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2) Dada por 2017 ACC/ AHA/ AAPA/ ABC/ ACPM/ AGS APhA/ ASH/
ASPC/ NMA/ PCNA Guideline for the Prevention, Detection,
Evaluation, and Management of High Blood Pressure in Adults.
BP CATEGORY SBP DBP
NORMAL < 120 mmhg and < 80 mmhg
ELEVATED 120 – 129 mmhg and < 80 mmhg
HYPERTENSION
Stage 1 130 – 139 mmhg or 80 – 89 mmhg
En los países en desarrollo, muchas personas con hipertensión no saben que la padecen ni
tienen acceso a los tratamientos que podrían controlar su presión arterial y reducir
significativamente su riesgo de defunción y discapacidad por cardiopatía o accidente
cerebrovascular. Diagnosticar, tratar y controlar la hipertensión es una prioridad de salud en
todo el mundo.
En consecuencia, La HTA puede afectar a largo plazo casi todos los órganos y sistemas del
organismo, sus efectos sobre el corazón se encuentran entre los más peligrosos. Cuando el
corazón trabaja con HTA se contrae con más fuerza, lo que origina dilatación e hipertrofia
(aumento de tamaño). La hipertrofia cardíaca es un "arma de doble filo" que provoca, primero
un aumento en la fuerza de contracción y luego una insuficiencia cardiaca al ser incapaz el
corazón de suministrar los nutrientes y el oxígeno que requieren las células.
También, El daño de los riñones producido por la HTA (nefropatía hipertensiva) es una causa
frecuente de insuficiencia renal crónica terminal cuando los riñones son incapaces de eliminar
las sustancias de desecho del metabolismo y éstas aumentan en sangre. La retinopatía
hipertensiva es una causa importante de disminución de la agudeza visual y ceguera en
personas adultas con HTA. Se diagnostica mediante un fondo de ojo, un procedimiento médico
recomendado, al menos una vez al año, a los pacientes hipertensos. (3)
La hipertensión secundaria es la debida a una causa identificable que se puede tratar con
intervenciones específicas para dicha causa. Una sospecha alta y la detección temprana de las
causas secundarias de HTA son importantes porque las intervenciones pueden ser curativas,
especialmente en pacientes jóvenes. Las intervenciones para tratar la causa secundaria de la
HTA que se realizan más tarde en la vida tienen menos posibilidades de ser curativas (es decir,
hacer innecesaria la medicación antihipertensiva), debido a que la HTA de larga duración
produce daño vascular y orgánico que mantiene alta la PA, aunque la intervención sigue siendo
importante porque a menudo da como resultado un mejor control de la PA con menos
medicación. (5)
B) Hipertensión renovascular
Los signos de estenosis arterial renal son la presencia de un soplo abdominal, hipopotasemia y
reducción progresiva de la función renal; sin embargo, estos signos no están presentes en
muchos pacientes con HTA renovascular.
La determinación del diámetro longitudinal del riñón mediante ecografía puede utilizarse
como técnica de detección; sin embargo, la diferencia de más de 1,5cm de longitud entre los
dos riñones, que generalmente se considera diagnóstica de la estenosis arterial renal, sólo se
da en un 60 - 70% de los pacientes con HTA renovascular. (1)
C) Hiperaldosteronismo primario
El 30% de los casos de HAP se debe a Adenomas suprarrenales, que son más frecuentes en las
mujeres y más raros en los niños; el 70% de los casos corresponde a una Hiperplasia
suprarrenal y son muy poco comunes el Carcinoma suprarrenal y el trastorno autosómico
dominante denominado HAP remediable con Glucocorticoides, que aparece al comienzo de la
vida, generalmente en la infancia.
D) Feocromocitoma
Este tumor fue descubierto en 1886, en una mujer de 18 años que falleció 10 días después de
su ingreso al hospital con el diagnóstico de HTA maligna. En la autopsia, se encontró un tumor
adrenal bilateral que fue considerado un sarcoma y angiosarcoma.
El feocromocitoma es un estado hipertensivo secundario muy poco frecuente (un 0,2 - 0,4%
del total de casos de presión arterial elevada), que tiene una incidencia anual estimada de 2 - 8
casos por millón de habitantes; puede ser hereditario o adquirido. Se produce HTA en
alrededor del 70% de los casos de feocromocitoma, que puede ser estable o paroxística (es
decir, manifestada por síntomas como cefalea, sudoración, palpitaciones o palidez), en
proporciones aproximadamente iguales.
E) Síndrome de Cushing
Es preciso utilizar otras pruebas y técnicas de imagen para diferenciar las diversas formas del
síndrome. (1)
El SAHOS se caracteriza por episodios recurrentes de cese del flujo aéreo respiratorio como
consecuencia de un colapso inspiratorio de las vías respiratorias altas durante el sueño, con la
consiguiente reducción de la saturación de oxígeno.
La asociación entre SAHOS e HTA está bien documentada, especialmente en presencia de HTA
nocturna; el SAHOS parece ser causa de una gran proporción de casos de aumento de la PA o
de la ausencia de una reducción de la PA durante el descanso. Aunque un escaso número de
estudios prospectivos han relacionado el SAHOS grave con morbimortalidad CV y mortalidad
por todas las causas, esta relación parece ser más estrecha para el Ataque Cerebrovascular
(ACV) que para la enfermedad coronaria (EC) y débil para el SAHOS leve a moderado. (1)
G) Coartación de la aorta
La coartación de la aorta es una forma muy poco frecuente de HTA que se presenta en niños y
adultos jóvenes. El diagnóstico suele ser evidente al examen físico: se ausculta un soplo
mesosistólico que puede pasar a ser continuo con el paso del tiempo, sobre la parte anterior
del tórax y también en el dorso. El pulso femoral está ausente o retardado respecto al pulso
radial; se detecta HTA en las extremidades superiores al tiempo que la presión arterial es baja
o indetectable en las piernas. (1)
Varios tipos de fármacos, drogas de abuso y otros agentes, pueden inducir una HTA sostenida
o transitoria, exacerbar una HTA bien controlada, antagonizar los efectos de la terapia
antihipertensiva, o precipitar emergencias hipertensivas.
Existe una fuerte relación entre la ingesta de sodio de una población y la prevalencia de
hipertensión. El nivel de 100 mmol/día parece ser el límite de sodio que establece la mayor
prevalencia de HA.
Las acciones de la AII actuando sobre el receptor AT1 son múltiples: favorece la
vasoconstricción, produce retención renal e intestinal de sodio, aumenta la avidez por la sal en
el sistema nervioso central, liberación de vasopresina, produce facilitación adrenérgica,
aumenta la contractilidad cardíaca.
Cuando se bloquea el receptor AT1 se observa que existe otro receptor, el receptor AT2, con
cuya estimulación se observan efectos inversos a los de estimulación del AT1: vasodilatación,
inhibición de la proliferación celular, estimulación de la actividad de bradikinina y aumento de
la sintetasa de ON endotelial.
La acción de la AII sobre la arteriola eferente glomerular permite elevar la presión de filtración,
en un intento por mantener esta función, sin embargo esta hipertensión glomerular conduce a
la hiperfiltración y aceleración de la lesión glomerular. (4)
Una vez que el sistema nervioso central ha recibido la información de los barorreceptores, los
impulsos eferentes se conducen a través del parasimpático y el simpático hacia el corazón,
vasos y riñones. Los efectos presores más relevantes producidos por la activación del simpático
son:
- la vasoconstricción.
D) Endotelio
Además de los cambios adaptativos de los grandes sistemas, existen respuestas de nivel
celular. El endotelio, que es la capa monocelular más interna de los vasos, tiene un rol
preponderante en la HA. El endotelio en conjunto constituiría el órgano más voluminoso de la
economía, sin embargo el interés por él ha surgido recientemente y el interés en la adaptación
vascular es cada vez mayor. Produce sustancias vasodilatadoras (como el óxido nítrico [ON]) y
vasoconstrictoras (como la endotelina), interviniendo además en los fenómenos de adhesión
plaquetaria. La AII reacciona en el endotelio con el NADH y el oxígeno incrementando la
producción de radicales libres, que tienen actividad citotóxica, alterando las moléculas
proteicas, lipídicas y el ADN. La sobreproducción de especies reactivas de oxígeno se une al
ON, anulando su acción vasodilatadora.
La obesidad es un factor de riesgo mayor para el desarrollo de HA, diabetes y dislipemias. Sin
embargo, la población en su mayoría considera el sobrepeso como un problema estético más
que médico, en algunas comunidades el sobrepeso es considerado sinónimo de estado
saludable, y adicionalmente muchos profesionales no reconocen al sobrepeso o la obesidad
como una condición médica que requiere atención. Las relaciones entre la obesidad y la HA
son complejas y presentan algunas controversias, sin embargo en la actualidad existe consenso
que no debería considerarse HA primaria o de etiología desconocida la que se presenta en
pacientes con sobrepeso u obesidad, hasta tanto no se haya esclarecido la relación entre
ambos.
F) Insulina y Sodio
Se ha demostrado que el contenido corporal total de sodio se halla aumentado en los obesos y
en los pacientes con diabetes no insulinodependiente (DNID) hipertensos. Inversamente, la
pérdida de peso se asocia a natriuresis, reducción de la PA y disminución de los niveles de
insulina plasmática. La hipertensión del obeso es sodio-sensible, como había postulado Dahl en
1958. Más recientemente, Rocchini describe que la PA en adolescentes obesos es altamente
dependiente de la ingesta de sodio, vinculando la sensibilidad al sodio directamente con la
hiperinsulinemia, además del hiperaldosteronismo y aumento del tono simpático observado
en estos pacientes. El efecto antinatriurético de la insulina sobre el riñón se mantiene
independientemente de comprobarse insulinorresistencia en el metabolismo hidrocarbonado.
G) Alcoholismo
El aumento de la PA es mayor en los bebedores diarios que en los ocasionales, como por
ejemplo durante el fin de semana, y en estos últimos es mayor que en los abstemios. La
supresión de la ingesta de alcohol se asocia a disminución de la PA. (4)
H) Tabaquismo
I) Actividad física
2 . SISTEMA RENINA
ANGIOTENSINA En estudios,
tanto en animales como en
humanos, en los que se ha
medido la concentración de
receptores de angiotensina II en
células musculares lisas, se ha
demostrado un aumento en la
concentración de los receptores
de angiotensina II en las paredes
vasculares en aquellos que tenían
el colesterol elevado respecto a
los que tenían un colesterol
normal. Al recibir una estatina, la
concentración de estos receptores disminuyó en forma significativa. El efecto de la
hipercolesterolemia en el aumento de la expresión de estos receptores de angiotensina II y sus
efectos, se ha observado en estudios en cultivos celulares, animales de experimentación y en
humanos .
3. SISTEMA NERVIOSO AUTONÓMICO Los individuos con hipercolesterolemia familiar
presentan mayor actividad del sistema nervioso autonómico simpático, y menor actividad del
sistema parasimpático. En otras palabras, presentan un desbalance del sistema autonómico.
Este fenómeno se puede revertir al disminuir los niveles de colesterol con una estatina . En
síntesis, se ha demostrado que la hipercolesterolemia podría contribuir a la progresión de la
hipertensión mediante una serie de mecanismos, como son la baja disponibilidad de óxido
nítrico, mayor actividad del sistema renina-angiotensina aldosterona, aumento de la
sensibilidad a la sal, aumento de la expresión del receptor de angiotensina II y disfunción
endotelial. De esta manera, la hipercolesterolemia podría afectar el control de la presión
arterial por diferentes mecanismos hipertensógenos. Su tratamiento agresivo, con dieta y/o
con una estatina podrían bloquear o atenuar estos mecanismos.
Assessment Collaborating Group. Selected major risk factors and global and regional burden of
disease. Lancet. 2016 Nov 2;360(9343):1347-60.
Los pacientes hipertensos suelen presentar problemas oclusivos vasculares, tanto cerebrales
como periféricos. Por dicho motivo, es de suma importancia la auscultación de los territorios
vasculares carotideos, aórticos, renales y femorales. La presencia de soplos a nivel lumbar y
zonas laterales del abdomen es muy sugestiva de estenosis de las arterias renales que pueden
constituir la causa de HTA, mientras que la presencia de soplos en otros territorios vasculares
indica la existencia de lesiones más o menos obstructivas en las arterias en cuestión . En
primer lugar, vamos a definir algunos de los conceptos principales en relación con esta
patología. Así, se entiende por hipertensión renovascular aquella hipertensión sistémica
resultante de una afectación de la arteria renal, frecuentemente debida a lesiones oclusivas de
las arterias renales principales2. Clásicamente, relacionar directamente la HTA con una lesión
arterial dependía de la resolución de la HTA después de solventar la obstrucción. En la práctica,
raramente se consigue la «reversión» completa de la HTA. La estenosis de arteria renal se
define como un estrechamiento de la luz de la arteria renal. Aproximadamente en el 90% de
los casos es debido a aterosclerosis, afectando en estos casos mayoritariamente al primer
centímetro (1 cm) del origen de la arteria renal. La enfermedad renovascular
aterosclerótica es una combinación de estenosis de arteria renal e isquemia renal. Puede
haber afectación unilateral con arteria renal normal en el riñón contralateral o bien afectación
bilateral (o lo que es equivalente, afectación unilateral sobre riñón único funcionante).
Descensos bruscos de TA pueden provocar cuadros de hipoflujo coronario y/o cerebral por lo
que en todos los casos los valores de TA-objetivo deben buscarse en forma gradual y
progresiva.
El uso de bajas dosis de aspirina y otros agentes antiagregantes reduce el riesgo de eventos
coronarios fatales y no fatales y accidentes vasculares cerebrales en pacientes con enfermedad
coronaria y vascular cerebral establecidas.
9. ¿Por qué se produce la hipertrofia ventricular y qué importancia tiene?
Riñón:
En cuanto a la hipertensión ligada a daño renal, en el estudio MRFIT (Multiple Risk Factor
Intervention Trial), uno de los estudios más grandes sobre este aspecto, se observó que cuanto
más elevada era la presión sistólica, mayor era el daño renal último, o sea, la presión diastólica
elevada conducía a nefropatía renal terminal. En cambio, la presión diastólica sólo intervenía
sobre 100 a 109 mmHg, en etapa 2 de la clasificación JNC 7, cuando las lesiones renales son
mayores.
Los criterios de enfermedad renal crónica secundaria a hipertensión son los siguientes:
1. La presencia, durante 3 meses o más, de daño renal definido como anomalías renales
funcionales o estructurales, con o sin disminución de la velocidad de filtración
glomerular (VFG), manifestadas por anomalías patológicas o marcadores de daño renal,
incluso anomalías en la composición de la sangre, orina o en los exámenes de imágenes;
2. VFG menor de 60 ml/min/1,73 m2 durante 3 meses o más, con o sin daño renal evidente
en los exámenes.
La hipertensión arterial asociada con diabetes daña con mayor frecuencia el parénquima renal,
como lo demostró Tarnow en su estudio realizado en diabéticos tipo 2, en el cual encontró una
prevalencia de hipertensión de 93% en los diabéticos tipo 2 con macroalbuminuria, 90% en los
diabéticos con microalbuminuria y 70% en los pacientes diabéticos normoalbuminúricos. En
total, en la selección de los diabéticos tipo 2 se encontró 80% de hipertensión (Tarnow L et
al. Diabetes Care 1994; 17:1247-1251). También se ha demostrado la asociación entre
microalbuminuria y la mayor morbilidad y mortalidad cardiovascular en diabéticos. En un
metaanálisis efectuado por Dineen en seis grandes estudios, se comprobó que la probabilidad
que tienen los diabéticos tipo 2 de presentar daño cardiovascular, cuando hay
microalbuminuria, es de 200%, es decir, dos veces mayor que en ausencia de microalbuminuria
(Dinneen SF, et al. Arch Intern Med 1997; 157:1413-1418).
Por otra parte, la proteinuria predice los accidentes vasculares y los episodios cardiovasculares
coronarios en diabéticos tipo 2, como lo demostró un estudio en el que se clasificó a los
pacientes según el grado de proteinuria (menos de 150 mg/l, entre 150 y 300 mg/l y más de 300
mg/l), y se observó que los pacientes con niveles más altos de proteinuria presentaban mayor
mortalidad y que ésta se relacionaba directamente con el grado de proteinuria. Además, los
pacientes con niveles más altos de proteinuria tenían mayor probabilidad de sufrir accidentes
vasculares cerebrales y episodios coronarios (Miettinen H et al. Stroke 1996; 27:2033-2039).
Actualmente hay fármacos antiproteinúricos, como los bloqueadores del sistema renina
angiotensina; se ha demostrado que el enalapril, que pertenece a este grupo, disminuye en
forma importante la excreción proteica, entre los 14 y 28 días de uso. Los antagonistas del
receptor de angiotensina II, entre ellos el irbesartán, también disminuyen en forma importante
la proteinuria y, por lo tanto, reducirían la aparición de efectos adversos como el accidente
vascular cerebral o la cardiopatía coronaria (Perico N et al. J Am Soc Nephrol. 1998;9:2308-
2317).
En el caso de la insuficiencia renal terminal, según datos de Orias de 2000, quienes entran a
programas de diálisis son en su mayoría pacientes diabéticos e hipertensos; pocos pacientes con
glomerulonefritis y riñón poliquístico entran a diálisis. Los pacientes que entran a programas de
trasplante renal son los diabéticos y los pacientes con glomerulopatías; los hipertensos con daño
renal no se trasplantan; estos pacientes también presentan lesiones en otros parénquimas, sea
a nivel cardíaco o en otros vasos, lo que dificulta su candidatura al trasplante renal
Cerebro
Esto plantea que no basta con reducir la presión arterial sino que también se debe lograr que la
relación entre la presión sistólica y diastólica no aumente en exceso (Mazza et al. Blood
Pressure 2001; 10: 205- 211). A medida que aumenta la presión sistólica, aumenta la cantidad
de infartos cerebrales e ictus, pero también influye la edad. Entre los 50 y 59 años de edad estos
episodios aumentan en forma pronunciada, pero, con la misma presión, los pacientes de 80 a
89 años tienen muchos más accidentes vasculares cerebrales que los de 50 a 59 años; por lo
tanto, no sólo la presión, sino también la edad del paciente, influyen en forma importante en
este aspecto (Lancet 2002; 360: 1903-1913).
En una serie de estudios colaborativos europeo-chinos, realizados entre 1991 y 2000 en cerca
de 60.000 pacientes, se analizaron las complicaciones que presentaron los hipertensos
conocidos y se vio que, del total de episodios observados, 57% fueron accidentes vasculares
cerebrales y 43% de los episodios correspondieron a infarto de miocardio. La hipertensión
arterial es, pues, claramente más dañina para el aparato cerebrovascular, ya que el infarto de
miocardio se puede atribuir a otras causas (Kjeldsen et al. Blood Pressure 2001; 10: 190-192).
Entre los cambios estructurales arteriales que produce la hipertensión (Fig. 4), la relación capa
media-lumen es un cuociente (M/L); el vaso remodelado por hipertensión arterial presenta
aumento de la capa media, la que se engruesa; el lumen disminuye y permite menos flujo
sanguíneo por este vaso. Debido a esta alteración, el vaso sanguíneo pierde su capacidad
vasodilatadora. Lo anterior ocurre con las arterias de pequeño y mediano calibre, en las que el
aumento de la presión arterial causa cambios estructurales, aumenta la relación media/lumen,
disminuye la capacidad vasodilatadora y, por tanto, disminuye el flujo sanguíneo a los órganos
vitales.
El estudio Rotterdam de 1994 demostró que 89% de los pacientes de 65 a 69 años no tenían
leucoaraiosis, la que estaba presente en sólo 11% de ellos en forma moderada a grave; en
cambio, de los pacientes de 80 a 84 años, 46% estaban libres de estas lesiones y más de 50%
presentaban leucoaraiosis moderada a grave; por lo tanto, las lesiones cerebrales silentes se
relacionan claramente con la edad (Breteler et al. Neurology 1994; 44: 1246-1252).
Corazón
Dzau elaboró un cuadro hace varios años (Fig. 8), junto con Braunwald, con el objeto de mostrar
la cadena de episodios que llevan a la muerte, a partir de los factores de riesgo cardiovascular;
en la figura no están todos, pero sí está la hipertensión arterial. La hipertrofia ventricular
izquierda es una de las lesiones características de la hipertensión y, junto a la arterioesclerosis,
lleva a enfermedad coronaria, isquemia, trombosis coronaria e infarto de miocardio; este último
puede generar arritmias, muerte súbita o pérdida de músculo. Los episodios que generan
pérdida de músculo, como el infarto, producen activación neurohumoral, remodelación,
dilatación ventricular e insuficiencia cardíaca, la que termina en la muerte. La activación
neurohormonal también puede llevar a la muerte. Los factores de riesgo más importantes que
no están en este cuadro son la hiperlipidemia, la diabetes mellitus y el tabaquismo.
Strauer midió la reserva coronaria con el test de dipiridamol, es decir, midió la capacidad del
corazón para manejar el flujo coronario, de acuerdo con ciertas patologías. El dipiridamol
produce dilatación de las arteriolas sanas, pero no de las enfermas. Este estudio demostró que
la reserva coronaria no estaba alterada en la estenosis aórtica, pero sí en otras patologías, entre
ellas la hipertensión arterial, en la cual la reserva coronaria disminuye en forma notoria, sobre
todo cuando se asocia con insuficiencia cardíaca (Fig. 9). Es decir, un paciente hipertenso que
desarrolla insuficiencia cardíaca tiene su reserva coronaria disminuida y si a eso se agrega alguna
lesión coronaria, puede sufrir un infarto de miocardio (Strauer BE. J Am Coll Cardiol 1990; 15:
775-783).
Además, se pueden afectar otros órganos como la retina y los vasos periféricos, debido al
aumento de la presión arterial, ya sea por un periodo largo o moderado de tiempo.