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desprotección social?
César Giraldo
¿Protección o
desprotección social?
César Giraldo
Ediciones
¿Protección o desprotección social?
César Giraldo
ISBN: 978-958-8093-75-8
Se permite la copia, de uno o más capítulos completos de esta obra o del conjunto de la
edición, en cualquier formato, mecánico o digital, siempre y cuando no se modifique el
contenido de los textos, se respete su autoría y esta nota se mantenga.
Índice general
Presentación................................................................................................. 17
Prefacio, Pierre Salama................................................................................25
I. Una perspectiva a partir de conceptos «olvidados»................................ 26
- El quid de la intervención del Estado................................................... 26
- El aporte de un enfoque «derivacionista» desde el Centro...................27
- El aporte de otro enfoque «derivacionista» desde la Periferia............ 28
- El quid del déficit de legitimidad...........................................................31
II. La reproducción de la fuerza de trabajo en la actualidad.......................33
- Una intervención del Estado reducida.................................................. 34
- Las reformas de la protección social..................................................... 36
- Algunas consideraciones finales sobre la relación salarial
directa/salarial indirecta, para concluir este prefacio.............................37
Capítulo 1
El origen de la protección social...................................................................41
1 Introducción...............................................................................................41
1.1 Primera parte: Estado y política social................................................41
1.1.1.1 Dimensión política del Estado...................................................... 46
1.1.1.1.1 Moneda expresa poder político.................................................. 48
1.1.1.1.2 Ciudadanía y Estado....................................................................52
1.2 Segunda parte: Evolución de la protección social59
1.2.1 Asistencialismo................................................................................ 64
1.2.2 Aseguramiento.................................................................................67
1.2.3 Universalismo.................................................................................. 71
1.3 Algunas consideraciones sobre Estado de Bienestar.............................73
1.3.1 Fin del fordismo................................................................................75
1.3.2 Desalaramiento................................................................................77
1.3.3 Factores demográficos y sociales.....................................................81
1.3.4 Cada vez más excluídos....................................................................81
1.3.5 Estado de Bienestar en América Latina.......................................... 84
1.3.5.1 Precaridad laboral e informalidad................................................87
1.3.5.2 ¿Es posible?.................................................................................. 89
Capítulo 2
Financiarización: Un nuevo orden social y político.................................... 93
2.1 Introducción........................................................................................... 93
2.2 Financiarización en América Latina.................................................... 110
2.3 Capital financiero es poder político................................................................. 118
2.3.1 Cambio en la Regulación Público Estatal...................................................... 123
2.4 Otros factores que inciden en las reformas.....................................................130
2.5 Deterioro Social de América Latina................................................................. 133
Capítulo 3
Paradigmas de la protección social............................................................139
3.2 Neoliberalismo versus Consenso de Washington................................140
I. Disciplina fiscal....................................................................................143
II. Focalización del gasto y subsidio a la demanda................................144
III. Impuestos neutrales.........................................................................145
IV. Privatización......................................................................................145
V. Descentralización fiscal......................................................................146
3.3 Consenso II........................................................................................... 147
3.4 Contradicciones del Consenso............................................................. 151
3.5 Ofensiva ideológica..............................................................................153
3.6 Paradigmas de la protección social.....................................................159
3.6.1 Lucha contra la pobreza....................................................................169
3.6.1.1 Políticas.......................................................................................... 173
3.6.1.2 Consecuencias................................................................................ 177
3.6.2 Aseguramiento................................................................................. 181
3.7 Conclusiones........................................................................................186
Capítulo 4
Sistema de protección social colombiano................................................. 191
4.2. Dinámica de las reformas...................................................................195
4.2.1 Primera etapa: período de ajuste......................................................196
4.2.2 Segunda etapa: reformas estructurales...........................................199
4.3 Principios de la reforma y sus resultados........................................... 211
4.3.1 Principios de la reforma en salud vs. resultados..............................214
4.3.1.1 Cobertura en salud........................................................................ 220
4.3.1.2 Prima la lógica financiera............................................................. 228
4.3.2 Principios de la reforma en pensiones vs resultados...................... 234
4.3.3 Principios asistencia vs resultados...................................................247
4.3.3.1 Identificación de los pobres..........................................................251
4.4 Conclusiones........................................................................................255
4.4.1 Prima lógica financiera en seguridad social.....................................255
4.4.2 de derechos sociales a derechos de mercado................................. 258
4.4.3 Deterioro de las condiciones sociales............................................. 260
4.4.4 Debilitamiento del estado nacional267
Conclusiones.............................................................................................. 271
1 Sociedad patrimonia..............................................................................l271
2 Elementos para una propuesta en América Latina...............................273
Bibliografía................................................................................................277
Índice de cuadros
13
A Marcela por su solidaridad.
A mis hijos por su compañía.
A Marisol por su ayuda.
A Isaura por su colaboración.
A los compañeros de CESDE por el debate.
A Pierre por su orientación.
A Alexis por su traducción.
A Yves y Mary por su apoyo.
A Gilberte por su hospitalidad.
Presentación
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agentes privados y por tanto debe ser provista por el Estado. En este contexto
Bismarck creó en Alemania, a finales del siglo XIX, los Seguros Sociales. Tales
seguros suponen que el acceso al bien social (que adquiere la connotación de
derecho social) está condicionado por la obligación de cotizar a un sistema de
Seguridad Social, cotización que surge fundamentalmente de la relación salarial.
En este caso el derecho social nace ligado a la relación laboral. Este modelo de
protección social lo hemos llamado aseguramiento o bismarckiano.
Después de la segunda guerra mundial la noción de aseguramiento a los
trabajadores se extiende a una noción de seguridad social para toda la población.
El punto que marcó el surgimiento del universalismo fue el informe Beveridge
de 1942, titulado «Social Insurance and Allied Services». Dicho plan introdujo
el sistema previsional basado en el «flat rate» (base mínima) que garantizaba
a todos los ciudadanos un monto uniforme de beneficios prestacionales, ase-
gurando la universalidad en la cobertura. Este modelo lo hemos denominado
universalista o beveredgiano, en el cual derecho social se origina en la ciudadanía,
y es el fundamento del Estado de Bienestar, que tuvo su auge hasta mediados
de los años 70s del siglo XX.
Sin embargo el Estado de Bienestar está entrando en crisis porque los pi-
lares sobre los que se construyó se están debilitando: disolución de la sociedad
salarial, crisis de las políticas activas en lo social y en lo económico, y factores
demográficos. En el caso de América Latina surge la pregunta si ha existido un
Estado de Bienestar. Lo que aquí se afirma es que no existió para la mayoría de
la población debido a que no hubo una generalización de la relación salarial,
y no podrá existir porque no se vislumbra que dicha generalización se vaya a
presentar. Esto abre un interrogante acerca de la propuesta social y política para
dicha región.
Se ha hablado de tres modelos de protección social: asistencialismo, asegu-
ramiento y universalista. El cuarto es el neoasistencialismo, que se viene imple-
mentando en las dos últimas décadas en América Latina, caracterizado por una
combinación entre aseguramiento privado y asistencia pública focalizada. Sin
embargo, antes de pasar a ello, se desarrollará en el capítulo 2 el concepto de la
financiarización, para señalar más adelante que el neoasistencialismo refleja la
financiarización dentro de la protección social. La financiarización significa que
en el proceso económico la lógica financiera se sobrepone a la lógica producti-
va. Es un fenómeno que se puede apreciar desde el punto de vista cuantitativo
por el aumento sin precedentes de las transacciones de carácter financiero, y
del cualitativo porque de un lado, en el comportamiento de las empresas y los
inversionistas se dirigen más a buscar rentas financieras que ganancias en el
proceso productivo, y del otro, porque la política económica privilegia la obten-
ción de equilibrios macrofinancieros a través de programas de ajuste basados
en la disciplina fiscal.
Los acreedores de la deuda pública imponen dicha disciplina, no sólo para
garantizar el cobro de la deuda, sino que además el ajuste fiscal se inscribe en una
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política que busca debilitar la demanda interna y aumentar de esta forma el exce-
dente exportable y con ello generar las divisas para pagar las rentas financieras,
lo que implica eliminar todos los subsidios que se dirigen hacia el sector privado
y aumentar las cargas que recaen sobre el consumo, como es el caso del aumento
del IVA (a lo que se suma flexibilización del régimen salarial para debilitar los
ingresos del trabajo). Se exige el cambio de la legislación fisco-financiera, de tal
forma que los gobiernos sean forzados a endeudarse en los mercados de capitales
en vez de acudir a los recursos del Banco Central. Los gobiernos se endeudan a
través de la emisión de bonos de deuda pública, que se convierten en el principal
papel de los mercados de capital. También se exige pasar a la intermediación
financiera la provisión de los bienes sociales, los cuales tradicionalmente habían
sido provistos por el Estado. La principal reforma es la privatización de la Se-
guridad Social a través de regímenes pensionales basados en la capitalización
individual y los seguros privados de salud. Los Fondos de Pensiones privados se
convierten en el principal inversionista en títulos financieros, y en particular, el
principal comprador privado de los bonos de deuda pública.
El capital financiero se convierte en un poder político oculto. Los posee-
dores de dicho capital han venido acumulando poder económico, y a través del
proceso político han generado reformas que buscan adecuar la regulación eco-
nómica y social en beneficio de su propio interés. Esto confirma la afirmación de
Gramsci (1982) en los años treinta quien señaló que la organización del Estado
es modificada por su vinculación con la sociedad civil y el sistema económico.
Un cambio en el sistema económico genera procesos sociales y políticos que
estimulan un ajuste en la estructura del Estado, para adecuarla a dicho cambio,
pero a su vez al interior del Estado también están representados agentes del
viejo orden económico quienes se oponen a las reformas. El Estado no puede ser
concebido como un aparato homogéneo que defiende el bien común. Como lo
señalan Salama y Mathias (1983) el Estado no se puede concebir por encima de
las clases sociales, y critican la visión del Estado, entre ellas la de la Cepal, que
ven al Estado como un regulador, un garante, por encima de las relaciones de
clase, y en particular del capital, que a su vez es una relación social. Afirman los
autores que la Cepal ve al Estado como «una máquina administrativa socialmente
neutra y técnicamente racional» (133).
Las presiones que ejerce el capital financiero para cambiar la regulación
estatal se dan por canales formales y no formales. Estos últimos consisten en
la sanción que los mercados internacionales de capitales hacen (sobre las refor-
mas y políticas que acometen países que demandan financiamiento) a través de
diferentes mecanismos tales como el índice de «riesgo país» y la opinión de las
firmas calificadoras de riesgo. Los canales formales principalmente se dan en
el marco de las negociaciones con el Banco Mundial, el FMI, el BID y las auto-
ridades económicas de los Estados Unidos, cuyos centros de decisión residen
en Washington D.C. Esto es lo que ha llevado a bautizar las reformas que han
venido promoviendo como el «Consenso de Washington».
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Las reformas abarcan tres campos, tal como se presenta en la tabla siguiente,
tema que es desarrollado en el capítulo 3:
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Prefacio
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Cuando la clase empresarial no existe de manera significativa, para comprender su
aparición es necesario el estudio de las alianzas de clases. La dinámica propia de esas
alianzas permite, sin que necesariamente sea indispensable, el surgimiento de la clase
empresarial. Así se ha podido ver en América Latina en los principales países después
de la gran crisis de los años treinta. De manera frecuente el Estado participó en el surgi-
miento de esta clase social, y de forma paralela, creó las reglas que permitieron que los
mercados comenzaran a funcionar.
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El «sólo hay que ...» no es en efecto una razón suficiente para conducir al Estado a hacer
lo que no puede, o no quiere hacer una joven burguesía naciente, la cual prefirie con
frecuencia el comercio a la industria, la renta a la inversión. Es necesario que haya una
conjunción de factores que conduzcan a alianzas de clases, las cuales ponen en marcha
políticas por la defensa de sus intereses, que pueden producir los efectos no deseados al
origen, como el de la consolidación de una clase empresarial. Este ha sido el caso durante
la gran crisis de los años treinta en algunos países de América Latina cuando la primera
fase de sustitución de importaciones fue adoptada, sin proponérselo, con el objetivo de
defender el poder de compra de los exportadores.
5
G. Mathias y P. Salama: L»Etat surdéveloppé. Éditions Maspéro (1983). Aparecida en
espagnol en edición ERA (México).
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Este enfoque es distinto del seguido por las corrientes weberianas para las cuales el Estado
es un conjunto de instituciones y de relaciones sociales sobre un territorio determinado.
Esas instituciones tienen como recurso último el control de los medios coerción para
ejecutar sus decisiones, dado que se considera que el Estado tiene el monopolio de la
violencia legal. Muchos autores, de los cuales O»Donnel, consideran sin embargo que en
los países llamados subdesarrollados, el Estado no tiene el monopolio de tal violencia.
Esta particularidad significa igualmente que la violencia del Estado pierde su legitimidad
para ciertos estratos de la población, notablemente y sobre todo para aquellos que son
excluidos y que no se reconocen dentro del discurso universalista del Estado.
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Si bien es cierto que con frecuencia los Estados son predadores, en beneficio de intereses
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países se sitúan entre el 0,4 y 0,6% del PIB, contra más del 3% en Corea del Sur. Ciertamente
no se debe limitar el análisis a cifras tan globales, es necesario igualmente temar en cuenta
el «catching up» (avance) parcial que ha sido posible a la vez por las importaciones de
máquinas nuevas y por el aumento de la inversión extranjera directa. Incluso considerando
este aspecto, el esfuerzo es modesto comparado con los países asiáticos.
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Sobre este tema, en relación con países emergentes, ver G. Wood y Gohh (2006). A com-
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parative Welfare Regime approach to global social policy. En World Developmente, vol.
34, Nº 10.
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ocupan los empleos informales. Hay dos factores que van en dirección contraria
y que favorecen una socialización creciente: El primero, la democratización; el
segundo, el creciente faltante de racionalidad del Estado que provoca un creciente
déficit de legitimidad. Estos dos factores son aún insuficientes para contrarrestar
la incapacidad de los gobiernos para asegurar a los miembros de la comunidad
nacional, más allá de las leyes y los discursos, una protección universal. Esto
es lo que muestra de forma brillante César Giraldo en las páginas que siguen.
39
Capítulo 1.
El origen de la protección social
1 Introducción
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1
Pese a que el concepto de política social es algo que cualquier persona cree entender, de-
limitarlo es más complejo de lo que parece. Por ejemplo existen perspectivas encontradas
respecto a si las obras de infraestructura corresponden o no a la política social: la cons-
trucción de caminos vecinales podría catalogarse dentro de la política social, si se tiene en
consideración que ello ayudaría a los campesinos a sus labores agrícolas y con ello mejorar
su condición social. Con la misma lógica podríamos decir que el bienestar de los ciudada-
nos aumenta con el mejoramiento de las calles de una ciudad. ¿Con qué criterios este tipo
de gastos se deben clasificar como gastos de infraestructura o como gastos sociales?. Para
hacer más complejas las cosas, un gasto en la construcción de un hospital o una escuela
¿debe considerarse dentro de la política social, o como un gasto de infraestructura?”.
2
Hemos tomado las categorías propuestas por O»Connor, 1978
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Esping-Andersen (1999, 26) critica este punto de vista porque señala que las políticas
sociales que llenan dicho vacío aparecieron mucho después de la desaparición de las
formas tradicionales. Sin embargo también recoge como respuesta a esta objeción los
argumentos de Wagner (la ley de Wagner de 1883) y a Alfred Marshall (1920) en el sen-
tido que se requiere un nivel de excedente económico para soportar la política social del
Estado de Bienestar. Al argumento anterior hay que agregar que el Estado no suplanta
las funciones de la familia y de otras instituciones como la Iglesia de manera instantánea
y masiva, si no que lo hace a través de un proceso gradual.
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5
Dicho autor hace referencia a la ordenanza real de 1439 en Francia, que instituye al mismo
tiempo la armada real y el impuesto real permanente. Al mismo tiempo dicha ordenanza
prohíbe los impuestos señoriales porque los señores no pueden hacer la guerra, sino
bajo las órdenes del rey. Este punto es remarcado por Guéry (1995, 398) para señalar
que «El monopolio de la violencia acompaña al monopolio sobre la tributación». Los
Estados Generales de 1484 señalaron que los impuestos no podían ser permanentes sino
temporales para circunstancias excepcionales como el caso de una guerra. Autorizaron
a la corona cobrar impuestos por dos años, pero Luis XI, después de los años olvidó la
temporalidad de los impuestos y continuó con ellos.
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sobre cualquier poder local (Pérez: 1997, 15). De esta forma tenía la posibilidad
de «pacificar» un territorio extenso6.
La afirmación anterior no quiere decir que la moneda surgió con los
Estados nacionales, o que no pudieran existir Estados previos al capitalismo
financiados a través de impuestos recaudados en moneda, por ejemplo en los
antiguos imperios griego y romano. De acuerdo con Théret (53-54) el Estado
fiscal moderno creó la moneda para poder recaudar impuestos y existió antes
que el capitalismo. Fue el Estado monárquico, y no el comercio, que por razones
fiscales, impulsó la monetización económica. Sin embargo, dicho Estado forzó las
relaciones mercantiles para poder recaudar impuestos en dinero y así financiar
una fuerza que tuviera control sobre un territorio. La moneda constituía un factor
que jugaba un papel clave en la generalización del mercado porque permitía el
intercambio, y el sostenimiento del Estado que regularía dicha colectivización
en un espacio territorial. En una economía natural, con ausencia de moneda,
predomina la autarquía de los pequeños poderes locales y la economía precaria,
lo cual dificulta el surgimiento del mercado.
El monopolio del Estado moderno sobre la moneda y los impuestos nos lleva
al tema de la fiscalidad, que nos indica que el Estado también está enmarcado
en una regulación financiera propia. Los impuestos y los gastos (incluidos los
correspondientes a ejercer el monopolio de la violencia) se hacen en moneda,
y tienen un estatuto fiscal propio que los regula en donde se define, entre otras
cosas, quienes son los responsables del pago de los impuestos (y en general las
cargas fiscales), cómo deben pagarlos, y en qué se deben gastar. Y al definir esto
se está dando expresión a un orden político específico, de manera que lo fiscal y
lo monetario están conectados con los procesos políticos.
Los análisis sobre el tema generalmente no destacan (lo que no quiere de-
cir que implícitamente no reconozcan) dentro de la dimensión política la parte
correspondiente a la regulación monetaria y financiera y las intervenciones de
la autoridad monetaria7, a pesar que detrás de ello se definen derechos y debe-
6
Este fenómeno no ha sido estudiado en el surgimiento de los Estados Nacionales latinoa-
mericanos, por lo menos hasta donde el autor tiene información.
7
El hecho que la moneda, como institución, se incluya en la dimensión política no quiere
decir que se esté afirmando no pertenezca al campo o el orden económico. Lo que que-
remos es resaltar la dimensión política de la moneda, aspecto que a nuestro juicio no se
le da importancia que tiene. Tampoco se está afirmando que las transacciones financieras
son de carácter político, así como tampoco se puede afirmar que los actos políticos, como
por ejemplo, el desarrollo de un ejército es un acto de carácter económico porque deben
pasar por un Presupuesto Público, y para ejecutarse deben pasar por la recolección de
impuestos y desembolsos de gastos expresados en dinero, además que todo ello tiene un
impacto sobre la demanda agregada y la economía en general. Las transacciones finan-
cieras pueden ser la expresión de actos económicos reales, por ejemplo la producción,
pero también pueden serlo de movimientos de capital que cambian la propiedad de una
empresa, o del manejo del portafolio de los fondos de pensiones. Sin embargo la regula-
ción monetaria, en cuanto a quién tiene el poder de la emisión monetaria, a la capacidad
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res económicos a través de los cuales se expresa un poder real de una sociedad
(Aglietta y Orléan 1998). La regulación financiera y la política monetaria tienen
que ver con la expresión institucional y efectiva de los intereses del poder econó-
mico dominante de una sociedad, con la apropiación del excedente económico y
de la riqueza, y afecta la configuración de instituciones que tienen que ver con los
derechos sociales (de los que hablaremos más adelante) y el manejo financiero
del Estado. Esto último afecta la distribución de los recursos públicos, y en tal
sentido, determina qué sectores, qué grupos, qué clases sociales, se benefician con
(o deben pagar por) el reparto de los recursos públicos. La adhesión a una norma
monetaria es un elemento central en la construcción de un orden jerárquico de
una sociedad, y en la forma como se reparte el producto y el acceso a la riqueza
de esa sociedad. Naturalmente toda norma monetaria tiene que estar inscrita en
una sociedad concreta, la cual a su vez tiene una norma jurídica, y una estructura
del poder político determinadas. La moneda, al igual que el derecho, esconde
tal jerarquización, porque crea la apariencia de la igualdad en las relaciones8.
Para desentrañar la jerarquización social que existe detrás de un régimen
monetario concreto es preciso determinar su marco institucional. Y ese marco
ha venido cambiando en la actualidad. De la forma tradicional en el capitalismo
de la subordinación del Banco Central al gobierno (al Tesoro Público), se está
pasando a la independencia de dicho Banco, la cual, con frecuencia invierte el
sentido de la subordinación. En la forma tradicional, el gobierno puede extraer
recursos de la economía más allá de lo que le permiten los impuestos en la medida
en que tiene acceso a los recursos de la emisión monetaria. En el segundo caso
el gobierno9 no tiene acceso fácil a tales recursos. Y esto se da en un contexto en
que de manera creciente la creación de los medios de pago se hace por canales
privados, como resultado de la liberación financiera: las instituciones financieras
tienen menos requisitos de encaje de manera que pueden aumentar el volumen
de los fondos prestables que es una vía de creación de instrumentos monetarios,
y la eliminación de los controles de capitales, cambiarios y administrativos, per-
del sistema financiero de crear créditos, a los derechos y obligaciones entre acreedores y
deudores, a las reglas de financiamiento del déficit fiscal, al mercado de moneda doméstica
respecto al mercado de divisas, al papel del Banco Central, en cuanto a todo lo anterior
y mucho más, creemos que también hace parte de la esfera política.
8
Pueden existir casos en que los derechos que la moneda crea sobre el producto social no
estén validados por el marco jurídico. Ello se da cuando se genera un proceso político
para «legalizar» una riqueza que está por fuera de las normas, como es el caso cuando se
conceden amnistías tributarias, pero en el fondo se trata de hacer dicha riqueza acorde
con las normas vigentes. Tales amnistías significan que el Estado cierra los ojos sobre
capitales cuyo origen no está claramente establecido, o que perdona el incumplimiento
de las obligaciones con el Estado en el pasado.
9
Aquí hablamos de gobierno y no de Estado, porque con la independencia del Banco Central
si bien este pierde la subordinación respecto al gobierno, de todas formas dicho Banco hace
parte del Estado. Aunque aquí cabe una discusión teórica que no vamos a adelantar.
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miten que los capitales financieros fluyan proveyendo una financiación privada
del gasto, y en particular obliga a los gobiernos a recurrir a dicha financiación
por el no acceso a los recursos de la emisión (Guttmann 1996, 65, 85).
La moneda se genera a través de un proceso de endeudamiento. En todo
proceso de endeudamiento siempre hay un acreedor y un deudor. La emisión
monetaria primaria tiene una connotación especial. Cuando el Banco Central está
controlado por el Gobierno Nacional, una emisión (crédito del Banco Central) que
se hace para financiar el déficit fiscal, al resultar el Banco acreedor del Gobierno,
y el Gobierno dueño del Banco, el Gobierno resulta siendo acreedor de sí mismo.
No es lo mismo cuando el Banco Central es independiente del Gobierno y éste
debe financiar el Déficit a través de contratar deuda con el sector privado bien
sea por la vía de préstamos o la emisión de bonos del Tesoro. En este caso los
acreedores son los emisores de las deudas privadas que pasan a ser los posee-
dores de la deuda pública. Los agentes privados de forma automática financian
todo gasto excedentario, o permiten mantener el mismo nivel de gasto cuando
se presenta una disminución en los ingresos (Guttmann 2002, 88-89). Todo esto
conduce a que los mercados privados de capitales cada vez determinen más el
manejo financiero del gobierno, y detrás de ello la política pública en general.
El tener acceso a la moneda significa tener acceso al producto y a la riqueza
social, y la forma como se da dicho acceso marca una diferencia social. Mientras
que el trabajador para tener dicho acceso debe vender su fuerza de trabajo, los
demás lo tienen por mecanismos diferentes que les permiten apropiarse del
producto excedentario una vez se descuenta lo consumido por los trabajadores.
La institución monetaria invisibiliza todo el proceso lo que permite que la apro-
piación de la plusvalía se pueda hacer sin recurrir a mecanismos de coerción
física. Es por esto que los defensores del orden vigente intentan hacer aparecer
la moneda como una relación técnica en el campo económico, más precisamente
en el financiero; intentan hacerla aparecer como una relación apolítica, de tal
manera que las asimetrías sociales y políticas que hay detrás de la moneda des-
aparezcan y no sean cuestionadas por la sociedad.
La posibilidad de acceso a ingresos monetarios expresa la pertenencia de
los individuos a una jerarquía de valor, a una valoración que la sociedad hace
de cada uno. Para obtener el ingreso monetario se debe vender algo (incluyendo
el trabajo humano), ese es un requisito de la economía de mercado. Siempre
que hay una compra hay una venta, y viceversa, sin embargo la acción de gastar
el dinero es más fácil que la de recibir el ingreso monetario (Guttmann 1994,
20-21). Aglietta y Cartelier (2002, 98), citando a George Simmel, señalan que
en el intercambio si bien intervienen dos partes hay una tercera instancia que
es el conjunto del cuerpo social porque la sociedad en su totalidad es la que
asume el compromiso. De acuerdo con Aglietta y Orléan (2002, 116) la mone-
da representa la totalidad social, las reglas monetarias dejan ver un proyecto
social global donde el sitio de cada uno es precisado y los objetivos que debe
atender son fijados.
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El ejército también entra a reemplazar la función de policía cuando las instituciones encar-
gadas de esta tarea se tornan incapaces, y viceversa, la policía las funciones del ejército,
por ejemplo, en el caso de un conflicto armado, como sucede en Colombia (2007).
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la que hablamos atrás). Pero en esta etapa debemos agregar un nuevo concepto
de ciudadanía que es el de (3) ciudadano-propietario. Cuando el individuo deja
de estar protegido por las redes tradicionales, es la propiedad la que lo protege.
La propiedad es el soporte de recursos con los cuales un individuo puede existir
por sí mismo sin depender de un superior o de la caridad de otro. Es la defensa
de la propiedad la que justifica la existencia de un Estado. La propiedad es la
institución social por excelencia, en el sentido que ella llena la función esencial
de salvaguardar la independencia de los individuos y asegurarlos contra los
riesgos de la existencia. Ella hace inútil el sentido «social» entendido como el
conjunto de dispositivos que serían creados para compensar el déficit de recur-
sos necesarios para vivir en sociedad por sus propios medios. Como dice Castel
«Los individuos propietarios se pueden proteger ellos mismos utilizando sus
propios recursos, y pueden hacerlo en un marco legal de un Estado que protege
este principio» (p. 20).
Se ha insistido en el tema de la ciudadanía porque está ligado al de la pro-
tección social, en la medida en que determinado tipo de protección significa la
forma como el ciudadano recibe del Estado los bienes sociales. En el caso de la
ciudadanía civil y política, territorial, y propietario, la protección tiene un carác-
ter asistencialista (no obligatoria y discrecional), y la responsabilidad de hacer
frente a las contingencias descansa en el individuo. Es cuando surge la ciudadanía
social que dicha responsabilidad descansa en el Estado. Recientemente, se está
eximiendo al Estado de dicha responsabilidad, y ésta vuelve a descansar en el
individuo, el cual debe comprar sus derechos en el mercado, lo que nos lleva al
concepto de la ciudadanía patrimonial. Sin embargo, antes de abordar la cuestión,
es preciso complementar el concepto de la dimensión política del Estado con el
de la dimensión productiva porque ello nos dará pistas para la inclusión de los
derechos sociales y el desarrollo de la ciudadanía social, y posteriormente, en los
capítulos 2 y 3 señalar los elementos que nos llevan a la ciudadanía patrimonial,
sobre la que hablaremos en las conclusiones.
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Existe provisión estatal (o privada) de bienes sociales que simultáneamente pueden
corresponder a la dimensión política y productiva. Ese es el caso de la educación. En la
medida en que sea un instrumento de reproducción ideológica hace parte de la política,
en la medida que sea instrumento de adecuación de la mano de obra, hace parte de la
productiva correspondiendo al capital variable. De la misma forma en la dimensión
productiva, los servicios públicos tienen un doble carácter. En la medida en que son in-
dispensables para la reproducción de la fuerza de trabajo hacen parte del capital variable,
en la medida en que son infraestructura básica para el proceso productivo corresponden
al capital constante.
56
César Giraldo
Aunque se debe advertir que los derechos no son proporcionales ni inmediatos respecto
12
al pago de los impuestos de cada individuo. Es decir se aplica el principio «de cada uno
de acuerdo a sus posibilidades a cada uno de acuerdo a sus necesidades».
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¿Protección o desprotección social?
de gobierno, sin tener que recurrir a la coerción física. Los recursos los extrae me-
diante impuestos que se recaudan en dinero, y la asignación a través de las partidas
presupuestales de gasto las cuales también se ejecutan a través del dinero. Además
los ingresos públicos (lo mismo que los gastos públicos) deben estar definidos
por el derecho y deben legitimarse, para lo cual se precisa de un proceso político,
que implica, entre otras, una negociación entre intereses económicos y políticos
diferentes (Théret, 79, 91). Los impuestos, para legitimarlos, adquieren un doble
carácter. De una parte son presentados como la deuda social (la obligación) del
ciudadano con el Estado, y lo que es lo mismo, visto desde el Estado, es un derecho
que el Estado tiene sobre el ciudadano. De otro lado, la contrapartida del impuesto
es una deuda social del Estado con el ciudadano, y lo que es lo mismo, visto desde
el ciudadano, es un derecho del ciudadano sobre el Estado. Esto último es lo que
viene a constituir los derechos sociales.
Hemos dicho que la provisión estatal de bienes sociales da origen a los de-
rechos sociales, y es lo que viene a constituir la ciudadanía social: los derechos
sociales versus la obligación de pagar impuestos. Los impuestos están ligados
indisolublemente a lo público-estatal, y por esto podemos hablar de ingresos
públicos. Sin embargo a medida que el Estado va avanzando hacia la dimensión
productiva, los impuestos no sólo se requieren para garantizar un orden político,
sino además para financiar la provisión de bienes y servicios sociales. La defi-
nición de ingresos públicos se amplía porque además de los impuestos incluye
nuevas categorías, tales como las contribuciones a la seguridad social, el cobro de
precios públicos por los bienes sociales que las empresas estatales suministran
(por ejemplo electricidad, teléfono, gasolina, etc., dependiendo de los sectores
estatizados en cada país), el pago de derechos por el acceso a la educación o la
salud, el pago de peajes y tasas.
Los derechos sociales están ligados al pago de las obligaciones correspon-
dientes por parte de los ciudadanos. Sin embargo cuando los bienes sociales que
satisfacen tales derechos pasan a ser provistos por agentes privados, y los cobros
correspondientes a su vez los hacen agentes privados, que es la tendencia de las
reformas actuales, surge la discusión acerca de qué status adquieren tales dere-
chos, y qué tipo de ciudadanía producen. La respuesta a esta pregunta es clave
para la caracterizar la evolución actual de la política social. Nosotros vamos a
afirmar ya hacia al final del presente trabajo, una vez se hayan desarrollado algu-
nos elementos teóricos y empíricos, que se trata de una ciudadanía patrimonial.
Un elemento importante en esta discusión, y que no puede ser desarrollado
aquí, es la reconceptualización de lo público y lo privado. Sin entrar en este debate,
que es de larga tradición en la teoría, lo que podemos decir es que la provisión
estatal de bienes sociales y de construcción de infraestructura básica, que son
bienes y servicios de naturaleza colectiva, ha sido tradicionalmente considerada
como parte de la esfera pública–estatal, tanto en su provisión como el hecho que
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manejan las pensiones, la salud y la moneda. ¿No se vuelven Estado hasta cierto punto?
59
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16
Al respecto Join-Lambert et.al. (1997, 34-39), clasifica las 3 primeras etapas, referidas a
Europa en: Estado protector (surge en la segunda mitad del siglo XIX), Estado Asegurador
(fines del siglo XIX hasta 1945), y Estado Providencia (de 1945 hasta comienzos década
del 70). Esping-Andersen (1999: 41-42) las tres etapas las denomina Estado-providencia
liberal, Estado-providencia conservador, y Estado-providencia Social Demócrata.
62
César Giraldo
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¿Protección o desprotección social?
puede decir que esa relación exista desde el poder político y económico en una
sociedad capitalista: la relación puede ser positiva en los casos que acabamos de
mencionar, o negativa si se trata de aumentar la tasa de ganancia.
Existe otro aspecto que debe ser analizado, es el desarrollo material de las
fuerzas productivas. Un Estado de Bienestar desarrollado, que garantice derechos
sociales universales y plenos todos, es costoso y su existencia depende que existan
los recursos suficientes para ello. América Latina tiene un desarrollo débil de sus
fuerzas productivas, y esa es una de las razones, entre otras, para que no pueda
existir un Estado de Bienestar Universal. ¿Entonces se podría afirmar que es ne-
cesario ser un país rico para universalizar la protección social? No es tan evidente
porque podemos usar un argumento en sentido contrario, un desarrollo material
alto de las fuerzas productivas también puede obrar en la dirección de debilitar el
alcance de los derechos sociales, ya que al permitir generar mayores estándares
de vida hace que los movimientos sociales no sean tan radicales en sus reivindi-
caciones y por tanto el Estado no se vea tan presionado a otorgar derechos. Este
ha sido el caso de Estados Unidos durante gran parte del siglo XX.
El no tener en cuenta todos los factores que se acaban de mencionar hace
que no se encuentre una relación directa entre el desarrollo del Estado del Bien-
estar y el grado de organización de los trabajadores, como lo señala Théret (1995,
40). Cita, como ejemplos, tomados de Ferrera, el caso de los Países–Bajos de
un Estado Providencia hiperdesarrollado a la vez que un desarrollo débil de la
organización obrera, o el de Australia de una buena inserción de los trabajadores
organizados en la escena política y una baja protección social del Estado.
1.2.1 Asistencialismo
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César Giraldo
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¿Protección o desprotección social?
migración del campo hacia la ciudad. Los pobres del campo no lograban realizar
su sueño de salir de su condición al llegar a las ciudades, aunque la naturaleza
de la pobreza urbana era distinta. La aparición del trabajo asalariado implicó la
concentración de población en núcleos urbanos, carentes de las más mínimas
condiciones de vivienda, servicios públicos, salubridad, que se convirtieron en
verdaderos centros de miseria y delincuencia (De Swaan, 1992).
El Estado gradualmente va sustituyendo a la iglesia en la protección social. La
asistencia se va secularizando. Hay que tener en cuenta que la caridad durante la
edad media era considerada como una manifestación de la espiritualidad cristiana
en el caso de Europa. Sin embargo este concepto comienza a cambiar a comienzos
del siglo XVI en el caso de Francia cuando los pobres dejan de verse como una
manifestación de Dios y se aprecian como sujetos peligrosos para el orden y la
salud públicos. Con la creación del «Despacho de los Pobres» (Grand Bureau de
Pauvres) la caridad deja de ser voluntaria y es organizada de una manera admi-
nistrativa (Gutton, 33-35). Posteriormente se introduce la administración laica de
los hospitales y el Estado asume la pensión de los militares inválidos. Sin embargo
el salto hacia la secularización se da con la Revolución Francesa. La declaración de
los Derechos del Hombre de 1793 señalaba: «Las ayudas públicas son una deuda
sagrada. La sociedad debe la subsistencia a los ciudadanos desventurados, sea
procurándoles trabajo, sea asegurándoles los medios de subsistencia a aquellos
que no tienen trabajo»19. Esto significa que la asistencia social es una obligación
social, laica, y no un deber cristiano. Además la asistencia no sólo era para quienes
no podían trabajar, si no también para quienes pudiendo no lo tenían. Se crea el
derecho a la asistencia pública que sustituye al derecho a la caridad. La ley 19 de
marzo de 1793 precisa que la asistencia a los pobres es una deuda nacional. Además
de crear sistemas de asistencia en las áreas hospitalaria, ayudas a domicilio, casas
de dormida, servicios médicos ambulatorios, se gestaron los talleres de trabajo,
pues se consideraba que la mendicidad era indigna de un «gobierno popular»
(Ecole National de la Santé Publique 1982, 11-12).
La Revolución de 1789 al introducir el concepto de ciudadanía e igualdad,
hizo que los pobres fuesen considerados como ciudadanos iguales a los demás.
Sin embargo la pobreza era un hecho, de manera que el problema consistía en
su administración. Aparece entonces la política social como una estrategia para
despolitizar las desigualdades, «una forma de tratarlas en términos de organi-
zación y técnicas, y no de poder y derechos políticos» (Salama y Lautier 1995,
248). La asistencia social es concebida como un deber de la sociedad pero no
como un derecho ciudadano, es simplemente un derecho ligado a la pertenencia
a la categoría pobre, pertenencia que no se puede reivindicar.
De acuerdo con Rosanvallon (1995) la asistencia pública en la revolución
francesa era concebida para inválidos que no podían trabajar o válidos que no
encontraban trabajo; en ningún momento se imaginaban que un hombre que
19
Declaración de los derechos del hombre de la Constitución adoptada el 24 de junio de
1793 (Murard 2001, 12).
66
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tuviera trabajo tuviera un ingreso tan bajo que pudiera ser considerado como un
indigente, fenómeno que se hizo masivo y dominante en la clase obrera en el siglo
XIX. La pobreza originada en el trabajo era la base del pensamiento socialista de
entonces, que afirmaba de forma categórica que la pobreza no sólo provenía de la
ausencia de trabajo, sino del trabajo mismo (Pires de Sousa, 56). Esta situación
contradecía la visión de los fundadores de la economía clásica (Smith, Ricardo,
Say, Stuart Mill), para quienes la pobreza era, en palabras de Rodríguez,
1.2.2 Aseguramiento
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70
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Cuadro 1.1
De todas formas la cobertura era precaria. En el cuadro 1.1 se puede apreciar que
para los países desarrollados, ya para el año de 1939, el promedio de personas de
más 65 años que tenía pensión era del 40%, lo cual puede parecer una cobertura
relativamente amplia, pero la pensión promedio sólo correspondía al 15.5% del
salario. Después de la segunda guerra esta situación cambia.
Pero a pesar de lo anterior el trabajo, o más propiamente el empleo, había
logrado un status que incluía las garantías por fuera del mercado, tales como el
derecho a un salario mínimo, estabilidad, jornada laboral, pensión, y cobertura de
accidentes y enfermedad (Castel 2003, 30). El aseguramiento obligatorio garan-
tiza el acceso a los derechos sociales, pero de todas formas no cambia la relación
de subordinación de los trabajadores. El déficit de los asalariados respecto a los
patronos intenta ser llenado por los «derechos sociales», a los cuales se suman a
los derechos políticos y civiles (ciudadanía democrática formal) (Lautier 1995a,
36-37; 1995b, 489) (Pires de Sousa, 76).
1.2.3 Universalismo
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expresan entre poderes, sino también al interior de ellos, y también por fuera del
Estado. En este último caso existen diversos canales para expresarlas: la acade-
mia, la opinión pública (lo cual también implica una lucha por el control de los
medios de comunicación), los procesos electorales, la movilización popular, etc.
Las contradicciones no quieren decir que no haya una clase que logre el
control del Estado. Sin embargo dicho control puede ser más o menos hegemó-
nico (depende de la naturaleza y grado de las contradicciones), puede estar en
un proceso de consolidación o de deterioro, y normalmente está acompañado
de pactos en los cuales los intereses de otras clases quedan incluidos dentro
del poder, así como también otras clases quedan excluidas. De todas formas no
se trata de algo estático y sin movimiento. Esta lógica es la que ha permitido
la evolución del Estado, y con ello los diferentes modelos de protección social.
Se puede decir que el modelo de protección asistencialista corresponde al
surgimiento de la burguesía, la cual en la etapa inicial apoya la monarquía para
poder consolidar un mercado nacional. En el modelo del aseguramiento, se pacta
con la clase obrera asalariada para apaciguar los reclamos de los trabajadores. En
el modelo universal se incorpora al pacto a las clases medias que se configuran
en un grupo social de gran importancia. Y en el caso del modelo neoasistencial
se rompe dicho pacto. Esto último se desarrollará en el capítulo 3. Sin embargo
no se va a hacer una disertación sobre la naturaleza del Estado porque ello está
por fuera de los alcances del estudio, pero si se quería dejar explícito el punto
de vista que se está trabajando.
En el caso de América Latina la composición de las clases sociales incluidas
y excluidas del Estado cambia. En la configuración del Modelo de Sustitución de
Importaciones (décadas del 30 al 60) se da un pacto entre la burguesía nacional
y la clase trabajadora organizada. Sin embargo, ambas clases tienen una repre-
sentación social limitada, y los alcances del «Estado de Bienestar» también es
limitada. Sobre esto se volverá más adelante.
Los modelos de Estado de Bienestar que hoy existen en muchos de los países
industrializados fueron configurados en condiciones económicas y sociales del
modelo fordista de pleno empleo, ya que se trata de un tipo de Estado funcional
a dicho modelo al estimular la demanda agregada, favoreciendo la realización de
mercancías (Esping-Andersen, 1996b : 74). El fordismo fue lo que dio origen a lo
que se ha llamado los «treinta gloriosos», que Boyer (1999, 20-21) demarca entre
los años 1947-1976. Nos dice Montagut que «El crecimiento económico estaba
sustentado por el consumo de masas de determinados productos. Su producción
seguía una organización del trabajo basada en la utilización masiva del factor
trabajo … Los Estados del Bienestar posibilitan, en aquellos momentos, que se
consuma todo aquello que se produce, cerrando el ciclo trabajo–producción–
consumo–reinversión» (p. 63). Se construyó sobre el «consenso keynesiano»,
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1.3.2 Desalaramiento
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Dicho autor no utiliza la misma denominación que se hace en el presente trabajo. Hace
25
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No sobra agregar que cada país tiene una historia particular y que aquí se está generalizando.
26
Una coyuntura política que facilitó este pacto fue el hecho que los partidos comunistas,
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población que accede a los derechos asistenciales cae en la malla de las relaciones
clientelistas individualizadas. En otras palabras no hay un sujeto social sobre el cual
construir un Estado Bienestar en los términos clásicos de los países desarrollados,
y cada vez existe menos. El núcleo de asalariados que aún disfrutan de proteccio-
nes (estabilidad de empleo, salarios reales fijos, sujeción al derecho de trabajo,
como es le caso de los empleados del Estado y de las grandes empresas públicas y
privadas) es un grupo decreciente. Estos son los que Lautier (2002c, 77-78) llama
trabajadores estatutarios, quienes serían la base social para la conformación de
un sistema de protección social tipo «bismarkiano». Sin embargo al lado de tales
trabajadores tenemos que la mayoría de la población trabajadora urbana está
compuesta por los trabajadores a contrato no estable empleados por las mismas
empresas, o los trabajadores de las firmas subcontratistas de tales empresas, los
micro-patrones quienes emplean mano de obra en parte familiar, la mano de obra
de los micro-patrones, los trabajadores independientes (de alta y de baja gama),
y los desempleados. De manera que la construcción de un Estado de Bienestar en
la región desborda las posibilidades de hacerlo sobre la base del asalaramiento
Por esto el problema de los derechos universales hay que plantearlo de
forma diferente, y aquí surge la pregunta acerca de los parámetros a través de los
cuales se construiría la ciudadanía. Hay que tener en cuenta que no se presenta
una secuencia predefinida de los derechos en América Latina, lo que se puede
ver un poco más claro en Europa, en donde generalmente los derechos sociales
siguen a los civiles y políticos. Pero en América Latina, con las dictaduras, a la
par que se recortaron los derechos civiles y políticos, en algunos casos se am-
pliaron los derechos sociales. Y en los 80s y 90s, a la par que se ampliaron los
derechos civiles y políticos, se recortaron los derechos sociales, la ampliación de
los primeros con frecuencia fue utilizada para esconder el recorte de los segundos.
La crisis de lo que se ha llamado del Estado de Bienestar en América Latina
es la crisis del componente asegurador, que es una parte de la protección social,
y que ha entrado en crisis ideológica y políticamente. Esto ha sido presentado
como una crisis del corporativismo. Pero esta crisis no significa, como creen
los neoliberales, que significa una crisis del componente asistencial. Más que la
desaparición del Estado del Bienestar de lo que se trata es de una nueva articu-
lación de lo económico y la política social (Lautier 1993, 103-114; 1995a, 46) a
través de políticas neoasistenciales.
Sin embargo este es un proceso complejo, que con frecuencia se esquema-
tiza. Se suele afirmar que el pacto entre los trabajadores organizados y el Estado,
durante la vigencia del Modelo de Sustitución de Importaciones, cayó dentro
del corporativismo, y que las políticas que se dirigieron hacia la población por
fuera de dicho marco cayeron dentro del clientelismo y/o el populismo. Esas
clasificaciones son parte del análisis, pero también hay que señalar que este
modelo de política social fue el resultado de la formación de alianzas multicla-
sitas que se basan en la incorporación selectiva de obreros organizados, capas
medias organizadas, y sectores de la burguesía industrial moderna, alrededor de
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¿Protección o desprotección social?
frente a los que no cotizan (Lautier 2003, 536). En el capítulo 2 mostramos las
cifras en detalle sobre el mercado laboral, de donde extraemos algunas. En la
región entre 1990 y el 2002, de cada 100 nuevos empleos creados 66 se dieron
en el sector informal, y sólo 44 de 100 asalariaros tuvieron acceso a servicios de
seguridad social28. Los contratos de trabajo no escrito aumentaron, por ejemplo
en 1996 se situaron en 46.3% para Brasil, y los temporales también lo hicieron,
por ejemplo eran del 69.5% en Ecuador para las empresas pequeñas. A su vez
se observa un deterioro general de los ingresos medios de la población econó-
micamente activa (ver gráfico 2.8, cap. 2).
Detrás de este fenómeno del deterioro de la relación salarial se esconde
el de la informalidad, y resulta difícil diferenciar una cosa de la otra. Se trata
de un sector monetarizado, que produce bienes y servicios para ser vendidos
(Mathias y Salama 1983, 61). Es un sector heterogéneo, porque considera des-
de los trabajadores por cuenta propia, hasta las empresas de menos de 5 o 10
trabajadores. Allí se podrían incluir desde productores artesanales, por ejemplo
zapateros, costureras, pequeños restaurantes, hasta empresas más intensivas
en capital y tecnología como por ejemplo las de servicios de computación. Los
primeros pueden tener un componente de trabajo doméstico (no mercantil) muy
importante, mientras que este componente no existe normalmente en el segundo
grupo. La informalidad no es un fenómeno nuevo en América Latina, y puede
contener elementos de formas precapitalistas de producción, desarrollo débil de
la relación salarial y la precarización de la misma. Entre las décadas del treinta y
la del sesenta se podría decir que lo que se llama informalidad estaba explicado
por la migración del campo a la ciudad en la cual una gran parte de la población
no pudo desarrollar una relación salarial fuerte, mientras que el aumento en las
tres últimas décadas se puede entender más por la vía de la precarización de la
relación salarial. Precarización no sólo resultado del desmonte de las garantías
sociales, sino también de la crisis económica.
Cuando la informalidad se la analiza desde el enfoque tradicional de la
ilegalidad surge el problema de la frontera que separa la informalidad de la
criminalidad, en especial el narcotráfico, el contrabando y la corrupción. Se
supondría que se trataría de distinguir las actividades ilegales que son lícitas en
su naturaleza, de las que son ilícitas. Pero excluir las actividades ilícitas pone de
presente el problema que en los sectores más pauperizados dichas actividades
juegan un papel importante. Es el caso, por ejemplo, de la producción de hoja de
Coca en los países andinos, o cuando el dinero de la droga se convierte en una
fuente muy importante de desarrollo de la economía local (Lautier 1994, 99, 108-
111). Por ejemplo, los barones de la droga desarrollan actividades comunales en
beneficio del grupo social de su influencia, tales como la construcción de barrios,
canchas de foot-ball, alcantarillado, etc. En el caso del contrabando, las redes de
distribución están vinculadas con el comercio a baja escala.
28
Ambas cifras suman 100% pero son independientes.
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de desarrollo del Estado de Bienestar, se trata que la mayor parte del trabajo
asalariado no ha estado cubierto por derechos sociales garantizados desde el
Estado, y por tanto ha estado excluida de la seguridad social. En este caso se
trataría de un Estado de Bienestar Parcelado, que tiene una cobertura restringida
para un segmento minoritario de la población, pero no un Estado de Bienestar
Universal si se toma la población en su conjunto. Parcelado en el sentido que los
beneficios sociales se extienden parcialmente a determinados grupos sociales,
grupos que después de la crisis de comienzos de los 80 fueron denunciados como
privilegiados (Salama y Lautier, 253) (Lautier 1993, 106).
Tales denuncias buscaban enfrentar a quienes estaban excluidos de los
beneficios sociales contra los que gozaban supuestamente de los privilegios fa-
vorecidos desde el Estado. Las políticas de ajuste dieron un golpe de gracia a la
utopía según la cual los países no desarrollados podrían acceder a la modernidad
social desarrollando un tipo de protección social como la de Europa occidental.
La crisis y el abandono del proyecto de desarrollo nacional, a cambio de buscar
la inserción internacional conquistando nichos de mercado mundial, gracias a
la competitividad de precios, ha hecho que los derechos sociales se denuncien
como privilegios que encarecen la producción y restan competitividad, haciendo
aparecer el Estado de Bienestar como un arcaísmo, sin que exista otro discurso
alternativo a la propuesta neoliberal (Lautier, 107).
Las limitaciones de la intervención del Estado en América Latina están
relacionadas con el bajo desarrollo de las fuerzas productivas. Un Estado de
Bienestar requiere de una economía desarrollada y con un alto grado de salariza-
ción, que sea capaz de producir los ingresos fiscales suficientes que dicho tipo de
Estado demanda. Señalar que es el exceso de intervencionismo estatal el que ha
entorpecido el desempeño económico significa invertir el orden de los factores.
Y con los procesos de desalarisación, precarización el empleo, informalización,
los sistemas de previsión social basados en el aseguramiento, incluyendo los
sistemas privados que ahora se promueven, no tienen futuro porque suponen
una relación salarial estable y creciente. Esto significa que las reformas basadas
en la privatización de la seguridad social tienen un futuro muy incierto desde
este punto de vista, sin considerar también su dependencia de la marcha de los
mercados financieros, como veremos en el capítulo siguiente.
Uno de los problemas que tuvo el proceso en América Latina fue la ausencia
de una repartición de las ganancias de la productividad entre asalariados y empre-
sarios (trabajo y capital), que fue lo que permitió en Europa el surgimiento de los
«treinta gloriosos», el círculo virtuoso del fordismo. Allí, esta repartición de las
ganancias de productividad se dio no sólo a través del salario directo, sino, sobre
todo, del indirecto, mediante las prestaciones sociales. En la América Latina no
se dio dicho «círculo virtuoso» por la precaria extensión de la relación salarial.
El desarrollo de en mercado interno débil hizo que se desarrollara un capitalis-
mo débil y en consecuencia un Estado débil. No sólo porque los regímenes de
aseguramiento tenían una baja cobertura en razón que la población asalariada
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Capítulo 2
Financiarización:
Un nuevo orden social y político
2.1 Introducción
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¿Protección o desprotección social?
94
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de dicho país se fue expandiendo, y durante los años sesenta surgió un creciente
déficit comercial, que al final de la década, se aceleró por las erogaciones que
causaba la guerra de Vietnam. De acuerdo con Aglietta (p. 92), la salida de divisas
en dicha década fue en promedio de tres mil millones de dólares anuales, con una
tendencia ascendente al final1. Los bancos centrales de los países desarrollados
acumularon stocks de divisas en dólares, y exigieron la conversión de los dólares
en oro, lo que produjo una reducción de las reservas en metálico de la nación
del norte. Sin embargo, en 1971 la administración Nixon decidió romper con el
compromiso de Bretton Woods de hacer efectivo el respaldo en oro, y el sistema
colapsó ( Cooper 1988, 93). Según Aglietta, esta «decisión norteamericana colocó
la historia monetaria sobre tierras vírgenes, al cortar las últimas raíces que unían
la moneda al oro, y al extirpar el último papel activo que el oro conservaba en
los bancos centrales» (p. 114).
Sin embargo, con la eliminación del patrón oro-dólar, los Estados Unidos
perdieron el monopolio de emisión de divisas internacionales y terminó el régi-
men de las paridades fijas, pasando a uno de paridades flexibles. Si bien el dólar
continuó siendo la divisa internacional que concentraba la mayor parte de las
transacciones financieras, surgieron otras monedas divisas, tales como el Yen,
el Franco francés, el Marco alemán. Un efecto adicional es que la instauración
del régimen de paridades flexibles, al generar incertidumbre en el valor entre las
diferentes monedas, condujo al sistema financiero internacional a crear productos
financieros dirigidos a administrar el riesgo. Se crearon productos sofisticados
indexados a la inflación o la tasa de cambio. Esto produjo una proliferación im-
portante de nuevas formas monetarias emitidas por los agentes financieros, más
allá del control del Estado (derivados, futuros, opciones, swaps, etc), formas que
a la postre, terminaron por convertirse en instrumentos especulativos (Salama
1988, 37; 1996, 224-225)2. Una característica de ese proceso es que el principal
agente de los mercados financieros han sido los Fondos de Pensiones, y el princi-
pal papel de especulación los títulos de deuda pública. En el caso de la deuda, la
dependencia de los gobiernos para su financiamiento de los mercados capitales
hace que sus decisiones fiscales (entre ellas las que afectan el financiamiento de
la política social) pasan a depender de la «opinión» de tales mercados.
La creación de los productos financieros y la emisión de moneda divisa
(las dos cosas no son independientes), con el rompimiento de las paridades
fijas, produjo un crecimiento extraordinario de los medios de pago que hizo
1
En los primeros años, cuando existía superávit comercial (aunque decreciente), la salida
de divisas se daba como resultado de la exportación de capitales.
2
El patrón oro-dólar, al funcionar con el sistema de paridades fijas, hacía que el manejo
de la tasa de cambio de los países dependiera en mayor grado del nivel de reservas del
banco central, con ajustes en las regulaciones cambiarias y en los principales agregados
macroeconómicos. El esquema posterior, que es el vigente, al funcionar con las paridades
flexibles, hace que los desajustes se corrijan de manera preferencial con financiamiento
internacional.
95
¿Protección o desprotección social?
Cuadro 2.1.
Mercado de divisas diario de los princiaples países
(Promedio diario, miles de millones de dólores -millardos- de Estados Unidos
Categoría de instrumento Abril 1939 Abril 1939 Abril 1939 Abril 1939 Abril 1939
Transacciones de contado 1
350 240 400 420 520
Fuente: BRI. 1989-1998 tomado de ATTAC (2000), 2000 tomado de Plihon (2003)
96
César Giraldo
Cuadro 2.2.
Financiamiento internacional
Monto en millardosa (miles de millones) de dólares
1985 1990 2002
Activos Bancarios internacionales (préstamos)
b
1.181 6.298 12.694
97
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 2.1.
Composición de la deuda externa pública y/o con garantía
pública a acreedores privados 1970-2000
100
90
Deuda pública garantía (porcentaje)
80
70
60
50 Bono
Bancos
40
30
20
10
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 Años
economía. Si la finanza opina que una política «no es buena» expresará su des-
acuerdo a través de la tasa de interés y la tasa de cambio llevando dicha política
a su fracaso, autovalidando de esta forma su opinión inicial. Tal autovalidación
hace que la política económica sea prisionera de la opinión incierta de los mer-
cados financieros, y por tanto sujeta a la indeterminación.
Conviene destacar tres elementos del proceso que son útiles para el análisis
que aquí se presenta. Primero, el control de los mercados financieros cada vez
es menos manejado por un sistema jerarquizado de bancos, y cada vez más por
un sistema descentralizado administrado por operadores financieros (Aglietta
y Cartelier 2002, 244-245); segundo, se presenta una proliferación de mone-
das de origen privado; y tercero, los bonos de deuda pública juegan un papel
creciente en los mercados de capitales. Estos tres elementos incidieron en el
financiamiento de los Estados. Estos debieron emitir bonos de deuda pública
para financiar sus déficits para atraer los recursos de los agentes económicos,
quienes estaban buscando títulos de rentabilidad elevada. Para el caso de las
economías emergentes, los papeles del Estado debieron ser emitidos con tasas
de interés indexadas, que compitieran con la rentabilidad de los demás pape-
les financieros (Salama 1996, 224-225). A su vez los Fondos de Pensiones se
convirtieron en el principal comprador (no el único) de tales bonos, los cuales
se convirtieron en el principal instrumento individual de especulación de los
mercados, y de acuerdo con Chesnais (1996), constituyen la «espina dorsal» de
los mercados financieros, ya que en estos papeles estaban depositados en 1994
cerca del 30% de los activos financieros mundiales. Con cifras más recientes se
98
César Giraldo
Gráfica 2.2.
Saldos de deuda pública en economías emergentes: 1996-2001 (miles de millones de dólares)
1.800
1.700
1.600
1.500
Millardos
1.400
1.300
1.200 Externo
1.100
Doméstico
1.000
puede ver que la importancia de los bonos públicos en los mercados de capitales
ha aumentado. Si se mira la gráfica 2.1 se encuentra que, en lo que corresponde a
deuda pública o con garantía pública, tales bonos pasaron de representar menos
del 10% de los activos de los acreedores privados externos entre 1972 y 1989, a
ser aproximadamente el 65% en el 2002. Respecto a los bonos de deuda pública
interna, en la gráfica 2.2 se puede ver, que para el caso de las llamadas economías
emergentes, se encuentra un crecimiento acelerado de la deuda pública interna
(prácticamente en su totalidad expresada en bonos) a partir de 1999; en el 2001
esta deuda ya representaba el 60% del total de la deuda pública de estos países,
superando a la deuda externa pública, a pesar que ésta última también es alta
en este tipo de economías. Las cifras presentadas nos permiten constatar que
los bonos de deuda pública juegan un rol muy importante en el desarrollo de
los mercados financieros.
Un elemento final que debe ser tenido en cuenta es que todo el proceso
ha generado una relación asimétrica entre los Países Desarrollados respecto
a los que no lo son. El balance entre los dos grupos es de una transferencia
neta de recursos financieros de los segundos hacia los primeros, que en el año
2001 alcanzó el valor de US$ 333 miles de millones (cuadro 2.3). Esa asimetría
refuerza la desigualdad que se ha acentuado entre los países más pobres y los
más desarrollados. Mientras que 1980 los 1.300 millones de habitantes de los
países más pobres eran 22 veces menos ricos que los de Estados Unidos, en
el 2000 lo eran 86 veces. Haciendo el PIB por habitante en el mundo igual a
100 en 1980, y comparando dicho año con 1999, mientras Estados Unidos ha
99
¿Protección o desprotección social?
Cuadro 2.3.
Transferencias financieras netas del conjunto
de países en desarrollo en el 2001
Conceptos (millardos de dólares)
Ayuda pública para el desarrollo +51
Transferencia de los migrantes +53
Ganancias repatriadas por las multinacionales -55
Servicio de la deuda -382
Total -333
crecido de 482 a 637, y los países de renta alta de 406 a 526, los países de renta
baja han disminuido de 13 a 8, y los renta media de 83 a 403 (Torres 2003, 323).
Las cifras mostradas atrás permiten afirmar que se presenta un auge de
la actividad financiera, que en valor supera varias veces el que corresponde a
la economía real. Los inversores institucionales reciben el dinero para comprar
otro dinero, obteniendo un rendimiento financiero, como por arte de magia. Los
recursos financieros se reinvierten en actividades financieras, como si lo finan-
ciero produjera beneficios en sí mismo. «El dinero parece entonces engendrar
dinero» dice Salama (1998, 70). Tales inversores cada vez ejecutan menos la tarea
tradicional de recibir recursos para financiar inversiones reales. Como señala
Torres «Ya no operan cambiando el papel por mercancías sino papel por papel»
(p. 310). Para tales inversionistas su negocio reside en vender cuanto antes los
títulos que reciben y obtener la ganancia más elevada posible. Tales títulos, que
son activos financieros de los inversores institucionales, son por otro lado, pasivos
financieros de las empresas, los gobiernos, y las familias, cuyo comportamiento
se afecta. Hablaremos de los dos primeros a continuación, y luego señalaremos
que la concentración de los recursos en las actividades financieras hace que los
recursos dejen de destinarse a las inversiones productivas, lo cual debe redun-
dar en un deterioro de la productividad, pero ese deterioro no se ha observado
por los cambios organizacionales introducidos y los avances en informática y
telecomunicaciones, sobre lo que se volverá más adelante.
Empezando por las empresas, tales inversores son sus acreedores bajo la for-
ma de propietarios de acciones o títulos emitidos por ellas, o directamente como
prestamistas, y les exigen generar el mayor beneficio inmediato posible. Crean
una especie de corporate governance el cual ejerce una presión «impersonal»
para aumentar la rentabilidad financiera. Para ello se construye un cuerpo de
reglas y la adopción de contratos (implícitos o explícitos) con el objeto de alinear
el comportamiento de la dirección empresarial a este propósito. Se puede hablar
entonces de una financiarización de las empresas en el sentido que se rediseña
3
De acuerdo a la clasificación del Banco Mundial
100
César Giraldo
4
Capital propio: capital total menos pasivos (entre los que se incluye las deudas). Así, en la
relación beneficios sobre capital propio, la relación aumenta al disminuir el denominador
porque un aumento de la deuda disminuye el valor del capital propio.
5
Al no existir la posibilidad de creación de base monetaria a través del crédito del Banco
Central, la base monetaria que existe se genera a través de la monetización de las reservas
monetarias del país. De manera que existe un respaldo en reservas internacionales de la
masa monetaria existente. Esto es lo que se llama el «ancla cambiaria» de la moneda. El
régimen monetario corresponde a un patrón divisa, que es una especie de patrón oro. El
caso más extremo fue el Plan de Convertibilidad argentino, el cual supone una paridad
101
¿Protección o desprotección social?
102
César Giraldo
103
¿Protección o desprotección social?
7
Otro principio presentado por Boyer es reemplazar los institutos de investigación pública
por subvenciones a la R&D (Investigación y Desarrollo, por sus siglas en inglés) privados.
104
César Giraldo
105
¿Protección o desprotección social?
106
César Giraldo
107
¿Protección o desprotección social?
108
César Giraldo
109
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 2.3
Flujos netos de inversión a los países en desarrollo (millardos de US dólares)
140
120
100
Inversión externa
Millardos
80
de portafolio
60
40 Inversión externa
20 directa
0 Préstamos externos
-20 bancarios
1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000
-40
Fuente: MUSSA, Michael (2000)( Economic Counselor and Director of Research IMF)Factors driving
global economic integration. Presented in Jackson Hole, Wyoming at a symposium sponsored by the
Federal Reserve Bank of Kansas City on “Global Opportunities and Challenges,” August 25. Tomada
la gráfica el 20 Octubre de2003 de http://www.imf.org/external/np/speeches/2000/082500.htm#intro
poder. Tales grupos, que a su vez controlan los medios de comunicación pasan
a defender reformas proclives a sus intereses, como se verá más adelante y en
el capítulo 4 para el caso colombiano.
110
César Giraldo
Gráfica 2.4
América Latina y Caribe. Transferencia neta de recursos externos*
y crecimiento del PIB
4,0 7,0
3,0 6,0
2,0 5,0
1,0 4,0
0,0 3,0
-1,0 2,0
77
79
81
83
85
87
89
91
93
95
97
99
01
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
20
-2,0 1,0
-3,0 0,0
-4,0 -1,0
-5,0 -2,0
TransfNeta/PIBTransfNeta/Pib Prom
Var PIB
Var Pib Prom
Fuente: CEPAL (2002), gráfico 5.3. Cálculo promerdios realizados por el autor.
* La transferencia neta de recursos equivale al ingreso neto de capitales (incluidos los no autónomos y errores y omisiones), menos el saldo en
la cuenta de renta (utilidades e intereses netos). Para el tipo de cambio real efectivo de las importaciones, se tomó la mediana para América
Latina, que corresponde al promedio de los índices del tipo de cambio (oficial principal) real de la moneda de los principales países con que
cada país tiene intercambio comercial, ponderados por la importancia relativa de las importaciones hacia esos países. Las ponderaciones
corresponden al promedio del período 1994-1998.
111
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 2.5 a
América Latina y Caribe.
Transferencia neta de recursos externos* y crecimiento del PIB
36
34
32
30
28
26
24
22
20
%
1970
1971
1972
3
4
5
6
1977
8
9
0
1
2
1983
4
5
6
7
8
9
0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Años
197
197
197
197
197
197
198
198
198
198
198
198
198
198
198
199
199
199
199
199
199
199
199
199
199
Media simpe
Fuente: Ocampo y Martin (2003), gráfico III.2
13
Los datos del gráfico comienzan en 1977, no se tuvo acceso a cifras anteriores
14
Se trata de promedios, que muestran que el crecimiento del PIB va en la misma dirección
de la entrada de los recursos externos. Sin embargo el promedio esconde las situaciones
particulares, como por ejemplo la magnitud del deterioro de algunas economías en fase
del ajuste del primer ciclo, o la crisis mejicana de finales del 94 y durante el 95 en la
fase de la aceleración del crecimiento en el segundo ciclo. Indudablemente se requiere
un estudio más profundo de este proceso.
112
César Giraldo
Gráfica 2.5 b
Latinoamérica M 3 / P.I.B. %
45
40
35
30
25
20
1970
1978
1972
1974
1980
1976
1984
1994
1982
1986
1990
1996
1992
1988
1998
%
Años
113
¿Protección o desprotección social?
114
César Giraldo
Cuadro 2.4
Deuda externa de los países en desarrollo* 2001
(en millardos de U.S. dólares)
Región Stock Service
Medio-Oriente* 320 44
Fuente: Banco Mundial Global Development Finance 2002. Calculos Millet y Toussaint (2002: 118, 128)
afectan los gastos sociales con lo cual se deterioran las condiciones de vida de los
pobres. Cuando el crecimiento económico vuelve, el deterioro de las condiciones
sociales hace que para muchos no sea posible salir de la condición de pobreza. Como
dice Salama (2003) «Por un por ciento de baja del PIB percápita, los programas
focalizados bajan dos por ciento por pobre, la mitad de este efecto viene por la
baja del PIB, la otra por el aumento en el número de pobres» (p. 14). De manera,
concluye Salama, que la volatilidad financiera hace ineficaces las políticas de alivio
de la pobreza: se trata de una trampa de la pobreza.
Si bien existe la dinámica de los ciclos como lo acabamos de ver, al final
de todo este proceso se puede detectar que el nivel de endeudamiento global,
tanto interno como externo, de la región permanece muy alto, razón por la cual
el panorama futuro es sombrío. En el caso de la deuda externa, el nivel continúa
siendo muy alto, hasta el punto que llegó a ser la región más endeudada entre
los países no desarrollados. El nivel de endeudamiento no se ha reducido a pesar
de los programas de ajuste que se le han impuesto al continente, y será cada vez
más difícil la adopción de este tipo de programas desde el punto de vista político
por la fatiga de las poblaciones con este tipo de terapias. La deuda externa de
América Latina en el 2001 era de US$ 790 miles de millones contra 600 de Asia
del Este y el Pacífico, 370 del exbloque soviético, 320 del medio oriente y África
del Norte, 210 del África subsahariana, 160 de Asia del sur (Ver cuadro 2.4). La
gráfica 2.6 permite apreciar cómo la deuda externa de la región está por encima
del 40% del PIB y no se redujo a pesar de los programas de ajuste radicales que
se pusieron en práctica en la década de los 80s.
115
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 2.6
Deuda externa en América Latina como porcentaje del PIB
50
48
46
44
42
Porcentaje
40
38
36
34
32
Año
30
1980 1990 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Porcentaje del PIB
116
César Giraldo
117
¿Protección o desprotección social?
Orlean en la nota de pie de página nos señala que esta relación de la deuda no
solamente concierne al capital productivo, sino que se extiende a las necesidades
del Estado en materia de financiamiento de los gastos públicos. Y continúa «Por
esta vía, el poder acreedor puede pretender apropiarse de una cierta proporción
del poder político».
De acuerdo con Torres (302-326) el poder del dinero en el pasado estaba
confundido con el poder de la autoridad política, porque ésta a través del control
19
Reseña del Financial Times (Reproducido por el periódico colombiano Portafolio de 21
septiembre 1999, p.27) acerca del informe Safegarding Prosperity in a Global Finan-
cial System: The Future International Financial Architecture, elaborado por los autores
mencionados.
118
César Giraldo
119
¿Protección o desprotección social?
120
César Giraldo
cir algunos condicionamientos de carácter sectorial. Pero fue en los 80s cuando
el Banco se movió a los préstamos de ajuste estructural los cuales no estaban
dirigidos al financiamiento de componentes específicos de inversión, como era la
tradición de la institución. En realidad estos préstamos constituyeron una refi-
nanciación de la deuda de los países con el Banco, y con otro tipo de organismos
como por ejemplo la banca privada, en la medida en que lo que se pagaba a tales
organismos se financiaba con los recursos del Banco. Desde el punto de vista
del país en la operación no salía ni entraba una sola divisa, se trataba de ajustes
contables, créditos nuevos (contratados por el Gobierno Nacional) que servían
para amortizar los viejos, proceso que llevaba a que la deuda la fuera quedando
en cabeza del Gobierno Nacional, de manera tal que las condicionalidades de los
créditos nuevos se negociaban con la Nación y abarcaban el diseño institucional
y las políticas públicas del país en cuestión. En la doctrina del Banco los países
son libres de aceptar dichas condicionalidades, pero cuando los países requieren
de los recursos difícilmente se pueden negar a ellas (Mosley, Harrigan yToye
1991, 27-36) (Garay 1991, 40).
Este papel del Banco se evidenció con los planes estadounidenses Baker
(de 1985) y Brady (de 1989), que buscaban la reducción de la deuda externa la-
tinoamericana convirtiéndola en acciones y obligaciones, planes que buscaban,
según Garay (negociador colombiano con la banca internacional y conocedor
del proceso desde adentro), «conceder un papel cada vez más prominente al
Banco Mundial, para promover la realización de reformas estructurales con clara
orientación de mercado en las economías altamente endeudadas» (p. 19). Más
adelante agrega «El Banco Mundial (…) empieza a asumir el papel de catalizador,
racionalizador y, a su vez, de coordinador principal del financiamiento externo
de estos países (los latinoamericanos)» (p. 20). Y continúa afirmando que el
Banco «centra su atención en la estrategia de desarrollo, en la priorización de
la actividad gubernamental, en la reestructuración de empresas estatales y su
privatización en los casos que así se amerite, en la reforma de sectores claves
como el financiero, el productivo y el externo, y en la modernización de los sis-
temas administrativos» (p. 54).
La privatización se convierte en un elemento de suma importancia en la
negociación de la deuda externa, en la medida en que es un instrumento para con-
vertir deuda en capital, bajo la forma del swap. En la medida en que determinadas
empresas públicas no pueden pagar su deuda, este pago puede ser cambiado por
una participación en la propiedad de la empresa por parte del acreedor, o de
quien le compre la deuda al acreedor (esto significa una privatización), compra
que por demás se hace por debajo del valor nominal de la deuda, ya que en los
mercados secundarios dichas acreencias se venden con descuentos, los cuales
son mayores a medida que es más grave el problema de endeudamiento del país
en cuestión. Los descuentos podían superar el 90% del valor de la deuda para los
países más endeudados (que fue el caso de Bolivia en los 80s), en el momento
de la crisis de la deuda.
121
¿Protección o desprotección social?
122
César Giraldo
Hemos señalado que desde los 70s los ciclos económicos de la región están
fuertemente influenciados por el financiamiento externo y que los acreedores tienen
un peso importante en la determinación de las decisiones de política económica.
Pero su intervención va más allá de decisiones coyunturales relacionadas con los
programas de ajuste y el cobro de la deuda, porque también promueven reformas
en la regulación económica y en el diseño de las políticas públicas, que son más
favorables a sus intereses, ya que facilitan la extracción de rentas financieras. El
123
¿Protección o desprotección social?
proceso político a través del cual intervienen los acreedores no es un tema sencillo
de analizar (atrás se hizo alguna referencia a ello) ya que en la dinámica de las
reformas también intervienen otros agentes económicos y políticos, unos a favor,
como los Grupos Económicos y la tecnocracia económica, y otros en contra, como
la mayoría de las organizaciones sociales y un sector importante de la clase política
local. Además es preciso tener en cuenta las particularidades nacionales, ya que en
algunos países otros grupos con un peso económico y político importante trabajan
con una lógica diferente a la aquí presentada como es el caso del narcotráfico, que
es un tema que no puede ser desconocido en países como Colombia.
De todas formas se debe registrar que en la región se presenta un cambio
en el régimen público–estatal, el cual comprende cambios en el régimen fis-
co–financiero (Théret), en las instituciones gubernamentales, y en las políticas
públicas. Dicho cambio es más funcional a los intereses del capital financiero,
según lo hemos presentado hasta esta parte. De acuerdo con la Escuela de la
Regulación, como lo dijimos atrás, el cambio de dicha regulación significaría
que la relación monetario–financiera y la inserción internacional pasaría a ser
la relación dominante, y se sobrepondría a la relación salarial que teóricamente
era la anterior relación dominante. Si bien es difícil llevar mecánicamente el
análisis de dicha escuela al caso latinoamericano, en particular señalar que la
relación salarial se haya constituido en el pasado en la relación dominante en la
región, si es preciso reconocer que el cambio en la regulación que se promueve
en la región somete la relación salarial a la lógica financiera : la seguridad social
pasa a la intermediación financiera (pensiones a Fondos de Pensiones y salud
a empresas aseguradoras) ; se reduce el gasto social que hace parte del salario
indirecto21, en función de los ajustes macro financieros ; y se reducen los sala-
rios vía las reestructuraciones de las empresas ante la necesidad de aumentar
la rentabilidad financiera, como lo señalamos atrás.
A continuación presentaremos algunos cambios en la regulación público–
estatal que se promueven y que a nuestro juicio son importantes tener en cuenta
(no quiere decir que tales cambios hayan sido adoptados todos los países; el
grado de adopción varía de un país a otro, y habría que estudiar cada caso), estos
cambios se presenta de forma esquemática en el recuadro 2.1, y como se verá en
el siguiente capítulo, corresponden a otra lectura del «Consenso de Washington».
124
César Giraldo
2.1 el punto a.1.2) (Lordon 1997, 93). El sector público no puede recurrir al
financiamiento monetario provisto por el Banco Central.
La razón de ser de este cambio reside en el hecho que el gobierno, para finan-
ciarse, debe endeudarse con el sistema financiero, pagando el servicio de la
deuda correspondiente. El sector financiero por esta vía aumenta la masa de
recursos sobre los cuales puede obtener rentas. Por otra parte, el gobierno
cede al sector financiero el margen monetario que utilizaba en el pasado.
2) La política social pasa a la intermediación financiera. En el caso de la segu-
ridad social (recuadro punto a.2.2) las pensiones son administradas por los
Fondos de Pensiones privados, y la salud por aseguradores privados. En el
caso de la educación se crean fondos educativos, que constituyen un ahorro
programado para el posterior pago de la educación superior, o un sistema de
créditos para el pago de los estudios en educación superior. Se trata de crear
una nueva fuente de recursos que pueden ser intermediados por el sistema
financiero, como se muestra en el recuadro 2.2.
125
¿Protección o desprotección social?
3 está ligado con el 4. El primero lleva a las entidades que no son empresas
públicas a funcionar como tales, y luego el punto 4 las lleva a su privatización).
1) Ajuste fiscal: el manejo fiscal debe hacerse en función de los ajustes macroeco-
nómicos (c.1.2), que en lo fundamental están dirigidos a generar excedentes
en la balanza comercial, a través de comprimir la demanda interna.
2) Gasto público: subsidios a la demanda (focalización) (c.2.2). No se financian
las instituciones (subsidio a la oferta) sino a los usuarios. Las instituciones
deben autofinanciarse vendiendo servicios, y como se acabó de decir, este
tipo de instituciones deben privatizarse.
3) Neutralidad tributaria: rebaja de aranceles, impuestos directos bajos y pla-
nos (no progresivos) y generalización del IVA (c.3.2). Como resultado de
126
César Giraldo
Recuadro 2.2.
Los nuevos factores de liquidez
Las reformas de la regulación público-estatal que están en proceso de aplicación en América Latina
aumenta la masa de recursos que es intermediada por el sistema financiero1. Dicho Sistema convier-
te tales recursos en fuentes de expansión del crédito tanto privado como público. La expansión de
dicho crédito hace que los recursos se conviertan en fuente de creación de medios de pago. En la
tabla A presentaremos la nuevas fuentes de recursos que pasan a ser intermediados por el Sistema
Financiero con las reformas, que vienen a constituir Pasivos de dicho Sistema. Luego, en la tabla B,
mostaremos el Balance entre estos nuevos Pasivos y los nuevos Activos que generan, entre los que
se incluyen los Bonos de Deuda Pública.
Tabla A: Las nuevas fuentes
fuentes provenientes Fondos de Salario: Con la creación de los Fondos de pensiones, cesan-
del ahorro laboral tías, desempleo, etc., las instituciones financieras privadas pasan a
intermediar el ahorro obligatorio y voluntario de los trabajadores.
fuentes provenientes Aseguramiento en salud: La reforma de los sistemas de salud se hace sobre
de las aseguradoras la base de crear un sistema de aseguramiento privado encargado de admin-
de salud sitrar los recursos. Las aseguradoras son instituciones de carácter financiero,
que administran reservas financieras (provisiones) destinadas a cubrir los
eventos de salud que demandan los afiliados al sistema.
127
¿Protección o desprotección social?
128
César Giraldo
decir que en América Latina no se dio una generalización amplia (por lo menos
en el grado de los países desarrollados) de la relación salarial, elemento clave
en el fordismo. Además de lo anterior, los países latinoamericanos tuvieron una
restricción muy fuerte en su sector externo debido al deterioro de los términos
de intercambio y el no acceso significativo al financiamiento externo (hasta
comienzos de los 70), y un peso significativo de grupos terratenientes (aspecto
que varía de país y país) quienes se apropiaron de rentas que drenaron la capa-
cidad de acumulación de capital. La no generalización de la relación salarial y las
rentas terratenientes fueron obstáculos para la ampliación del mercado interno
porque no permitieron la creación de una demanda interna fuerte, la restricción
externa y de nuevo la extracción de rentas por los terratenientes dificultaron
la acumulación de capital, lo que no permitió ganancias en productividad. El
mercado interno se desarrolló parcialmente, bajo la dinámica de pasar al mer-
cado la producción y comercialización de bienes que antes estaban por fuera del
mercado, pero no se dio un crecimiento por el fortalecimiento de la demanda
interna. Este crecimiento parcial del mercado interno se dio hasta la década del
sesenta (inclusive), momento a partir del cual se agotó. Estos elementos fueron
señalados por la CEPAL en su momento, sin embargo este es un tema que no
puede ser desarrollado aquí, pero que amerita trabajos posteriores.
Respecto a los Países Desarrollados Capitalistas la expansión económica
después de la segunda guerra mundial estuvo jalonada por un modelo fordista
de producción en masa, en el cual el aumento de la productividad estuvo acom-
pañado por un aumento de la capacidad de consumo de los asalariados, y dentro
de ese consumo se encontraba el aumento de la cobertura de los sistemas de
protección social, porque a través de tales sistemas se incrementaba la provisión
de los bienes de consumo colectivo. Esto ha sido señalado por la Escuela Francesa
de la Regulación. Este período es el que ha sido llamado los «treinta gloriosos»,
y corresponde a los años 1947-1976 (Boyer, 20-35). La demanda de bienes de
consumo «es entonces institucionalmente sincronizado con la extensión de las
capacidades de producción gracias al compromiso sobre el reparto de las ganan-
cias de productividad» (p. 21). Sin embargo dicho modelo se fue erosionando
con la importancia creciente que adquirieron los mercados financieros sobre la
administración de las empresas y la forma como se repartieron los ingresos, lo
cual repercutió sobre la gestión de los procesos laborales. Este modelo a su vez
se caracterizaba de un control de la moneda por parte del Estado, y un contexto
en el cual había una estabilidad mayor en el régimen internacional. Esto permitía
políticas Keynesianas de expansión del gasto público, que a su vez permitían el
aumento en la provisión de bienes de consumo colectivo, sin que la inflación que
resultaba de dicho proceso significara presiones incontrolables sobre el valor de
la tasa de cambio (Boyer 1999).
Si bien el auge y agotamiento del MSI guarda cierta correspondencia temporal
con la evolución del modelo de acumulación de los países capitalistas desarrollados,
esa correspondencia no se pierde a partir de la segunda mitad de la década de los
129
¿Protección o desprotección social?
70s. Mientras en los países desarrollados terminó la era de los «treinta gloriosos»
y se desarrolló un estancamiento económico prolongado, en la región se dio una
expansión económica como resultado del auge de endeudamiento externo. Pero
esa expansión terminó en una profunda crisis económica, producto de una burbuja
especulativa, a la cual se hizo referencia atrás. En América Latina los recursos ex-
ternos llegaron a la región a partir de los 70s no sólo como resultado del auge de
los mercados financieros, sino porque en la región se había agotado el proceso de
acumulación basado en la sustitución de importaciones. Ante el agotamiento del
mercado interno al final de la década del sesenta, los recursos del endeudamiento
externo permitieron dinamizar la demanda y restablecer el crecimiento. A su vez,
en torno a la deuda se creó una dinámica del capital cada vez más rentista (Mar-
ques-Pereira, 28-34). Se trataba de un financiamiento con deuda que aumentaba
inicialmente el nivel de gasto pero que no aumentaba la capacidad productiva que
pudiera soportar dicho gasto, lo que después condujo a: fuga de capitales, bajo nivel
de ahorro y de inversión productiva, deuda creciente, déficit fiscal, y recesiones
que derivaron en crisis. Dice Lo Vuolo (2001) «Este modelo sólo es bueno para
‘extraer’ rentas pero no para ‘crear’ riqueza productiva», y afirma que la lógica de
este proceso es la siguiente : «i) Acumulación de deuda exorbitante; ii) liquidación
del patrimonio público (incluyendo la cesión de mercados de bienes públicos);
iii) achicamiento de la ‘masa salarial’ (caída de ocupados y aumento de la brecha
entre su productividad y los salarios)» (pp. 64-65),
Las reformas del MAE tienen un efecto destructivo sobre la economía. La
apertura de los mercados de capitales, y la eliminación del control de cambios,
lleva a que no se tenga control directo sobre la tasa de cambio. La entrada de
divisas, bajo la nueva regulación, produce un efecto de burbuja especulativa,
la cual genera un fenómeno de revaluación que deteriora el sector externo y la
balanza de pagos y produce un exceso de endeudamiento. Posteriormente, la
necesidad de amortizar ese endeudamiento, y de pagar las obligaciones finan-
cieras, genera necesidades de endeudamiento externo crecientes. Este es un
aspecto de la financiarización.
130
César Giraldo
del Bienestar. (2) Las transformaciones en el mundo del trabajo que hacen que
las relaciones jerarquizadas que suponía el Estado de Bienestar cada vez tengan
menos vigencia. (3) El aumento de la informalidad, lo que implica que cada vez
más grupos sociales desarrollan su actividad económica por fuera de los marcos
institucionales en los que se originan los derechos sociales. Todos estos factores
están relacionados entre si. Hablaremos del primer elemento, ya que los otros
dos fueron mencionados en el capítulo 1.
El primer elemento ha sido llamado por Castells (1999) la «tecnología de la
información». Gracias a estas tecnologías es posible dispersar la mano de obra
y equipos en diferentes lugares. Al facilitar la flexibilidad del trabajo permite un
aumento de la rentabilidad y la productividad, a costo que la individualización
del trabajo y la pérdida de su protección institucional. Como resultado de ello
los trabajadores son más vulnerables y se convierten en individuos aislados sub-
contrados por una «red flexible» de horizonte desconocido. El desarrollo de la
«tecnología de la información», al permitir descentralizar la producción, abrió
la posibilidad de romper los esquemas sociales atados al proceso de producción
fordista. Los procesos de producción se deslocalizan, las firmas pueden fragmen-
tar su producción, y trasladar parte de ella hacia unidades externas que incluso
pueden ser patrimonialmente diferentes. Castells señala que dichas tecnologías
también facilitaron los procesos de circulación del capital financiero, en la medida
en que les permitió fluir por circuitos virtuales y situarse de forma instantánea
en cualquier centro financiero del mundo. Este es un factor importante en la
explicación de la financiarización, en la medida en que facilita enormemente
la circulación del capital, pero no se debe olvidar que el hecho que lo facilite es
diferente al hecho que origina el proceso. El origen, como vimos atrás tiene que
ver con la ruptura del régimen de paridades fijas de Bretton Woods.
La «tecnología de la información» también permitió la flexibilización del
trabajo en la medida en que facilitó la deslocalización de la producción, pero
ello debe ser considerado como un factor importante al lado de otros, como es
el caso de la presión del capital financiero por aumentar su participación en el
valor agregado generado por las empresas, a costa de reducir la participación
de los trabajadores. Sin embargo se deben decir dos cosas al respecto. De un
lado, en la medida que el desarrollo de esta tecnología ha permitido aumentar la
productividad en esa misma medida ha amortiguado la necesidad de presionar
a la baja los salarios; del otro, sin el desarrollo de esta tecnología posiblemente
la flexibilización no se podría desarrollar hasta el grado actual. Determinar la
importancia de cada uno de estos factores es una investigación empírica que
está por realizarse.
Todos los factores que hemos mencionado atrás nos conducen a la conclu-
sión que se presenta una precarización del empleo y que el acceso a los derechos
sociales se ha reducido. Si bien se debe advertir que en América Latina que
esa precarización no es nueva, de todas formas en la sección siguiente vamos
a verificar (hasta donde las estadísticas lo permitan) cómo se ha agravado. Sin
131
¿Protección o desprotección social?
Cuadro 2.5.
132
César Giraldo
Gráfica 2.7
6,00
5,00
4,00
3,00
2,00
1,00
0,00
Crecimiento
-1,00 del PIB medio
-2,00 Desempleo
medio
-3,00
Años
Tomado de IPES (2004) Cap. 1 Gráfico 1.3
Los resultados sociales de todo este proceso pueden ser analizados a través
la evolución de los diferentes indicadores sociales, los cuales nos dicen que en
los momentos de crisis económica la pobreza y el desempleo aumentan (lo cual
no es un descubrimiento), y que en el largo plazo, la calidad y los ingresos del
trabajo se vienen deteriorando, y la desigualdad económica acrecentando.
Empezando por las cifras de la pobreza, se esperaría que la pobreza aumen-
tase en la región, y lo viene haciendo en lo que se lleva corrido del siglo XXI. Sin
embargo en una serie más larga esta conclusión no es tan clara, si se miran los
datos desde 1980. Si bien el porcentaje de personas pobres pasa de 42.1 a 44.0
entre el año 2000 y el 2002, se debe tener en cuenta que en 1990 era mayor,
48.3 (Cuadro 2.524). Este comportamiento también se observa en el caso de las
cifras de indigencia, que en el 2002 se colocan en 19.4% del total de la población.
133
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 2.8.
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
privado público informal formal bienes servicios cobertua sin cobertua
de seguridad de seguridad
social social
134
César Giraldo
Gráfica 2.9
Ingreso medio población económicamente activa zonas urbanas
Fuente: Cuadro Anexo 2.1
8,3
7,8
7,3
6,8
Múltiplo línea pobreza pércapita
6,3
Brasil
5,8 México
Colombia**
5,3 Argentina*
4,8
4,3
3,8
3,3
Hacia 1980 Hacia 1985 Hacia 1990 Hacia 1995 Hacia 2000
135
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 2.10
Coeficiente de Gini 1980-2000
Fuente Cuadro Anexo 2.2
0,64
0,62
0,6
0,58
0,56
0,54
Gini
0,52
0,5
Brasil B
0,48
México B
0,46
Colombia** B
0,44 Argentina* B
0,42
0,4
Hacia 1980 Hacia 1985 Hacia 1990 Hacia 1995 Hacia 2000
136
César Giraldo
Hay otras cifras que muestran la precariedad del empleo, pero sobre las
cuales sólo se dispone de información puntual, y por tanto las generalizaciones
sólo se pueden tomar como una inducción de casos concretos, que permite iden-
tificar una tendencia, pero que deberá ser verificada con trabajos específicos. (1)
Se infiere una baja proporción de contratos laborales escritos, de manera que
los derechos laborales son menos visibles y por tanto menos exigibles. En una
muestra de países se verificó que para 2003 los contratos escritos eran menos
del 15% sobre el total (con excepción de Chile) para las empresas pequeñas, y
en las grandes y en el sector público está lejos del 100% aunque las cifras varían
de país a país (OIT 2003, 47). Con cifras menos actualizadas, Pizarro (2001,
cuadros 8, 9 y 12) presenta que los contratos no escritos sobre el total (empresas
grandes y pequeñas en conjunto) pasan, en Argentina de 21.9% a 41.1% (entre
1990 y 1997) y en Brasil de 35.1% a 46.3% (entre 1990 y 1996). (2) Se detecta
aumento en los contratos laborales temporales, lo que significa una pérdida en
la estabilidad en el trabajo. Por ejemplo en Colombia la proporción de contratos
temporales sobre el total de asalariado pasó de 6.6% en 1980 a 20.0% en 1997,
en Ecuador en 1997, los temporales eran el 35.6% del total para empresas de
más de 5 trabajadores, y el 69.5% para los de menos de 5.
La condición de contrato no escrito, o la temporalidad del empleo, significa
un menor ingreso frente al contrato escrito o el empleo permanente. Pizarro nos
presenta esta situación. Para el caso de Costa Rica la temporalidad significa el
47% del ingreso respecto a los permanentes, en Colombia el 59%, en Argentina el
68%. En el caso de los sin contrato escrito respecto al escrito la relación es el 41%
en México, el 52% en Chile y el 65% en Brasil. En todos los casos la proporción
es menor cuando se trata de empresas de menos de 5 trabajadores.
En el ámbito general se presenta un deterioro del ingreso de la población
trabajadora, lo cual no es independiente de la calidad del empleo. Si se toman los
ingresos medios de la población económicamente activa en las zonas urbanas,
medidos en «múltiplos de la respectiva línea de pobreza percápita» se observa
que en todos los casos en el 2000 está por debajo del nivel de 1980 (Gráfico 2.9).
Entre 1980 y el 2000 la relación pasó de 5.6 veces a 4.4 para Brasil, de 4.0 a 3.3
para Colombia, de 8.1 a 6.4 para Argentina.
Finalmente, en cuanto a los indicadores sociales, se observa un aumento en
la desigualdad económica. En la gráfica 2.10 se puede observar que entre 1980
y el 2000 el índice GINI, que mide la concentración de ingresos aumenta en la
región, con excepción de Colombia, lo cual significa que en términos generales
en la región la distribución del ingreso cada vez es más inequitativa. Presentando
las cifras en orden de desigualdad hacia el año 2000, dicho coeficiente alcanza
0.640 en Brasil, 0.572 en Colombia, y 0.542 en México y Argentina.
137
Capítulo 3
Paradigmas de la protección social
3.1 Introducción
139
¿Protección o desprotección social?
140
César Giraldo
Recuadro 3.1
A continuación se reproduce textualmente la presentación del Consenso Revisado (Consenso II) que Williamson
elaboró, y que reproduce el BID (1996, 5)1. Al final se indican componentes del Consenso que a juicio del autor
ni el BID ni Williamson han tenido en cuenta.
Dice el BID: “ En 1989, John Williamson, un académico del Institute for International Economics, enumeró 10
reformas de política que ya estaban poniéndose en marcha en América Latina y que, a su juicio, las instituciones
internacionales y otras cinco organziaciones con sede en Washington aplaudirían (...).” Se pidió a Wiiliamson que
revisase y actualizase sus 10 reformas de política y que esta vez sí preparase lo que mucha gente pensó estaban
haciendo lo primera vez: un manifiesto de políticas.
El Consenso de Washington
Actualizado (Consenso II)
(Sin subrayar Consenso original, subrayado las actualizaciones del Consenso, según Williamson)
1. No se dispone una versión más reciente del Consenso revisado, las versiones posteriores se refiern al llamado Consenso
original de 1989, que es lo que también se conoce como reformas de primera generación. El propio Williamson, después de
haber hecho la actualización del Consenso, lo que se llamó Consenso II, que incorpora las reformas de segunda generación,
afirmó que el Consenso II no existe (ver Williamson 2003). No da una explicación de su cambio de opinión.
141
¿Protección o desprotección social?
Tabla 3.1
El Consenso de Washington
(presentación orgánica)
1.1 Mercado de Bienes: 2.1 Disciplina fiscal 3.1 Banco Central Independiente
- Apertura comercial 2.2 Focalización del Gasto 3.2 Sistema Presupuestal Jerarquizado
1.2 Mercado de Capitales Subsisio a la demanda (Presupuesto Público determinado
- Mercado Libre de Divisas 2.3 Impuestos Neutrales por autoridad fiscal sin ingerencia
- Apertura de Capitales 2.4 Privatización de órganos de representación
- Desregulación Financiera 2.5 Descentralización fiscal popular u otro órgano político)
1.3 Mercado Laboral 3.3 Sistema Judicial Independiente y
- Flexibilización Laboral fuerte
Por otra parte el «Consenso» refleja las reformas que las organizaciones radicadas
en Washington verían (o vieron) con buenos ojos para América Latina (el FMI,
el Banco Mundial, el BID) pero ello no quiere decir que tales reformas hayan
sido aplicadas en su totalidad, ya que el proceso tiene resistencias y altibajos.
Sin embargo, el Consenso de todas formas refleja muy bien el contenido general
de las reformas ya aplicadas y las que se están promoviendo en el área de las
políticas públicas, incluidas aquellas que tienen que ver con la protección social.
Las políticas del «Consenso» no pueden ser derivadas directamente de los
principios neoliberales expresados, por ejemplo, por Friedrich von Hayek (1944)
y Milton Friedman (1962). No se trata de afirmar que sean cosas diferentes y
carentes de relación, pero tampoco es evidente que la concreción de la ideología
neoliberal expresada por dichos autores se materializa de manera unívoca en
el «Consenso». El Consenso parte de los mismos postulados del mercado que
Hayek y Friedman invocan. Un principio clave de ello es el de propender por la
asignación que hace el mercado, lo cual, expresado por la vía negativa, signifi-
ca no darle al Estado un papel redistributivo. En esta visión cuando el Estado
redistribuye altera la asignación que hace el mercado, de manera que éste debe
concentrarse más bien en fijar reglas que le den certidumbre al comportamiento
de los individuos, de tal forma que se garantice claramente la propiedad privada
y la previsibilidad macroeconómica (Gill 1999). Hasta aquí tales principios es-
tán recogidos en el «Consenso». Pero éste va más allá. Propende por políticas y
reformas muy concretas, las cuales no se derivan directamente de los principios
generales del neoliberalismo, es más, tales políticas, como se verá más adelante,
no siempre son consistentes con tales principios. De los principios neoliberales
hacia las políticas implícitas en el «Consenso» hay un salto demasiado largo,
porque tales políticas hacen recomendaciones muy concretas y precisas que se
fueron aplicando paulatinamente en América Latina en las dos últimas déca-
das. Esto lleva a la conclusión que en la formulación del Consenso existieron,
142
César Giraldo
I. Disciplina fiscal
143
¿Protección o desprotección social?
144
César Giraldo
IV. Privatización
145
¿Protección o desprotección social?
V. Descentralización fiscal
146
César Giraldo
3.3 Consenso II
Si bien los principios centrales de reforma de la política social hoy día son
los mismos del Consenso, el énfasis y los matices han cambiado. En el segundo
semestre del 2003 una publicación institucional del FMI2 hace una evaluación
del Consenso de Washington, hecha por Williamson (el autor del Consenso),
por Ortiz y Clift (altos funcionarios del FMI en el momento de la adopción de
las reformas del Consenso). Ellos reconocen que los resultados esperados con
Consenso no se lograron (lo que implícitamente significa reconocer su propio
fracaso), y señalan que en la segunda mitad de los 90s América Latina la región
volvió a las crisis financieras que supuestamente habían generado las reformas
a comienzos de la década del 80. Observan que el esfuerzo inicial de las refor-
mas se centró casi exclusivamente en la reducción de la intervención estatal y el
aumento de los instrumentos de mercado sin tener en cuenta la secuencia en la
cual se introdujeron las reformas. Es lo que se denominó como un Big Bang, un
proceso radical de reformas junto con draconianos programas de ajuste económi-
co (Salama y Valier 1994, cap. 6). En la actualidad los promotores de Consenso
señalan que es preciso rescatar los elementos positivos de la intervención estatal
que permitan un buen funcionamiento del mercado, a través de un proceso de
reformas secuencial y ordenado y un marco institucional adecuado. Como ele-
mentos de dicho marco señalan, por ejemplo: enfatizar las reglas del proceso
presupuestal y la autonomía del Banco Central, que garanticen la disciplina fiscal
y financiera, en lugar de fijar metas sobre déficit fiscal o inflación; mejorar los
sistemas de supervisión bancaria con una mayor prudencia en la liberación de
los mercados de capitales (el FMI dejó de ser radical en este punto); desarrollo
de la carrera administrativa en el servicio público; una mayor apertura hacia las
políticas de redistribución de los ingresos.
Como se puede ver se trata de construir una nueva receta de políticas, al igual
que se lo hizo con el Consenso, y para ello se invoca el tema de las instituciones.
En este punto habría que entrar a discutir si las nuevas posiciones implican un
cambio de posición de las entidades que conforman el Consenso de Washing-
ton, si se trata simplemente de cambios de matices, si se trata de dar cuenta del
fracaso de las políticas y la reconfiguración de las reformas adaptándolas a la
2
Revista Finanzas & Desarrollo, septiembre 2003, volumen 40, número 3.
147
¿Protección o desprotección social?
nueva realidad pero buscando siempre los mismos objetivos. Se puede hacer
un ejercicio de caracterizar la naturaleza de las reformas del Consenso II, o las
reformas estructurales de segunda generación, sin embargo, los principios siguen
siendo los mismos : Liberación de los mercados, ajuste fiscal, descentralización,
focalización del gasto, impuestos indirectos sobre el consumo interno, privatiza-
ción, independencia de la autoridad monetaria y fiscal. Son reformas que tienen
un carácter opuesto a las introducidas durante la vigencia del Intervencionismo
Estatal durante el Modelo de Sustitución de Importaciones: regulación de los
mercados, activismo fiscal (keynesiano), centralismo, universalización del gasto,
impuestos directos, intervención estatal, control del gobierno sobre las políticas
monetaria y fiscal (ver capítulo 2, recuadro 2.2). Se puede hacer un ejercicio de
intentar caracterizar la evolución de general las reformas a partir el Consenso,
pero aquí nos vamos a concentrar en lo que tiene que ver con la protección social,
que es nuestro interés. En este proceso podemos señalar tres etapas. La primera,
que es la que corresponde al ajuste de las economías después de la crisis de la
deuda externa de comienzos de la década del 80, cuando la política social tenía
un carácter meramente residual, y se dirigía principalmente a mitigar a posteriori
los impactos de la crisis y el ajuste principalmente mediante «redes de protección
social». Es en esta etapa que surge la versión original del Consenso, la cual se
centra en la reducción del tamaño del Estado y en un aumento de la competencia
del mercado. Una segunda, en los años 90s, que corresponde a las reformas es-
tructurales (remover las estructuras que no permiten que los mercados funcionen
adecuadamente), las cuales le dan importancia al desarrollo institucional de las
reformas. Esta etapa correspondería a las reformas de segunda generación, o
Consenso II. Aquí la política social se desarrolla bajo el principio de lucha contra
la pobreza, la cual se combatiría mediante el crecimiento económico (logrado
gracias a las reformas institucionales) y el fortalecimiento del capital humano
de los pobres que les permitiría apropiarse de los frutos de dicho crecimiento.
Si bien este es un objetivo concreto que supuestamente supera el carácter resi-
dual de la política social anterior, el problema reside en que una política social
definida solamente sobre la categoría de la pobreza deja por fuera a quienes son
considerados como «no pobres». Así se configuraría (en teoría porque en práctica
estaría por verse) una tercera etapa, a comienzos de la primera década del 2000,
la cual se definiría sobre la base de «Manejo Social del Riesgo» (Holzmann3 y
Jørgensen 2000) (Holzmann, Sherburne-Benz y Tesliuc 2003), que pretende
resolver el problema de incorporar a los «no pobres». Los «no pobres» pueden
acudir a mecanismos de mercado que ayudan a repartir los riesgos, en especial
acudir al mercado de seguros. Pero aún más, el concepto de riesgo también abarca
las políticas macroeconómicas prudentes (disciplina fiscal y financiera) porque
ellas permiten una menor exposición al riesgo de las economías en su conjunto, y
por tanto de cada uno de los individuos que componen la población. De acuerdo
con los promotores del concepto, la categoría riesgo permite formular un nuevo
148
César Giraldo
marco teórico que permitiría que la protección social deje de ser una «herra-
mienta (por ejemplo los seguros sociales), pasar de la tradicional reducción de
la pobreza a posteriori, a la reducción de la vulnerabilidad a priori» (Holzmann,
Sherburne-Benz y Tesliuc, 506). Dentro de la concepción del «manejo social del
riesgo» los pobres son quienes están más expuestos al riesgo, y precisamente se
mantienen en la condición de pobres por su menor disponibilidad de elementos
para enfrentar los riesgos y su aversión a tomar riesgos. Se trataría de un círculo
vicioso definido en torno a la categoría riesgo, y por tanto la política social se
debe centrar en dotar a los pobres de instrumentos que les ayuden a gestionar
el riesgo para que tengan más oportunidades de salir de la pobreza.
Sin embargo el concepto de riesgo presentado como una novedad en la visión
de la política social de ninguna manera es un concepto nuevo, antes por el contra-
rio, dicho concepto está en el origen de la protección social, como lo vimos en el
capítulo 1. El concepto de riesgo surge con el origen de las mutuales en Europa, a
finales del siglo XIX. Para autores como Edwald (1986) y Rosanvallón (1995) la co-
lectivización o repartición del riesgo a través del aseguramiento es lo que da origen
al Estado del Bienestar. Lo que es nuevo es la utilización que se le da a la categoría
riesgo. Si bien se mantiene el principio original señalado por Edwald en el sentido
que el riesgo significa la incertidumbre de las personas frente a lo que les puede
devenir en el futuro, lo que justifica acudir a mecanismos de aseguramiento, en la
nueva lectura de la categoría el riesgo se extiende a las políticas macroeconómicas,
y todo mecanismo de protección por fuera del mercado y del Estado es calificado
como informal. Lo macroeconómico está incluido en lo que se llaman riesgos de
naturaleza colectiva. Tales riesgos son de dos tipos. Los que están originados en
causas naturales y los causados por el hombre, tales como una guerra civil, o una
mala gestión macroeconómica. La mala gestión no es otra cosa que economías
que no han introducido las reformas de mercado (léase apertura económica,
flexibilización laboral, independencia de la banca central, etc.) y no mantienen la
disciplina macroeconómica (Holzmann, Sherburne-Benz y Tesliuc, 508-509). De
manera que reformas y políticas que se alejan de lo que los organismos financieros
internacionales consideran como una buena gestión son consideradas riesgosas.
Por ejemplo, las propuestas sobre protección social no deben olvidar que el riesgo
social aumenta con el «mal funcionamiento del mercado laboral provocado por
una discordancia en las capacidades de los trabajadores y la demanda, malas
regulaciones del mercado laboral u otras distorsiones». Y agregan Holzmann y
Jørgensen (p. 17) que cuando el sector público provee la seguridad social «puede
reducir los esfuerzos individuales» (por ejemplo en la búsqueda de trabajo), lo cual
puede ser empeorado por la política de redistribución de ingresos de los Estados
de Bienestar, lo cual paradógicamente termina por empeorar dicha distribución,
además de reducir la capacidad empresarial, como se evidencia, según los autores,
en los países de la OCDE.
De manera que el «manejo social del riesgo» supone la flexibilización del
mercado laboral que a su vez supone la eliminación de protecciones sociales
149
¿Protección o desprotección social?
tales como salario mínimo, estabilidad laboral, primas, etc., consideradas como
distorsiones del mercado. Estamos frente a una concepción de protección social
que supone la eliminación de las protecciones que entraban el funcionamiento del
mercado. Esta es una concepción radicalmente diferente a la que mencionamos en
el capítulo 1 en donde la protección social en el capitalismo precisamente surgió
porque el mercado al regular lo social destruía los mecanismos tradicionales de
protección. Sobre ello volveremos más adelante .
Los mecanismos de protección social que existieron antes de la vigencia de
las economías de mercado y de los Estados nacionales, tales como la familia o
la solidaridad vecinal, son calificados como informales, porque están por fuera
de los seguros privados o los servicios públicos. Resulta curioso calificar como
informal los mecanismos de protección social existentes en épocas históricas
en que lo social no estaba organizado por el mercado, como si la organización
de lo social a través del mercado sea el orden natural y lo demás son, y serán,
formas antinaturales.
Los llamados mecanismos de protección social informales, junto con los
mecanismos públicos, son ampliamente criticados, lo cual implícitamente lleva a
postular la preferencia por los mecanismos de mercado. En cuanto a los primeros
se los acusa de altos costos de transacción y costos de oportunidad encubiertos,
en cuanto a los públicos de se los acusa de ser con frecuencia mal diseñados,
administrativamente complejos, exagerada generosidad lo que acarrea costos
presupuestales elevados (Holzmann y Jørgensen, 9-10) y productores de distor-
siones de mercado. Además afirman que los dispositivos públicos aparecieron con
el Estado de Bienestar, tipo de Estado que según los autores no puede existir en
los países en desarrollo por razones de incapacidad fiscal y económica (Holzmann,
Sherburne-Benz y Tesliuc, 511). Los mecanismos públicos se justificarían en el
caso de riesgos de naturaleza colectiva, y ello por supuesto supone la gestión de
las políticas y reformas institucionales «correctas».
Los mecanismos de mercado, como dicen los autores, «tales como la moneda,
los bancos y las compañías de seguros» (Holzmann, Sherburne-Benz y Tesliuc, 511),
están referidos a instrumentos de carácter financiero compuestos por el ahorro y
el aseguramiento. El ahorro a través de fondos de pensiones (ahorro obligatorio
y voluntario) para el riesgo de pérdida de ingresos como resultado del envejeci-
miento. El seguro para la pérdida de ingresos como consecuencia de enfermedad
o invalidez. Los mercados financieros son los llamados a jugar un rol central en la
gestión del riesgo social, y de ahí recalcan la importancia de desarrollarlos.
Atrás señalamos que estaría por verse si desde esta supuesta «nueva»
concepción de «manejo social del riesgo» se logra replantear la protección so-
cial en América Latina, como para señalar que inaugura una tercera etapa. En
realidad la concepción de riesgo permite incorporar dentro de esta categoría el
conjunto de políticas sociales para los «no pobres» y el contexto de las políticas
macroeconómicas, ya que la formulación de dichas políticas en las dos últimas
décadas el énfasis se había concentrado en la lucha contra la pobreza. Hay que
150
César Giraldo
151
¿Protección o desprotección social?
- Reducción del tamaño del Estado a través del ajuste fiscal, de la disminu-
ción del gasto público y de la privatización. ¿Por qué no se aplica dicha reducción
a los impuestos?
- Si hay que hacer ajuste fiscal cuando se presenta una situación deficitaria
en la Balanza de Pagos, ¿por qué no hacer expansión fiscal cuando se presenta
superávit? o viceversa.
152
César Giraldo
153
¿Protección o desprotección social?
mico que se dirige hacia el Estado (y poderlo dirigir hacia el capital financiero)
se requiere que las entidades públicas se privaticen, o al menos se autofinancien
vendiendo sus servicios en el mercado. En el caso de la seguridad social (salud
y pensiones), la privatización permite que sea administrada por intermediarios
financieros. El autofinanciamiento hace que los subsidios ya no se deban dirigir
hacia las entidades públicas (subsidios a la oferta) sino a los usuarios (subsidios
a la demanda) a través de técnicas de focalización y subsidios a la demanda. El
autofinanciamiento, hace parte de la política de descentralización, según la cual
el servicio lo debe suministrar el nivel de gobierno inferior que puede proveer
y financiar el servicio; en este caso el nivel inferior corresponde a la institución
proveedora (colegio, hospital, empresa de servicios públicos, etc.), y la forma
de financiarse es a través de la venta de servicios. La descentralización es una
forma de descargar al gobierno Nacional de responsabilidades de tal forma que
se dedique a transferir rentas al capital financiero a través del pago de la deuda
pública.
De lo que se acaba de señalar se puede afirmar que el Consenso también
se puede explicar desde la lógica del capital financiero, como una regulación
y unas políticas que les son útiles para extraer rentas de las economías. Esto
también lo vamos a corroborar con elementos empíricos, haciendo referencia al
caso concreto colombiano, en el capítulo 4. Sin embargo, presentar las reformas
como resultado del interés del capital financiero las deslegitimaría. Deben ser
presentadas como resultado del interés general de la sociedad para legitimarlas,
y para eso es necesario construir todo un andamiaje teórico que permita crear
una nueva dominación simbólica. Los símbolos sirven como instrumento de
integración social, en la medida que son instrumentos de conocimiento y co-
municación, y hacen posible un consenso sobre el sentido del mundo social que
contribuye fundamentalmente a la reproducción del orden social (Bourdieu 2001,
205-206). Por esto se invocan los principios liberales, a pesar de los problemas
y contradicciones señalados atrás, porque sobre tales principios se construye en
nuevo poder simbólico.
El Estado no requiere ejercer la violencia para producir un mundo social
ordenado, si es capaz de producir estructuras cognoscitivas acordes a las estruc-
turas objetivas y establecer así la sumisión «dóxica» (orden lógico basado en las
creencias) al orden establecido. Es decir imponer un punto de vista particular, que
viene a ser el punto de vista de los dominantes, como el punto de vista universal.
Se impone la representación del Estado como la universalidad y al servicio al
interés general (Bourdieu 1995).
Señala Bourdieu (2001) que la función propiamente ideológica del dis-
curso dominante es la de un «medio estructurado y estructurante tendiente a
imponer la sujeción del orden establecido como un orden natural (ortodoxo)»
(p. 209) a través de la imposición disfrazada (por tanto irreconocible como tal)
de sistemas de clasificación y de estructuras mentales objetivamente ajustados
a las estructuras sociales.
154
César Giraldo
155
¿Protección o desprotección social?
Los elementos del análisis fueron tomados de la investigación dirigida por Edgard Reveiz
4
(1977), ya que dichos elementos no sólo continúan vigentes sino que se volvieron más re-
levantes de lo que eran en su momento. El término «academia invisible» es tomado de allí.
156
César Giraldo
157
¿Protección o desprotección social?
158
César Giraldo
159
¿Protección o desprotección social?
que los países que el «crecimiento en esos países (que han introducido reformas
de mercado) ha sido decepcionante y, en la mayoría de los casos, casi insignifi-
cante» (p. 64). La conclusión del Banco es que las instituciones y las estructuras
políticas también son importantes, y se supone que este planteamiento está
recogido en las reformas de segunda generación.
Sin embargo la incorporación de las instituciones al análisis no cambia la
subordinación del Estado frente al mercado. Las instituciones son definidas en
torno a las normas o leyes que regulan el intercambio de los individuos. En el
intercambio se presentan unos costos, los cuales son conocidos como costos de
transacción, y son tales costos los que determinan el marco institucional dentro
del cual se desarrolla la actividad económica (North 1984). Las instituciones
vienen a constituir las reglas de juego de la sociedad. Ellas definen y limitan el
conjunto de elecciones de los individuos, de manera que disminuyen la incerti-
dumbre de su interacción, en la medida en que establecen una estructura estable
(que no es lo mismo que una estructura eficiente) (North 1990). Un elemento
central en tales reglas de juego son las que definen los derechos de propiedad. El
intercambio significa la transferencia de derechos de propiedad, de manera que
estos deben estar garantizados por formas legales y organizacionales de forzoso
cumplimiento y normas de conducta. Dar dicha garantía es lo que le corresponde
al Estado, lo que significa quedar subordinado a las necesidades del mercado. En
esta visión el individuo es individuo que intercambia, y las instituciones aparecen
en cuanto a la función del intercambio. Cuando las instituciones se modifican
se afecta el intercambio, y en la medida en que lo obstaculicen se considera
como un efecto negativo, y cuando lo favorecen como uno positivo. No en vano
las llamadas «Reformas Estructurales» promovidas por las organizaciones del
Consenso de Washington son presentadas como la remoción de las estructuras
que no permiten el libre funcionamiento de los mercados.
En principio el Estado no debe violar la neutralidad del mercado en la asig-
nación de los recursos económicos, y cuando lo hace, en aras de reasignar recursos
públicos hacia la protección social, se señala que las ganancias en lo social deben
ser contabilizadas como un costo en lo económico, que cada vez se hace más
insoportable. La visión neoclásica señala que las intervenciones redistributivas
en favor de la equidad tienen un costo en eficiencia en la medida en que se altera
la asignación del mercado. De manera que cuando se plantea el tema de la equi-
dad, se trata de saber hasta dónde se debe perder en eficiencia para llegar a una
propuesta de equidad que sea políticamente viable. Sin embargo esta visión no es
validada por la historia. Al respecto podemos hacer dos comentarios. El primero,
la intervención del Estado en lo social le permite al empresario liberarse de una
serie de costos ligados a la gestión de la vida de los trabajadores fuera del lugar de
trabajo (como por ejemplo los costos de reproducción de la mano de obra). Se debe
tener en cuenta que las leyes sociales y los primeros elementos de la protección
social permitieron la existencia de un mercado de trabajo al definir los espacios
de movilidad de los trabajadores, y la inscripción de un status en su integración
160
César Giraldo
161
¿Protección o desprotección social?
6
En 1970 el Banco también proclamó la lucha contra la pobreza como bandera (ver Mosley,
Harrigan, Toye 1991, vol 1, cap. 1), pero no con el vigor de hoy. En la práctica dicho
discurso se abandonó porque a lo largo de la década los recursos se orientaron a financiar
grandes proyectos de infraestructura física, y en la de los 80s a financiar los programas
de ajuste macroeconómico.
7
Cita tomada de Lautier (2000d, 1). También este principio está recogido en el Prefacio
del Informe sobre el Desarrollo Mundial 2000-2001 (Banco Mundial 2001).
162
César Giraldo
La suma de todos estos factores hace que la pobreza aparezca como una
«realidad multifuncional» compuesta por una multitud de variables. El proble-
ma reside en determinar la ponderación que se le debe dar a cada variable. El
Banco Mundial (2001, 19) pone el ejemplo, que es corriente, de la reducción de
la pobreza en el sentido de mejoras en la salud, pero a la vez un aumento en de
la misma mediante un deterioro del ingreso, que fue el caso colombiano en la
década del noventa8. Y dicho organismo se hace la pregunta, típica del análisis
neoclásico,
«¿a cuánto ingreso está dispuesto a renunciar una persona a cambio, por
ejemplo, una unidad de mejora en la salud o en la representación? ¿Cuál
sería su curva de indiferencia?. En otras palabras, ¿qué ponderación se
puede asignar a las diferentes dimensiones para poder efectuar compara-
ciones entre países, hogares o individuos y a lo largo del tiempo?» (p. 19).
Se trata de una elección típica entre diferentes bienes que debe ser resuelta
con la racionalidad maximizadora en un contexto de mercado. La dificultad es-
triba en asignar un precio a cada variable, como por ejemplo a la representación
política o a la impotencia. Aquí se presenta un problema de carácter teórico que al
ser afrontado con las herramientas neoclásicas, conduce a diferentes propuestas
de indicadores como es el caso del Índice de Desarrollo Humano, diseñado por
el propio Sen para Naciones Unidas. El problema se resolvería si fuese posible
definir una función de bienestar multidimensional según la cual los pobres serían
aquellos que estuvieran por debajo de un nivel mínimo de bienestar total (Banco
Mundial, 22 - Recuadro 1.6).
El enfoque multidimensional, que es el que han adoptado las organizaciones
internacionales desde la segunda mitad de los 90 y en el cual ha tenido una gran
influencia Sen, tiene varios problemas de acuerdo con Mestrum (2002, 37-38).
Pretender recoger en un indicador las diferentes dimensiones de la pobreza, como
por ejemplo, los índices de Desarrollo Humano diseñados por Sen para el PNUD
(combina esperanza de vida, alfabetización e ingreso) o el de Necesidades Básicas
Insatisfechas, pone de presente el problema de definir cuál es la ponderación
a cada dimensión en la determinación del grado de pobreza. En los diferentes
índices que se desarrollan cada vez se pone menor énfasis a las variables mone-
tarias y más a las no monetarias. Bajo estos principios, es perfectamente posible
reducir la pobreza en todos los dominios no monetarios, sin eliminar la pobreza
monetaria, y sin reducir la desigualdad de ingresos entre ricos y pobres. Agrega
Mestrum (2002, 38) que definir la pobreza en términos de tasas de satisfacción
en salud, educación, derechos, libertades, participación, cae en el riesgo de cul-
turizar la pobreza, de ponerla en términos de la cultura dominante.
En América Latina existen dos organismos que tienen una gran incidencia
en la definición de la pobreza: El Banco Mundial y el PNUD (Naciones Unidas,
8
PNUD-DNP, 2003.
163
¿Protección o desprotección social?
ONU), aunque la visión del primer organismo tiene un peso más importante
por la simple razón que tiene mayores mecanismos para imponer su visión a
través de las condicionalidades de los créditos que otorga. Vale la pena explorar
si existen diferencias en las dos visiones, que es el ejercicio que hace Mestrum
(cap. 2) llegando a la conclusión que son más los elementos en común que las
diferencias. Tales elementos se basan en el hecho que la pobreza es definida en
términos individualistas. En el enfoque del Banco Mundial la pobreza es un pro-
blema multidimensional, en el cual además del ingreso, se incluyen indicadores
sociales, relativos a la satisfacción de las necesidades básicas. En el caso del PNUD
también se incluye el enfoque multidimensional, y si bien no se desconoce la
variable ingreso, se enfatiza en el desarrollo humano, los derechos humanos y
las libertades fundamentales. Incluso el indicador de pobreza humana no incluye
la variable ingreso. Cada vez que en la definición de la pobreza se introducen
elementos cualitativos, dicha definición se aleja del núcleo de las necesidades
materiales y los recursos monetarios para satisfacerlas, lo cual lleva a que los
elementos de la explicación de las causas de la pobreza, y las propuestas para
remediarlas, se alejen de también de dicho núcleo.
Para el Banco Mundial la política de lucha contra la pobreza debe concen-
trarse en crear oportunidades para los pobres, lo cual, se refiere, en primer lugar,
al crecimiento económico que le permite a los pobres beneficiarse de su recurso
más abundante que es su fuerza de trabajo; en segundo lugar, permitir el acceso a
servicios sociales básicos, en particular educación primaria, atención primaria en
salud, y planificación familiar. Para el PNUD el razonamiento es a la inversa. La
prioridad del desarrollo humano está en la creación de servicios sociales de base
a fin de desarrollar las capacidades personales, luego, estas capacidades deben
ser utilizadas de manera que puedan ser bien utilizadas de manera productiva
en un contexto de crecimiento económico (Mestrum, 59-62, 79-84). A pesar de
estas diferencias los dos enfoques coinciden en:
164
César Giraldo
3) Todas las propuestas a nivel macro y micro tienen por objetivo crear las
oportunidades para que los pobres se integren a la vida económica y social, y
si bien la integración debe ser facilitada por los gobiernos, la responsabilidad
descansa en los individuos pobres.
4) La lucha contra la pobreza se define en términos de fijarla sobre el acceso de
los individuos a los bienes que necesitan a fin de poder participar del progreso.
5) Se buscan soluciones no monetarias para la pobreza, pero que al final bus-
can una solución monetaria del problema. Las soluciones hacen referencia
a resolver la falta de acceso a salud, educación, tierra, crédito. Esa falta de
acceso es considerada como causa de la pobreza y al romperla los pobres
podrán generar un ingreso que les permita salir de la pobreza. El ingreso
deberá ser engendrado por los pobres mismos y el Estado debe vigilar para
que ello sea posible. En esta estrategia se excluye a priori los mecanismos de
redistribución de ingresos.
6) Las políticas de reducción de la pobreza se deben enmarcar en los benefi-
cios que trae la globalización económica y la liberación del intercambio. Las
políticas de lucha contra la pobreza se deben hacer en un marco favorable a
los mercados, políticas de ajuste bien concebidas que eviten que los efectos
caigan sobre los más vulnerables. En el caso del Banco Mundial esto no tiene
discusión, y en la visión del PNUD, la pobreza no es resultado de la desigualdad
internacional principalmente, sino de las estructuras y políticas internas de
los países.
7) El crecimiento económico es indispensable para todo proyecto de lucha contra
la pobreza, sin embargo el crecimiento solo no puede eliminar la pobreza. Es
necesario llevar a cabo políticas sociales que lo conviertan en desarrollo hu-
mano y reducción de la pobreza. Sin embargo, el crecimiento, al ser requisito,
necesario y no suficiente, supone un ambiente económico abierto, favorable
a la inversión y los flujos de capital privados. Ello implica estabilidad macro-
económica, disciplina fiscal, baja inflación (Mestrum 2002, 82). En el caso de
las políticas sociales, para el caso de los países no desarrollados, los sistemas
de seguridad social son cuestionados por no ser considerados como el mejor
medio para luchar contra la pobreza. Generalmente los discursos son escép-
ticos respecto de las transferencias monetarias de tales sistemas, aduciendo
que no tienen un efecto durable sobre la pobreza, que frecuentemente son
los no pobres los beneficiados, y que inducen desajustes fiscales que llevan a
un aumento de la inflación.
165
¿Protección o desprotección social?
166
César Giraldo
Poder Adquisitivo, como fue el caso chino, en que pequeños cambios al respecto
hicieron que la pobreza, de la noche a la mañana, pasara del 9% de la población
al 29%10. Esto es especialmente grave si el valor que se obtenga en la cifra puede
incidir en la determinación de las transferencias internacionales que se dirijan
a determinados países y organizaciones (entre ellas ONGs) que tienen como
propósito general la lucha contra la pobreza. En estas condiciones los cálculos
pueden estar influenciados por diferentes intereses.
Suponiendo que se resolvieran los problemas de medición (que ya de por sí
es un problema difícil) y que pudiéramos definir quiénes son los pobres, en qué
son pobres, cuánta es su pobreza, quienes son más (y menos) pobres, hacer com-
paraciones internacionales, etc., nos enfrentamos a dos problemas adicionales.
El primero, es que la designación de los pobres como grupo social conlleva a un
nuevo tipo de ciudadanía que no resulta clara. El nuevo tipo de ciudadano que
se definiría como pobre no reivindicaría el hecho de serlo. Se pregunta Lautier
(p. 24) como reconocer un nuevo mundo en el cual aquellos que lo desean no
desean expresar su condición de portadores de ese nuevo mundo (ser pobres),
y cuando logren el nuevo mundo no estarían en él (serían no pobres). La Utopía
donde no hay lugar.
El segundo problema, señalado por Mestrum (pp. 53-54), es el de definir
a los ricos. El énfasis en las variables no monetarias nos obligaría a definir a los
ricos en los mismos términos. Si los ricos pueden medirse en términos de su
capital social y cultural, cómo conciliar la paradoja que a la vez que existen «no
ricos» que igualmente poseen un importante capital social o cultural, existen ricos
que son analfabetas, enfermos o marginados. Cómo se explica el desequilibrio
abismal entre la gran cantidad de estudios sobre los pobres, y el desinterés casi
absoluto sobre los ricos. La pobreza es el objeto de estudio de los no pobres, no
de la visión que los pobres puedan tener de sí mismos. Se trata de un discurso
que tiene una función política disociada de la realidad de las personas pobres,
que además no incluye el tema de la desigualdad, porque en este caso habría
que incluir a los ricos en el análisis (Mestrum, 18).
Además de la pobreza, un segundo elemento en el diseño de la nueva
política social, es el aseguramiento contra los riesgos. Un documento reciente
del Banco Mundial, que ya citamos (Holzmann, Sherburne-Benz y Tesliuc),
afirma que el enfoque de la política social cambia en el sentido que no se trata
de luchar contra los síntomas de la pobreza sino contra las causas, y tales cau-
sas están consideradas como el «riesgo social». La política social debe permitir
a las familias la «capacidad para asumir riesgos y participar en actividades de
Así lo presenta Lautier (2002d) en su nota de pie de página 27: “Michael Lipton note à
10
propos du cas chinois que «the move from Penn 5.1 to Pen 5.6 conversions drastically
cut the estimate of China»s purchasing power, so that the estimate of poverty incidence
(below 1$ a day of 1985 PPP in the early 1990s) tripled overnight, from about 9% of the
population to 29%» “ (M. Lipton: «Editorial: Poverty - Are there holes in the consensus»,
World Development, vol.25 N°7, 1997 p.1004.).
167
¿Protección o desprotección social?
mayor rendimiento y riesgo». Los pobres y los no pobres están sujetos al riesgo,
sólo que en el caso de los primeros ello se traduce en vulnerabilidad y por tanto
deben ser objeto de políticas asistencialistas, mientras que los segundos tienen
la opción de comprar un seguro para mitigar dicho riesgo. De manera que aquí
claramente la política hacia los pobres se diferencia de los no pobres. Para los
últimos la propuesta se basa en el aseguramiento.
El aseguramiento (público o privado) permite tratar los problemas sociales
como consecuencias de los riesgos y no de las injusticias sociales (Join-Lambert
et.al. 1997, 36-37). No se trata de un resarcimiento individual por un daño o ac-
cidente que se le pueda ocasionar al trabajador, que puede llevar la connotación
de una culpabilidad subjetiva, sino que se lleva a la noción objetiva del riesgo.
De acuerdo con Rosanvallon (1995, ver cap. 1) ya no se trata de una indemniza-
ción individual que debe asumir el empleador o el trabajador, sino que el riesgo
remite a una dimensión probabilística y estadística que es calculable. Esto fue
recogido en Francia en la ley de 1898 que introdujo la legislación de accidentes
de trabajo. De otra parte, el seguro social no es un socorro consentido, como en
caso de la asistencia, sino que se trata de la ejecución de un contrato en el cual los
ciudadanos y el Estado están igualmente implicados. La atención del asegurado
es una obligación y no una liberalidad, una limosna, o un favor. Rosanvallon
nos señala que el seguro social funciona como una mano invisible que produce
seguridad y solidaridad sin que intervenga la buena voluntad de los hombres.
Para Edwald (p. 177) el seguro permite reconciliar los términos antagónicos de
sociedad y libertad individual.
Pero si las categorías riesgo y aseguramiento fueron utilizadas para justificar
el Estado de Bienestar, como vimos en el capítulo 2 , hoy día la ideología gene-
ralizada del riesgo se convierte en una referencia teórica para criticar el carácter
obsoleto de los mecanismos clásicos de protección, y la incapacidad del Estado
para afrontar la coyuntura económica. La alternativa es entonces el desarrollo
de los seguros privados. Nos dice Castel (2003, 63) que el riesgo es presentado
como un componente del individuo mismo (en las obras de Ulrich Beck, Anthony
Giddens e incluso de Edwald), lo cual, en su opinión, despierta el entusiasmo de
los aseguradores y los neoliberales. La multiplicación de riesgos va a la par con
una constatación del individuo desinteresado de su pertenencia colectiva, de
manera que «dicho individuo es como un portador de riesgos que navega a ojo en
medio de escollos y debe administrar él mismo sus riesgos» (Castel, 63). Existe
una relación estrecha entre la explosión de riesgos, la hiperindividualización y
la privatización de los seguros.
De acuerdo con Castel que las sociedades modernas están construidas
sobre el terreno de la inseguridad porque son sociedades de individuos que no
encuentran, ni en ellos ni en su entorno, la capacidad de asegurar su protección.
Son sociedades que si bien están basadas en la promoción del individuo, al mis-
mo tiempo promueven y valorizan su vulnerabilidad. El manejo de los riesgos
ha dejado de ser una empresa colectiva y se vuelve una estrategia individual, de
168
César Giraldo
169
¿Protección o desprotección social?
170
César Giraldo
Hoy día el Banco Mundial reconoce prudencia con los flujos de corto plazo, lo que no
12
hacía antes.
171
¿Protección o desprotección social?
plazo (en el largo estarán mejor13), de manera que se deben buscar subsidios
temporales que les protejan el consumo, y gastos en salud básica y educación
primaria. Lo anterior sería posible con una buena focalización del gasto público
(well-target social safety nets p. 17), e impuestos neutrales. El punto de vista de
los organismos financieros internacionales es continuado en la conferencia por
Enrique Iglesias (1999) director del BID en ese momento. Reafirma el tema de la
estabilidad macro y de la educación, pone en duda la efectividad de la fiscalidad
como mecanismo para lograr la igualdad, agrega la necesidad de flexibilizar los
regímenes laborales, y pide una mayor participación de la sociedad (participación
y privatización) en la prestación de los servicios sociales. Hemos puesto todas
estas citas para señalar el punto de vista de las instituciones que conforman el
«Consenso de Washington».
Si bien hemos afirmado que tales instituciones señalan que el problema
no es de redistribución sino de focalizar en los pobres, es preciso registrar que
el Banco Mundial (ver capítulos 3 y 5) recientemente comienza a introducir de
manera tímida y parcial elementos redistributivos. Sin embargo lo redistributivo,
si bien abre una puerta, esta se reduce al margen:
Lo más lejos que se llega en este punto es la reforma agraria de tipo nego-
ciada, es decir sin expropiación. De todas formas este punto es bueno registrarlo,
sobre todo para países que tienen un rezago en esta materia, como es el caso de
Colombia al igual que muchos países latinoamericanos, porque al menos abre
un camino de reformas en esta dirección sin producir rupturas en el orden ins-
titucional internacional vigente.
Aparte de lo agrario, la redistribución de activos se reduce al gasto público
«sabiamente» utilizado, lo cual no es otra cosa que acoger las recomendaciones
del Banco que se tratan a lo largo de este trabajo: subsidios focalizados a los po-
bres mientras que los no pobres deben comprar los bienes sociales a través del
mercado, y no se debe hacer redistribución con las finanzas públicas (no cobrar
13
O muertos diría Keynes.
172
César Giraldo
3.6.1.1 Políticas
Para Sen (1995, 15-17) el camino más adecuado para definir la pobreza
es hacerlo sobre la base de la imposibilidad para satisfacer las Necesidades
Básicas, o dicho de otra manera, definirla sobre la base de las Necesidades Bá-
sicas Insatisfechas, NBI. Sin embargo, plantea que el concepto de NBI se debe
ampliar al concepto de capacidades, y la pobreza consistiría la insuficiencia de
unas capacidades mínimamente aceptables, como por ejemplo falta de acceso a
la educación y la salud, y condiciones de vivienda inadecuadas. Y agrega que son
más fácilmente observables las malas condiciones de la vivienda, o la falta de
educación, ejemplo de indicios de falta de capacidades, que los niveles de ingreso.
El no acceso a los bienes y servicios básicos mínimos significa analfabetismo, mala
salud, no existencia de condiciones para acceder al mercado incluido el laboral.
Todo esto constituye falta de oportunidades, y la baja generación de ingresos es
una consecuencia de esa falta de oportunidades. Sin embargo el problema de
esta visión es que que la pobreza la explica por la ausencia de condiciones en los
pobres para acceso al trabajo, pero no enfatiza en el hecho que la pobreza nace
en la inserción misma al trabajo (Lautier 2002c, 83).
Por oportunidades se entiende multiplicar los activos de los pobres, enten-
diendo por estos no sólo sus activos físicos, naturales, financieros, si no, sobre
todo, el capital humano, porque dicho capital es el que determina la productivi-
dad del trabajo de los pobres, que es el único activo que poseen (Banco Mundial,
Porque habría «subvenciones a quienes no son pobres», Banco Mundial (2001), p. 80.
14
Debemos recordar que el objetivo del gasto público es llegar a los más pobres, y no pre-
tender, mediante un sistema de impuestos y transferencias, buscar una mayor igualdad,
es decir hacer una distribución secundaria del ingreso.
173
¿Protección o desprotección social?
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175
¿Protección o desprotección social?
176
César Giraldo
más allá de lo local. Recordemos que los asuntos centrales, tales como la política
fiscal y monetaria, y la destinación de los recursos del Presupuesto Nacional,
deben estar alejados de cualquier presión política, porque ello atentaría contra
la disciplina macroeconómica, de modo que la participación no puede llegar a
tales instancias. Además, el poder local en un proceso de descentralización, se
debe someter a las «salvaguardas del gobierno central» (Banco Mundial, 107-
108) como son el sometimiento de las finanzas locales a los requerimientos de
los equilibrios macroeconómicos, lo que se convierte en una camisa de fuerza
en cuanto a la autonomía porque: condiciona las transferencias nacionales y
el acceso al crédito a los ajustes financieros, refuta programas de envergadura
importante con el argumento que ello compromete el nivel de endeudamiento,
presiona para la generación de impuestos locales, entre otros.
Al respecto Restrepo señala que se promueve la participación de los «sec-
tores populares en las políticas de reproducción de la fuerza de trabajo» (p. 30),
pero no se promueve dicha participación en las políticas nacionales que tienen
que ver con los impuestos, el sistema financiero, el control de los medios masivos
de comunicación, el manejo de los recursos del subsuelo, la relación con los or-
ganismos financieros internacionales. La participación local es presentada como
un ejercicio de verdadera democracia, mientras que la democracia representativa
es calificada como antidemocrática. Los procesos electorales serían superados
por procesos participativos que permitirían de manera permanente control,
seguimiento y cogestión de los programas públicos (Restrepo 2001). De manera
que hay que promover la participación local para renovar las élites, y por esta vía
darle capacidades a los pobres. Pero ¿capacidades de qué? se pregunta Lautier
(2002d, 1-4). Y se responde, de resistir un mercado reformado (liberado), porque
las reformas de mercado se consideran inevitables. Lo que pasa es que en tales
reformas hay ganadores y perdedores, y en este segundo grupo están los pobres.
3.6.1.2 Consecuencias
177
¿Protección o desprotección social?
178
César Giraldo
3). Para Mestrum (p. 12-23), la lucha contra la pobreza propuesta por las orga-
nizaciones internacionales es la pieza maestra de sus políticas neoliberales. Ella
permite desmantelar las protecciones sociales existentes. Agrega que el discurso
de la pobreza acompaña el desmonte del discurso sobre el desarrollo que había
surgido en los años 50 en el seno de las Naciones Unidas, y en concreto, en la
CEPAL para el caso latinoamericano. Dicho discurso fue reemplazado por el de
la globalización y el mercado, con lo cual se preconiza una coordinación política
a nivel mundial y una reforma estructural de los Estados desmantelando las
protecciones sociales existentes y liberando los mercados. Para llenar el vacío
del abandono del desarrollo nacional se toma el tema de la pobreza.
El efecto político para Lautier (2002d, 21) es una despolitización de la polí-
tica. Darle el poder a los pobres pero a nadie en particular, democratizar pero sin
mencionar los partidos políticos, los enemigos de los pobres son los «no pobres»
pero allí no hay ricos. Se pregunta dicho autor (p. 19), qué hacer con el hecho que
los gobernantes representan a los «no pobres» y se les pide luchar contra los «no
pobres», a quienes además se les califica como poderosos. Los gobernantes deben
luchar contra la pobreza pero no son creíbles, las ONGs lo son pero en tanto no
tengan el poder (de tenerlo dejarían de ser «no gubernamentales»). Lo que se
enfatiza es lo moral (la ética) y la técnica (teconología de la asistencia social). El
concepto de pobreza busca una nueva legitimidad sin cuestionar los programas
liberales de ajuste, sin tener que plantear la unión de los explotados del tercer
mundo para buscar eliminar los mecanismos estructurales de dominación. Nos
recuerda Mestrum que si las políticas de lucha contra la pobreza se fundaran
sobre el interés de los pobres no habría ningún límite para la transmisión de la
propiedad en favor de los pobres que conduciría a la igualdad de todos. La lucha
contra la pobreza responde a las necesidades de los «no pobres», y su objetivo
es mitigar ciertas manifestaciones extremas de la diferenciación social a fin de
que la estructura social mantenga tales diferenciaciones. Como dicen Salama y
Lautier (p. 254) los ausentes en el debate de la pobreza son los pobres mismos.
Es una preocupación de los moralistas, filántropos, sacerdotes, damas de la cari-
dad. Los pobres reales luchan por su salario (cuando tienen uno), por conseguir
trabajo, contra la vida cara. Tienen otras preocupaciones: poesía, música, sueños
utópicos. Pero no se definen como pobres porque saben que el verdadero pobre
es un avergonzado.
El problema no es, advierte Lautier (2002d), la buena voluntad de las
organizaciones caritativas y ONGs que quieren sinceramente luchar por la
erradicación de la pobreza. Afirma que allí no habría un discurso de naturaleza
diferente al de aquellos empresarios que piden la disminución de las cargas
laborales (impuestos a la nómina) con el pretexto de reducir el desempleo. El
problema no es la buena o mala fe, sino la funcionalidad del discurso político
de la pobreza. Esta funcionalidad tiene que ver con el hecho que fomenta una
regulación social que permite mantener el orden establecido sin que se amenacen
los poderes económicos. La misericordia hacia los pobres permite legitimar las
179
¿Protección o desprotección social?
políticas de gobierno, los programas contra la pobreza son necesarios para crear
un nuevo tipo de clientelismo y a la vez permiten presentar los otros programas
sociales como secundarios y en vía de extinción. Por ejemplo los programas hacia
los asalariados formales son presentados como privilegios para los enemigos de
los pobres.
El resultado político de las políticas sociales centradas en la pobreza es
claro, por el contrario no es posible hacer un verdadero balance económico de
tales políticas, por ejemplo en términos de cuantificar en cuánto han logrado
reducirla. De una parte los acontecimientos macroeconómicos tienen un efec-
to negativo sobre la pobreza mayor que el efecto positivo que los programas
contra la pobreza puedan tener, de manera que resulta muy difícil aislar el
efecto de las políticas; además todo programa de lucha contra la pobreza tiene
costos presupuestales y monetarios que no son independientes de la evolución
macroeconómica. De otra parte, es necesario considerar los efectos sobre los
no destinatarios directos de tales programas, como por ejemplo los asalaria-
dos formales y clases medias, que a su vez han perdido los beneficios sociales
con las políticas de flexibilización salarial y ajuste fiscal. Las capas medias y
los trabajadores formales han sido los más golpeadas con los programas de
ajuste a partir de la crisis de comienzos de los 80s (Valier 1994, 44), y también
quienes han perdido la mayor cantidad de beneficios sociales con el desmonte
de los programas de contenido universal (para reemplazarlos por programas
focalizados) y con los procesos de flexibilizaciaón laboral (Bustelo y Minujin,
13) (Salama y Valier 1997, 90-95). Las políticas de lucha contra la pobreza bus-
can construir un discurso para legitimar los Estados entre los pobres, ya que
se ha perdido legitimidad entre las capas medias, y al mismo tiempo reducir
los conflictos sociales de los pobres a demandas por servicios públicos básicos
(educación básica, salud básica, servicios públicos mínimos), demandas que
se deben hacer en el ámbito local, porque dichas políticas se combinan con
procesos de descentralización política Restrepo (2000)
Ramírez (2000, 354-355) señala, respecto a los programas que centran la
política social en la lucha contra la pobreza (comentando los programas mexica-
nos de Progresa y Pronasol), que el ciudadano y sus derechos son reemplazados
por el pobre y sus Necesidades Básicas Insatisfechas. Los programas no suponen
el reconocimiento de un derecho, sino un beneficio posible que depende de la
modalidad de focalización. No se reconoce la capacidad de los ciudadanos de
exigir derechos. Los beneficios se reciben como un favor. De acuerdo con Mes-
trum (p. 23), reducir la política social a la lucha contra pobreza significa que los
derechos del hombre se reducen al derecho de la vida, porque todos los demás
derechos quedan subordinados al porvenir futuro. El derecho a la supervivencia
queda condicionado a la participación en el mercado. Si la pobreza se eliminase
no significaría que la desigualdad disminuyese, ni necesariamente un mundo
más justo. La lucha contra la pobreza paradójicamente significa un retroceso con
180
César Giraldo
3.6.2 Aseguramiento
181
¿Protección o desprotección social?
16
En el caso del reparto simple el monto necesario de reservas se calcula sobre al base de
cubrir los desfases del flujo de caja del sistema en su conjunto. Al comienzo los aportes son
mayores que las pensiones, pero a medida que la población envejece la relación cambia.
En el de capitalización individual el cálculo de las reservas requeridas es la sumatoria de
las reservas que cada afiliado debe constituir para tener derecho a la pensión. Esta última
es una cifra mucho mayor, sin embargo, decir cuánto depende de muchas variables y no
tenemos elementos suficientes para hacer una hipótesis al respecto.
182
César Giraldo
concepto permite introducir una mercancía para dicha necesidad que se llama
seguro y el aseguramiento es provisto por intermediarios financieros privados.
Este esquema funciona especialmente en la salud y en las pensiones, o lo que
aquí llamamos seguridad social. Este es el fundamento del esquema ideológico
a través del cual se introduce la financiarización del sistema en América Latina,
sobre lo que volveremos más adelante .
La idea de aseguramiento público puede ser reconciliada con la lógica de
la mercantilización de la fuerza de trabajo. El aseguramiento, público y privado,
permite asociar los derechos al rendimiento del trabajo, a través de las cotiza-
ciones, lo que motivaría al trabajador a mejorar su productividad. Además las
pensiones terminan por ser consideradas por la comunidad de negocios como un
medio de hacer el trabajo más flexible, porque se crea la posibilidad de deshacerse
de los obreros más viejos. En el caso del seguro de desempleo, este puede ser
aceptado dentro de la ideología liberal con el argumento que si ciertos grupos
son cubiertos con el aseguramiento (los cotizantes al sistema), y otros no, se
presentaría una competencia injusta (Esping-Andersen, 61-62).
Los sistemas de aseguramiento en la actualidad enfrentan una serie de pro-
blemas que ponen en entredicho su capacidad de supervivencia. Mencionemos
algunos. Primero, Rosanvallon (cap. 1) nos advierte que el modelo de asegura-
miento está entrando en crisis porque se está dejando de cumplir el principio
que los riesgos están igualmente repartidos y de manera aleatoria. Hay varias
razones: 1) Los fenómenos de exclusión y desempleo han tomado la caracterís-
tica de fenómenos estables. Ya no se trata de fenómenos circunstanciales sino
de fallas sociales, al punto que hoy es más adecuado hablar de precariedad o
vulnerabilidad que de riesgo. 2) El avance de la ciencia ha permitido diferenciar
la repartición de los riesgos, de manera que su distribución cada vez es menos
aleatoria. Un aspecto clave en esto es el desarrollo de la genética porque permi-
te volver previsible lo que antes se veía como aleatorio, de forma que se puede
personalizar el riesgo, pero cuando esto sucede desaparece el azar, con lo cual
se erosiona el principio de justicia del seguro que tiene como base la repartición
homogénea del riesgo. Este fenómeno se puede extender cuando aumenta la
información estadística. Sobre esta base, por ejemplo, el bebedor o fumador
podría ser objeto de sobrecostos sociales. En este caso se rompería el velo de la
ignorancia de Rawls.
Segundo, el desalaramiento afecta negativamente los sistemas de asegura-
miento porque disminuye la base de cotización. De una parte la relación laboral
en muchos casos toma la forma de relación contractual, venta de servicios, lo cual
lleva implícito la no afiliación a algún sistema de aseguramiento. Por otra parte,
garantizar la continuidad en los ingresos y en las cotizaciones a los regímenes de
seguridad social se convierte en la excepción. Esto se agrava con la flexibilización
del régimen laboral ya que elimina la estabilidad laboral. En el momento en que
no se dispone de empleo no se puede cotizar y por tanto no se está cubierto por
el aseguramiento, de manera que cuando se presenta una falla en la generación
183
¿Protección o desprotección social?
de ingresos se pierde el acceso a los servicios sociales, lo que resulta ser un con-
trasentido para un sistema que se pretende llamar de protección social. En el
caso de las pensiones esto se puede traducir en la pérdida irremediable de los
derechos pensionales porque no se alcanzan a completar los tiempos mínimos de
cotización. En el caso de la salud, existe la posibilidad que la enfermedad pueda
llegar en el momento en que el afiliado no esté cotizando al sistema, con lo cual
pierde los derechos. Pero aún en el caso en que lo esté haciendo, dada la no esta-
bilidad en los contratos laborales, ello puede significar que cuando una persona
padezca una enfermedad grave o larga pierda la posibilidad de generar ingresos
(por el vencimiento del contrato laboral que normalmente es a término fijo), de
manera que tampoco puede resolver el problema de la subsistencia económica.
Tercero, cuando el riesgo se considera individual y administrado por agentes
privados, los riesgos de carácter social tienden a quedar descubiertos. No sólo
porque los seguros privados excluyen los riesgos colectivos, por ejemplo, situa-
ciones de orden público, sino porque en caso en los cubrieran si se presenta una
situación extrema (por ejemplo una guerra, una catástrofe natural) los seguros
privados quebrarían (Ochando, Salvador y Tortosa 1997: 12).
Por ahora vamos a presentar las consideraciones generales del Banco
Mundial sobre el tema del aseguramiento, en las cuales se le da una importancia
crucial a los mercados financieros. Ello es significativo para ligar el tema de la
seguridad social con el de la financiarización. Esta ligazón es presentada por De
Ferranti et.al. (2000)17, economistas de dicho organismo, en el cual se señala que
el papel del Estado en la Seguridad Social debe ser el de corregir las fallas del
mercado privado de seguros. El documento hace una discriminación de tres tipos
de aseguramiento: (1) Seguros de mercado (aseguramiento colectivo vía merca-
do), (2) autoseguro (asumir individualmente las provisiones correspondientes), y
(3) autoprotección (disminuir los riesgos). Con base en esta clasificación el papel
del Estado, para el caso de los (1) seguros de mercado, es complementar tales
seguros a través del Seguro Social «cuando los mercados no logran asegurar con
eficiencia ciertos tipos de riesgos»; para el caso de (2) los autoseguros «planes
de ahorro obligatorio son una política para aumentar el autoseguro» canaliza-
dos a través de Fondos Privados de Pensiones; finalmente, para el caso (3) de la
autoprotección, si esta no se logra garantizar por los mercados, el Estado debe
acometer «políticas que facilitan la adquisición de capital humano (mejor salud,
educación y capacitación)»18.
En resumen la seguridad social debe ser provista por el mercado de seguros,
y el papel del Estado en cuanto política social es corregir las fallas de mercado.
17
Supuestamente este documento no representa el pensamiento del Banco Mundial, a pesar
que en los reconocimientos se dice que fue elaborado por la oficina del economista jefe
para América Latina, y en el informe participaron 20 funcionarios de la institución. Lo
que es difícil de entender es que si ellos se expresaran de manera diferente a la doctrina
del Banco, en un documento de dicho organismo, pudieran trabajar allí.
18
Las citas provienen del capítulo 3 del documento.
184
César Giraldo
Pero el documento va más allá. No sólo se trata del mercado, sino además del
desarrollo del sector financiero. Haremos uso de una cita extensa, dada la im-
portancia para el trabajo que aquí se presenta, porque permite ligar lo financiero
con la protección social.
185
¿Protección o desprotección social?
3.7 Conclusiones
La política social crea vacíos sociales, de los cuales vamos a mencionar dos:
El primero se refiere a la población que queda por fuera del sistema porque no
es clasificada como pobre pero que tampoco está en posibilidad de cotizar a un
sistema de aseguramiento, se trata de la población que Lautier (2000) califica
como no man’s land. Se trata sobre todo de asalariados precarizados y no asa-
lariados (trabajadores independientes del campo y la ciudad).
El segundo vacío se refiere al hecho que la protección social de quienes están
excluidos de los sistemas institucionales debe ser reemplazada por mecanismos
diferentes. En primer lugar, por el trabajo doméstico que se realiza por fuera
del mercado; en segundo, mecanismos de solidaridad que incluyen la familia
extensa o la solidaridad vecinal; y, tercero, provisión de servicios en formas
de producción precarias, en pequeña escala, por fuera de los circuitos legales
del Estado y financieros del capital. Esto último se refiere a actividades que no
tributan, que no se someten a las reglamentaciones en cuanto a regulaciones
sociales o económicas, y que no se insertan en los mecanismos de financiación
y circulación que transitan por los circuitos financieros, razón por la cual sus
posibilidades de acumulación de capital son escasas. Esto conduce a la infor-
malidad, y va creando una simbiosis entre trabajo y vida familiar, como en el
feudalismo, como se indicó en el capítulo 1, pero con dos grandes diferencias:
el vínculo de la familia extensa del feudalismo ya no existe, y lo que predomina
es la economía de mercado.
Se transfiere a los individuos la responsabilidad de la protección social,
cada persona debe buscar la forma de proveer su supervivencia y la de su fami-
lia (Weiss 2000). Para Castel (P. 20) la sociedad contemporánea se convierte
en una sociedad de individuos, en que de un lado, se da una «individualización
186
César Giraldo
Eliminar el tradicional control estatal sobre dicho mercado que se ejerce a través
del control de cambios (puntos 8, 11 y 13). Se debe advertir que en la actuali-
dad (2004) el esquema de banda cambiaria fracasó (en este punto Willianson
-2003- reconoce que se equivocó) y se recomienda tasa de cambio flexible. Sin
187
¿Protección o desprotección social?
2. 1 Disciplina fiscal
188
César Giraldo
189
¿Protección o desprotección social?
La existencia del mercado supone que existe estabilidad para que el siste-
ma de precios funcione y para que el intercambio se pueda realizar. Para
que exista dicha estabilidad se requieren instituciones cuya función sea la
disciplina fiscal y financiera, las cuales a su vez deben estar por fuera de
las presiones políticas. De allí surge la banca Central independiente y un
sistema presupuestal jerarquizado. Este último significa que el Presupuesto
Público depende de la autoridad fiscal (Ministerio de Hacienda o su equi-
valente) sin que exista ingerencia de órganos de representación popular
(Punto 2). Finalmente, para que pueda existir el intercambio, los contratos
y la propiedad privada, que son fundamentos del mercado, es preciso que
exista un poder judicial, autónomo, poderoso e independiente (punto 14).
190
Capítulo 4
Sistema de protección social
colombiano
4.1 Introducción
Gráfica 4.1
Aseguramiento Asistencia
Programas Programas
Seguridad social Subsidio familiar
universales focalizados
significa una cobertura del 4.8% de la población objetivo4. De acuerdo con las
cifras acabadas de presentar la cobertura del sistema de protección es baja,
con excepción de salud, aunque en este último caso un 38% de la población
queda por fuera de la atención en salud.
El balance de la protección social en Colombia, entre los componentes de
aseguramiento y asistencialismo, debe hacerse a partir de 1993, que es cuando se
expidió la ley 100 de dicho año, la cual, de una parte, introdujo agentes privados
en la administración de la salud y las pensiones, y de la otra, modificó el sistema
de asistencia pública en salud, que es la política más importante en el área de
la asistencia, desde el punto de vista de la cantidad de recursos movilizados. La
reforma, en el tema de las pensiones, introdujo los Fondos Privados de Pensiones
y la capitalización individual, pero mantuvo el sistema anterior, basado en el
reparto simple y la administración pública (a junio del 2003 el sistema privado
tenía el 47% de los afiliados y el público el 53%). En el caso de la salud, se modificó
el sistema de aseguramiento permitiendo la participación del sector privado, y se
4
DNP (Departamento Nacional de Planeación) (2005). Sinergia - reportes de evaluación.
Nº 22, febrero, Bogotá. Pág. 2. Población. DANE. Proyecciones Anuales de Población.
www.dane.gov.co
192
César Giraldo
193
¿Protección o desprotección social?
esto en Colombia se puede decir que «mientras la guerra entra por la puerta de
adelante, el neoliberalismo lo hace por la de atrás».
Antes de la reforma de 1993 lo que existía en Colombia era la combinación
de un sistema de seguridad social estatal combinado con programas de asistencia
pública. Existían dos grandes instituciones, el ISS (Instituto de Seguros Sociales5)
para los trabajadores del sector privado, y CAJANAL6, para los empleados del
Gobierno Central Nacional, que cubrían salud y pensiones. Estas instituciones
fueron creadas a mediados de la década del cuarenta, y se caracterizaban por la
afiliación de trabajadores formales que cotizaban. Se trataba de entidades esta-
tales, nacionales, de afiliación obligatoria7 y recibían contribuciones tripartitas:
Trabajadores, Estado y patrones8. Esto es lo que da pie para señalar que se tra-
taba de un modelo bismarckiano, tal como se señaló en el capítulo 1. Al lado de
estas instituciones existía una serie de sistemas especiales (generalmente más
generosos), para grupos de funcionarios públicos, tales como los Militares, la
empresa gubernamental de petróleos (Ecopetrol), Ferrocarriles, Banco Central,
entre otros. Adicionalmente, los gobiernos locales tenían diferentes Cajas. Todo
el sistema en su conjunto, en 1990, estaba compuesto por 1.046 instituciones de
las cuales 1.008 eran estatales, sin que ello significara una alta cobertura. Por el
contrario era una de las más bajas de América Latina en ese entonces, 21% de la
población. Sólo la mitad del empleo asalariado estaba afiliado. Tales institucio-
nes no competían entre sí sino que cubrían tipos de población diferentes (Ayala
1992, 24-25) (Contranal 2004, 35).
En cuanto a los programas de asistencia en salud, existía una oferta pú-
blica a través de la llamada «Red Hospitalaria». Dicha Red estaba integrada al
«Sistema Nacional de Salud», creado en 1975, el cual estaba conformado por
tres subsistemas: 1) Aseguramiento, del cual se acabó de hablar, 2) privado, y 3)
público. La asistencia correspondía a este último, y básicamente la atención se
hacía a través de la Red Hospitalaria, que estaba constituida por hospitales de
primer hasta tercer nivel. Dicha red se financiaba principalmente con transferen-
cias que provenían del Gobierno Central Nacional9. Las personas que requerían
una atención (y no ingresaban por urgencia) iban al hospital más cercano a su
localidad, pedían una ficha, y esperaban el turno. Para poder acceder a la ficha
había que llegar con varias horas de anticipación antes de abrir el servicio al
público (lo que suponía colas desde las primeras horas de la madrugada), y ello
no era garantía de lograr la ficha. La atención era precaria, tenía un carácter de
caridad, y era para personas pobres. No existía un sistema de clasificación de
5
En el momento de su creación la institución se llamaba Instituto Colombiano de Seguros
Sociales (ICSS).
6
Caja Nacional de Previsión.
7
Lo que no quiere decir que se cumpliera con dicha obligación.
8
En el caso de CAJANAL Estado y patrón eran el mismo sujeto.
9
Mediante una transferencia llamada «Situado Fiscal».
194
César Giraldo
Una vez hecha la introducción, que es la primera parte, la cual tenía como
propósito hacer una contextualización preeliminar de la protección social en
Colombia, con el objeto de ubicar al lector en el tema, el presente capítulo se
desarrollará en el siguiente orden: En la segunda parte, titulada dinámica de
las reformas, se presenta el proceso político mediante el cual se reformó la
protección social. Allí se destaca que el momento clave fue cuando se aprobó la
ley 100 de 1993, porque se introdujeron los Fondos Privados de Pensiones y los
sistemas de aseguramiento en salud. En la tercera parte se señala que la reforma
de la protección social (salud, pensiones y asistencia pública) invocó los prin-
cipios de mercado, y se destaca que los resultados prometidos con la reforma,
en particular el aumento de la cobertura y la reducción del costo fiscal, no se
dieron para el caso colombiano, y que la protección se convirtió en una sumato-
ria de programas focalizados hacia poblaciones problema. Las reformas lo que
hicieron fue someter la protección social a la lógica financiera: El gasto social
sujeto a los ajustes macroeconómicos, y la salud y las pensiones a los intereses
de los intermediarios financieros que administran tales servicios. En la cuarta y
última parte se señala que al final del proceso se encuentra un deterioro de las
condiciones sociales (más pobreza, más inequidad, y deterioro de la calidad del
empleo), y un peligroso debilitamiento del Estado nacional.
Como se dijo al comienzo, una característica de las reformas económicas y
sociales en Colombia es que el tema no ha estado en el centro del debate público,
porque este espacio ha sido ocupado por los temas relacionados con el conflicto
armado interno. La sensibilidad frente al tema del conflicto se explica no sólo
porque las acciones bélicas y masacres que con recurrencia golpean a la opinión
pública, sino porque este afecta la cotidianidad de los colombianos: Secuestros
en las carreteras que pueden recaer sobre cualquier pasajero; cobro de cuotas de
seguridad por parte de los actores armados (llamadas vacunas) a los pequeños
y grandes comerciantes, industriales y agricultores; profusión de sistemas de
vigilancia privada; control territorial de los actores armados de barrios mar-
ginales y regiones periféricas; detenciones masivas de personas en municipios
por parte de los órganos de seguridad del Estado. Por esto cuando la coyuntura
política respecto al conflicto salta a primer plano las reformas institucionales
en los temas económicos y sociales pasan a un segundo plano, lo cual hace que
195
¿Protección o desprotección social?
quienes se oponen a tales reformas tengan poco eco ante la opinión pública, ha-
ciendo a su vez que las reformas avancen sin mayores contratiempos. La menor
capacidad de resistencia también es consecuencia del hecho que los dirigentes
de las diferentes organizaciones sociales (incluidos los sindicatos) que lideran
la oposición al proceso son amenazados y frecuentemente asesinados, porque
en el contexto político sus reclamos sociales se asimilan con simpatía hacia los
movimientos guerrilleros, lo cual convierte a los dirigentes sociales en blanco
de los actores que combaten militarmente a la guerrilla. También se da el caso,
a nivel local, que dirigentes sociales son vistos por los grupos guerrilleros que
operan en una región como personas que les pueden arrebatar el control político
de la zona que dominan y los conminan a someterse a la lógica de la guerrilla o
son amenazados. Este caso es frecuente en zonas indígenas, por ejemplo.
De manera que la actividad política colombiana se mueve en un escenario
de conflicto armado interno de baja intensidad, y este es un factor que debe ser
tenido en cuenta a la hora de estudiar las reformas. De todas maneras en Colom-
bia, al igual que en América Latina, las reformas institucionales y fisco-financieras
se inscriben en el contexto de las «reformas estructurales» del «Consenso de
Washington». La preeminencia de la relación monetario-financiera termina por
imponerse, por lo menos hasta el momento (2007), y es aquí donde el trabajo
se va a concentrar. No se va a profundizar en la naturaleza del narcotráfico y el
conflicto armado porque va más allá de las pretensiones del trabajo, sin embargo,
en razón de que tienen un impacto que no puede ser desconocido, cuando se hable
de la política social en Colombia se hará referencia a ello cuando sea necesario.
196
César Giraldo
de 1984, hizo que el gobierno declarara una guerra frontal contra el narcotráfico,
y se echara para atrás en un acuerdo con el FMI que contenía una devaluación
masiva de la moneda y un ajuste fiscal drástico (ver Giraldo 1994, cap. 5). El
grueso del ajuste se aplazó un año, el cual, en su conjunto, incluyendo reformas
de 1983 a 1985, consistió en: Creación del Impuesto al Valor Agregado (IVA),
fortalecimiento de los impuestos locales (ley 14 de 1983), reducción del 15% real
de los salarios de los funcionarios públicos en 1985, sustitución de la emisión
monetaria para financiar el Presupuesto Nacional por bonos de Deuda Interna10,
y cobro de impuesto a la renta a las Empresas Estatales. En lo que tiene que ver
con la protección social, el gobierno intentó reducir los recursos destinados a la
niñez y las ayudas familiares (en ese momento se originaban en el impuesto del
2% sobre la nómina destinados al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
-ICBF-), alegando la necesidad de reasignar los recursos estatales por razones
fiscales, pero el Congreso no avaló la propuesta.
Estas reformas debieron contar con el concurso de la denominada clase po-
lítica porque debieron ser aprobadas por el Congreso de la República, a pesar de
su resistencia a reformas en esta dirección. Dicha clase no era proclive a reducir
el gasto público porque ello era una fuente de prácticas clientelistas, y tampoco
de aumentar los impuestos porque ello era impopular, pero finalmente aceptó
las reformas. Dicha aceptación surgió ante la evidencia de la crisis de la deuda
y la insostenibilidad de las finanzas públicas nacionales, pero el apoyo estuvo
condicionado a la transferencia de unos recursos hacia los municipios, con el
cálculo de utilizarlos a nivel municipal para reproducir las prácticas clientelistas.
En efecto se pactó un aumento de las transferencias a los gobiernos locales del
hasta el 50% del IVA11, a lo que se sumaban las transferencias que se recibían por
«Situado Fiscal», que era un porcentaje de los ingresos corrientes de la Nación
destinadas a educación y salud
Las reformas iniciales fueron acompañadas con créditos del Banco Mundial
dirigidos hacia la apertura comercial y la eliminación de los subsidios al sector
agropecuario12. A finales de los 80s las negociaciones externas empezaron a
complicarse. En opinión del Banco Mundial el proceso de reformas económicas
avanzaba muy despacio. Esta opinión fue expresada en la negociación de un
nuevo crédito programa a partir de 1988, orientado hacia la privatización, la
centralización en la Nación de la ejecución del gasto público para efectos de con-
trol fiscal (una especie de dictadura fiscal), y la adopción de un programa formal
10
Llamados Títulos de Ahorro Nacional (TAN).
11
Ley 12 de 1986.
12
El primero de ellos fue un crédito sobre política comercial, firmado en junio de 1985 por
US$300 millones. El segundo, firmado en mayo de 1986 por US$250 millones, tenía
como propósito la continuación del proceso de liberación del comercio exterior -esta vez
por medio de una reducción de aranceles- e introducir ajustes a la política agropecuaria.
En este último punto se destacaba la eliminación de los precios de sustentación para la
agricultura moderna (Garay 1991, 41-56, 122).
197
¿Protección o desprotección social?
13
Asesinato de tres candidatos presidenciales. Asesinato masivo de los militantes de la UP
(Unión Patriótica), y de dirigentes cívicos y sindicales (más de 1.000). Asesinatos de
personalidades, de las cuales en 1989: magistrado Carlos Ernesto Valencia (16 de marzo)
y los periodistas Héctor Giraldo Gálvez (29 de marzo) y Jorge Enrique Pulido (muere
el 9 de noviembre). Carro - bombas a los periódicos El Espectador (2 de septiembre) y
Vanguardia Liberal (17 de octubre). Volado avión de Avianca donde mueren 107 perso-
nas (27 de noviembre). Atentados al director del DAS (30 de mayo) y al edificio de la
institución con saldo 70 muertos (6 de diciembre). Asesinado el gobernador de Antioquia
(28 de julio). La lista continúa con el asesinato de jueces, dirigentes políticos, atentados
a colegios, supermercados, hoteles, entidades bancarias, etc.
198
César Giraldo
Sin embargo este programa de apertura no fue del gusto del Banco Mundial.
Dicha entidad señalaba la necesidad de acelerar el programa porque de lo contrario
las resistencias internas, y la incertidumbre que se crearían con las expectativas
de un proceso gradual, podrían llevar a un fracaso del proceso16. Fue así como el
gobierno siguiente, César Gaviria Trujillo (1990-1994), aceleró la apertura econó-
mica, iniciándose la segunda fase de las reformas. Al comenzar dicho gobierno tenía
la intención de privatizar el sistema de pensiones17 como parte de la reforma del
14
El movimiento estudiantil propuso adicionar a las seis papeletas existentes en las elec-
ciones de marzo de 1990 una séptima (de allí surge el nombre de la «séptima papeleta»
que es el nombre como se conoce dicho proceso), en la cual se expresara la voluntad de
convocar una Asamblea Constituyente. Después el acto se legalizó mediante un decreto
gubernamental y un fallo favorable de la Corte Suprema de Justicia.
15
En enero de 1990, un mes antes de la apertura, el gobierno había pedido un crédito urgente
al BANCO MUNDIAL por US$300 millones, para Balanza de Pagos, con el objeto de
evitar ser exportador de capitales. El BANCO MUNDIAL lo condicionaba a la adopción
de la apertura y a la reforma de algunas entidades públicas, entre ellas el aumento en la
tasa de interés que PROEXPO le cobraba a los exportadores (El Tiempo, 17 de enero
de 1990). Las tasas de interés fueron aumentadas en 12 puntos (pasaron del 18 al 30%)
inmediatamente (El Tiempo, 3 de febrero de 1990). Igualmente en enero el FMI entre-
gó un informe sobre la economía colombiana criticando la lentitud en el proceso de la
apertura económica, e indicando que de ello dependía el crédito solicitado al BANCO
MUNDIAL (El Tiempo, 31 de enero y 5 de febrero de 1990). Por otro lado, la Banca
Comercial extranjera, en ese mismo mes, señalaba que Colombia iba a recibir recursos
frescos (adicionales a los que se reponían cuando se efectuaban los pagos de capital)
sobre la base que se confirmaba que el gobierno iba a lanzar en breve el programa de la
apertura económica (El Tiempo, 1 de febrero de 1990).
16
Contranal (1990). Ver también, Michaely, M; Choksi, A; Nochlas, P. «El Diseño de la
Liberación del Comercio», Revista Finanzas y Desarrollo, Marzo de 1989, FMI-BM,
Washington, D.C.
17
En la exposición de motivos del proyecto de ley de reforma laboral (ley 50 de 1991) se
pedían facultades extraordinarias para reforma la seguridad social (que fueron negadas
199
¿Protección o desprotección social?
conjunto del mercado de capitales, reforma que llevó a cabo en el primer semestre
de su gobierno (a partir del 7 de agosto de 1990). La privatización significaría la
creación de los Fondos Privados de Pensiones, que serían instituciones financieras
que captarían el ahorro de los trabajadores y lo invertirían en el mercado de ca-
pitales, propuesta que contaba con un entusiasta apoyo del sistema financiero ya
que con ello lograba consolidar el conjunto de reformas en el mercado de capitales,
reformas que claramente favorecían a los intereses del capital financiero (Martínez
et.al. 2002, 10) (Kleinjans 2004, 179). Si bien el gobierno no logró esta reforma en
su primer año de mandato, logró las demás reformas en el mercado de capitales:
Mercado libre de divisas, apertura de la cuenta de capitales y desregulación del
sistema financiero (en la tabla 4.1 se presenta un resumen). Llama la atención la
rapidez en la aprobación de las reformas a pesar de sus profundas implicaciones,
y por otra parte, que el componente pensional no fuera aprobado en ese momento,
sino tres años más tarde, pero condicionando la existencia de los Fondos Privados
a la permanencia del sistema público, e incorporando en la reforma el tema de la
salud. Vamos por partes.
El arribo del gobierno Gaviria el 7 de agosto de 1990 estuvo acompañado por
un ambiente favorable a propiciar un cambio radical en las estructuras políticas
del país. Gaviria anunció un cambio profundo que informalmente denominó como
el «Revolcón», una expresión que quería decir un cambio súbito y drástico. El
cambio tenía un doble carácter. De un lado, fue presentado como una necesidad
de democratizar el sistema político, como resultado de la crisis institucional del
gobierno anterior, el acuerdo de paz firmado el 2 de noviembre de 1989 con el
M-19 y los que se estaban negociando con otras organizaciones guerrilleras. Tales
acuerdos contemplaban la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyen-
te, para cambiar la Constitución del país, lo cual se hizo en 1991. De otro lado, se
originaba en el afán de apurar las reformas de la llamada «Apertura Económica»,
en las cuales venían insistiendo los organismos financieros internacionales, quie-
nes se quejaban que el gobierno anterior no caminaba al ritmo deseado, y era el
momento propicio para hacerlo, porque si bien el ambiente de cambio venía de la
dinámica del conflicto armado, a la hora de los cambios en el mismo paquete se
podían meter los temas económicos e institucionales: Es decir se podía combinar
la apertura económica con una apertura política. Como se puede apreciar, las
dinámicas del Conflicto y del Consenso de Washington estaban presentes.
En efecto en el primer semestre del gobierno Gaviria se presentó a con-
sideración del Congreso (y logró la aprobación) reformas que desregularon los
mercados laboral y de capitales, y por la vía administrativa introdujo una apertura
comercial: Eliminación de las restricciones administrativas a las importaciones
200
César Giraldo
Tabla 4.1
Flexibilización del Mercado de Capitales en Colombia
(2º Semestre 1990 - 1º semestre de 1991)
Mercado - Se elimina el monopolio del Banco Central en el manejo de las divisas
de Libre de (control de cambios) y se traslada a los operadores financieros privados
Divisas el mercado de divisas
y reducción del arancel promedio del 40% al 14.8%18. Tales reformas se enmar-
caban dentro de las del Consenso de Washington presentadas en el capítulo 3
(Ver recuadro 3.2), y fueron justificadas con el discurso que la apertura y mo-
dernización económicas. Se trataba de abandonar el viejo modelo económico de
sustitución de importaciones, inaugurado en 1930 y sustituirlo por la «Apertura
Económica» (DNP 1991, 9-86). Era en la reforma laboral, aprobada mediante la
ley 50 de 1991, donde se solicitaban facultades extraordinarias para reformar la
seguridad social (privatizar el sistema de pensiones), facultades que a la postre
le fueron negadas. La reforma laboral (ley 50 de 1991) se dirigía a flexibilizar
el mercado del trabajo: (1) Eliminó la estabilidad laboral al permitir el despido
de trabajadores, aún sin justa causa (en este caso se paga una indemnización
monetaria), (2) Se autorizaron los contratos temporales inferiores a 1 año, y (3)
Se eliminaron algunos beneficios sociales, la totalidad para el caso de quienes
18
Teniendo en cuenta la sobretasa a las importaciones, que pasó de 16% a 8%.
201
¿Protección o desprotección social?
19
Antes de seguir adelante es preciso señalar que dicha reforma se profundizó en el 2002
al flexibilizar la jornada laboral (por ejemplo, se amplió la jornada laboral hasta las 10
de la noche y se permitió eliminar los recargos por dominicales o jornadas nocturnas), y
permitir contratar sin prestaciones sociales a los aprendices. Un resumen de las reformas
se presenta en la tabla 4.2.
20
Además del M-19 un grupo de los actores del conflicto armado habían adelantado proce-
sos de paz y participaban en la elaboración de la nueva Carta Constitucional. A los demás
grupos se les asignaron 4 curules adicionales a las 70 que se definían por elección popular.
Las organizaciones desmovilizadas (guerrillas izquierdistas) eran el M-19, Ejército Popular
de Liberación -EPL-, Quintín Lame, Partido Revolucionario de los Trabajadores -PRT-.
M-19 y EPL eran las más importantes, aunque el grupo más importante (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia -FARC-), y el tercero en importancia (Ejército Nacional de
Liberación -ELN-) no participaron en el proceso de paz y continuaron en la lucha armada.
202
César Giraldo
Tabla 4.2
Reforma laboral
LEY 50 DE 1990 LEY 789 DE 2002
Facilitar el despido - Se reduce el monto de la indemniza-
- Abolición de la obligación de Reintegro y la ción monetaria por despido sin justa
Flexibilización del Contrato de
1 45 días de salario para el primer año; más: 15 días para cada año de antigüedad entre 2 y 4, 20
días para cada año de antigüedad entre 5 y 9, 40 días para cada año de antigüedad superior a 10.
Tomado de Farné (2003, 20).
2
Después Ley 789 Después Ley 789
Salarios menores de 10 salarios mínimos Salarios mayores de 10 salarios mínimos
- 30 días de salarios para el primer año; más: - 20 días de salario para el primer año; más:
- 20 días para cada año de antigüedad superior a 1 - 15 días para cada año de antigüedad su-
perior a 1
Fuente: Tomado de Farné (2003, 20).
3 La cesantía era un ahorro a favor del trabajo de un salario (calculado sobre el último salario) por
año de trabajo. Dicho ahorro se beneficiaba del ajuste de los salarios (reajuste por inflación más
mejoras salariales reales) y de una tasa de interés del 12% anual.
203
¿Protección o desprotección social?
21
El artículo 48 de la Constitución Política colombiana reza así: «La Seguridad Social es un
servicio público de carácter obligatorio que se prestará bajo la dirección, coordinación y
control del Estado, en sujeción a los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad,
en los términos que establezca la Ley. Se garantiza a todos los habitantes el derecho
irrenunciable a la Seguridad Social. El Estado, con la participación de los particulares,
ampliará progresivamente la cobertura de la Seguridad Social que comprenderá la pres-
tación de los servicios en la forma que determine la Ley. La Seguridad Social podrá ser
prestada por entidades públicas o privadas, de conformidad con la ley».
22
Los artículos pertinentes de la Constitución Política Colombiana son: 48, 154, 346, 348,
351, 373.
204
César Giraldo
205
¿Protección o desprotección social?
206
César Giraldo
207
¿Protección o desprotección social?
Recuadro 4.1
Reforma de la salud
Recomendación Banco Mundial Reforma Colombiana
*
Competencia entre los provee- Los hospitales públicos dejan de recibir el financiamiento es-
dores. tatal y se financian en el mercado vendiendo servicios, son
transformados en Empresas Sociales del Estado (ESEs).
Aseguradores (públicos y priva- Se crean dos tipos de aseguradores (Empresas Promotoras de
dos) para contener los costos y Salud -EPSs-, Administradoras del Régimen Subsidiado -ARSs-)
para corregir las asimetrías de
información.
Subsidios a los pobres selec- Los pobres son identificados a través de una encuesta llama-
cionándolos bien. da SISBÉN (Sistema de Identificación de Beneficiarios), y si
clasifican como pobres se les da un carné que les permite el
acceso través de una aseguradora llamada ARS
Provisión de servicios esen- Creación del Plan Obligatorio de Salud (POS), que es un pa-
ciales quete de atención esencial
34
Los seguros privados de salud, de naturaleza voluntaria, (medicina prepaga, cooperativas)
participan en el sistema con los planes complementarios que básicamente se refiere a la
«hotelería» de la salud.
208
César Giraldo
35
A 31 de diciembre del 2004 (Fuente: Portal del Fondo de Pensiones Porvenir: http://www.
porvenir.com.co/portal/page?_pageid=53,82047&_dad=portal&_schema=PORTAL)
36
Con excepción de Colfondos (16% de los afiliados) que tiene 20% de capital nacional,
el 80% restante es propiedad del grupo estadounidense Citibank.
37
En el 2003. Borrero (2003), cuadro 3.
38
El grupo «Sindicato Antioqueño», que es dueño del segundo Fondo más grande, «protec-
ción», aunque es un grupo que se originó en la actividad manufacturera, la intermediación
financiera es una actividad cada vez mayor, hasta el punto que en la actualidad (2007) es
el dueño del banco y las aseguradoras privadas más grandes de Colombia.
39
Los dos grupos más importantes eran a la vez dueños de las dos más importantes cadenas
de radio, que en Colombia tenían y tienen mucha influencia. Los espacios de opinión
y noticias de la radio tenían más impacto que los de la televisión. Posteriormente tales
grupos controlaron los principales canales de televisión (y a partir de ese momento la
televisión desplazó como generadora de opinión). En el 2004 un canal de televisión fue
vendido a una empresa internacional.
40
La investigación realizada por la Universidad de los Andes, departamento de Ciencia
Política, periódicamente publica la financiación de las campañas (http://cvisible.uniandes.
edu.co/). En la publicación llamada «Candidatos Visibles» se encuentra que un poco más
de la mitad de los aspirantes al Congreso informa sobre la financiación de las campañas, y
de ellos un 40% afirma recibir recursos de los grupos económicos. Existen financiaciones
que no se declaran, como por ejemplo, los recursos que provienen del narcotráfico, que
aunque se saben que existen de forma importante, es difícil estimarlas.
41
Este libro hace una descripción de la cabeza del grupo más importante de Colombia. Esta
descripción es una buena muestra de las relaciones entre el poder económico y el político.
209
¿Protección o desprotección social?
«cuando aterrizaba en el país la misión del Fondo hace dos semanas (la
fecha en que se anunció el ajuste mencionado), el Gobierno apresura-
damente tuvo que aprobar en el Consejo de Política Económica y Social
42
Ex - ministro de Salud.
43
A través de la Superintendencia de Salud.
210
César Giraldo
44
Se está haciendo referencia a los sistemas que por mínimo incluye los riesgos de invalidez,
vejez y muerte.
45
Instituto del Seguro Social, que en ese entonces se llamaba el Instituto Colombiano del
Seguro Social (ICSS).
211
¿Protección o desprotección social?
46
El reglamento general de IVM (Invalidez, Vejez y Muerte) del Instituto de Seguros So-
ciales fue aprobado por el Acuerdo 224 de 1966 del Consejo Directivo del ISS (Decreto
3041 de 1966). Sólo a partir del 1º de enero de 1967 fecha de entrada en vigencia del
citado acuerdo, la pensión de jubilación prevista en el Código Sustantivo del Trabajo a
cargo de los empleadores empezó a ser asumida por el Seguro Social.
47
Que dependían de la Caja de Compensación Familiar a la cual estaba adscrito el trabajador
y a su capacidad de consumo. Por ejemplo, si su bajo nivel de ingresos no le permitía uti-
lizar los centros vacacionales, que era lo más frecuente, no se beneficiaba del subsidio de
recreación, lo mismo con el acceso a los supermercados de las Cajas. En el caso de la salud,
este se restringía a una atención parcial a los hijos de los trabajadores, a tarifas subsidiadas
(no era gratuita), y sin cobertura de enfermedades catastróficas o tratamientos costosos.
48
Departamento Nacional de Planeación. Este organismo, junto con el Ministerio de Ha-
cienda y Crédito Público, forma parte de la autoridad fiscal y económica. Es el encargado
de elaborar el Plan de Desarrollo, de asignar el Presupuesto Nacional en lo que se refiere
a la Inversión Pública, y en fijar las políticas sectoriales del gobierno.
212
César Giraldo
Tabla 4.3
Nota: IVM Pensiones por Invalidez, vejez y muerte. EMA Seguro enfermedad general y maternidad.
R Accidentes de trabajo y enfermedad profesional - riesgos profesionales. PA Pensiones de
Antigüedad. AF Asignaciones familiares.
Fuente: C. Mesa - Lago y W. de Geyndt, Colombia: Social Security Review. Banco Mundial, 1987.
213
¿Protección o desprotección social?
que son muchos los dirigentes sindicales han sido asesinados, de manera que
la afirmación de los funcionarios del gobierno además de falsa resulta injusta.
Atrás se indicó que el sistema público de salud está compuesto por dos
regímenes: Contributivo (basado en el aseguramiento) y subsidiado (basado
en la asistencia), cuya cobertura en el 2004 fue del 62%, como se detallará más
adelante. A ello hay que agregar los sistemas privados que están compuestos por
la llamada «medicina prepagada» (se paga una cuota mensual lo que da derecho
a la atención en salud49), los seguros privados de salud, y el pago directo por parte
de las familias a las entidades que prestan la atención. El sistema público es muy
complejo, y su presentación esquemática se hace en la tabla 4.4.
En el régimen contributivo la afiliación es obligatoria para quienes tienen
ingresos suficientes para pagar la cotización, aunque en la práctica ello se reduce
a los asalariados formales, porque la carga de cotización para los trabajadores
independientes se vuelve muy alta ya que no tienen la posibilidad de descontar
los 2/3 que corresponderían al patrón. Sobre ello se volverá más adelante. A su
vez la cobertura del contributivo se extiende al núcleo familiar (cónyuge e hijos
del afiliado)50; antes de la reforma la cobertura de dicho núcleo era limitada. En
el caso del subsidiado, para tener acceso al servicio es preciso ser identificado
como «muy pobre» a través de una encuesta llamada SISBÉN51 la cual se aplica
desde 1995. Dicha encuesta combina 150 variables en la cual se da una alta pon-
deración a las condiciones de vivienda, y divide la población pobre en 6 niveles,
y los 2 primeros de ellos son los que tienen la posibilidad de inscribirse en las
municipalidades52 para recibir el carnet de afiliación a una ARS (Aseguradora
del Régimen Subsidiado) y por tanto poder ser atendidos mediante el régimen
subsidiado. Esta afiliación a una aseguradora es lo que permite señalar que se
49
Sujeto a restricciones tales como valores máximos cubiertos, o tiempo máximo de hos-
pitalización al año (60 días).
50
La familia próxima al afiliado tiene acceso mediante el pago de una tarifa por
atención:»tiquete moderador». La Ley 100/93, en su artículo 163 dice que: «serán be-
neficiarios del sistema el (o la) cónyuge o el compañero o la compañera permanente del
afiliado cuya unión sea superior a 2 años; los hijos menores de 18 años de cualquiera de
los cónyuges, que haga parte del núcleo familiar y que dependan económicamente de
éste; los hijos mayores de 18 años con incapacidad permanente o aquéllos que tengan
menos de 25 años, sean estudiantes con dedicación exclusiva y dependan económica-
mente del afiliado. A falta de cónyuge, compañero o compañera permanente, e hijos con
derecho, la cobertura familiar podrá extenderse a los padres del afiliado no pensionados
que dependan económicamente de éste».
51
Sistema de Identificación de Beneficiarios.
52
Que depende de las disponibilidades presupuestales del municipio. En muchos casos, en
razón de tales disponibilidades, no puede ser inscrita población de los estratos 1 y 2.
214
César Giraldo
Tabla 4.4
Esquema institucional del Sistema de Salud
Concepto Contributivo Subsidiado
de afiliación
Mecanismo
Paga cuotas: 12% del Salario, 1/3 el Identificado como pobre mediante una
trabajador y 2/3 el empresario. encuesta llamada SISBEN.
Asegurador
atención que preste a un afiliado que le es remitido. Las IPSs son Hospitales
públicos (actualmente llamado Empresa Social del Estado -ESE-), clínicas
privadas, médicos, centros de servicios médicos, laboratorios etc.
IPS (Inst.it.
215
¿Protección o desprotección social?
Las EPS recaudan las cuotas de Los municipios reciben recursos para
Ingresos financieros del Sistema
los afiliados (que se liquidan pagar la afiliación de las personas que
de acuerdo al salario), y luego han sido idenficadas como pobres y han
los recursos son transferidos a sido afiliadas a una ARS. Los recursos
una cuenta nacional llamada provienen del Fondo General del
FOSYGA7. Impuestos (a través de las Transferencias
determinadas en el «Sistema General de
Participaciones»), del FOSYGA (que toma
una parte de lo recaudado del régimen
contributivo), y recursos propios que
pueda adicionar el municipio. No siempre
los recursos disponibles son suficientes
para afiliar a todos los identificados como
pobres.
Cada asegurador (EPS y ARS) recibe un valor fijo por cada afiliado (UPC: Unidad
por Capitación). La UPC del Régimen Contributivo corresponde a un valor anual
asegurador
año 20058. El monto anterior cubre el costo de los servicios que hacen parte del
Plan Obligatorio de Salud en cada uno de los regímenes.
MANEJO DE RECURSOS
impuestos nacionales.9
1 El POS o Plan Obligatorio de Salud es el conjunto de servicios de atención en salud a que tiene
derecho el afiliado y el beneficiario, el cual es específico para cada uno de los regímenes cuya
prestación debe ser garantizada por las Entidades Promotoras de Salud y las Aseguradoras del
Régimen Subsidiado; aquellos servicios o medicamentos no contemplados en el POS, no se ga-
rantizan para el afiliado ni para el beneficiario.
2 Según el acuerdo 260 de 2004 entre 1y 2 SMMLV 11.7%; entre 2y 5 SMMLV 46.1% y superiores
a 5 SMMLV 121.5% del SMDLV.
3 Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud. Acuerdo 260 de 2004 tomado de http://www.
saludcolombia.com/actual/htmlnormas/Acuer260.htm
4 Fuente: Ver cuadro 4.10. Este dato incluye 10.961.834 afiliados compensados en el Régimen
Contributivo y 1.584.641 afiliados al régimen especial.
5 Public Healt on the net - Salud Colombia Edición 38 Julio -Agosto de 1999.www.saludcolombia.
com/actual/salud38/informe.htm Consultada el 7 de Abril de 2005.
6 FEDESALUD (2002:52-53): «Para 1998 estaban autorizadas para administrar el Régimen Subsi-
diado 19 EPS, 176 Empresas Solidarias de Salud, 41 Cajas de Compensación Familiar y 7 Convenios
Interinstitucionales de Cajas de Compensación...Para el año 2001 se redujo notoriamente el número
de ARS con la expedición del Decreto 1804, que incrementó los requisitos para su funcionamiento
ante las sucesivas evaluaciones de las ARS».
7 Fondo de Solidaridad y Garantía.
8 Valor promedio ponderado anual y diario respectivamente, según Acuerdo número 282 de 2004
del Ministerio de Protección Social y el Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud.
9 Cálculo con datos proporcionados en el “Proyecto de Ley de Presupuesto General de la Nación
2006: un presupuesto para consolidar la Confianza : II Etapa”.
216
César Giraldo
217
¿Protección o desprotección social?
218
César Giraldo
para que todos los integrantes actúen como agentes «racionales» (Hernández
2003: 353). Sin embargo dicho mercado no significa una relación directa entre
el usuario y la entidad que presta el servicio, sino que existe un intermediario
que es la institución aseguradora: los usuarios eligen la institución aseguradora y
las aseguradoras eligen las instituciones prestadoras (IPS) que atienden a dichos
usuarios. El modelo colombiano está reflejado los postulados del Consenso de
Washington: Subsidio a la Demanda y focalización, competencia de mercado, y
privatización (Martínez et.al. 2002, 17), sobre los cuales hablamos en el capítulo 3.
La organización del sistema se basa en la afirmación que el mercado de la
salud es atípico. Antes de hacer algunas consideraciones al respecto, es preciso
señalar que abordar el tema como si se tratara de un mercado particular, pone la
discusión desde una óptica diferente a la de los derechos sociales. En el mercado
de la salud existen dos mercancías que son demandadas y dos proveedores para
esa demanda. La primera mercancía es el riesgo a enfermarse y el proveedor es
el asegurador; la segunda, la atención en salud, y el proveedor es el sistema de
atención en salud bien sea a través de una institución hospitalaria, un médico, un
laboratorio clínico, etc. Se trata de mercancías y no de derechos sociales. En el caso
de los derechos el análisis sería diferente, sobre lo cual se volverá más adelante.
El mercado de la salud presenta, entre otros, los siguientes problemas:
El evento de enfermarse tiene un alto grado de aleatoriedad57, el médico o la
institución no puede garantizar la curación, la información entre el paciente y
el médico es asimétrica, los costos son difíciles de pronosticar, hay incentivos al
sobreconsumo por parte del proveedor del servicio porque ello significa mayor
facturación y por parte del asegurado cuando ya ha pagado la prima del seguro,
la demanda no depende de la capacidad de pago (Rodríguez 2001) . No es del
caso aquí prolongar el análisis, sobre lo cual hay literatura especializada. El ase-
gurador sería el agente clave que permitiría corregir las fallas de dicho mercado.
De una parte, resolvería el problema de la asimetría de información entre el
prestador del servicio (por ejemplo el médico o el hospital) y el paciente, porque
el asegurador tiene acceso a médicos y especialistas que tienen el mismo grado
de conocimiento. Sobre la base de esa relación más simétrica puede escoger el
prestador más eficiente. De la otra, el usuario tendría la libertad de escoger el
asegurador. El papel del asegurador fue denominado por el promotor de la re-
forma, Juan Luis Londoño, Ministro de Salud en 1993, como el articulador del
sistema. Lo que veremos más adelante es que este mecanismo hizo que la lógica
financiera se impusiera para negar el derecho a la salud.
Además de presentar la reforma de la salud como una respuesta adecuada
frente a un mercado que es atípico, la presentación institucional que se hizo de la
En unos casos más que otros. Por ejemplo, un accidente puede ser altamente aleatorio o
57
una enfermedad sobre la cual no existían antecedentes; en otro caso se puede presentar
la situación de enfermedades que tienen más previsibilidad por los antecedentes de las
personas.
219
¿Protección o desprotección social?
reforma una vez aprobada58 señaló que lograría la cobertura universal en salud,
acusando al sistema anterior de negar el acceso a «10 o 12 millones de colombia-
nos» (que supuestamente era la población más pobre y correspondía al 30% de
los colombianos de entonces), y de haber privilegiado a «unos pocos trabajadores
de las empresas más grandes y de las burocracias públicas». Y se afirmaba en la
presentación que los más pobres, tendrían acceso a un sistema subsidiado, y el 70%
restante tendrían distintas opciones. Tales opciones serían la afiliación (cotizando)
al aseguramiento público o privado en entidades que empezarían a competir en
el mercado. Se afirmaba que la competencia y la libre elección de las personas (la
racionalidad del mercado) sería el vehículo de éxito de la reforma, lo cual daría fin
a un sistema compuesto por hospitales viejos y desvencijados. Si bien las reformas
se aplicaron a partir de 1994 introduciendo la competencia pública y privada, hoy
(2005) está lejos la meta de cobertura universal anunciada para el 2001.
220
César Giraldo
Cuadro 4.1
está por fuera del sistema público de salud, y allí podemos identificar tres tipos
de poblaciones: (1) La población que es clasificada como pobre pero que no está
afiliada al sistema subsidiado, estos son los llamados «vinculados», quienes pue-
den obtener una atención hospitalaria de urgencia64. (2) Quienes pueden pagar
la atención privada (no son pobres) y no están cobijados por el régimen contribu-
tivo65. Y (3) los no pobres pero que no tienen condiciones económicas para pagar
medicina privada; esta es la llamada «población sándwich» porque no existe un
sistema de salud que la cubra. Sin embargo la información disponible no permite
hacer una desagregación de estos grupos poblacionales.
64
En este caso se trata de una cobertura muy precaria porque consiste en una atención de
urgencia para casos extremos y no la atención en los servicios de salud normales (con-
troles, acceso a un médico, etc.)
65
La mayor afiliación en los seguros privados se da a través de medicina prepagada. Se
trata de un asegurador privado que presta atención en salud por el pago de una cuota
mensual, este sistema está por fuera del sistema de aseguramiento, EPSs. El pago es un
valor determinado por el asegurador de acuerdo al Plan que adquiere el usuario, que no
está relacionado con el ingreso de la persona afiliada. Sin embargo normalmente se exi-
ge que para pertenecer a una prepagada se debe afiliar previamente a la EPSs (régimen
contributivo) adscrita a dicha prepagada.
221
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 4.2
Gasto en salud como porcentaje del PIB principales componentes
12,0
10,0
8,0
6,0
4,0
2,0
0,0
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
% Gasto S.S en salud
% Gasto Privado Total /
Contributivo / PIB
PIB
222
César Giraldo
Cuadro 4.2
Evolución de las consultas y las hospitalizaciones 1993, 1997, 2003 según Encuestas de Calidad
de Vida
Quintil 1993 1997 2003
Consultas Hospitalizaciones Consultas Hospitalizaciones Consultas Hospitalizaciones
1 5,1% 2,6% 16,1% 5,5% 8,0% 6,3%
2 6,5% 3,2% 19,4% 5,8% 8,0% 6,2%
3 8,2% 3,0% 26,5% 6,9% 9,5% 6,6%
4 8,8% 3,0% 28,2% 6,0% 10,8% 6,5%
5 9,0% 2,7% 26,1% 6,4% 9,6% 7,3%
6 7,5% 2,9% 23,8% 6,2% 9,5% 6.6%
223
¿Protección o desprotección social?
224
Cuadro 4.3
Distribución de la población económicamente activa ocupada según inserción laboral zonas urbanas
(En porcentajes)
Asalariados Trabajadores por cuenta propia y
familiares no remunerados
Sector privado
Año Total Empleadores Total Sector Total Profesionales No profesionales ni técnicos Total No profesionales ni
público y técnicos técnicos
En En Empleo
establecimientos establecimientos doméstico
de más de 5 de hasta 5
personas personas
1980 100,0 4,0 69.6 10.6 59.1 4. 9 47.4 _ 26.4 24.6
1986 100,0 3.7 68.7 10.6 58.1 5.4 46.5 _ 27.6 25.6
1990 100,0 4.2 69.5 10.4 59.2 6.9 46.8 _ 26.3 23.9
1991 100,0 4.2 66.2 11.6 54.6 4.9 44.1 _ 5.6 29.6 27.3
1992 100,0 3.8 67.5 9.3 58.2 6.7 46.4 _ 28.7 26,0
1994 100,0 4.8 68.2 8.6 59.6 6,0 48.3 _ 5.3 27.1 25,0
César Giraldo
1995* 100,0 4.6 64.9 8.4 56.5 5.5 46.8 _ 30.5 28.3
1997 100,0 4.4 62.2 9.9 52.3 6.4 41.4 _ 4.5 33.4 30.7
1998 100,0 4.1 60.6 9.5 51.1 6.4 40.1 _ 4.6 35.3 32.9
1999 100,0 4.3 57.4 8.7 48.7 5.7 37.8 _ 5.2 38.3 35.7
2002 100,0 5.1 53.6 7.6 46,0 4.3 35.8 _ 5.9 41.4 38.5
8 Principales ciudades Informe 1997
Informe 2003
8 Principales ciudades informe 2000
* A partir de 1993 se amplió la cobertura goegráfica de la encuenta hasta abarcar prácticamente la totalidad del país. Hasta 1992 la
encuesta cubría alrededor de la mitad de la población urbana.
225
Fuente: Cepal anuario estadístico
¿Protección o desprotección social?
una deficiencia del sistema, que era la acusación que se le hacía al sistema
antes de las reformas. Sin embargo el principal problema que atenta contra el
aumento de la cobertura es el proceso de desalaramiento que vive la sociedad
colombiana (lo mismo sucede en el caso de las pensiones como se verá más
adelante). Entre 1980 y el 2002 el porcentaje de asalariados, sobre la pobla-
ción económicamente activa, pasó del 67% al 54% (cuadro 4.3), además de
los asalariados pertenecientes al sector formal sólo el 46% de los obreros y
empleados del sector privado tenían afiliación al sistema de pensiones (López
2005)76. Pero no sólo disminuye el asalaramiento, sino que la relación salarial se
deteriora. En el 2003, la mitad de los asalariados (el 50.7%) no tenían contrato
de trabajo escrito, de acuerdo a la encuesta de Calidad de Vida77. Estas cifras
están indicando que una proporción importante de los trabajadores no tiene
una relación formal. En la medida en que cada vez sea una proporción menor
la población asalariada formal respecto a la población económicamente activa,
es menor la población que cotizaría al régimen de salud (régimen contribu-
tivo) y mayor la población que debe ser cubierta por el sistema de asistencia
pública (régimen subsidiado), lo que genera una tensión financiera al sector,
porque cada vez son menos los que ponen recursos y más los que demanda
asistencia. Entre 1997 y el 2003, los afiliados al contributivo aumentaron en
1.6 millones de afiliados para llegar a un total de 13.8 millones78, mientras que
los del subsidiado lo hicieron en 4.8 millones para llegar a 11.9 millones79 . Esto
significa que la proporción entre los que reciben asistencia y los afiliados al
contributivo está cambiando rápidamente: pasó de 66.8% en 1998 a 86% en el
2003 (cuadro 4.4)80. De seguir la tendencia será mayor la cantidad de quienes
demandan asistencia respecto a quienes contribuyen al sistema. De hecho, si
se depuran las cifras del 2004 teniendo sólo en cuenta los afiliados activos (y
76
El 84% en el caso de los empleados del gobierno en el 2003
77
Cálculos realizados por el CID (Universidad Nacional de Colombia).
78
De los 13.8 millones en el 2003 5.8 eran cotizantes y 8.0 beneficiarios (familiares de los
cotizantes razón por la cual tienen de acceso al régimen contributivo).
79
En el 2003 se presenta un repunte en las afiliaciones, pero ello es resultado de los con-
troles para la afiliación de los trabajadores independientes que se introdujo en las leyes
789 y 797 de finales del 2002, lo que hace que el comportamiento de este año no refleje
la tendencia. De todas formas tomando el período 1997-2003 las afiliaciones en el contri-
butivo aumentan 1.6 millones y en el subsidiado 4.8 millones. Tomado de Ministerio de
Protección Social, Informe Anual del Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud a
Las Comisiones Séptimas de Senado de la República y Cámara de Representantes 2003
- 2004. Bogotá D.C., Julio de 2004.
80
En el año 2002 fue de 88.2%, y la ligera disminución del 2003 es resultado de los con-
troles que se introdujeron en las leyes 797 y 789 del 2002 (flexibilización laboral) para
el pago de contribuciones a los trabajadores independientes.
226
César Giraldo
Cuadro 4.4
Los llamados afiliados compensados al régimen contributivo que reporta Fosyga (http://
81
www.fosyga.gov.co/compensacion/estadisticas_afiliados/estadisticas_afiliados.shtm) es
de 10.2 millones para el 2004, frente a la cifra de afiliados al régimen subsidiado de 15.4
millones (DNP 2005, 25). Este es un dato puntual tomado de fuentes primarias, pero no
existe la posibilidad de replicarlo hacia atrás.
227
¿Protección o desprotección social?
«La Ley 100 (que reformó el sistema) busca que las personas expresen
sus preferencias. Por ello se ofrece un abanico de elecciones. En teoría, se
puede escoger entre varias empresas prestadoras de servicios (EPS) y, al
interior de éstas, entre varios médicos. A su vez, la EPS puede escoger el
hospital, o la institución prestadora de servicios (IPS), que considere más
apropiada. En la práctica ello no ha funcionado así. La concentración ha
aumentado y el número de intermediarios ha disminuido. La integración
vertical se ha intensificado y las EPS tienen sus propias IPS. Y el flujo
de fondos no se hace teniendo en cuenta el bienestar del usuario, sino
la rentabilidad financiera. Las EPS tratan de demorar el mayor tiempo
posible el giro a las IPS con el fin de aumentar los rendimientos de sus
activos financieros» (pp. 11-12).
Atrás señalamos que el gasto salud pasó del 6.2 al 8.5% del PIB, entre 1993
(cuando no operaba la reforma) y el 2002 (una década después de la reforma).
Esto significa un aumento del 2.3% del PIB. Si bien los gastos en salud son cre-
cientes por naturaleza, en razón de un aumento en la complejidad del sistema,
82
Se supone que es obligatorio atenderlo en condición de urgencia y extrema gravedad, sin
embargo, está el problema de calificar cuándo se presenta esa situación, además que la
institución que atiende el paciente no tiene una vía precisa para recuperar los recursos,
y por eso es reacia a prestar la atención.
228
César Giraldo
Gráfica 4.3
Comportamiento del déficit operativo anual de los hospitales públicos ($ mll 2001)
150.000
100.000
50.000
0
-50.000
-100.000
-150.000
-200.000
-250.000
-300.000
1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001
Años
ello no parece ser una explicación suficiente para un aumento de tal magnitud
en una década, habida cuenta que se observa un deterioro en el acceso y en la
calidad del servicio. Los recursos destinados al sistema de atención en el 2003
permitirían un gasto por cada colombiano superior en 1.5% a lo que el sistema
destina por cada afiliado a los regímenes contributivo y subsidiado (Acosta 2004
et.al, 20). Esto quiere decir que si se eliminara el sistema de aseguramiento y
se pagara directamente por la atención de cada ciudadano se lograría cobertura
universal y sobrarían recursos. Aunque este es un análisis muy simplista, porque
hay que diferenciar los recursos de la salud curativa respecto a la salud pública, si
permite afirmar que el problema de la cobertura, de la crisis financiera por la que
atraviesa la red hospitalaria, y del deterioro de los indicadores de salud pública,
no puede ser atribuido a la falta de recursos. Este planteamiento es aceptado
por los críticos y defensores del sistema, incluido el gobierno.
El flujo de recursos financieros del sistema enfrenta dos problemas centra-
les: (1) La reducción de los afiliados que cotizan y aumento de los que demandan
asistencia, lo cual genera un desbalance financiero del sistema; y (2) Los recursos
no llegan con fluidez a la atención de los usuarios, sino que quedan atrapados en
la intermediación financiera. Respecto al primer punto, se observa un crecimiento
muy lento de los nuevos afiliados que aportan recursos por cotizaciones, frente a
un aumento muy dinámico de quienes reciben asistencia, que demandan servicios
pero no aportan recursos, lo que lleva a que la proporción de quienes demandan
asistencia es superior a quienes cotizan en el sistema como se indicó atrás.
En cuanto al segundo tema, la afirmación que los recursos se quedan atrapa-
dos en la intermediación financiera, la crisis financiera del sector evidencia que los
recursos no están llegando al destino final. La dramática crisis hospitalaria es un
229
¿Protección o desprotección social?
230
César Giraldo
para financiar a los hospitales y demás prestadores del servicio de la salud. Así
lo presentaba el expresidente de la República Samper Pizano (1994-1998):
«¿Sabía que hoy (año 2004) hay más de un billón (US$ 450 millones) de
pesos para salud congelados en una fiduciaria con los cuales se podría
extender el SISBÉN a tres millones de colombianos pobres durante tres
años? El Ministerio de Hacienda no deja tocar ese dinero porque forma
parte de la caja para el financiamiento del déficit. A eso en mi época lo
llamaban peculado técnico»88.
231
¿Protección o desprotección social?
mero los recursos que se giran a los gobiernos locales son para pagar a las ARSs
la afiliación al régimen subsidiado y no para pagarle a los hospitales, y son las
ARSs las que retienen el pago a los hospitales, también el gobierno retiene los
pagos cuando debe reconocerle a los hospitales la atención de los llamados «vin-
culados». En cuanto a lo segundo, los pasivos laborales, en efecto los hospitales
públicos tienen altos pasivos laborales, pero ello es resultado de dos hechos: 1)
Los pasivos laborales están a cargo de los hospitales y no del régimen general de
pensiones, de manera que los hospitales públicos reciben una carga financiera
que no tienen las clínicas privadas, para las cuales los pasivos de sus trabaja-
dores están a cargo de los Fondos de Pensiones y el ISS; 2) tales hospitales son
instituciones que llevan muchos años (en varios casos más de un siglo, que es
notable en un país latinoamericano), y por tanto tienen pasivos históricos, como
por ejemplo una proporción de pensionados a su cargo93 que incluso puede ser
más numerosa que los funcionarios activos.
Atrás se señaló que los aseguradores sólo cubren lo que está en el POS. El
POS consiste en un grupo de tratamientos básicos y un listado de medicamentos
esenciales de carácter genérico a los cuales tiene derecho el afiliado. La garantía del
asegurador se refiere a dicho paquete y todo lo que esté por fuera de ello no entra.
El ciudadano no tiene opción de decidir contra qué asegurarse, y la ciudadanía no
tiene la opción de decidir sobre los riesgos que prioritariamente deben ser incluidos.
Y la aseguradora se asegura (valga la redundancia) que una proporción significa-
tiva de las atenciones quede por fuera del POS con el propósito de evitar el pago y
maximizar su ganancia financiera, para lo cual tienen un ejército de auditores que
revisan con lupa las cuentas que remiten las instituciones prestadoras de salud.
Los médicos y las instituciones que realizan la atención tienen una serie de semá-
foros según los cuales se indica cuándo las formulaciones o tratamientos resultan
demasiados costosos para el asegurador, de forma que se generen recortes en la
atención o medicación para reducir los costos, lo que lleva a que la atención sea
insuficiente. Se premia a los médicos que disminuyen las órdenes de medicamentos
o tratamientos. Otro efecto que ha tenido este tipo de procedimientos es que los
hospitales retrasan la atención de un paciente hasta confirmar que es reconocido
por la aseguradora (porque de lo contrario el hospital no podría recuperar lo gasta
en la atención), lo que en casos de urgencia puede significar que atención vital no
llegue de forma oportuna lo que puede derivar en complicaciones del paciente
que incluso pueden llegar hasta la muerte, como ha sucedido numerosas veces.
Sin embargo el paquete básico POS se ha venido ampliando hacia la intro-
ducción de servicios de segundo y tercer nivel, como consecuencia de la presión
social. Por ejemplo, como resultado de las acciones legales realizadas por la
población un fallo Constitucional obligó a incluir en el POS los medicamentos
para el SIDA (Revista Salud Colombia 2004). Cuando a alguien se le niega
una atención tiene el recurso de apelar a una acción jurídica ante un tribunal
93
Normalmente los hospitales públicos asumieron las cargas pensionales antes de la reforma,
de manera que es un costo histórico que deben arrastrar.
232
César Giraldo
No hay estadísticas.
94
Sin embargo la «Tutela» implica que cada ciudadano debe hacer, en cada caso, y de forma
95
233
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 4.4
Cobertura: Afiliados Activos / PEA
25.000.000
23,40%
23,20%
20.000.000
22,10%
21,80%
Económicamente Activa
15.000.000
20,90%
Población
20,50%
10.000.000
19,80%
5.000.000
0
1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003* Años
234
César Giraldo
Fuente: Subdirección de Empleo y Seguridad Social-DNP el sistema pensional en Colombia 2004) págs. 4 y 5, tabla 1
15%97 del salario (tabla 4.5), –a cargo del trabajador y– a cargo del empleador; quien
no es asalariado debe pagar la totalidad de la contribución.
Los argumentos utilizados para la promover la reforma de 1993, la cual
originalmente pretendió la privatización total del sistema, eran la ampliación de
la cobertura, el aumento de la eficiencia, y los beneficios de naturaleza macroeco-
nómica. Sin embargo, estos argumentos que también fueron utilizados en varios
235
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 4.5
Sistema de pensiones en Colombia
53%
52%
51%
50%
Porcentaje
49%
48%
47% Activos
Inactivos
46%
años
45%
1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003*
236
César Giraldo
fidelidad, nos encontramos que en junio del 2003 el 52.2% de los afiliados a los
fondos privados de pensiones están inactivos (6 o más meses sin cotizar) y que
esa proporción es mayor hoy día que en el pasado (gráfica 4.5)99. Aparentemente
si de algo se caracteriza el sistema es de falta de fidelidad.
Si lo vemos desde el punto de vista de cobertura, nos encontramos que es
baja, 23.4% de la Población Económicamente Activa a junio del 2003100 y que ese
nivel es el mismo que existía en 1997 (ver gráfica 4.4). Si se observa la gráfica la
cobertura venía disminuyendo, hasta llegar al 19.8% en 1999, y posteriormente
aumenta hasta recuperar el nivel inicial, y ello es resultado de un ajuste muy
estricto de la regulación que obliga a afiliar a pensiones a los independientes y
quienes prestan algún servicio101. Con la información disponible es imposible
hacer una serie de cobertura, que compare la situación actual con la que existía
antes de la reforma de 1993 porque no es posible tener una serie histórica de los
afiliados activos (cuyas cotizaciones están al día). Sin embargo, lo que si es cierto
es que la proporción de afiliados activos era mayor antes que ahora, y ello era
resultado de la mayor estabilidad laboral. En el cuadro 4.5 se puede observar,
que entre septiembre de 1994 y enero del 2004, la relación entre los cotizantes
(afiliados activos) y los afiliados totales102 pasó de 78.5% a 42.1%. Sin embargo
lo que muestra el cuadro es que se presentó una caída en los afiliados del ISS.
Aunque no es posible construir una serie estadística que muestre la cobertura
antes de 1993, para el año 1988 los afiliados a las pensiones correspondía al 30.4%
de la Población Económicamente Activa, de los cuales el 75.1% correspondían
al ISS, y el resto a cajas que agrupan funcionarios públicos (Ayala, cuadros 3
y 6A). Depurando del dato de 1988 suponiendo que los cotizantes activos del
ISS se mantiene en el nivel de 1994 (85%, cuadro 4.5)103, y que los funcionarios
99
Esta proporción de afiliados inactivos en Colombia está dentro del promedio de los sis-
temas reformados en América Latina de acuerdo con Mesa-Lago (2002, ver tabla 1) si
bien los porcentajes varían de un país a otro.
100
Medida como porcentaje sobre la Población Económicamente Activa de (1) afiliados
activos del régimen de capitalización individual (que no tienen retraso superior a seis
meses de cotización) y (2) los cotizantes del régimen de prima media (quienes cotizaron
al momento del reporte). La información disponible sólo permite este cruce de estadís-
ticas en forma continua.
101
La ley 797 del 2003, en su artículo 2 señala que «La afiliación es obligatoria para todos
los trabajadores dependientes e independientes», y en artículo 3 que es obligatoria para
«las personas naturales que presten directamente servicios al Estado o a las entidades o
empresas del sector privado, bajo la modalidad de contratos de prestación de servicios, o
cualquier otra modalidad de servicios que adopten, los trabajadores independientes ...».
102
Que corresponde a los afiliados que están al día en las cotizaciones a la fecha corres-
pondiente. Es diferente a los afiliados inactivos quienes son los que llevan más de seis
meses sin cotizar.
103
Es de esperar que para 1988 la relación cotizantes activos/afiliados sea más alta porque
había más estabilidad laboral. La ley 50 de 1991 eliminó la estabilidad laboral.
237
¿Protección o desprotección social?
públicos tuviesen una tasa cercana a 100% (utilicemos 95%)104, nos encontramos
que la cobertura en dicho año del sistema sería del 26.6%, que está por encima
del 23.4% del año 2004 anotado atrás.
La reforma muy probablemente ha llevado a una disminución de la co-
bertura efectiva en pensiones y de todas formas no es posible demostrar que la
cobertura ha aumentado. De una parte, no es posible hacer una comparación
estadística estricta, de la otra, la cobertura actual es muy baja. De manera que
los argumentos que afirman que el sistema llevaría a un aumento a la cobertura
no tienen soporte. Afirma Mesa-Lago que en la región se detecta que la evasión
y los retrasos aumentan después de las reformas, lo cual está haciendo que la
cobertura se reduzca en la mayoría de los países. Pero no se trata que el sistema
no haya podido restablecer la fidelidad al sistema, la cual en efecto disminuyó. La
razón está en la inestabilidad laboral que hace que no se pueda tener estabilidad
en las cotizaciones al sistema. Y es que la reforma de los sistemas pensionales ha
coincidido con un conjunto de reformas (ver capítulos 2 y 3) que han atentado
contra la estabilidad del empleo. En particular se pueden destacar la flexibili-
zación laboral que elimina las garantías al trabajo y la apertura de capitales que
somete a las economías a la volatilidad financiera. La paradoja de las reformas es
que mientras que ellas debilitan la relación salarial, el desarrollo de un sistema
104
Tales funcionarios tenían un contrato laboral indefinido, y la cotización la hacía una entidad
gubernamental de forma automática mediante una retención en el salario, de no hacerla
la entidad o el funcionario correspondiente incurrirían en un delito fiscal (peculado).
238
César Giraldo
105
Exposición de motivos del proyecto de ley de reforma de seguridad social, posterior ley
100 de 1993.
106
Ley 797 de enero del 2003, artículo 7. Estos porcentajes rigen a partir de enero del 2004.
239
¿Protección o desprotección social?
Gráfica 4.6
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40% Deuda Privada Fpo
30%
Deuda Pública Fpo
20%
10%
años
0%
1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003*
100%
90%
80%
70%
Deuda Privada Act.
60% Fros. Circulación
50%
Deuda Pública Act.
40%
Fros. Circulación
30%
20%
10%
0% años
1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003*
240
César Giraldo
241
¿Protección o desprotección social?
titivos y eficientes. De acuerdo con Lo Vuolo (1996) para «la Nueva Ortodoxia
Previsional este modelo fomenta el círculo virtuoso ahorro-crecimiento-mejores
salarios-mayores beneficios» (p. 693). Así lo presentaba el gobierno colombiano
al defender la reforma107. Mesa-Lago llega a la conclusión que no se puede afirmar
que el sistema desarrolle el mercado de capitales aunque si se puede negar que
hayan contribuido a la diversificación del portafolio en el caso latinoamericano
(Mesa-Lago, 1316). En el caso colombiano puede mostrarse cómo los resulta-
dos obtenidos son los contrarios a los anunciados por los reformadores. Si se
observa la gráfica 4.6 se puede evidenciar que se presenta una concentración de
las inversiones de portafolio de los Fondos Privados de Pensiones en títulos de
deuda pública (pasan de ser algo más del 10% del total de inversiones en 1996
a ser el 50% en el 2003), y lo que es más significativo, que durante el mismo
período la deuda pública pasa de representar el 24% de los activos financieros
totales de la economía a ser el 65% del total. De manera que no sólo se presenta
una concentración de los Fondos en papeles de deuda pública sino que además
el mercado financiero en su conjunto se concentra tales papeles. Este resultado,
contrario a lo anunciado por los reformadores, no es resultado solamente de la
dinámica de los Fondos, sino que la reforma pensional se inscribe en un contexto
de reformas financieras que conduce a este resultado las cuales se enmarcan
dentro de la lógica de la financiarización, como vimos en el capítulo 2. Tales
reformas tienen que ver con la autonomía del Banco Central y la desregulación
financiera, adoptadas entre 1990 y 1991108.
Además del desarrollo del mercado de capitales, se argumenta que los
sistemas privados fomentan el ahorro nacional. Se acusa a los sistemas de re-
parto de no estimular el ahorro porque dicho sistema no constituye las reservas
para financiar las pensiones futuras, sino que hace un manejo principalmente
de caja: los recursos para el pago de pensiones se toman directamente de las
contribuciones de los afiliados. Por esto James (1995) señala que se sacrifican
las oportunidades del desarrollo porque este sistema induce a gastar más y a
ahorrar menos. Según Shawarz (1995) es un sistema que no agrega nada al stock
107
La exposición de motivos elaborada por el gobierno para el proyecto de ley de reforma
de seguridad social, posterior ley 100 de 1993, dice lo siguiente: El «Sistema de Ahorro
Pensional (privado por capitalización individual) producirá, mientras llegue a su ma-
durez dentro de varias décadas, un superávit disponible para financiar inversión en la
economía, y con ello contribuirá definitivamente al desarrollo económico (...) aumentaría
muy significativamente su tamaño (del mercado de capitales), y con ello su capacidad y
eficiencia, cambiaría la composición de los títulos a una que tuviera más inversiones de
largo plazo, acciones, papeles hipotecarios, y otras diversificaciones deseables; permitirá
a las empresas captar recursos limpios de fuentes ilegales y amenazas de control; exigiría
e impondría mayor transparencia, y desarrollaría los inversionistas institucionales (...)
contribuye notablemente a distribuir en el tiempo el costo fiscal, en forma que hace viable
la adopción del sistema».
108
En cuanto al Banco como resultado de la nueva Constitución política de 1991, y en cuanto
al sistema financiero la ley 45 del 1990.
242
César Giraldo
Gráfica 4.7
25
20
15
Ahorro nacional
10 bruto como
porcentaje del
5 PIB
Años
0
1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
243
¿Protección o desprotección social?
244
César Giraldo
«hasta esa cifra del 3 por ciento (de déficit) es engañosa, a causa de la
decisión argentina de privatizar el sistema de seguridad social en los 90,
paso aconsejado por el Fondo (Monetario Internacional). Con tal cambio,
dinero que había sido «incorporado en el presupuesto», fue a dar «afue-
ra.» En casos tales, aunque a la economía no le ocurra nada más que la
privatización, la posición monetaria aparente empeora muchísimo, porque
el planeado superávit pensional desaparece de los libros. Considérese esto:
si hubiéramos tenido un sistema privatizado de seguridad social en 1992,
por ejemplo nuestro déficit ese año hubiera superado el 8 por ciento del
111
Cuando se realizaban era en el caso de algunas Cajas de Previsión locales o sectoriales.
El Gobierno Nacional no hacía los aportes de los empleados del orden nacional.
112
Fuente: Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Presupuesto General de la Nación.
La cifra del 2005 corresponde al proyecto de Presupuesto puesto a consideración de
Congreso Nacional, cuadro 3.2.
113
A la par que generalmente se genera un superávit macroeconómico, también es corriente
la presencia de un déficit contable en el caso de las pensiones (las reservas del sistema
contra los derechos pensionales adquiridos no sólo de los pensionados sino también de
quienes están cotizando), que es lo que viene a constituir el pasivo pensional.
114
Mensaje Presidencial al Proyecto de Presupuesto de Presupuesto General de la Nación
2005, p. 42.
245
¿Protección o desprotección social?
115
Periódico El Tiempo, «Lecturas Dominicales», 2 junio 2002, Bogotá.
246
César Giraldo
116
Almuerzo y dos refrigerios diarios.
117
ICBF, oficio 013797 del 14 de abril del 2005.
118
Programa de «ayuda» militar de los Estados Unidos para combatir el narcotráfico y
«terrorismo».
247
¿Protección o desprotección social?
años119). (2) Subsidio al Desempleo que sólo llegó al 2.1% de los desempleados en
el 2004120 con un subsidio mensual (por 6 meses) equivalente a US$ 38, dados en
especie (principalmente alimentos). (3) Atención a Población Desplazada. Este
último programa tiene tres componentes: atención humanitaria, restablecimiento
y prevención. Sobre este último programa es muy difícil dar datos acerca de la co-
bertura porque no existe acuerdo sobre cuál es el número de población desplazada
(los cálculos oscilan entre 1.6 y 3.4 millones121), y porque los programas combinan
proyectos productivos, educación, ayudas monetarias, vivienda, acceso a salud,
que en la práctica constituye una serie de programas con diferentes impactos y
coberturas.
Lo que resulta evidente es que los programas de asistencia son marginales
(poca cobertura y ayudas insignificantes), y no existen programas universales para
toda la población sobre la condición de ciudadanía. Tales programas no hacen
parte de un sistema de protección social integrado. Son dispersos y discontinuos,
además que los que son adelantados por los gobiernos locales son muy limitados
(geográficamente y en su impacto), y no están articulados entre sí. La información
sobre estos programas no puede ser consolidada, razón por la cual es imposible
presentar un panorama o un balance. A estas mismas conclusiones llegó un estudio
sobre la asistencia social en Colombia realizado por el Banco Mundial (2002). En
Colombia organizaciones privadas, comunitarias, ONGs, la iglesia católica, los
gobiernos locales y el gobierno nacional han desarrollado programas de asistencia.
Por ejemplo, en el caso de la ciudad de Bogotá, existen más de 450 programas de
asistencia financiados por el municipio, como por ejemplo comedores populares,
atención a diferentes grupos poblacionales (prostitución, drogadicción, habitantes
de la calle, bandas, grupos étnicos, discapacitados, por ciclo vital, niñez, juventud,
adultos, ancianos, etc.), violencia intrafamiliar, etc. La lista se puede alargar de
forma extensa.
Dos conceptos han tomado fuerza en la asistencia que acentúan la dis-
continuidad de los programas. El primero es el de las «Redes de Protección
Social». Tales Redes (en este caso hacemos referencia a la Red de Solidaridad
Social y al programa del Plan Colombia denominado Red de Apoyo Social).
Se caracterizan por adelantar programas temporales, para la atención situa-
ciones de urgencia, sobre grupos poblacionales específicos y geográficamente
ubicados. El segundo es la introducción de la cultura de proyectos. El concepto
de proyectos significa que los programas de asistencia tienen un horizonte
limitado en el tiempo, no son continuos (un proyecto especifica una fecha de
119
Datos de Adulto Mayor tomados de www.dnp.gov.co y de población tomados de www.
dane.gov.co
120
55.649 subsidios en el 2004 (Sinergia op.cit.) y 2.602.046 desempleados III trimestre
2004 (www.dane.gov.co)
121
Depende de la fecha a partir de la cual se lleva la estadística (desde 1985 o desde 1995),
o de la fuente de información: La ONG Consultoría por los Derechos Humanos y el
Desplazamiento (Codhes), la Presidencia de la República, PNUD, Cruz Roja, etc.
248
César Giraldo
122
Fondos que deben ser aprobados periódicamente por el Congreso de los Estados Unidos
cuando hacen del componente de «ayuda», o por la participación de dicho país en el
Consejo Directivo del Banco Mundial o el BID cuando vienen a través de créditos de
tales organismos.
123
Los otros dos programas son Empleo en Acción y Jóvenes en Acción. Este último consiste
en una capacitación laboral para jóvenes desempleados de bajos recursos que sin embargo
no capacitó una sola persona en el 2004, pero entre el 2002 y el 2004 se habían capacitado
53 mil que resulta ser una cifra que es 0.25% de la Población Económicamente Activa.
124
Por ejemplo, en el año 2000, tales programas se financiaron con recursos provenientes
del Banco Mundial y del BID por valor de US$ 682 millones (DNP 2000, 2).
125
«Una familia beneficiaria dejará de recibir el subsidio alimentario en los siguientes casos:
(a) cuando alguno de los miembros de la familia menor de 7 años sea beneficiario de un
hogar comunitario o jardín infantil del ICBF ....» (DNP 2000, 6)
249
¿Protección o desprotección social?
y trasladar sus funciones a los municipios los cuales contratarían con empresas
privadas la prestación del servicio126; la cobertura de la entidad se ha venido
reduciendo como se indicó atrás; las funciones se le han venido recortando; el
acceso al programa ahora requiere focalización a través de exigir SISBÉN 1 o
2; y han existido varios intentos de recortarle sus recursos127. Sin embargo el
desmonte de la institución ha contado con algunas resistencias, que explican su
continuidad. Entre ellas, la más importante, consiste en que al municipalizar la
entidad (desmontar el organismo y pasar la responsabilidad de los programas
a los municipios), el 44% de los recursos se quedarían en Bogotá (y no llegarían
al resto de municipios), porque ese es el porcentaje del impuesto a la nómina
(con el cual se financian los programas del ICBF) que produce dicha ciudad128.
El hecho que la asistencia se reduzca a programas especiales dirigidos
a poblaciones problema lleva a una desarticulación, no sólo de la asistencia
pública, sino del sistema de protección social en su conjunto. Se presentan dos
problemas. De una parte, la necesidad de identificar las poblaciones a focalizar
y los programas para ellas hace que el sistema se vuelva enmarañado y costoso
de administrar; de la otra, la identificación de los pobres o vulnerables es un acto
discrecional (definir a quienes se les da el beneficio y a quienes se les niega) se
presta para prácticas clientelistas.
En cuanto al primer punto, al no utilizar como criterio políticas generales
definidas sobre la condición laboral, nivel de ingreso, o la ciudadanía, se utilizan
criterios como necesidades, oportunidades o riesgo, tratando identificar el pro-
yecto concreto para la población específica (definida sobre criterios topográficos
126
Reformas en esta dirección son exigidas al gobierno colombiano en el Préstamo del
Banco Mundial firmado el 2 de junio del 2003, por US$ 155 millones, con la referencia:
«Project ID: P069861 Project Name: CO- Social Sector Adjustment». La información
está en http://www-wds.worldbank.org/servlet/WDSContentServer/WDSP/IB/2003/07/
09/000012009_20030709121208/Rendered/PDF/260040CO0ICR.pdf. Es probable que
dicha exigencia esté en otras operaciones crediticias con la Banca Multilateral.
127
En los continuos ajuste fiscales, desde el gobierno Betancur (1982-1986) se han hecho
varios intentos legales de quitarle su fuente de financiación (3% de impuesto a la nómina).
El proceso de Descentralización ha trasladado funciones del organismo a entes locales
como por ejemplo que los recursos no los puede ejecutar directamente sino a través de
asociaciones de padres o comunitarias (de carácter local), y los programas deben ejecutarse
a través de Consejos Municipales para la Política Social (decreto 1137de 1999) en los
cuales los alcaldes pueden disponer de los recursos de la institución. El Banco Mundial
pide descentralizar (municipalizar) dicho organismo (Banco Mundial 2002, XV) lo que
en la práctica implicaría su desaparición. El proyecto de Ley Estatutaria Nº 32 del 2004
pretende recortarle sus funciones de protección al menor.
128
Se arguye otra razón para la supervivencia del ICBF, que no puede ser sustentada empíri-
camente pero que se repite en varios corrillos, y es que los programas del organismo son
los que asumen las primeras damas, quienes, al igual que las reinas de belleza, siempre
proclaman que su prioridad es la atención de la niñez, lo cual hace el organismo intocable.
Tocar el organismo es meterse con la esposa del Presidente de la República y ... .
250
César Giraldo
251
¿Protección o desprotección social?
Recuadro 4.2
1 MUÑOZ, Manuel; RIVAS, Guillermo (sin fecha, ¿2003?). Construcción de canastas normativas de alimen-
tos para el resto urbano (diez ciudades) y para la zona rural. DANE, Bogotá.
2 DNP (2005). ¿Cuántos son los pobres en Colombia?. Misión contra la Pobreza, DNP, Bogotá.
252
César Giraldo
ir más allá del concepto y superarlo. Señalaban que el NBI no incluía todas las
carencias relevantes y no permitía medir el grado de pobreza (DNP-DANE 2002).
Para resolver este problema el SISBÉN a cada variable le da una ponderación,
de tal forma que a cada persona se le pueda aplicar un porcentaje entre 0 a 100,
dividiendo la población en 6 niveles, de los cuales los 2 primeros son los más
pobres129. Las variables del SISBÉN se refieren a vivienda, servicios públicos,
salud, electrodomésticos. No se tiene en cuenta los ingresos de las personas
(por ser información poco confiable y difícil de verificar130), de manera que la
información continúa refiriéndose a carencia de necesidades básicas (muy simi-
lares al NBI). El hecho que se le dé una ponderación a las variables no resuelve
los problemas del NBI, ponderación que por demás no tiene una explicación o
sustento teórico. Por ejemplo, utilizando la metodología del SISBÉN: ¿Cómo se
hace para establecer que el hacinamiento, en las zonas urbanas, es 1.8 veces más
explicativo sobre la determinación del grado de pobreza respecto a la carencia de
electrodomésticos, ó 2.6 respecto a la no recolección de basuras, ó 0.7 respecto
al grado de educación del jefe del hogar?131.
Sin embargo existen discusiones conceptuales acerca del mejor instrumento
para identificar a los pobres, las cuales, por supuesto, llevan a la pregunta de
quiénes son los pobres, y cómo clasificarlos. Sobre esto hablamos en el capítulo
3. Allí hicimos referencia al NBI y línea de pobreza a nivel general. En el caso
colombiano estos indicadores fueron adoptados en 1987, para fines estadísticos,
y el Índice de Desarrollo Humano que el PNUD aplica en Colombia desde 1998.
Existe en Colombia otro indicador que no responde a estándares internaciona-
les como sucede con los anteriores. Se trata del Índice de Condiciones de Vida
(ICV) el cual utiliza una combinación de variables y de ponderaciones diferente
al SISBÉN, a lo cual agrega información adicional referida a identificar el tama-
ño del municipio y la región (Una presentación esquemática de los indicadores
se presenta en el recuadro 4.2). El NBI adquirió una mayor importancia con la
adopción de la nueva Carta Constitucional en 1991, en donde se lo definió como
uno de los criterios más importantes para la distribución de las transferencias
de ingresos de la Nación hacia los municipios.
Los últimos indicadores que hemos analizado, (SISBÉN, Índice de Desa-
rrollo Humano e Índice de Calidad de Vida) tratan de incorporar el concepto de
las capacidades humanas elaborado por Sen. Esto admite que se está un paso
129
Según el gobierno (DNP 2001) «El primer nivel (SISBÉN I) corresponde a los individuos
que obtienen un puntaje inferior a 18 en el sector rural o 36 en zonas urbanas, mientras que
las personas que se ubican en el nivel dos (SISBÉN II) son las que obtuvieron puntajes
entre 18 y 30 y 36 y 47 en áreas rurales y urbanas, respectivamente» (p. 2).
130
Los encuestados tienden a subestimar sus ingresos para poder tener acceso al subsidio, y
en el caso de actividades informales, que es donde se encuentra la mayoría de los pobres,
es imposible verificar el ingreso de las personas. Ver DNP (2001).
131
Esto sería lo que se obtendría si aplicáramos las ponderaciones del SISBÉN. Ver Econo-
metría - SEI (2001, Anexo A-3.1, Cuadro A-3.1).
253
¿Protección o desprotección social?
más allá de los indicadores basados en NBI y línea de pobreza. Se supone que
se va más allá de las limitaciones del utilitarismo neoclásico, en el sentido que
el bienestar no depende sólo de la satisfacción material que produce el consumo
de bienes y servicios, que es la falla que le critican al NBI. Si bien se han hecho
esfuerzos para hacer una identificación de los pobres cada vez más elaborada
(que por otra parte ha fracasado en resolver el problema de identificación, como
se verá más adelante), en el sentido de refinar los indicadores de carencias y en
incluir otros que vayan más allá de las necesidades materiales (incorporando el
concepto de las capacidades de Sen), se sigue insistiendo en la concepción de las
carencias, lo que lleva a considerar la pobreza como una condición individual
definida por una falla en el acceso a unos bienes y servicios básicos. De esta
concepción se deriva que el énfasis en la política social se debe orientar al logro
de dicho acceso, dejando por fuera temas como la distribución de la riqueza o
el orden institucional vigente.
Otro indicador ampliamente utilizado en Colombia es la estratificación
socioeconómica, que es utilizado principalmente para definir los precios de los
servicios públicos y el impuesto sobre la propiedad inmobiliaria. Este indicador
se define sobre las características físicas exteriores de las viviendas de un sector y
su entorno, no tiene en cuenta las condiciones socieconómicas de las personas y
familias (DNP 2001, 18 y anexo 2). Se crean 6 estratos (1 es pobre y 6 rico, pero el
contenido de cada estrato no es equivalente a los niveles del SISBÉN). Todas las
viviendas que tienen acceso a algún servicio público en Colombia (electricidad,
acueducto, recolección de basuras, teléfono), que son la mayoría, están clasificadas
en algún estrato. El problema con este indicador es que la capacidad económica
de la familia en muchos casos no coincide con la que señala el estrato asignado a
la vivienda.
De todas formas el SISBÉN en la práctica es el principal indicador para
clasificar los pobres, y es utilizado para determinar los afiliados al régimen
subsidiado de salud, para acceso a subsidios a vivienda, cupo en los colegios, y
los programas del Plan Colombia. Sin embargo el SISBÉN ha resultado ser poco
confiable. Cuando se cruzan la información del SISBÉN con la de «Línea de Po-
breza», que es el ejercicio realizado por Fresneda y Martínez (93-106, 123, ver
tabla 2.3) se encuentra que para 1997 el 53.1 % de los pobres identificados como
pobres por la vía de la línea de pobreza no son capturados como pobres por el
SISBÉN (niveles 1 y 2)132 (falla de exclusión). Por otra parte, la proporción de no
pobres que son capturados como pobres también es importante y creciente; en
1997 el 27.4% de los sisbenizados eran no pobres mientras que en el año 2000
132
El SISBÉN corresponde a una encuesta sobre el universo de la población (que hace cada
municipio) y la línea de pobreza se define sobre la base de una muestra mediante de la
Encuesta de Calidad de Vida que realizada por el DANE, DNP y la Misión Social en
1997. La información se puede cruzar, identificando familias a las cuales se les aplica
los dos procedimientos, pero no se puede usar la línea de pobreza para aplicar subsidios
al conjunto de la población.
254
César Giraldo
4.4 Conclusiones
Los problemas del SISBÉN han llevado al gobierno a su revisión. De una parte, se re-
133
definió el indicador, eliminando algunas variables entre ellas las que tienen que ver con
el ingreso de las personas, e incluyendo otras, tales como la localización de la vivienda
(estrato socioeconómico), y sexo del jefe del hogar (es decir incorporar a las madres
cabeza de familia) (DNP 2001).
255
¿Protección o desprotección social?
Cuadro 4.6
Fuente: Cálculos PNDH-DNP con base registro F-400 Cuentas Nacionales DANE. Tomado de Sarmiento y
Delgado (2003), cuadro 3.
Nota: el gasto en Salud es el componente que no está cubierto por el Régimen de Seguridad Social. La Seguridad
social tiene el componente de pensiones y los regímenes contributivo y subsidiado de salud.
256
César Giraldo
Gráfica 4.8
Gasto público social
Administraciones públicas 1975-2001
16
14
12
10
P.C.
% PIB
0
1975 1980 1985 1990 1993 1997 1998 1999 2000 2001
Años
% PIB PIB percápita
explicados por los sectores afectados por la reforma: salud y pensiones. El resto
del aumento se explica por educación (0.6 puntos porcentuales del aumento).
Fue la reforma a la seguridad social la que hizo que el gasto social aumen-
tara, y en una menor proporción el gasto en educación. El efecto de la seguridad
social se desprende de lo señalado atrás: En el caso de la salud aumentan los
recursos pero estos se quedan atrapados en la intermediación financiera y no
llegan a quienes prestan el servicio, en el caso de las pensiones la reforma tiene
un enorme costo fiscal135 . El aumento del gasto en educación, y también par-
cialmente en salud teniendo en cuenta lo dicho atrás, se debe a que el proceso
de ajuste fiscal implicó un aumento de las transferencias a los gobiernos locales
las cuales están destinadas en su gran mayoría a tales sectores. Como se señaló
atrás, el ajuste se inició bajo la administración Betancur (1982-1986), y este
ajuste era resultado de las negociaciones con el FMI y la Banca Internacional en
Cabe la discusión acerca de qué parte de ello es gasto social, porque habría que entrar a
135
257
¿Protección o desprotección social?
Sobre el tema de los derechos sociales que pasan a ser derechos de mer-
cado, en el caso de los Fondos Privados de Pensiones, la pensión deja de ser un
derecho social para ser una mercancía que se compra a lo largo de la vida, y que
además depende de la suerte que corran en los mercados de capitales las reser-
vas que soportan dicha pensión. El mercado de capitales es considerado como
el mecanismo a través del cual se transfieren los recursos entre generaciones.
En el caso de la salud, es un derecho está restringido a un paquete de servicios
claramente definidos en una especie de contrato llamado POS (Plan Obligatorio
de Salud), y el POS es mayor si el usuario pertenece al régimen contributivo.
Estando en el contributivo tiene la opción de recibir unos beneficios adicionales
(«plan complementario») si paga un valor adicional, y además, por otra suma
adicional afiliarse a un sistema privado de seguros (llamado «medicina pre-
pagada») que le mejora lo que se conoce como la «hotelería del servicio» (por
ejemplo, acceso a una clínica en la cual van personas más adineradas, derecho a
cuarto individual, etc.). En ambos casos, pensiones y salud, el beneficio es mayor
a medida que mayor sea el pago, porque el beneficio viene a ser una mercancía
que se está comprando y es proporcional a lo que se paga. Esto es consecuencia
de lo que se ha llamado capitalismo patrimonial, sobre lo cual hablaremos en
las conclusiones.
Pero la pérdida del derecho social no sólo es resultado de su transformación
a un derecho contractual, también el derecho, aún si es contractual, se pierde
136
El acuerdo colombiano no tomó la forma tradicional de un Stand by con el FMI. Se
hizo una monitoría la cual significaba que dicho organismo daba un Visto Bueno sobre
la política económica y reformas que se estaban adoptando, y sobre esa base la banca
comercial continuaba las operaciones con el País. Ver Giraldo (1994) y Garay (1991).
137
Proyecto de Presupuesto General de la Nación 2006, Ministerio de Hacienda y Crédito
Público, «Mensaje Presidencial», cuadro 4. www.minhacienda.gov.co
258
César Giraldo
259
¿Protección o desprotección social?
los pobres a demandas por servicios públicos básicos (educación básica, salud
básica, servicios públicos mínimos), para sacar del debate los temas relativos
a la distribución de la riqueza o el modelo económico. La reducción de los
conflictos sociales a demandas de servicios públicos básicos, se combina con la
localización de dichos conflictos a través de los procesos de descentralización.
Esto fue tratado en el capítulo 3.
138
Como se indicó en el recuadro 4.2 la otra forma de medir la pobreza en Colombia es por
Necesidades Básicas Insatisfechas. Esta medición da una ponderación muy alta a los
materiales de vivienda, y como estos han evolucionado, las cifras aparecen indicando
una disminución de la pobreza, que pasaría 70.2% de la población en 1973, a 45.6 en
1985, 26.0 en 1996 y 22.9 en el 2.000 (ver Contranal –2004–, cuadro 1.1, p. 41.)
260
César Giraldo
139
En el 2004 el país se enfrascó en una discusión acerca de la magnitud de la pobreza y
la veracidad de las cifras que acabamos de dar. Las cifras inicialmente se originaron
en la institución encargada de producir la estadística (DANE), tomando como base las
encuestas de hogares. Esta cifra fue avalada por la Contraloría General de la República
y de allí tomamos el dato, cuya fuente es el DANE (Contranal 2004, cuadro 1.3, p. 43).
No obstante el gobierno negó la cifra (evidenciaba un fracaso en su política social), la
redujo al 54% y el director del DANE renunció a su cargo. Ver la prensa colombiana del
mes de septiembre del 2004. Por ejemplo la edición de la revista Semana (el semanario
colombiano de mayor circulación), de fecha 2 de octubre del 2004, edición nº 1168.
140
Director de la «Misión Contra la Pobreza», convocada por el gobierno Nacional para el
período 2004-2005.
261
¿Protección o desprotección social?
262
César Giraldo
263
¿Protección o desprotección social?
264
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265
¿Protección o desprotección social?
144
Hogares en los que, además del jefe, cónyuge y los hijos, conviven otros parientes u otros
no parientes.
266
César Giraldo
Gráfica 4.9
Deuda del Gobierno Nacional central como porcentaje del PIB 1990-2004
60
50
40
Porcentaje %
30
20
10 1990
0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004
Años
ser el 67.9% en el 2000 (Contranal 2004, 77). Esta es área que abre posibilidades
de investigaciones interesantes, que desbordan los alcances del presente trabajo.
267
¿Protección o desprotección social?
diferentes a los pobres, como es el caso de las clases medias y los trabajadores
formales. (2) La privatización de la provisión de los servicios sociales hace difícil
para el Estado justificar el cobro de los impuestos: si no provee bienes sociales
¿qué hace con los impuestos, para qué los cobra? Hay en problema de legitimidad.
(3) Otro efecto de la privatización es la pérdida del Estado de ingresos fiscales
(por ejemplo las cotizaciones para seguridad social) lo que agrava la crisis fiscal
y le quita margen de maniobra al gobierno. Y (4) el hecho que los programas
sociales están ligados a la descentralización, en la medida en que los procesos
de identificación de los pobres y la asignación de las ayudas se hace a nivel local,
lleva a que las redes clientelistas locales y/o los actores armados terminen por
administrar el proceso.
Existen otras reformas que contribuyen al debilitamiento del Estado Na-
cional. El gobierno pierde el monopolio de la moneda en la medida en que se la
cede a un Banco Central independiente y renuncia constitucionalmente a utilizar
los recursos de la emisión monetaria para financiar el Presupuesto Público. Esta
situación se agrava con la apertura de la cuenta de capitales ya que al perderse
el control de flujos de moneda externa, los activos monetarios en gran parte
pasan a ser determinados por el comportamiento impredecible de los mercados
de capitales y las decisiones de operadores privados. El gobierno, para poderse
financiar debe ir a los mercados financieros y pagar la renta financiera que tales
mercados exige, razón por la cual la deuda pública se convierte en una fuerte
restricción fiscal. Después de aplicadas las reformas en Colombia a comienzos
de los 90s, la deuda del gobierno nacional es una proporción mayor del PIB,
pasando del 14.0 al 46.6% entre 1991 y el 2004. Lo más notable es el crecimiento
de la deuda interna que pasa del 1.5 al 25.8% (gráfica 4.9). Si bien estas cifras
no son las más altas de la América Latina, si muestran un crecimiento marcado
y sostenido desde comienzos de la década del 90.
Hasta aquí se podría decir que el caso colombiano se inscribe dentro de
las tendencias generales de las reformas en América Latina145. Sin embargo
se presenta adicionalmente una generalización de la violencia coincide con el
auge del narcotráfico, el cual permite la financiación de estructuras armadas
que adquieren la capacidad una mayor capacidad estratégica. Los movimientos
guerrilleros venían en disminución a comienzos de la década del »70, pero en
la segunda mitad de la década comienzan un proceso de crecimiento, que se
extiende en las décadas del 80 y del 90 (Pécaut 2001: 39-45) y continúa durante
los primeros años del siglo XXI. El fenómeno no se puede reducir al narcotrá-
fico. También es preciso señalar que la crisis social y el desempleo, a la que
hemos hecho referencia, hace que las guerrillas recluten con facilidad jóvenes
campesinos o jóvenes urbanos con algún grado de universidad, ante la falta de
oportunidades. Sin embargo, por esta misma razón los grupos paramilitares
también reclutan jóvenes, y otro tanto, las fuerzas de seguridad del Estado y los
organismos privados de vigilancia legales (escoltas y vigilantes). En el caso de
145
No quiere decir que cada país haya desarrollado el mismo grado de reformas.
268
las guerrillas puede existir un motivo ideológico que no es tan marcado respecto
a los otros actores de la guerra.
Una de las consecuencias del conflicto es que el Estado Nacional encuentra
dificultades para ejercer el monopolio de la tributación porque existen otros para
Estados que cobran tributos (guerrilla y paramilitares), y que aplican su propio
sistema de justicia en los territorios que controlan. La organización armada
que controla un territorio (llámese paramilitar o guerrilla), generalmente en
zonas de colonización, asume el papel de garantizar el orden social. Hacen de
jueces en los litigios entre la población, como por ejemplo la demarcación de
predios, o el castigo a los ladrones. En este sentido las organizaciones armadas
van constituyendo elementos para la construcción de un Estado dentro de las
regiones que controlan (aplican la justicia, recaudan impuestos, tienen un ejér-
cito permanente). Además de ello, ante la imposibilidad del Estado Nacional de
garantizar la protección de la propiedad privada por las distintas amenazas que
enfrentan la personas, éstas se ven obligadas a pagar (cuando están en condi-
ciones de hacerlo) vigilancia privada. Y no se trata solamente de las personas
ricas; la clase media y los sectores populares se ven obligados a pagar vigilancia
por su vivienda.
Hasta aquí hemos visto factores que debilitan el Estado Nacional: No mo-
nopolio de la tributación, de la justicia, de la moneda. Un factor adicional es el
de la descentralización. Como se ha mencionado a lo largo del texto las reformas
fueron acompañadas por un proceso de descentralización política fiscal, en virtud
de la cual a los municipios se les trasladó la responsabilidad en el gasto social
(salud, educación, agua potable y en los programas asistenciales) a cambio de una
transferencia de una porción de los impuestos nacionales. La descentralización
hizo que el clientelismo, y los actores armados del conflicto le dieran una gran
importancia al control del poder local, lo cual ha hecho que el Estado nacional
pierda ese control político y militar. Esto ya había sido advertido por Lautier
(2000), quien señalaba que la descentralización es uno de los
270
Conclusiones
1 Sociedad patrimonial
271
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272
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273
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274
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Documentos institucionales
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