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Clase 1
¿Obligatoriedad reciente vs inclusión?
Introducción
La escuela media fue constituida y destinada, en sus orígenes, para la formación de las élites
y/o clases dirigentes. En consecuencia, en sus inicios, fue un sistema de enseñanza restringido
sólo para unos pocos. Sin embargo, con la sanción- en 2006- de la Ley 26206 de Educación
Nacional, se estableció la obligatoriedad del nivel medio para toda la población en edad escolar.
Este nuevo escenario trajo aparejado múltiples problemas y desafíos que tanto el Estado como
las instituciones educativas y docentes deben resolver.
Consideramos que desnaturalizar la mirada sobre la escuela media y el trabajo docente en dicho
nivel, nos posibilitará acercarnos a la complejidad que asumen las prácticas de enseñanza y su
relación con las condiciones estructurales más amplias en las que se inscriben.
El propósito de estas dos semanas de trabajo es iniciarnos en la comprensión de algunos de los
problemas y/o desafíos que las prácticas de enseñanza enfrentan a partir de la implementación
de la obligatoriedad del nivel.
¿Elite vs masificación?
Cuando pensamos en la educación media, desde el actual siglo XXI, tendemos a considerar que
la masificación del nivel no es un problema. O dicho de otro modo, que el acceso a esta educación
siempre estuvo abierto para todos. Sin embargo, cuando analizamos la obligatoriedad de la
enseñanza media nos damos cuenta que es una “invención” reciente.
¿Para quién/es estuvo destinada la oferta educativa del nivel medio? ¿Cuándo y por
qué se hace necesaria su obligatoriedad?
Tedesco (1982) afirma que, durante la consolidación del Estado Argentino, la educación adquirió
una función esencialmente política y no económica. Es decir que, en sus orígenes, la estructura
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Los Colegios Nacionales fueron los que inicialmente constituyeron la oferta educativa del nivel medio. No
obstante, las Escuelas Normales también cumplieron un rol fundamental en lo que respecta a la educación
media pero las mismas estuvieron destinadas a la formación docente y fueron consideradas de menor
prestigio social.
“¿En qué sistema escolar queremos incluir a todos? ¿No es acaso la organización
actual de la escuela la que ha producido buena parte de las exclusiones? ¿Cómo
puede re-examinarse esta institución, conservando el sueño de educar a todos pero
evitando reproducir las mismas injusticias?”
(Dussel,2004:306-307)
Uno de los principales riesgos que conlleva la obligatoriedad de la educación media es considerar
que aquellos jóvenes que no asisten a la escuela son peligrosos para la sociedad (Kaplan en
Nobile, 2016). En efecto, hay quienes creen que es mejor que estén adentro y no afuera de la
escuela. En otras palabras, se piensa a la inclusión como la mera asistencia de “¿todos?” a la
escuela (Terigi, 2009) y se busca la integración en un “nosotros” (Dussell, 2004). Es decir, la
inclusión en una identidad determinada excluyendo –a su vez- la singularidad propia de cada
estudiante.
Así, esta noción de inclusión plantea serios problemas vinculados con la invisibilización de las
diferencias o la consideración de las mismas como una amenaza que se debe erradicar. Podemos
afirmar que, desde esta concepción, la inclusión se basa en la exclusión de la “otredad”, es decir,
de aquel el cual es identificado y percibido como diferente.
Para muchos esa “Otredad” despierta desconfianzas, conflictos, temores, marcación de
territorios…Por ello es importante que el otro que aparezca en escena sea considerado como
Como cierre de este apartado los invitamos a abrir la idea de inclusión a partir de los ejes que
plantea Flavia Terigi en la siguiente conferencia.
https://www.youtube.com/watch?v=K215MdQuXkk&t=1s
Nos parece interesante destacar los tres cuestionamientos que menciona la autora para
problematizar la idea de inclusión educativa: ¿qué quiere decir inclusión educativa?; asegurar la
necesidad una formación compartida; respetar las singularidades y la cultura local…
Aspectos que abren nuestras reflexiones sobre otras problemáticas como…
En efecto, esta apreciación del fracaso nos invita a pensar en la concepción meritocrática de la
educación , la cual entiende que- tras ofrecer a todos las mismas oportunidades de formación-
, pueden considerarse como más meritorios aquellos que demuestran un grado más elevado de
excelencia ( Perrenoud, 1990) .
Así, según Román (2013), es la base en la meritocracia lo que termina ubicando y jerarquizando
a los alumnos en función de sus resultados. En otras palabras, el éxito o fracaso depende de lo
que haga o no el estudiante, de su perseverancia, de su esfuerzo; ignorando que también son
relevantes otras condiciones para que eso suceda.Sobre estas condiciones avanzaremos durante
el desarrollo de las clases de este Campo.
Ahora bien, esta primera aproximación, nos invita -también- a reflexionar sobre el origen
selectivo del nivel medio( Gabbai, 2012) y nos permite reconocer que el fracaso es algo
“’construido’ desde la propia escuela, a partir de sus dinámicas, juicios, prejuicios y prácticas”
(Román, 2013:34). Así, no es difícil imaginarnos que se encuentren como principales indicadores
del fracaso la repitencia, la deserción o retraso escolar.
Sin embargo, hay otros modos de entender el fracaso escolar. Diversos autores señalan
(Baquero, 2000; Terigi, 2009; entre otros) que en esta problemática debe observarse en el
vínculo existente entre el estudiante y la escuela. En consecuencia, el fracaso debe ser leído en
clave de responsabilidad institucional, tanto de las escuelas como de los docentes.
Para plantear este breve recorrido por ciertos sentidos, desafíos y problemas de la Escuela Media
en la Provincia de Buenos Aires, tomamos como eje las prácticas de enseñanza situadas.
Al cierre del mismo, queremos dedicar un espacio para desarrollar –también brevemente- esta
noción.
La pregunta con la que abrimos, invita a involucrarnos desde nuestra acción docente. Siguiendo
el planteo de Basabe y Cols (2007) entendemos que nuestras prácticas de enseñanza dan cuenta
de acciones situadas en tanto transcurren en un determinado contexto configurado por
particularidades desde lo histórico, social, cultural e institucional.
Como plantean las autoras antes mencionadas, se inscriben en un tiempo o en la conjugación
de muchos tiempos que operan en simultáneo: los tiempos propios de cada docente, de cada
grupo…
A esta enumeración abierta, y en función de nuestros propósitos, le sumamos algunas
especificaciones como: los tiempos propios de cada institución educativa de Educación
Secundaria, de cada comunidad, de cada cultura local…
Retomando el desarrollo de las autoras, pensamos que esta acción situada se constituye en sí
misma en “devenir, duración, transformación”. Y que, como toda acción, “implica una particular
organización de actividades a través de las cuales un actor interviene sobre la realidad, en el
marco de una serie de sucesos en curso”. Asimismo, para la finalidad de este este Trayecto
Formativo cabe destacar que las Prácticas de enseñanza como acción de docentes particulares
Desde esta concepción, cabe destacar -por un lado- el carácter moral intrínseco de las decisiones
que los profesores deben tomar a diario y – por otro lado- el lugar de la deliberación como
estrategia fundamental para la búsqueda de soluciones ante problemas analizados en contextos
singulares.
Solo a modo de un cierre que también abre, planteamos que considerar las prácticas de
enseñanza como acciones situadas implica –retomando ideas ya desarrolladas- respetar las
singularidades para generar ciertas condiciones didácticas que las contemplen y – a la vez-
posibiliten construcciones colectivas en post de potenciar las trayectorias educativas de todos
nuestros estudiantes. Condiciones didácticas que favorezcan Prácticas inclusivas en el marco de
la obligatoriedad reciente de la Escuela Secundaria. Sobre ello continuaremos avanzando en las
clases de los módulos que componen este Campo.
Bibliografía obligatoria
Referencias bibliográficas
ANTELO, E .(2011). “¿All inclusive? Claroscuros de la
inclusión educativa”. Disponible