de Me 1,9-11 per-
la común acción salvífica los encontramos en ICor tenece más bien al ámbito de las historias de vocación
12,4-6; Gal 4,4-6, así como en Rom 5,1-5. Este con- marcadas por rasgos sapienciales y apocalípticos. La
cepto no se desarrolla en Pablo; pero su enfoque teoló- secuencia de la escena —Jesús asciende del agua, luego
gico demuestra ser un desarrollo consecuente ulterior desciende sobre él el Espíritu— señala que la vocación
de un pensamiento de fe heredado («veterotestamenta- no forma parte ya propiamente del bautismo adminis-
rio») en la dirección que ha de seguir más tarde la for- trado por Juan. El evangelista, desde un principio, quie-
mulación teológica trinitaria de la experiencia cristiana re que los lectores de su «Evangelio de Jescristo, el Hijo
de Dios. de Dios» (Me 1,1) vean claramente quién es Jesús. Que
Lo que es el Espíritu Santo puede definirse únicamente él es más que uno de los profetas (cf. Me 6,14-16: 8,27-
a partir de lo que hace. Los creyentes experimentan en el 30), lo atestigua además de la «voz que viene del cielo»
Espíritu Santo la inclinación de Dios hacia ellos en el descenso del Espíritu desde los cielos «rasgados» (Me

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1,10, al elegir la palabra schizomenous, empleada más bien, es interesante que en fuentes no canónicas, especial-
raras veces en la literatura apocalíptica, marca un acento mente en textos siríacos y armenios, se acentué —a propósi-
frente a Mateo y Lucas, que hablan de «abrirse» los cie- to del bautismo de Jesús en el Jordán— la «maternidad» del
Espíritu Santo. Hay, ademas, un paralelo entre la creación y
los). El testimonio, en Marcos, acontece en una visión y
el bautismo de Jesús, por ejemplo, en el Evangelio de los
en una audición de Jesús en forma de una predicación Hebreos «Así como el Espíritu (maternal) de Dios, al
verbal («Tú eres. .»). Se admite en general que en la comienzo de la creación, se movía sobre las aguas primordia-
fuente de Marcos se hablaba del Siervo de Yahvé, de tal les (Gn 1,2) y Dios, después de terminada la creación, des-
manera que Me 1,11 evoca el recuerdo de Is 42,1 cansó (Gn 2,2), así ahora la madre, el Espíritu, se halla pre-
(«Ved éste es mi siervo... He puesto sobre él mi espíri- sente sobre las aguas del Jordán y descansa en el Hijo, des-
tu»), mientras que el «mi Hijo amado» de Marcos aso- pués de consumada junto al Jordán la nueva creación» ^4
cia estas palabras con lo que se dice en el Sal 2,7. En Según testimonio de la Iglesia antigua siria y armenia, el
todo caso, se presenta a Jesús como el portador del Espíritu Espíritu Santo se presenta también como madre en el bautis-
escatológico mo de los creyentes ^5 Textos siríacos posteriores atestiguan
luego cierto distanciamiento de esa imagen tan fuerte y no
Excursus La paloma como símbolo del Espíritu Santo designan ya como seno maternal al Espíritu Santo sino a las
Jesús vio al Espíritu descender sobre el «como una palo- aguas bautismales Tanto para la cnstologia como para la teo-
ma» (Me 1,10, Mt 3,16, con lo de «a semejanza de», acen- logía del bautismo, es importante —además— el que el des-
túa el carácter de imagen, mientras que Le 3,22 acentúa el cansar del Espíritu se identifique con el conocimiento mutuo
carácter de realidad por medio de «en forma corporal del Padre y del Hno o con el conocimiento mutuo de Cristo
como») Para la comprensión de este simbolismo, se han y los creyentes -'"
indicado importantes referencias Se ha querido ver otro antecedente más para el símbolo
La explicación rabímea de la ruaj que se movía sobre las de la paloma en el hecho de que, en las antiguas religiones
aguas (Gn 1,2) mediante la comparación intuitiva con el ale- orientales, la paloma —como ave de simpatía de las deidades
tear de una paloma, la paloma de Noe en Gn 8,9, la paloma femeninas— señalaba la presencia de la diosa y desempeñaba
como símbolo de Israel 32 también la función de mensajera de su amor Esta imagen se
La imagen de la paloma puede referirse a la manera en trasfinó quizas a la sabiduría personificada Y, posiblemente,
que desciende el Espíritu o puede referirse a ese mismo detras de la perícopa del bautismo se halle una parecida con-
Espíritu La paloma como símbolo del Espíritu Santo confir- cepciónteológica sapiencial La identificación entre la Sofía y
maría el dato filológico de que el Espíritu divino fue repre- la Ruaj/Pneuma fue posible mediante «la asociación del teo-
sentado originalmente como femenino o maternal 3 3 Pues logumeno veterotestamentano de que Dios hace que su
32 Se pensó en un error de traducción, para los detalles, véase H
Greeven, Art < Penstera», en Theologisches Worterbuch zum Neuen Quellen» en T Berger/A Gehrhards (dirs ) Liturgie und Frauenfrage St
Testamenta vol VI, 63 72 Ottihen 1990 p 7 29 especialmente p 7
33 G Winkler cree que en Gn 1,2 y en Dt 32 11 aparece < la imagen 34 Ibid p 13
bíblica del ave maternal» En la tradición siriaca el correspondiente verbo 35 Véase ibid p 16 23
que significa < aletear moverse» se desarrolla hasta convertirse <en tecnicis- 36 Véase a este proposito, G Winkler, Ein bedeutsamer Zusammen
mo para designar la acción del Espíritu Santo en el bautismo y en la euca hang zwischen der Erkenntms und Ruhe in Mt 11 27 29 und dem Ruhen des
ristia» G Winkler «Uberlegungen zum Gottesgeist ais mutterlichem Geistes auf Jesús am Jordán Eine Analyse zur Geist Chnstologie in syrischen
Prinzip und zur Bedeutung der Androgyme ín einigen fruhchnstlichen und armenischen Quellen en «Museon» 96 (1983) p 267 326

90 91
Espíritu se pose sobre los profetas, sobre los elegidos o —en concepción de Marcos es válido afirmar que los diversos
el Deuteroisaías— sobre su Siervo de Yahvé, con la concep- actos de Jesús realizados con el poder del Espíritu escatoló-
ción sapiencial de que Dios envía la sabiduría a los elegidos y gico tienen su origen y su fundamentación en el aconteci-
hace que la sabiduría llegue a los hombres a través de los pro- miento del bautismo.
fetas y de los sabios».^'
El «descansar» del Espíritu y el «conocimiento/reve-
lación», el descenso del Espíritu y la aceptación y la 2.3.3-2. Acentos en Mateo
promesa hecha por el Padre se hallan íntimamente rela-
cionados. «En efecto, la complacencia de Dios puede En la versión mateana de la escena del bautismo (Mt
prometerse únicamente a aquel que se halla en comu- 3,13-17), llama principalmente la atención —en con-
nión viva y en conformidad con ese Dios - a aquel, por traste con Marcos— la modificación de las palabras
tanto, que participa en su manera de vivir, más aún, pronunciadas por la voz del cielo (v. 17: «Este es», en
que participa en general en el dinamismo de la vida de lugar de «Tú eres»); la promesa dirigida al Hijo se con-
Dios, un dinamismo constituido por el Espíritu y que vierte ahora en una proclamación dirigida a los discípu-
se trasmite, al comunicarse el Espíritu».^8 los. Mediante la concesión del Espíritu y la voz celestial,
Es verdad que Me 1,9-11 no contiene ningún man- se llama al Hijo para que ejerza su ministerio mesiánico.
dato misional (véase, por el contrario, M t 17,5: Mateo quiere que se entienda que el Hijo es el Siervo de
«¡Escuchadle!»), pero el versículo que sigue a continua- quien se habla en Is 42,1, como se ve confirmado en
ción (Me 1,12) muestra ya que el Espíritu impulsa a Mt 12,18: «Éste es mi siervo, a quien elegí; mi amado
Jesús hacia su labor mesiánica. Llama la atención el en quien me complazco; derramaré mi Espíritu sobre él,
hecho de que, en la continuación del evangelio, la cris- y anunciará el derecho a las naciones». En ese mismo
tología pneumática no constituya ya directamente un capítulo, el evangelista acentúa que Jesús expulsa a los
tema: del Espíritu Santo (de Dios), con excepción de demonios «por medio del Espíritu de Dios» (Mt
Me 1; 3,28s; 13,11, se habla únicamente en Me 12,36, 12,28), aclarando más lo que se dice en la fuente de
donde se menciona la convicción rabínica sobre la ins- logia Q (cf. Le 11,20: «por medio del dedo de Dios»).
piración de las Escrituras, en relación con la cuestión Con ello Mateo enlaza este logion con el que habla
acerca del Mesías. Claro que esa cristología pneumática sobre la blasfemia contra el Espíritu (Mt 12,21s); posi-
se halla indirectamente implícita en el hecho de que blemente la corrección fue motivada por las experien-
Jesús venza a los espíritus malignos/impuros (cf. Me cias pneumáticas habidas en la comunidad. De todos
1,21-28; 5,1-20; 9,14-29). Precisamente respecto a la modos, hay dos aspectos interesantes en lo que a la
pneumatología se refiere: en primer lugar, el hecho de
que entre los rabinos no se conociera la expulsión de los
37. S. Schroer, Der Geist, die Wetsheu und die Taube Femimstisch-krt- demonios por medio del espíritu de Dios y, en segundo
ttsche Exegese eines neutestamentlichen Symbols aufdem Hintergrund seiner
altonentahschen und hellemstisch-fruhjudischen Traditwn, en FZPhTh 33 lugar, la asociación que se establece entre la presencia
(1986), p. 216. del Espíritu y la presencia de la basileia. Así que puede
38. W. Ktrchschlager, Das Geistwirken in der Sicht des Neuen sacarse la conclusión: «Al Espíritu se le atiende como el
Testaments Dargestellt an semen Hauptzeugen, en ThBer 16, p. 15-52.

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criterio discriminante para la clasificación de las acciones todo ello como coronación de la serie de nacimientos mila-
de Jesús».^ grosos que se dan en el Antiguo Testamento, comenzando
Sobrepasando a Marcos, Mateo, en 1,18.20, recoge por el de Isaac y llegando hasta el de Juan el Bautista».
la tradición acerca de la generación de Jesús ek pneuma- A la perícopa del bautismo (Mt 3,13-17) responde la
tos hagiou (por el Espíritu Santo), lo cual —en el marco última escena del Evangelio de Mateo, el denominado
de su teología— no debe entenderse como compitiendo encargo o misión de bautizar (Mt 28,19), que cita una
con la escena del bautismo, sino como base de la pro- fórmula litúrgica que era usual a fines del siglo I (véase
clamación pública que en dicha escena se hace. Frente a Did 7,1.3). La invocación de las tres divinas Personas
la yersión lucana, que es narrativa y que plantea la cues- puede entenderse como fórmula de transmisión de
tión del «cómo», Mateo se contenta con realzar dos dominio, que expresa la relación y la pertenencia a Dios
veces el origen o la razón (ek) de la existencia humana abierta a los hombres en Cristo y en su Espíritu. En la
de Jesús en el contexto de la genealogía davídica. concepción teológica de la redacción mateana (cf. Mt
«Pneuma» se refiere aquí al poder creador de Dios, que ya 6,9-13) encaja también la modificación que se introdu-
en Egipto y luego ulteriormente en el helenismo se relacionó ce en Mt 10,20 frente a Me 13,11: El Espíritu Santo
con la generación del salvador por el dios. El judaismo (así también Le 12,12) es «el Espíritu de vuestro Padre».
egipcíaco-helenístico interpretó ya en este sentido el
Resumiendo, podremos afirmar: Marcos y Mateo con-
pasaje de Is 7,14, entendiéndolo como un alumbra-
tienen pocos enunciados acerca del Espíritu Santo. A la luz
miento en el que no había habido padre. Sin embargo,
de Pascua, se llega a conocer (de nuevo) que Jesús es el por-
se discute el juicio que establece tales conexiones.
tador por excelencia del Espíritu Santo. Ambos evangelios
Y, así, J. Gnilka, después de examinar los paralelos exis- permanecen en las trayectorias trazadas previamente en el
tentes en la historia de las religiones, llega a la conclusión: Primer Testamento (el Pneuma como el poder divino
«En el mejor de los casos, se podrá afirmar que lo egipcíaco sobre/en el Siervo de Yahvé, y también como el prometido
ayudó a preparar la comprensión del modelo cristiano de fe. Auxiliador y el prometido Don de los últimos tiempos); es
Pero las raíces más importantes de este último modelo se nueva la convicción de que esos tiempos han comenzado ya
hallan en otra parte».1*0 En lo que respecta a la intención pri- con la aparición de Jesús.
mariamente cristológica de esta tradición (en Mateo debería
decirse que se trata de una intención exclusivamente cristoló-
gica), habrá que afirmar que es pneumatológicamente rele-
2.3.33. Jesús como portador y dispensador
vante el que «ni en Mateo ni en Lucas... puede equipararse el
del Espíritu, según Lucas
papel del Espíritu Santo con el papel del padre que aparece
en las mitologías de los dioses. El Espíritu es la fuerza pode-
2.3.3.3.1. Lleno del Espíritu Santo
rosa de Dios que hace que nazca el Mesías y que lo distingue
(Espíritu vivificador, Espíritu en el sentido de Is 11,1 s), y
En contraste con Marcos y con Mateo, vemos que

39. W. Kirchschláger, Das Geistwirken, p. 35. 41. M.-A. Chevallier, «Biblische Pneumatologie», en P. Eicher (dir.),
40. J. Gnilka, Das Matthausevangelium 1, HThKNT 1/1, Fribiirgo Neue Summe Theologie 1, Friburgo 1988, p. 347; cf. J. Gnilka, Das
1986, p. 28. Mattháusevangelium 1, p. 32.

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Lucas realza aún más intensamente que Jesús no es un 11,2, en vez de «¡Venga tu reino!», la variante «¡Venga
pneumático ni un carismático en el sentido usual de la sobre nosotros tu Espíritu Santo y nos purifique!». El
palabra: No es impulsado transitoriamente por el tiempo del reino de Dios que se está cumpliendo es el tiem-
Espíritu, como lo fueron los dirigentes carismáticos y po del Espíritu Santo; puesto que la consumación se
los profetas en ocasiones del momento, sino que es lle- halla todavía pendiente, hay que implorarla. En conso-
vado en el Espíritu al desierto (Le 4,1) y regresa a nancia con ello se encuentra la petición de la purifica-
Galilea «en el poder del Espíritu» (Le 4,14). Según ción escatológica (cf. Ez 36). También para Lucas, Jesús,
Lucas, Jesús —desde el bautismo— está «lleno del que viene del Padre, era —antes de Pascua— el portador
Espíritu Santo» (Le 4,1); la permanente vinculación por excelencia del Espíritu. Como el Exaltado, es, él
entre Jesús y el Espíritu se acentúa mediante la elección mismo, el Dispensador del Espíritu: «Y yo os enviaré el
del adjetivo pleres, que expresa el hecho de estar henchi- don prometido por mi Padre. Vosotros quedaos en la
do permanentemente por el Espíritu (véase también Le ciudad hasta que seáis llenos de la fuerza que viene de lo
2,40 en relación con 1,80). alto» (Le 24,49; cf. Hch 2,33). En este don, el mismo
En definitiva también, Lucas explica la existencia Señor exaltado se encuentra con sus discípulos (compárese
espiritual de Jesús por el hecho de haber sido engendra- Le 12,12 con Hch 21,15; Hch 10,19 con Le 10,14, y la
do por el poder de Dios; expresándose en Le 1,35 más expresión —singular en el N T — el «espíritu de Jesús»
intensamente que en Mt 1,18.20 el poder vivificador en Hch 16,7).
del Pneuma. El «cubrir con su sombra» recuerda el
movimiento de la ruaj (Gn 1,2) y puede asociarse con
la escena del bautismo (Le 3,21; cf. «venir sobre» - 2.3.4. Los Hechos de los Apóstoles: Los
«descender» (Le 9,34) y principalmente con la nube dones del Espíritu concedidos a los testigos
que cubrió con su sombra (Le 9,34) la escena de la
Trasfiguración. En los Hechos de los Apóstoles aparece 68 veces
la palabra pneuma De ellas, 37 veces en los doce
primeros capítulos, lo cual representa la frecuencia más
2.3.33.2. Inspirado para la proclamación del Evangelio densa de aparición del término en todo el Nuevo
Testamento.
El don escatológico del Espíritu es, para Lucas, el
bien por excelencia, el don de Dios. Según Mt 7,11, el
Padre, a quien los discípulos pueden pedírselo todo, 2.3.4.1. El acontecimiento de Pentecostés
dará cosas buenas agatha; Lucas precisa; dará el Espíritu
Santo (Le 11,13). Por tanto, la experiencia de la que Al comienzo de los Hechos de los Apóstoles (Hch
Lucas habla, se basa también en la certeza del don esca- l,4s.8), Lucas recoge de nuevo el anuncio del bautismo
tológico, el cual —desde luego— no es posesión segura, en el Espíritu (cf. Le 3,16) y la promesa del don (del
sino que ha de ser implorado. Es interesante que algu- Espíritu Santo) como fuerza para la proclamación, (cf.
nos testimonios de la tradición textual ofrezcan en Le Le 24,47-49) y hace ver cómo esta predicción se cum-

96 97
plió en el «día de Pentecostés», cuando «todos estaban contenido, existiría tal conexión porque, según la agadá del
reunidos en un lugar [Jerusalén]»: «Al llegar el día de Sinaí, Yahvé mismo habló con su voz a todos los pueblos, y
Pentecostés..., todos quedaron llenos del Espíritu Santo en el Pentecostés cristiano los discípulos, llenos del Espíritu
y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Santo, alaban las grandes hazañas de Dios, y todos los allí
Espíritu los movía a expresarse» (Hch 2,1.4). Los w. 5- reunidos les entienden. Así pues, en esta concepción teológi-
13 que siguen a continuación, describen la impresión ca, la ley y el Espíritu se coordinarían entre sí en el sentido
de la abrogación y del cumplimiento.
que causó este acontecimiento, que es interpretado
luego en la predicación de Pedro en el día de Como resultado de las investigaciones histórico-críti-
Pentecostés (w. 14-36). ¿Qué acontecimiento hubo en cas, podemos afirmar al menos lo siguiente: Los discípu-
el fondo de todo ello? ¿Qué tradiciones tuvo Lucas a la los de Jesús, en «Pentecostés», fueron sobrecogidos por un
vista? ¿Cómo las elaboró y las interpretó teológicamen- Poder al que ellos interpretaron como el Espíritu Santo
te? En la exégesis histórico-crítica quedan por resolver prometido. Este les dio la fuerza para proclamar a todos los
algunas cuestiones, o bien las soluciones propuestas son pueblos el evangelio acerca de Jesucristo, el Señor.
objeto de controversia. Pero podemos suponer que la En la exégesis posterior se establece a menudo un
narración pre-lucana hablaba de una sobrecogedora expe- paralelo entre la confusión de lenguas en Babel (Gn
riencia de fe vivida por los primeros discípulos, la cual, por 11,9) y el milagro del habla y de la audición que se pro-
ser inesperada o, al menos, abrumadora, fue relacionada dujo en Jerusalén. Así como en Babel la comunicación
con el Espíritu Santo. humana se deshizo por la confusión de las lenguas, así
ahora en Jerusalén, a pesar de la gran diversidad de len-
Si consideramos en el plano redaccional la composición
de la doble obra de Lucas, entonces aparece un claro paralelo guas, llega a ser posible que todos comprendan un solo
entre la escena del bautismo, narrada en el evangelio, y el mensaje. Semejante interpretación parece legítima en el
relato de Pentecostés, narrado en los Hechos de los Apóstoles. sentido de una exégesis espiritual de la Escritura y como
Ambas perícopas hablan de una concesión del Espíritu, y las visión de conjunto de diversas tradiciones bíblicas.
dos veces esa concesión sirve para fundamentar la subsi-
guiente proclamación profética. Posiblemente Lucas trasfor-
mó el fenómeno original de la glosolalia, la alabanza extática 2.3.4.2. La continuación consecuente de la
de las grandes hazañas de Dios (cf. Hch 2,11), en un milagro pneumatología del Evangelio de Lucas
de habla y de audición.
Finalmente, hay indicios de que el texto puede interpre-
Mediante el establecimiento de un paralelo con la esce-
tarse como etiología de la fiesta cristiana de Pentecostés, en
cuyo trasfondo estarían la fiesta judía de las Semanas y la na del bautismo y la predicación de Nazaret, que sigue a
agadá del Sinaí. La fiesta de Pentecostés, que originalmente continuación inmediata, Lucas acentúa el cumplimiento
fue una fiesta —no religiosa— de la cosecha, adquirió en el de las promesas del Antiguo Testamento acerca del Espíritu
Libro de los Jubileos un contenido histórico-salvífico como y su orientación hacia la proclamación profética. Así
fiesta de la renovación del pacto (con Noé); claro que la refe- como en Jesús se cumplió la palabra de la Escritura de
rencia a la legislación dada en el Sinaí se establece sólo en Is 61,1, así también en el día de Pentecostés se cumplió
textos rabínicos de mediados del siglo II p.C. Por su mismo la promesa del profeta Joel (3,1-5), recogida por Jesús o

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por el Señor exaltado: Todos fueron «llenos del Espíritu Espíritu, pero «no como capacitación para la proclama-
Santo». ción (para el discurso profético), sino como consecuen-
Este acontecimiento único de llenarse del Espíritu cia de la conversión y del bautismo y en estrecha asocia-
(el verbo, en griego, se halla en aoristo), que en Hch ción con la remisión de los pecados y la salvación esca-
2,2s se describe con imágenes apocalípticas o empleadas tológica». ^ No puede excluirse, por supuesto, precisa-
en las descripciones de teofanías, produce como fenó- mente sobre el transfondo de la cita de Joel, que los que
meno permanente (en griego se usa el imperfecto) un se han convertido y han sido llenos del Espíritu se con-
hablar en lenguas extrañas, que en virtud del verbo viertan, a su vez, en testigos, ni que, a partir de Hch
usado en Hch 2,4s apophthengesthai (cf. Hch 2,14; l,4s.8 (cf. Le 24,47-49), el acontecimiento mismo de
26,25) y en conexión con Hch 2,11, ha de entenderse Pentecostés habría de entenderse como «bautismo en el
como proclamación profética (véase también Hch Espíritu». En todo caso, por su concepción global, el
2,17s; 19,6). Así lo acentúa la observación de que en interés de Lucas no se dirige hacia una teología del bau-
Hch 2,18 la cita de Joel 3,2 se complementa con la tismo, sino hacia la conexión íntima entre el Espíritu
frase «y llegarán a ser profetas». La capacitación para Santo y la proclamación profética.
hacerlo se designa (en forma característica de la doble
obra lucana) como un don del Espíritu (cf. Le 1,42.67; Algunas peculiaridades de la pneumatología lucana pue-
den dilucidarse en el contexto de los Hechos de los Apóstoles.
Hch 4,8.39; 6,10).
Así, el interés por las manifestaciones concretas del Espíritu
Lo que desde el día de Pentecostés acontece perma- (cf. Hch 2,3-6: 4,31; 10,47; 11,17; 15,8) se explica por el
nentemente en la alabanza y la proclamación, pueden empeño en ofrecer un testimonio creíble y fiable (véanse los
oírlo todos (también este verbo [2,6c] se halla en proemios a ambas partes de la doble obra). Ya, en la escena
imperfecto). Por tanto, al acontecimiento de Pentecostés le del bautismo Lucas había añadido la observación de que el
corresponde un carácter fundamental; es prototípico; es Espíritu Santo descendió «en forma visible» (Le 3,22). En los
único, como el encendido inicial; pero no es exclusivo. Lo Hechos de los Apóstoles, entre los fenómenos que él menciona
que comenzó en el día de Pentecostés, continúa en se hallan, junto a la glosolalia (además de en Hch 2,4 se
otros «Pentecosteses» —y en asociación con los testigos encuentra también en Hch 10,46; 19,6), la profecía (Hch
primordiales— en Samaría (Hch 8,14-17) y entre los 11,28; cf. Le 1,41.67), el penetrar con la mirada en el inte-
rior de una persona (Hch 13,9) y, sobre todo, la intuición de
gentiles (Hch 10,44-48; 11,15-18).42
la voluntad de Dios (Hch 8,29; 10,19; 11,12; 13,2.4; 16,6s;
La predicación paradigmática de Pedro en el día de 20,22). Puesto que también estas «manifestaciones» pueden
Pentecostés presenta ante los oyentes, al final, la pers- designarse como proféticas y Lucas está interesado en el
pectiva de que también ellos recibirán el don del hecho, pero no cómo se produce, subsistirá la impresión
general de que a él lo que sobre todo le interesa es la procla-
42. Que el Espíritu Santo descendiera sobre los mencionados en últi- mación profética.
mo lugar no era evidente en los comienzos; tampoco la denominada lista
de pueblos (Hch 2,9-1 la) representa a todos los pueblos y a todas las len-
guas, sino que enumera las regiones en que se hallaba la Diáspora judía, y
está interesada, por tanto, en «una representación universal de los judíos
procedentes de todo el mundo» (]. Kremer, Pfingstbericht, 158). 43. J. Kremer, Pfingstbericht, p. 179.

100 101
En lo que respecta a la relación entre el bautismo y relaciones intratrinitarias, sino que menciona de manera
la recepción del Espíritu, quedó ya claro que para Lucas conjunta a Dios (Hch 1,4.5.; 2,17; ll,16s; 15,8), a
lo decisivo es el hecho de ser lleno del Espíritu Santo. Cristo (Le 24,49; Hch 2,3) y al Espíritu mismo (Hch
Después de «Pentecostés», parece que —para él— dicha 2,4; cf. 1,8; 19,6) como sujeto actuante. Tan sólo en
recepción se halla asociada normalmente con el bautis- Hch 2,33 hace explícita la comunión de acción que
mo, sin que aquí pueda verse una clara coordinación: el existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu: «Después que
bautismo puede preceder a la recepción del Espíritu él [Jesús] fue exaltado a la mano derecha de Dios y
(Hch 2,38; 19,2), pero también puede darse el caso habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometi-
inverso (Hch 10,44-48); ambas cosas pueden ocurrir de do, lo ha derramado, como estáis viendo y oyendo». Así
manera simultánea o inmediatamente sucesiva (Hch que también para Lucas es importante que el Espíritu
9,17s) o a cierta distancia de tiempo (Hch 8,14-17). La proceda de Dios. En esta unión íntima se insinúa una
recepción del Espíritu y el bautismo se orientan hacia la cierta independencia del Espíritu; de todos modos,
incorporación y, por tanto, no pueden aducirse el bau- parece que en Hch 15,28 («El Espíritu Santo y nosotros
tismo en el Espíritu y el bautismo de agua como dos hemos decidido») hay más que una personificación lite-
magnitudes contrapuestas. raria. En la continuación de la pneumatología del
Evangelio de Lucas, los Hechos de los Apóstoles anun-
La asociación, que se menciona en dos pasajes de Hechos
(8,14-18; 19,1-7), entre la imposición de las manos y la cian que los testigos elegidos y todos los que llegan ala fe en
recepción del Espíritu documenta el interés lucano por esta- virtud de la proclamación, quedan llenos del Espíritu
blecer un vínculo entre la concesión del Espíritu a la Iglesia Santo. En la oración, la fe y el bautismo, el Espíritu Santo
(¿de Jerusalén?) y los testigos escogidos de esta Iglesia. Esto confiere principalmente el poder para confesar sin temor la
no significa, ni mucho menos, como se atribuye algunas fe, y dirige a la Iglesia por su camino misionero.
veces a Lucas, que alguien pueda disponer del Espíritu;
según Hch 8,15, la oración precede a la imposición de las
manos. Así que el Espíritu Santo es la fuerza determinante
2.3.5- Juan: El Espíritu de la verdad
en la dirección de la Iglesia (cf. Hch 5,1-11: 15,28) y sobre
todo en la actuación misionera de la Iglesia (cf. Hch 9,17;
13,4; 16,6s; 20,22s; 21,11; 28,22), y Lucas puede afirmar en Junto a Pablo, se considera a Juan como el segundo
forma sumaria que la Iglesia «crecía mediante la ayuda del gran pneumatólogo del Nuevo Testamento. Elementos
Espíritu Santo» (Hch 9,31c). ya esbozados de la experiencia del espíritu (véase 2.3.1)
y de la prototeología del Espíritu en el cristianismo pri-
mitivo se integran, de manera característica, en la con-
2.3.4.3. El Espíritu Santo de Dios cepción global del cuarto Evangelio (el Hijo como reve-
lación del Padre, el testimonio de la verdad ante el
El pneuma experimentado en fenómenos extraordi- mundo, la permanencia de los Suyos en él).
narios, y sobre todo en la proclamación de los testigos,
se muestra como el Espíritu Santo de Dios. Lucas no
reflexiona, como tampoco lo hace Pablo, acerca de las

102 103
2.3.5.1. El testimonio del Espíritu en favor Iglesia dan normalmente de Jn 19,34, pasaje situado en
de Jesús, el que bautiza en el Espíritu el contexto del testimonio (Jn 19,35).

2.3.5.1.2. El agua viva del Espíritu


2.3.5.1.1. El testimonio del Espíritu
A diferencia de la restante tradición neotestamenta-
También para Juan, Jesús es —antes de Pascua— el ria, Juan refleja específicamente la experiencia cristiana
portador del Espíritu; dos veces seguidas (Jn 1,32.33) se primitiva de que el Señor resucitado se convierte en el
acentúa que el Espíritu permanece sobre él desde el bau- que bautiza en el Espíritu: «Como dice la Escritura, de
tismo. En lugar del relato de los Sinópticos sobre el lo más profundo de todo aquel que crea en mí brotarán
bautismo, el cuarto evangelio pone el testimonio (repe- ríos de agua viva. Decía esto refiriéndose al Espíritu que
tido de nuevo dos veces) del Bautista en favor de quien recibirían los que creyeran en él. Y es que aún no se
es infinitamente más Digno, de quien viene detrás de él había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glori-
(Jn 1,33; el participio de presente, en griego, designa ficado» (Jn 7,38s). En su exhortación: «Si alguien tiene
también aquí una cualidad permanente). El testimonio sed, que venga a mí y beba el que cree en mí» (Jn 7,37s;
del Bautista tiene su «situación vital» en la confrontación cf. 4,13s; 6,35), el Cristo joánico recoge el rito de la
con los discípulos de Juan; pero dar testimonio es, al mismo fiesta de los Tabernáculos, que en tiempos de Jesús se
tiempo, una expresión que constituye toda una señal en la celebraba con intensa expectación mesiánica. Ahora ya
teología joánica, una expresión que con frecuencia se se cumple la promesa, con la fe en Jesús como el Hijo y el
emplea en asociación con el Espíritu. Y, así, es el Espíritu Revelador del Padre, porque se derrama el agua viva del
el que da testimonio en favor de Jesús ya sea por medio Espíritu. Mientras que en el Primer Testamento, incluso
de hombres, el Bautista (Jn l,32s) y los discípulos (Jn según Ez 36, el agua escatológica es anhelada principal-
15,26s), o bien en conexión con actos comunitarios mente por su virtud purificadora, vemos que Juan carac-
(ljn 5,6-8: «Éste es el que vino por agua y sangre, teriza expresamente al don escatológico del Espíritu
Jesucristo; no por agua únicamente, sino por agua y mediante el símbolo del agua viva. Ya en el Primer
sangre; y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Testamento se había experimentado a Dios como
Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testi- «fuente de agua viva» (cf. Jr 2,13; Sal 36,10), porque la
monio: el Espíritu, el agua y la sangre, y lo tres están de presencia de Dios en la palabra y en la ley, como fuentes
acuerdo»). En el pasaje citado, el agua y la sangre del v. de vida (cf. Sal 119), podía representarse simbólicamen-
6 significan primeramente el bautismo y la muerte en la te por medio de la imagen del agua y del manantial
cruz como comienzo y consumación de la actividad de (véase la literatura sapiencial y los paralelos en
Jesús en la tierra. En los dos versículos siguientes podría Qumrán). Es singularmente típico de Juan el paralelo
haber una continuación o una profundización del pen- que se establece entre la palabra, el Espíritu y la vida. La
samiento: el agua y la sangre, mencionados como testi- convicción de que el Espíritu ha sido dado ya, brota de
gos actuales según el Espíritu, significan el bautismo y la experiencia de la revelación de Dios en Jesucristo y de
la eucaristía, una interpretación que los Padres de la su presencia viva y permanente en los creyentes.

104 105
2.3.5.1.3. Glorificación y envío del Espíritu hecho de que no se hable del Paráclito o del Espíritu de
la verdad. Hay algunas cosas que hablan en favor de
Ahora bien, el pasaje de Jn 7,39 nos hace ver clara- que el evangelista recogiera aquí una tradición anterior
mente que no siquiera en el cuarto evangelio ha queda- a él sobre la concesión del Espíritu por el Resucitado y
do suprimida la tensión entre la escatología de presente de que, por medio del motivo de la misión, característi-
y la escatología de futuro: el Espíritu no se derramará co de él (v. 21: como... así), lo vinculara con su concep-
sino después de la glorificación de Jesús. ¿Cuándo exac- ción pneumatológica. En la hora de su marcha, el Señor
tamente el Jesús animado de manera permanente por el resucitado pertrecha a los suyos con el Espíritu para que
Espíritu se convertirá en el que bautizo en el Espíritu? puedan cumplir su misión de ser testigos de la fe frente
Según Jn 19,30 en la cruz, la cual significa al mismo a la incredulidad del mundo (según Juan, el pecado del
tiempo ejecución y exaltación, porque la fórmula «él mundo).
[Jesús] entregó el espíritu» paredoken to pneuma no sólo Por un lado, los pasajes de Jn 1,33 y 20,22 —en el
significa la muerte de Jesús sino también la entrega del sentido del anuncio y del cumplimiento— encierran
Espíritu a los Suyos. En todo caso, esta expresión no se todo el evangelio (primitivo). Por otro lado, se ve claro
usa nunca en griego clásico para designar el acto de que la concesión del Espíritu no es un suceso único
«morir» y, a diferencia de Le 23,46, no se habla de que sirva de final a todo, sino que es un suceso que
devolver el espíritu entregándolo en manos del Padre. se actualiza constantemente en la misión. La comunica-
En todo caso, integrando Jn 19,34 y ljn 5,6-8, puede ción del Espíritu, en Jn 20,22, es así la iniciación del
afirmarse que para el cuarto evangelio, en forma carac- bautismo del Espíritu, que el Exaltado —como bautizador
terística, «la muerte, la resurrección, la glorificación de en el Espíritu— realiza en la Iglesia, que es el tiempo del
Jesús y también la comunicación del Espíritu se hallan Espíritu.
indisolublemente unidas entre sí».44
En contraste con esto, parece que Jn 20,21-23 fija
un acento distinto: «Jesús les dijo de nuevo: La paz esté 2.3.5.2. El Espíritu como representante
con vosotros. Y añadió: Como el Padre me envió a mí, del Exaltado junto al Padre
así os envío yo a vosotros. Sopló sobre ellos y les dijo:
Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los Queda así trazado con posterioridad el marco teoló-
pecados, les serán perdonados; y a quienes se los reten- gico para el encuadramiento de las denominadas sen-
gáis, les serán retenidos». ¿Se cumplirá en esta escena el tencias del Paráclito: la tensión entre la promesa y el
anuncio del bautismo en el Espíritu, hecho en Jn 1,33? cumplimiento no se ha suprimido por la exaltación y la
¿Se concede aquí a los discípulos el Paráclito prometido glorificación. Y, así, las palabras de despedida no sólo
(véase 2.3.5.2.)? Desde luego, las diferencias con el rela- reflejan la situación de los discípulos que con todos sus
to lucano de Pentecostés son tan llamativas como el sentidos han experimentado a Jesús y así lo atestiguan
(cf. ljn 1,1-4), sino que también reflejan precisamente
44. F. Porsch, Anwalt der GLaubenden Das Wtrken des Geistes nach
la situación de quienes, en virtud de ese testimonio, llegan
dem Zeugnis des Johannesevangehums, Stuttgart 1978, p.102. a la fe y que, en el tiempo de la ausencia del Señor,

106 107
viven del Espíritu del Señor y siguen trasmitiendo el testi- 2.3.5.2.1. El otro Paráclito
monio.
Tres palabras clave caracterizan la «situación vital» Para el tiempo siguiente a su marcha, Jesús asegura a
del discurso joánico de despedida: la marcha de Jesús los Suyos otro Paráclito, que el Padre ha desdar. El
—el abandono de los discípulos— la promesa del enunciado implica que Jesús mismo es el primer
Espíritu. Por medio de las sentencias del Paráclito, que Paráclito enviado por el Padre. En ljn 1,21 se designa
originalmente se habían trasmitido quizás por separado, efectivamente a Cristo como el Paráclito, si bien en su
el evangelista da respuesta a la cuestión acerca de la pre- función histórico-salvífíca propia, que es la de ser
sencia permanente de Jesús y del carácter vinculante de Intercesor celestial en favor de los pecadores. La función
su autoridad. El siguiente esquema compendia las fun- del Espíritu-Paráclito es distinta: ésta ha de deducirse
ciones que se atribuyen al Espíritu, la «designación del contexto joánico, tanto más cuanto que no parece
esencial» que de ellas se deriva y la manera en que se posible una clara derivación de otras fuentes y que los
define la procedencia del Espíritu (sobre este último LXX no emplean nunca parakletos para designar al
aspecto véase 2.3.5.4.). pneuma. Según el discurso de despedida, el Espíritu no
desempeña la función de intercesor; también su tarea de
«Espíritu-Consolador» representa más bien un efecto
pasaje junción designación esencuu procedencia
secundario. Parece que el evangelista recurre al significa-
I4,16s el otro Paráclito/ don del Padre
do original del término que es el de «invocado para que
Paráclito Espíritu de la por petición del
verdad Hijo venga (en auxilio)», y del cual se desarrolló luego, en el
contexto jurídico, el concepto de «abogado», o también
14,26 enseñar y Paráclito/ Envío por el parece que recurre a una tradición correspondiente que
Padre existiera ya antes. Evidentemente, a Juan le interesa el
Espíritu Santo en nombre del oficio de Auxiliador y Testigo en favor de la verdad en
Hijo el proceso entablado entre el Revelador Jesús y «el
Envío por el Hijo
mundo», que no le conoce y que permanece en la incre-
15,26 dar Paráclito/
testimonio Espíritu de la de parte del dulidad. Esto significa además que, con la venida del
verdad Padre otro Paráclito, se inicia, sí, el tiempo después de Jesús,
pero no en el sentido de una nueva época en la historia
16,7-11 convencer de Paráclito/ Envío por el Hijo de la salvación (la «era del Espíritu»): como sucesor, el
culpa Espíritu de la tomar del Hijo,lo Espíritu tiene la posición del representante, que hace que se
verdad que él tiene del
Padre
recuerden las palabras de Jesús (Jn 14,26), que da testimo-
nio de él (Jn 15,26) y que toma de lo que el Hijo ha reci-
16,13-15 iniciar en bido del Padre (Jn I6,l4s). Por tanto, no se trata de un
toda la relevo, sino de la continuidad de la acción salvífica divina.
verdad,
glorificar El evangelista no designa al Jesús terreno como Paráclito,
al hijo seguramente porque a Jesús, en el proceso entablado con la

108 109
incredulidad del mundo, le corresponden otros papeles, a sigue siendo el Mediador: Aquel que anuncia las pala-
saber, el de acusado y el de acusador y juez. No obstante, en bras de vida eterna (Jn 6,68) y que es —él mismo— el
el discurso de despedida se le atribuyen funciones análogas a camino, la verdad y la vida (Jn 14,6), comunica tam-
las de la acción del Espíritu Santo. Más aún, Juan conoce bién plenamente su espíritu (Jn 3,34), porque sus pala-
también en otros pasajes la correlación entre Cristo y el bras son «espíritu y vida» (Jn 6,63). Por otro lado, hay
Pneuma; así, en el contexto de los lugares paralelos Jn
que admitir también que el espíritu de la verdad no es
3,8/8,14, aparecen los teologúmenos típicamente joánicos la
«carne», el «testimonio», la «vida». un simple repetidor; sino que hace que el conocimiento
de la fe (un conocimiento que debe entenderse en senti-
do bíblico y específicamente joánico: un conocimiento
integral) sea más profundo, y que conduce a la plenitud
2.3.5.2.2. El Espíritu de la verdad
de la verdad.
Por ser el otro Paráclito, el Pneuma es principalmen- A diferencia del Evangelio de Juan y de la Carta primera
te el «Espíritu de la verdad» (Jn 14,17; 15,26; 16,13), de Juan, el Apocalipsis se halla bajo el signo del Espíritu de
una denominación que —por lo demás— se encuentra profecía; pero la función de éste es comparable a la del
únicamente en ljn 4,6 y 5,6. Las formulaciones de ljn Espíritu de la verdad, porque lo que Dios hace proclamar
4,1-6 recuerdan paralelos en los textos de Qumrán, por sus profetas (Ap 22,6) es «el testimonio en favor de
Jesús» (Ap 19,10). Qué significa eso en la situación de una
aunque sin propugnar, por supuesto, el dualismo espiri-
masiva tribulación, lo anuncia el vidente apocalíptico, quien
tual típico de esos textos. Lejos de eso, la teología joáni-
se experimenta a sí mismo como poseído por el Espíritu (cf.
ca está determinada por el contraste entre la «fe» y la Ap 1,10; 4,2; 17,3; 21,10). Las siete comunidades deben
«incredulidad»: el que cree, podrá recibir el Pneuma, escuchar lo que el Espíritu les dice (Ap 2,7.11.17.29;
podrá ver al Espíritu y conocerlo (Jn 14,17). Así que el 3,6.13.22) acerca del plan divino de salvación (Ap 14,13;
Espíritu permanece con los discípulos, más aún, dentro 22,6). Los siete espíritus mencionados en Ap 1,4; 3,1; 4,5;
de ellos. 5,6 podrían entenderse —sobre el trasfondo de Is 11,2 y Zac
Al Espíritu de la verdad le corresponden las siguientes 4,2.10b— como una representación plástica del Espíritu de
funciones: enseñar y hacer que se recuerden las palabras de Dios.
Jesús; dar testimonio del Hijo, lo cual significa al mismo
tiempo: convencer al mundo de su pecado de incredulidad
y juzgar al señor del mundo. Finalmente, y casi a manera 2.3.5.3. Vida por el Espíritu y en el Espíritu
de síntesis: la función de iniciar en la verdad plena y de
glorificar al Hijo. Lo que se dijo sobre la función del En el centro de la pneumatología del Evangelio de
otro Paráclito, habrá que decirlo también en este caso: Juan se halla el Paráclito como el Espíritu de la verdad.
el Espíritu de la verdad no trae ninguna enseñanza Esta concepción ha recogido la antigua experiencia
nueva, sino que da actualidad a la enseñanza de Jesús; acerca de la conexión entre el Espíritu y la vida, como
no revela nada nuevo, sino que da testimonio de que el se advierte el entrecruzamiento de los teologúmenos
Hijo es el Revelador del Padre. Y, así, para Juan, el Hijo típicamente joánicos «palabra - verdad - vida -
Espíritu». Lo que Pablo, en ICor 15,45, afirma del

110 111
Cristo pneumático a quien considera el hombre defini- propia vida. No se habla de espectaculares experiencias
tivo, se convierte en Juan en nota característica del espí- del Espíritu. Aquello a lo que Pablo daba ya importan-
ritu: Él es pneuma zoopoioun, espíritu vivificante (Jn cia, se encuentra totalmente en el foco del interés de los
6,63a). Las palabras de Jesús son «espíritu y vida» (v. escritos joánicos: la recepción de la vida nueva por el
63b), precisamente porque en ellas se transmite al mismo Espíritu se realiza en la vida cotidiana de los cristianos,
tiempo el Espíritu vivificante. una vida que no tiene nada de obvio para el «mundo».
Aparte de eso, Juan conoce también la conexión Que esta vida, en su totalidad, está sustentada por el
entre la fe y la recepción del Espíritu, entre el ser bauti- Espíritu y plasmada en él, se demuestra en su acto cen-
zado y la nueva vida por el Espíritu: «Si alguien no nace tral. Así como la confesión de fe de que Jesús es el
del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Cristo sólo puede hacerse, según Pablo (ICor 12,3), en
Dios» (Jn 3,5). Este volver a nacer del creyente es un el Espíritu, así también la verdadera oración, según Jn
nacer «de nuevo» (Jn 3,3.7: anothen, literalmente: de lo 4,23s, sólo puede hacerse «en el Espíritu y en la ver-
alto), «del Espíritu» (Jn 3,6), y esto quiere decir: de dad». La fundamentación «Dios es espíritu» (Jn 4,24)
Dios mismo (cf. Jn 1,13). El contexto nos hace ver en confirma también aquí el carácter de don gratuito que
cada caso que, en este acontecimiento, no se trata de un tiene la existencia espiritual: Puesto que Dios, en el
proceso mágico o misterioso, sino de un acontecer libre Espíritu, se da a los hombres, y así como Él es para ellos
en el que se recibe y se da respuesta. Si el versículo luz y vida (cf. ljn 1,5; 4,8.16), así también éstos pue-
siguiente 3,8 («El viento [to pneuma] sopla donde quie- den tener acceso a Dios en el Espíritu. De la misma
re; oyes su rumor, pero no sabes ni de dónde viene ni a manera que nosotros podemos amar a los hermanos
dónde va. Lo mismo sucede con el que nace del porque Dios nos amó primero (cf. ljn 4,7-16a), así
Espíritu [ek toupneumatos]») significa o no esta libertad también nosotros somos capaces de acercarnos a Él en
del Espíritu y la libertad que en él se concede al creyen- la oración, porque Él se vuelve hacia nosotros en su
te, dependerá de dónde se quiera ver la finalidad de la Espíritu, nos ha dado de su Espíritu, y nos ha hecho
parábola. Indiscutiblemente, la incomprensibilidad del nacer de nuevo de su Espíritu.
de dónde y del a dónde del viento se compara con la El espíritu actúa en todos los miembros de la comu-
incomprensibilidad del origen de la existencia espiritual nidad. Aunque en el Evangelio de Juan se promete a los
del creyente. Aquello que no puede explicarse (cf. Jn 3,7) primeros testigos, o en la Carta primera de Juan se pro-
y que ha de ser dado de lo alto, es experimentable a pesar mete a los proclamadores que les sigan, un don especial
de todo. Según ljn 4,13, el don del Espíritu es signo de del espíritu para su ministerio, esto no está en compe-
la unión íntima con Dios, y este ser engendrado por tencia con lo que sucede en la comunidad, como ljn
Dios se muestra en la ausencia de pecado, en la justicia 2,27a acentúa expresamente: «En cuanto a vosotros, la
y en el amor a los hermanos (ljn 3,9s; 4,7). La eficien- unción que habéis recibido de él permanece en vosotros
cia del Espíritu, su poder vivificador, su asistencia y su tes- y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe».
timonio de la verdad se experimentan primeramente en el
interior del hombre, pero esa certeza de experiencia empuja
hacia fuera, quiere verse confirmada en el testimonio de la

112 113
2.3.5.4. La relación del Espíritu con el Padre y el Hijo lidad». Tanto el paralelismo de las misiones como el
papel específico de Paráclito hacen que aparezca con
En las palabras del discurso de despedida que hablan mayor claridad el carácter de sujeto que tiene el
del Espíritu (véase el esquema en 2.3.5.2.), el Espíritu Espíritu, una subjetividad que no puede ya explicarse
aparece como un don tanto del Padre como del Hijo. suficientemente como simple recurso del estilo literario
Por un lado, el evangelista hace hincapié en el paralelis- (véase especialmente la formulación en Jn 16,13: ekei-
mo entre las misiones del Hijo y del Espíritu, y, por nos, topneuma (aquél, el Pneuma).
otro lado, para la cristología desarrollada de la escuela Según Juan, el Espíritu —como representante de
joánica es cosa obvia que el Espíritu está enviado por el Cristo— es testigo de la verdad de las palabras de vida y,
Hijo. Será quizás más interesante todavía la unión ínti- con ello, es ayuda para los creyentes ante la incredulidad
ma en la acción del Padre y del Hijo, que se expresa en del mundo. El que cree, se experimenta a sí mismo como
cuatro de los cinco textos. Es sorprendente el doble nacido de nuevo por el vivificante Espíritu de Dios, por el
enunciado en Jn 15,26 («que yo os enviaré desde el Espíritu del Padre y del Hijo, se experimenta como capaci-
Padre»/«que procede del Padre»), que se explicaría como tado para una vida que está en consonancia con Dios, que
formación redaccional de la escuela joánica y completa- es Espíritu y vida, luz y verdad, que es amor.
ría el sentido de la expresión «del Padre» encontrada ya
previamente en la tradición. Aquí no se piensa en una
procedencia dentro de la Trinidad. La afirmación de 2.3.6. Perspectiva
que el Espíritu procede del Padre alude, al igual que la
que dice que también el Hijo viene del Padre (Jn 8,42; Jesús, que existe por el poder del Espíritu Santo,
13,3; I6,27s; 17,8), a su función en la historia de la sal- proclama y realiza, como el Profeta escatológico hen-
vación. chido por el Espíritu y el Siervo de Yahvé y el Mesías, el
A partir de esta función hay que entender la «esen- reinado de Dios. Confirmado por su resurrección y
cia» del Espíritu, el cual, como Espíritu de la verdad exaltación en el Espíritu, él mismo se convierte en el
—según Juan— , da testimonio del Hijo y hace con Pneuma vivificante. El Espíritu Santo atestigua la ver-
ello que los creyentes participen en la nueva vida. Más dad de esta revelación del Padre en el Hijo, actúa en los
claramente que en Pablo, aparece el Espíritu no sólo como proclamadores y genera la fe. Por medio de él, los cre-
Aquel en quien el acontecer salvífico alcanza desde el yentes reciben un nuevo fundamento para su vida, un
Padre por medio del Hijo a los creyentes, se posesiona de fundamento al que ellos ajustarse mediante una vida
ellos, los marca con un sello permanente y los une por el Espíritu y por medio del testimonio misionero.
con Cristo y con el Padre, sino también como Aquel que En las tribulaciones actuales y futuras, el Espíritu se
une al Padre y al Hijo en su comunión de acción y en muestra como auxiliador y como primicias de la consu-
su comunión de vida, por ser el Espíritu del Padre y del mación escatológica. Puesto que él es el Espíritu de
Hijo. Dios, el Espíritu del Padre y del Hijo, es también el
A través de sus funciones, el Espíritu aparece al acceso a la comunión con Dios. Pertenece a la esencia
mismo tiempo más claramente en cuanto a su «persona- del Espíritu abrirse a los otros, hacer posible la comu-

114 115
nicación, y el conducirlos a todos juntos a la
koinonia/communio.
En definitiva, no se trata de una posibilidad humana, 3. Experiencia y reflexión acerca
sino de un poder vital concedida gratuitamente por Dios,
un poder que desde la revelación en Jesucristo recibe un
de la realidad del Espíritu Santo
nombre, el del Espíritu del Padre y del Hijo. en la historia del espíritu cristiano

Bibliografía

Además de los correspondientes artículos en los diccionarios y enci-


clopedias y de las secciones que se encuentran en las obras más extensas,
hay que mencionar la siguiente bibliografía 3.0. Sobre la tarea de una
«historia del espíritu cristiano»
O. Betz, DerParaklet, AGSU 2, Leiden 1963.
M.-A. Chevallier, Souffle de Dieu Le Saint-Espnt dans le Nouveau
Todavía no se ha escrito una historia completa de la
Testament, le point théologique 26, París 1976
—, «Biblische Pneumatologie», en P Eicher (dir), Neue Summe pneumatología que no sólo tenga en cuenta el desarro-
Theologie 1 Der lebendtge Gott, Fnburgo 1988, p. 341-378 llo de las doctrinas dogmáticas y la historia de las ideas
O Knoch, Der Geist Gottes und der neue Mensch Der Hedige Geist teológicas, sino también los variados campos de la expe-
ais Grundkraft und Norm des christlichen Lebens in Kirche und riencia. Tampoco es nuestro propósito llenar aquí esta
Welt nach dem Zeugnis des Apostéis Paulus, Stuttgart 1975. laguna. Por supuesto, al exponer los más importantes
J. Kremer, Pfingstbencht und Pfingstgeschehen Eme exegetische
temas, campos de problemas y enfoques de soluciones
Untersuchung zu Apg 2,1-13, SBS 63/64, Stuttgart 1975
M E. Lodahl, Shekhinah/Spint Divine Presence in Jewish and en la historia de los dogmas y de la teología, me pro-
Chnstian religión, Nueva York 1992 pongo tener en cuenta especialmente las experiencias
F Porsch, Antvalt der Glaubenden Das Wirken des Geistes nach del Espíritu. Pues la «historia cristiana del espíritu» es
dem Zeugnis des Johannesevangeliums, Stuttgart 1978 dos cosas al mismo tiempo: experiencia y reflexión
—, Pneuma und Wort Ein exegetischer Beitrag zur Pneumatologie sobre el Espíritu Santo. Ambos aspectos se hallan
des Johannesevangeliums, FTS 16, Francfort 1974.
mutuamente relacionados en un complicado proceso.1
J Scharbert, Fleisch, Geist und Seele im Pentateuch, SBS 19,
Stuttgart ^ 1967. Las experiencias se obtienen siempre en un horizonte de
K. H. Schelkle, Ihr alie seid Geistliche, ThMed 4, Einsiedeln 1964 comprensión, por cuanto algo es experimentado como
O Schilhng, Geist und Matene m biblischer Sicht Ein exegetischer algo. Ahora bien, toda reflexión se refiere a experiencias
Beitrag zur Diskussion um Teilhard de Chardin, SBS 25, o a algo experimentable. Esta realidad podremos formu-
Stuttgart 1967.
H Schungel-Straumann, Rüah bewegt die Welt Gottes schopfensche
Lebenskrafi in den Knsenzeiten des Exils, SBS 151, Stuttgart 1 Véase, a este propósito R Schaefíler, «Die rehgiose Erfahrung und
1992 das Zeugnis von ihr Erkundung emes Problemfeldes», en B J Hilberath
E. Schweizer, Heihger Geist, ThTh, Stuttgart 1978. (dir ), Erfahrung des Absoluten — absolute Erfahrung' Beitrage zum christli-
chen Offenbarungsverstandms, Dusseldorf 1990, p 13-34

116 117
larla así en nuestro contexto: las experiencias no dejan permanece con frecuencia implícita o sólo se aprecia de
nunca de ser del espíritu (cualquiera que sea el espíritu manera indirecta.
del que den testimonio), y las reflexiones sin espíritu se
eliminan por sí solas. Por tanto, el que quiera escribir
una historia cristiana del espíritu, tendrá que realizar al 3.1.1. El Espíritu inspirador y revelador
menos dos tareas: por un lado, habrá que mencionar las
experiencias espirituales implicadas en las reflexiones El Espíritu Santo comunica el conocimiento de
pneumatológicas, poniéndolas al descubierto, si fuere Cristo, un conocimiento que se recibe en la fe del bau-
necesario; por otro lado, habrá que marcar qué experien- tismo y que exige que se viva una vida espiritual que
cias no tienen cabida o difícilmente tienen cabida en la esté acorde con él (así se afirma en un antiguo escrito
pneumatología. penitencial cristiano, redactado en forma apocalíptica:
Por principio habrá que afirmar: la experiencia bíbli- el Pastor de Hermas). La acción del Espíritu se sigue
ca del Espíritu Santo como el Espíritu de la vida, de la experimentando en gran variedad de carismas.
verdad y de la libertad sigue siendo determinante tam- Mientras que pasan a segundo plano algunos dones
bién en la historia de la Iglesia. La acción del Espíritu espirituales como la glosolalia, la situación misionera y
en la vida del individuo y en la vida de la Iglesia marca la situación interior de las comunidades hacen que
su sello sobre la experiencia de fe, especialmente en los adquieran mayor importancia los carismas relacionados
comienzos de la Iglesia, y luego lo marca también ince- con el conocimiento de la fe verdadera y que ayudan a
santemente en los tiempos de crisis que claman por una ese conocimiento (la profecía, la exégesis bíblica, la
renovación. En la tensión entre la necesidad de las institu- dirección de la comunidad). De ahí que la función ins-
ciones eclesiales y la libertad e inmediatez de la acción sal- piradora y la función reveladora del Espíritu se hallen en
vífica divina se halla también la experiencia del Espíritu el centro de la incipiente reflexión pneumatológica de
como mediador del verdadero conocimiento de Dios y de sí los apologetas, principalmente de Justino (+ hacia el
mismo, y corno garante de la verdad del evangelio y de la año 165). Así como el Espíritu había hablado ya en los
tradición apostólica. profetas del Primer Testamento (aunque esta función se
atribuye también al Logos), así inspira a los apóstoles y a
los testigos actuales y los fortalece para que lleguen, en
3.1. Los comienzos de la pneumatología caso necesario, hasta el martirio.
en la Iglesia antigua A tenor de lo que se dice en 2Tim 3,16 («Toda
Escritura inspirada por Dios (theopneustos) es útil para
Las experiencias que se tienen del Espíritu de la vida, enseñar, para persuadir, para reprender, para educar en
del Espíritu de la verdad y del Espíritu de la libertad la rectitud»), al Espíritu Santo se le considera como el
constituyen en grado sumo la base para la pneumatolo- verdadero autor de las Sagradas Escrituras (cf. lClem
gía de la Iglesia antigua, una pneumatología que, por la 22; 45,1; Bern 9,2). Aquí radica la importancia de la
primacía de la experiencia y de la práctica de la vida y exégesis pneumatológica del «Antiguo Testamento». La
también por la actualidad de otros temas teológicos, inspiración de las escritos cristianos primitivos, la ense-

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ña expresamente, después del año 180, Teófilo de Hacia el año 170 surgió en Frigia Montano (+179),
Antioquía (+ hacia el año 186), quien continúa la equi- quien pretendía ser portavoz y profeta del Paráclito y que, al
paración tradicional entre el Espíritu y la Sabiduría, y igual que sus acompañantes Priscila y Maximila, alegaba
califica a los evangelistas de portadores proféticos del haber recibido por medio del Espíritu, en experiencias extáti-
Espíritu, y a sus escritos —juntamente con las cartas cas, nuevas palabras de revelación. El avivamiento de la
paulinas— de «palabra santa y divina» (cf. Teófilo, Ad expectación inmediata de la parusía, la severidad ascética y el
Autolycumll 22; III 13s). rigorismo ético eran las notas características de este movi-
miento, al que finalmente se adhirió también Tertuliano.
Ireneo (+ hacia el año 202), en su obra Adversus hae- Este último se hallaba fascinado no tanto por los fenómenos
reses compuesta en los años 180/185, no llama Dios al carismáticos cuanto por el rigorismo montañista. Apelando
Espíritu, pero sí lo llama Sabiduría de Dios y dice que al Espíritu, justificaba su critica contra el laxismo de los obis-
él, juntamente con el Hijo, son las dos manos con las pos, por ejemplo, en las penitencias impuestas por la Iglesia.
que Dios creó al hombre. Por medio de los profetas y Esta manera elitista de pensar tiene paralelos claros entre los
los apóstoles, el Espíritu revela la economía divina de la gnósticos, quienes —a diferencia de los cristianos normales,
salvación, la cual puede llegar a conocerla todo aquel los psíquicos— se consideraban a sí mismos como pneumáti-
que lea en la Iglesia las Escrituras inspiradas y las lea con cos, que participaban del Espíritu divino y, por tanto, recla-
arreglo a la tradición. Frente a los herejes, se acentúa la maban para sí la posesión de un conocimiento superior.
relación interna entre la Iglesia y el Espíritu Santo, el Frente a la pretensión de poseer nuevas revelaciones
cual se concede a todos: «Allá donde está la Iglesia, se y un conocimiento más profundo, vemos que en las
encuentra también el Espíritu de Dios; y donde está el iglesias episcopales se atribuye a los obispos mismos la
Espíritu de Dios, allí está también la Iglesia y toda la posesión del Espíritu en su plenitud (véase Hipólito
gracia; y el Espíritu es la verdad» (Ireneo, Adversus hae- [+236], Didascalia, Cipriano [+258]), y la verdad de la
resis 111,24,1). Por ser el Espíritu de Cristo, el Espíritu doctrina eclesial se asegura mediante la formación de la
Santo no sólo tiene una función reveladora, sino tam- idea de la sucesión apostólica y la determinación del
bién una función salvadora (soteriológica). Es caracte- canon y de la Regula fidei (una versión más detallada y
rística de Ireneo la vinculación entre la cristología del explicativa del credo bautismal).
Espíritu y la teoría de la recapitulación: en Cristo como
Claro está que el conflicto, que llegó a hacerse viru-
Cabeza (en latín, caput) de la creación, la humanidad
lento a causa del montañismo, no debe condensarse
—que es renovada en la Iglesia, por medio del Espíritu,
sencillamente en la alternativa «carisma o ministerio», al
según la imagen de Dios— llega a su consumación.
menos en lo que respecta a la era pre-constantiniana.
Los portadores de los ministerios tienen que acreditarse
3.1.2. La profecía y el orden en la Iglesia como portadores del Espíritu en la comunidad animada
—toda ella— por el Espíritu. De ahí que la cuestión
El alto aprecio de la profecía en los primeros tiempos decisiva sea la de saber dónde actúa concretamente el
de la Iglesia (véase la Didakhé, Ignacio [+117], Hermas, Espíritu: en la nueva profecía o en la comunidad caris-
Justino) encuentra un rápido final por la confrontación mática y apostólica que tendría que desenmascarar a
con el montañismo. aquélla como seudo-profecía.

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Con el decidido rechazo del montañismo, desapare- riencias del Espíritu y, por ser «pneumáticos», señala un
cen de la vida de la Iglesia los profetas y las profetisas, cierto distanciamiento crítico y, en parte también, polé-
mientras que los maestros carismáticos siguen desempe- mico con respecto al cristianismo que se iba asentando
ñando todavía un papel importante en el siglo III. de manera oficial.
Orígenes vincula la imagen ideal del pneumático gnós-
tico, a diferencia de Clemente de Alejandría, con el por-
tador del ministerio. Se considera, además, como caris- 3.1.3.1. Tertuliano: El papel autónomo del Espíritu
máticos a los ascetas, a las viudas y principalmente a los
mártires. Después de terminadas las grandes persecucio- La adhesión de Tertuliano (+ hacia el año 220) a los
nes, el monaquisto continúa con esta herencia; en todo montañistas no tuvo repercusiones sobre sus enuncia-
caso, el monaquismo sigue abierto a las eclosiones caris- dos pneumatológicos relativos a la confesión de fe en la
máticas. Trinidad. Ya antes de dar ese paso, Tertuliano argumen-
Puede considerarse como un ejemplo de lo que sucederá ta desde sus convicciones trinitarias, ajustándose a la
en el curso ulterior de la historia el hecho de que, en tiem- Regula fidei. Es verdad que su interés se orienta hacia la
pos de crisis, surjan movimientos profético-carismático- economía de la salvación, pero él la ve predispuesta ya
escatológicos.que se alcen contra el letargo de la vida de fe, en Dios. El Espíritu pertenece a esa dispositio interna, y
contra la sobrevaloración de las estructuras y contra las pre- con la mirada puesta en sus adversarios modalistas, a
tensiones de poder clarical. Estos movimientos están marca- quienes él trata de mostrar que la Trinitas no disuelve la
dos por la preocupación en favor de la identidad de la fe, unidad de la monarquía divina, Tertuliano llama al
una identidad que ellos ven en peligro por la falta de con- Espíritu «el proclamador de la monarquía, que es una
temporaneidad en la proclamación de la fe o (seguramente sola, y también el intérprete de la economía»
con más frecuencia) por la excesiva adaptación de esta pro- (Tertuliano, Adversus Praxean 30,5).
clamación. En lo que respecta a la pneumatología, el mérito de
este gran teólogo latino en la historia de la teología con-
siste en haber tomado de los gramáticos el método exe-
3.1.3. Importantes fijaciones de gético de la prosopología o prosopografía, es decir, de la
rumbo en la pneumatología identificación de roles de hablantes, y en haberlo aplica-
do expresamente al Espíritu en textos de la Escritura, y
Al comienzo de la historia de la teología se hallan el en ver en el Espíritu no sólo al Tercero de quien hablan
norteafricano Tertuliano para el Occidente de lengua la primera y la segunda Persona, sino en haberle recono-
latina, y el alejandrino Orígenes para el Oriente de len- cido un propio rol de hablante como a Aquel que, «en
gua griega. A Tertuliano la teología latina le debe la tra- su rol como Tercero, habla sobre el Padre y el Hijo»
ducción y acuñación de importantes conceptos clave; {Adversus Praxean 11,7: «ex tenia persona de Patre et
con Orígenes, se fueron distanciando cada vez más las Filio»). En la unidad de la monarquía (las tres personae
concepciones en la historia de la teología oriental. participan en la una substantia del Padre) hay una gra-
Ambos teólogos están marcados por sus propias expe- dación condicionada por la función en la historia de la

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salvación: como tertius gradus, el Espíritu es «del Padre Santo, y que el bautismo sólo es válido y eficaz cuando
por medio del Hijo» (Tertuliano, Adversus Praxean 4,1: se administra como bautismo en el nombre del Dios
«a Patreper Eilium»). Trino y Uno. Define la acción peculiar del Espíritu de
Que el Espíritu Santo actúa en la Iglesia —como en la siguiente manera: El Padre concede a las criaturas el
el «cuerpo de los Tres» (De Baptismo, 6)— es para ser; el Hijo (Logos) les concede el don de la razón; el
Tertuliano una verdad obvia. Claro que, con arreglo a Espíritu los santifica. Esto significa ciertamente una cre-
su postura «montañista», hace una diferenciación: ciente limitación de poder y eficacia, porque el Espíritu
«Porque también la Iglesia misma, en el sentido propio Santo «penetra únicamente en los santos» y actúa tan
y más excelente, es Espíritu, en el que está la Trinidad sólo en aquellos «que se han convertido ya a mejor y
de la única Deidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. caminan «por los caminos de Cristo»; los que viven «en
Él congrega a aquella Iglesia, a la que el Señor hace sub- buenas obras» y «permanecen en Dios»» (Orígenes, De
sistir en tres... Por eso, la Iglesia, desde luego, perdonará principiisl 3,5).
los pecados, pero la Iglesia del Espíritu a través de una Según esto, para Orígenes el bautismo no trasmite
persona pneumática, no la Iglesia como un número de ipso facto el don del Espíritu; sino que éste se concede a
obispos» (De Pudicitia 21). aquellos que emprenden el camino de la educación
divina, de la perfección, de la deificación, a fin de ase-
mejarse a la imagen del Hijo. También la pneumatolo-
3.1.3.2. Orígenes: El Espíritu y el perfeccionamiento de los gía del alejandrino delata así claramente su experiencia
cristianos con una Iglesia que va creciendo, sí, numéricamente,
pero que al mismo tiempo da muestras de hacerse
Orígenes (+254), el primer gran teólogo de la Iglesia superficial y mundana. Mientras que Clemente de
antigua, no sólo influyó decisivamente en las subsi- Alejandría (+ antes del año 215), en la confrontación
guientes confrontaciones en materia de teología de la con los gnósticos, sigue afirmando que en el bautismo
Trinidad y de cristología —que fueron a menudo una todos reciben el Espíritu Santo, Orígenes piensa que la
controversia a favor o en contra de él— , sino que ade- recepción del don del Espíritu se demuestra sólo en la
más él fue el primero que, en su obra sobre las doctrinas vida ética y ascética del pneumático.
principales De principiis I 3, trató de manera coherente Así como —en último término— el hombre pneumáti-
acerca del Espíritu Santo. Sin embargo, su teología debe co es el único capacitado por el Espíritu Santo para recibir
caracterizarse más como cristológica que como pneu- a Cristo y contemplar a Dios, así también a él es a quien
matológica, más como binitaria que como trinitaria. únicamente se le revela la dimensión espiritual profunda
Desde luego, es evidente para el alejandrino que la de la Escritura. Sobre la base de una inspiración verbal,
Sagrada Escritura atestigua la existencia del Espíritu entendida en sentido riguroso, Orígenes distingue tres
sentidos de la Escritura: el sentido somático (literal, his-
tórico), el sentido psíquico (moral) y el sentido pneu-
2. Véase mi extenso estudio B. J. Hilberath, Der Personbegriff der mático (alegórico-místico).
Trinitatstheologie in Rückfrage von Karl Rahner zu Tertullians «Adversus
Praxean», ITS 17, Innsbruck 1986.

124 125
3.2. La formación de la confesión de
(+403) se habla de «los pneumatómacos»; después se los
fe en la divinidad del Espíritu Santo llama también macedonianos, aludiéndose así al grupo
que se reunía en torno a Macedonio (hasta el año 360,
Atanasio (+373), campeón de la ortodoxia nicena, y obispo de Constantinopla).
los tres Capadocios, dirigentes del nuevo partido teoló-
gico niceno, es decir, del partido que desarrollaba las Hay testimonios del pensamiento pneumatomáquico
procedentes de los años 358-425 y que se refieren a diversos
consecuencias teológicas del Símbolo de Nicea (325),
grupos existentes en Egipto, Asia Menor y en la misma ciu-
tuvieron que estudiar a fondo, desde mediados del siglo
dad de Constantinopla. La denominación empleada por
IV, las consecuencias que se deducían del desafío arria- Atanasio, «trópicos», alude al método exegético empleado
no para la teología del Espíritu Santo. Los arrianos, a por esas personas para interpretar tropológlcamente, es decir,
comienzos de los años sesenta de aquel siglo, habían en sentido figurado (tropoi = figuras de hablantes) los lugares
perdido la batalla contra la plena divinidad del Logos (es de la Escritura que resultaban difíciles para su propia teolo-
decir, del Hijo). Parecía que su objetivo siguiente era gía. La denominación de «macedonianos» sería correcta, por
aspirar a una solución que fuera aceptable para ellos en cuanto en este grupo se encuentran ya tendencias pneumato-
el terreno de la pneumatología. Basilio (+379) fue final- máquicas: tienen sus raíces en la «teología normal», que des-
mente quien, en virtud de su experiencia, de su compe- pués de Nicea constituyó el partido de centro entre los arría-
tencia en política eclesial y en teología, puso el funda- nos (anhomeos: desemejanza entre Dios y el Logos) y los
mento para la decisión dogmática del Concilio de nicenos estrictos (homousianos: consubstancialidad —igual-
Constantinopla, en el año 381. Tampoco esta fase de la dad de substancia— entre el Padre y el Hijo); ese partido de
centro se dividió, después del año 355, en el partido neoa-
historia de la teología podrá entenderse adecuadamente
rriano de los homoianos (semejanza entre Dios y el Logos) y
si no se tiene en cuenta la eclosión carismática que se el de los homeusianos (semejanza de esencia entre el Padre y
asoció con ella, principalmente en la vida monástica. el Hijo). Mientras que los teólogos de pensamiento arriano
Precisamente en esta fase decisiva de la pneumatología, formulaban la relación entre Cristo (como el Logos) y Dios
una fase que fundamenta la confesión de fe cristiana, se (el Creador) con arreglo al esquema agenetos-gennetos (increa-
nos muestra la íntima relación entre la experiencia y la do-creado), los homeusianos trabajaban con el esquema
reflexión acerca de la acción y la realidad del Espíritu Padre-Hijo y propugnaban un monoteísmo binitario. A los
Santo. pneumatómacos les corresponde el mérito, dentro de la posi-
ción de los homeusianos, de haber conocido el virulento pro-
blema de la coordinación entre el Espíritu y Dios. Como
impulso venido desde el exterior, fue decisivo en todo ello el
3.2.1. Los pneumatómacos conocimiento de los neo-nicenos de que no es a partir del
esquema Padre-Hijo, sino únicamente a partir de la idea de
Atanasio llama «personas que luchan contra el una sola usía (esencia, naturaleza), como la tradicional confe-
Espíritu» {pneumatokhountes) o trópicos a los adversa- sión de fe bautismal puede fundamentarse en una teología
rios con los que tiene que enfrentarse en sus cuatro car- realmente trinitaria.
tas escritas en el año 358 y dirigidas a Serapión de
Thmuis (+ después del 362). En Basilio y en Epifanio

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Este enraizamiento en la teología normal explica que muestra como una reflexión de la experiencia del cristianis-
los pneumatómacos no constituyeran, ni mucho mo primitivo: nosotros-en el Espíritu Santo-por medio del
menos, una secta marginal; hacia el año 375, por ejem- Hijo-al Padre.
plo, casi todas las metrópolis del Norte de Asia Menor Sobre todo en su primera carta a Serapión, el obispo
estaban ocupadas por ellos. Junto al biblicismo y al tra- de Alejandría, que a la sazón se encontraba desterrado,
dicionalismo teológico, el ascetismo —con sus expe- desarrolla su posición, pero sin exponer una pneumato-
riencias carismático-entusiásticas— debe considerarse logía completa. En erecto, la confrontación se halla
como su segunda raíz importante. El rigorismo y el enteramente centrada en la cuestión acerca de la divini-
entusiasmo se unen en Eustaquio de Sebaste (+ después dad del Espíritu, a quien los trópicos, por la interpreta-
del año 377), cofundador del monacato en Asia Menor. ción que hacían de ciertos pasajes de la Escritura, consi-
Con arreglo a su máxima «en el mundo, pero no de este deran una criatura y, de manera tendenciosa, lo equipa-
mundo», la posesión del Espíritu se convierte en la ran con los ángeles, que son espíritus servidores. Así
expresión de una vida perfecta, y la vida ascética signifi- reza la respuesta que ellos dan a la pregunta acerca de
ca «vida como portador del Espíritu». El Espíritu abre, cómo el Espíritu puede proceder de Dios, sin ser (un
en forma de servicio, el acceso a Dios; el Espíritu es don segundo) Hijo y, por tanto, sin menoscabar la condi-
y debe venerarse como tal, pero no como dador (véase ción de Unigénito del Logos. Atanasio refuta a los inno-
3.2.3.). vadores basándose en la Escritura, leída a la luz de la fe
Los pneumatómacos fueron condenados en diversos tradicional de la Iglesia. Lo decisivo en todo ello es la dife-
sínodos. Los más importantes fueron la asamblea cele- renciación entre el Creador y la criatura, una diferencia-
brada en Alejandría, en el año 362, con presencia de ción expresada con el término niceno homousios (consus-
tancial o de una sola esencia), que el doctor de la Iglesia
Atanasio, que se pronunció condenando a los que con-
aplica consecuentemente a la pneumatología, sin que por
sideraban al Espíritu como mera criatura, el sínodo de
eso llame expresamente «Dios» al Espíritu, en lo cual argu-
Roma del año 378 que rechazó todos los matices de esta
menta también de conformidad con la Escritura. Su tesis
doctrina y, finalmente, el concilio de Constantinopla
medular la constituye la convicción acerca de la indivisa
del año 381, que estigmatizó definitivamente como
Unidad de la Trinidad, que se rompería si se admitiera
herejes a los pneumatómacos.
en su interior una criatura. Atanasio no sigue especu- ,
lando sobre las procesiones dentro de la Trinidad, sino
3.2.2. Atanasio: Argumentación cristológico-soteriológica que se contenta con afirmar la diferente procesión del
Hijo y del Espíritu, y ofrece las correspondientes visua-
consecuente
lizaciones metafóricas. Lo decisivo para él es la unidad
Ya en sus discursos contra los arrianos, Atanasio de la acción divina, que —en forma característica—
había defendido que el Espíritu Santo es parte esencial desarrolla en sentido cristológico-soteriológico: El
de la Trinidad. Más concretamente, le designa como el Espíritu Santo es el Espíritu del Hijo y de los creyentes,
quienes por medio de El son renovados y santificados.
Espíritu del Hijo, propio de Él, y enviado por El para
nuestra santificación. Con ello, la teología de Atanasio se

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La divinidad del Espíritu la demuestra Atanasio por la 3-2.3. Basilio: Dogma y experiencia religiosa
analogía entre la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu:
«En efecto, si ellos —por la unidad del Logos con el Padre— 3-2.3.1. Teología desde la experiencia
no admiten que el Hijo pertenezca a los seres creados, sino
que sostienen, como corresponde a la verdad, que £1 es el Como Atanasio, vemos que también Basilio, en la
Creador de las cosas que han llegado a ser, ¿por qué llaman confrontación con teólogos arrianizantes, corrobora el
criatura al Espíritu Santo, que posee con el Hijo la misma principio fundamental de la ortodoxia nicena de que no
unidad que éste posee con el Padre...?» (Atanasio, Epístola I hay mediador entre Dios y la criatura, entre la realidad
ad Serapionem 2). Como irradiación del Hijo, el Espíritu reinante, santificante y la realidad sirviente y santifica-
procede del Padre: «En efecto, el Espíritu no está fuera del
da. Ya en una de sus primeras obras, la titulada Adversus
Logos sino que está en el Logos y, por medio de éste, en Dios»
Eunomium, dirigida contra el neo-arriano Eunomio
(Atanasio, Epístola III ad Serapionem 5). El Padre actúa por
medio del Hijo en el Espíritu, en la creación, en la ilumina- (+392/395), deduce de ahí la consecuencia pneumato-
ción y en los dones de gracia. Como imagen del Hijo, el lógica: El Espíritu pertenece al lado del Creador, El es
Espíritu comunica la participación en el Hijo como imagen Señor y Santificador.
del Padre. Si Basilio se limita primeramente a completar en forma
El argumento último y definitivo contra los trópicos, negativa al Niceno (el Espíritu no es una criatura, no debe ser
con el cual Atanasio sobrepasa también a Orígenes, es el separado de la naturaleza divina), no sólo lo hace por respeto
soteriológico: «Si el Espíritu Santo fuera criatura, no se al texto sacrosanto del concilio, habida cuenta de los límites
nos podría conceder por medio de Él ninguna comu- con que tropieza la comprensión teológica del misterio
insondable, sino también por un motivo que se refleja en la
nión con Dios, sino que estaríamos unidos con una
versión característica que él da de las relaciones entre el
criatura y alienados de la naturaleza divina, porque no kerygma y el dogma (cf. Basilio, De Spiritu Sancto 27 y 28):
seríamos partícipes en nada de esa naturaleza. Ahora El kerygma, como proclamación pública de la Iglesia, tiene
bien, como se dice de nosotros que somos partícipes de que limitarse a los enunciados fundamentales de la fe; el
Cristo y de Dios, queda demostrado que la unción y el dogma, como desarrollo y visión más profunda, tiene su
sello que hay en nosotros no pertenece a la naturaleza lugar en el círculo —más estrecho— de los entendidos. De
de las cosas creadas, sino a la del Hijo, quien por medio esta manera fundamenta Basilio su constante ejercicio del
del Espíritu, que está en El, nos une con el Padre» silencio, tanto más que él piensa que el debate público, en
(Atanasio, Epístola I ad Serapionem 24). vista de la situación actual de la Iglesia (cf. De Spiritu Sancto
Por eso, en un sentido enteramente atanasiano, el 30), no conduce más que a una profanación de la verdad.
sínodo de Alejandría del año 362 condena a «los que Por tanto, detrás de su reserva hay algo más que una simple
táctica de política eclesial; se remite a las fuentes de su teolo-
llaman criatura al Espíritu Santo y lo separan de la esen-
gía: la Escritura, la tradición apostólica oral trasmitida en el
cia de Cristo» (cf. Atanasio, Tomus adAntiochenos 3). espacio protegido y, y principalmente, las experiencias reli-
giosas de los monjes.
Lo que unía a Basilio y, al menos, a parte de sus
adversarios en la «crisis de identidad» del cristianismo

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de aquellos tiempos, era el esfuerzo en torno a la cues- espiritual y teológico. Conforme a esta convicción fun-
tión: «¿Qué significa ser cristiano en una sociedad cris- damental, Basilio, respetando así el testimonio de la
tiana?»,^ y eran también las experiencias espirituales Escritura, no llama nunca «Dios» al Espíritu, aunque
de la reviviscencia de los carismas de la Iglesia primitiva, para él era evidente la naturaleza divina del Espíritu (cf.
de la manifestación de los misterios de la salvación Epístola 233; De Spiritu Sancto 24 y 26), y en lugar de
y de la obtención de la fuerza moral. De todos la homousia, la igualdad de la esencia, acentúa la homo-
modos, Eustaquio (véase 3.2.1) y Basilio sacaron conse- timia, la igualdad —expresada en la doxología— del
cuencias teológicas diferentes de sus experiencias pneu- honor, implicada, según él, en la unidad/igualdad de la
máticas.
usía.
A pesar de este enraizamiento en las experiencias
específicas del monacato, el artículo tercero de la confe- Por el contrario, su amigo Gregorio Nacianceno (+390)
sión de fe, formulado en el año 381 como dogmática- no tenía inhibiciones para llamar «Dios» y «bomousios» al
Espíritu Santo, y distinguió entre la procesión del Espíritu
mente vinculante, no representa ningún «dogma mona-
Santo, no aclarada ulteriormente por Basilio, a la que llamó
cal», en el sentido de que se base únicamente en expe- ekporeusis, y la generación del Hijo. También el hermano
riencias exclusivas y esotéricas de los monjes. Para más joven de Basilio, Gregorio de Nisa (+394), defendió
Basilio, en la confrontación, su experiencia bautismal fue expresamente el bomousios y acentuó más intensamente aún
convirtiéndose cada vez más en el punto de partida decisi- la mediación del Hijo en la procesión del Espíritu.
vo para su argumentación teológica. Por tanto, para él las
experiencias específicas de los monjes se integran en la
experiencia cristiana fundamental, que se articula en la 3.2.3.2. Aclaraciones necesarias
serie indisoluble (akolouthia) constituida por el bautis-
mo, la confesión de fe formulada a base del encargo Sólo a disgusto se deja llevar Basilio a las confronta-
evangélico de bautizar, y la alabanza tributada a Dios en ciones. Y, así, trata de llegar a un entendimiento con su
el culto divino (doxología). «Creemos lo mismo que antiguo amigo Eustaquio de Sebaste, un entendimiento
cuando fuimos bautizados, y tributamos alabanzas al que se formula en el año 373 en el Tomus (carta didácti-
igual que creemos» {Epístola 159). Para la explicación ca) de Nicópolis (cf. Basilio, Epístola 125). Según esto,
de la fe basta la Escritura, desde luego no la letra, sino la siguiente confesión de fe se considera base suficiente para
el sentido espiritual conocido en el ámbito de la Iglesia; el mantenimiento de la comunión eclesial: El Espíritu
basta el Símbolo, al cual hay que protegerlo contra la no es criatura y no es un ser que esté al servicio; sino que
interpretación abusiva; todo lo demás lo proporciona la por su naturaleza es santo como el Padre y el Hijo y es
convivencia, en las experiencias comunes y en el diálogo inseparable de ellos; no es ni no-engendrado ni engen-
drado, sino que —como Espíritu de la verdad— procede
3. G. Kretschmar, «Der Heilige Geist in der Geschichte. Grundzüge del Padre, es aktistos (increado) de Dios. C o m o
frühchristlicher Pneumatologie», en W. Kasper (dir.), Gegenwart des Eustaquio no se aviene a este documento de concilia-
Geistes. Aspekte der Pneumatologie, Q D 85, Friburgo 1979, p. 94. ción, se llega a la ruptura. Basilio se retira en silencio,
4. H. Dórries, De Spiritu Sancto. Der Beitrag des Basilius zum Abschlufi
des trinitarischen Dogmas, AAWG. PH III 39, Gotinga 1956. mientras que su amigo, convertido ahora en su adversa-

132
133
rio, se desvía cada vez más hacia las posiciones radicales 3.2.4. El Símbolo de Constantinopla (381)
de los pneumatómacos.
Tan sólo a ruegos de Anfiloquio (+394/403), el obis- Los tres teólogos capadocios influyeron, cada uno a
po de Cesárea vuelve a hacer declaraciones en público su manera, en la decisión del concilio del año 381, que
con su obra De Spiritu Sancto, escrita en 374/375. En la puso fin oficialmente a la confrontación con los pneu-
primera parte (capítulos 2-8), Basilio defiende, que ade- matómacos: Basilio, que murió dos años antes del con-
más de la fórmula «en el Espíritu - por medio del Hijo» cilio, por medio de sus trabajos previos acerca del con-
{en dio), tiene también fundamentación bíblica y legiti- tenido y del método; Gregorio Nacianceno, quien
midad la doxología «juntamente con el Espíritu - con como presidente del concilio fracasó principalmente en
el Hijo» {syn - meta), empleada en sus iglesias. Ambas cuestiones de política eclesial, por sus discursos teológicos
formulaciones estarían justificadas y se diferenciarían pronunciados en el año 380 en Constantinopla, y
por su perspectiva: con la primera (en — por medio de), Gregorio de Nisa, probablemente, por su colaboración
la comunidad expresa su gratitud por la gracia recibida en las formulaciones.
del Padre por medio del Hijo en el Espíritu; con la
segunda (juntamente - con; también: y - y; cf. Mt
28,19), esta comunidad alaba la misma dignidad y ].2.4.1. La doble respuesta
honor. La segunda parte (capítulos 10-29) va mucho
más allá de la consulta inmediata acerca de la justifica- Como no se conservan las actas de este concilio, sólo
ción de la doxología y, enfrentándose con las objeciones podremos responder de manera hipotética a numerosas cues-
de sus adversarios, tomadas (según creemos) del acta de tiones de historia eclesiástica y de historia de los dogmas.
las conversaciones con Eustaquio, desarrolla una teología Será únicamente el Concilio de Calcedonia (451) el que dé
del Espíritu Santo, que parte de la experiencia bautismal: testimonio del «Símbolo de los 150 Padres» del año 381, con
«Si reconocemos que esta salvación es obrada por el cuyo reconocimiento iba unido también el reconocimiento
Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, ¿abandonaremos la del concilio mismo como (segundo) concilio ecuménico. En
fórmula de doctrina que hemos recibido?» {De Spiritu lo sucesivo, este credo se impuso como credo niceno y des-
Sancto 10). Del relato sobre el bautismo se deduce la inse- plazó del culto divino al primitivo credo niceno. Tan sólo en
parable comunión (koinonia) del Padre, del Hijo y del el siglo XI Roma introdujo en el Ordo missae el credo
Espíritu, su igual posición y su igual dignidad. Por sus ampliado con el Filioque (véase 3.3.2.2).
efectos conocemos al Espíritu, cuya esencia —como la esen- La Carta didáctica (Tomus), redactada igualmente en
Constantinopla, hay que deducirla en cuanto a su sustancia
cia de Dios—permanece siempre oculta. Por eso, el conoci-
de la carta del sínodo posterior, celebrado en el año 382, que
miento adquirido desemboca en la alabanza,. iba dirigida a los obispos de Occidente. Hoy día se da por
segura la pertenencia del Qredo Niceno-Constantinopolitano
(NC) al concilio del año 381, mientras que sigue discutién-
dose la importancia que tuvo en el trascurso del concilio:
¿sirvió como base de entendimiento para las negociaciones
con los pneumatómacos, después de las cuales se pudo for-

134 135
mular luego de manera clara y distinta en el Tomusí ¿O, des- es extraño a la naturaleza divina. Pero la formulación
pués del inmediato fracaso del entendimiento con los pneu- concisa del Niceno no debe hacernos olvidar que ya en
matómacos, en la fase inicial del concilio, en la cual se trató tiempos anteriores se habían empleado símbolos con un
únicamente del asentimiento al Niceno (sobre todo en lo artículo tercero extenso. La composición «Espíritu
que respecta al homousios), fue aprobado únicamente —con Santo — Iglesia - bautismo -perdón de los pecados -
miras a la labor teológica— un decreto doctrinal de concep- resurrección» no se entendió en modo alguno como la
tos claros, y un «credo-modelo» que sirviera para la vida simple adición de algunos contenidos de la fe, sino
práctica en las comunidades? como desarrollo de la acción del Espíritu.
En todo caso, es interesante —desde el punto de El tercer artículo del NC, completado pneumatoló-
vista de la historia de los dogmas— el hecho de que la gicamente, dice así:
respuesta al desafío de los pneumatómacos se expresara «(Creo) en el Espíritu,
en dos formas de lenguaje, que se relacionaban entre sí: Santo, Señor y Vivificante,
el discurso teológico está ordenado a la confesión de fe de la que procede del Padre,
comunidad y asegura las experiencias del Espíritu contra la que con el Padre y el Hijo es juntamente
interpretación errónea, pero no añade nada sustancialmen- adorado y glorificado,
te nuevo al discruso nacido de la experiencia creyente y que habló por los profetas (DH 86/DH 150/
espiritual. Por lo demás, el Símbolo, incluso en su NR250).
forma más reservada, era bien claro: resultaba inadmisi- Por tanto, la confesión de fe en el Espíritu Santo se
ble para los pneumatómacos. Claro que el emperador enuncia mediante expresiones bíblicas y el recurso a la
había invitado únicamente a representantes del ala radi- doxología. Aunque al Espíritu no se le llame «Dios» ni
cal. «homousios», no se trata en modo alguno de fórmulas de
compromiso, porque los enunciados bíblicos y doxoló-
gicos son bien claros: como Santo, el Pneuma pertenece
3.2.4.2. Inserción pneumatológica y Carta didáctica
al lado de Dios, que es el Creador y el Santificador; con
Sigue discutiéndose si los Padres conciliares formula- razón, al Pneuma se le llama a continuación Señor (por
ron un texto completamente nuevo (cosa que es muy tanto, no es ningún ser que esté al servicio), en lo cual
poco probable), si aceptaron sin cambio alguno un sím- el adjetivo «t<? kyrion» (en lugar del sustantivo «ton
bolo ya existente, procedente quizás de Palestina, o si kyrion» [el Señor]) pudo elegirse como una formulación
insertaron fórmulas complementarias en un símbolo rigurosamente bíblica y para distinguirla de la confesión
que ya estuviera en uso, como había sucedido en Nicea. de fe en un solo Señor Jesucristo, formulada en el
En las confrontaciones que tuvieron lugar después segundo artículo.
del Concilio de Nicea, que se había contentado con Asimismo, el poder vivificante del Espíritu le presen-
enunciar «y en el Espíritu Santo», se fue sintiendo de ta como divino, porque únicamente Dios puede crear
manera cada vez más intensa lo apremiante que era vida y, en la conversión y en el bautismo, puede crear
completar el Credo por lo menos con formulaciones vida de nuevo. El enunciado, que se formula a tenor de
que sirvieran de rechazo: El Espíritu no es criatura, no Jn 15,26 (pero con la preposición «ek» en lugar de

136 137
«para»): «que procede del Padre», no está afectado toda- herejes mencionados nominalmente hace ver con clari-
vía por la problemática del Filioque (véase 3.3.2.), y se dad que la posición ortodoxa es la vía media entre las
distancia de la afirmación arriana de que el Espíritu es doctrinas arrianas-subordinacionistas-pneumatomáqui-
criatura del Hijo, debe interpretarse como confesión de cas por un lado, y las doctrinas monarquianistas-moda-
fe según la cual el Espíritu pertenece al Ser increado de listas por el otro lado; es decir, es la via media entre la
Dios. El corazón de la cláusula pneumatológica lo subordinación del Espíritu y la identidad sin diferencias
representa la justificación de la fórmula doxológica: Lex («Espíritu = Dios»).
orandi y Lex credendi, ¡la regla del orar y la regla del Esta trayectoria intermedia se marca igualmente en
creer se confirman mutuamente! La expresión perfecta- la Carta didáctica que, en su sección pertinente (cf.
mente formulada «que habló por los profetas» se refiere C O D 28), y a partir del encargo de bautizar, confiesa la
seguramente a los profetas del Primer Testamento, y unidad de la divinidad, de la acción y de la usia (en
acentúa así la continuidad de la historia de la salvación. latín, substantia), y confiesa (como conclusión de lo
Pero no se excluye una interpretación ampliada, que anterior o como afirmación de alcance recíproco) el
aplique estas palabras a los autores del Nuevo igual honor y dignidad, y esto lo ve realizado en tres
Testamento, a los apóstoles y a los actuales profetas de hipóstasis (en latín, subsistentiae) perfectas o prosopa (en
la Iglesia (al menos si se compara esta forma con otras latín, personaé).
formas del Símbolo). Pero, a pesar de esta claridad, no podemos menos de ver
La inserción pneumatológica del Símbolo atestigua cla- que el texto doctrinal deja en suspenso algunas cuestiones,
ramente la Divinidad del Espíritu, sin llamarlo Dios y sin que determinarán la historia ulterior de los dogmas:
emplear el homousios. Corresponde así a la intención de ¿Cómo habrá que definir más en concreto la relación entre
Basilio, que se había propuesto que la fe de Nicea, comple- usia e hypostasis/prosopow, entre substantia y subsisten-
tada en lo más necesario, bastara como «kerygma» (conte- tia/persona.'5 ¿En qué consiste la diferencia entre la proce-
nido de la proclamación) y como confesión común y ecu- dencia del Hijo como generación (génesis,) y la procesión
ménica de fe. (Puesto que el credo niceno no era consi- (ekporeusisj del Espíritu Santo? Con esta última pregun-
derado, como tal, un texto sacrosanto, sino que era una ta queda ya indicada la futura controversia en torno al
confesión de fe a tenor de la intención fundamental del Filioque.
concilio del año 325, y puesto que el Símbolo está ates-
tiguado desde Calcedonia como texto del concilio del
año 381, se le ha aplicado con razón el nombre de 3.3. El diferente desarrollo en la Iglesia
Nicaeno-Constantinopolitanum.) occidental y en la Iglesia oriental
El adjunto primer canon (DMI 85/DH151) deter-
mina también el carácter de la ortodoxia nicena, ya que El desarrollo teológico que se produjo después del
este canon dispone que la fe de los 318 Padres de Nicea segundo concilio ecuménico está marcado, en su con-
no debe ser vulnerada, sino que debe permanecer firme junto, por un distanciamiento cada vez mayor entre la
y estable, y que, en consecuencia, hay condenar cual- parte oriental y la parte occidental de la Ecumene.
quier herejía. El distanciamiento con respecto a los Además de motivos de política (eclesial), contribuye

138 139
esencialmente a este distanciamiento el insuficiente y la procesión del Espíritu Santo y las del Hijo. Aquí
conocimiento de la tradición de la otra parte, de su busca una ayuda para la comprensión mediante analogí-
intención específica y de su terminología. En el terreno as con procesos psíquicos internos.
de la pneumatología, estas diferencias llegan a hacerse
explosivas con la confrontación por el Filioque, es decir,
por la adición que la Iglesia occidental efectúa al 3.3-1.1. La argumentación en De Trinitate
Símbolo del año 381: «que procede del Padre y del
Hijo». En la primera parte del tratado De Trinitate (libros I-
VIII), Agustín expone la doctrina de la Iglesia acerca de
la Trinidad y explica los conceptos utilizados para su
3.3-1. La herencia de Agustín exposición. En cuanto al método, se basa en la exégesis
bíblica practicada corrientemente en la Iglesia. En el
A Agustín (+430), como el padre de la doctrina occi- aspecto sistemático, persigue la intención de demostrar
dental latina sobre la Trinidad, le corresponde también —frente a los arrianos— la igualdad y, en ella, la uni-
—como es lógico— una importancia fundamental en el dad del Padre, del Hijo y del Espíritu. Especialmente
desarrollo de la pneumatología. El modelo de «doctrina con respecto a las misiones (missiones) del Hijo y del
psicológica de la Trinidad», asociado principalmente Espíritu, que él interpreta como apariciones {apparitio-
con su nombre, no debe hacernos perder de vista nes), Agustín rechaza toda creencia en una subordina-
—prescindiendo de etiquetas que inducen a malenten- ción; los Tres —él prefiere evitar el término tradicional
didos— cuál es la «situación vital» (Sitz im Leben) del de «persona»— no están separados ni en la acción ni en
pensamiento agustiniano sobre la Trinidad: al gran bus- el ser. Ahora bien, dentro de esta unidad de esencia
cador de Dios, al obispo y doctor de la Iglesia, le intere- (Agustín emplea el término essentia en lugar de substan-
sa sobre todo la fuerza salvífica de la fe, que él trata de tia), ¿cómo habrá que concebir la diferenciación entre
poner de relieve en su grandiosa obra De Trinitate, los Tres? El problema se resuelve con ayuda del concep-
valiéndose para ello de enunciados sobre el Espíritu to de relatio, que Agustín toma de la tabla aristotélica
Santo y mediante un enfoque cristocéntrico basado en de categorías con el fin de exponer que, dentro de la
la historia de la salvación. El fundamento bíblico lo unidad substancial-esencial, puede haber una diferen-
encuentra Agustín en Rom 5,5, un versículo que cita ciación relacional, que no es accidental. Aquí se
constantemente: «El amor de Dios se ha derramado en encuentra ya preformado el axioma, ampliamente acep-
nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que tado más tarde, de que en la Trinidad todo es uno solo,
nos fue dado». Con la mirada puesta en esta experien- mientras no se trate de relaciones opuestas entre sí.
cia, Agustín se pregunta cuál es el anclaje de la función Ahora bien, mientras que esto es fácil de mostrar en la
histórico-salvífica del Espíritu en la Trinidad inmanente relación entre el Padre y el Hijo, la prueba resulta
(es decir, en el ser más íntimo de Dios mismo), y se pre- mucho más difícil en lo que respecta a la índole propia
gunta también acerca de una cuestión que todavía está del Espíritu Santo.
por resolver en la tradición: la diferencia entre la misión

140 141
La buscada proprietas del Espíritu Santo, Agustín Espíritu, en paralelo con la salida de la voluntas que
trata de caracterizarla de dos maneras: El Espíritu es necesariamente procede de la intellegentia (cf. De
don {donuni) del Padre y del Hijo, y es la comunión Trinitate IX y passim).
(communio) entre ambos. «Por tanto, para utilizar un Pues bien, con ello Agustín menciona al mismo
nombre que es común al Padre y al Hijo y que, por tiempo la razón para el enunciado, que más tarde su
tanto, sea capaz de presentar al Espíritu Santo como la fundirá en el Filioque, de la procesión del Espíritu, que
comunión de ambos, el don de ambos se llama Espíritu procede del Padre y del Hijo. La doctrina de Agustín
Santo» {De TrinitateV 10,11). Ser don no significa nin- sobre la Trinidad no representa una deducción a partir
guna posposición del Espíritu, porque ese donar y ser de datos antropológicos previos, sino que demuestra ser
donado se halla vinculado en la unidad del amor trini- el intento de partir de las experiencias habidas en la
historia de la salvación, para adentrarse en los orígenes
tario.
Con la palabra clave amor (caritasJ se menciona una de esas experiencias en el Dios uno y trino {Deus-
tercera característica del Espíritu Santo. Al final de la pri- Trinitas).
mera parte del tratado De Trinitate (VIII 10,14), Puesto que el Espíritu Santo concede como un don
Agustín aduce como analogía la tríada de amante, el amor y une en comunión, el intellectus fidei reconoce
amado y amor: «Pues ¿qué otra cosa es el amor sino una también aquí la función de este Espíritu dentro de la
especie de vida que une entre sí a dos o que trata de Trinidad. Esta conexión metodológica no aparece en
unirlos, a saber, al amante y al amado?» ninguna parte con más claridad que en las dificultades
Este «enfoque interpersonal», Agustín no lo desarro- para fundamentar de manera también inmanente-trini-
lla más. Sino que en la segunda parte del De Trinitate taria el que el Espíritu sea don: puesto que el Espíritu
(libros VIII-XV) trata de profundizar especulativamente debe ser concedido como don, tiene que haber procedi-
en las enseñanzas dogmáticas de la Iglesia, valiéndose do ya eternamente como donable {donabile) (cf. De
para ello de la denominada analogía psicológica. La Trinitate V 15; 16).
actitud frontal antiarriana y la impronta filosófica pre- Agustín legó a la posteridad teológica una herencia
via (neoplatónica) hacen que Agustín se halle tan inte- pneumatológica diferenciada: la idea del Espíritu, en la
resado por la unidad de la esencia divina, que él aduce que especulativamente no se sigue profundizando, como
como analogía el acto que hace en sí misma la mente Vinculum amoris y Communio (vínculo de amor y
humana y ve en diversas ternas y, finalmente y sobre comunión) entre el Padre y el Hijo; la concepción (atesti-
todo, en la de memoria, intellectus, voluntas una imagen guada bíblicamente con —al menos— la misma claridad)
(aunque débil, según él mismo confiesa) del prototipo del Espíritu como don gratuito del Padre y del Hijo; las
trinitario. En el aspecto pneumatológico es digno de analogías psicológicas desarrolladas para la fundamenta-
tenerse en cuenta que el Padre de la Iglesia recurre a ción de la unidad de la esencia divina (Deus-Trinitasj. El
estas analogías precisamente porque quiere explicar la hecho de que principalmente estas últimas fueran recibidas
diferente procesión del Hijo y del Espíritu: la procesión en la Iglesia de Occidente, contribuirá a condicionar las
del Hijo la ve él en paralelo con la procesión de la inte- concepciones unilaterales de la doctrina occidental sobre la
llegentia que sale de la mens o de la memoria; la del Trinidad.

142 143
3.3.1.2. El Espíritu en la Iglesia Más característica aún que esta concreción escatoló-
y en la vida de los cristianos gica parece ser la doctrina de la gracia, empapada de
pneumatología (¡Rom 5,5!). La gracia, como fuerza
Como lo prueba la frecuente cita de Rom 5,5, el divina, es la fuerza de gravedad y la fuerza impulsora del
interés agustiniano por la realidad del Espíritu Santo no Espíritu Santo y, al mismo tiempo, la fuerza de atrac-
brota en primera línea de un impulso teológico especulati- ción de su amor, punto en el cual Agustín mantiene
vo sobre la Trinidad, sino de la experiencia religiosa. La también la dimensión escatológica, el carácter de pere-
caracterización del Espíritu como Communio, Caritas et grinación de la existencia cristiana. Cuando Agustín
Donum debe contemplarse en conexión con la eclesio- habla de la inhabitación del Dios trino y uno en el hom-
logía y la doctrina de la gracia. Para esclarecer su objeti- bre, para él la habitación del Espíritu significa la posesión
vo fundamental, Agustín compara la acción del Espíritu del regalo inmerecido de sus siete dones, la presencia del
con la del alma humana: «Veis lo que el alma hace en el Espíritu Santo, que es donum, caritas y communio en
cuerpo. Ella anima a todos los miembros... ella da vida persona y hace que sean posibles la vida, el amor como
a todos, da a cada uno de ellos su oficio... Lo que el comunión y la unidad.
alma es para el cuerpo del hombre, eso es el Espíritu
Santo en toda la Iglesia». Lo mismo que en Pablo, viene
a continuación inmediata la parénesis (que utiliza pala- 3.3.2. La problemática del Filioque
bras pneumatológicas clave): «Por tanto, si queréis vivir
del Espíritu Santo, entonces ¡conservad el amor, amad 3.3.2.1. El ab utroque de Agustín y el per Filium de la
la verdad, anhelad la unidad, para que lleguéis a la eter- teología oriental
nidad!» (Sermo 267,4,4).
Así como frente a los arríanos Agustín defiende la Agustín no acuñó la fórmula del Filioque, pero, al
igualdad de las Personas, así también en la confronta- estar ya en cierta tradición, proporcionó la base de teo-
ción con los donatistas perfila la conexión entre el logía trinitaria para esta fórmula. Aunque es consciente
Espíritu y la Iglesia, apareciendo aquí también caritas de los límites del entendimiento humano, trata de mos-
como concepto guía. La presencia del Espíritu Santo se trar —con más confianza que los teólogos del
experimenta en los sacramentos; pero hay que distin- Oriente— cómo la Trinidad histórico-salvífica se
guir entre el rito externo y la virtud interna {effectus cimenta en la vida intradivina. Como Espíritu de Dios
sacramentt); el criterio para el discernimiento de espíri- y Espíritu de Cristo, como don del Padre y del Hijo,
tus es el amor (al prójimo). Y, así, se deduce la siguiente como amor que los une a ambos, el Espíritu Santo pro-
relación mutua: el que ama a la Iglesia, recibe y tiene al cede del Padre y del Hijo. Y lo explica no sólo mediante
Espíritu Santo; éste, a su vez, proporciona la medida el ejemplo del acto que hace en sí misma la mente
por la cual la Iglesia puede medirse como comunión de humana; sino que, para él, es algo que se deduce tam-
amor. Cuando el Espíritu distribuye sus dones de gra- bién de la definición de las relaciones intradivinas. En
cia, la Iglesia es edificada como casa de la libertad y de todo ello acentúa plenamente que el Espíritu procede
la verdad (cf. De TrinitateXV 19,34). principaliter (originalmente, fundamentalmente) del

144 145
Padre, pero procede también communiter (comunitaria- 3.3.2.2. La controversia histórica en torno ¿z/Filioque
mente) del Padre y del Hijo, porque el Padre con la
generación entrega todo al Hijo: «De tal manera engen- Los enfoques de la teología trinitaria que acaban de
dró el Padre al Hijo, que también procediera de éste el esbozarse brevemente en cuanto a su aspecto pneuma-
don común y que el Espíritu Santo fuera el Espíritu de tológico condujeron, a principios del segundo milenio
ambos» {De TrinitateXV 17,29). de nuestra era, a la ruptura entre Oriente y Occidente.
La concepción de Agustín sobre la procedencia del E incluso a este respecto hay que afirmar: Por mucho
Espíritu «(a partir) de ambos» (ab utroqué), puede que en la controversia en torno al Filioque se reflejen las
entenderse en cierto modo como una variante de la fór- diferentes teologías, la fórmula por sí misma, sin la coyun-
mula, corriente también en el Oriente, de la proceden- tura política, difícilmente habría conducido al cisma. A
cia del Espíritu «(a partir) del Padre por medio del grandes rasgos, el desarrollo histórico puede dividirse en
Hijo» {a Patreper Filiurri), aunque quedará en suspenso tres fases:
la cuestión de saber hasta qué punto Agustín conocía la
doctrina oriental sobre la Trinidad y las intenciones de
Primera fase: Elaboración no-polémica de diferentes
esa doctrina. Desde luego, el concepto genérico proces-
acentos
sio (procesión), corriente en la teología occidental,
Sobre la base del enfoque agustiniano de la teología
encubre la diferencia entre la generación del Hijo y la
trinitaria, se deriva casi forzosamente el Filioque, pudo,
procesión específica del Espíritu. Ahora bien, en esa
por tanto, defenderse como cosa obvia en la España del
diferencia pone la teología oriental su mayor empeño,
siglo V y en las confrontaciones de los siglos sucesivos,
porque define la constitución de las hipóstasis/personas
ya que se lo consideraba parte integrante de la fe. En
únicamente a partir de su relación de origen (sin princi-
cambio, el Oriente griego no desarrolla la doctrina tri-
pio, ser engendrado, ser procedido). Lo que —por enci-
nitaria a partir del Deus-Trinitas, sino a partir del Padre
ma de eso— es común a las personas, es propio de la
como la fuente única de la Divinidad, de tal manera
esencia y, por tanto, no puede tener carácter constituti-
que tendría forzosamente que rechazar el Filioque como
vo de las personas. En consecuencia, el Filioque, posible
enunciado que afirma que el Espíritu procede «también
en la perspectiva histórico-salvífica (en él sentido de per
del Hijo». Claro que hay un principio para la compren-
Filium,), no debe prolongarse retrotrayéndolo a la Trinidad
sión histórica que afirma que hay que tener en cuenta el
inmanente. Para el Oriente, el Padre es la fuente de la
contexto de la correspondiente fórmula del Filioque:
divinidad, de la que es engendrado el Hijo y de la que
expresiones que suenan lo mismo pueden significar
procede el Espíritu. Así hay que creerlo en virtud del
cosas diferentes en el Oriente y en el Occidente o pue-
testimonio de la Escritura, pero no puede explicarse
den emplearse fórmulas diferentes para expresar una
porque la esencia divina es innacesible.
misma realidad. Y, así, algunos latinos recurren a expre-
siones parecidas («del Padre por medio del Hijo», más
aún: «y del Hijo») que se encuentran principalmente en
Cirilo de Alejandría (+444); por otro lado, Máximo
Confesor (+662) defiende el Filioque aduciendo que

146 147
esta expresión pretende salvaguardar la unidad y la núa de manera más radical aún las líneas trazadas pre-
identidad de la esencia mediante el enunciado sobre la viamente en su tradición y contrapone al Filioque la
procesión (proienaí) por medio del Hijo, sin convertir al expresión «del Padre únicamente» (ek monou tou
Hijo en la causa (aitia) de la procesión (ekporeusis) del Pairos). Con ello, pasa por alto los textos patrísticos que
Espíritu. En vísperas de la fase polémica de la contro- designan la monarquía del Padre como comunicada por
versia, Juan Damasceno (+754), en su exposición de la medio del Hijo y que hacen pensar de alguna manera
fe ortodoxa (cf. De Fide orthodoxa I 8), compendia hfe en una participación activa del Hijo en la procesión del
del Oriente: El Espíritu procede del Padre, no del Hijo; Espíritu. En Focio queda en definitiva sin explicar la rela-
pero no sólo es llamado Espíritu del Padre sino también ción entre elLogosy el Pneuma; la acción del Espíritu difí-
Espíritu del Hijo, por medio del cual El fue revelado y es cilmente podrá caracterizarse como la acción del Espíritu
comunicado. de Cristo.
Lo que marca el rumbo en esta concepción es el
Segunda fase: £*/Filioque en el contexto del cisma principio de teología trinitaria de que el Padre, el Hijo y
Se discute hasta el día de hoy hasta qué punto el el Espíritu se diferencian de tal manera por propiedades
Filioque fue un simple medio en la polémica entre el no comunicables que las propiedades sólo pueden atri-
Oriente y el Occidente, y en qué medida se indican en buirse o únicamente a la naturaleza común o única-
esta fórmula profundas diferencias en materia de teolo- mente a las hipóstasis. Lo que es común a dos perso-
gía trinitaria. En todo caso, el estallido de la polémica nas/hipóstasis {Filioque), no puede fundamentar la sub-
está condicionado por los enfrentamientos de la Iglesia sistencia y la peculiaridad de una hipóstasis (del
y del Imperio franco, especialmente en tiempo de Espíritu), más aún, en este caso el Espíritu —en virtud
Carlomagno, con la Iglesia bizantina y el Imperio de la esencia común— procedería de sí mismo. Las rela-
Romano de Oriente. ciones dentro de la Trinidad se entienden exclusivamen-
La confrontación directa entre el Oriente y el te como relaciones de origen, y el origen mismo, como
Occidente está asociada con la persona y el destino del causa {aitia). Aunque pueda diferenciarse, con Agustín,
patriarca Focio (+897), entretejidos con enfrentamien- entre relaciones principaliter y communiter, es decir,
tos por motivos de política eclesial. Después de una entre relaciones que son de índole constitutiva de la
doble deposición y de una recíproca excomunión, los persona y relaciones que no lo son, siguen existiendo
legados pontificios confirman la rehabilitación de Focio interrogantes no resuelto en la concepción latina occi-
(que había sido condenado en el año 869) por el dental. En todo caso, surgen problemas comunes, que afec-
Concilio de Constantinopla (879/880), por lo cual la tan principalmente a la relación entre la Trinidad históri-
Iglesia oriental considera este concilio, y no el del año co-salvífica y la Trinidad intradivina, entre la manera
869, como el octavo concilio ecuménico; los legados bíblica y la manera filosófica de hablar. Y esto atañe tam-
suscriben el Símbolo sin la fórmula del Filioque. En el bién a la realidad y a la actividad del Espíritu Santo,
fondo, no se produce una polémica en materia de teolo- como se ve con especial claridad en estas secciones de la his-
gía dogmática, tanto más que por parte latina no se toria de la pneumatologia.
encuentra un adversario adecuado. Y, así, Focio conti-

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El Filioque no fue la causa de la ruptura definitiva entre poco tiempo los intentos de unión del Concilio II de
Oriente y Occidente en el año 1054, aunque el cardenal Lyón (1274) y del Concilio de Ferrara-Florencia (1438-
Humberto de Silva Cándida (+1061), al evocar la vieja con- 1445).
troversia, echó leña al fuego del enfrentamiento que se iba Después que los representante orientales en el
haciendo cada vez más polémico. Más bien, el cisma repre- Concilio reunido en el año 1438 en Ferrara, invocando
sentó el producto de un creciente distanciamiento. La comu-
la decisión adoptada por el Concilio de Éfeso de «que a
nión eclesial se mantiene canónicamente hasta por lo menos
el año 1009, cuando el patriarca Sergio II omite el nombre nadie sea lícito presentar otra fórmula de fe» (cf. DMI
del papa en las listas oficiales. Existe, al menos externamente, 125/DH 265), hubieran exigido que se borrara del
una conexión con el Filioque, por cuanto el papa Sergio IV credo el Filioque, lo que a los ojos de los latinos equiva-
(+1012) envía aquel mismo año a Constantinopla una confe- lía a confesar que se había incurrido en un error de fe,
sión de fe que contiene esta adición. Sin embargo, parece se llegó en el año 1439, en Florencia, a un debate bas-
que ni esto ni la inserción del Filioque en el Credo en el año tante abierto. Frente a las concepciones enfrentadas en
1014 por el papa Benedicto VIII (+1024), ante las presiones teología trinitaria, la apertura la facilitó el principio
del emperador Enrique II (+1024), fueron de importancia metodológico de recurrir únicamente a los padres de los
para las relaciones con el Oriente. primeros siglos vividos en común, ya que esos padres, a
A pesar de las diferentes concepciones en,xnateria de teo- pesar de fijar de manera diferente los acentos, no podí-
logía trinitaria que existían en la Iglesia oriental y en la an contradecirse unos a otros. Se convierte en jalón
Iglesia occidental, hay que afirmar: la piedra de escándalo orientador la propuesta de Máximo Confesor de inter-
para los griegos no fue primordialmente el significado del pretar el Filioque en el sentido de dia tou huiou {per
Filioque, sino el hecho de que esta inserción modificaba el Filium = por medio del Hijo).
texto original y canónico del Símbolo. Para afirmar la equivalencia de las formulaciones de fe,
hay que asegurar en cada caso lo siguiente:
Tercera fase: Esfuerzos inútiles por la unión — que el Filioque incluya la causalidad primera del
Tan sólo los abusos cometidos por los latinos duran- Padre (principaliter), de quien el Hijo recibe su condición
te los siglos siguientes, especialmente los actos de cruel- de ser co-principio (communiter);
dad relacionados con la conquista de Constantinopla en — que «del Padre únicamente» significa esa primera
el año 1204, crean una atmósfera en la cual el Filioque causalidad, pero no excluye una participación del Hijo en
se explica como expresión de la tendencia latina y papal la procesión del Espíritu desde la eternidad, es decir, no
a la supremacía, y en la que el problema teológico, en excluye una relación de origen.
rescoldo desde hacía mucho tiempo, se manipula como El entendimiento en Florencia se hace posible, cuan-
una ideología. Así que son intereses de política (ecle- do la mayoría de los griegos se adhieren a la argumenta-
sial), por un lado, y diferentes estructuras de pensa- ción de Besarión (+1472), expuesta en su famoso
miento y de lenguaje, por el otro lado, y —uniendo Discurso dogmático, de que el sentido de dia (por medio
ambas cosas— concepciones divergentes acerca del de) y el de ek ([a partir] de) son sustancialmente idénti-
carácter vinculante de la doctrina de la Iglesia o de la cos: El «por medio de» no significa simplemente mani-
autoridad que debe fijarla, los que hacen que fracasen al festación y consustancialidad, como afirmaban Focio y

150 151
sus seguidores. Y, así, se dice en la bula de unión entender su formulación «por medio del Hijo» en el
Laetentur caeli, del 6 de julio de 1439 (cf. D M I sentido del Filioque. La unión fracasa por razones polí-
691/DH 1300-1302): ticas y teológicas; lo decisivo fue que el Oriente retiró la
«El Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del concesión de que el Occidente pudiera seguir usando el
Hijo, y del Padre juntamente y el Hijo tiene su esencia y su Filioque.
ser subsistente, y de uno y otro procede eternamente como Los concilios, a pesar de haber fracasado en sus intentos
de un solo principio, y por única espiración; a par que decla- de unión, señalan no obstante el camino para futuros
ramos que lo que los Santos Doctores y Padres dicen que el esfuerzos, al ofrecer dos principios metodológicos: el recurso
Espíritu procede del Padre por el Hijo tiende a esta inteli- a la tradición común y la búsqueda de una legitima varie-
gencia, para significar por ello que también el Hijo es, según dad de fórmulas de fe. Ahora, en circunstancias políticas y
los griegos, causa y, según los latinos, principio de la subsis-
ecuménicas distintas, puede elogiarse que ambos concilios
tencia del Espíritu Santo, como también el Padre. Y puesto
que todo lo que es del Padre, el Padre mismo se lo dio a su hayan tenido interés en evitar un anatema formal y en
Hijo unigénito al engendrarle, fuera de ser Padre, el mismo defender la legitimidad y la ortodoxia de la tradición lati-
preceder el Hijo al Espíritu Santo, lo tiene el mismo Hijo na más que en acusar de herejía a la postura oriental. En
eternamente también del mismo Padre, de quien es también cuanto a su contenido, la teología sigue teniendo la tarea,
eternamente engendrado. Definimos además que la adición hasta el día de hoy, de examinar la compatibilidad de los
de las palabras Filioque (= y del Hijo), fue lícita y razonable- diferentes enfoques en materia de teología trinitaria. El
mente puesta en el Símbolo, en gracia de declarar la verdad y avivamiento de la pneumatología en la Iglesia occidental
por necesidad entonces urgente». puede crear un clima favorable para ello.
Que los griegos no sólo admitan la equivalencia de
las fórmulas, sino también la legitimidad de la adición
hecha al Símbolo, se consigue mediante el tópico de la 33.3. Acentos de la pneumatología de la Iglesia oriental
«necesidad entonces urgente», y más todavía por haber
desligado de ese problema dogmático-canónico la cues- Los teólogos orientales suelen plantearse la cuestión
tión del primado pontificio. Con ello se asegura que la acerca de la procesión del Espíritu Santo únicamente,
posibilidad de completar el Símbolo no se contemple cuando se ven confrontados con la teología del
sencillamente como consecuencia del primado papal. Occidente por este problema, o se ven forzados a tomar
La adición del Filioque fue una medida adoptada en caso una actitud. Los manuales de historia de los dogmas,
de urgencia, y la Iglesia Ortodoxa, con arreglo al principio orientados por la historia de las ideas o determinados
de su economía (adaptación del rigor dogmático a la situa- por las decisiones del Magisterio eclesiástico, corren
ción concreta, teniéndose bien presente el amor de Dios a peligro fácilmente de pasar por alto la riqueza de la
los hombres), la puede admitir con amor. pneumatología oriental, de sus experiencias y reflexio-
Claro que, considerada en general, la unión de nes acerca del Espíritu Santo. Esbozaremos aquí algu-
Florencia parece unilateral: los griegos no tienen por nos aspectos, al menos, de esa tradición espiritual, de la
qué admitir el Filioque, pero deben retirar su anatema y que beben los teólogos en sus intentos por dar una res-
puesta.

152 153
3.3.3.1. La «situación vital»: Liturgia tan fácil de identificar claramente) fuera de la Iglesia
y experiencia espiritual (institucional).
Se ha descrito ya (véase 3.2.3) de qué manera tan
La génesis del tercer artículo del Símbolo, en el con- decisiva habían participado las experiencias espirituales
texto de la confrontación con los pneumatómacos de los monjes en la elaboración del dogma trinitario.
(véase 3.2.), muestra hasta qué punto el culto oficial de Precisamente porque el misterio de la Trinidad inma-
la Iglesia y las experiencias espirituales de los monjes nente permanece cerrado al pensamiento humano, tie-
determinan —como fuente y norma— el pensamiento nen tanta importancia a las experiencias místico-ascéti-
teológico del Oriente. cas. Desde Gregorio de Nisa y Dionisio Areopagita,
En lo que respecta a la liturgia, hay que apreciar no «esta combinación de la piedad práctica y el culto divi-
sólo la importancia de la fiesta de Pentecostés como no con las más complicadas ideas trinitarias sigue sien-
celebración final del misterio trinitario y pascual, y la do la índole característica de la ortodoxia».
fiesta de Todos los Santos como celebración (distancia- Las experiencias de sentirse lleno del Espíritu Santo con-
da por semanas enteras) de la comunión viva y de la ducen a la formación de una marcada mística del Espíritu,
unidad en el Espíritu Santo, sino también la constante fundamentada por Evagrio Póntico (+399): en su camino en
dimensión pneumatológica de la acción litúrgica y seguimiento de Cristo, el místico experimenta su verdadera
sacramental. participación interna en el Pneuma santificador y sanador,
reconoce las acciones del Espíritu en todo el cosmos y ascien-
Hasta el día de hoy los teólogos ortodoxos señalan la de incluso hasta lo divino. A través del monacato sirio, esta
importancia de la epíclesis en la totalidad del culto eucarísti- mística del Espíritu influye en el sufismo; en el ascetismo
co, y la aducen contra una fijación en las palabras de la insti- bizantino esta tendencia se mantiene contra una resistencia
tución. La convicción acerca de la fuerza consagradora de la inicial, hasta que la piedad rusa recibe intensos impulsos
invocación al Espíritu Santo no es extraña al Occidente; fue- principalmente por medio de Gregorio Palamas (+1359).
ron seguramente razones de historia de la teología (la reac-
ción típicamente occidental al subordinacionismo pneuma-
tomáquico) las que hicieron que el canon romano pasara en
silencio la acción del Espíritu. 3.3.3.2. El Espíritu Santo maternal en la pneumatología
siria y armenia
Otra característica de la teología y de la vida de la
Iglesia oriental se deriva de la acentuación de que El hecho de que la mística del Espíritu encontrase
Cristo, por el poder del Espíritu Santo, actúa en la vida terreno fértil principalmente en el ámbito sirio se halla
sacramental (entendida en sentido amplio): precisamen- relacionado con la índole propia de la teología siria en
te en su autoridad, los portadores del ministerio se
consideran como servidores del Espíritu Santo; hay
espacio, además, para la diversidad de los dones 5. D. Ritschl, «Zur Geschichte der Kontroverse um das Filioque und
del Espíritu; la unidad en la diversidad de las iglesias ihrer theologischen Implikationen», en L. Vischer (ed.), Geist Gottes —
Geist Christt. Okumenische Überlegungen zur Filioque-Kontroverse. Bericht
orientales se halla tan fundada pneumatológicamente und Vortráge zweier Tagungen auf SchloE Klingenthal, Francia, OR.B
como la posibilidad de la acción del Espíritu (a veces no 39, Francofort 1981, p. 35.

154 155
general, la cual —como lo logra también únicamente la Mt 11,27-29 en fuentes siríacas y armenias así como en
teología armenia— mantiene su independencia teológi- fuentes apócrifas, hay conexión entre el conocimiento y
ca y literaria frente a la teología greco-bizantina. el reposo, y que esto se asocia con el posarse del Espíritu
Cuando el primer sínodo de la Iglesia siria introduce en sobre Jesús a orillas del Jordán.^ El reposo que Jesús
el Imperio Persa (en el año 310 en Seleucia-Ctesifonte) promete se fundamenta en el hecho de que el Espíritu
el Credo Niceno original en vez del Símbolo de de Dios descanse sobre él desde el bautismo a orillas del
Constantinopla, esta medida debió de tener principal- Jordán. Este Espíritu —de manera especialmente
mente razones políticas y no debe entenderse como impresionante en las fuentes antiguas y extracanóni-
actualización teológica de una pneumatología puramen- cas— se representa como Espíritu maternal.
te dinámica (el Espíritu Santo como poder divino). Según el Evangelio de los Hebreos, «la Madre, el Espíritu,
En el más antiguo y conocido teólogo sirio Afraates aguarda ansiosamente la llegada de Jesús en la manifestación
(+después del 345) aparece ya la independencia con res- de todos los profetas, para hacer finalmente que el descanso
pecto a la filosofía y a los conceptos griegos, así como la propio de la Madre se pose sobre el Prometido. Luego, cuan-
impronta de una estrecha relación con la Sagrada do Jesús fue bautizado en el Jordán, «descendió sobre Jesús
Escritura y con el mundo de las ideas judeo-rabínicas. toda la fuente {descendit fons omnis) del maternal Espíritu
divino y descansó {requievii) sobre él». La solemne proclama-
Efrén (+373), a quien como clásico se le denomina sim-
ción de que Jesús es el Hijo culmina en la fundamentación
plemente «el Sirio» y muy significativamente «cítara del
de por qué la Madre descansa en el Jordán sobre Jesús: en la
Espíritu Santo», elige el himno como forma literaria, a filiación de Jesús, la Madre encuentra el reposo escatológico,
fin de expresar así la simultaneidad de la confesión de fe y el Hijo es quien obra el reposo del Espíritu maternal»/
y del respetuoso silencio. No llama expresamente Dios
al Espíritu Santo —en línea completamente con su En el bautismo de Jesús, contemplado de esta mane-
contemporáneo Basilio— , sino que describe en seme- ra, se halla el origen de la cristología siria del Espíritu,
janzas e imágenes (las preferidas: el calor y el fuego) su mientras que falta por completo una cristología del
experiencia de la actividad económica del Espíritu: Logos. «El principio de partida es aquí el Espíritu mater-
«Porque del Padre mana por medio del Hijo la Verdad, nal, que da a luz desde el agua a Jesús (y a los neófitos).
que difunde vida a todos por medio del Espíritu» En el estrato más antiguo de la doctrina siro-armenia
{Sermo de fide 80,2). sobre el bautismo no se habla jamás del Logos (preexis-
tente) ni de la cristocéntrica mística paulina de la muer-
En relación con la perícopa del bautismo de Jesús en
el Jordán, se nos había hecho notar ya que en la liturgia
bautismal siríaca y armenia y en la teología bautismal
6. G. Winkler, Ein bedeutsamer Zusammhang zwischen der Erkenntnis
que ella entrañaba se habla del seno maternal del undRuhe ím Mt ¡1,27-29 und dem Ruhen des Geistes auf Jesús am Jordán.
Espíritu Santo, y que el Espíritu aparece en general Eine Analyse zur Geist-Chnstologie in syrischen und armenischen Quellen, en
como maternal. Por tanto, el símbolo de la paloma es "Le muséon" 96, 1983, p. 267-326.
7. G. Winkler, «Überlegungen zum Gottesgeist ais mütterlichem
tan sólo una expresión de esa cristología del Espíritu y Prinzip und zur Bedeutung der Androgynie in einigen frühchrislichen
de esa pneumatología del cristianismo primitivo. G. Quellen», en T. Berger/A. Gerhards (dirs.), Liturgie und Frauenfrage, St.
Winkler ha mostrado que, en la tradición exegética de Ottilien 1990, p. 11.

156 157
te (Rom 6), que tanto relieve tuvo en Occidente. El eje escritos bíblicos y en la historia del pensamiento cristia-
en torno al cual giran los enunciados relevantes es el no, puede recogerse también hoy en el testimonio acer-
Espíritu maternal, el cual —al comienzo de la crea- ca del Espíritu divino, un Espíritu santo y sanador.
ción— produce toda vida, y que junto al Jordán des- Tener en cuenta esta faceta femenino-maternal no sólo
ciende sobre Jesús para reposar sobre El, con lo cual es importante hoy día para la teología en sentido estric-
Jesús es exaltado a la condición de el Hijo lleno del to, sino también, y de manera especial para la eclesiolo-
Espíritu, y es glorificado como el Hijo unigénito/pri- gía. A este respecto otro símbolo del Espíritu aporta
mogénito, e inmediatamente el Hijo reconoce al Padre, nuevos motivos de reflexión, tomado de la cristiandad
lo mismo que el Padre reconoce al Hijo y lo engendra siria. Se trata de la imagen del Espíritu Santo como la
como Hijo». De todas formas, esta manera de hablar «costilla del Logos»: así como Eva fue formada de la cos-
del Espíritu como Madre en conexión con el bautismo tilla de Adán, así la Iglesia es formada de la costilla del
de Jesús se ha conservado sólo fragmentariamente en Logos, que es el Espíritu Santo. Eva es la madre de la
algunas fuentes neotestamentarias siríacas y apócrifas. vida, y el Espíritu Santo (no María, como en la tradi-
Por el contrario, en los textos armenios se habla del ción que nos resulta tan familiar) es la Madre de la vida
Espíritu maternal en conexión con la creación y luego nueva.
—en paralelo con ello— en conexión con el bautismo
Aunque en la renovada trasposición de antiguos enun-
de los cristianos. En lo que respecta al actual debate sobre
ciados de carácter histórico-salvífico (el Espíritu Santo
la feminidad/maternidad del Espíritu Santo, puede afir-
actúa como una Madre) al interior de la Trinidad inma-
marse que, al menos en textos siríacos antiguos, aparece la
nente (el Espíritu Santo es ya como una Madre en Dios
designación del Espíritu como Madre, atribuyéndose en
mismo) se precisa suma prudencia, sin embargo parece que
ellos algunas veces al Espíritu Santo el rango del segundo o
para una pneumatología concreta —en la doctrina sobre la
de la segunda en la Trinidad^ Asimismo, con la mirada
creación, en la doctrina sobre la gracia y en la eclesiolo-
puesta en el debate actual, hay que acentuar lo que G.
gía— es muy sugestiva la designación del Espíritu como
Winkler pone de relieve, siguiendo a E. Neumann, a
Madre de la creación, como Madre de las criaturas nacidas
saber, «que aquí se trata del «simbolismo de lo creador»
de nuevo en el baño de la regeneración y como Madre de la
y no del sexo de una persona».10
Iglesia.
Que Dios es un Dios de vida; que Él engendra vida
y la da a luz, la educa y conserva, la trasforma y consu-
ma: esta experiencia, atestiguada muchas veces en los 3.3.3.3. Experiencia de la acción y del
ocultamiento del Ser según la teología bizantina
8. G. Winkler, Ein bedeutsamer Zusammenhang, p. 325s.
9. Los testimonios pueden verse en J. M. Ford, The Spirit and the La liturgia y la experiencia espiritual siguen marcan-
Human Person, Dayton 1969; E.-P. Siman, L»expérience de l»Esprit par
l»Église d»aprés la tradition syrienne d»Antioche, París 1971; W. Cramer,
do su sello hasta el día de hoy en la índole peculiar de la
Der Geist Gottes und des Menschen in frúhsyrischer Theologie, Münster pneumatología ortodoxa. En lo que respecta a la acción
1979. del Espíritu Santo, las fijaciones de acentos difieren úni-
10. G. Winkler, Überlegungen zum Gottesgeist, p. 25.
camente a la hora de definir la relación entre la expe-
158 159
rienda espiritual y la vida sacramental. En lo que se se consideran como obras increadas. Esta diferencia-
refiere al «ser» del Espíritu, la distinción entre las ener- ción, ampliada en relación con la teología trinitaria tra-
gías conocibles y el Ser insondable evoluciona hasta dicional, entre «esencia-hipóstasis-energías» pretende
convertirse en una convicción fundamental común. salvaguardar, en el aspecto gnoseológico y en el de la
El papel atribuido a la experiencia, se desprende cla- teología de la gracia, la diferencia que hay entre el
ramente por el sobrenombre que se da al primer teólogo Creador y la criatura: la diferencia entre usía e hipósta-
que hay que mencionar a este respecto: Simeón el sis se da en el plano de la esencia; de él hay que distin-
Nuevo Teólogo (+1022) debe su sobrenombre a su guir claramente las energías. La esencia de Dios es
novedosa experiencia de Dios, de la cual nace su teolo- insondable para nosotros; no podemos participar en
gía (y no a la inversa). De la misma manera que en ella, sino únicamente en las energías, las cuales —desde
otros era el calor y el fuego, vemos que en él, además luego— son necesariamente increadas, es decir, divinas.
del símbolo bíblico primordial del «aliento», la luz se Para la pneumatología, las consecuencias que se deri-
convierte en el símbolo preferido para designar al van de esta posición son importantes sobre todo en lo
Espíritu vivificante, que ilumina e impregna toda la que respecta a la procesión del Espíritu Santo. Parece que
vida espiritual. Hay una lograda vinculación entre la Gregorio Palamas refuerza aún más la relativa desvincu-
cristología y la pneumatología cuando Simeón habla en lación entre la Trinidad histórico-salvífica y la Trinidad
lenguaje figurado acerca de Cristo como la Puerta (que inmanente: dentro de la Trinidad inmanente, el orden
da acceso a la casa del Padre) y sobre el Espíritu Santo de las hipóstasis se constituye únicamente por la proce-
como la llave (que abre esa puerta). Por el contrario, sión a partir del Padre; por el contrario, la Trinidad eco-
resulta más bien chocante para la mentalidad latina y nómico-salvífica, que se manifiesta en las energías incre-
occidental, que piensa en categorías de órdenes sagra- adas, sigue el principio triádico, de tal manera que aquí
das, la relativización que se hace del poder ministerial se puede hablar también de que el Espíritu procede «del
de las llaves y de la autoridad sacramental: No es la Padre por medio del Hijo» o de que procede «del Padre
ordenación como tal, sino el abrirse al Espíritu en la y del Hijo». Sin embargo, el orden de las energías sub-
penitencia y en la ascética y la santidad personal enrai- siste desde la eternidad.
zada en ellas los que ponen a una persona en condicio- Cuando los teólogos griegos —como sucede en el
nes de comunicar el Espíritu. Concilio de Ferrara-Florencia—, siguiendo a Gregorio
También a Gregorio Palamas (+1359) se remonta la Palamas, hablan de la procesión del Espíritu Santo, no se
distinción entre la esencia y las energías de Dios, una dis- refieren al orden que se revela en la historia de la salvación
tinción que sigue siendo determinante en la Iglesia ortodo- según las energías, sino al orden intradivino según las
xa hasta el día de hoy. Con ella se ahonda aún más la sima hipóstasis. Afirmar, pues, que el Espíritu «procede única-
entre la Trinidad inmanente y la Trinidad histórico-salví- mente del Padre». El Padre se sustrae a la comprensión
fica. Según Palamas, no son las hipóstasis las que en la humana, más aún, no es conocible ni siquiera en la expe-
historia de la salvación revelan y manifiestan la esencia riencia mística, o al menos así lo piensa Palamas. De tal
de Dios, sino las energías, que deben diferenciarse de la modo, que lo único que queda es atenerse al testimonio de
esencia realizada en las hipóstasis, pero que no obstante la Escritura y a la tradición eclesiástica (¡inmutada!). Al

160 161
diálogo ecuménico actual se le plantea la tarea de hacer Padre y el Hijo, en el que este último recibe del Padre la
distinción entre la doctrina vinculante y los intentos de capacidad de amar (el principaliter se va reduciendo
explicación teológica como el de Gregorio Palamas. cada vez más a este significado).
El argumento decisivo lo proporciona el principio de
teología trinitaria, que objetivamente se deriva de Agustín
3.3.4. Temas pneumatológicos del Medievo latino pero que es utilizado axiomáticamente por Anselmo de
Canterbury (+1109), de que en Dios todo es uno, mien-
Ni en los sistemas teológicos ni en la mística del tras no obste a ello la oposición de relación. Este axioma
Medievo latino se concede una importancia central a la no adquiere su forma definitiva hasta el Concilio de
realidad y a la acción del Espíritu Santo. No se elabora Florencia, si bien no en el decreto de unión para los
una tratado pneumatológico específico, de tal manera griegos, sino en el decreto para los jacobitas (cf. DMI
que los temas pertinentes se estudian en diversos con- 703/DH 1330/NR 294). Aunque no puede hablarse de
textos. CNo obstante, al margen de la teología especula- una definición formal emitida por el Magisterio ecle-
tiva, que elabora principalmente los materiales de la tra- siástico, la proposición desempeña en la teología occi-
dición, se descubren enfoques innovadores que van más dental una función cuasi-normativa. En su aplicación
allá de su tiempo y que aparecen significativamente en concreta refuerza la prioridad de la única esencia divina
ambientes en que se hace crítica de la Iglesia y se aspira sobre la índole peculiar de las hipóstasis y de sus relacio-
a una reforma. nes.
En la misma línea que Anselmo argumenta Tomás
de Aquino (+1274). Trata de mostrar que los enuncia-
3.3.4.1. El Espíritu y la Trinidad dos bíblicos clásicos sobre la relación del Hijo y del
Espíritu (Gal 4,6; Rom 8,9; Jn 15,26; 16,14) no pue-
den limitarse al ámbito de la historia de la salvación.
En la polémica en torno al Filioque, los teólogos del
Sin embargo, saca más partido que Anselmo del per
Occidente recurren a Agustín, cuyas directrices tratan
Filium y del principaliter. Además, profundiza más en la
de consolidar, principalmente en el contexto metafíisico,
comprensión de los nombres personales «Amor» y
mediante argumentos de lógica formal. Dos tendencias
«Don» para el Espíritu Santo: El Espíritu es el Amor de
forman escuela: la primera entiende la procesión del
Dios en persona (hipóstasis), el cual —como divino— es
Espíritu en el sentido de una doctrina psicológica de la
siempre creador y de desbordante bondad. Claro que es
Trinidad (autorrealización del entendimiento y la
significativo de la escora de la concepción (anselmiana y
voluntad) en analogía con el acto de la voluntad; la
de la) tomasiana el que el Aquinate no hable aquí de
segunda ve más bien en el Espíritu Santo el vínculo de
propiedad del Espíritu sino únicamente de apropiación:
amor entre el Padre y el Hijo. En ambos casos, parece
«Y puesto que todo el concepto del gobierno divino del
que se deduce como consecuencia forzosa que el
mundo se atribuye a la bondad de Dios, que se apropia
Espíritu Santo procede «del Padre y del Hijo»: el acto
al Espíritu Santo, que procede como Amor, los efectos
de la voluntad presupone el acto del conocimiento, el
de la Providencia divina se vinculan más adecuadamen-
Vinculum amoris presupone el amor recíproco entre el

162 163
te con la Persona del Espíritu Santo» {Compendium the-
3.3.4.2. El Espíritu y la gracia
ologiael,\47).
Aunque Tomás conoce la idea del Espíritu como A la pneumatología occidental y a la oriental no sólo
vínculo de amor, vemos que en sus explicaciones de teo- las une el forzoso esclarecimiento de la procesión intra-
logía trinitaria predomina la analogía con el acto de la trinitaria, sino también, en grado mayor todavía, el
voluntad, con la procedencia del amor. Sigue habiendo objetivo de reflexionar teológicamente sobre la experien-
en él una reserva con respecto al modelo del amor inter- cia espiritual de la participación en el Espíritu Santo.
personal, aducido principalmente por Ricardo de San También en la teología del Medievo latino se encuen-
Víctor (+1179) para la explicación de la Tri-Unidad. En tran en este punto acentos interesantes. AJ mismo tiem-
relación con la pneumatología es interesante que el po, se observa un significativo desplazamiento de los
Espíritu Santo aparezca como el Co-amado (condilectusj, acentos con respecto a la Iglesia antigua: la referencia a
como el Tercero necesario en el acto del amor absoluto entre la inhabitación del Espíritu no sirve tanto como prueba
el Padre y el Hijo digno fcondignusj de ese amor, ya que de la divinidad del Espíritu Santo, cuanto más bien
el amor mutuo tiene que abrirse a un Tercero. Ricardo no para acentuar la gracia recibida por el hombre; en con-
utiliza el argumento anselmiano y puede valorar con secuencia, no se estudia este tema en un tratado especí-
más intensidad la peculiaridad de cada una de las perso- fico De Spiritu Sancto, sino en la doctrina de las virtu-
nas en su relación; el Espíritu no es reducido a su fun- des.
ción como vínculo de amor. Por otro lado, la caracteri-
zación de su índole personal de amor puramente recep- El punto de referencia de las pertinentes dilucidacio-
tivo (el Padre es amor puramente donador, el Hijo es nes lo constituye la identificación afirmada por Pedro
amor receptivo y donador) impide que Ricardo esta- Lombardo (+1160), que cita en su apoyo a Rom 5,5 y
blezca de manera directa y consecuente la vinculación ljn 4,7s, entre la virtud de la caritas y el Espíritu Santo.
con la historia de la salvación como historia del amor Por consiguiente, el Espíritu Santo no es sólo el amor
de Dios con los hombres. entre el Padre y el Hijo, sino también el amor con que
nosotros, los hombres, amamos a Dios y al prójimo. El
En esta misma dirección se mueve Buenaventura Espíritu Santo, que en unidad paradójica es a la vez
(+1274), quien fija intratrinitariamente la caracteriza- Dador y Don, se comunidad de múltiples maneras y es,
ción del Espíritu como don: Como primer don, el como cuasi-habitus, el sujeto de la justificación y de la
Espíritu Santo es origen y modelo de toda donación y causa santificación. Aunque aquí se acentúa mucho el carácter
ejemplar de todos los dones y regalos. Y, así, en la proce- personal del Espíritu en el acontecer de la gracia, sin
sión del Espíritu («a la manera de la voluntad» señala embargo aparece también necesariamente la diferencia-
también en Buenaventura: a la manera de la dadivosi- ción —desarrollada en contradicción con esta tesis de la
dad) se fundamenta ya su relación con los que reciben identidad— entre la inhabitación del Espíritu como
el Espíritu. Queda claro que tanto Buenaventura como gratia increata (gracia increada) y la gratia creata (gracia
Ricardo, al formular sus enunciados pneumatológicos, creada) que actúa en el hombre como signo de la inha-
se inspiran en su personal experiencia espiritual (del bitación.
don del Espíritu o del amor de amistad).

164
165
Por tanto, la gracia no se identifica con el Espíritu del que uno no puede disponer, entendiendo especial-
Santo, pero su comunicación se apropia a este Espíritu. mente Occam la gracia como una inclinación personal
Salvaguardando la diferencia entre el Creador y la cria- de Dios hacia la criatura. Dentro de esta perspectiva, se
tura y tomando en serio la acción del Espíritu, que en va aflojando lógicamente la vinculación (todavía evi-
último extremo es incomprensible e inexpresable, dente para Tomás de Aquino) entre el acontecer del
Tomás considera que la correspondencia fundamental Espíritu y de la gracia y los sacramentos y la mediación
entre el. Espíritu Santo, que es en Persona el fruto del de la Iglesia en general.
procedente y desbordante amor, y el amor que —como Junto a las corrientes escolásticas principales, hay una
forma de las virtudes y de los dones espirituales— cons- tendencia monástico-teológica que va mostrando interés
tituye el corazón y el centro de la vida espiritual y más intenso por la acción libre e independiente del
moral. El movimiento hacia Dios, que el hombre realiza Espíritu en la historia de la salvación.
según su libre naturaleza, necesita impulsos exteriores; Se atribuye a la profetisa y mística Hildegarda de
entre ellos, la gracia —en forma de gracia santificante— Bingen (+1179) el siguiente himno:
es al mismo tiempo interna al hombre. Lo que Tomás de «¡Oh fuego de Dios, el Consolador!,
Aquino expone en la doctrina sobre la gracia y sobre las ¡Oh vida antes de toda vida!,
virtudes bajo el epígrafe «ley», debe entenderse como fun- Tú eres santo para restaurarnos
damentación de una vida que vive del Espíritu. Al amor, y santo para darnos vigor,
como la nueva ley del nuevo pacto, lo denomina ley del para curar a los de corazón contrito,
Espíritu o ley de la vida y de la gracia. para vendar nuestras peores heridas.
Porque tú eres el Dios de toda santidad,
el Amor a la humanidad.
3.3.4.3. El Espíritu y la libertad
¡Oh fuerte coraza que protege nuestra vida!,
En los enunciados eclesiológicos de la teología ¡Oh vínculo de la unidad!
medieval el Espíritu Santo apenas representa jiingún ¡Salva a todos los que en ti confían!
papel; el componente de la pneumatología qu'e sirve ¡Tú, que eres amparo de la rectitud,
para hacer crítica de la institución, no está a la altura de defiende a los que están en oscura mazmorra,
su misión, al menos en las corrientes principales. cautivos de sus enemigos!
Después de Tomás de Aquino, en el cambiante horizon- Pues tu voluntad es salvar a todos.
te del pensamiento metafísico y teológico,Duns Escoto ¡Haz que consigan la libertad!
(+1308) y Guillermo de Occam (+1348) destacan más
intensamente el factor de la libertad del Espíritu en el ¡Oh camino seguro, que nos conduce
acontecer de la gracia. Aunque estos pensadores vuelven por las más elevadas alturas
a inclinarse a identificar al Espíritu Santo con la gracia, y los más profundos valles del mundo,
con el habitus infuso, sin embargo acentúan al mismo por la tenebrosa tierra,
tiempo la soberanía del Espíritu como don permanente y que a todo lo mantiene firmemente unido!

166 167
Por ti las nubes en el éter derraman la lluvia, giosas carismáticas, que se hallan inflamados por el
por ti la lluvia nos empapa, Espíritu. La consecuencia de esto es una trasformación
por ti las aguas trazan sus surcos espiritual radical del orden eclesiástico y de la vida de la
y la tierra se llena de verdor y florece. Iglesia, porque ahora el reino de la servidumbre y tam-
Tú eres el único que enseña a los sabios; bién el de la adopción como hijos han sido reemplaza-
y generosamente derramas sobre nosotros dos por el reino de la libertad, en el cual es radicalmen-
la efusión de tus dones. te superflua la comunicación a través de la letra de la
Con gozo se nos revela tu doctrina. Escritura, de símbolos y sacramentos. Seguirán existien-
¡Sea a ti toda nuestra alabanza, oh alegría de la vida! do, sí, todavía la jerarquía ministerial y los actos sacra-
La esperanza y el vigor nos eleva. mentales, pero espiritualizados en una Iglesia de consti-
Tú nos diste la gracia de la luz, tución más joánica que petrina. La religión de la nueva
¡alábete todo cuanto vive!».11 era será «enteramente libre y espiritual» {omnino libera
et spiritualis); en interés de la libertad del Espíritu, el
Toda una serie de motivos de «los que no están con cumplimiento escatológico se sitúa en el presente o en
el orden establecido» vuelven a aparecer en Joaquín de un futuro próximo. Buenaventura, a pesar de todas sus
Fiore (+1202). Apelando a una iluminación pascual y a simpatías y ante el hecho de que determinadas profecías
la facultad que le ha concedido el Espíritu para identifi- de Joaquín de Fiore podían relacionarse con Francisco
car la promesa y el cumplimiento, aguarda él concreta- de Asís (+1226), acentúa el primado absoluto de Cristo,
mente para el año 1260 el comienzo del tertius status de que sigue siendo el Señor en la era del Espíritu y de la
la historia de la salvación. Esta era del Espíritu Santo Iglesia. Más decidida es la oposición de Tomás de
sucede y reemplaza al Antiguo Testamento asociado con Aquino, quien en el aspecto metodológico muestra
el Padre y al Evangelio de Jesucristo, al que sigue ahora' muchas reservas hacia la exégesis tipológica y acentúa
—germinalmente ya desde Benito de Nursia— el que el Nuevo Testamento no puede ser superado. Según
Evangelium Regni como Evangelio eterno. Así como el su doctrina del Espíritu y de la gracia (véase 3.3.4.2), la
Espíritu procede del Padre y del Hijo, así también el gracia del Espíritu actúa en el interior del hombre. Los
conocimiento salvífico proporcionado por el Antiguo y sacramentos y las leyes están ordenados para el servicio
por el Nuevo Testamento desemboca ahora en una inte- de esta acción de la gracia, pero —para una teología del
lligentia spiritualis, en un conocimiento espiritual. Dios encarnado— son también necesarios.
Si la era del Padre fue la de los patriarcas y la era del La pneumatología del Medievo muestra dos centros de
Hijo la de los clérigos, el reino del Espíritu está repre- gravedad: por un lado, se encuentran las definiciones esco-
sentado por los monjes y por los viri spirituales, los lásticas, que siguen un método más analítico que sintético,
varones (¿y las mujeres?) espirituales, de las órdenes reli- y que se mueven en el marco de una teología trinitaria de
tipo inmanentista y esencialista o en el contexto de la doc-
trina sobre las virtudes y la gracia; por el otro lado, se
11. Citado según la obra Entzünde in uns das Feuer deiner Liebe. hallan los pneumáticos y espiritualistas dentro de movi-
Gebete zum Heiligen Geist, edición a cargo de J. Sudbrack, Munich 1990,
p. 31s. mientos espirituales y carismáticos que surgen dentro de la

168 169
Iglesia y que tienen carácter subversivo y cismático. El pro- 3.4.2. Martín Lutero: La actualización
blema pendiente para la futura labor teológica consistirá de la obra salvífica mediante la acción
principalmente en la necesidad de esclarecer y definir las reveladora y santificadora del Espíritu
siguientes relaciones: la relación entre la Trinidad econó-
mica y la Trinidad inmanente, la relación entre la cristolo- Lutero (+1546) sobrepasa los aspectos personales de
gia y la pneumatología, la relación entre la gracia y la la teología agustiniano-medieval de la gracia. El entiende
libertad, la relación entre el Espíritu y el ministerio jerár- al Espíritu Santo no como el poder sobrenatural que hay
quico, la relación entre el Espíritu y la mediación sacra- en el hombre, un poder que se identificaría con el amor,
mental, la relación entre la libertad y la sujeción. sino estrictamente como un «enfrente» personal que crea la
fe y a quien sólo puede aceptarse en la fe. En este contexto
se aviva la metáfora bíblica del corazón humano en el
3.4. Fijación de acentos en la que se graba. Se experimenta de nuevo que sólo Dios
Reforma y en la edad moderna trasforma el corazón humano, y que eso trae consigo
una relación completamente nueva con la realidad, a
saber, una relación como creación: «El Espíritu Santo
3.4.1. Los reformadores: mediación de la salvación en el obra una realidad humana, en la que el hombre se rela-
Espíritu ciona con la realidad de una manera completamente
diferente a como se relaciona el corazón humano y la
La época de la Reforma confirma la observación inteligencia humana de por sí. El corazón humano,
general de que, sobre todo en tiempos de crisis, se llega dotado con la ley, entiende y construye la realidad
a avivamientos y a cambios en los acentos de la pneu- humana como productora de realidad... Frente a esto, el
matología. Sobre la base de la confesión de fe trinitaria, Espíritu Santo realiza un ser del hombre, en el que se
tal como se había formulado en la Iglesia antigua, y dentro percibe a Dios como Creador de todo lo real».12 De ahí
de la perspectiva de un cristocentrismo perfilado por la teo- se deriva la, recusación de una determinada compren-
logía de la palabra, se intenta resolver pneumatológica- sión de la gracia interior: «Por tanto, el Espíritu Santo
mente el problema, que había llegado a ser virulento, de la no internaliza en modo alguno la gracia, para sanar apa-
mediación concreta de la salvación. Continuando los rentemente al hombre. Más bien, el Espíritu Santo
enfoques de Duns Escoto y de Occam, los reformadores aparta al hombre de esa orientación hacia sí mismo,
acentúan que uno se halla ante el Espíritu Santo, de hacia su propia subjetividad, y lo aleja de ese ateísmo
quien no es posible disponer. Además, se ven retados embellecido con ornatos religiosos, que sólo puede con-
también ellos, como los teólogos medievales, por diver- cebir al hombre como creador de realidad». ^
sas corrientes espiritualistas.

12. W. Mostert, «Hinweise zu Luthers Lehre vom Heiligen Geist», en


J. Heubach (dir.), Der Heilige Geist im Verstdndnis Luthers und der luthe-
rischen Theologie, Erlangen 1990, p. 19.
13. Ibíd.,p. 20.

170 171
Por consiguiente, la salvación obrada extra me por Por consiguiente, en la pneumatología se enlazan
solo Dios en Jesucristo como único Mediador, se con- entre sí los axiomas fundamentales de la Reforma: solo
vierte en el Espíritu Santo en una salvación pro me. Esta Deo, solo Christo, sola gratia, solo verbo (Dios solo,
acción actualizante del Espíritu tiene —a un mismo Cristo solo, únicamente la fe, la gracia, la palabra).
tiempo— efecto revelador y santificante: por un lado, Aunque esto significa, por un lado, una relativización
pone de manifiesto quién es Dios para el hombre y de la mediación institucional y jerárquica, Lutero
quién es el hombre ante Dios; y, por otro lado, ese rechaza vehementemente, desde el principio, todo
conocer ante Dios significa la santificación y la sanación intento espiritualista y exaltado por desligar de la pala-
del hombre. La exposición que hace Lutero del artículo bra exterior la eficacia de la palabra de la promesa. La
tercero del Credo en su Catecismo Mayor define la pneumatología sigue estando vinculada a la cristología;
acción del Espíritu por medio de tres enunciados fun- la existencia espiritual se realiza en el seguimiento del
damentales: «La acción del Espíritu es una santificación Dios oculto que se manifiesta en la cruz. Así, pues, el
efectiva; Espíritu es sujeto de revelación, justificación y santifica-
- Se realiza como revelación de las obras del Dios ción. Para el diálogo ecuménico sobre las relaciones
trino y uno y en las obras del corazón (de la voluntad entre la justificación y la santificación es interesante que
esencial) del Dios trino y uno para nuestro conocimien- en los catecismos de Lutero la santificación no se entien-
to; da sólo en sentido estricto, como subsiguiente al acon-
- Se traduce en santidad interior, entendida como tecer de la justificación, sino en sentido amplio, para
un estado, establecido mediante el conocimiento de definir la acción del Espíritu santificador y sanador. De
Dios, de «gusto y amor» hacia los mandamientos de todos modos, el acento recae con más fuerza sobre la
Dios y, a la vez, hacia su cumplimiento; aceptación creyente de la palabra que sobre las conse-
- En un estado de obediencia, que comienza aquí y cuencias éticas para una vida por el Espíritu.
que se consuma a través de la muerte en la vida
eterna».1 ^
La caracterización de la acción de la gracia como 3.4.3- Creciente importancia de la pneumatología en otros
acción reveladora marca el punto final de una determi- reformadores
nada tradición y es expresión, como tal, de una nueva
experiencia en el Espíritu. De ahí se deduce, además, En las formulaciones de la Confesión de Augsburgo
que el encuentro —comunicador de salvación— con el de 1530, Felipe Melanchthon continúa la línea lutera-
Espíritu de Dios se efectúa por medio de la palabra de na: En la palabra el Espíritu efectúa la fe justificante,
la proclamación, y de tal manera que en la palabra exte- cuyos frutos son las buenas obras del hombre renovado
rior (de la letra, de la ley), actúa la palabra interior (del por el Espíritu santificador. El Cristo exaltado hasta el
evangelio, de la gracia). Padre es quien «santifica a los que creen en Él, mandan-
do a sus corazones el Espíritu Santo para que los guíe,
los consuele, los vivifique y los defienda contra el diablo
14. E. Herms, Luthers Auslegung des 3. Artikels, Tubinga 1987, p. 45. y el poder del pecado» (Confesión de Augsburgo, artículo

172 173
tercero). Frente a los espiritualistas, la Confesión de pneumatológicamente de manera clara, pero no pode-
Augsburgo acentúa en el artículo quinto la vinculación mos etiquetarla como espiritualista. Más aún, el refor-
del Espíritu con la palabra externa (es decir, con la pre- mador suizo enlaza, con mayor fuerza aún que Lutero,
dicación y los sacramentos), pero acentúa al mismo con la tradición agustiniano-escolástica. Cuando
tiempo la libertad del Espíritu dentro de esa autovincu- Zuinglio, además de admitir la acción ordinaria del
lación, porque el Espíritu «obra la fe donde y cuando le Espíritu a través de los medios de gracia, admite tam-
place a Dios, en los que oyen el Evangelio». Mientras bién una acción extraordinaria, su propósito no es afir-
que aquí se ve todavía muy claramente la conexión con mar que podamos obtener la fe y el Espíritu sin necesi-
la cristología, en los escritos de Melanchthon se destaca . dad de la predicación o en virtud únicamente de las
la pneumatología como el principio rector. propias obras; más bien, lo que quiere es «salvaguardar
Melanchthon, como reformador influido por el humanis- la libertad de Dios incluso frente a los medios de gracia,
mo, sale al encuentro del interés, que se va intensificando por los que él "ordinariamente hace hablar a la fe"».15
con el comienzo de la edad moderna, por la conexión entre Melanchthon distingue ya entre la justificación (entendi-
la fe, la experiencia y la acción ética a través de una des- da estrictamente como perdón de los pecados) y la renova-
cripción psicológica de la acción del Espíritu. El acento ción del hombre (que sigue a ella) en el nuevo nacimiento.
recae aquí sobre la santificación bajo la voluntad de Aquí recae el acento de las enseñanzas de Martin Bucer
Dios como lex spiritualis o lex viva (como ley espiritual (+1551), para quien la conducta de la vida se convierte en el
o ley viva). testimonio de que se ha recibido el don del Espíritu. Yendo
más allá todavía, y recogiendo ideales baptistas, Bucer vincu-
A diferencia de Lutero, la oposición (agustiniano- la la pneumatología con la eclesiología y fundamenta en
platónica) entre el Espíritu (en el sentido de lo inte- el don del Espíritu el sacerdocio universal de todos los
rior/invisible) y la carne (lo exterior/visible) desempeña creyentes.
un papel importante principalmente entre los reforma-
dores de la Alta Alemania. Sin menoscabo de la causali- El pneumatólogo entre los reformadores es induda-
dad única de Dios y de la indisponibilidad del Espíritu, blemente Juan Calvino (+1564), quien toma expresa-
el interés se dirige cada vez más hacia la renovación mente como tema de la soteriología y de la eclesiología
del hombre y hacia la configuración de la vida cristiana, la mediación universal de los bienes de gracia en el
incluso en el mundo (en la sociedad). Según Ulrico Espíritu Santo: «Hemos de considerar ahora de qué
Zuinglio (+1531), Dios, como Espíritu, puede revelarse manera los bienes que el Padre ha puesto en manos de
al hombre, como carne que es, únicamente en el su Unigénito llegan a nosotros, ya que Él no los ha reci-
Espíritu, y puede obrarlo todo exclusivamente en bido para su utilidad personal, sino para socorrer y enri-
el Espíritu Santo. El acento especial se ve claramente en quecer con ellos a los pobres y necesitados. Ante todo
el énfasis con que se afirma que no es la palabra (exte- hay que notar que mientras Cristo está lejos de nosotros
rior), sino el Espíritu (como verbum internum) el que y nosotros permanecemos apartados de Él, todo cuanto
obra la fe. De esta manera, los sacramentos se convier-
ten en (meros) signos para conocer la acción del 15. J. Rohls, Theologie reformierter Bekenntisschrifien, UTB 1453,
Espíritu. La teología de Zuinglio está determinada Gotinga 1987, p. 212.

174 175
padeció e hizo por la redención del humano linaje no mo y del sacramentalismo romano, tal como ellos los
nos sirve de nada, ni nos aprovecha lo más mínimo. Por entienden o como creen verlos en la práctica eclesial y,
tanto, para que pueda comunicarnos los bienes que por el otro lado, se distancian de los visionarios y (ana-
recibió del Padre, es preciso que Él se haga nuestro y baptistas que quieren desligarse, mediante una actitud
habite en nosotros... Si bien es cierto que esto lo conse- puramente espiritual, de todo lo que sea orden y media-
guimos por la fe, sin embargo, como vemos que no ción. En esta postura de oposición que acabamos de
todos participan indiferenciadamente de la comunica- mencionar, se halla el elemento común de las tenden-
ción de Cristo, que nos es ofrecida en el Evangelio, cias, por lo demás muy diferentes, que prolongan
la razón misma nos invita a que subamos más alto e corrientes que se aparecían ya en la Iglesia antigua y en
investiguemos la oculta eficacia y acción del Espíritu el Medievo, pero que además están marcadas por
Santo, mediante la cual gozamos de Cristo y de todos influencias típicamente modernas. Como el rechazo de
sus bienes». 1 " En su acción el Espíritu aparece no sólo toda mediación significa también un distanciamiento del
como cooperator (cooperador), sino como creator (crea- dogma, se trata —por un lado— de un fenómeno margi-
dor), que —como «vinculum— transmite la comunión nal en la historia de los dogmas; por otro lado, sigue
con Cristo. estando aquí presente elfactor inquietante y crítico con res-
A diferencia de Lutero y de Melanchthon, aquí la pecto a toda pneumatología o teología con déficit pneuma-
justificación y la santificación se entrelazan mutuamen- to" 'ICO.
te: la gracia de Dios obra en el interior del individuo los
frutos, y en la Iglesia, las obras del Espíritu. De nuevo
la distinción entre la palabra exterior y la iluminación 3.4.5. Tendencias postreformistas y contrarreformatorias
interior salvaguardará la indisponibilidad del Espíritu,
quien —desde luego— no actúa prescindiendo de la 3.4.5.1- La Ortodoxia protestante y el Pietismo
palabra. Calvino acentúa más intensamente que otros el
efecto de los dones del Espíritu (un efecto enseñado por En la siguiente época hay dos tendencias que marcan
el evangelio y confirmado por los sacramentos) en la el protestantismo (luterano) y que ponen también, cada
vida social y política. una a su propia manera, acentos pneumatológicos. La
tendencia de la ortodoxia protestante a descartar cual-
3.4.4. Corrientes espiritualistas quier sinergismo (cooperación, en pie de igualdad,
entre Dios y el hombre) en el acontecimiento de la jus-
Todos los reformadores mencionados se distancian, tificación conduce a la formación de la doctrina de la
cada uno a su manera, de dos frentes con los que tienen inspiración verbal y a una descripción más matizada de
que encararse: por un lado, se distancian del jerarquis- la apropiación de la salvación, obrada por el Espíritu,
en el hombre {ordo salutis). Por la vinculación verbalísti-
ca y objetivística (aunque entendida como don de la
16. J. Calvino, Institución de la religión cristiana, trad. de Cipriano de
Valera (Rijswijk [Países Bajos] 1967), vol. I, libro tercero, capítulo prime-
gracia) del testimonio interno del Espíritu al tenor lite-
ro, párrafo primero, p. 401. ral de lo que dice la Escritura, surge una fijación de la

176 177
acción del Espíritu que presenta analogías con la fija- dad de la acción divina hacia el exterior que no tiene ya
ción del sacramentalismo católico romano. ningún sentido hablar de apropiaciones. Tan sólo unos
También la teología de la gracia, con su interés de pocos teólogos, entre ellos Denys Petau (+1652) y
orientación psicológica hacia los diversos factores de la Matthias Joseph Scheeben (+1888), se declaran en favor
aplicación de la salvación, se desarrolla —dentro de la de una relación propia, no apropiada (simplemente
perspectiva de la teología reformada de la palabra— de asignada), del Espíritu Santo con el alma justificada.
manera análoga a como se había desarrollado en la doc- En lo que respecta al factor de la experiencia, la teo-
trina escolástica. En ambos campos se corre peligro de logía católica romana prefiere el conocimiento racional
menoscabar la libertad y la soberanía del Espíritu. (iluminado sobrenaturalmente) o la verdad de las pro-
Las cosas son distintas en el pietismo, el cual, reco- posiciones garantizadas por el Magisterio eclesiástico.
giendo influencias espiritualistas, cuenta con una acción La acción del Espíritu se reduce a experiencias extraor-
del Espíritu que debe experimentarse de manera inmedia- dinarias; las corrientes de la tradición mística se secan
tamente personal. El Espíritu no sólo actúa en la palabra casi por completo.
de la proclamación, sino que de manera oculta actúa Ambas posiciones contrapuestas tienen raíces comu-
también en el interior del hombre. Conviene tener en nes en el desacuerdo que se da en teología fundamental
cuenta especialmente dos acentos: la orientación ecle- respecto a la doctrina de la sola scriptura o del solo verbo.
siológica a la vida de la comunidad primitiva, y el inte- La acción del Espíritu —prescindiendo de su presencia en
rés por la teología de la gracia y por la ética, que se defi- el alma individual— se reserva para el Magisterio jerár-
ne mediante las palabras clave vocación, avivamiento, quico; difícilmente podrá hablarse ya de una eclesiología
iluminación, santificación y perfección. pneumatológica.

3.4.53. Filosofía del espíritu


3.4.5.2. La contraposición católica romana
En esta época preocupada en asegurar la ortodoxia,
La teología católica romana, en la época de la las innovaciones no cabe esperarlas sino en zonas margi-
Contrarreforma y de la Restauración, desarrolla o nales o en movimientos que se formaban en la clandes-
refuerza su posición contraria en los dos campos pneu- tinidad. De ello, como es lógico, el protestantismo ofre-
matológicamente relevantes. Encubriendo el consenso, ce muchos más ejemplos que el catolicismo, que tendía
dado todavía en Trento, con el objetivo reformador, la a la uniformidad. Lo mismo habrá que decir de las ini-
teología postridentina se interesa tanto por la gracia cre- ciativas en el terreno filosófico y teológico, a las que se
ada que la inhabitación del Espíritu aparece como efec- deja poco espacio en el campo católico. Podemos consi-
to puramente formal de la gracia creada (es decir, vincu- derar como característico el que Johann Adam Móhler
lado necesariamente con ella). ¡Con esto se invierte (+1838) «supere» su eclesiología de 1825, centrada en la
totalmente la relación, de importancia teo-lógica tan pneumatología mediante una eclesiología cristocéntrica
eminente, entre la causa (Dios) y el efecto (el hombre)! en 1882, que conoció acto seguido una general acepta-
Al mismo tiempo se degrada en grado tan alto la uni- ción.

178 179
En este lugar es preciso detenerse brevemente para ciones intratrinitarios, una doctrina sobre la gracia bási-
estudiar el renacimiento del concepto del espíritu en la camente prisionera del vocabulario tradicional y la
filosofía del Idealismo alemán, aunque es todavía discu- ausencia completa de la dimensión escatológica en la
tible el provecho que pueda deducirse de ahí para la his- doctrina sobre la creación y en la pneumatológica.
toria de los dogmas o para la historia de la teología, sin Prescindiendo del tópico de los siete dones del Espíritu,
que parezca que haya concluido todavía el debate en no aparece de manera especial el Espíritu Santo en la
torno a la Trinidad del espíritu, de Hegel (¿filosofía o vida de oración y en la vida de fe. La encíclica Divinum
teología?, ¿trinidad o binidad? El espíritu se convierte illud munus (cf. D H 3325-3331), publicada en la fiesta
en un concepto filosófico fundamental, que representa de Pentecostés del año 1897, refleja la situación oficial
el Absoluto y hace suyos las funciones y los predicados (el subtítulo dice así: «Sobre la presencia y la acción del
de lo divino. En lo que respecta a una pneumatología Espíritu Santo en el alma del (de los) justo(s) pero
teológica, parece importante que «espíritu» aparezca en expresa también la esperanza de una renovación. En la
lugar del concepto de «vida» en el joven Hegel, y de esta labor teológica, esta renovación se produce, entre otras
manera el concepto adquiera el dinamismo creador de cosas, por el debate teológico en torno a las propiedades
la vida. También el factor extático del salir-de-sí hacia y las apropiaciones, que hace finalmente que resalte con
otros y el aspecto de lo constitutivo de comunión se mayor claridad el perfil del Espíritu en el acontecimien-
hallan presentes, de manera impresionante, en la filoso- to de la salvación. Asimismo, la dilucidación de las
fía del espíritu de Hegel. El Espíritu absoluto se desa- cuestiones de teología fundamental sobre las relaciones
rrolla en tres estadios, el reino del Padre (lo absoluto en entre la revelación, la Escritura, la tradición y el magis-
sí), el reino del Hijo (el espíritu en su enajenación en terio eclesiástico rompe la limitación de la función ecle-
favor de lo otro que no es él) y el reino del Espíritu, que sial del Espíritu Santo al aspecto de la asistentia negativa
es el de la comunidad (la Iglesia), en la que el espíritu (la asistencia para preservar de error) en las decisiones
llega a la consumación y alcanza la conciencia universal. adoptadas por el magisterio eclesiástico. Así aparece al
Aludiendo a Joaquín de Fiore, habla Hegel del reino del menos en los títulos de dos encíclinas sobre la Biblia:
Espíritu, que se inició con la Reforma: Dios en su Spiritus Paraclitus (1920; cf. DMI 2186-2188/DH
comunidad, conocido realmente como Espíritu. 3650-3654/NR 132-134) y Divino afflante Spiritu
(1943; cf. DMI 2292-2294/DH 3825-3831/NR 132-
134). En paralelo con ello se encuentra la renovación de
la eclesiología, iniciada después de la primera guerra
3.5. Sobre la pneumatología del siglo XX mundial, una renovación en la que la eclesiología
adquiere un claro acento místico-pneumático (el
3.5.1- Olvido relativo del Espíritu hasta mediados de siglo Espíritu Santo como principio de la unidad, como alma
del cuerpo, como dispensador de los dones y los caris-
La perspectiva histórica revela una serie de razones mas).
para el relativo olvido del Espíritu en la teología (católi-
ca) de la primera mitad del presente siglo: un trata-
miento bastante formalístico de los procesos y las rela-

180 181
3.5-2. El resurgimiento conciliar do de los seglares (cf. Apostolicam actuositatem [= AA] 3)
y la tarea misionera (cf. Ad gentes divinitus [= AG] 4)
La eclosión se logra con el pontificado de Juan una fundamentación expresamente pneumatológica.
XXIII (1958-1963), que aguarda para la Iglesia un También la Constitución sobre la revelación, el Decreto
nuevo Pentecostés. Y, así, el Concilio Vaticano II, con- sobre el ecumenismo y el Decreto sobre el ministerio y
vocado por él, debe valorarse ante todo como un acon- vida de los presbíteros muestran una fijación parecida
tecimiento espiritual que desencadenó numerosos pro- de los acentos. Por desgracia, en la Constitución pasto-
cesos de conversión y renovación. En el contexto de la ral sobre «la Iglesia en el mundo actual» no se recogen
temática eclesiológica recibida como herencia del Concilio todas las sugerencias que serían del caso.
Vaticano I, se consiguió, a través de la confrontación críti- A pesar de la falta de sistemática (que tampoco cabía
ca con los esquemas presentados al concilio, y de los contac- esperar), no parece estar justificada la crítica que se hace
tos con teólogos orientales, y en virtud de la inserción de la contra el último concilio, acusándolo de deficiente
teología renovada en sentido bíblico y patrístico, llegar a pneumatología. No es la circunstancia de que al
plantearse de múltiples maneras el tema la dimensión Espíritu Santo se le mencione 258 veces en los textos
pneumática de la Iglesia, aunque no pueda hablarse de conciliares, sino el hecho de que los enunciados se for-
una sistemática sostenida. La historia de la composición mulan en puntos teológicos neurálgicos y decisivos, y
de la Constitución sobre la Iglesia, así como una com- no menos el proceso seguido por el concilio mismo, lo
paración con la Constitución sobre la liturgia, aprobada que atestigua el redescubrimiento del Espíritu Santo.
con anterioridad, da testimonio de este proceso de la
teología del Espíritu. De este modo, la eclesiología,
intensamente cristocéntrica, orientada por el modelo de 3.53. La época postconciliar
la encarnación, adquiere un contrapeso pneumatológico
en el marco de la e.c\s.úo\o^Í2.-communio orientada Los impulsos dados por el concilio producen múltiples
según la vida del Dios trino y uno (compárese Lumen frutos en la reflexión teológica y en la reforma práctica.
gentium [= LG] 1 con LG 2-4, 8 y 48). Sobre todo los Así, por ejemplo, vuelve a estar claro que la doctrina
obispos de las iglesias orientales unidas con Roma sobre la Trinidad tiene mucho que ver con la vida, y la
hacen que se recuerde la conexión pneumatológica del acción del Espíritu se experimenta en movimientos de
tercer artículo del Credo y ponen de relieve que el tiem- renovación y en encuentros ecuménicos (véase 1.1.2.).
po de la Iglesia es el tiempo del Espíritu Santo. La dimensión pneumático-trinitaria se encuentra pre-
Teniendo en cuenta los antecedentes del Concilio sente en textos del Magisterio eclesiástico (véase espe-
Vaticano I, adquiere una singular importancia al artícu- cialmente el número 75 de la encíclica Evangelii nun-
lo 12, vivamente discutido, de la Constitución sobre la tiandi de 1975, y el capítulo III de la encíclica
Iglesia: La totalidad de los creyentes participa en el minis- Dominum et vivificantem de 1986, que habla sobre las
terio profético de Cristo y —en virtud de la «unción del misiones); en los documentos ecuménicos esa dimen-
Santo (Espíritu) (LG 12)— no puede equivocarse. En sión se hace cada vez más evidente. A pesar de todo,
la perspectiva de Lumen gentium adquieren el apostola- sería eufórico hablar de una nueva era del Espíritu

182 183
Santo, ya que la imagen postconciliar de la Iglesia W -D Hauschild, Gottes Geist und der Mensch Studien zur fruhch-
(Católica) muestra en parte tendencias en pugna frente a ristlichen Pneumatologie, BEvYh 63, Munich 1972
movimientos de resurgimiento cansmático y, algunas -, Dte Pneumatomachen Eme Untersuchung zur Dogmengeschichte
veces, entusiástico, se hallan corrientes reglamentadoras des vierten Jahrhunderts, tesis doctoral, Hamburgo 1967
B J Hilberath, «Die Aktuahtat der trmitatstheologischen
y retardadoras, muchas veces cunde la resignación y el Erklarungen der Konzilien von Nizaa und Konstantinopel», en
cansancio La crisis, tan citada, en la trasmisión de la fe M Lutz-Bachmann/A Holscher (dirs ), Gottesnamen Gott im
aparece con frecuencia en las comunidades, en especial Bekenntnis der Chnsten, Schnfien der Diozesanakademie Berlín
y de manera clarísima cuando se trata de la catequesis 7, Berlm/Hildesheim 1992, p 82-111
para la confirmación W Jaeger, Gregor von Nyssas Lehre vom Heihgen Geist, Leiden
Una teología contextual no debe perder de vista esta 1966
J Jaschke, Der Heilige Geist im Bekenntnis der Kirche Eme Studte
situación, y tampoco debe renunciarse a una sólida
zur Pneumatologie des Irenaus von Lyon, MBTh 40, Munster
pneumatología o a una teología de dimensiones pneu- 1976
matologicas para que, en el aspecto pastoral y en el G Kretschmar, Der Heilige Geist ais Geist Chnsti und Geist der
catequético, se conceda el debido espacio a la acción del Glaubigen Der Beitrag des Athanasius von Alexandnen zur
Espíritu Santo. Formuherung des tnnitanschen Dogmas im vierten Jahrhundert,
EThS 23, Leipzig 1969
K Lehmann/W Pannenberg (dirs ), Glaubensbekenntnis und
Kirchengemeinschaft Das Modell des Konzils von Konstantinopel
Bibliografía (381), Dialogder Kirchen 1, Fnburgo/Gotinga 1982
- «Der Lobpreis des Dreieinigen Gottes im Heihgen Geist 1600
Los textos del Magisterio oficial se citan según la recopilación de
Jahre Bekenntnis von Nicaa Konstantinopel», en Tutzmger
Enrique Denzmger, El Magisterio de la Iglesia, traducida al castella
Studien 2/1981, Tutzing 1981
no por Daniel Ruiz Bueno y publicada por la Editorial Herder,
P Luislampe, Spintus vivificans Grundzuge einer Theologie des
Barcelona 1963 (siglas DM1) Los textos no recogidos en dicha obra se
Heihgen Geistes nach Basilius von Caesarea, MBTh 48, Munster
citan y traducen según la edición bilingüe, latino/alemana, de
Enrique Denzinger, Enchindion Symbolorum, preparada por P 1981
Hunermann (siglas DH) y Der Glaube der Kirche de Neuner Roos H Opitz, Ursprunge fruhkatholischer Pneumatologie Ein Beitrag
(siglas NR) zur Entstehung der Lehre vom Heihgen Geist in der romischen
Gemeinde unter Zugrundelegung des I Clemens Bnefes und des
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184 185
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L. Vischer (dir.), Geist Gottes — Geist Chnsti Okumemsche Uberle-
En este capítulo cuarto vamos a hacer una reflexión
gungen zur Filioque-Kontroverse Bericht und Vortrage zweier propia de la teología sistemática, es decir, la teología
Tagungen auf SchloE Khngenthal (Francia), OR B 39, dogmática del Espíritu Santo llega aquí a su etapa
Francfort 1981. metodológica propia, en la que reúne la perspectiva y
D. Wendenbourg, Geist oder Energie Zur Frage der innergotthchen los resultados del análisis actual y de las investigaciones
Verankerung des chnstlichen Lebens in der byzantinischen bíblicas e históricas. En el sentido original de la palabra,
Tbeologie, Munchener Monogr. z. hist. u. syst. Theol. 4, la reflexión significa aquí el reflejo de lo que se ha ela-
Munich 1980.
borado en la perspectiva de la experiencia actual y del
pensamiento de hoy día. Tradicionalmente se habla de
la parte especulativa de la teología dogmática, que es
una parte que sigue a la parte positiva a la parte orienta-
da a lo que se ha «determinado» y «establecido». A
causa de la fobia, hoy día tan difundida, hacia todo lo
especulativo, considero importante asentar bien —ya en
la misma introducción— dos puntos vista: Por sistema-
tización o «penetración especulativa» no se entiende
aquí la rigurosa subordinación a una estricta mentali-
dad sistemática; por otro lado, precisamente en una
época que está caracterizada por una «nueva compleji-
dad» (J. Habermas) o por un pluralismo relativista, se
ve la necesidad de ofrecer una visión de conjunto o, al
menos, un entendimiento comunicativo sobre las dife-
rentes perspectivas.

186 187
4.1. Tareas de la pneumatología, hoy la revelación como autorrevelación de Dios se desarrolla
la acción del Espíritu tanto en la doctrina sobre la crea-
ción como en la doctrina sobre la reconciliación, espe-
4.1.1. El estado del debate teológico
cialmente en la escatología y en la doctrina acerca del
bautismo.
Al final de nuestra visión retrospectiva de la historia,
se dibujaba una superación del olvido (parcial) del Al final de su vida, Barth soñaba con la renovación
Espíritu en la teología (occidental). A esta superación de toda la teología en la perspectiva del tercer artículo
han contribuido decisivamente los movimientos de del Credo.
renovación de los años sesenta, especialmente el Después de Barth, hay que mencionar a Paul Tillich
Concilio Vaticano II, el movimiento ecuménico y el (+1965); él representa, en el pensamiento pneumatoló-
movimiento carismático. gico, el tipo de filosofía de la religión. En él se modifica
la perspectiva, porque el Espíritu, como dimensión de
la vida, se convierte en la categoría central: «La afirma-
4.1.1.1. Tres tipos de pensamiento pneumatológico ción de que Dios es Espíritu significa que la vida como
espíritu es el símbolo universal de la vida divina».2 La
Por parte protestante, hay que mencionar ante todo, vida, no la revelación, se convierte aquí en el concepto
como pionero, a Karl Barth (+1968): en el pensamiento guía. Y, así, a tal «pneumatología desde abajo», se le
pneumatológico, él representa el tipo de teología de la plantea especialmente el problema de la relación entre
revelación. En esta perspectiva, el Espíritu Santo se defi- el espíritu humano y el Espíritu divino, una relación
ne como «subjetiva posibilidad y realidad de la revela- que Tillich describe principalmente en el acontecimien-
ción»: en el Espíritu se constituye la autorrevelación de to del éxtasis, que se muestra sobre todo en la oración.
Dios como acontecer relacional que parte de Dios; Un correctivo crítico viene «de lo alto», por cuanto la
mediante su realidad esa autorrevelación llega a su des- presencia del Espíritu divino supera la ambigüedad de
tinatario, el hombre; a partir del Espíritu se fundamen- todas las manifestaciones vitales humanas. Mientras que
ta la posibilidad de la libertad humana orientada hacia Barth razona consecuentemente desde la teología trini-
Dios. Esta acción del Espíritu en el acontecer de la reve- taria de la revelación, Tillich quiere mantener abiertos
lación descubre a la vez —conforme a la corresponden- los enunciados clásicos de la doctrina de la Trinidad a
cia entre la Trinidad histórico-salvífica y la Trinidad fin de «expresar la automanifestación de la vida divina
inmanente— la función intradivina del Espíritu Santo: al hombre en símbolos que la abarquen».3
«Por tanto, Dios, y por cuanto El es Dios Espíritu El tercer tipo de pensamiento pneumatológico, el
Santo, es «primeramente en sí mismo» acto de comu- tipo entusiástico, está representado en los trabajos de
nión, de comunicación, amor, don. Por eso y así y a Heribert Mühlen (* 1927), teólogo católico especialista
partir de ahí Él es Dios en su revelación».1 A partir de
2. P. Tillich, Teología sistemática, vol. I, Esplugues de Llobregat 1972,
p. 321.
1. K. Barth, Die kirchliche Dogmatik \l1, Zúrich 9 1975, p. 494. 3. P. Tillich, Teología sistemática, vol. III, Salamanca 1984, p. 356.

188 189
en teología dogmática. En su enfoque original de la teo- a común denominador, se dirige contra la monopoliza-
logía de la Trinidad, Mühlen —partiendo de la catego- ción de las experiencias específicas del Espíritu, espe-
ría ontológica central de la relación— definió al cialmente de las atestiguadas en las Sagradas Escrituras.
Espíritu Santo como el «nosotros», como la persona que El Espíritu Santo de Dios no es el espíritu absoluto del
es una en dos p.ersonas (Padre e Hijo) o en muchas per- mundo, ni puede reducirse a una relación íntima «Yo-
sonas (en la «alianza de gracia», en la Iglesia). En el con- Tú» entre Dios y el hombre, ni coincide con el sano
texto de su compromiso en favor del movimiento de entendimiento humano. Frente a esto, Welker quiere
renovación espiritual, Mühlen va desarrollando cada vez desarrollar una «teología realista» del Espíritu Santo,
más su pneumatología a partir de las experiencias habi- cuyas opciones concuerdan con las de la pneumatología
das y atestiguadas en este movimiento.^ aquí presentada: «Una teología realista significa en pri-
Los tres tipos, esbozados aquí a grandes rasgos, mer lugar: una teología que tome en serio las diversas
caracterizan los enfoques del pensamiento pneumatoló- tradiciones bíblicas con su diferente «situación vital»...;
gico que deben reunirse en una reflexión de teología sis- en segundo lugar: una teología que examine de manera
temática: enfoque decidido que parte de la revelación, incesantemente nueva, viendo sus conexiones y diferen-
correlación de la misma con la experiencia humana, cias, las pasadas experiencias de Dios y las expectativas
percepción total y corporal de la revelación y de la expe- puestas en El, las posibles experiencias y expectativas
riencia. actuales y futuras...; en tercer lugar: una teología que,
Una división en los tres tipos la efectúa también teniendo en cuenta esas conexiones y diferencias entre
Michael Welker en su pneumatología sistemática, las experiencias de Dios y las expectativas puestas en El,
publicada muy recientemente.^ Lo que a Welker le y concentrándose en los «testimonios primarios» de las
interesa no son enfoques positivos, sino tres formas de tradiciones bíblicas y en los testimonios secundarios
pensamiento que dominan la teología y la piedad, y de que se producen en nuestras culturas, haga que resalte
cuya prisión hay que liberarse." La crítica se dirige pri- incesantemente de nuevo la realidad de Dios experi-
meramente contra el pensamiento totalitario de la mentada o esperada».^
metafísica, pero también contra concepciones teológicas
que suponen un personalismo dialogal y, finalmente,
contra los ensayos del pensamiento teológico que se 4.1.1.2. Campos de actividad de la pneumatología actual
orientan hacia un moralismo social. La crítica, reducida
La pneumatología no es sólo un tratado dogmático
4 Cf H M ü h l e n , Una persona mystica, P a d e r b o r n 1 9 6 6 , i d , Der
junto a otros. La dimensión pneumatológica recorre
Heihge Geist ais Person m der Tnnitat, bei der lnkarnation und im
Gnadenbund Ich-Du-Wir, MBTh 26, Munster 5 1988, id, Erfahrungen toda la teología. Por eso, en el marco de una reflexión
mit dem Heiligen Geist, Topos 90, Maguncia ^ 1 9 8 3 , id (dir ), de teología sistemática hay que tener en cuenta diversos
Geistesgaben heute, Topos 116, Maguncia 1982, id (dir), Wege aus der campos de actividad y relacionarlos entre sí.
Krise, tres vols , Topos 122, 133, 147, Maguncia 1983/1986
5 M Welker, Gottes Geist Theologie des Heiligen Geistes, Neukirchen-
Vluyn 1992
6 Véase íbídem, p 49-57. 7 Ibid , p 54s

190 191
Espíritu creador vuelve a ser tema importante, que
Según Karl Barth, toda la teología dogmática debe
adquiere una relevancia adicional frente a la crisis ecoló-
someterse a una relectura desde la perspectiva pneuma-
gica. La relación entre el Espíritu divino y el espíritu
tológica. Cuando en los prolegómenos, en la «doctrina
humano (la conciencia) se convierte en tema en el con-
sobre la Palabra de Dios», — c o m o sucede en la
texto de la experiencia espiritual-mística, y nuevamente
Kirchhche Dogmatik («Dogmática eclesial») de Karl
—de manera diferente— allá donde se continúa o se
Barth— se desarrolla la doctrina de la Trinidad, se está
emprende de nuevo el diálogo con la filosofía moderna
mencionando ya el primer campo de actividad de la
del espíritu.
pneumatología. Siguiendo a Barth, o en confrontación
con él, desarrollan Eberhard Jungel (+1934) y Jürgen Moltmann no sólo ha tenido en cuenta decisivamen-
Moltmann (+1926) su respectiva teología sistemática de te la dimensión escatológica en la teología de la crea-
la Trinidad.8 Aquí se plantea la tarea de sacar a la pneu- ción, sino que hace ya años lo hizo también con respec-
matología de su situación de simple apéndice o de mera to a la eclesiología.11 Por lo demás, hay que afirmar que
ampliación especulativa, e integrarla sistemáticamente. el tema «Espíritu e Iglesia» se ha convertido, principal-
mente en la teología católica, en campo central de acti-
Puesto que metodológicamente la doctrina de la
vidad. 12 El Concilio Vaticano II había dado ya la señal
Trinidad debe desarrollarse de manera consecuente a
para una reformulación pneumatológica de la doctrina
partir de la autocomunicación de Dios en la historia de
sobre la Iglesia predominante desde los tiempos del
la salvación, es preciso elaborar, ante todo, la dimensión
Concilio Vaticano I: la Iglesia como criatura del
pneumatológica de la cnstología. Este empeño caracteri-
Espíritu, como sacramento del Espíritu para el mundo,
za los recientes esquemas cnstológicos, tanto por parte
como comunión espiritual en medio de la diversidad de
protestante como por parte católica.^
los dones espirituales.
El recurso a Tillich, por ejemplo en el caso Wolfhart
La teología de los sacramentos está vinculada con este
Pannenberg, está dirigido a menudo por el interés por
sector de temas: vuelve a descubrirse la significación del
relacionar entre sí la antropología y la teología bajo el
Espíritu Santo no sólo en el marco de la teología de la
epígrafe de «Espíritu y vida». 10 En este cntexto, el
confirmación (incluida la relación entre el bautismo y la
confirmación como sacramentos de la recepción del
8 E Jungel, Gott ais Geheimnis der Welt, Tubinga 1977, J Espíritu), sino también principalmente en la doctrina
Moltmann, Der gekreuzigte Gott Das Kreuz Chnsti ais Grund und Kntik de la eucaristía (acentuación de la epíclesis). También
christhcher Theologie, Munich 1972, id , Trmitat und Reich Gottes Zur
Gotteslehre, Munich 1980, id , Gott in der Schopfung Okologische
Schopfungslehre, Munich 1985, id, Der WegJesu Chnsti Chnstologie in
messiantschen Dimenswnen, Munich 1989, id , Der Geist des Lebens Eine 11 J Moltmann, Kirche m der Kraft des Geistes Ein Beitrag zur mes-
ganzheitliche Pneumatologie, Munich 1991 sianischen Ekkleswlogte, Munich 1975
9 Sobre las raices históricas véanse los trabajos, ya citados, de G 12 Junto a los trabajos de H Muhlen hay que mencionar especial-
Winkler, la más reciente monografía sobre el tema es la de P mente W Kasper, «Die Kirche ais Sakrament des Geistes», en W.
Schoonenberg, Der Geist, das Wort und der Sohn Eme Geist-Chnstologie, Kasper/G Sauter, Kirche - Ort des Geistes, Fnburgo 1976, p. 14-55, Y.
Ratisbona 1992 Congar, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona ^1991, H U v Balthasar,
10 W Pannenberg, Der Geist des Lebens, en id , Glaube und Pneuma und Institution, en id , Pneuma und Institutton Skizzen zur
Wirkhchkeit Kleinere Beitrage zum chnsthchen Denken (Munich 1975) 31- Theologie W, Einsiedeln 1974, p 201-235
56
193
192
en el sacramento del orden sacerdotal, en cuanto que
4.1.2.1. Punto de partida e idea directriz
expresa la cuestión eclesiológica, se encuentra ya presen-
te la dimensión pneumatológica (por ejemplo, al defi-
Las reflexiones de la teología sistemática se orientan
nirse la relación entre el carisma y el ministerio). A
con arreglo a conceptos guía. En el caso de la pneuma-
parte de esto, la dimensión pneumatológica se contem-
tología, queremos introducir ese orden en la gran varie-
pla todavía poco; esta dimensión habrá que tenerla en
dad de las imágenes bíblicas y de las demás imágenes
cuenta para la elaboración de una doctrina general
que se utilizan en la liturgia y en la piedad para expresar
sobre los sacramentos, para la escatología e incluso para
la acción y la realidad del Espíritu Santo (viento, alien-
la renovación de la doctrina sobre la gracia. ^
to, agua de vida, fuego, paloma, dedo de Dios, óleo de
En vista de lo mucho que queda todavía por hacer unción, sello, llave, beso; además: paz, gozo, amor,
en numerosos campos de actividad de la teología del comunión, don). Se ve, claro está, que tales conceptos
Espíritu, difícilmente nos asombrará que la totalidad de son imágenes y que, como metáforas, remiten a la reali-
los planteamientos pneumatológicos sean, en el mejor dad que, en cada caso, es mayor. A diferencia de una
de los casos, esbozos de trabajo, y que incluso sean determinada trayectoria unilateral de la tradición, la
poquísimos los teólogos que presentan teologías elabo- caracterización de que: «se trata sólo de una metáfora»,
radas sistemáticamente acerca del Espíritu.1¿* no significa una limitación negativa sino una limitación
positiva. Esto quiere decir que lo que se expresa por
medio de una metáfora, no puede expresarse aún mejor
4.1.2. Sobre el status de las reflexiones por medio de un concepto; al contrario, la realidad a la
que siguen a continuación que se hace referencia sólo puede expresarse adecuada-
mente en la imagen, en la metáfora. Expresado en senti-
Si tenemos en cuenta la situación en que se halla do positivo, la metáfora remite a una realidad que, en
actualmente el debate, es preciso hacer algunas observa- cada caso, es más grande, o que «hace pensar».15 pOr
ciones previas antes de proceder a un ensayo de pneu- tanto, los conceptos guía, en pneumatología, son metá-
matología sistemática. foras centrales que no sirven para la comprensión lógi-
ca, sino para remitir metafóricamente a algo.1^
Desde el punto de vista de la experiencia y de la teo-
logía del Espíritu, no parece recomendable destacar
exclusivamente una sola metáfora; es más aconsejable
13. Véase, a este propósito, mi ensayo, en Th Schneider (dir.), una coordinación refleja de categorías centrales (imáge-
Handbuch der Dogmatik 2, p. 3-46. [Manual de Teología Dogmática, nes como formas de expresión). En la historia de las
Hetder, Barcelona 1996]
14. Se han citado ya: J. Moltmann, Der Geist des Lebens; M. Welker,
Gottes Geist, Y. Congar, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1991, véase
además: Ch. Schutz, Einfuhrung in die Pneumatologie, Darmstadt 1985; 15. Cf. P. Ricoeur, Die lebendigeMetapher, Munich 1986.
H. U. v. Balthasar, Theologik 3: Der Geist der Wahrheit, Einsiedeln 1987; 16. Véase, sobre este tema, J. Werbick, «Prolegomena», en Th.
J. Comblin, Der Hedige Geist, Düsseldorg 1988. Schneider (dir.), Manual de Teología Dogmática, Herder, Barcelona 1996.
id., Tnmtatslehre, en ibíd. 2, p. 514-521.
194
195
experiencias pneumáticas y de las reflexiones pneuma- el Espíritu vivificante es —Él mismo— vida, así tam-
tológicas, se han formado las siguientes: (el Espíritu bién el Auxiliador que atestigua la verdad es —Él
como/el Espíritu a modo de/el Espíritu aparece y opera mismo— verdad, y el Espíritu que hace libres es —Él
como) don, vida, verdad, libertad, amor. Estas metáfo- mismo— libertad indisponible. Posiblemente los pro-
ras se derivan de los enunciados, enteramente bíblicos, blemas que la Iglesia antigua experimentó ya al referirse
del Símbolo Niceno-Constantinopolitano del año 381: a la libertad del Espíritu, son responsables de que el
El Espíritu, en la historia de la salvación, se experi- predicado «Espíritu de libertad» no tuviera entrada en
menta como el Espíritu santo y santificante, el cual el Símbolo.
como Don divino es a la vez (con el Padre y el Hijo) el Como Espíritu que crea la vida, que da testimonio
Dador divino. Por eso, la Iglesia en su Credo (DMI de la verdad, que fundamenta la libertad, el Espíritu
86/DH 150/NR 250) le confiesa «Señor», que «procede Santo es el don del amor divino. En esta definición se
del Padre (y del Hijo)» y que «juntamente con el Padre han sintetizado desde Agustín de Hipona las notas
y el Hijo es adorado y glorificado». La acción del características del Espíritu. Hay que ver una justifica-
Espíritu divino se muestra en su poder creador de vida y ción sistemática en el hecho de que tanto el Espíritu
vivificante, en «un solo bautismo para la remisión de los como el amor, en su actuación, se caracterizan por la
pecados», concede Él graciosamente la vida nueva; esto misma estructura de movimiento: salir de sí y estar
se realiza en la Iglesia que es «una sola Santa Iglesia junto a/en el otro.
Católica y Apostólica»;1' por medio de la «resurrección La pneumatología sistemática puede orientarse por esta
de la carne [= de los muertos]», esa vida se consuma en estructura fundamental del Espíritu y del amor —Ser que
«la vida del siglo futuro [= del mundo futuro]» . sale de sí y Ser que está con el otro—. Con razón, en la
Este Espíritu de la vida es el Espíritu de la verdad, historia de la teología, Rom 5,5 se convirtió en la sentencia
«que habló por los profetas». Algunos símbolos de fe de que constituía el meollo de la pneumatología (y de la teolo-
la Iglesia antigua amplían esta confesión añadiendo la gía de la gracia): «El amor de Dios ha sido derramado en
mención de los apóstoles y los evangelistas o —a tenor nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos
del Evangelio de Juan— llaman al Espíritu el Paráclito, fue dado».
el testigo escatológico de la verdad.
El Espíritu Santo atestigua ante todo el mundo que
el Padre concede gratuitamente en Cristo la vida verda- 4.1.2.2. Sobre la estructura
dera. Ahí se fundamenta, al mismo tiempo, la libertad
de los que han recibido los dones del Espíritu; la verdad Es preciso desarrollar el significado de la confesión
atestiguada por Él hace libres a las personas. Así como de fe en el Espíritu de la vida, de la verdad y de la liber-
tad, en el Espíritu que se nos concede gratuitamente y
que, como Amor, obra amor: eso hay que desarrollarlo
17. El Credo Apostólico habla de la «comunión de los santos que sig- con la mirada puesta en la revelación efectuada a lo
nifica originalmente la comunidad de los santos (es decir, de los bautiza-
dos) reunidos en torno a los santos dones de la eucaristía (cf. DMI7/DH
largo de la historia de la salvación y en su fundamenta-
30/NR911). ción trinitaria. De ahí se deriva la siguiente estructura:

196 197
Partiendo de las experiencias del Espíritu esbozadas en 4.2.1.1. Problemas persistentes
los capítulos segundo y tercero, intento definir en la
sección 4.2 la realidad del Espíritu Santo. Así, pues, el En el intento de fundamentar la pneumatología en
camino se remonta hacia atrás, en cierto modo, en una la teología trinitaria, tropezamos con dos grupos de
reducción que va de los efectos a la realidad que los fun- problemas aun no resueltos por la doctrina trinitaria
damenta. Esta reducción va seguida por una deducción, tradicional.
es decir, de una derivación de criterios normativos para El primero de ellos se refiere a la relación entre la
enjuiciar el discurso de la acción del Espíritu en la vida misión histórico-salvífica y la procesión intradivina. El
del individuo, de la Iglesia, del mundo, como creación. hecho de partir de la experiencia histórico-salvífica no
Ésta es la tarea de la sección 4.3 «El Espíritu de la vida conduce, ni mucho menos, a una clara coordinación del
nueva». En la sección 4.4 se estudiarán específicamente, Espíritu ni(únicamente) como Espíritu del Padre ni
aunque de manera esquemática, algunos campos de (únicamente) como Espíritu del Hijo; tampoco la posi-
experiencia particularmente relevantes. ción del Espíritu como «Tercero», después del Padre y el
Hijo, es evidente por sí misma. Del análisis de las sen-
tencias acerca del Paráclito en el Evangelio de Juan
4.2. La realidad del Espíritu Santo (véase 2.3.5.2—2.3.5.4) se desprendía que tanto el
Padre como el Hijo pueden designarse como dispensa-
La argumentación inductiva que vamos a efectuar dores del don del Espíritu. Se vio que más importante
ahora, que se remonta desde los efectos a la realidad tri- fue que en esas sentencias se mencionaban distintas
nitaria del Espíritu que los fundamenta, se concentra en maneras de cooperación.
el núcleo mismo, que a la vez representa en la actuali- El orden histórico-salvífico seguido por el Símbolo se
dad la porción discutida en la doctrina acerca del orienta por la idea de que el Espíritu Santo continúa la obra
Espíritu Santo: la definición de la realidad «personal» de santificación comenzada por el Padre en el Hijo. Sin
del Espíritu. Semejante intento exige primariamente embargo, en casi todos los credos occidentales, el Espíritu se
una cercioración metodológica. menciona ya en el artículo segundo («concebido [por obra]
del Espíritu Santo»). Las versiones orientales del credo (véase
el NC), en su artículo tercero, tratan más extensamente del
4.2.1. Dificultades y posibilidades Espíritu Santo no sólo en lo que respecta a su relación con el
de una reflexión sistemática Padre y el Hijo, sino también en orden a su acción en la his-
toria de la salvación. Más allá del enunciado de que el
Espíritu habló ya antiguamente en los profetas, algunos sím-
La mejor manera de esclarecer qué metodología hay
bolos confiesan que el Espíritu «descendió sobre el Jordán»
que seguir hoy día en una pneumatología sistemática, (así la versión del credo en Epifanio: DH 44/NR 913; la
consiste en tomar primeramente como punto de partida Hermeneia-Introductio in symbolum: DH 46; el Symbolum
los problemas todavía persistentes de la teología tradi- maius de la Iglesia armenia: DH 48). Aquí se ha conservado
cional acerca de la Trinidad. la convicción bíblica de que «el Jesús pre-pascual es el porta-
dor del Espíritu» (véase 2.3.3.) y se ha indicado que esta ver-

198 199
dad ha de desarrollarse en una cristología pneumatológica. El uno? Por el contrario, habrá que preguntar al Filioque
Símbolo de la Constitución Apostólica (hacia el año 380) occidental hasta qué punto hace justicia al Spiritus crea-
amplía la perspectiva histórico-salvífica: El Espíritu Santo tor y a la cristología pneumatológica (es decir, a la idea
actúa «desde la eternidad en todos los santos» (DH 60); la fundamental de que el Padre, en el Espíritu Santo,
obra de santificación del Espíritu se fundamenta así en su envía al Hijo para la redención). Y para formularlo otra
propia santidad esencial. Se diferencia de ello la continua- vez en términos más generales: la sobre-acentuación de
ción de la obra salvífica, y ésta se caracteriza por una signifi- la unidad esencial en la doctrina occidental de la
cativa sucesión de preposiciones: «Más tarde, Él fue enviado Trinidad ¿no ha hecho que quede excesivamente relega-
a los apóstoles por parte del {para) Padre con arreglo a (kata) da la propiedad relacional de las hipóstasis/personas?
la promesa de nuestro Redentor y Señor Jesucristo, y después
de (meta) los apóstoles, a todos los creyentes en (en) la santa Una segundo grupo de problemas surge con respecto
Iglesia católica y apostólica» (DH 60). Finalmente, la a las analogías trinitarias. El modelo ¿«impersonal,
Fórmula Fieles Damasi (siglo V) llama al Espíritu Santo coae- denominado casi siempre analogía psicológica, se orienta
ternum et cooperantem y, para fundamentar el «equilibrio, la por la autorrealización del sujeto espiritual y entiende la
igualdad y la unidad de acción», recurre a la obra de la crea- procesión del Logos/Yíijo en analogía con el acto de
ción, citando los salmos 33,6 y 104,30 (cf. DMI 15-16/DH conocimiento, y la procesión del Espíritu en analogía
71). como el amor (que supone el conocimiento de la ver-
Evidentemente, son posibles varias perspectivas: el dad). De esta manera, el Espíritu Santo es el «Tercero»,
Espíritu Santo como «Tercero», procedente del Padre y que procede (principaliter) del Padre y (en conexión con
del Hijo o procedente del Padre por medio del Hijo; el el acto cognoscitivo que hace que proceda el Hijo) del
Espíritu como «Segundo», en cuyo poder el Padre envía Hijo. La propiedad personal tanto del Hijo como del
el Hijo al mundo; Hijo (Logos) y Espíritu (Pneuma) Espíritu queda desvaída en este modelo. Esto se aplica
como dos instrumentos (Ireneo: las dos manos), por también a la caracterización (asociada a menudo con
medio de los cuales el Padre actúa. Si las misiones histó- este modelo) del Espíritu como vinculum amoris, como
rico-salvíficas están fundamentadas en las procesiones «vínculo de amor» entre el Padre y el Hijo. Por lo
intradivinas o éstas sólo pueden colegirse de aquéllas demás, para relativizar esta coordinación entre los Tres,
(sin ser comprendidas en sentido pleno), entonces hay bastará con preguntar si el conocimiento de la verdad
que buscar modelos y analogías que sean capaces de no presupone ya una apertura de amor. ¿Es posible
integrar las diversas perspectivas. Según esto, parece expresarprimeramente la relación entre el Padre y el
problemática, por ser unilateral y exclusiva, la fórmula Hijo sin referencia al Espíritu? Y finalmente: ¿se puede
«del Padre sólo». ¿No habrá que expresar, al menos, que comprender que el vínculo de amor que une a ambos
el Padre, del que procede el Espíritu, es siempre el Padre tenga que concebirse como Persona o como relación
del Hijo? Formulándolo en términos más generales: subsistente?
¿Bastará simplemente contemplar las relaciones de ori- Aquí parece que el segundo modelo, el modelo
gen para expresar la riqueza de las relaciones intratrini- ¿«íÉ-rpersonal, posee algunas ventajas, por cuanto el
tarias, sobre todo como fundamento de la entrada en Espíritu aparece como el «co-amado» (condilectus) «per-
relación histórico-salvífica por parte del Dios trino y sonal», aunque —eso sí— otra vez como el «Tercero».

200 201
El límite de la analogía social de la comunión, conside- 4.2.1.2.1. Axioma fundamental en teología trinitaria
rado fundamentalmente, reside en que el ser-de-unos-
con-otros, en los humanos, se experimenta siempre Lo que Karl Rahner denomina «axioma fundamental
como complementación necesaria, mientras que en la de la teología trinitaria», representa la formulación de
Trinidad tiene que contemplarse como perfecta compe- un principio metodológico en teología trinitaria: «La
netración (pericoresis), como insuperable simultaneidad Trinidad «económica» es la Trinidad inmanente, y a la
del ser-sí-mismo y del ser-en-el-otro. inversa».*^ En el debate en torno a este principio meto-
dológico pueden distinguirse tres tipos de argumentos:
El primer tipo viene a ser en definitiva la afirmación
4.2.1.2. Camino de salida: «Axioma de que «Dios en sí y para sí» no es trinitario, sino que se
pneumatológico fundamental» hace trinitario tan sólo en la historia de la salvación.
Ahora bien, esta «manifestación económica» ¿tendrá
En vista de estos problemas pendientes que acaban que ver todavía algo con la «esencia inmanente», cuan-
de esbozarse y de algunos otros de la teología trinitaria do por «Espíritu» no entendemos sino «la experiencia de
tradicional, se recomienda a veces, como salida, el la comunión con la presencia, personalmente actuante,
método de la complementaridad. Según él, no debe de Dios mismo»?20 Está bien atestiguado bíblicamente
absolutizarse ningún concepto guía, ningún modelo de que nosotros experimentamos precisamente en el
analogía, sino que pueden subsistir juntos varios con- Espíritu Santo la presencia de Dios. Desde luego, a mí
ceptos guías o modelos. Debe procurarse, por supuesto, me parece que lo problemático, a este respecto, es cuan-
que el modelo de complementaridad no se convierta a do Lampe confiesa al final que él, para la articulación
su vez en una especie de «supermodelo». Aunque la teo- de la experiencia fundamental cristiana, encuentra
logía sistemática actual debe resistirse a conceder validez menos satisfactorio el modelo trinitario que el «concep-
exclusiva a un solo concepto, a una sola teoría, a un solo to — i n s t a u r a d o r de u n i d a d — de Dios como
modelo explicativo, no debe renunciar tampoco a que Espíritu». 21 A cuanto se me alcanza, queda aquí afecta-
se discuta con argumentos acerca del poder explicativo da la confesión de fe en el Dios trino y uno. 2 2
de teorías, etc., y acerca de su consistencia, coherencia y
posible complementaridad.1 ^
Yo veo un camino de salida en el intento de precisar
19. Así reza la primera formulación en K. Rahner, «Bemerkungen
el «axioma fundamental d§ teología trinitaria» esbozado zum dogmatischen Traktat "De trinitate"», en Schrifien zur Theologie 4,
por Karl Rahner para convertirlo también en el «axioma Einsiedeln 1960, p. 115 [trad. esp.: Escritos de teología, Madrid 1961-
pneumatológico fundamental» de la pneumatología. 1969]. Véase mi estudio crítico en B. J. Hilberath, Der Personbegriff der
Trinitatstheologie, p. 30-54 y 297-308.
20. G. Lampe, God is Spirit. The Bampton Lectures 1976, Oxford
1977, p. 219.
21. Ibíd-, p. 228.
18. En lo que sigue a continuación recojo algunos pensamientos que 22. En una dirección parecida va la crítica de A. I. C. Heron, The
expuse por primera vez en mi artículo: B. J. Hilberath, Zur Personalitdt des Holy Spirit, Filadelfia 1983. En relación con esto, deben discutirse tam-
Heiligen Geistes, en T h Q 173 (1993), p. 98-112. bién críticamente las tesis de M. E. Lodahl, Shekhinah/Spirit.

202 203
Mientras que la línea de esta argumentación es que, 1) Que nosotros no podemos formular enunciados
en definitiva, la Trinidad inmanente no es trinitaria, sobre el Dios trino y uno sino en virtud de la experien-
vemos que al segundo tipo de argumentación, tal como cia de Dios habida en la historia;
se halla representado principalmente en Piet 2) que esas experiencias se derivan de la autorrevela-
Schoonenberg, le interesan dos cosas: En primer lugar, ción de Dios, de su autocomunicación, o llegan a ser
el axioma fundamental en teología trinitaria debe ser posibles por ella;
tomado en serio en el sentido de que nosotros, aparte 3) que podemos, en virtud de la experiencia históri-
de la experiencia de la historia de la salvación, no pode- co-salvífica, comprender últimamente a Dios, no pode-
mos saber nada acerca de Dios. Schoonenberg siente mos fijarlo en definiciones o agotarlo en su esencia;
preocupación por la integridad del concepto antropoló- 4) pero que, sí podemos, si la convicción acerca de la
gico de persona, que él ve en peligro, si al Verbo y al revelación como autocomunicación no se elimina a sí
Espíritu se les designa como Persona en su status o pro- misma, en esas experiencias históricas experimentar al
cessus antes ya de la historia de la salvación. En vez de Dios trino y uno;
eso, él habla de una personalización del Logos y del 5) que de ahí se deduce que nuestros enunciados
Pneuma en la oikonomia. Muy recientemente, teológicos no pueden captar adecuadamente la esencia
Schoonenberg ha tratado de asegurar más su posición de Dios, pero que no son tan inadecuados que nuestras
frente a posibles objeciones. Su argumentación puede experiencias no tengan nada que ver absolutamente con
resumirse en la siguiente frase: «Así los tres, en el acon- la realidad de Dios;
tecimiento de Cristo, llegan a ser algo que no eran 6) que hemos de hacer que nuestras metáforas y
antes, y en ello siguen siendo lo que son».2^ nuestros conceptos se corrijan incesantemente mediante
Al tercer tipo de argumentación desearía definirlo una inmersión en las experiencias fundamentales,
como el intento de tender un puente analógico (o qui- mediante un abrirse al Dios siempre mayor.
zás, para expresar un término que se preste menos a En mi opinión lo decisivo es que el movimiento en
malentendidos: doxológico) entre la articulación de la sentido contrario, que el axiona fundamental quiere
experiencia histórico-salvífica del Dios trino y uno, el describir con la expresión (que suele pasarse por alto en
D'ios-en-sí-para-nosotros, y la expresión balbuceante la lectura) «y a la inversa», permanezca bien presente:
acerca de Dios en su gloria misma, del Dios-ew-íz-para- nuestra vía de conocimiento parte de las experiencias, de
nosotros. El principio de teología trinitaria de Rahner la acción, para llegar a la realidad de Dios; la vía de la
puede desplegarse, creo yo, conforme a su intención revelación de Dios, su salir-de-sí-hacia-nosotros, se reco-
fundamental, en seis enunciados concretos: este princi- noce así como la condición de posibilidad de nuestra
pio afirma: experiencia, de la vía de nuestro conocimiento.

23. P. Schoonenberg, Der Geist, das Wort und der Sohn, 188. Sobre la
confrontación con mi posición, véase el interesante trabajo: id., Eme
Diskussion uber den tnmtanschen Personbegriff Karl Rahner und Bernd
Jochen Hüberath, en ZHTh 111, 1989, p. 129-162.

204 205
4.2.1.2.2. Aplicación del axioma fundamental 4.2.2. Proyecto sistemático: El Espíritu
a la pneumatología de la vida en su realidad «personal»

El principio metodológico, aplicado a la pneumato- Para la trasparencia del método y para la posibilidad
logía, afirma que hemos de partir de las experiencias del de comprobar la argumentación, me atendré estricta-
Espíritu en la historia y tratar de acercarnos así a lo que mente en lo siguiente a las seis etapas parciales que aca-
puede denominarse realidad y personalidad peculiar del ban de mostrarse, referidas al axioma fundamental de
Espíritu Santo. teología trinitaria aplicado a la pneumatología.
Por tanto, la adaptación del axioma fundamental a la
pneumatología significa:
1) Que partimos de experiencias específicas del 4.2.2.1. Punto de partida: Experiencias del Espíritu
Espíritu;
2) que esas experiencias las experimentamos como El intento de hacer justicia a los fenómenos, muy
concedidas gratuitamente por el Espíritu mismo de variados y en parte contradictorios, que se denominan
Dios; «experiencia del Espíritu», tanto en el interior de los
3) que somos mantenemos conscientes de que no Escritos Bíblicos como fuera de ellos, y el intento de
podemos comprender la «esencia» o la «persona» del abrir, a la vez, una vía de acceso inteligente para su
Espíritu Santo; recepción actual, podrá orientarse por el hecho de que
4) que, no obstante, podemos vislumbrarla en la el lenguaje pertinente denota una conexión original
experiencia del Espíritu que se nos concede gratuita- entre «Espíritu» y «vida». Casi siempre se trata de un
mente; significado religioso primordial. Aparte de eso, caracte-
5) que de este modo podemos verificar la adecuación rizan frecuentemente al «Espíritu» las propiedades de
del concepto de persona; «incomunicabilidad» y «poder de comunicación que
6) que nosotros, a partir de las experiencias del crea vinculación».
Espíritu, podemos corregir nuestros conceptos, espe-
cialmente el concepto relativo a la persona.
Estos seis puntos de vista están relacionados entre sí 4.2.2.2. Certidumbre: Experiencia del Espíritu Santo
y en parte se entrecruzan unos con otros; se puede mos-
trar fácilmente que se trata de tres etapas dobles: se trata Con el fenómeno de la experiencia del Espíritu pare-
de nuestras experiencias —en cuanto concedidas gratui- ce que surgió muy pronto, posiblemente desde el prin-
tamente por el Espíritu; no podemos comprender al cipio, el problema del discernimiento de espíritus. ¿Qué
Espíritu— y, no obstante, podemos vislumbrarlo como son espíritus malignos? ¿Qué son espíritus buenos?
Él mismo; aplicamos nuestros conceptos y dejamos que ¿Qué son demonios? ¿Qué son ángeles? E incluso cuan-
se corrijan en esta aplicación. do se experimenta y evoca al «Espíritu» como vivifican-
te, queda la pregunta: ¿Qué es la vida verdadera?

206
207
Aquí interviene el primer criterio: El Espíritu, que 4.2.2.3. Límites de la comprensión
concede gratuitamente verdadera vida, es indisponible.
La vida verdadera no puede sencillamente producirse, Para la cercioración metodológica acentuemos una
pero sí recibirse, conservarse, y también puede perderse vez más: en las reflexiones que vamos a hacer a conti-
y recuperarse. Allá donde esto se verbaliza como expe- nuación, no se trata de especulaciones desligadas a la
riencia fundamental, los hombres hablan de «Espíritu experiencia, sino de la dilucidación que afiance las expe-
de Dios» o del «Espíritu Santo». El segundo criterio se riencias pneumáticas en la realidad misma del Pneuma
concreta así: Aunque es verdad que al individuo se le divino.
concede la experiencia del Espíritu, aunque es verdad Aunque demuestre ser un camino viable partir de las
que algunas personas son poseídas por el Espíritu (claro experiencias de la vida concedida como un don, de la
que pueden serlo también grupos enteros de «profe- libertad otorgada, de la verdad que sustenta, para llegar
tas»), aunque es verdad que cada que persona recibe del a un vislumbre de lo que es la «esencia del Espíritu», y
Espíritu ese don es trasformada y creada de nuevo por para descubrir la misma estructura fundamental en lo
Él, no es menos verdad que ese acontecer «espiritual» se que significa «Espíritu» y «amor», sin embargo no es
orienta hacia la comunidad. El Espíritu hace posible la posible definir al Espíritu Santo (de Dios). ¡Tal cosa
inclinación, la dedicación, la relación, la comunicación, estaría en contradicción precisamente con su esencia! La
la comunión. prueba de fuego de los intentos humanos por verbalizar
Ahora es decisivo lo siguiente: La indisponibilidad o consiste precisamente en dejarse acreditar y corregir en
el carácter de don gratuito no son cosas que se atribu- la experiencia.
yan con el pensamiento a las experiencias del Espíritu Pues bien, si la experiencia bíblico-cristiana atestigua
(supremamente: divino), no son simple interpretación, que «experimentar al Espíritu» significa «experimentar a
sino que son experimentadas conjuntamente, constitu- Dios mismo», ¿qué necesidad hay de una explicación
yen lo que se denomina la «experiencia con la experien- teo-lógica trinitaria y de una explicación pneumato-
cia». lógica para proteger esa experiencia?
Aquí hay que buscar, a la vez, la razón de la expe-
riencia de la confesión cristiana de fe en la «personali-
dad» del Espíritu Santo: en las experiencias pneumáti- 4.2.2.4. Posibilidades de comprensión
cas no se muestra un poder divino impersonal, anóni-
mo, sino la presencia activa y eficaz de Dios mismo. El Ahora bien, ¿cómo puede captarse la personalidad
don presenta a la vez al Donante. del Espíritu Santo, y en qué relación se halla con la per-
De la experienciajdel Espíritu puede deducirse que sonalidad del Padre y del Hijo? ¿Hay algo común en la
Aquel que hace posible que se sea persona en libertad y correspondiente personalidad? ¿Qué sentido tiene con-
comunión, no puede ser entendido como-apersoaaL fesar la existencia de un Dios personal en tres Personas?
El que quiera abrir una vía antropológica de acceso a
la pneumatología podrá comenzar por lo que —en el
sentido normal— se considera una nota característica

208 209
universal del Espíritu: «el poder-ser del Uno en o junto sí de tal manera el desprendimiento de sí mismo y la
al Otro». Es obvio describir como amor, en el plano referencia a sí mismo, el Espíritu Santo puede designar-
interpersonal, esta relación de hacer partícipe o de ser se precisamente como «el Ser de Dios en persona que
hecho partícipe. está-en-el-otro-de-sí-mismo».2^
Es corriente en la teología trinitaria y en pneumato- El Espíritu Santo es el acontecer del encuentro amante,
logía definir, por un lado, en su totalidad la realidad de el espacio en cuyo interior el que el Padre y el Hijo se sobre-
Dios como Espíritu y Amor, y determinar, por otro pasan a sí mismos, y los vincula juntamente en unidad en
lado, precisamente esas dos características como notas el amor. Por eso, Espíritu y Amor —como características de
específicas del Espíritu santo-sanador. Si esta regulación la vida divina— son a la vez la nota específica del
del lenguaje dificulta más bien la determinación de la Espíritu Santo.
índole del Espíritu, y sin embargo se retiene, entonces
vale quizás la pena el intento de tomar precisamente
como hilo conductor esa doble caracterización para 4.2.2.5. Conclusión: Adecuación del concepto de persona
definir la índole, el lugar y la función del Espíritu en el
Dios trinitario y relacional. De ahí se deduce ahora la posibilidad de explicar el
Si la realidad del Espíritu se efectúa en el Ser-salien- ser personal trinitario y lo específico de la «tercera
do-de sí y en el Ser-con-el-otro, y si hay que decir de Persona». Pertenece esencialmente a la definición de la
Dios que Él está siempre fuera de sí junto al otro, y que persona su ser-en-relación: el hecho de que la vida
así está consigo mismo; si el amor acontece en el extáti- humana, desde el comienzo, deba caracterizarse como
co salir-de-sí y ser-uno-solo-con-el-otro, y si hay que vida personal, tiene su razón última en la convicción de
decir de Dios que Él se abre siempre al otro, es uno solo que todo ser humano ha sido llamado por Dios a la
con él en amor y de esta manera Él es El mismo, enton- existencia, ha sido interpelado por Él, ha sido animado
ces el «Espíritu Santo» representa exactamente ese acto por el soplo de su Espíritu y ha sido llamado al encuen-
en el que el Padre en el Hijo está en el otro de sí mismo tro —un encuentro que ha de colmarlo plenamente—
y, a la vez, está siempre consigo mismo, y en el que el con Él. En el plano antropológico, la vida personal apa-
Hijo en el Padre está con el otro y, a la vez, está consigo rece como fruto del encuentro con el semejante; se rea-
mismo. El Espíritu Santo es el «Espacio», el «Medio», el liza en relaciones esenciales (¡«personas de referencia»!).
«Acontecer», en el que el Padre y el Hijo están siempre Ser-sí-mismo, poseerse-a-sí-mismo, llega a ser posible
consigo y con el otro, «referido a sí mismo en un des- en el encuentro con otro ser-sí-mismo. Por eso, la rela-
prendimiento aún mayor de sí mismo».2^ Uniendo en ción no es simple accidente, es decir, algo que sobreven-
ga posteriormente al ser de la persona, de tal manera
que la relación significara un manifestarse de sujetos
24. Véase, a este propósito, E. Lessing, Art. «Geist/Heihger que en sí mismos estaban constituidos ya autónoma-
Geist/Geistesgaben», V. Dogmatisch und Ethisch, en Theologtsche
Realenzyklopadie 12, p. 218.
25. Esta expresión se deba a E. Jüngel, Gott ais Geheimnis der Web, § 26. Cf. J. Werbick, Trinitatslehre, 4.5.5 («Selbsthabe und
20 («Der Gott, der Liebe ist. Zur Identitat von Gott und Liebe»). Selbsthingabe»).

210 211
mente. No, sino que hay que admitir: la persona y la damental del ser-persona: Él no es sólo el con-dilectus, el
relación se pertenecen esencialmente. Tercero co-amado, en el que se sobrepasa y se abre la
Aparece menos claro en esta concepción el que no comunidad dual del amor recíproco del Padre y del
sólo se trate de un llegar-por-otros-a-sí-mismo, sino el Hijo y donde precisamente vuelve a vincularse {vincu-
que esto implique también un mutuo darse espacio, un lum amoris = vínculo de amor). Es más todavía, es el
abrirse recíproco de espacios de encuentro: «El hombre que concede plenamente espacio a la compenetración, a
es aquel que ha llegado a ser a través del encuentro con la pericóresis del Padre y del Hijo, Aquel cuyo ser-sí-
otros seres humanos. Es aquel a quien otros seres huma- mismo se realiza en la desinteresada posibilitación de la
nos se han ofrecido como espacio para su encuentro compenetración. Así que el Espíritu no procede poste-
consigo mismo. En una palabra, si el hombre quiere riormente —como la Tercera Persona— de las Personas
encontrarse consigo mismo, tendrá que encontrar a que se constituyen ya por sí o recíprocamente como la
otro ser humano que se haga internamente libre para Primera y de la Segunda Persona sino que se muestra —
él».2? Lo que está siempre en peligro y realiza incom- en Persona— como el espacio abierto siempre del
pletamente el ser personal humano como «personalidad encuentro interpersonal.2^
corporal» en el proceso de la vida, eso está siempre reali- Si entiendo bien las cosas, la concepción pneumato-
zado ya en la «trinitaria Personalidad» de la lógica presentada recientemente por M. Welker va en la
«Personalidad de Dios que sale al encuentro». 28 misma dirección. Mientras que mi interés, hasta ahora,
Tal como documenta el uso de las metáforas correla- se había dirigido más intensamente hacia los presupues-
| tivas «Padre/Hijo» y el modo de hablar de las relaciones tos intratrinitarios de la personalidad económica del
mutuas (del origen), las Personas trinitarias se pueden Espíritu Santo, Welker desarrolla —desde la perspectiva
definir únicamente en su ser propio cuando se expresa económica— el concepto del Espíritu Santo como
en palabras su ser-en-relación. En el Padre como el «Persona pública».^ Si se pregunta acerca de la perso-
Origen de la deidad se abre el espacio del encuentro, se nalidad del Espíritu Santo en el sentido de un centro
concede al Hijo la perfecta participación en la vida divi- individual de acción, «entonces... somos remitidos a
na. Este acto es a la vez el acto de la mutua donación de Jesucristo. Él es el centro primario de acción, el centro
t espacio, de la perfecta correspondencia del Padre y del individual-humano, del Espíritu». 31 Sin embargo, esto
' Hijo. Y este acto, a su vez, es la común apertura del —según Welker— es «una presentación reduccionista
Padre y del Hijo hacia el Espíritu que los une, al que del Espíritu» e «incluso en las conexiones extrateológi-
dan participación y corresponden perfectamente, lo cas no teológicas no constituye una comprensión sufi-
mismo que ellos reciben participación de El, que corres-
ponde a ellos perfectamente. Precisamente en la
«Persona» del Espíritu Santo se aclara así un rasgo fun- 29. En la misma dirección van los pensamientos de H. U. v.
Balthasar, «Der Heilige Geist ais Liebe», en id., Spírítus Creator, Skizzen
zur Theologie III, Einsiedeln 1967, p. 106-122; id., «Pneuma und
Institution», en id., Pneuma und Institution, Skizzen zur Theologie IV, p.
27. L. Lies, Sakramententheologie. Eine persónate Sicht, Graz 1990, Einsiedeln 1974, p. 201-235.
p.35. 30. Cf. M. Welker, Gottes Geist, p. 287-290.
28. Ibíd., p. 34. 31. Ibíd., p. 287.

212 213
dente de la persona... Tan sólo en el intercambio con ciones existentes en la sociedad familiar (padre — madre —
un entorno social configurado, un centro individual de hijo) y en la sociedad formada por un varón y una mujer.
acción se convierte en la persona», cosa que Welker, Fundó su rechazo en que no son el varón y la mujer juntos
siguiendo a N . Luhmann, formula también de la los que constituyen la imagen y semejanza de Dios, sino que
siguiente manera: «Tan sólo mediante un ámbito de cada ser humano es imagen y semejanza de Dios. De ahí
resonancia un centro de acción se convierte en la perso- dedujo la conclusión de que el acto inmanente que el indivi-
duo realiza en su mente es lo único que puede aducirse como
na».-32 analogía, aunque no dejó de acentuar los límites que tiene
incluso esta imagen. Ahora bien, si el varón y la mujer, el
Excursus: La «feminidad/maternidad» del Espíritu y su ser padre y la madre son imagen y semejanza de Dios, no podrá
específico de Persona rechazarse la idea de utilizar cualidades masculinas y femeni-
nas, cualidades paternales y maternales como imágenes para
¿Podrá presentarse intuitivamente la realidad del hablar de Dios y de su conducta con los seres humanos.
Espíritu Santo mediante propiedades «femeninas» o
Si se tiene en cuenta el carácter metafórico de los
«maternales»? ¿Qué significa esto para su ser de
enunciados teológicos, entonces es legítimo hablar, refi-
Persona?
riéndose a Dios, de cualidades y formas de conducta
Las experiencias de Dios atestiguadas en la Sagrada
masculinas y femeninas, paternales y maternales, por-
Escritura nos hacen comprender que Dios no es un ser
que responde a nuestra posibilidad humana de expe-
determinado sexualmente; Dios no es ni varón ni
riencia y de lenguaje. Queda abierta la pregunta de si
mujer. Sin embargo, la Biblia habla de Dios como
existe «lo típicamente femenino» y «lo típicamente mas-
padre y madre, es decir, la conducta de Dios con los
culino». En todo caso, las correspondientes caracteriza-
hombres se compara con la conducta de un padre o de
ciones se hallan determinadas por la cultura y, por
una madre hacia sus hijos. Este carácter metafórico de
tanto, necesitadas de crítica constante.
la manera de hablar de Dios es fácil que pase inadverti-
do. En todo caso, es sorprendente que la crítica de la Hay testimonios en la teología siria y en la iconogra-
teología feminista contra una imagen de Dios determi- fía cristiana que atribuyen preferentemente cualidades
nada unilateralmente por un carácter masculino y femeninas y maternales al Espíritu Santo (véase
patriarcal ha vuelto a llamar la atención sobre el hecho 3.3.2.2.). Asimismo, dentro de la perspectiva aquí
de que también el hablar de Padre y de Hijo y el hablar adoptada, resulta obvia la atribución (o apropiación)
de la generación intradivina es un lenguaje en imáge- especial de cualidades femeninas y maternales a Dios
nes, y así se ha sentido en la tradición cristiana. Espíritu Santo: el Espíritu aparece como quien desinte-
resadamente da en sí espacio para el otro; como quien
En lo que se refiere a las relaciones intratrinitarias, la pos- crea confianza primordial y estimula el desarrollo de la
tura de Agustín fue aquí de influencia decisiva. Agustín personalidad; como quien genera el espacio para el
rechazó la idea de aplicar a Dios en sentido análogo las rela- encuentro, para el llegar a ser humano en comunión.
De esta manera, el originarse y desarrollarse de la relación
divina —en cuanto relación de Dios con nosotros y vice-
32. Ibíd., p. 287s.

214 215
versa— puede describirse intuitivamente como acontecer al mismo tiempo, al Espíritu Santo —por su ser-
en el Espíritu Santo. Persona— el carácter de modelo. Este carácter reside
Por el contrario, ver también al Espíritu —en la principalmente en que el modelo trinitario y, en forma
estructura de las relaciones intratrinitarias— en el «rol específica, el modelo pneumatológico de ser-Persona
de madre» o en el rol de mujer, conduce rápidamente a revela que pertenece esencialmente al ser-Persona el
los límites de las posibilidades del lenguaje con sentido. retirarse-a-sí y conceder-espacio-a-otros, y que ese acto
En cuanto Madre del Hijo, el Espíritu Santo sería «La es un acto inmanente que no significa pérdida de sí
Segunda». Por el contrario, si se le atribuye el tercer mismo. Lo que caracteriza a la imagen ideal de la perso-
rango, entonces él/ella tendría que designarse como nalidad humana no es el hecho —etiquetado eufemísti-
Hija del Hijo (o junto al Hijo). En este aspecto, la camente como autonomía y autarquía— de que el indi-
estructura familiar no puede ser imagen fiel de las rela- viduo se afirme desconsideradamente a sí mismo o se
ciones intratrinitarias. De todas formas, estos límites separe, sino el que de manera abierta y vulnerable
hay que tenerlos también en cuenta en la relación exponga el propio sí-mismo al otro y el otro se aporte
Padre-Hijo, tan corriente en la conciencia cristiana. así receptivamente a sí mismo y deje que se disponga de
sí. «En todo caso, los seres humanos sobre los que ha
sobrevenido el Espíritu, se experimentan a sí mismos
4.2.2.6. Aplicación: Corrección de la como los que se retiran en libertad como los que crean
anticipación antropológica espacio a otros, en favor del desarrollo de otros
actores».34
La realidad del Espíritu Santo puede concebirse par- Por tanto, el hecho de tener en cuenta la corriente
tiendo de las experiencias del Espíritu y del Amor, aun- inversa del discurso teológico significa en este caso: si la
que —eso sí— teniendo en cuenta la desemejanza aún personalidad se entiende a partir de la autorrealización del
mayor que existe en toda manera análoga de hablar.^ sujeto autónomo, constituido para sí, entonces parece que
Por eso, hay que tener en cuenta la mencionada la Persona del Espíritu Santo se retira por completo en la
corriente inversa del hablar teológico: partiendo de la autorrealización intratrinitaria. Por el contrario, si la per-
experiencia que el Espíritu Santo hace que se tenga de sonalidad se entiende a partir de aquel movimiento en el
Él, se iluminan también de nuevo las experiencias que el sujeto espiritual, amante, se sobrepasa a sí para ser sí
humanas fundamentales. mismo en el otro, entonces el Espíritu Santo aparece preci-
Las exposiciones que se han hecho hasta ahora, per- samente como prototipo del ser-persona. El Espíritu Santo
miten vislumbrar en qué aspecto le puede corresponder, está en sí al hacer que el Padre y el Hijo, al estar en el otro,
estén en sí mismos.
33. Con los conceptos «Espíritu» y «Amor» se sintetizan experiencias.
El contenido de las experiencias puede aclararse, expresando verbalmente
las diversas experiencias con ayuda de metáforas, a base de las cuales se
estructuran luego los conceptos. Véase a propósito, tanto en el aspecto
metodológico como en el del contenido, lo que dice J. Moltmann, Der
Geist des Lebens, p. 281-324. 34. M. Welker, Gottes Geist, p. 273.

216 217
4.2.2.7. Síntesis: Modelo integrativo junta. Al mismo tiempo se deduce la posibilidad de una
y experiencia cristiana primordial mutua dilucidación de Espíritu, Amor y Persona.
La vida, la verdad y la libertad pueden definirse, ade-
El axioma fundamental de teología trinitaria, con- más, como características del obrar histórico-salvífico
cretado pneumatológicamente, puso en nuestra mano del Espíritu en su diferenciada relación mutua desde la
una regla hermenéutica en la que hay seis puntos de unidad del ser y de la acción trinitarias. Teniendo en
vista que se entreveran entre sí: se trata de identificar cuenta la convicción de fe de que la acción histórico-
experiencias como experiencias del Espíritu (Santo), en salvífica del Dios trino y uno es, sí, una acción indivisa,
las que se experimenta al Espíritu como el que se retira y pero que se presenta como diferenciada unidad de
como el que inconfundiblemente obra en nosotros, de tal acción, podrá formularse:
manera que podemos caracterizarlo como Persona, —El Padre —en el Hijo como Mediador de la crea-
estando nosotros dispuestos a la vez a la revisión de ción— concede graciosamente la vida a las criaturas, y
nuestra comprensión anterior de lo que es la persona. en Él —como el único Mediador salvífico entre Dios y
Deletreándolo pneumatológicamente, se deduce: en las los hombres (cf. lTim 2,5)— concede graciosamente
experiencias de vida verdadera y de libertad verdadera, vida nueva eterna. Lo que acontece por medio del Hijo,
los seres humanos se experimentan como obsequiados llega en el Espíritu a hacerse realidad en la creación y en
con la plenitud de amor infinito. Lo que sobrepasa a las la nueva creación, de tal manera que tanto la vida como
posibilidades humanas, y por tanto no se puede estable- la nueva vida se llama vida por el Espíritu y desde el
cer ni se puede lamentar, se sustrae al concepto y al Espíritu del Padre y del Hijo.
acceso, y no obstante es creador de realidad. Lo que — El Hijo es la Palabra de la vida y de la verdad, que
ayuda así a los seres humanos para la vida, para la ver- corresponde perfectamente al Padre, la autocomunica-
dad, a la libertad, puede designarse con entera razón ción del Padre. La autorrevelación del Padre al Hijo en
como realidad personal. Por cuanto esa realidad perso- el Espíritu se manifiesta a los hombres como autocomu-
nal nos proporciona posibilidades que nosotros mismos nicación del Dios trino y uno por medio del Espíritu,
no podemos fundamentar, y está activa de una manera por cuanto el Espíritu recuerda la verdad revelada en el
que en el ámbito interhumano no puede realizarse sino Hijo e introduce más profundamente en ella.
a modo de tanteo y siempre de manera fragmentaria, tal — El Espíritu Santo hace partícipe en el amor que
realidad habrá de caracterizarse mediante un concepto abre a la vida verdadera. El Padre y el Hijo se sobrepa-
de Persona que no se fundamenta análogamente par- san a sí mismos en la libertad del Espíritu, que abre el
tiendo desde abajo, sino que se hace evidente desde espacio de un encuentro de amor y que en el amor vin-
arriba de manera dialógica y dialéctica. cula en la unidad. Este acto de la vida y de la verdad es,
El modelo aquí esbozado se propone la integración como acontecer de libertad, la autorrealización del Ser
de las dos analogías preferentemente empleadas en la personal que es espiritual y amante.
teología trinitaria. El modelo de la autorrealización Las funciones histórico-salvíficas del Espíritu Santo
espiritual se recoge en la autorrealización interpersonal, como el Espíritu de la vida, de la verdad y de la libertad
que debe entenderse como un acto de realización con- son despliegues de su propio Ser personal. Están fundamen-

218 219
todas en su función intratrinitaria como espacio de vida, hasta las fronteras mismas de lo expresable. Por eso,
de verdad y de libertad, en las cuales las Personas divinas para terminar, es aconsejable y adecuado recordar la
se sobrepasan, un espacio en el que, al ser y estar en el otro, experiencia cristiana primordial que hace posible el
son y están ya siempre consigo mismas. poder hablar de esta manera. En el aspecto pneumato-
El Padre y el Hijo se sobrepasan en la libertad del lógico, «la verdad sencilla» dice así: En el Espíritu de la
Espíritu que abre el espacio del encuentro de amor y en vida y de la verdad, que es el amor de Dios en persona, un
el amor vincula en la unidad. Este acto de la vida y de amor que se apodera de nosotros, que nos da espacio en
la verdad, como acontecer de libertad, es la autorrealiza- libertad y que nos conduce a la unidad en comunión, no
ción del Ser personal que es espiritual y amante. El sólo recibimos un don sino que el Dador mismo es quien
Espíritu santo y sanador hace partícipe en el amor que está en nosotros y se halla presente en medio de nosotros. Lo
abre a la vida verdadera.^5 que el Padre ha hecho en el Hijo por nosotros, por nuestra
Lo que se dice en general de la teología trinitaria — salvación, está aquí presente en el Espíritu santificador-
que es «la expresión indispensablemente difícil de la sanador; Él es la llegada de Dios a nosotros, Dios mismo
sencilla verdad de que Dios vive, porque Dios vive como como don. La teología de la gracia tiene que considerar
amor» ^6— ; s e confirma en la pneumatología. El como uno de sus temas el que la recepción, la aceptación
modelo esbozado se atreve a llegar —incluso en el misma llega nuevamente a ser posible gracias al Espíritu.
modo de hablar remitiendo y expresando metáforas—

4.2.3. El Espíritu del Padre y del Hijo —


35. La caracterización de la realidad del Espíritu Santo por medio de Referencias para el entendimiento ecuménico
expresiones «siempre ya» no debe entenderse erróneamente en el sentido
de una imagen estática de Dios. Incluso en la metafísica occidental del
espíritu de Aristóteles y Hegel, espíritu significa vida y proceso. Con M. Partiendo del esquema aquí presentado, ¿lograremos
Welker, hay que ver la diferencia decisiva en el hecho de que Hegel conci- alguna orientación para resolver la controversia en
be «la vitalidad y libertad del espíritu únicamente como vital y —en todas torno al Filioquéi
las relaciones con lo otro— como libre estar-en-si-mismo, como producir-
se-a-sí-mismo y como retorno hacia sí» {Gottes Geist, 279). Lo que en la
perspectiva de Hegel aparece como grandioso proceso del auto-devenir del
espíritu absoluto, es — desde la perspectiva cristiana — el drama de la his- 4.2.3.1. Sobre el estado del debate en torno al Filioque
toria de amor de Dios con los hombres, del Dios que se abre libremente a
lo no-divino, que se da generosamente y que hace libres. A pesar de toda
la simpatía hacia la espiritualidad de una theobgia negativa, me parece a El problema de derecho eclesiástico, surgido por la
mí que, para conservar y acreditar exactamente esa experiencia fundamen- inserción posterior del Filioque en el Símbolo del año
tal, es indispensable hablar del Dios trinitario-fw-íz-para nosotros. 381, ha perdido —gracias al movimiento ecuménico—
36. E. Jüngel, Das Verhaltnis von «okonomischer» und «immanenter»
Trinitdt. Erwdgungen über eine biblische Begriindung der Trinitatslehre - im
su dinámica de desunión de las iglesias, porque las
Anschíuj? und im Auseinandersetzung mit Karl Rahners Lehre vom dreifalti- comunidades eclesiales del Occidente se inclinan a
gen Gott ais transzendentem Urgrund der Heilsgeschichte, en ZThK 72 retornar al texto original del Credo.
(1975), p. 353-364; ahora también en id., Entsprechungen: Gott -
Wahrheit - Mensch. Theologische Erorterung, Munich 1986, p. 265-275, La Conferencia Episcopal Internacional de los Viejos
especialmente: 265. Católicos confirmó en 1970 la supresión del Filioque,
220 221
emprendida ya en 1875. La Conferencia de Lambeth de Por parte occidental el cuadro es muy variado.
1978 recomendó a las iglesias miembros de la Comunión Algunos votan en favor de la legítima coexistencia de
Anglicana la omisión del Filioque; esta omisión se llevó a la diferentes formas de expresión del Credo, que en el
práctica con motivo de la entrada en funciones del arzobispo fondo es común, y piensan que los esfuerzos teológicos
de Canterbury en 1980. La Comisión de Fe y Constitución por llegar a un entendimiento y a fórmulas de compro-
del Consejo Mundial de las Iglesias expresó en 1979 la reco- miso son algo así como intentar la cuadratura del círcu-
mendación de «que se reconociera y se restaurara en todas lo.
partes como normativa la forma original del artículo tercero
Con frecuencia se hace la oferta de renunciar en la
del Credo, sin el Filioque, de tal manera que la cristiandad
entera pudiera confesar con esta forma su fe común en el liturgia al uso del Filioque, a condición de que las igle-
Espíritu Santo».^ Por parte católica, los papas Clemente sias ortodoxas no condenen fundamentalmente como
VIII (1592-1605) y Benedicto XIV (1740-1758) ofrecieron herético el Filioque, sino que admitan la posibilidad de
ya la renuncia a la fórmula; desde 1752 no es ya obligatoria una interpretación legítima del mismo, por ejemplo, en
para las iglesias orientales unidas con Roma. En 1973 el epis- el sentido de una complementaridad entre el per Filium
copado griego decidió la omisión en la versión griega del y el Filioque. Y. Congar cree que «la solución ideal sería
Símbolo. En 1981, en la ceremonia de conmemoración del que un nuevo concilio común completara el símbolo,
1600 aniversario del Concilio de Constantinopla, el papa tomando, por ejemplo, los términos de Jn 15,16 y
Juan Pablo II omitió el Filioque. 16,14-15 [el Espíritu toma de y revela lo que el Hijo ha
La discusión en el plano teológico-dogmático se pre- recibido del Padre], pero evitando toda ambigüedad».38
senta mucho más complicada. La tesis propuesta en
1892 por Bolotov (+1900), de San Peterbursgo, espe-
cialista en historia eclesiástica, de que se tolerase el 4.2.3.2. Sobre las posibilidades de entendimiento
Filioque como una opinión teológica privada, encuentra
hasta el día de hoy, por parte ortodoxa, patrocinadores y 4.2.3.2.1. Intereses diferentes
adversarios radicales. Para unos, en la cuestión del
Filioque se siguen sintetizando las diferencias funda- Entre los teólogos que consideran necesario un
mentales entre el Oriente y el Occidente, que van amplio entendimiento en materia de teología dogmáti-
mucho más allá de la doctrina de la Trinidad y que se ca, algunos creen que esos esfuerzos se encuentran aún
expresarían principalmente en la eclesiología cristomo- en una fase muy inicial, mientras que otros llegan a
nística del Occidente y en sus correspondientes estruc- hacer propuestas concretas de fórmulas teológicas
turas. Otros apelan a la común tradición patrística y al comunes. Durante las consultas celebradas de la
hecho de que el Filioque, durante el primer milenio, no Comisión de Fe y Constitución se propusieron las
fue un obstáculo para la comunión entre las iglesias. siguientes fórmulas:
— El Espíritu procede del Padre del Hijo
—el Espíritu procede del Padre por medio del Hijo
37. «Bericht: Das Filioque aus bkonomischer Sicht», en L. Vischer
(dir.), Geist Gottes — Geist Christi. Okumenische Überlegungen zur
Filioque-Kontroverse, ÓR.B 39, Francfort 1981, p.23. 38. Y. Congar, El Espíritu Santo, Hender, Barcelona 1991, p. 645.

222 223
—el Espíritu procede del Padre y recibe del Hijo —el 4.2.3.2.2. Problemas comunes
Espíritu procede del Padre y descansa en el Hijo
—el Espíritu procede del Padre e ilumina por medio Para avanzar aquí un primer paso, hay que recordar
del Hijo.39 ante todo lo que nos dice la historia de los dogmas, a
El debate teológico para el que se concibieron estas saber, que la divinidad y consubstancialidad del Espíritu
propuestas, debe tomar como punto de partida los dife- Santo pudo definirse solemnemente, una vez ya aclara-
rentes objetivos y configuraciones de la teología trinita- da la relación entre el Padre y el Hijo. El punto de par-
ria, a fin de situar correctamente la controversia en tida fue y sigue siendo la experiencia histórico-salvífica
torno al Filioque. Se advierte aquí que el Oriente conce- de que en Jesús de Nazaret Dios mismo nos sale al
de mucho valor a la monarquía del Padre; Él es el ori- encuentro: Dios Hijo que, desde la eternidad, está
gen de la divinidad, a partir de Él se constituyen las unido con el Padre. Ahora bien, puesto que el Espíritu
hipóstasis del Hijo y del Espíritu Santo; por medio de —según acentúan Atanasio y Basilio— debe conside-
ese origen —cuya diferenciación se fija por medio de rarse tan inseparablemente unido con el Hijo, como el
los verbos proienai (proceder) y ekporeuesthai (salir Hijo lo está con el Padre, «el Espíritu debe ser adorado
de)— queda garantizada su consubstancialidad (igual- y glorificado juntamente con el Padre y el Hijo». El
dad de esencia). Las hipóstasis estarían caracterizadas hecho de que el Espíritu proceda del Padre garantiza su
únicamente por esas procesiones, de tal manera que la divinidad. Ahora bien, en el Símbolo del 381 no se
concepción de que el Espíritu procede del Padre y del reflejó primariamente la procesión inmanente-trinitaria,
Hijo, «por decirlo así como de un solo principio», con- tanto más que la referencia al proceder del Padre está
fundiría la diferenciación de las hipóstasis; tal procesión integrada, como prueba de la divinidad, en las demás
tendría que brotar en último extremo de la esencia predicaciones divinas que se hacen del Espíritu (Señor,
común, de tal manera que en definitiva el Espíritu pro- Vivificante, Espíritu de la profecía). En todo caso, en la
cedería de sí mismo. historia de la salvación se experimenta al Espíritu como
El Occidente, por su parte, ve garantizada la consubs- el Espíritu del Padre y del Hijo, como el Espíritu que
tancialidad precisamente por el Filioque. A causa de la viene del Padre y descansa sobre el Hijo, como el
unidad de esencia, el Hijo participa en la procesión del Espíritu que es enviado por el Hijo (desde el Padre) a
Espíritu, pero lo hace communiter, no principaliter los suyos. Conforme al principio de teología trinitaria
(comunitariamente, no en primer rango); además, pare- que habla de la correspondencia entre la Trinidad eco-
ció necesario diferenciar al Hijo y al Espíritu por una nómica y la Trinidad inmanente, habrá que tener en
relación de origen con respecto al Hijo, que constituye- cuenta esa multiformidad y reciprocidad en la explora-
ra al Espíritu. ción de las relaciones inmanente-trinitarias.
Esto exige como siguiente paso un entendimiento
justamente acerca de ese principio. La teología oriental
corre el peligro, por la postura apofática radical
—intensificada por Palamas (véase 3.3.3.3.)— de per-
39. Cf. L. Vischer (dir.), Geist Gottes—Geist Christi, p. 20. der la posibilidad de hablar de una autocomunicación
224
225
de Dios en su economía; de esta manera, la Trinidad Estas reflexiones concuerdan con el modelo desarro-
inmanente podría quedar soteriológicamente sin fun- llado en 4.2.2., que pretendía integrar la autorrealiza-
ción alguna. Así que habrá que preguntarse por qué el ción espiritual en el acto del amor interpersonal. «Con
«por medio de», «con» e incluso «y», que da expresión a ello, cada hipóstasis divina retiene su propio misterio
la experiencia histórico-salvífica, no se aplica también indisoluble: el Padre, el misterio de que puede ser por
(al Hijo), cuando se habla de las relaciones intratrinita- completo autoentrega {relatio) y —no obstante— el
rias. Por otro lado, habrá que pregundar a la teología que se entrega a sí mismo; el Hijo, el misterio de que él,
occidental hasta qué punto con el Filioque tan sólo se como Palabra [= Verbo] que responde, en su entrega al
afianza o se asegura en sentido inmanente-trinitario un Padre puede participar de tal modo en el poder de ori-
único aspecto de la experiencia histórico-salvífica. En gen de éste que juntamente con ese poder no sólo sea el
efecto, mientras que —en el modelo oriental— la Amor, sino que pueda también hacelo proceder; el
comunicación por medio del Hijo queda inexpresada, Espíritu, el misterio de que él, que es suprema libertad
vemos que en el modelo occidental, especialmente en el divina y soberana, sólo puede ser plenamente como
de sello agustiniano, no aparece ya claramente que el abandono total y existencial de sí al Padre y al Hijo ».^1
Espíritu procede también del Padre por medio del Hijo;
Como Amor que concede espacio y que vincula en la
que el Hijo es también receptor y no sólo dispensador
unidad, el Espíritu Santo es el éxtasis del Amor que se
del Espíritu.
sobrepasa a sí mismo y su fruto como el unidor Ser-que-en-
En un tercer paso, hay que preguntar a ambas con- el-otro-está-consigo. Y, así, el Espíritu no sólo procede del
cepciones si basta con captar exclusivamente las relacio- Padre y del Hijo como divino Sobrepasarse a sí mismo y
nes intratrinitarias como relaciones de origen. En efec- como divino Vínculo de amor en persona, sino que tam-
to, con ello no se expresa adecuadamente la reciproci- bién el Padre y el Hijo, cada uno a su manera —en el
dad en las relaciones, y la idea de la pericóresis carece Espíritu—, salen de sí hacia el otro. Así, el Padre, de quien
aquí de sólidos cimientos. Parece, pues, más adecuado procede el Espíritu, no sólo es desde la eternidad el Padre
no definir sólo a las personas divinas a partir de su rela- del Hijo, sino que lo es desde la eternidad en el Espíritu, lo
ción hipostática de origen, sino el verlas más bien a mismo que el Hijo, desde la eternidad, es en el Espíritu el
cada una de ellas como «foco de varias relaciones». Hijo del Padre.
Entonces podría renunciarse a la distinción entre un
plano de constitución y un plano de relación en el
ámbito de la Trinidad intradivina. También la monar- 4.2.3.3. Sobre la relevancia de la «dobleprocedencia»
quía del Padre aparecería «como mediada por las rela-
ciones trinitarias». ° La controversia en torno al Filioque ¿no será una
controversia por naderías, un enfrentamiento de sutile-
zas académicas o de espíritu de contradicción en filigra-
40. W. Pannenberg, Systematische Theologie 1, Gotinga 1988, p. 348-
353. Véanse ahora también sus reflexiones pneumatológicas en id., 41. H. U. v. Balthasar, Theologik 3: Der Geistder Wahrheit, Einsiedeln
Systematische Theologie 2, Gotinga 1993, p. 13-24. 1987, p.l99s.

226 227
ñas canónicas? Tanto en la historia como en la contro- paralizadora de perjudicarse a sí mismo o incluso de
versia actual entrarán en juego diversos motivos. No perderse a sí mismo. Al Espíritu Santo de Jesucristo lo
debemos precipitarnos a negar por principio que, detrás experimenta aquel que asigna a las leyes y normas el
de las controversias, existan objetivos serios, preocupa- puesto que les corresponde en una perspectiva espiri-
ciones serias por la existencia de la fe cristiana y de la tual, es decir, aquel que tiene en cuenta la letra, pero la
Iglesia. lee espiritualmente. Al Espíritu santo-sanador de
Por eso, me parece que está indicado decir unas pala- Jesucristo lo puede experimentar aquel que se vuelve
bras sobre la relevancia de esta cuestión para nosotros hacia los desfavorecidos en la sociedad, aquel que des-
hoy. De cualquier manera que se diferencie y que se confía de todas las seguridades humanas y puede orien-
relacione mutuamente la relación del Espíritu con el tarse con esperanza hacia el futuro cada vez mayor de
Padre, por un lado, y con el Hijo, por el otro lado, lo Dios para todos.
decisivo es que el Espíritu santo-sanador es experimen- Estas pocas indicaciones bastarán para explicar la
tado y conocido por nosotros como el Espíritu del relevancia de la confesión de fe en el Espíritu Santo
Padre y del Hijo. ¿Qué significa esto? El Espíritu Santo como el Espíritu del Padre y del Hijo. Habría que
es el Espíritu del Padre: Él es el Espíritu del Dios a quien preguntar a la abundante literatura espiritual de las igle-
nosotros, en el credo, confesamos como el Padre, el sias y también de otras religiones, más aún, a los
Todopoderoso, el Creador del cielo y de la tierra. Por testimonios literarios procedentes de todas las culturas,
tanto, un criterio para el discernimiento de espíritus en para saber con qué criterios han contribuido en este
la Iglesia y en el mundo será el de saber si el Espíritu al punto.
que nos referimos puede mostrarse o acreditarse como La pneumatología aquí presentada, que trata de des-
el Espíritu de ese Dios. Hay experiencia del Espíritu cribir la realidad del Espíritu santo-sanador mediante
>anto-sanador allá donde se crea vida, donde se conser- las metáforas centrales de don, vida, verdad, libertad y
va, estimula y consuma vida. El Espíritu de Dios, el amor, puede sintetizar en la siguiente fórmula abreviada
Espíritu santo-sanador actúa allá donde no son fantasías la relevancia existencial de la confesión de fe en el
de omnipotencia sino visiones de amor las que determi- Espíritu del Padre y del Hijo: Como el don del desbor-
nan la acción de los seres humanos. Al Espíritu santo- dante Amor divino, de ese Amor que crea espacio para
sanador lo experimenta aquel que puede tener la expe- otros, el Espíritu Santo nos trae la vida del Padre y nos
riencia de que el amor «todo lo puede». Al Espíritu atestigua la verdad del Hijo, al introducirnos en la liber-
santo-sanador lo experimenta aquel que experimenta de tad de los amigos de Dios.
tal modo a Dios como Padre que también puede invo-
carle como Madre.
El Espíritu Santo es el Espíritu del Hijo, el Espíritu de 4.3.1 Espíritu de la vida nueva
Jesucristo: el que apela al Espíritu santo-sanador, tiene
que ir en pos de Jesucristo. Al Espíritu santo-sanador lo El Espíritu Santo es el don del Amor divino, en el
experimenta para sí y para otros aquel que es capaz de que el propio Dador se halla presente y actúa. En el
salir de sí y de ir hacia los otros, sin sentir la angustia Espíritu, Dios sale de sí, Dios da espacio a la creación,
228 229
Dios es el poder santificador-sanador que concede vida fica dar espacio a otra vida, respetarla y estimular su
a todas las criaturas, mantiene esa vida, la renueva y la libertad.
consuma. El Espíritu Santo de Dios fundamenta la vida La realidad del Espíritu muestra la misma estructura
nueva en verdad y libertad. que la realidad del amor: se realiza en el ser-saliendo-de-
En las páginas que siguen se analiza este regalo de la sí y en el ser-con-el-otro. De ahí podemos deducir un
vida nueva, efectuado por el Amor divino, en sus face- tercer criterio: la vida acorde con el Espíritu es vida en
tas más importantes. relación. Esto presupone la disposición para el éxtasis,
para salir de sí, para encontrarse a sí mismo en el otro y
con el otro. Así como el Espíritu actúa en la creación,
4.3.1. La vida nueva como vida acorde con el Espíritu sin restringir la libertad de la misma, y sin dejar de ser
el indisponible Espíritu de Dios, así también el ser con
El olvido del Espíritu, descrito en el capítulo prime- el otro no significa ni ejercer violencia sobre el otro ni
ro, sobre todo la esclerosis o el encasillamiento de los tampoco anularse a sí mismo.
elementos espirituales y carismáticos de la vida de la La experiencia de la vida, atestiguada en la Sagrada
Iglesia, puede conducir a que se busque al Espíritu Escritura e interpretada en la fe, demuestra que los
Santo allá donde se rompen fijaciones, se quebrantan hombres, las criaturas entregadas a su libertad se escla-
costras y se busca la vitalidad. En esta situación es vizan constantemente a poderes que no son Dios o que
importante el discernimiento de espíritus: ¿Qué signos son contrarios a Dios. De esta manera se ha llegado a
vitales son signos del Espíritu Santo vivificador? ¿Qué saber que se depende siempre del Espíritu de Dios, de
vida nueva será vida acorde con el Espíritu? un Espíritu que libera y que vivifica de nuevo. De ahí
Del testimonio bíblico se deduce un primer criterio: nace un cuarto criterio que proporciona orientación por
la vida del hombre, lo mismo que la vida de toda la cre- dos lados: vivir por el Espíritu Santo de Dios significa
ación, se debe a la acción vivificante del Espíritu divino. desligarse de toda falsa seguridad, a saber, de la seguridad
Por tanto, el respeto a todo lo que vive es una postura afincada en la propias capacidades, y hacerse libre para
profundamente espiritual. La vida y la vitalidad no pue- recibir el regalo de la vida verdadera que nos hace ver-
den hacerse, e incluso para el mantenimiento de la vida daderamente libres. A la vez, vivir por el Espíritu de
y la conservación de la creación los hombres dependen Dios significa volverse hacia toda criatura oprimida,
del poder vivificante del Espíritu de Dios. Vivir signifi- explotada y esclavizada.
ca: existir por el poder del divino Espíritu creador y Los coherederos del reino de Dios, los colaboradores
existir para El. en la comunión de la vida nueva en verdad y libertad,
La creación como lo que no es Dios, como lo que es saben muy bien que son siervos inútiles que aguardan la
distinto de Dios, puede y debe existir, porque Dios consumación, la plenitud de la vida por obra del
—en su Espíritu— da espacio a la creación, la cual sale Espíritu del Padre y del Hijo. Y, así, podemos formular
de la plenitud de Dios, porque Dios hace que la crea- como quinto criterio: vivir por el Espíritu Santo de Dios
ción sea libre. De ahí se deduce un segundo criterio para significa acompañar todos los esfuerzos propios con la
la vida acorde con el Espíritu: vivir por el Espíritu signi- reserva escatológica; en el testimonio que se dé de la

230 231
razón de la esperanza que nos llena (cf. IPe 3,15) Espíritu, que en la teología medieval llegó incluso a desapa-
implorar de Dios que no nos avergoncemos de esa espe- recer en la doctrina de la gracia.
La orientación bíblica fundamental ayudó a los reforma-
ranza en el Espíritu y el que confiemos en la revelación
dores a un redescubrimiento de esa dimensión, sin que de
definitiva de la razón de la vida que nos sustenta. ahí naciera una doctrina pneumatológica de la creación. Con
Vivir por el Espíritu de Dios significa: aceptar la vida respecto a la correspondencia mutua entre la creación y la
como un regalo, dar espacio a otra vida, vivir en relación, nueva creación, Lutero habló del «doble Espíritu que Dios
dejarnos liberar y liberar a otros, a pesar de todo el com- da al hombre: el Espíritu vivificante y el santificante». Al
promiso propio aguardar de Dios la consumación. Como Espíritu creador se refiere Lutero repetidas veces, cuando
una especie de fórmula abreviada puede valer la siguiente explica el capítulo primero del Génesis; Lutero interpreta él
frase tomada de la Cuarta Plegaria Eucarística: Para que en sentido pneumatológico la complacencia de Dios en su
«no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él, que por creación, una complacencia expresada ya en Gn 1,1 ó en Gn
nosotros murió y resucitó, envió, Padre, desde tu seno al 1,4a. «Con ello, la conservación graciosa del cosmos, en con-
tra de todos los poderes del Caos, se convierte en una apro-
Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de
piación del Espíritu Santo». ^ La referencia de la pneumato-
santificar todas las cosas, llevando a plenitud su obra en el logía al mundo, no expuesta extensamente en Lutero, fue
mundo». desarrollado de manera singular por Calvino basándose en el
Antiguo Testamento. Lo propio del Espíritu Santo reside en
que El hace que sea actualmente eficaz y se realice la obra del
4.3.2. El Espíritu y la creación Padre y del Hijo. Forma parte de eso —ciertamente en orden
a la acción redentora— la realización de la acción creadora
4.3.2.1. La problemática del Padre. Calvino vio la acción del Espíritu sobre todo en el
orden y disposición de la creación, así como en los dones,
Según el Símbolo, principalmente la nueva creación incluidos los carismas políticos.
(santificación) y la consumación se consideran como En lo sucesivo, también la teología reformista se limita en
obra especial del Espíritu Santo. En la medida en que buena parte al aspecto soteriológico. El dualismo, asentado
esa acción del Espíritu se entiende como nueva forma- por Descartes (+1650), entre el espíritu y la materia, fomen-
ción y consumación de la creación, vuelve a adquirir tó la tendencia subjetivista del pensamiento intelectual y la
actualidad el discurso sobre el Espíritu creador. equiparación idealista entre espíritu y conciencia. La reac-
ción en contra condujo a una separación entre el Espíritu
Por tanto, aunque la acción del Espíritu se halla bajo el divino y el espíritu humano, que hizo que fueran aún más
signo de Pascua y de Pentecostés, parece lamentable que la escasez en el discurso sobre el Espíritu, los elementos de la
dimensión pneumatológica de la fe bíblica en la creación se experiencia.
haya descuidado tanto —en parte— en la historia de la teo-
logía. Esa dimensión se encuentra presente sobre todo en el
pensamiento de la patrística griega y, partiendo de allí, ha lle-
gado también en cierto grado hasta la teología ortodoxa con- 42. M. Lutero, Tischrede [«Conversaciones de sobremesa»] 5817 (WA
5, 367).
temporánea. Al Occidente latino le interesó casi exclusiva- 43. M. Beintker, Creator Spiritus. Zu einem unerledigten Problem der
mente, desde un principio, la función soteriológica del Pneumatologie, en EvTh 46 (1986), p. 12-36.

232 233
La retrospectiva histórica nos ofrece el siguiente mularse dos ideas directrices: a) El espíritu no se iden-
resultado en cuanto al aspecto pneumatológico que tifica con la conciencia, aunque la conciencia humana
aquí nos interesa: «Tan sólo una nueva comprensión del represente una intensificación especial del espíritu de
Espíritu en conexión con los enunciados bíblicos acerca vida, b) La capacidad de lo que vive para autotrascen-
de su papel en la creación y con la mirada puesta en la derse debe entenderse como una tendencia hecha posi-
posible aportación de una doctrina del Espíritu a una ble por Dios y orientada hacia la consumación en el
teología de la naturaleza, podrá superar las estrecheces Espíritu Santo de Dios. «La autotrascendencia de la
subjetivistas de la piedad cristiana tradicional y del pen- vida se presenta, pues, simultáneamente como una acti-
samiento cristiano en sus ideas acerca del Espíritu». vidad del ser vivo y como efecto de una fuerza que eleva
La teología habla de la naturaleza refiriéndose a ella constantemente al ser vivo por encima de sus barreras y
como la creación obrada por el Espíritu Santo de Dios. precisamente así le proporciona su vida».^5 Cuando,
En el intento por definir la relación entre el espíritu con la mirada puesta en el proceso de evolución, se
humano y el Espíritu divino y por presentar al Espíritu habla del espíritu como de la faceta interior de la mate-
Santo como el principio vital de la creación, hay que ria, eso no debe entenderse erróneamente como si el
tener en cuenta los criterios para el discernimiento de la Espíritu de la vida fuera el automovimiento autónomo
vida que corresponde al Espíritu Santo: la creación, la e independiente de la creación. Por consiguiente, aquí
naturaleza, la vida y el espíritu humano existen J>or obra hay que distinguir entre el espíritu h u m a n o y el
del Espíritu divino vivificante y dependen de El perma- Espíritu divino. Por otro lado, el concepto teológico de
nentemente. El lenguaje acerca del Espíritu creador no la autotrascendencia no significa que la vida creada y el
debe oscurecer el factor de su indisponibilidad. Además, la espíritu finito se eleven paulatinamente a sí mismos
creación debe contemplarse siempre desde la perspectiva de hasta alcanzar al Espíritu de Dios. No, sino que el
la nueva creación: la creación es también creación destrui- Espíritu de Dios está actuando siempre en ellos, sin pri-
da, caída, oprimida, necesitada de liberación, que aguarda varlos de su libertad y sin dejar de seguir siendo el
la consumación. Espíritu indisponible de Dios: la independencia (relati-
va, por ser concedida como un don) de la creación no
disminuye, sino que se intensifica en la cercanía del
Espíritu de Dios. El Espíritu Santo concede graciosa-
4.3.2.2. La creación en el Espíritu Santo
mente la posibilidad de vivir de manera más integrada y
con mayor capacidad de relaciones.
En la historia reciente de la teologíahan sido sobre
todo Paul Tillich (véase 4.1.1.1.) y Pierre Teilhard de A causa de la inconstancia del hombre, de su infide-
Chardin (+1955) quienes han estudiado de nuevo el lidad y de su estar-cautivo-en-sí-mismo, la creación y la
tema de la conexión entre el espíritu y la vida o entre el vida se hallan en constante peligro. «En vista de eso, las
espíritu y la materia. Siguiendo su enfoque, pueden for- experiencias de atención amorosa, de confianza mutua,

44. W. Pannenberg, Der Geist des Lebens, p. 39. 45. Ibíd.,p. 51.

234 235
experiencias que den sentido y esperanza a nuestra vida, a la nueva creación del hombre, de la sociedad humana
tienen que afectarnos precisamente como un acontecer y de la creación entera.
sobrenatural, tanto más cuanto que nuestra vida
adquiere por ellas una permanente identidad e integri-
dad, a pesar de su fragilidad y de sus riesgos. Y precisa- 4.3.3.1. El Espíritu Santo y el hombre nuevo
mente de esta manera el mensaje cristiano, con su pro-
mesa de una vida nueva que no ha de estar ya sujeta a la Tan sólo una nueva creación del hombre, es decir,
muerte, comunica una nueva e inquebrantable confian- una nueva creación que llegue hasta las raíces y que
za, una nueva presencia del Espíritu».^ afecte a lo más íntimo del corazón, podrá hacer que en
La creación, hecha pore Dios en el Espíritu, es el espacio de la creación las cosas vuelvan a ajustarse a la
buena, pero se halla amenazada constantemente por el voluntad de Dios y se hallen en consonancia con el
hecho de que los hombres no cumplen con la responsa- Espíritu Santo. Nacida de esta idea, la esperanza se diri-
bilidad (fundada en el Espíritu) que les incumbe con ge hacia la acción regeneradora escatológica de Dios: Él
respecto a lella. Intereses rivales, de carácter egoísta y concede un corazón nuevo, un espíritu nuevo (cf. Ez
explotador, ponen en peligro la salud de la creación 36) para que el hombre —nacido de nuevo por el
entera. Por eso, para la conservación de la creación y Espíritu (cf. Jn 3,1.13)— pueda participar en el reino
para el fomento de la vida es necesaria la acción del de Dios y pueda hacer realidad la nueva comunión de
Espíritu, que nos ayuda en nuestra debilidad (Rom vida. El don del Espíritu significa la promesa de que esa
8,26). vida nueva es posible, e implica la tarea de hacer reali-
La pneumatología tiene también la tarea de denunciar dad ya desde ahora esa vida nueva y de vivir por el
la opresión del Espíritu divino creador y de dar expresión a Espíritu recibido. Pablo, a este propósito, habla de la
la esperanza en la nueva creación. Por tanto, vivir con oposición entre «espíritu» (pneuma) y «carne» (sarx),
arreglo al Espíritu Santo significa también actuar en favor entre una vida que se orienta por el Espíritu de Dios, y
de la conservación de la creación y del fomento de la liber- una vida que deja rienda suelta al propio egoísmo a
tad y la justicia. costa de los demás (véase especialmente Gal 5).
Con una mirada retrospectiva a la perspectiva evolu-
tiva de la creación.^? esbozada en 4.3.2., podemos for-
4.3-3. Espíritu y nueva creación mular ahora las siguientes ideas: la acción regeneradora
del Espíritu se orienta hacia un cambio del hombre y de
A partir de lo esbozado hasta ahora puede llevarse su forma fundamental de vida. Es verdad que hay tam-
adelante el discurso sobre el Espíritu de la vida nueva, bién animales que muestran conductas sociales, más
que obra la liberación, la renovación y la consumación aún, éstas pueden conducir incluso al sacrificio de sí
de la creación. Las pertinentes promesas bíblicas se mismos (según la creencia popular, el pelícano alimenta
refieren a la efusión escatológica del Espíritu de Dios y
47. En este punto debo muchas sugerencias a G. TheiKen, Biblischer
46. Ibíd., p. 55. Gtaube in evolutionarer Sicht, Munich 1984.

236 237
con su propia sangre a sus polluelos; en la Edad Media solo bautismo para remisión de los pecados», un bautis-
se veía aquí un símbolo de Cristo Redentor). Sin mo de agua y Espíritu Santo, nace «de lo alto/de
embargo, esa conducta parece limitarse a la conserva- nuevo». Con ello es hecho partícipe de la vida nueva, la
ción de la propia especie. Asi lo confirma el hecho de cual se alimenta por la comunión en los dones santos de
que puede observarse que no son los más fuertes (en la eucaristía. En el Espíritu Santo ha llegado a existir una
sentido físico) los que se imponen, sino los más coope- nueva creación, el hombre es capaz ahora de superar la
rativos, que se ven recompensados por la selección. En conducta egoísta, de romper la repetición obsesiva de for-
el marco de su evolución cultural, el hombre ha desa- mas de conducta heredadas, de sustraerse a la espiral de la
rrollado nuevas formas de comportamiento social, que violencia y de escapar del mecanismo de echar siempre la
rompen el marco del propio grupo y que pueden incluir culpa a otros, un mecanismo que necesita siempre un chivo
precisamente a los débiles, a los perjudicados y a los expiatorio. «Así que ahora no valoramos a nadie con cri-
desfavorecidos. Claro que este cambio de conducta de terios humanos... De modo que si alguien vive en
base biológica no se da sencillamente como (parte de Cristo, es nueva criatura; lo viejo ha pasado y ha apare-
unas) dotes básicas fijas, sino que ha de adquirirse, afir- cido algo nuevo. Todo viene de Dios, que nos ha recon-
marse y desarrollarse una y otra vez. Los seres humanos, ciliado consigo mismo por medio de Cristo y nos ha
precisamente en sus formas negativas de conducta, son confiado el ministerio de la reconciliación» (2Cor 5,16-
determinados con frecuencia más intensamente por lo 18).
adquirido que por la herencia biológica. En esta con-
ducta egocéntrica y asocial, los seres humanos aparecen
a menudo como peores que animales, en efecto, apare- 4.33.2. El Espíritu Santo y la nueva comunión de vida
cen como animales que se muerden y se devoran unos a
otros (cf. Gal 5,15). Entonces, una vida por el Espíritu
El hombre vive en relaciones; la renovación del hom-
Santo de Dios se halla en confrontación con las pautas
bre se orienta a la renovación de su capacidad de enta-
de conducta fundamentados biológicamente y (quizás
blar relaciones. Por eso, en las reflexiones que se hicie-
en mayor grado todavía) culturalmente: unas pautas
ron en la sección anterior se habló ya de la nueva comu-
que no raras veces se etiquetan como «típicamente
nión de vida de los hombres renovados por el Espíritu
humanos» e imposibles de superar.
de Dios. Vamos a fijar ahora especialmente nuestra
La fe cristiana confiesa que Dios —en Jesús de mirada en esa comunión, porque la realización de la
Nazaret «concebido por obra del Espíritu Santo, nacido nueva comunión de vida no sólo está en peligro por la
de la virgen María»—, efectuó un nuevo comienzo en la recaída de sus miembros en una conducta contraria al
historia de la creación. Con ello no se niega o se depre- Espíritu, sino también por la ambivalencia inherente a
cia la creación de Dios, que como tal es buena, sino que toda institucionalización y a la formación de estructu-
se renueva, porque se rompen desde dentro las conduc- ras. Vamos a considerar dos factores: la tendencia a des-
tas pecaminosas y las estructuras de pecado de la convi- lindarse del exterior y el peligro de caer en esclerosis
vencia humana, que habían llegado a hacerse superpo- institucional en el interior.
derosas. La fe cristiana confiesa que el hombre, en «un

238 239
4.3.3.2.1. No es posible apropiarse del Espíritu Santo comunidades eclesiales. El concilio no sólo ve en ello
una comunión en muy diversos dones espirituales, sino
El primer problema —nuevamente desde la perspec- que habla también de «verdadera unión en el Espíritu
tiva de la teoría de la evolución— puede describirse así: Santo, ya que Él ejerce en ellos su virtud santificadora
«Experimentamos en la historia de la religión el conflic- con los dones y gracias» (Lumen gentium 15). La
to entre el espíritu no-santo de la conducta religiosa Constitución sobre la Iglesia da un paso más todavía,
orientada hacia la selección y el «Espíritu Santo» de un cuando considera que todos los hombres están ordena-
movimiento dirigido conscientemente en dirección dos de alguna manera al pueblo de Dios. Es obra del
opuesta a la del principio de la selección».^8 En la his- Espíritu o de la gracia divina el que los hombres bus-
toria de Israel y de la Iglesia puede verse la tensión entre quen a Dios, sigan su conciencia y actúen de acuerdo
la conciencia de la elección, que trata de excluir a otros con ella (cf. Lumen gentium 16). Esto no hace que dis-
y que pretende reclamar la vida nueva como posesión minuya la tarea misionera; porque «el Espíritu Santo la
adquirida, y la crítica profética contra esa falsa certeza impulsa [a la Iglesia] a cooperar para que se cumpla el
de la salvación: falsa porque se funda en hombres. En el designio de Dios, quien constituyó a Cristo principio
Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica Romana expuso de salvación para todo el mundo» (Lumen gentium 17;
claramente, a este propósito, que la renovación de la cf. Adgentes divinitus 3s y 24).
Iglesia es signo e instrumento de la nueva comunión de
vida. La imagen de la Iglesia como cuerpo de Cristo,
que podría entenderse erróneamente como si la Iglesia 4.3.3.2.2. El Espíritu Santo no se deja fijar
fuera una prolongación de la encarnación, se relativiza
mediante la visión de la Iglesia como sacramento del Cuando se acentúa actualmente en la Iglesia que «el
Espíritu para el mundo. El Espíritu Santo es el princi- Espíritu sopla donde quiere», esto lleva unida una críti-
pio vital de la Iglesia, la cual sirve como instrumento -. ca contra una excesiva institucionalización de lo caris-
para la acción salvífica (cf. Lumen gentium 8 y 48). El mático y lo profético en la comunidad de fe. Claro que
Espíritu es el que congrega a los hombres en la Iglesia; hay que tener cuidado de que esta crítica justa no caiga
por tanto, la pertenencia a la Iglesia «no deben atribuir- ' a su vez en la falsa alternativa «carisma o institución».^
la a los méritos propios, sino a una gracia singular de Aquí lo que conviene es ensamblar la dimensión pneu-
Cristo»; no es, por tanto, un privilegio ni una garantía matológica con la dimensión cristológica: el Espíritu
individual de la salvación, porque no basta estar «en el» Santo es el Espíritu del Padre y del Hijo; introduce más
seno de la Iglesia «en cuerpo», pero no «en corazón»» profundamente en la verdad, pero no anuncia nada
(Lumen gentium \ A). nuevo, sino la vida nueva revelada en Cristo a partir del
Además, la Iglesia sabe que está unida con los her- Padre. En consonancia con la estructura encarnatoria o
manos y hermanas que se hallan en otras iglesias y
49. Véase, a este propósito, ei extenso volumen de la
Wissenschaftliche Gesellschaft für Theologie T. Rendtorff(dir.), Cbarisma
48. Ibíd., p. 196. undInstitution, Gütersloh 1985.

240 241
sacramental de la acción salvífica divina, el Espíritu se Gaudium et spes 21 y 33). La Iglesia, como pueblo de
vincula a la Sagrada Escritura, a la proclamación y a los Dios en peregrinación, se halla en camino hacia la con-
sacramentos y —en cierta forma también— a la acción sumación de la historia de la salvación, una consuma-
ministerial de la Iglesia (una acción que está ordenada ción que es obra del Espíritu (cf. Lumen gentium 48-
como un servicio a lo que se ha mencionado antes). 50).
Esto no significa ni un automatismo de la salvación A propósito de la cuestión de la «maternidad» del
(inspiración verbal, sacramentalismo) ni una potestad Espíritu Santo (véase 4.2.2.5./excursus), se dijo que el
humana o ministerial para disponer sobre la acción del Espíritu hace posible y estimula nuestra relación con
Espíritu (clericalismo). No, sino que a la libre vincula- Dios. Si esta idea se amplía eclesiológicamente, enton-
ción del Espíritu le corresponde la libre autovinculación ces diremos que el Espíritu Santo es madre de los cre-
de los hombres y de la Iglesia, el confiarse a las formas yentes (cf. Jn 3,3-6) y madre de la Iglesia. Aquí arrojarí-
de acción del Espíritu Santo. Y, así, la palabra de la an nueva luz algunas imágenes de la teología patrística:
Escritura se desvela únicamente en una lectura espiri- para la teología occidental es familiar la imagen de la
tual; los sacramentos son eficaces únicamente cuando Iglesia que brota del costado abierto del Crucificado
los creyentes se abren orando «en el Espíritu y en la ver- exaltado, del cual mana sangre y agua. Mientras que
dad» (Jn 4,23), invocan al Espíritu y dejan que Él les aquí se define en sentido cristológico y sacramental el
toque el corazón y los envíe;^0 por eso, el testimonio origen de la Iglesia, vemos que la pneumatología siria
dado por los ministros tiene credibilidad únicamente (véase 3.3.3.2.) amplía esta imagen mediante la idea del
cuando se dejan guiar por el Espíritu, cuando entienden Espíritu Santo como la «costilla del Logos». Según esta
el don del Espíritu que se les ha concedido graciosa- concepción, la Iglesia no brota inmediatamente del cos-
mente no como posesión, sino como promesa y oferta. tado del Crucificado sino que es formada por el
El carisma y el ministerio no constituyen una oposir Espíritu Santo, que es tomado como costilla del costado
ción (también el ministerio es don del Espíritu), pero se del Logos. Como modelo tipológico sirve la creación de
hallan en tensión mutua. Al ministerio le corresponde los hombres: así como Eva fue formada de la costilla de
la tarea de fomentar en el Espíritu Santo la gran varie- Adán y se convirtió en la madre de la vida, así también
dad de carismas y hacer que éstos sean eficaces para la el Espíritu —como costilla del Logos— se convierte en
edificación de la comunidad. El ministerio, por su la madre de la vida nueva, la madre que reúne a los
parte, tiene que recurrir a los dones del Espíritu, espe- nacidos del Espíritu de Dios y los congrega en la nueva
cialmente a la crítica profética. El Concilio Vaticano II comunión de vida que es la Iglesia. Tenemos, pues, los
afirma que es una necesidad renovarse a sí mismo ince- siguientes paralelos: Adán—Logos, Eva-Espíritu, vida de
santemente «bajo la acción del Espíritu Santo» (Lumen los hijos de los hombres-vida de los hijos de Dios (en la
gentium 9; cf. LG 48; Presbyterorum Ordinis 22; Iglesia). La que está en analogía con Eva, la madre de la
vida, es la madre de la vida nueva. Pero esta madre no
es la Iglesia ni lo es tampoco María (como «madre de
50. Esta perspectiva de la doctrina de los sacramentos aparece expuesta los creyentes»), sino el Espíritu Santo. El recuerdo de
con especial claridad en: H. Vorgrimmler, Sakramententheologie, Leitfaden esta imagen de la teología siria puede contribuir
Theologie 17 (Dusseldorf 1987).

242 243
a la necesaria corrección pneumatológica de la eclesiolo- te en repasar de nuevo la manera de hablar de la Iglesia,
gía. de los sacramentos y de la vida del mundo futuro, den-
El Espíritu Santo concede graciosamente la vida revela- tro de una perspectiva pneumatológica. En segundo
da en Cristo a partir del Padre. Él capacita a los hombres lugar, creo que puedo limitarme aquí a palabras clave
para superar las formas de conducta egoísta heredadas y porque todas las exposiciones que se han hecho hasta
adquiridas, y para edificar una comunión de verdadera ahora, estaban proyectadas de tal manera que la dimen-
vida y de verdadera libertad. sión de la experiencia se hallaba siempre presente, al
La Iglesia, que está al servicio del Espíritu como instru- menos de manera implícita.
mento de su acción santificadora-sanadora, está caracteri- La primera parte del título, «Campos de experiencia,
zada permanentemente por la tensión entre el vincularse hoy», no debe entenderse equivocadamente en sentido
del Espíritu y la acción libre e indisponible de este actualista. Mostraremos que los terrenos que hoy son de
Espíritu. La Iglesia no vive de sí, sino del Espíritu divino interés actual, representan al mismo tiempo los campos
vivificante no vive para sí misma, sino que se realiza exis- «clásicos» de la experiencia del Espíritu Santo.
tiendo para otros. Como sacramento del Espíritu para el Ordeno las palabras clave sirviéndome de cinco
mundo, también ella camina hacia la consumación, hacia metáforas centrales, que he puesto de relieve en la
la comunión —obrada por el Espíritu— de todos los hom- pneumatología en sentido estricto. Por tanto, esta coor-
bres en la comunión con el Dios trino y uno. dinación no es arbitraria y, por otro lado, no debe
entenderse tampoco erróneamente como el encasillado
forzoso en un sistema.
4.4. Campos de experiencia, hoy -
Palabras clave para la vida espiritual
4.4.1. Don: El movimiento carismático
El título de esta última parte del capítulo cuarto hay
que tomarlo muy en serio: no se trata de nada menos, La primera metáfora central para denominar la
pero tampoco de nada más, que de algunas palabras acción y la realidad del Espíritu Santo se llama don. El
clave para la vida espiritual. No es una piadosa estrofa Espíritu Santo es el don del amor divino, que nos trae
final, porque por vida espiritual yo entiendo toda la vida, verdad y libertad. En relación con esto, la metáfo-
existencia cristiana como vida por el Espíritu santo y ra «don» pone de relieve vigorosamente el carácter de
sanador, el Espíritu del Padre y del Hijo. El hecho de regalo y la indisponibilidad del Espíritu santo y sana-
que me limite a presentar aquí tan sólo palabras clave, dor.
depende —en primer lugar— de que aquí se traspasa ¿Por qué relaciono aquí esta metáfora con la palabra
exactamente el umbral de la pneumatología en sentido clave «movimiento carismático»? Lo hago, porque pien-
estricto a la pneumatología en sentido amplio, a saber, so que en esta perspectiva se puede enunciar de manera
en el sentido del artículo tercero del Credo. Así que con objetiva la finalidad y los peligros de los movimientos
el presente tratado nos hallamos en el punto de transi- carismáticos.^ 1 De este movimiento de piedad, «el
ción a los demás tratados dogmáticos, cuya tarea consis- mayor que ha habido en la historia»,^2 cuyos miembros

244 245
se estiman en más de tres millones, forman parte como Cuando asocio el movimiento carismático con la
corrientes principales el Movimiento Pentecostal clásico palabra clave «don», querría llamar la atención, por otro
aparecido en 1901, el Movimiento de Renovación lado, sobre el peligro o sobre el flanco débil de esas
Carismática aparecido igualmente en los Estados corrientes. Es obvio que no trato aquí de formular con-
Unidos durante los años sesenta y que en el año 1967 denas; pero, en el sentido del discernimiento de espíri-
prendió también en la Iglesia Católica, el Movimiento tus, es preciso formular algunas preguntas críticas. Creo
del Neopentecostalismo, surgido en forma paralela, y que las personas que forman parte de esos movimientos
quizás también los integrantes de la «tercera ola», «los deben interrogarse hasta qué punto consideran siempre
denominados cristianos evangelicals [= evangélicos con- los carismas extraordinarios como dones de gracia del
servadores] u otros cristianos..., que desde los años Espíritu Santo, es decir, de qué modo se guardan de
ochenta -sin hallarse vinculados directamente con el administrarlos casi como si fueran su propiedad caris-
Movimiento Pentecostal o con el Movimiento mática, y de reclamarlos incluso como una propiedad
Carismático- desarrollan una piedad concentrada en el de la que tienen la exclusiva. En este contexto incluyo
Espíritu Santo y en la experiencia del Espíritu».53 Es también las dos preguntas que Yves Congar formuló a
común a estos movimientos o a sus miembros la aper- los movimientos carismáticos. El dominico francés y
tura hacia el don o los dones del Espíritu. A diferencia veterano especialista en eclesiología advierte contra una
de lo que ocurre en buena parte de las iglesias tradicio- equivocada «inmediatez» de la experiencia, que se salta
nales, los creyentes cuentan con la vigorosa acción del la mediación histórica y social de las experiencias; en
Espíritu en ellos y en su comunidad. Al Espíritu deben segundo lugar, él observa, al menos en una parte de los
los hombres, por ejemplo, el don de hablar en lenguas, movimientos carismáticos, una disminución de los
el don de la oración y especialmente el don de obrar compromisos sociales o políticos.^
curaciones en diversos aspectos. Con estos tópicos se Tal vez podamos considerar como un primer fruto
caracteriza un movimiento al que se puede atribuir en de la acción del Espíritu el que el movimiento carismá-
sentido positivo el avivamiento de la fe demasiado tico y la comunidad cristiana tradicional se estimulen
anquilosada e intelectualizada. recíprocamente y se esfuercen en común por obtener
los criterios para discernir la acción del Espíritu santo y
sanador. Como sugerente palabra clave podría citarse al
51. Apenas puede abarcarse con la mirada la bibliografía que hay sobre
este tema. Remito a las siguientes exposiciones y a la bibliografía que se
final una diferenciadora postura ante el tema de las
indica en ellas: M. Welker, Gottes Geist, 20-27; Ch. Schütz, Einfiihrungin curaciones carismáticas: «Las curaciones carismáticas
die Pneumatologie, Darmstadt 1985, p. 274-281, quien se basa extensa- son completamente inexplicables y, por tanto, signos
mente en: Y. Congar, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona ^1991), p. impredecibles. No conocemos ninguna manera en que
353-404; F. A. Sullivan, Die charismatische Erneurerung. Wirken undZiele,
Graz 1984; C. Heitmann/H. Mühlen (dirs.), Erfahrung und Theologie des Dios dé un signo, sin que Él manifieste las intenciones
Heiligen Geistes, Hamburgo/Múnich 1974; H. Meyer y otros, que tiene con respecto a nosotros. Parece que Dios,
Wiederentdeckung des Heiligen Geistes, Ókumenische Perspektiven 6,
Francfort 1974.
52. M. Welker, Gottes Geist, p. 21. 54. Cf. Y. Congar, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1991, p. 370-
53. M. Welker, Gottes Geist, p. 23. 375.

246 247
algunas veces, anuncia su intención de curar como res- —en una teología pneumatológica— hacer referencia al
puesta a una oración, para que la gente en general ore carácter de don gratuito de la nueva vida. Mantener
con confianza. Dios no sólo puede curar, sino que Él presente este carácter es, entre otras cosas, tarea de la
quiere también curar. Pero, aparte de una revelación oración, de la liturgia en general y de la celebración de
privada, yo no veo que alguien pueda saber si Dios va a los sacramentos en particular. 5"
responder, y hasta qué punto va a hacerlo, a las oracio-
Que el Espíritu y la oración se hallan íntimamente
nes que piden curaciones. Podemos estar seguros de que
relacionados «en sentido fundamental», «se debe tanto a
Dios escucha y responde a las oraciones que se le diri-
la peculiaridad del Espíritu como a la de lo que que por
gen con fe plena. Pero hay más que una sola clase de
los cristianos se denomina oración».57 Según el testimo-
victoria sobre la muerte... Cuando oramos pidiendo la
nio de la Sagrada Escritura, nuestra oración se realiza en
curación, no damos órdenes a Dios diciéndole cómo
el Espíritu Santo (cf. Jn 4,21-24), más aún, el Espíritu
tieneque oír nuestras oraciones. Nosotros oramos con
Santo mismo es quien ora en nosotros (cf. Rom 8,26s),
absoluta confianza en la solicitud amorosa de Dios por
el Espíritu es quien hace posible que invoquemos
las personas enfermas, pero oramos también con el
\AbbalV2Aie. (cf. Rom 8,15; Gal 4,6). Por tanto, ora-
conocimiento modesto de que, como Marta y María,
mos en el Espíritu, y lo que oramos no es —decisiva-
no sabemos qué clase de victoria sobre la muerte va a
mente— otra cosa que el Espíritu mismo (cf. Le
redundar en mayor gloria de Dios».55
11,13). La actitud fundamental del orante es la de
abrirse a la acción del Espíritu. La estructura funda-
mental del texto de la oración es el agradecimiento por
4.4.2. Vida: Oración, liturgia, sacramentos la acción salvífica del Dios trino y uno: en el Espíritu
damos gracias por medio de Jesús al Padre por lo que el
El Espíritu Santo, como el don del Amor divino, es Padre ha hecho en nosotros —en el Espíritu— por
para nosotros el regalo de la vida divina. Después que medio de Jesús.
he intentado ya describir, en la sección 4.3., lo que Tal es la «ley de la estructura cristológico-trinitaria
podemos entender por una vida acorde con el Espíritu, de la liturgia».58 «El Espíritu de quien se habla en la
sorprenderá posiblemente que asocie aquí esa palabra liturgia, es el Espíritu del Padre, de Jesucristo y de la
clave «vida» con la oración, la liturgia y los sacramentos. Iglesia. La liturgia se interesa principalmente por las
Aquí hay que tener en cuenta, como es natural, el acciones del Espíritu: por su acción creadora, vivifica-
entrecruzamiento íntimo de las cinco palabras clave, es dora, conservadora de la vida, sanadora y salvadora; el
decir, que dar testimonio de la verdad significa también
vida, que la libertad concedida graciosamente por el
Espíritu hace posible la vida para nosotros mismos y 56. No es causal que se extienda ampliamente sobre esta materia el
para otros. Pero, por otra parte, no considero superfluo abad benedictino Christian Schütz; cf. Ch. Schütz, Einführung in die
Pneumatologie, 281-298. Véase también Y. Congar, El Espíritu Santo,
Herder, Barcelona 1991, p. 317-324 (oración) y p. 647-703 (sacramen-

55. F. A. Sullivan, Die charismatische Erneuerung, p. 165s. 57. Ch. Schütz, Einführung in die Pneumatologie, p. 281.
58. Ibíd., p. 286.
248
249
Espíritu concede gratuitamente unidad, libertad, cono- En nuestra actual situación intraeclesial, me parece
cimiento y fuerza para el testimonio; el Espíritu suscita importante emprender en primer lugar esta corrección,
adoración, acción de gracias y oración».59 antes de hacer referencia a la cooperación mutua entre
Durante estos últimos años, en el encuentro precisa- el Pneuma y la institución. La acción salvífica del Dios
mente entre cristianos occidentales y orientales, se ha trino y uno en los sacramentos es indisponible para
redescubierto la dimensión epiclética de la oración, es nosotros como comunidad eclesial; a pesar de todo,
decir, la dimensión del Espíritu que hay en todo nues- nosotros —precisamente en el Espíritu Santo— pode-
tro orar, en nuestra liturgia, en la celebración de los mos confiar en que el Padre hace llegar hasta nosotros
sacramentos. Lo que se ha conservado hasta el día de por medio de Su Hijo la salvación o nos la asegura,
hoy en la liturgia de las iglesias ortodoxas se halla atesti- cuando nos abrimos en el Espíritu a su acción salvífica.
guado también en la tradición latina en forma de him- Es cierto que el Espíritu Santo no sólo es un «subjetivo
nos, aclamaciones, secuencias, responsorios y antífonas. hogar de agitación» en la comunidad cristiana, sino que
En el lenguaje de los gestos litúrgicos, principalmen- se muestra también como «Espíritu dbjetivo» en las
te en el campo de las consagraciones y de las celebracio- manifestaciones vitales y elementos vitales de esta
nes sacramentales, la imposición de las manos y la comunidad, pero de eso no debe abusarse en el sentido
unción desempeñan desde un principio un papel desta- de una neutralización de la crítica carismática y proféti-
cado como invocación y como comunicación del ca. ¡También las estructuras objetivas son precisamente
Espíritu Santo. Así que, también en el aspecto pneuma- estructuras del Espíritu!
tológico, los sacramentos se muestran como puntos de
concentración de la vida cristiano-eclesial por el poder
del Espíritu. Prescindiendo de los múltiples esfuerzos 4.4.3. Verdad: Inspiración, proclamación, teología
por lograr una teología y una correspondiente cateque-
sis del sacramento de la confirmación, la relectura Establecer la correlación entre la metáfora «Espíritu
pneumatológica de la teología de los sacramentos es una de la verdad» y las palabras clave: inspiración, proclama-
tarea que queda todavía en buena parte por hacer. Se ha ción y teología es una arriesgada empresa si echamos
hecho ya referencia ocasionalmente a la correspondiente una mirada retrospectiva a la tradición de las iglesias
perspectiva fundamental; se trata de superar la forma cristianas. En la tradición católica romana', lo de
indicativa de las palabras de la dispensación por medio Espíritu de la verdad se reservó de manera casi predo-
de la forma deprecativa. Esta última acentúa el carácter minante para la «asistencia negativa» (assistentia negati-
orante, invocante, de la forma verbal de los sacramen- va) prestada al Magisterio eclesiástico; en contraste con
tos. Al mismo tiempo, desplaza la perspectiva desde el esto, en las iglesias de sello protestante existió el peligro
sujeto del «dispensador eclesial» hasta el sujeto del «dis- de fijar el testimonio del Espíritu en el sentido de la ins-
pensador divino». piración verbal de la Sagrada Escritura. Frente a esto
hay que afirmar que la verdad debe entenderse en senti-
do amplio; la verdad no una cosa distinta de la vida y
de la libertad, sino un aspecto distinto de la misma rea-
59 Ibíd.

250 251
lidad espiritual. La teología tiene que exponerse hoy día reacción, la respuesta de los oyentes y lectores es con-
al peligro de que se entienda la verdad en sentido res- juntamente un indicio de que los escritos o la procla-
tringido, precisamente en el intento teológico por dar mación son obra del Espíritu. Principalmente cuando la
apertura a esas verdades entendidas en sentido estrecho. lectura de los escritos o la proclamación de la palabra de
También aquí hay que conservar la mirada puesta en el Dios va seguida por una vida con arreglo al Espíritu o
carácter de regalo de la acción del Espíritu, en su indis- por un cambio de vida en el Espíritu Santo, se puede
ponibilidad y en su efecto de crear comunión. hablar de inspiración en el pleno sentido de la palabra.
En lo que respecta al tema de la inspiración de las Esto quiere decir que la idea de la inspiración no debe
Sagradas Escrituras, vemos que en la teología católica restringirse en sentido tradicional a la perspectiva «autor
romana, después del Concilio Vaticano II, llegó a divino — autor humano». La redacción, la tradición y
hablarse incluso del «final de la teología de la inspira- la recepción son factores esenciales de ese acontecer
ción»."0 La concepción de la inspiración de la Sagrada pneumático. En este proceso hay diferentes tareas, ¡pero
Escritura sufrió bajo las estrecheces neoescolásticas que no puede haber nunca un privilegio exclusivo, un
redujeron este tema pneumatológico al factor de la ine- monopolio interpretativo! ¡Esto se hallaría en contradic-
rrancia de los escritos bíblicos. La relevancia para la vida ción precisamente con el carácter del Espíritu como el
de aquella frase: «Toda Escritura inspirada por Dios» don indisponible, que se concede únicamente dentro de
(2Tim 3,16), se manifiesta únicamente en un entrelaza- la comunión del Espíritu!
miento de relaciones. Por tanto, el carácter inspirado de Si esto se aplica a los escritos bíblicos como el docu-
los escritos religiosos no debe entenderse erróneamente mento que son de nuestra fe, se aplicará en grado más
en el sentido de un dictado divino, en el que —si es intenso a toda proclamación eclesial, a todo testimonio
posible— se llegue incluso a descartar la actividad del cristiano. Se aplica también —y no me propongo lla-
autor humano. La gran variedad de relaciones puede mar especialmente la atención sobre ello— a la tarea de
esbozarse brevemente así: el autor humano, que se halla la teología. Cuando yo estudiaba teología, no era insóli-
en el seno de una comunidad creyente, se abre o deja to que, al comienzo de una conferencia o al comienzo
abrirse a la acción del Espíritu. Lo que el Espíritu le ins- de una clase, se recitara una oración al Espíritu Santo.
pira, se lo inspira en el contexto de su vida espiritual Si no se trataba de una rutina para tranquilizar el pro-
personal y de la vida espiritual comunitaria. Que su pio espíritu, entonces era expresión de la convicción de
proclamación está causada por el Espíritu, que está ins- que la teología sólo está en su punto, cuando se practica
pirada por el Espíritu, es algo que se pone de manifiesto en el Espíritu. Es obvio que, cuando se habla del
en el acontecer mismo de la proclamación. Por tanto, la Espíritu, no se piensa en el cociente de inteligencia del
propio espíritu o de la propia mente. ¿De qué se trata,
entonces? La teología tiene que mantenerse abierta a las
60. O. Loretz, Das Ende der Inspirationstheologie. Chancen eines inspiraciones del Espíritu, tal como se manifiestan en la
Neubeginns, vol. I, Stuttgart 1974. Sobre todo el conjunto de problemas vida de las comunidades, en la vida de las personas en
veáse ahora el profundo estudio de H. Gabel, Inspirationsverstdndnis im general, en los intentos de seguimiento de Jesús. En
Wandel. Theologische Neuorientierung im Umfeld des II. Vatikanischen
Konzils, Maguncia 1991.
efecto, la teología cristiana es reflexión sobre el acto de

252 253
fe, del cual parte y hacia el cual quiere dirigirse de me ocupe únicamente de mí mismo, sino en los «ejerci-
nuevo en sus reflexiones críticas e inspiradoras. ¡Esto no cios» de la vida cotidiana. Que también forma parte de
tiene que ver lo más mínimo con una palabrería piado- ellos la dimensión social y política, no habrá ya nadie
sa! ¡Lo que se ajusta al Espíritu y lo que se ajusta a la que lo discuta en serio. Frente al peligro de fijar lo «pro-
realidad objetiva —diríamos formulándolo con extrema pio» de la fe cristiana en la oración, en la liturgia y en
expresividad— coinciden aquí precisamente! los sacramentos, hay que señalar que lo propio de la fe
cristiana se expresa también en la diaconía. Según el tes-
timonio de las Sagradas Escrituras, hay que superar pre-
4.4.4. Libertad: Diaconía cisamente la distinción entre el servicio de Dios (el
culto) y el servicio del mundo: la diaconía, la acción en
También en esta coordinación entre la metáfora y la favor del prójimo, es servicio de Dios. Esto no significa
palabra clave hay que tener en cuenta el entrelazamien- que la diaconía y la caritas hagan que sea superfluo el
to mutuo que existe entre ambas. A pesar de todo, tiene servicio de Dios, el culto, en sentido estricto. Antes al
sentido asociar especialmente la confesión de fe en el contrario: en el servicio de Dios en sentido estricto nos
Espíritu de la libertad con la palabra clave diaconía, con cercioramos de la fuerza por la que vivimos y con la que
el compromiso social y político de los cristianos. No podremos cambiar al mundo. Lo decisivo se halla com-
hay libertad del individuo sin libertad de la sociedad; la pendiado en la oración litúrgica que nos resulta tan
liberación del individuo es posible únicamente cuando familiar: «¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de
hay fuerzas liberadoras que actúan. En nuestros días, los tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor! ¡Envía
cristianos de América Latina han percibido de nuevo la tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra!»
conexión que existe entre el Espíritu Santo y la libera- La introducción que hace Jon Sobrino a sus palabras
ción.^ 1 También en nuestras comunidades de clave para una nueva espiritualidad, y que en el original
Occidente ha habido y sigue habiendo en este punto lleva el título de Liberación con el Espíritu, concluye con
muchas cosas que recuperar. No es casual que, en los las siguientes frases: «En el campo argumentativo quizás
nuevos himnos espirituales y, en parte, también en las no se puedan decir muchas más cosas. Y, por lo demás,
catequesis para la confirmación, dominara hasta ahora éste no es el lugar indicado para seguir dilucidando teó-
este aspecto de la acción liberadora del Espíritu. Desde ricamente la necesidad y la eficiencia de la vida espiri-
luego, ¡hay que liberar a cada individuo! Sin embargo, tual. Ahora bien, si ha quedado claro hasta qué punto la
la liberación es un proceso que no se desarrolla única- vida real e histórica es presupuesto para la vida espiri-
mente en nuestro interior. Y la liberación del pecado, tual, veremos en la misma medida cuan en serio hemos
de la culpa, de la muerte y del diablo no se realiza por de tomar esa vida concreta e histórica y cuan en serio
medio de «ejercicios espirituales» en los que yo, a solas, debemos esforzarnos por vivir también esa convicción,
como es preciso, en el Espíritu y con el Espíritu.
A menudo es difícil expresar incluso en palabras en
61. Véase J. Comblin, Der Heilige Geist, Bibliothek Theologie der
Befreiung, Dusseldorf 1988; J. Sobrino, Geist, der befreit. Anstófíe zu einer
qué consiste ese Espíritu. Quizás sea más fácil decir
neuen Spiritualitdt, Friburgo 1989. dónde no existe ese Espíritu. Pero no se puede negar

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que, cuando nos encontramos con hombres y mujeres hasta qué punto se hallan íntimamente relacionadas la
que están llenos del Espíritu, experimentamos algo teología y la espiritualidad, el aula de clase y la vida
nuevo. Comprobamos cómo la vida concreta de esas cotidiana. Lo que puede significar «experiencia con la
personas, su solidaridad con los pobres, su lucha en experiencia», experiencia de la vida como experiencia
favor de la justicia, su compromiso en los procesos de la del Espíritu, lo describe Karl Rahner, entre otras, con
liberación y la revolución muestra algo especial que no las siguientes palabras: «Ahí hay alguien a quien no le
los enajena de la historia, sino que —todo lo contra- salen ya las cuentas de su vida, que no es capaz ya de
rio— confiere a su vida una profundidad y una calidad armonizar los asientos de esas cuentas de su vida, que
especialísima. Y aunque es difícil definir cómo ha de ser consisten en buena voluntad, errores, culpa y fatalida-
una vida en el Espíritu, sin embargo no es difícil señalar des, aunque a esos asientos, cosa que a menudo le pare-
personas y grupos concretos en los que es manifiesto ce imposible, intente añadir el del arrepentimiento. Las
que viven en el Espíritu».^ cuentas no salen. Y él no sabe cómo ha de incluir en
ellas el asiento correspondiente a Dios, un asiento que
equilibre el debe y el haber. Y esa persona, con el balan-
4.4.5. Amor: Lo que interesa en definitiva ce desequilibrado de su vida, se entrega a Dios o —para
decirlo con mayor imprecisión y con mayor precisión—
En nuestras reflexiones sobre la acción y la realidad se confía al mismo tiempo a la esperanza en una recon-
del Espíritu Santo hemos llegado a observar que en el ciliación suprema, no calculable ya, de su existencia...
término «amor», del que —desde luego— se abusa Allí hay una persona a quien le pasa que es capaz de
muchas veces, puede sintetizarse acertadamente lo que perdonar, aunque no reciba por ello ninguna recom-
queremos decir con nuestra confesión de fe en el pensa... Allí hay una persona que trata de amar a Dios,
Espíritu santo-sanador. Si volvemos a aplicar esto a la aunque parece que no llega a él ninguna respuesta de
existencia espiritual concreta, entonces lo que se nos amor desde la silenciosa incomprensibilidad de Dios...
pide no son palabras sublimes. No, sino que se trata de Allí hay una persona que cumple con sus obligaciones,
hacer ver claramente —sin negar que haya fenómenos aunque al parecer sólo es posible hacerlo con el abrasa-
extraordinarios que posiblemente sean obrados por el dor sentimiento de que uno tiene que negarse realmen-
Espíritu— que la espiritualidad no significa un ámbito te a sí mismo y hacerse desaparecer de la escena... Allí
especial en la vida de los cristianos, sino que es esa vida hay una persona que ha sido realmente buena con otra
misma. En este sentido yo desearía citar —para termi- persona, sin recibir a cambio ningún eco de compren-
nar— a un teólogo que, por su lenguaje, se menciona a sión o de gratitud... Allí hay una persona que calla, aun-
menudo como horrible ejemplo de jerga científico-teo- que pudiera defenderse... Allí hay una persona que, por
lógica. Pero, a pesar de todo, algunos párrafos de una la simple voz de su conciencia, se ha decidido a algo,
meditación de Karl Rahner nos harán ver con claridad aunque nadie comprenda ya claramente por qué ha
adoptado tal decisión... Allí hay una persona que escu-
cha, no porque tenga necesidad de hacerlo para que no
62. J. Sobrino, Geist, der befreit, p. 24. vengan sobre ella inconvenientes, sino por amor de

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aquello Misterioso, Silencioso, Incomprensible, a lo que Antes se hablaba a menudo de espíritu de empresa.
llamamos Dios y Su voluntad. Allí hay uno que renun- En cambio, hoy día se habla más de filosofía de la
cia, sin recibir gratitud ni reconocimiento, e incluso sin empresa, cada negocio, cada sociedad mercantil tiene su
el sentimiento de una satisfacción interior. Allí hay uno propia filosofía. Por ella no se entiende otra cosa que la
que está absolutamente solo,... pero que no escapa de estrategia de producción y de comercialización. Del
esa soledad, que se experimenta como el último instante espíritu que trate de unir a unas personas con otras, de
antes de morir ahogado... Allí hay uno que experimenta ése se habla más bien en los ratos de ocio; de vez en
cómo se deshacen sus conceptos más agudos y sus pen- cuando se evoca también un determinado espíritu en
samientos de mayor vuelo intelectual,.... allí hay uno relación con asuntos de la política. Los seguidores del
que se da cuenta de repente de cómo el pequeño arroyo Espíritu santo y sanador ¿se avergonzarán de hablar de
de su vida va serpenteando a través del desierto de la tri- su Espíritu, de dar testimonio de Él de palabra y de
vialidad de la existencia, aparentemente sin finalidad obra? No para pretender saberlo todo mejor que nadie,
alguna y con la opresora angustia de secarse por com- ni para demostrar la propia superioridad moral, sino
pleto. Y, sin embargo, él espera, aunque no sabe cómo, para defenderse del abuso del lenguaje, que en último
que ese arroyuelo va a encontrar la anchura infinita del término es también un abuso cometido contra perso-
mar, aunque sus aguas se le oculten aún detrás de ama- nas. Nuestra «filosofía» dice así: llegar con los otros a ser
rillentas dunas, que se extienden ante él con amplitud nosotros mismos.
casi infinita».63 Por eso, el grandioso himno al amor que Pablo ento-
Es obvio que estas experiencias no tienen que lla- na en el capítulo trece de la Carta primera a los
marse forzosamente experiencias del Espíritu santo- Corintios es, ante todo, una oración en el Espíritu y
sanador. Pero ¿podrá negarse que hay cristianos, hom- pidiendo el Espíritu. Voy a citar el texto en la versión de
bres y mujeres, en todos los tiempos y también hoy, que Huub Oosterhuis, que en sus observaciones de «afini-
en estas experiencias pudieron tener la experiencia del dad con el Espíritu» que llevan por título: Acerca de un
Espíritu, de aquel Espíritu que es el don del Amor de nuevo estilo de vida, nos hace reflexionar: «Escuchemos
Padre y del Hijo a nuestra vida, para vivir la verdad y la lo que Pablo dice sobre la ekklesia como comunión de
libertad? amor. Este impetuoso discípulo de rabinos, estudioso
Lo que interesa en definitiva en pneumatología y en de la Tora, que con sus «cartas» ha suscitado sin querer-
espiritualidad no son palabras grandiosas y fenómenos lo, y a pesar de su autoridad, algunas confusiones que
extraordinarios, sino el hecho de poder existir para los perduran hasta el día de hoy acerca del servicio divino.
demás, sin angustias, algo que —en último extremo— En el excelso himno que figura a continuación, Pablo se
es la capacidad, que sólo puede vivirse por el Espíritu, eleva como con alas de águila por encima de todas las
de ponerse a sí mismo en segundo lugar. discusiones teológicas. Aprende de memoria estas pala-
bras, que son como palabras proféticas de ángeles.

63. K. Rahner, Erfahrung des Geistes. Meditation auf Pfingsten,


Friburgo 1977, p. 38-42.

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Aunque hable las lenguas y nuestras visiones jirones Bibliografía
de los hombres y de los ángeles, de luz
si no tengo amor, Pero cuando comience lo "Concihum" 129 (1977), Los cansinas
soy como campana que suena infinito, "Concilium" 139 (1978), Discernimiento de espíritus
o címbalo que retiñe cesara todo lo finito W Dantine, Der Heilige und der unheilige Geist Uber die
Erneuerung der Urteilsfahigkeit, Stuttgart 1973
Y aunque sea un profeta, Cuando yo era un niño E Dirscherl, Der Heilige Geist und das menschliche Bewufítsein
un vidente de lo invisible, pequeño, Eme theologie-geschichthche-systematische Untersuchung, Bonner
iniciado en todo, hablaba como los niños, Dogmatische Studien 4, Wurzburgo 1989
y por perfecta que sea mi fe y pensaba como piensan A Grun, Schon satt7 Heilend-heiliger Geist gegen krankmachende
que hasta pueda trasladar los niños Sattheit, Hamm 1990
montañas, Ahora que me he hecho B J Hilberath, Heihger Geist—hedender Geist, Maguncia 1988
pero no tengo amor, hombre, W J Hollenweger, Geist undMatene, Interkulturelle Theologie 3,
nada soy deje atrás todo eso Munich 1988
Ahora vemos como en un W Kasper/G Sauter, Kirche — Ort des Gentes, Kleine Okumenis-
Y aunque reparta todos mis espejo, enigmáticamente che Schnften 8, Fnburgo 1976
bienes Alguna vez veremos cara a cara. H -G Link (dir ), Ein Gott - ein Herr - ein Geist Zur Auslegung
y me entregue al martirio, El amor no es mezquino, des apostohschen Glaubens heute, OR B 56, Francfort 1987
si llega a ser necesario, ni envidioso ni codicioso, H -G Link (dir ), Gemeinsam glauben und bekennen Handbuch
pero no tengo amor, no es vanidoso ni grosero ni zum Apostohschen Glauben, Neukirchen-Vluyn/Paderborn
de nada me sirve inaccesible 1987
El que ama no es egoísta J Moltmann, Kirche in der Kraft des Geistes Ein Beitrag zur messia-
El amor es dar espacio,
dejar tiempo, tener paciencia, nischen Ekkleswlogie, Munich 1975
El amor no se irrita, H Muhlen, Der Heilige Geist ais Person in der Tnmtat, bei der
bondad el amor lo perdona todo
El amor todo lo soporta, Inkarnation und im Gnadenbund Ich-Du-Wir, MNTh 26,
La injusticia no le hace feliz, Munster41980
todo lo cree, la verdad le hace feliz
todo lo espera, — , Una mystica persona, Munich ^1966
todo lo aguanta —, O Kopp, Ist Gott unter uns oder mcht? Dialog uber die chans-
Ahora no sé ni la mitad de las
Está lleno siempre de matische Erneuerung in Kirche und Gesellschaft, Paderborn
cosas,
esperanza 1977
pero alguna vez lo conoceré
El amor nunca abandona W Nigg (dir), Mtt grofíen Chnsten um den Heiligen Geist beten,
todo,
Munich/Lucerna 1976
como Él lo conoce todo de mí.
Pero las palabras proféticas, J I Packer, Auf den Spuren des Heiligen Geistes, Basilea/Gieften
La fe, la esperanza y el amor
las lenguas enmudecen 1989
permanecerán los tres
Todo conocimiento es G Popp, Der uns die Angst nimmt Leben aus der Kraft des Heiligen
Pero el mayor de todos es
limitado '64 Geistes, Ratisbona 1982
el;
Todo nuestro saber es K Rahner, Erfahrung des Geistes Meditatwn auf Pfingsten,
fragmentario — Fnburgo 1977
W Sandfuchs (dir ), Die Gaben des Geistes, Wurzburgo 1977
P Schoonenberg, Der Geist, das Wort und der Sohn Eine Geist-
Chnstologie, Ratisbona 1992
64 H Oosterhuis, Leben von Tag zu Tag Neue Gebete, Texte und
lieder Zunch 1992, p 19-21

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J. Sobrino, Geist, der befreit. Anstofíe zu einer neuen Spiritualitat,
Friburgo 1989.
J. Sudbrack (dir.), Entzünde in uns das Feuer deiner Liebe. Gebete
zum Heiligen Geist, Múnich/Zúrich/Viena 1990.
F. A. Sullivan, Die chansmatische Erneuerung. Wirken und Ziele,
Graz 1984, 2 1986.
J. V. Taylor, Der Heilige Geist und sein Wirken in der Welt,
Dusseldorf 1977.

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