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ANFIBIOS Texto: Ceferino Uribe Peña

Ilustración: Héctor Gaitán-Rojo

Los anfibios y los reptiles aparecieron en la


Tierra hace muchos, muchos millones de
años, y sus parientes más cercanos son los
peces, las aves y los mamíferos. A estos
cinco grupos se los ha denominado
vertebrados, porque en su interior tienen
esqueleto y, sobre todo, porque poseen una
parte muy importante: el cráneo.
Todos estos animales forman una especie
de “cadena”, pues los anfibios son peces
evolucionados. A su vez, de ciertos anfibios
se derivaron los reptiles. Y de estos últimos
las aves y los mamíferos. Y como nosotros,
los seres humanos, somos el último eslabón
de esta “cadena”, o sea, mamíferos, mira
nada más toda la historia que venimos
arrastrando.

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Pero, como lo primero es lo
primero, en este libro vamos a
hablar de los anfibios,
llamados así porque pueden
vivir de dos maneras: dentro
del agua, como los peces, o
sobre la tierra, como
cualquiera de nosotros.
Cuando están dentro del agua,
los anfibios adultos respiran a
través de la piel. Aunque hay
algunos, como los ajolotes,
que además respiran por las
branquias.
En cambio, cuando salen a
tierra, los anfibios toman aire
por medio de sus pulmones y
también por la piel.
Aunque les gusta vivir tanto
dentro del agua como fuera de
ella, su existencia depende

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más del medio acuático que
del terrestre.
Por lo general, las hembras
ponen sus huevecillos en los
charcos, los pantanos, los ríos
o las lagunas. Pero espérate
tantito. En realidad, lo que la
hembra pone no son huevos
precisamente, sino que se trata
de óvulos que ella deposita en
el agua, después de que el
macho la ha estimulado.
Luego, el macho deposita sus
espermatozoides, también en
el agua, y éstos se trasladan
nadando y se introducen en
los óvulos. Es en este
momento cuando la
fecundación se produce. Y al
cabo de un tiempo, nacerán
las crías.

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Otra característica curiosa de los
anfibios es que son los únicos
vertebrados —capaces de vivir
en la tierra y en el agua— que
nacen en estado larvario. Es
decir: cuando los pequeños
salen del huevecillo, la forma de
su cuerpo es diferente a la que
tendrán al hacerse adultos.
Tienen una cola similar a la de
los peces; respiran solamente a
través de branquias, pues
todavía no poseen pulmones; y
además carecen de
extremidades. Después, cuando
pasa el tiempo y van creciendo,
adquieren su forma definitiva.

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¿Has oído hablar alguna vez de
“animales de sangre fría”? Pues
tanto a los anfibios como a los
peces y los reptiles, se les llama
así porque ellos no pueden
calentarse por sí mismos. Así lo
hacen los mamíferos y las aves,
los cuales producen calor dentro
de su cuerpo al quemar parte
del alimento que consumen
diariamente.
El hombre, como buen
mamífero que es, no sólo genera
calor dentro de su cuerpo, sino
que además usa ropa, evitando
que el calorcito se le escape.
En cambio, los anfibios siempre
tienen el cuerpo a la
temperatura del lugar donde
habitan.
Si los llevas a un clima muy frío,
¡pobres!
Y si los cambias a una zona muy
cálida, también sufren.
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Como sucede con todos los animales, entre los anfibios existen
diferencias. Sin embargo, hay algunos que se parecen entre sí.
Tomando en cuenta estas semejanzas y diferencias, y para evitar
que nos hagamos un lío fenomenal, los especialistas hicieron la
siguiente clasificación en subconjuntos:

Salamandras
Sapos y ranas Cecílidos
y ajolotes

En el lenguaje científico, al primer subconjunto se le conoce con el


nombre de anuros, lo que significa “anfibios sin cola”.
Al segundo lo denominan urodelos, que quiere decir “anfibios con
cola”. Y al tercero lo llaman ápodos, cuyo significado es “anfibio
sin extremidades”.

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Bueno, de todos ellos, nos son más familiares las ranas y los sapos.
Tú ya los conoces. Los podemos encontrar, sobre todo, en las
épocas de lluvia. Y aunque a veces no los vemos, sí podemos
escucharlos. Porque los sapos y las ranas tienen voz... ¡Y además
cantan! Su canto es utilizado por el macho para llamar a la
hembra, y aparearse cuando llega el tiempo de la reproducción.

Cada especie canta de una manera diferente, ya que si cantasen


igual se harían bolas. Podría suceder que una hembra acudiera al
llamado de un macho que no fuera de su especie, y éste habría
gastado en vano su voz de inspirado cantor.

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El apareamiento de los anfibios lomo, cubriéndolos con una
parece ser más espectacular de capa gelatinosa. O los esconden
lo que se pudiera pensar. Los en una cavidad que tienen en la
científicos han sorprendido a boca. De esa manera, impiden
ciertas salamandras realizando que sus huevecillos sean
danzas muy complicadas antes devorados por otros animales, y
de la fecundación. así sus ranitas nacen a salvo.
También se ha visto, dentro del Siguiendo con este asunto de las
grupo de las ranas, que los ranas y los sapos, sabrás
machos pertenecientes a ciertas también que son muy buenos
especies son unos peleoneros. nadadores. Para impulsarse
Cuando ven una hembra, todos dentro del agua, utilizan sus
se la disputan. ¡Y se arman patas traseras, cuyos dedos
grandes pleitos! están unidos entre sí por
En cuanto al cuidado maternal, membranas. Posiblemente este
existen unas ranas que, en vez sistema fue copiado por el
de dejar sus huevos fecundados hombre cuando inventó las
en el agua, los cargan en el aletas para bucear.

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Hay también ranas y sapos que
habitan la mayor parte de su
tiempo sobre tierra. Estos tienen
dedos fuertes, terminados en
punta, con los cuales cavan
hoyos que les sirven de guarida.
Y además hay otras ranas que
no viven ni en el agua ni en la
tierra. Sucede que decidieron
pasarse la vida en los árboles,
como los changos o los
papagayos. La forma de sus
patas es diferente a la de las
demás, pues las puntas de sus
dedos son anchas y en forma de
ventosa. Gracias a ellas pueden
subir a los árboles, sin el menor
riesgo de resbalarse.

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En México también hay salamandras y ajolotes, o sea, esos anfibios
que los científicos denominan urodelos, porque tienen cola. En
realidad no son muy abundantes y se les ve poco, porque parece
que son muy huidizos.
La gran mayoría de las salamandras son de tamaño pequeño.
Su cuerpo, que es alargado y semicilíndrico, mide unos 20
centímetros con todo y cola. Sólo hay dos especies que alcanzan
los dos metros y medio: una en China y otra en los Estados Unidos.

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En cuanto a los ajolotes, son
animales típicamente mexicanos,
conocidos ya por nuestros
antepasados prehispánicos. Y la
verdad, la verdad, el ajolote es
uno de los anfibios más
extraños. Parece pez y hasta
tiene branquias en forma de
penacho, a cada lado de la
cabeza. Posee cola, con la que
se impulsa al nadar. Tiene
patitas como los lagartos; y
pulmones, como los mamíferos,
las aves y los reptiles. Casi
siempre está en el fondo del
agua. Pero a veces, cuando se le
ocurre ver cómo están las cosas
en la superficie, asciende desde
abajo como un submarino, e
infla sus pulmones para poder
permanecer flotando.

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Y por fin llegamos a los cecílidos, que son
unos anfibios cilíndricos, alargados y sin
extremidades, parecidos a las lombrices. Su
cuerpo vertebrado apenas llega a los ocho
centímetros de largo y su cola es muy corta.
Los cecílidos no habitan en el agua, pero
tampoco en la tierra. ¿Y entonces, dónde?
Siempre enterrados en los pantanos. Para
desplazarse, se encogen y se estiran como
acordeón, haciendo uso de la cabeza para
abrirse camino. Y como son muy pocos los
cecílidos existentes en la actualidad y siempre
están ocultos, sus costumbres son poco
conocidas. ¡Vete a saber qué harán ahí, debajo
de tanto fango!

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¿De qué se alimentan los anfibios? Pues de
insectos, principalmente. Sólo que cada quien
tiene su propia estrategia. Aquellos que cazan
en la tierra, se aproximan con sigilo a su presa,
y luego extienden su lengua tentando al
insecto. Y ahí se acabó la historia; pues como
la lengua de los anfibios segrega una
substancia pegajosa, los insectos quedan
adheridos a ella y de inmediato pasan al
estómago del cazador.

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Cuando los anfibios cazan en el agua, usan
otra táctica. Para atrapar a sus presas, forman
una corriente de agua que arrastra a la víctima
hacia su boca. ¿Astutos, no?

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Como ves, los anfibios no causan daño a los
intereses del hombre. No molestan a nadie, y
hasta son beneficiosos, pues muchos de ellos
son utilizados para controlar plagas de
insectos. Y en el caso de ciertas ranas y
salamandras, mucha gente guisa con ellas
platillos deliciosos.

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Por otro lado, los anfibios no tienen manera de
defenderse frente a los seres humanos. Prueba
de ello es que, cuando el hombre fue
estableciéndose en lugares habitados por
anfibios, muchos de éstos fueron
desapareciendo.

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