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Para todos los pueblos agricultores de la antiguedad, el conocimiento del cielo ha sido

fundamental; su observación les permitió calcular los momentos precisos para realizar
siembras y cosechas; para prepararse para el invierno o protegerse de los rigores del verano.
La aparición de ciertas estrellas en el cielo marcaban las futuras condiciones climáticas y
gracias a ello establecían diferentes acontecimientos de la vida comunitaria.

El cielo era, para ellos, uno de los grandes misterios y pronto empezaron a ver en las
agrupaciones de estrellas elementos sobrenaturales; personajes temidos o amados,
benéficos o maléficos que podían interceder ante las divinidades. Posiblemente ese sea el
origen de la construcción de muchas de ellas.

Una constelación es una agrupación de estrellas cuya posición en el cielo nocturno es


aparentemente tan cercana que las civilizaciones antiguas decidieron conectarlas mediante
líneas imaginarias, trazando así figuras sobre la bóveda celeste. En el espacio tridimensional,
en cambio, las estrellas de una constelación no están, necesariamente, físicamente
asociadas; incluso pueden encontrarse a cientos de años luz unas de otras. Por otro lado,
dichos grupos son completamente arbitrarios, ya que distintas culturas han reconocido
constelaciones diferentes, incluso hasta haciendo uso de las mismas estrellas.

Antiguamente, las constelaciones eran grupos de estrellas unidas esquemáticamente de


manera que formaran un dibujo. hoy, partiendo de esas agrupaciones, la Unión Astronómica
Internacional ha dividido la esfera celeste en 88 sectores y todas las estrellas que se
encuentran en un área concreta forman parte de ese sector, llamado constelación.
Normalmente, en el esquema se ponen sólo las más importantes y el dibujo puede variar al
agregarse más o menos elementos.

Carta moderna de las 88 constelaciones reconocidas por la UAI


Crédito: Wikipedia
Las constelaciones, según su localización en la bóveda celeste, se dividen en los siguientes grupos:

Constelaciones circumpolares norte: las que se encuentran alrededor del polo norte celeste:
Camelopardalis, Cassiopeia, Cepheus, Draco, Lacerta, Lynx, Ursa Major y Ursa Minor.

Constelaciones del hemisferio norte: Andromeda, Auriga, Bootes, Canes Venatici, Coma Berenices,
Corona Borealis, Cygnus, Hercules, Leo Minor, Lyra, Pegasus, Perseus, Sagitta, Triangulum y
Vulpecula.

Constelaciones ecuatoriales: son las que se encuentran sobre la línea del ecuador celeste: Canis
Minor, Cetus, Delphinus, Equuleus, Monoceros, Ophiuchus, Orion, Scutum, Serpens y Sextans.

Constelaciones zodiacales: Las que se encuentran sobre la eclíptica: Aries, Tauro, Gemini, Cancer,
Leo, Virgo, Libra, Scorpius, Sagitarius, Capricornus, Aquarius y Pisces.

Constelaciones del hemisferio sur: Antlia, Caelum, Canis Major, Centaurus, Columba, Corona
Australis, Corvus, Eridanus, Fornax, Hydra, Lepus, Lupus, Microscopium, Piscis Austrinum, Puppis,
Pyxis y Sculptor.

Constelaciones circumpolares sur: las que se encuentran alrededor del polo sur celeste: Apus, Ara,
Carina, Chamaeleon, Circinus, Crux, Dorado, Horologium, Hydrus, Indus, Mensa, Musca, Norma,
Octans, Pavo, Phoenix, Pictor, Reticulum, Telescopium, Triangulum Asutralis, Tucana, Vela y
Volans.

Reconocer las constelaciones sin un punto de partida de referencia, resulta poco menos que
imposible, de ahí que sea necesario establecer la búsqueda de cada una de ellas partiendo de, al
menos, algún elemento conocido. Casi todos los habitantes que viven al norte del ecuador saben
reconocer la Osa Mayor (Ursa Major o conocida también como "El carro" o "El cazo") y es
comúnmente la constelación que se toma como referencia para ir buscando, poco a poco, a las
demás. Primero las circumpolares y a partir de éstas poder encontrar otras. Otras constelaciones
que se utilizan mucho como referencia son Aquila, Cassiopeia y Orion.

Para los habitantes del sur, la constelación más conocida es Crux (La cruz del sur), que junto con las
tres estrellas del cinturón de Orion, son las que se utilizan como referencia para la búsqueda del
resto de constelaciones.

En todas las constelaciones se ha puesto un enlace a un plano básico de la constelación, aquellas


que tienen el icono además poseen un artículo más detallado, con sus principales estrellas y
objetos. También podrás acceder a las cartas celestes pulsando sobre el icono , de donde podrás
obtener las ascensiones rectas y las declinaciones de cada una de ellas.
Existe la posibilidad de ordenar la tabla de tres formas distintas, pulsando sobre los títulos de las
columnas: 1.- por su nombre en latín, 2.- por su localización celeste y 3.- por su momento de mejor
visibilidad.

Lista de las 88 constelaciones (ordenadas por fecha de mejor visibilidad)


Nombre en
Abreviación Nombre en latín Cartas Localización Mejor visibilidad
español
CMA Canis Major Can Mayor Hemisferio 3 de enero
Sur
GEM Gemini Gemelos Zodiacal 8 de enero

MON Unicornio Ecuatorial 8 de enero


Monoceros
CMI Canis Minor Can Menor Ecuatorial 15 de enero

VOL Volans Pez Volador Circumpolar 17 de enero


Sur
PUP Popa Hemisferio 19 de enero
Puppis
Sur
LYN Lynx Lince Circumpolar 23 de enero
Norte

CNC Cangrejo Zodiacal 3 de febrero


Cancer
CAR Carina Quilla Circumpolar 4 de febrero
Sur
PYX Brújula Hemisferio 6 de febrero
Pyxis
Sur
VEL Vela Velas Circumpolar 14 de febrero
Sur
ANT Antlia Máquina Neumática Hemisferio 23 de febrero
Sur
SEX Sextans Sextante Ecuatorial 25 de febrero

HYA Hydra Hidra Hemisferio 25 de febrero


Sur
LMI Leo Minor León Menor Hemisferio 28 de febrero
Norte

CHA Chamaeleon Camaleón Circumpolar 1 de marzo


Sur
LEO León Zodiacal 3 de marzo
Leo
UMA Osa Mayor Circumpolar 4 de marzo
Ursa Major
Norte
CRT Crater Copa Hemisferio 14 de marzo
Sur
CRV Corvus Cuervo Hemisferio 30 de marzo
Sur
CRU Cruz del Sur Circumpolar 30 de marzo
Crux
Sur
MUS Musca Mosca Circumpolar 30 de marzo
Sur

COM Coma Cabellera de Hemisferio 5 de abril


Berenice Norte
Berenices
CEN Centauro Hemisferio 7 de abril
Centaurus
Sur
CVN Lebreles / Perros de Hemisferio 9 de abril
Canes Venatici
caza Norte
VIR Virgo Virgen Zodiacal 18 de abril

BOO Bootes Boyero Hemisferio 1 de mayo


Norte
UMI Ursa Minor Osa Menor Circumpolar 3 de mayo
Norte
CIR Circinus Compás Circumpolar 9 de mayo
Sur
LIB Libra Balanza Zodiacal 11 de mayo

LUP Lupus Lobo Hemisferio 11 de mayo


Sur
CRB Corona Borealis Corona Boreal Hemisferio 21 de mayo
Norte
NOR Norma Escuadra Circumpolar 22 de mayo
Sur
APS Ave del Paraíso Circumpolar 23 de mayo
Apus
Sur
TRA Triangulum Triángulo Austral Circumpolar 24 de mayo
Sur
Australis
SER Serpiente Ecuatorial La cabeza en mayo
Serpens
y la cola en junio

SCO Escorpión Zodiacal 7 de junio


Scorpius
OPH Ophiuchus Serpentario / Ofiuco Ecuatorial 9 de junio

ARA Ara Altar Circumpolar 11 de junio


Sur
HER Hércules Hemisferio 12 de junio
Hercules
Norte
DRA Dragón Circumpolar 19 de junio
Draco
Norte

SCT Scutum Escudo Ecuatorial 3 de julio

LYR Lira Hemisferio 5 de julio


Lyra
Norte
TEL Telescopium Telescopio Circumpolar 12 de julio
Sur
PAV Pavo Pavo Circumpolar 14 de julio
Sur
SGR Sagitario Zodiacal 14 de julio
Sagittarius
SGE Sagitta Flecha Hemisferio 17 de julio
Norte
AQL Águila Ecuatorial 18 de julio
Aquila
VUL Vulpecula Zorra / Raposilla Hemisferio 27 de julio
Norte

CRA Corona Australis Corona Austral Hemisferio agosto


Sur
CYG Cygnus Cisne Hemisferio 1 de agosto
Norte
DEL Delfín Ecuatorial 2 de agosto
Delphinus
MIC Microscopium Microscopio Hemisferio 6 de agosto
Sur
CAP Capricornio Zodiacal 7 de agosto
Capricornus
EQU Equuleus Caballito Ecuatorial 10 de agosto

IND Indus Indio Circumpolar 10 de agosto


Sur
OCT Octans Octante Circumpolar 23 de agosto
Sur
CEP Cepheus Cefeo Circumpolar 26 de agosto
Norte
PSA Piscis Australis Pez Austral Hemisferio 27 de agosto
Sur
GRU Grus Grulla Circumpolar 28 de agosto
Sur
LAC Lacerta Lagarto Circumpolar 29 de agosto
Norte
AQR Acuario Zodiacal 30 de agosto
Aquarius

PEG Pegaso Hemisferio 2 de septiembre


Pegasus
Norte
TUC Tucán Circumpolar 16 de septiembre
Tucana
Sur
SCL Escultor Hemisferio 29 de septiembre
Sculptor
Sur

PHE Fénix Circumpolar 2 de octubre


Phoenix
Sur
AND Andrómeda Hemisferio 3 de octubre
Andromeda
Norte
PSC Pisces Peces Zodiacal 6 de octubre
CAS Cassiopea Circumpolar 7 de octubre
Cassiopeia
Norte
CET Cetus Ballena Ecuatorial 17 de octubre

TRI Triangulum Triángulo Hemisferio 25 de octubre


Norte
HYI Hydrus Hidra Austral Circumpolar 29 de octubre
Sur
ARI Aries Carnero Zodiacal 31 de octubre

FOR Fornax Hornillo Hemisferio 3 de noviembre


Sur
HOR Horologium Reloj Circumpolar 9 de noviembre
Sur
PER Perseo Hemisferio 15 de noviembre
Perseus
Norte
RET Reticulum Retículo Circumpolar 19 de noviembre
Sur
ERI Eridanus Erídano Hemisferio 22 de noviembre
Sur
TAU Toro Zodiacal 24 de noviembre
Taurus

CAE Caelum Buril / Cincel Hemisferio 3 de diciembre


Sur
DOR Dorado Dorada Circumpolar 11 de diciembre
Sur
MEN Mensa Mesa Circumpolar 13 de diciembre
Sur
LEP Lepus Liebre Hemisferio 15 de diciembre
Sur
ORI Orión Ecuatorial 15 de diciembre
Orion
PIC Pictor Pintor Circumpolar 16 de diciembre
Sur
COL Columba Paloma Hemisferio 19 de diciembre
Sur
CAM Jirafa Circumpolar 22 de diciembre
Camelopardalis
Norte
AUR Auriga Cochero Hemisferio 23 de diciembre
Norte

Los nombres de las estrellas proceden tanto de los griegos tales como Sirio, Procyon, Polux, Castor,
Régulo, Polaris, Arturo, Canopo, las Pléyades, como de los árabes como los nombres de Alcor,
Mizar, Vega, Aldebarán, Deneb, Rigel, Algol, Betelgeuse, y unos centenares de nombres más. Ante
la imposibilidad de dar nombre a la enorme cantidad de estrellas se planteó la idea de dar otro
sistema de nomenclatura que resultase más útil para los astrónomos. En 1603 el alemán Johannes
Bayer publicó una obra denominada Uranometría, un atlas de mapas estelares en el que se
indicaban las estrellas de cada constelación utilizando letras del alfabeto griego al que seguía el
genitivo del nombre latino de la constelación a la que pertenece.
Bayer estableció un orden de brillo dentro de cada constelación, de modo que llamó a a la estrella
más brillante, b a la que le seguía en brillo, g a la siguiente, y así sucesivamente. El inconveniente
de esta nomenclatura es que el alfabeto griego só lo consta de 24 letras, mientras que, por término
medio, hay unas 70 estrellas visibles por constelación. Cuando las letras del alfabeto griego
resultaban insuficientes para una constelación Bayer recurrió al empleo de las letras minúsculas del
alfabeto latino, complicando el método empleado.

Tras la aparición del telescopio se demostró la existencia de un número mayor de estrellas, y se


planteó de nuevo el problema de su denominación. En 1712, el astrónomo inglés John Flamsteed,
hizo el primer catálogo con la ayuda del telescopio, denominado Historia Coelestis Britannica,
recurrió al empleo de los números en vez de letras, asignó un número a cada estrella según el orden
en que llegaba al meridiano. Con el tiempo se perfeccionaron los telescopios, observándose ya
millones de estrellas en cada constelación, a las estrellas se las distingue, no por su nombre, ni
letras, ni números, sino por la posición que ocupan en la esfera celeste, esto es, por su ascensión
recta y declinación. Aún así, es común ver en las cartas celestes y en los planisferios la
denominación usando las letras griegas, por orden de brillo, aquí incluyo el alfabeto griego:
La bóveda celeste
Dado que no se tiene ninguna percepción directa de las distancias de los astros, éstos se nos
aparecen como si estuvieran fijos sobre la bóveda del cielo, limitada por el círculo del
horizonte y de la cual nos sentimos el centro. Para establecer la posición de un astro en el
cielo, los astrónomos lo imaginan proyectado sobre dicha esfera. No importa cuál sea la
dimensión de esta esfera imaginaria por que es inmensamente grande comparada con las
distancias terrestres. Tan grande que en cualquier parte de la superficie terrestre en que uno
se halle siempre se puede considerar en el centro de esta esfera. Esto se expresa diciendo
que la esfera celeste tiene un radio infinitamente grande. No perdamos de vista que la esfera
celeste es un fenómeno óptico, pero a los astrónomos le viene muy bien para establecer sus
sistemas de coordenadas. La sensación de que el cielo es realmente una esfera y que los
astros se encuentran situada sobre ésta es tan fuerte, que la humanidad lo ha creído así
durante muchos siglos hasta que el desarrollo de la ciencia y de la tecnología ha permitido
medir las distancias que nos separan de los cuerpos celestes.

El concepto de horizonte
Debido al tamaño tan grande de la esfera celeste, es los mismo encontrarse sobre la
superficie de la tierra que en su centro. Por eso, desde un lugar con la vista despejada, sin
montañas o edificios que bloqueen la visión, siempre se ve la mitad de la esfera celeste
(Figura 1). Se llama horizonte astronómico al círculo que limita este hemisferio (la mitad de la
esfera visible). Podemos comprobar que el horizonte astronómico es el círculo cortado sobre
la esfera celeste por el plano tangente a la Tierra, situado en el lugar donde se encuentre el
observador (Figura 2). Y es como si este plano pasara por el centro de la Tierra, comparada
con las distancias de las estrellas es exactamente lo mismo. Generalmente se llama horizonte
a la línea que en campo abierto parece separar el cielo de la tierra, o del agua si nos
encontramos junto o en el mar.

Figura 1. Si la bóveda celeste es suficientemente


grande respecto de la Tierra, entonces siempre
veremos la mitad de la misma, como se puede apreciar
en esta figura

El cenit y el nadir
El punto de la esfera celeste que se encuentra exactamente sobre la cabeza del observador se
denomina "cenit", y es el punto que señalaría en la dirección de una plomada vertical. La
vertical es perpendicular al plano horizontal y, por eso, el cenit forma un ángulo de 90º con el
horizonte. El punto de la esfera celeste opuesto al cenit, y que se encuentra justo bajo los
pies del observador se denomina "nadir" (Figura 3).
Figura 2. Desde cualquier punto de la Tierra, el horizonte se sitúa
como un plano tangente a nuestro planeta en dicho punto y sólo
permite ver la mitad de la bóveda celeste. Esto explica por qué
desde cualquier punto se ven unas estrellas y otras no. Si estamos
en un punto cuyo horizonte es el indicado como 1, entonces
podremos ver la estrella A pero no la B y la C, mientras que en el
punto que tiene como horizonte el señalado como 2, podemos ver
la estrella A y B pero no la C.

Figura 3. Situación del cenit, el nadir y el horizonte sobre la bóveda


celeste.
¿Qué ocurre con el horizonte si nos elevamos sobre la
superficie de la Tierra?
Evidentemente si nos situamos a cierta altura sobre la superficie de la Tierra, como pueda ser
en un avión, el cielo no está limitado por el plano tangente a la Tierra sino por un cono cuyo
vértice está en el observador y desde el cual se divisa más de la mitad del cielo (Figura 4). Por
tanto el círculo del horizonte ya no se situará a 90º del cenit sino a un ángulo superior. Por
ejemplo, si nos situamos sobre una montaña a 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar el
horizonte se situará a casi 91º del cenit. Desde un avión volando a 10.000 metros de altura el
horizonte se sitúa casi 3º por debajo, es decir, a 93º del cenit, y se comenta que a 20.000
metros ya empieza a apreciarse de manera inequívoca la curvatura de la Tierra. Si
estuviéramos en un satélite a 1.000 km. sobre la superficie de la Tierra, entonces el horizonte
retrocedería 30º, y en lugar de ver el 50% de la bóveda celeste veríamos el 75%. Por ejemplo,
desde el Telescopio Espacial Hubble, situado a unos 600 km. de altura, el horizonte retrocede
unos 24º, por lo que no puede observarse todo lo que se quiera en cualquier momento, sino
que hay que esperar a que a medida que se vaya completando una órbita, el astro en cuestión
sea visible y aparezca detrás de la Tierra.

Figura 4. Si nos situamos a cierta altura sobre la superficie de la


Tierra, entonces nuestro horizonte descenderá a grados por
debajo de la horizontal debido a que nuestro horizonte está dado
por un cono en cuyo vértice estamos situados nosotros, en lugar
de ser un plano.

La rotación de la Tierra
Todos sabemos que la Tierra gira alrededor de su eje en aproximadamente 24 horas (veremos
que el período de rotación de la Tierra no es exactamente de 24 horas). Desde el suelo, dicho
movimiento se refleja en el movimiento aparente que sufren las estrellas y todos los astros y
que se denomina movimiento diurno. Este movimiento es el responsable de que por ejemplo
el Sol salga por el Este y se ponga por el Oeste cada día. Puesto que el Sol, los planetas, la
Luna y todos los demás cuerpos celestes parecen girar de Este a Oeste, esto significa que en
realidad la Tierra está animada del movimiento contrario, es decir, que gira de Oeste a Este.
Vamos a ver como dicho movimiento afecta a la forma en que ven moverse las estrellas
desde diferentes lugares de nuestro planeta. Ello ayudará a comprender por qué el cielo se ve
girar como lo hace desde nuestras latitudes, y cómo se vería girar desde otras latitudes. Nos
vamos a servir de manera intensiva en los conceptos aprendidos en la Ficha 1.

El cielo desde el Polo Norte


Si nos situamos justo sobre el Polo Norte, el horizonte y el cenit que tendremos son los que
se indican en la Figura 1a y 1b.

Figura 1. a) derecha y b) izquierda

En la Figura 1a se representa la bóveda celeste, y una estrella situada cerca de la


prolongación del eje de rotación de la Tierra. Si nos situamos sobre el Polo Norte
exactamente, el eje de rotación coincidirá con nuestro cenit, y el horizonte será el plano
marcado de gris. Cerca del cenit se sitúa una estrella a una distancia angular a, y la Luna a
una distancia b. En la Figura 1b se representa lo que veríamos desde la superficie;
tendríamos a la estrella a un ángulo a del cenit, dando vueltas y siguiendo una trayectoria
exactamente paralela al horizonte, y a la Luna a una distancia del cenit b, siguiendo también
una trayectoria paralela al horizonte. De hecho todas las demás estrellas visibles desde el
Polo Norte siguen trayectorias paralelas al horizonte, y como se desprende de la figura, sólo
vemos la mitad de las estrellas, la otra mitad está permanentemente oculta por debajo del
horizonte. Por supuesto todos los astros efectúan una vuelta cada 24 horas.

El cielo desde el ecuador


Si nos situamos en el ecuador, el horizonte y el cenit que tendremos son los que se indican
en la Figura 1a y 1b.

Figura 2. a) izquierda y b) derecha.

En este caso se representa como se verían la estrella y la Luna desde el ecuador. a y b


representan otra vez las distancias angulares desde el cenit. En este caso el eje de rotación
es perpendicular al cenit, y todos los astros parecen describir trayectorias perpendiculares al
horizonte. A diferencia del polo, se puede ver que a medida que la Tierra va girando, es
posible ver todas las estrellas de la bóveda celeste. Se trata pues de una posición muy
interesante desde el punto de vista astronómico.

El cielo desde nuestras latitudes (~40ºN)


En una latitud intermedia como la nuestra, las Figuras 3a y 3b representan la situación y
cómo se verían nuevamente la estrella y la Luna.
Figura 3. a) izquierda y b) derecha.

Para una latitud intermedia como es la nuestra, vemos que los astros en el cielo siguen
trayectorias inclinadas, tal y como se muestra en las figuras.

Estrellas circumpolares
De todos los casos vistos, se comprueba que las estrellas se ven girar en torno al punto en
que el eje de rotación de la Tierra corta la bóveda celeste. Al eje imaginario, alrededor del cual
parecen girar todas las estrellas se le denomina eje del mundo. Además es patente que el eje
del mundo tiene la inclinación de la latitud del lugar. Por ejemplo, en la Figura 1, al estar
situados en el polo norte, la latitud del punto de observación es de 90º, y el eje del mundo
está elevado 90º sobre el horizonte, mientras que en el caso del ecuador su inclinación es de
0º, poniendo de manifiesto la latitud del lugar.

En el caso de las Figuras 3a y 3b, se observa que hay algunas estrellas que nunca se ponen
por debajo del horizonte, mientras que hay otras que nunca son visibles y que se encuentran
cerca del polo sur. A las estrellas que nunca se ocultan se les denomina estrellas
circumpolares. Por ejemplo, desde el Polo Norte todas las estrellas visibles son
circumpolares, ya que ninguna se pone, mientras que en el ecuador no existen estrellas
circumpolares.

La Figura 4 también muestra por qué desde una latitud intermedia hay un grupo de estrellas
que siempre se ve sobre el horizonte mientras que hay otro que nunca se ve, en función de
como el horizonte del observador va barriendo la bóveda celeste. Los círculos rojos
representados son las trayectorias de los límites norte y sur sobre la bóveda celeste.
Podemos ver que por encima del límite norte del horizonte, siempre hay un grupo de estrellas
que no son nunca ocultadas por éste, mientras que por debajo del límite sur, hay otra zona de
la bóveda celeste que nunca es visible. Precisamente el grupo de estrellas que se sitúan
sobre el límite norte son las denominadas estrellas circumpolares, que nunca se ponen.
Figura 4. Al girar la Tierra, también gira el
horizonte para un punto determinado sobre su
superficie. Para latitudes intermedias, las
estrellas que son siempre visibles son las
circumpolares, mientras que las que son
invisibles son las que siempre están por debajo
del horizonte.

El movimiento de la Tierra alrededor del Sol


Además del movimiento de rotación de la Tierra alrededor de su eje, sabemos que la Tierra se
encuentra en el espacio orbitando alrededor del Sol, y que nuestro planeta completa cada una
de sus órbitas en un período de un año. La forma exacta de la trayectoria que describe la
Tierra viene dictada por las leyes de la dinámica celeste, que nos indican que se trata de una
elipse, pero que con muy buen grado de aproximación podremos suponer que se trata de una
circunferencia. La primera idea básica para comprender los movimientos de Sol en el cielo y
que hay que tener siempre en cuenta, es que dicha circunferencia es completamente plana,
es decir, que nosotros podríamos hacer descansar la órbita de la Tierra sobre una hoja de
papel, eso sí, de dimensiones descomunales, ya que hay que tener en cuenta que el radio de
la circunferencia de la órbita terrestre es de unos 150 millones de kilómetros. La Figura 1
representa el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Al plano que contiene la órbita
terrestre se le denomina plano orbital, o mucho más comúnmente eclíptica.
Figura 1. La Tierra orbita al Sol en un período de un año o 365 días. La órbita de la
Tierra es plana. En este dibujo no se ha representado a escala los tamaños de la
órbita de la Tierra, el de la propia Tierra y el del Sol.

Supongamos en principio y para simplificar las cosas (más adelante veremos que en realidad
esto no es cierto), que el eje de rotación de la Tierra permaneciera siempre perpendicular
respecto del plano orbital o de la eclíptica, como lo hemos definido en el párrafo anterior. Es
decir, que mientras la Tierra va girando alrededor del Sol, el eje de rotación permanece
siempre como una línea vertical y perpendicular respecto del plano orbital, ver la Figura 2.
Vayamos ahora sobre la Figura 3.

Figura 2. Suposición, no cierta, de que el eje de rotación terrestre sea


perpendicular al plano orbital.

La segunda idea básica a considerar, utilizando los conceptos de la Ficha 3, es que para una
persona situada sobre el ecuador terrestre, y con el eje de la Tierra colocado según hemos
dicho, el Sol pasará periódicamente una vez cada día sobre su cenit siguiendo una trayectoria
aparente perpendicular al horizonte (Figura 3a), mientras que para un observador en el polo
norte se situará siempre en el horizonte siguiendo una trayectoria aparente paralela al mismo
(Figura 3b). Finalmente y para otro observador colocado a una latitud intermedia como la
nuestra, el Sol se situará como máximo a una altura intermedia siguiendo una trayectoria
aparente en el cielo inclinada respecto del horizonte (Figura 3c). Como el eje de rotación
terrestre lo hemos considerado vertical, independientemente de la posición del planeta en su
órbita alrededor del Sol, éste alcanzará siempre la misma altura máxima sobre el horizonte
independientemente de la época del año en la que nos encontremos.

Figura 3a. Visión del Sol desde el ecuador con el eje de rotación inclinado 90º.

Figura 3 c. Visión del Sol desde una latitud intermedia como la nuestra.

El ecuador celeste
Para proseguir con nuestras explicaciones debemos introducir un nuevo concepto: el de
ecuador celeste. Es muy sencillo. Si volvemos a la Ficha 2, podemos comprobar que sobre la
esfera celeste existe un círculo que denominaremos ecuador celeste, tal que cualquiera de
sus puntos siempre acaba pasando por el cenit para un observador colocado sobre el
ecuador de la Tierra, y que se puede representar para dicho observador mediante un arco
vertical que va justo de este a oeste y que pasa por el cenit. Para un observador situado a
latitudes intermedias, el ecuador presenta una inclinación intermedia y no alcanza nunca el
cenit, y para un observador en el polo el ecuador coincide con el horizonte (Figura 4). De
hecho, el ecuador celeste no es más que una proyección sobre la bóveda celeste del ecuador
de la Tierra. Para un eje de rotación vertical, como se menciona en el párrafo anterior, el Sol
se encuentra siempre sobre el ecuador celeste.

Figura 4. El ecuador celeste es vertical para una


persona situada sobre el ecuador de la Tierra,
tiene una inclinación, intermedia para una latitud
intermedia, y coincide con el horizonte en los
polos. El ángulo que forma el ecuador con el cenit
es siempre igual a la latitud del lugar.

El movimiento anual del Sol en el cielo y la eclíptica


Evidentemente la Tierra gira alrededor de su eje una vez cada día, y cuando el movimiento de
rotación de la Tierra lleva al Sol sobre el horizonte es cuando se hace de día. El brillo del Sol
es tan elevado, que en el hemisferio de la Tierra que es de día, la luz solar ilumina la
atmósfera y esta se hace tan brillante que desaparece por completo la visión de las estrellas.
Sin embargo sabemos que las estrellas continúan ahí, y que si saliésemos al espacio, como
han comprobado innumerables veces los astronautas, podríamos ver las estrellas incluso a
pleno Sol. Por ejemplo, durante un eclipse total de Sol la Luna oculta al Sol, y durante unos
instantes pueden verse las estrellas. Otro ejemplo: en la Luna no hay atmósfera, y a pleno día
el cielo es completamente negro y pueden verse también las estrellas. Por consiguiente
siempre es posible situar al Sol sobre el cielo entre las estrellas, igual que podemos hacer
con la Luna de noche, simplemente bastaría eliminar los efectos de la atmósfera brillante.
Vamos a hacer precisamente esto, colocar el Sol en el fondo de estrellas a lo largo del año.

Según la Figura 5, si la Tierra se sitúa en la posición 1 en su órbita alrededor del Sol, veremos
al Sol proyectado sobre el punto 1' en el fondo de estrellas, suponiendo que pudiésemos
evitar el brillo diurno del cielo. A medida que la Tierra se va desplazando alrededor del Sol y
alcanza su posición 2 según la Figura 5, entonces el Sol se habrá desplazado sobre el fondo
de estrellas proyectado hasta la posición 2'. Es evidente que a lo largo de un año el Sol habrá
recorrido todo el ecuador celeste dando una vuelta completa a la bóveda de estrellas.
Nuevamente se trata de un movimiento ficticio, debido a nuestra perspectiva desde la Tierra.
A esta circunferencia o trayectoria que recorre el Sol en un año, también se le denomina
eclíptica, y pensando un poco, podemos ver que no es ni más ni menos que la proyección
sobre el cielo de la órbita de la Tierra. Si el eje de la Tierra fuese perpendicular al plano de la
órbita, entonces veríamos que el ecuador celeste coincidiría con la eclíptica.

Figura 5.

La situación real: la inclinación del eje terrestre


Sin embargo la naturaleza es un poco más compleja, aunque no mucho. El eje de la Tierra en
lugar de situarse como una línea vertical respecto del plano orbital, posee una cierta
inclinación, de 23,45º exactamente. Esto se representa en la Figura 6. La idea más importante
a considerar ahora y que debe tenerse muy clara, es que la orientación del eje
inclinado permanece constante respecto del plano orbital y respecto de las estrellas fijas. Es
decir, que se trata nuevamente de una línea fija en el espacio respecto del Sol y de las
estrellas. Esta inclinación del eje terrestre es lo que da lugar a las estaciones, pero ahora sólo
nos centraremos en cómo se ve el Sol en la bóveda celeste a lo largo del año debido a su
inclinación. También hemos de tener en mente que el ecuador celeste sigue siendo la
proyección del ecuador terrestre sobre la bóveda celeste, y que nuestro sistema de
horizontes, ecuador celeste y polos celestes sigue siendo el mismo.

A partir de ahora prescindiremos de la representación del horizonte. En la Figura 7 se


representa a la Tierra en dos posiciones distintas en su órbita solar. En 1 el eje de rotación
que no olvidemos, va a considerarse que tiene una orientación fija en el espacio, se
encuentra orientado en dirección opuesta al Sol. En ese punto vemos que el Sol queda por
debajo del ecuador celeste, y por tanto si lo proyectamos sobre el cielo quedará en la
posición 1' de la Figura 7. En la posición 2, el eje de rotación se encuentra situado de tal
manera que ahora apunta hacia el Sol. En esta situación el Sol se ve en la posición 2' sobre el
cielo, por encima del ecuador celeste. Al representar su trayectoria sobre la esfera celeste a
lo largo de un año, entonces vemos que el Sol recorre un círculo inclinado con respecto al
ecuador celeste. Este círculo inclinado es la denominada eclíptica, que corta al ecuador
celeste en dos puntos cada seis meses al año denominados nodos de la eclíptica. El ángulo
que forma la eclíptica sobre el ecuador terrestre es precisamente de 23.45º, que es la
inclinación del eje de rotación de la Tierra. Así que en ocasiones, el Sol se encontrará por
encima del ecuador celeste, exactamente sobre este (esto sólo ocurre durante dos días al
año, separados seis meses), o bien por debajo del ecuador, lo que explica por qué la altura
del Sol en cielo es variable a lo largo del año.

Figura 6. En realidad el eje de la Tierra se encuentra inclinado 23.45º con respecto a la vertical del plano orbital.
Esta inclinación es constante, y además, tal y como se muestra en la figura, la orientación del eje de rotación
terrestre también se mantiene constante con respecto a la eclíptica. Es decir, que el eje no gira con la Tierra
alrededor del Sol, sino que se mantiene fijo en el espacio.
Figura 7. Representación del ecuador celeste y de la eclíptica sobre la esfera celeste.

Las constelaciones
Las constelaciones no son otra cosa que agrupaciones de estrellas arbitrariamente
relacionada entre sí. El origen de las constelaciones es muy antiguo, en algunos casos
podemos remontarnos varios miles de años para encontrar las primeras referencias de
algunos de estos asterismos, y las personas que agruparon a las estrellas formando figuras
lo hicieron más bien por motivos religiosos que científicos, además ninguna de las personas
que pudiese contribuir en la invención de ninguna constelación, podía imaginar ni
remotamente cual era la verdadera naturaleza de las estrellas, la de la bóveda celeste y las
distancias a las que se encuentran estas.

Puesto que en el cielo lo único que vemos es una proyección de todos los astros,
generalmente nos encontramos que las estrellas que se encuentran próximas en la bóveda
del cielo formando una constelación, en realidad se encuentran separadas entre sí distancias
que pueden ser enormes (Figura 1).
Figura 1. Que las estrellas estén próximas en el cielo formando una constelación no quiere decir que
lo estén realmente en el espacio. Por ejemplo, en el caso de la Osa Mayor, la relación de distancias
entre la más cercana a la más alejada de la Tierra puede ser superior a tres.

El zodíaco
Uno de los grupos de constelaciones más famosos es el zodíaco y es también uno de los más
antiguos. Actualmente está formado por doce constelaciones, y posee una importancia
especial por que es el grupo de constelaciones por donde discurre la eclíptica, es decir, por
donde se va desplazando el Sol a lo largo del año. Como la Luna y los planetas poseen
órbitas que además se encuentran prácticamente en el mismo plano que la órbita terrestre,
estos también se mueven en el cielo cerca de la eclíptica, cruzando también todas las
constelaciones del zodíaco.

La visibilidad de las constelaciones


Excepto las estrellas, y por tanto las constelaciones circumpolares que son visibles en
cualquier noche del año, el resto de las constelaciones que son ocultadas temporalmente por
el horizonte, sólo son visibles en determinadas épocas del año. Así es frecuente oír que Orión
es una "constelación de invierno", mientras que el Cisne o Sagitario son "constelaciones de
verano", mientras que la constelación de Andrómeda posee su mejor época de visibilidad en
otoño. Cada año son visibles las mismas constelaciones en las mismas regiones del cielo en
las mismas épocas del año, y veremos que es fácil entender por qué sucede así. Según la
Figura 2, cuando la Tierra se encuentra en el punto de su órbita señalado como 1, durante la
noche son visibles las constelaciones señaladas como "a", pero las señaladas como "b" no
lo son, ya que por efecto de perspectiva se encuentran próximas al Sol y como únicamente
serían visibles durante el día, la luz solar diurna nos impide su visión. La situación cambia
cuando la Tierra se encuentra en 2. En ese punto de su órbita, el grupo de estrellas señalado
como "b" si que es visible durante la noche sin ningún impedimento, pero el que antes era
visible, el "a", ahora se encuentra nuevamente cercano al Sol, por lo que ahora son invisibles.
El resultado de todo esto es que durante un año completo, mientras la Tierra va girando
alrededor del Sol, unas constelaciones se van haciendo progresivamente visibles mientras
que otras se van acercando al Sol y por tanto haciéndose invisibles. Este ciclo se repite cada
año igual, y es la razón por la cual Orión sólo se ve en óptimas condiciones en invierno, el
Cisne y Sagitario en verano, etc.

Recapitulación: círculos y puntos fundamentales


Recapitulando los conceptos vistos hasta ahora, podemos plasmar en la Figura 1 un resumen
de lo más importante.

Figura 1.

En primer lugar tenemos los círculos más importantes que se presentan a un observador
terrestre. Por un lado el horizonte, que divide la bóveda celeste en dos mitades, una mitad
visible que es la que se sitúa por encima del horizonte, y otra invisible que es la que nos tapa
la Tierra. Por otro lado, se tiene el ecuador celeste, que según se ha visto es la proyección del
ecuador de la Tierra sobre el cielo. Por otro lado está el cenit, que es el punto más alto del
cielo y que todo observador tiene exactamente encima de él. Por otro lado está el nadir, que
es el punto situado a nuestros pies en dirección diametralmente opuesta. PN es el polo norte
celeste alrededor del cual giran todas las estrellas, y PS es el polo sur celeste, que siempre
queda oculto para cualquier observador del hemisferio norte (por encima del ecuador).

Conviene definir ahora los puntos cardinales Norte, Sur, Este y Oeste. El Este y el Oeste son
los puntos de intersección del ecuador celeste con el horizonte. Concretamente el Este es el
punto por donde sale cualquier astro situado en el ecuador, y el Oeste por donde se pone. El
Norte y el Sur son también dos puntos alineados pero situados perpendicularmente a la línea
que une el Este y el Oeste. El Norte está también situado sobre el horizonte y está situado
exactamente debajo del polo norte celeste, mientras que el Sur está en el otro lado del
horizonte, exactamente por encima del polo sur celeste. Hay otra línea que es importante y es
el denominado meridiano. El meridiano, es la línea que divide a la bóveda celeste en dos
mitades, y que pasa respectivamente por el Norte, el cenit y el Sur. Del dibujo puede verse de
forma inmediata que cualquier astro que salga sobre el horizonte, alcanza su punto más alto
en la bóveda celeste cuando cruza el meridiano.

Por último, hay dos círculos paralelos al ecuador dibujados en la Figura 1, uno por encima del
cual las estrellas son circumpolares, es decir, que nunca se ponen, mientras que el otro,
completamente dibujado por una línea a trazos, es el círculo por debajo del cual todas las
estrellas son siempre invisibles.

Un aspecto muy importante que hay que comprender y que se desprende de la Figura 1, es
que debido al efecto de la rotación de la Tierra, todas las estrellas visibles siguen, en el cielo,
trayectorias paralelas al ecuador celeste.

Coordenadas acimutales
Las coordenadas celestes son en general un instrumento imprescindible para poder situar
cualquier objeto en el cielo, y de hecho, es la única manera de transmitir dicha información.
Es como buscar un accidente geográfico en un mapa. Podemos saber de antemano dónde se
encuentra e ir a buscarlo directamente, pero si dicho accidente no tiene nombre o no aparece
en el mapa, la única manera de situarlo es a través de sus coordenadas geográficas. El
conocimiento de las coordenadas celestes es también imprescindible para entender como
funciona un telescopio, y sobre todo para aprender a manejarlo correctamente.

El sistema de coordenadas más intuitivo es el denominado sistema de coordenadas azimutal


y que se explicará a partir de la Figura 2.
Figura 2.

Las coordenadas acimutales utilizan como referencia el cenit y el horizonte y son muy
intuitivas. En la Figura 2 se representa en A una estrella sobre la bóveda celeste.
Supongamos que hacemos pasar un círculo por el cenit y por la estrella situada en A. Dicho
círculo cortará el horizonte en un punto como se ve en la figura. A continuación podemos
medir el ángulo Z1 que forma el Sur con ese mismo punto de corte, y que se mide a lo largo
del horizonte. A dicho punto se le denomina acimut, y se mide en el sentido del movimiento
de las agujas del reloj. Tal y como está definido, el acimut del Oeste es 90º, el del Norte es de
180º, y el del este es de 270º. Para acabar de determinar la posición de la estrella A en el cielo
medimos el ángulo, también en grados, que forma la estrella con el horizonte, medida otra vez
sobre el círculo que pasa por la estrella y el cenit, es decir, que se parte en ángulo recto
desde el horizonte hasta llegar a la estrella. Dicho ángulo se aparece como H1 en la Figura 2 y
se denomina elevación. La elevación de cualquier punto del horizonte es de 0º, y la del cenit
es, evidentemente, de 90º.

Como ya se ha mencionado en el párrafo anterior, se trata de un sistema de coordenadas muy


intuitivo, pero tiene dos inconvenientes fundamentales. El primero se pone de manifiesto en
la propia Figura 2. Debido al movimiento aparente de la estrella en el cielo, al cabo de un
cierto tiempo, la estrella pasará del punto A al B. En el punto B el astro tendrá las nuevas
coordenadas Z2 y H2. Y como puede verse en la propia figura, ello supone un cambio de
coordenadas, tanto del acimut como de la elevación, es decir, que a diferencia de las
coordenadas geográficas, que son siempre las mismas para un determinado punto sobre la
Tierra, las coordenadas acimutales cambian constantemente con el tiempo. No solamente
esto, sino que además las coordenadas acimutales, como están ligadas al horizonte y al cenit
del observador, también dependen de la posición de éste sobre la superficie de la Tierra. O en
otras palabras, en un mismo instante de tiempo, las coordenadas acimutales de la Luna, por
ejemplo, no serán las mismas dependiendo de si es observada desde Barcelona o desde
Nairobi, ya que sabemos que la visión de la bóveda celeste no es la misma desde Barcelona
que desde Nairobi. Para evitar este problema, se recurre a las coordenadas ecuatoriales, que
no son tan intuitivas, pero son siempre las mismas para cualquier punto fijo de la bóveda
celeste sin importar el momento ni el lugar de observación.
Coordenadas ecuatoriales
En el sistema de coordenadas ecuatoriales se toma como referencia el ecuador celeste y el
polo norte celeste. La Figura 3 se utiliza como apoyo a la definición que sigue a continuación.

Figura 3.

Supongamos que la Figura 3 muestra la bóveda celeste tal y como es visible desde cualquier
latitud intermedia entre el polo norte y el ecuador. Ya sabemos que todas las estrellas, debido
al movimiento de rotación de la Tierra, siguen trayectorias en el cielo que son paralelas al
ecuador celeste. Supongamos que tenemos una estrella que sigue la trayectoria indicada en
la Figura 3. Y hagamos también la suposición de que sobre el ecuador celeste tenemos un
punto fijo g, que en principio es arbitrario pero que servirá de referencia. Como dicho punto
está fijo sobre el ecuador, también girará como el resto de las estrellas una vez al día. Sea
una estrella cualquiera como la representada en el punto A, de la cual se indica su trayectoria
sobre el cielo. De manera similar a como se hacía en el caso de coordenadas azimutales,
donde se dibujaba un círculo que pasaba por el cenit y la estrella, ahora podemos trazar un
círculo que pase por el polo norte celeste y la estrella. Este círculo, cortará al ecuador celeste
en r1. Ahora podemos medir el ángulo que forma el punto fijo g1 y r1 visto desde nuestro
punto de observación. Para acabar de determinar la posición de la estrella, ahora puede
determinarse el ángulo que forma el punto r1, medido sobre el círculo que hemos trazado y
que pasa por el polo celeste y la estrella, con la propia estrella en d1. Es inmediato ver que
estos dos ángulos nos darán la posición de la estrella. Al ángulo formado por r1 y g1 se le
denomina ascensión recta, y se mide en sentido contrario al movimiento de las agujas del
reloj. Por tanto en realidad la ascensión recta de nuestra estrella debería ser 360º menos el
ángulo que hemos medido. En cuanto al ángulo formado por r1 y la propia estrella a través
del círculo que hemos trazado, se le denomina declinación, que se considera positiva medida
desde el ecuador hasta el polo norte celeste, y negativa desde el ecuador hasta el polo sur
celeste. Por ejemplo, el polo norte celeste está a una declinación de +90º, mientras que el
polo sur a -90º.

Podemos ver que este sistema de coordenadas es semejante en muchos aspectos al sistema
de paralelos y meridianos utilizados en el sistema de coordenadas geográficas, y además
tiene dos ventajas fundamentales. La primera y muy importante es que las coordenadas
ecuatoriales de una estrella son siempre las mismas independientemente del momento en
que estemos determinando la posición. Como puede verse en la Figura 3, al cabo de un cierto
tiempo, la estrella, en su camino por el cielo, habrá pasado de la posición A a la B, pero el
punto fijo g sobre el ecuador también (moviéndose de la posición g1 a la g2), por lo que su
ascensión recta será en definitiva la misma. Por supuesto su distancia al ecuador no habrá
cambiado, por lo que la declinación también permanecerá igual. La segunda propiedad
importante es que tampoco cambian las coordenadas al cambiar de lugar de observación
sobre la Tierra, ya que como estamos midiendo distancias a los polos celestes y sobre el
ecuador celeste, estas magnitudes permanecen invariables.

Ahora sólo queda fijar el punto de referencia sobre el ecuador. Como punto de referencia se
utiliza uno de los dos puntos por donde corta la eclíptica con el ecuador celeste, en concreto
el punto de cruce en el que el Sol pasa de tener una declinación negativa a una positiva. A
ese punto se le suele denominar punto de Aries o punto del equinoccio vernal. Una
particularidad en la medición de la ascensión recta y declinación son las unidades. La
declinación se expresa siempre en grados, y la ascensión recta (muchas veces abreviada
como A.R.), se puede expresar también en grados, o más comúnmente en horas minutos y
segundos. El procedimiento es bastante simple: en lugar de considerar que una
circunferencia abarca 360º, esta se divide en 24 porciones que se denominan horas, y cada
porción se divide a su vez en 60 minutos y 60 segundos respectivamente. Por ejemplo, una
hora de ascensión recta equivale a 15º. Unas coordenadas válidas serían por ejemplo:

A.R. = 15h 36m 17s

Dec. = +05º 44' 16"

Introducción
Hemos visto que determinar las coordenadas azimutales de cualquier centro astro es
sencillo, ya que sólo hay que tomar como referencia el Sur y el cenit, dos puntos fijos para un
observador en una posición determinada en la Tierra. Sin embargo para la ascensión recta y
la declinación no es tan sencillo. Si bien el polo celeste si que está fijo para una localidad
determinada en la Tierra y sólo depende de la latitud, no ocurre lo mismo con el punto vernal
u origen de ascensión recta que siempre está girando. Para entender cómo se puede
determinar la posición de cualquier objeto deben introducirse las nociones de tiempo sidéreo
y ángulo horario.
Tiempo sidéreo
Según la convención establecida por nuestros relojes, el día dura 24 horas, y el Sol tarda en
pasar dos veces seguidas por el meridiano, recordemos que cualquier astro alcanza su punto
más alto en la bóveda celeste al pasar por el meridiano, 24 horas. Esto no es estrictamente
cierto, ya que el tiempo que tarda en pasar dos veces por el meridiano depende de la
combinación de los movimientos de rotación y traslación de la Tierra alrededor del Sol, tal y
como se muestra en la Figura 1. Según la figura, puede verse que dicho intervalo
corresponde a algo más de una rotación terrestre.

Figura 1.

Ahora bien, como el movimiento de la Tierra alrededor del Sol no es completamente regular,
los pasos sucesivos del Sol no se producen siempre al mismo tiempo. A veces el Sol tarda un
poco más si la Tierra circula más lentamente por su órbita, y aveces un poco menos si va más
deprisa. Como sincronizar los relojes con todos los pasos sucesivos del Sol por el meridiano,
supondría dar una duración ligeramente distinta a cada día del año, tarea esta ímproba y poco
práctica, se ha adoptado como duración del día el promedio del tiempo, a lo largo de un año,
que el Sol tarda en pasar dos veces por el meridiano, y se ha dividido en 24 horas, que es el
tiempo marca nuestros relojes.

Sin embargo, como se desprende de la Figura 1, en realidad el período de revolución real es


más corto, en concreto la Tierra tarda en dar una vuelta alrededor de su eje 23h 56m 4,1s. De
hecho, este es el período de rotación respecto de las estrellas fijas, es decir, que cualquier
estrella tarda 23h 56m y 4,1s en pasar dos veces por el meridiano. Por tanto podríamos
utilizar como reloj las estrellas fijas, solo que nuestro reloj "estelar" adelantaría algo menos
de cuatro minutos por día con respecto a nuestro reloj de pulsera. Este adelanto es tal que al
cabo de un año llega a ser de un día completo. Al tiempo medido tomando como referencia
las estrellas se le denomina tiempo sidéreo. Podemos construir un reloj sidéreo muy
fácilmente sin más que tomar un reloj convencional y haciendo que se adelante algo menos
de cuatro minutos al día.
Ahora bien, ¿cómo podemos poner en hora nuestro reloj sidéreo?. En principio hay que fijar
en algún instante de tiempo la hora cero del reloj sidéreo. Una forma arbitraria de ponerlo en
hora sería por ejemplo, hacer que marcase las 00:00 horas cuando el punto vernal pase por el
meridiano. Como el punto vernal gira con las estrellas, si lo hacemos así siempre sabremos
dónde está el punto vernal, origen de coordenadas. Por ejemplo, si el reloj sidéreo marca
00:00 horas, entonces sabremos que el punto vernal está pasando por el meridiano, lo que
permitirá situar cualquier objeto por su ascensión recta.

Supongamos que el reloj sidéreo marca las 6:00 horas, entonces nos indica que el punto
vernal hace seis horas que pasó por el meridiano, es decir, un cuarto de día o vuelta, y que
por tanto se encuentra 90º hacia el Oeste respecto del meridiano. Vemos que con un reloj
sidéreo ya podemos utilizar las coordenadas ecuatoriales para buscar cualquier estrella. De
hecho el tiempo sidéreo nos marca la ascensión recta de las estrellas que están pasando en
ese momento por el meridiano.

Angulo horario
Hay un último concepto a considerar para la utilización de coordenadas ecuatoriales, es el
denominado ángulo horario. Supongamos que tenemos una estrella cuya A.R. es de 18 h 00m
00s, pero que nuestro reloj sidéreo marca la 10h 00m 00s. Esto significa dos cosas (ver la
Figura 2). Uno, que la estrella se encuentra a 18h = 270º hacia el este del punto vernal. Dos,
como el reloj sidéreo marca las 10h, ello implica que el punto vernal, ya hace 10 horas que
pasó por el meridiano, es decir, que se encuentra 150º hacia el oeste. Por tanto, a la estrella le
faltan todavía 8h para llegar al meridiano, es decir, se encuentra a 120º hacia el este. A esta
diferencia entre la ascensión recta de la estrella y la hora sidérea se le denomina ángulo
horario. Si el ángulo horario es positivo como en el ejemplo, significa que la estrella no ha
llegado todavía al meridiano y se encuentra hacia el Este. Si es negativo, la estrella ya ha
rebasado el meridiano y se encuentra hacia el Oeste. En ambos casos, tantos grados como
indique el ángulo horario.
Figura 2.
Introducción
Una vez se tiene clara la idea de que el eje de la Tierra se encuentra fijo respecto del plano de
la eclíptica y de las estrellas fijas del fondo, es fácil entender otros fenómenos fundamentales
como por ejemplo las estaciones. Si alguien no tenía hasta ahora clara la influencia de la
Astronomía en la vida cotidiana, pocos efectos influyen tanto en la vida, economía e incluso
el curso de la historia como son las estaciones. Por tanto vale la pena detenerse un momento
para estudiar sus causas.

La causa de las estaciones


Según se ha visto anteriormente, el eje de la Tierra tiene una inclinación de 23,45º con
respecto al plano orbital terrestre. Por esta razón, la eclíptica se encuentra inclinada dicha
cantidad con respecto al ecuador celeste. La consecuencia inmediata de ello es que el Sol, en
su recorrido a lo largo de la eclíptica durante un año, a veces se sitúa sobre el ecuador
celeste y a veces por debajo. La altura máxima que alcanzará el Sol en el cielo en cualquier
punto de la Tierra dependerá de su latitud y de la época del año. Por ejemplo, para una latitud
aproximada de 41ºN como es nuestro caso, sabemos que el ecuador celeste alcanza una
altura sobre el horizonte en el sur (en su intersección con el meridiano) de 90º - 41º = 49º. Para
una latitud de 41ºN, cuando el Sol se encuentra justamente sobre el ecuador celeste,
entonces su altura máxima sobre el horizonte es precisamente de 49º. En el punto de máxima
separación de la eclíptica por encima del ecuador celeste, el Sol se situará a 49º + 23.5º =
72,5º sobre el horizonte al pasar por el meridiano, mientras que al pasar por el punto más bajo
de la eclíptica, su altura será tan sólo de 49º - 23,5º = 25,5º.

Nuestra experiencia nos indica que cuando el Sol pasa más alto sobre el horizonte el clima es
más caluroso y la estación corresponde al verano, mientras que en los momentos en que el
Sol pasa más bajo, las temperaturas son más frías y nos situamos en invierno. Así que en
definitiva, la inclinación del eje de la Tierra es responsable de los cambios de altura del Sol
sobre el horizonte y de la sucesión de situaciones climáticas que dan lugar a las estaciones.

De todos es sabido que las estaciones son cuatro: primavera, verano, otoño e invierno,
correspondiéndose con las sucesivas alturas que va alcanzando el Sol sobre el horizonte en
su movimiento anual a lo largo de la eclíptica.

Figura 1.

La Figura 1, izquierda, nos explica qué pasa a lo largo del año y representa a la Tierra en su
órbita vista desde el norte, y recordar que todos los fenómenos que se detallan a
continuación son debidos a que el eje de rotación terrestre posee una inclinación y
orientación fija respecto del plano orbital. Cuando la Tierra se encuentra en la posición 1, su
eje de rotación se encuentra completamente orientado hacia el Sol, por tanto éste alcanzará
su máxima altura sobre el horizonte tal y como se representa en la figura de la derecha. El
momento en que el Sol pasa por el punto más alejado del ecuador celeste sobre la eclíptica
se le denomina solsticio de verano, y tiene lugar alrededor del 21 de junio. En el solsticio de
verano se tiene el día más largo y la noche más corta del año.

Cuando la Tierra en el recorrido de su órbita alrededor del Sol alcanza el punto 2, el eje de
rotación se encuentra completamente paralelo a la línea que separa el día de la noche. En
esta situación, el Sol se sitúa directamente sobre el ecuador celeste (ver la figura de la
derecha), el Sol sale exactamente por el este y se pone exactamente por el oeste, y las
duraciones del día y de la noche son idénticas. Al cruce del ecuador celeste por el Sol se le
denomina equinoccio, en este caso de otoño, acontece alrededor del 23 de septiembre, y
marca el fin del verano.

Cuando la Tierra alcanza la posición 3 en su órbita alrededor del Sol, tenemos la situación
opuesta a la 1. El Sol alcanza su mínima altura sobre el horizonte y la duración del día es la
más corta del año mientras que la de la noche es la más larga. Cuando esto sucede, alrededor
del 22 de diciembre, entonces se produce el solsticio de invierno, finaliza el otoño y entramos
en la estación invernal, con los meses más fríos del año.

Finalmente, cuando la Tierra se encuentra en la posición 4, la situación es análoga a la 2: el


eje terrestre se encuentra paralelo a la línea del día y de la noche, el Sol cruza el ecuador
celeste y acontece el equinoccio de primavera, hacia el 21 de marzo, y la duración del día y de
la noche es idéntica.

El mismo lector puede comprobar si ha entendido los conceptos fundamentales, imaginando


cómo se ve el Sol y cuando se producen las estaciones en el hemisferio sur de la Tierra.

Los círculos notables


Vamos a ver que ocurre en distintos puntos de la Tierra durante el solsticio de verano, para
ello estudiaremos la Figura 2.

Figura 2.

Durante el solsticio de verano, el eje de la Tierra (verde), se encuentra completamente dirigido


hacia el Sol. Según la figura, que cualquier punto de la Tierra que se encuentre por encima del
círculo P tendrá siempre al Sol por encima del horizonte, es decir, será de día durante las 24
horas. Dicho círculo se encuentra a una latitud de 66º,5N. Al círculo P se le denomina Círculo
Polar Artico, e indica la latitud a partir de la cual durante el solsticio de verano el Sol no se
pone en todo el día. Una vez pasado el solsticio, la latitud a partir de la cual no se pone el Sol
se va retirando hacia el polo norte, hasta que llega el equinoccio de otoño. En ese momento el
único punto desde el cual puede verse el Sol todo el día es el polo norte.
Durante el solsticio de verano, también puede verse en la Figura 1 que existe una región de la
Tierra en el hemisferio sur delimitada por el círculo P’, a partir de la cual siempre es de noche.
Al círculo P’ se le denomina Círculo Polar Antártico, se encuentra a una latitud de 66º,5S. A
partir de este círculo polar y hasta el polo Sur, comprendiendo gran parte del continente
antártico, nunca se hace de día durante el solsticio de verano. El lector puede comprobar que
durante el solsticio de invierno la situación es justamente la contraria, es decir, que para
puntos por encima del círculo polar ártico no sale el Sol durante todo el día, mientras que
entre el círculo polar antártico y el polo sur no se pone el Sol.

Si a partir del círculo polar ártico nos vamos moviendo progresivamente hacia el sur también
durante el solsticio de verano, el Sol cada vez cruzará el meridiano a más altura sobre el
horizonte, hasta llegar al círculo marcado como T, en el cual el Sol se situará justamente en el
cenit. Para cualquier punto de la Tierra situado a una latitud más alta que el círculo T, el Sol
jamás alcanza el cenit, mientras que en T lo hace exacta y únicamente durante el solsticio de
verano. A dicho círculo se le denomina Trópico de Cáncer, y se encuentra a una latitud de
23º,45N. El homólogo del Trópico de Cáncer en el hemisferio sur es el Trópico de Capricornio,
indicado por la línea T’. A la latitud del Trópico de Capricornio, el Sol culmina en el cenit
durante el solsticio de invierno.

Todos estos círculos delimitan las grandes áreas climáticas de la Tierra. La zona tropical es la
franja comprendida entre los trópicos de Cáncer y Capricornio con el ecuador E en medio.
Las regiones polares son las limitadas por los círculos polares, y las áreas denominadas
templadas son las bandas situadas entre los trópicos y los círculos polares.

Cuestiones
He aquí algunas cuestiones para repasar conceptos.

1. Para un observador situado sobre el ecuador terrestre, ¿en qué momento pasa el Sol por el
cenit, y cuántas veces al año?.

2. La capital de Bolivia, La Paz, se encuentra entre el Ecuador y el Trópico de Capricornio,


¿cuántas veces pasa el Sol por el cenit de La Paz a lo largo de un año?.

3. ¿Cómo varía la duración del día y de la noche en el transcurso del año en el ecuador?.

4. La ciudad de Murcia se encuentra casi exactamente a 38ºN de latitud. ¿A qué altura culmina
el Sol sobre el horizonte durante el solsticio de verano?. ¿Y durante el de invierno?.

Y si has entendido el concepto de eclíptica...

5. ¿En qué punto de la Tierra la eclíptica puede coincidir con el horizonte y cuándo ocurre
esto?
Los cambios estacionales del clima
Está claro que la altura máxima del Sol sobre el horizonte varía con el transcurso del año, y
que ésta está directamente relacionada con los cambios estacionales del clima. Una de las
razones principales por las que la temperatura varía tanto en las zonas templadas a lo largo
de las estaciones (no tanto en las zonas polares y sobre todo en las tropicales), está en cómo
la energía proveniente del Sol puede calentar de manera efectiva la superficie terrestre.

Figura 3.

Puesto que el Sol se encuentra a diferente altura sobre el horizonte, su radiación calienta la
superficie con más o menos efectividad. Para un haz de energía solar (luz y otras radiaciones)
con una sección de 1m2, cuando alcanza el suelo durante el solsticio de verano (ver la Figura
3) a una latitud de 40ºN, ésta se reparte sobre un área de 1,04m2, mientras que durante el
solsticio de invierno lo hace sobre un área de 2,24m2. Es decir que durante el invierno 1m2 de
superficie terrestre recibe menos de la mitad de la energía que recibe durante el verano, razón
por la cual el ambiente resulta más frío.

¿Cómo son las estaciones en otros planetas?


El paso de las estaciones, sobre todo en las regiones templadas de la Tierra, supone la
alternancia de una serie de cambios climatológicos y meteorológicos que forman parte del
ciclo vital de muchos ecosistemas en nuestro planeta. La vida se ha adaptado perfectamente
al paso de las estaciones y no supone ningún impedimento para el desarrollo de ésta. Sin
embargo, ¿cómo serían las estaciones si el eje de rotación de la Tierra tuviese una inclinación
distinta?. Curiosamente, planetas como Marte o Saturno, tienen sus ejes de rotación
inclinados de manera semejante, 25,19º y 26,73º respectivamente. Pero Júpiter y Urano
representan dos casos extremos. El gigante de los planetas tiene el eje inclinado 3,12º
mientras que Urano lo tiene 97,86º.

Si puedes responder a las siguientes preguntas, es que has entendido perfectamente el


fenómeno de las estaciones.
6. ¿A qué latitudes se encuentran los círculos polares y los trópicos en Júpiter y Urano?. El
caso de Urano es ciertamente más complicado y requiere pensarlo detenidamente. Seguro
que un esquema te ayudará. ¿Qué a ocurrido con los círculos polares y los trópicos?.

7. Imagina cómo sería el clima en la Tierra si el eje de rotación estuviese inclinado 0º y 90º. En
el último caso discute si sería posible la vida en la Tierra.

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