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(el cual decidiría la permanencia en el poder del dictador Augusto Pinochetdurante ocho años
más), la historia está narrada en primera persona por su protagonista, Matías Vicuña, un
adolescente chileno de 17 años hijo de padres acomodados y arribistas. La vida de Matías
transcurre entre las fiestas, el consumo excesivo de drogas y alcohol, el sexo, la apatía y el tedio
que le genera vivir en un país retrógrado y sometido a una dictadura tanto física como moral. La
novela contiene paralelismos y referencias explícitas a The Catcher in the Rye (1951).
Estoy en la arena pegoteado, raja, aburrido, lateado. Pienso: no debí dejar los anteojos de sol en el
hotel, de seguro me los van a robar los de mi curso.
Recuerdo que llegué al hotel al medio día, cuando no quedaba nadie de mi curso ni del B,
derrepente abrí los ojos y pensé: que es mejor ¿quedarme votado sin calefacción o aprovechar el
último día de playa?. Me levanté y me vine a Ipanema. A la Cassia le gusta Ipanema y esa plaza
donde los hippies venden artesanía. La Cassia tiene hartos amigos universitarios, humanistas,
izquierdistas y nos invitaron a escuchar a un compañero comunista, y yo le dije que para ver
comunistas prefería ir al café ULM en Santiago y si me pillaban allí me podían deportar y hasta
echar de la casa. La Cassia me encontró razón y se fue. Yo caminé a una pizzería y pedí una pizza
tropical. Ahora compruebo que fue la primera vez que fui solo a un restaurant. Después me fui al
hotel, a mi pieza, lleno de nuevo es ediondos.
Estoy en la arena y lo único que quiero, es volver a ver a la Cassia, me dio su número pero lo perdí.
Ojala que venga. Lo primero que me mató fue su acento y después la tanga calipso y esa polera de
The Clash con la que ahora ando yo.
Creo que la cachaza del desayuno, más el huiro que me fumé, más la paja que me corrí pensando
en la Antonia y la Cassia me tiene mal, con ganas de vomitar, fatigado y con sed.
Recuerdo que fuimos con la Cassia y sus amigos a un departamento donde lamimos estampillas
del ratón Mickey y me puse a ALU inaf, la Cassia se puso a bailar en pelotas en el balcón y yo
cantaba medio llorando, después un tipo medio gordo y peludo, tiró sobre la mesa el polvo blanco
y miles de tarjetas de crédito hicieron líneas, no hay como las pajillas del McDonald’s dijo Alfredo.
Abro los ojos y este olor a carne asada me recuerda a la Cassia, decido meterme al agua, está
caliente, igual que yo, me sumerjo y espero que al salir, la Cassia esté conmigo, pero salgo y no
está.
Fuimos con el Lerner a fumarnos el último huiro de hierba amazónica. Son las 3 de la mañana y el
avión se atrasó en España. Tener que regresar de verdad me deprime.
Me acerco a la mamá del Guaton Troncoso que está comprando una botella de cachaza y le pido
unos cruzeiros para comprarme una tambien.
El Guatón Troncoso es nazi, me consta, por eso lo odio, mata gatos y una vez me mostró en su
casa un libro de fotos de un campo de concentración y miramos mujeres esqueleticas. Yo no dije
nada, por que había ciertas cosas que aun no me había enterado, y me confidenció que se corría la
paja con esas fotos y se puso a invocar a Hiter a hablar de un tío que era de la Dina.
El Lerner me invitó a fumar una colilla que le quedó y se me ocurre ofrecerle del origami que tengo
con varios gramos dentro de la billera, pero me arrepiento. Quiero llevarlo a Santiago. Salimos del
baño y estoy peor que antes, me acerco a la Luisa Velasquez que de seguro lo pasó pésimo.
– 2 horas más
Lo dice como si fuera una frase para el bronce. La Luisa es rara, siempre anda deprimida, por eso
nadie la pesca, odia ser así, pero si cambiara igual nadie la pescaria, ya tiene la fama hecha, pero
yo le hablo pr que ella es distinta a la Antonia y le he dicho que en vez de leer tanto, deberia vivir,
yo sé que en el fono me admira y siempre espera algo de mi.
– Si, la pase increíble, no como otros huevones que la pasaron mal y no se dieron cuenta que se
farrearon el viaje.
– Pero por lo menos tuvimos la oportunidad de hacer lo que queriamos, de ser otros, yo maduré
caleta.
– No te das cuenta de nada, «maduré caleta», no me hagas reír, cuentale a la Antonia eso, a mi no.
La quede mirando pero cacho que tiene razón, se arregla el pelo, no le digo nada, me siento algo
mal, fui muy pesado. Pero conmigo no se juega.
Camino hacia un teléfono, no tengo su número, pero lo levanto y escucho el tono, más allá está la
Antonia, perfecta, leyendo una revista con el sombrero del Tata que le di cuando saliamos de este
mismo aeropuerto al llegar a Brasil.
– Voy a volver ¿Me vas a echar de menos? Anda a Chile, te enseño a esquiar. Si Cassia , eu tambem
te amo.
– No seas celosa
– Bueno
Nos sentamos por la sala de embarque y comenzamos a observar a una familia brasileña. El padre
debía viajar a USA, la madre y los hijos deben quedarse.
– La hija me contó que el padre viaja – dice la Luisa- por que tiene una familia allá en USA y no
puede volver hasta que jubile.
– No, es brasileña, pero no la quiere y acaba de darse cuenta que nunca ha dejado de amar a su
mujer y le duele dejar a sus hijos.
Miro al mayor, se parece a mi y es al que más le cuesta todo esto, se mueve y evita al padre. Me
voy al baño y saco el origami. El muchacho odia al padre, pero a la vez no. Quiere llorar pero se
aguanta. Estas cosas me ponen nervioso. Tomo un poco de polvo con el dedo y lo meto en mi fosa.
Salgo y busco a la Luisa.
– Ya se va.
Miro al hijo mayor, tiene unos zapatos iguales a los mios. El padre se despide de la madre, que se
mantiene fría, y de los hijos. El mayor lo abraza y el padre lo mira como diciendo «jamás me
perdonaré no haberte visto crecer». El padre se da vuelta y desaparece tras la puerta, el hijo
mayor se larga a llorar desconsolado.
Yo que soy malo para estas cosas me pongo a llorar. El tipo se levanta y se va. La Luisa me mira.
El viaje me dejó lona y estar de vuelta en Chile. Lo recuerdo casi todo, dejar Río se echa de menos.
– ¿Y la Rommy no está ?
Duró poco la Rommy, tenia como 20 años y no me la alcance a tirar, pero el Lerner la llevó a un
hotelucho en Estación Central y dijo que era insaciable.
Sigo en movimiento, como si aun continuara en el avión. Recuerdo que la aerolinea para
compensar el atraso hizo bar abierto, me tome varios etiqueta roja con Coca-cola, hablé con el Mc
Clure sobre discos y despues me tuve que cambiar para atras, junto a la Antonia.
– ¿Interrumpo?
La azafata nos lleva la bandeja respectiva, y nos pasó un formulario para llenar con nuestros datos.
– Debe creer que somos pololos – le dije
– Se equivoca entonces.
– No lo creo
– Como las huevas. Más parqueado que la mierda. Y tu, cuenta, cuenta.
– Nosé, cualquier cantidada de cuestiones, la pasé increíble. Maldita la hora en que volvi.
– Puta, perdona. Oye, juntamosnos en el Juancho´s, tengo unos huiros de los Andes.
Buena onda el Nacho, me cae bien. Es lejos mi mejor amigo, aunque yo podría dominarlo si
quisiera. Es el típico gallo que no sabe tomar decisiones.
Al Nacho le encanta surfear y adora Río, pero no fue al paseo, su padre fue el culpable.
Su padre es capitán de fragata y se le metió que el Nacho fuera a la Naval, y lo retiró del colegio
para meterlo a la Escuela Naval, le prometió un auto al cumplir los 18 y que la fragata pasaría por
Hawai y California para que sorfeara. El Nacho no duró ni 6 meses. “Mira huevón- me dijo una vez
el Nacho- ¿Te acuerdad de la “Ciudad y los perro” que nos hizo leer la Flora Montenegro?, ese
libro es una pata de jaiva comparado con lo que pasa allá adentro. Es una mierda. Estoy cagado de
miedo. Hay algo raro, lo sé”
Se retiró, su padre no lo dejo volver a la casa y su madre le pasa plata pero no como para el viaje a
Río y tampoco el permiso notarial para salir del país. Por esto lo odia y ahora vive con su hermano
medio cagao.
Mi madre habla por teléfono con la tía Loreto, su hermana, mientras se maquilla y me pide al
mismo tiempo que vaya a su fiesta.
Por fin desaparece. Estoy cagado, no debí haber vuelto. En mi casa somos 4 hermanos, yo soy el
tercero y único hombre. La mayor es la Pilar que esta casada con un tipo que solo sabe de rugby y
de como tirarsela, ya tienen 3 hijos en 2 años. Mis otros 2 hermanas son unas engreidas. La
Francisca que es la más rica tiene 18 años y estudia publicidad, era rajada, pero ahora está más
controlada, despúes de todo lo que le pasó. La Bea es la más chica, tiene como 14 y no merece
analisis.
Intento leer el diario. Gustavo Leigh, el que bombardeo la Moneda, ahora llama a votar por el No,
y el asqueroso Jaime Guzmán habló todo el día para justificar el SI. Pinochet anda en el sur
reuniendo votos. Va a ganar igual. “Vamos bien, mañana mejor” es el slogan.
Mi hermana Francisca está en edad de votar, lo hará por el SI, ella y todo su curso están por la
Constitución de la Libertad. A mi la política me da lo mismo. Me pongo a dar vueltas por la terraza,
el departamento es bastante amplio, está en el último piso del edificio. Mi pieza da al San
Cristobal, donde subo a dar vueltas en mi Benotto.
Llegó mi padre, estupendo él, bronceado por subir a la Parva. Coloca un disco de Olivia Newton-
John por que el huevón se las da de jovencito. Se siente un triufador.
– Matías, apurate. No tengo mucho tiempo. No quiero llegar tarde donde el Javier.
El Javier es mi primo, cumple 21. Todos lo adoran. Me fui a bañar y al salir mi padre me quería
quitar la toalla.
-¿Qué escondes tanto huevón? cualquiera diría que tienes mucho que mostrar.
Para él, el empelotamiento es la maxima complicidad entre un padre con su hijo, pero yo no
soporto la idea, es como si lo acogiera de verdad. Me voy a mi pieza, cierro la puerta, pero no me
siento seguro. Mi padre siempre me habla de sexo, una vez me invito a una casa de masajes. Le
dije que no, jamás me lo perdonaré, estoy seguro, debe pensar que soy virgen o maricon, siempre
trata de parecer liberal. Ni idea de por que lo hace. La mayoría de los padres ni siquiera mira a sus
hijos, el mío no para de hablarme.
Se pone el terno gris de Milan y nos vamos en el Volvo, pone KC y unas cuadras más allá comienza
a coquetear con unas rubias de un Datsun, les ofrecemos cigarros, parecen cumplidoras.
– ¿Cómo te verías?- me pregunta mi padre- podriamos arrendar una suite para cuatro, a ver quien
se va cortado primero.
– Para otras vez será cabrito – y me revuelve el pelo- puta que te quiero cabrito.
Con este comentario quedó tieso, siento nauseas. No sé que decir y menos cuando no son
reciprocos.
Mi padre saca el casette y pone la radio. El loco tiene minas por montón y eso es verdad, culea de
lo lindo, pero me tiene de confidente, para él la gracia es contar sus aventuras, si no no se metería
con ellas, como no tiene amigos , me cuenta a mi, yo igual lo escucho. Incluso me muestra fotos de
sus orgias.De lo que nuna me habla es sobre su relación con la mamá, por que se seguro no existe.
Se casaron apurados, por la Pilar. A mi padre le convenia subir de estatus, por que los Vicuñas
estaban en decadencia.
– En la parte trasera de un Chevy 59 te hicimos huevón, estabamos bien curados. Cuando naciste
te mostré a mis amigos, estaban tan orgulloso. Incluso antes de conocer a tu mamá siempre quise
tener un hijo hombre, un huevón que fuera como yo.
Bien Matías, estas en Santiago de Chile dando vueltas en la rotonda de La Portada de Vitacura.
Miras el reloj 22:18, temprano, el toque de queda es las tres. El Nacho dijo “tarde”, por lo que
tienes tiempo, decides dar una vueltas. Pones un casette de tu vieja. Anne Murray, “Country love
song” diría el Mc Clure. Capaz que este con la Antonia en estos momentos. Abres la ventana, tu
pelo vuela. Estas ansioso. Te das cuenta que estas en Gerónimo de Alderete, giras y estas donde
vive la Antonia, te estacionas frente a la casa, no se ve ninguna actividad. Te vas a una botilleria,
pides el teléfono, 2 petacas y una pajita. Llamas.
– ¿Está la Antonia?
Sigues, cruzas Apoquindo. Pasas por la casa del Mc Clure, te detienes, te tomas la petaca, tiritas y
te bajas.
Te las va pagar el huevon, bajas por Isabel la Católica, debe estar con la Antonia, hace tiempo que
anda urgido por ella, por algo la rondaba tanto en Río. Y tú con la Cassia, ni te acordaste de eso.
Son tal para cual, la Antonia no fue hecha para ti, eso te lo han dicho todos, y ahora se te escapa.
Eso te pasó por huevón, por querer cambiarla. Estacionas, sacas la origami, lo alineas y lo jalas. Te
tomas la segunda petaca, partes. Llegas a El Bosque, te estacionas frente al Juancho’s, te bajas con
la idea de olvidar lo que nisiquiera sabes que te molesta. Si lo haces, buena onda, sino no sería la
primera vez.
El Juancho’s es un local para los elegidos. En la puerta hay un guardia que selecciona quien entra y
quien no. El Toro, que es el dueño, nos deja entrar y nos fía, ya que dice que somos un cheque a
fecha, y la cuenta se la cobra a nuestros padres, pues está asociado con un sobrino de Pinochet.
Como mi padre no viene por acá, le cargamos el fiado al papá del Nacho, y el Nacho nada de
huevon consume y consume, ya que el viejo paga con tal que no delaten sus infidelidades. Pero
eso vengo, me conviene.
Entró al Juancho´s y me siento en el bar, el Alejandro Paz, que es como mi socio, me saluda y alaba
mi bronceado.
– No, no ha venido
El gran Alejandro Paz es socio del Juancho´s, atiende el bar y cumple con los requisitos típios de
esta pega, simpático, tallero pero yo le digo que es un infiltrado del No y se rie, “para socavar esta
sociedad, hay que hacerlo desde dentro” y nos critica. Estudia literatura y pedagogía en el
pedagógico, donde los artesas lo tratan de arribista imperializado, vive solo y se gasta todo en
revistas como Rolling Stone, discos y sueña con ir a USA. Conversamos en inglés y siempre me
aconceja, como cuando fui a Río, me dijo que debia pegarme un viaje de verdad, que me duela, a
USA y ver la realidad y lo mal que estamos con la música.
– ¿Pensar que? Gracias a gente como tú estoy preso aquí. ¿Tú crees que es muy rico sentir que tu
futuro se ve cero?
– Cortala, ganas cualquier billete aquí, eres un comunista que sueña con USA, que vendería a su
madre con tal de escribir en la Rolling Stone y sirveme un tequila puro.
Media hora más tarde, el Nacho aún no llega, voy al baño y me encuentro con el Saavedra
mirandose lo biceps, es el rugbista más famoso del Chile, ahora que aparece en un comercial de la
tele.
-¿Cómo me veo?
– Más viejo, Saavedra. ¿No estas más gordo? – le digo mientras termino de mear.
– Pensar que podriamos haber sido cuñados, pero yo me cuide y no nos hubiramos tenido que
casar apurados.
– Entonces chao.
El huevón se va. Me encierro en el baño y saco el origami. Mi hermana es una puta. Garganta
amarga, esta hueva está haciendo efecto. Vuelvo a la pista y me quedo pegado mirando a los los
huevones de Música Libre , que vinieron al Juancho´s, derrepente sin aviso, se acerca una mina
que parece un chiste.
– Si, y tú
– ¿Tú Matías?- me pregunta con voz sensual esta loca, chica, gorda, crespa y con una polera de la
Barba Streisand – me encanta la Barbara Streisand, es mi idola.
– No lo necesitas
-Pero no me llames así, llamame Vasheta. Estoy en el pre en el Ceaci ¿ Otro trago?
El teléfono suena
– Calma Matías, estamos en el Pollo Stop, hay cambio de planes, nos vamos a la casa del Cox a
celebrar su cumpleaños, sus padres están en Sudafrica y está pensando en dejar la caga. Nos
juntamos allá, tú sabes donde es.
– Vale
– No me jodas
– Bueno, si cambias de idea llamame – y anota su número en una caja de fosforos – ¿dame el
tuyo?
– Fea tu actitud – me dice- mirala, terminará sola, con un puro dedito de compañia.
– No he tenido tiempo
Estoy sudando, he bailado todo el rato, estoy cansado pero no tengo sueño. Me siento al lado del
Nacho a conversar.
– Una huevada media porno, fuimos casi todos y despues el Patán y el Lerner vieron una peor,
pero yo no fui por que andaba con una minita, se llama Cassia, es de Brasilia, tendrías que haberla
visto, te hubieras enamorado altiro de ella.
El Nacho camina hacia el bar, como si no le importara lo que hablo. Desde que lo vi caché que el
weón tenía algo de envidia, por ahí va el sentimiento, pero no lo culpo. Que todos mis amigos
partieran al viaje que debí haber hecho yo, es como mucho.
– Pero no fui
– Da lo mismo
– Seguro
Agarro una pajita y nos vamos al baño. El Nacho es mi mejor amigo, pero aun no me perdona que
me haya tirado a la Maite aunque nunca le dije que me la había comido y que la mina era virgen y
que a la Maite realmente le gustaba el Nacho.
El nunca habla nada, pero yo sé que está sentido y que me tiene rabia, aunque ser su amigo
cambia un poco las cosas.
– Es coca ¿no?- picala con la Gillette en lugar del carnet escolar- dice en Nacho
Comenzamos a jalar.
– Poco, y no era buena. La llevó el Rusty, un amigo del Papelucho. Un gringo muy reventado del
Nido de Aguilas.
Golpean la puerta.
Tiro la cadena y le limpio el polvo blanco que le queda en la nariz. Despues pruebo mi indice,
siento la amargura típica. El Nacho solo mira para el lado.