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Arte conceptual y
Peio Aguirre
artística. El precedente histórico del Arte Conceptual de finales de los sesenta y comienzos de
los setenta constituye un ejemplo valioso del análisis contextual y económico que rodea a la
histórico se caracterizó tanto por la desmaterialización de las obras de arte como por una
artista fue otro de los temas recurrentes sobre el que los artistas conceptuales trabajaron. El
Arte Conceptual resulta ineludible cuando se intenta arrojar luz acerca de las complejidades
aquí es ofrecer una visión acorde con la realidad económica del arte contemporáneo tal y
Trabajadores del Arte), el marchante Seth Siegelaub recordó a su audiencia que sus talentos y
habilidades como gestor fueron las herramientas que le permitieron ganar poder dentro del
y capital propio invertido en una operación financiera. Al reducir el capital inicial que es
de utilizar endeudamiento para financiar una inversión. Esta deuda genera un coste
financiero ,intereses, pero si la inversión genera un ingreso mayor a los intereses a pagar, el
América del Norte y Europa entre febrero de 1968 y julio de 1971, en estrecha colaboración
con Carl Andre, Robert Barry , Douglas Huebler , Joseph Kosuth y Lawrence Weiner, antes de
retirarse de gran parte el mundo del arte en 1972. (Comenzó entonces a coleccionar textiles).
Su trabajo curatorial se llevó a cabo tanto en espacios físicos y, sobre todo, en forma de libros.
Al igual que los artistas conceptuales, Siegelaub exploró métodos y medios de comunicación
mundo del arte. Siegelaub fue también miembro de la mencionada Coalición de Trabajadores
del Arte (Art Workers’ Coalition), un grupo formado en 1969 en parte para protestar por la
creciente institucionalización del mundo del arte. La Coalición abogó por los derechos de los
artistas y la reforma de varios museos de Nueva York, sobre todo el MoMA Museum of
Modern Art. (La ausencia de mujeres artistas y los artistas de raza negra era un tema principal
de discordia). El Art Workers’ Coalition fue activo políticamente contra la guerra de Estados
Unidos en Vietnam.
con el libro conocido como Xerox book (a partir de fotocopias). Su objetivo era crear una
publicación que podría ser producida y distribuida a un costo relativamente bajo. Invitó a
siete artistas (Carl Andre, Robert Barry, Douglas Huebler, Joseph Kosuth, Sol LeWitt, Robert
Morris, y Lawrence Weiner), e invitó a cada uno de ellos a crear una obra de veinticinco
páginas en papel para ser copiado e incluido en el libro. Xerox book inicialmente fue pensado
para ser fotocopiado, pero el proceso resultó ser demasiado caro y, en su lugar, la primera
edición de 1.000 ejemplares se compensó a partir de una impresión offset. La diferencia entre
entonces las obras de arte eran realizadas (información primaria) y después fotografiadas y
tipo de nueva obra de arte hizo de esta anterior distinción algo estéril, inaugurando espacio
participación. Arthur R. Rose fue el pseudónimo que Kosuth eligió para disfrazarse de crítico.
Kosuth ya había firmado bajo ese pseudónimo una crítica anterior en otro proyecto de
Siegalaub, persuadido y animado por éste a ocupar el rol del crítico de arte. Kosuth entendió
Donald Judd, quien al igual de otros artistas como Robert Smithson o Robert Morris tomaron
es menos conocida la influencia del Pop Art y de Warhol sobre él, aunque circule un retrato
del joven conceptual realizado por el artista estrella pop, especialmente en todo lo referido a
medio para la publicidad puede ser como una “caja para las ideas de tu elección” que
garanticen una avanzada, amplia y rápida distribución. Se le debe por ello a Kosuth no
solamente haber ayudado a definir el término de Arte Conceptual, sino también ser pionero
en el empleo de la publicidad o, lo que viene a ser lo mismo, ser uno de los iniciadores de un
modelo de artista sustentado en un carrerismo sin precedentes.1 (El artista del autobombo).
De acuerdo a algunas crónicas de la época, Kosuth era un habilidoso abogado de sí mismo que
entendió el valor de las relaciones públicas y la auto-promoción. Se dejaba ver en los lugares
Bourdieu significa “el capital de las conexiones sociales… que es a menudo necesario en ganar
y mantener la confianza de la alta sociedad y con ella, una clientela”. Algo importante a la
hora de hacer una carrera artística. Vestir el sombrero del artista y el crítico a la vez y
combinarlas estratégicamente era una manera de rechazar la anterior división del trabajo
donde la autoridad del crítico establecía las reglas del juego. Este modo de crítica alentada por
Siegelaub permitía además escribir no solo sobre el trabajo de uno mismo sino también sobre
la obra de otros artistas, generando de este modo grupos o movimientos que los mass media y
tanta atención o más a la prensa, la difusión y a la publicidad que al contenido mismo de las
exposiciones.
No es que la crítica se institucionalice sino que, como nos recuerda Andrea Fraser en
Kosuth es que expone sin complejos las plusvalías del exhibicionismo (exposure) dentro de un
que ya se sabía pero que permanecía todavía de modo encubierto: a saber, que toda crítica
escrita y publicada es una forma de publicidad encubierta dentro de la institución del arte.
Esta mímesis entre crítica y publicidad como indistinguibles o portadores del mismo valor era
cuestión de tiempo. Esto ya estaba apuntado en la propia obra de Kosuth para January 5-31,
1969, y que llevaba por título Second Investigation, I. Existence (Art as Idea as Idea), 1968.
portada de cada medio impreso donde el “anuncio” aparecía. Al margen de toda la innovación
sin precedentes en cuanto al valor de cambio de la nueva obra de arte, el mensaje lanzado era
contundente pues por primera vez equiparaba los lugares de representación para los artistas
dentro de las revista (la sección de publicidad y las páginas de reseñas críticas) como espacios
descripción de Siegelaub como alguien que pasaba días enteros escribiendo notas de prensa
entonces, la crítica comenzó a parecerse a las notas de prensa, esto es, a la publicidad. Lo que
plusvalía.
“crítica institucional”, o “crítica de las instituciones” que tuvo lugar inmediatamente seguido
del conceptual norteamericano. En los años 70, la Crítica Institucional se erige en una
reacción al propio éxito institucional del conceptual. En resumen: la Crítica Institucional coge
como sus materiales las condiciones institucionales que contribuyen a que algo sea entendido
como “arte”. Como es sabido, el de Crítica Institucional es un término artístico que describe la
galerías y museos, y está más relacionado con el trabajo de artistas como Hans Haacke,
Michael Asher, Marcel Broodthaers, Daniel Buren, Andrea Fraser y Fred Wilson.
Institutional Critique (C. I. con mayúsculas a partir de ahora), es una tendencia crítica salida
historia del arte. Esto es, una tendencia o modalidad vinculada al Arte Conceptual histórico, el
obra de arte, el uso del lenguaje o modo lingüístico del arte, el análisis de las condiciones
sociales y económicas de la obra de arte, las relaciones con la política y la redefinición del rol
del artista en la sociedad. Se entiende hoy la C. I. como la crítica aplicada a las instituciones y
museos de arte y que con el paso del tiempo han derivado en una tipología de prácticas que
muchos casos). La actualidad de este término pasa por el hecho de que ya no son un conjunto
de prácticas artísticas puestas en marcha por artistas, sino que principalmente es un discurso.
manera que podría decirse que es el discurso “privilegiado” de la clase curatorial (ella misma
la clase privilegiada dentro del entramado socio-económico del arte). No hay hoy curso o
master curatorial avanzado en el mundo que no tenga a la C. I. como uno de sus pilares
del “cubo blanco”, la crítica de la economía del arte, el desvelamiento del componente
ideológico del arte y el reconocimiento del hecho artístico como un paradigma sistémico.
En 1965 Hans Haacke realizaba Cubo de condensación (1965). Con esta pieza, un cubo de
cristal sellado con una calculada cantidad de agua en su interior que producía una
condensación de vapor de agua sobre la superficie del cubo, Haacke trasladaba la teoría de los
sistemas (de la biología y la ecología) al arte como un sistema u organismo vivo que cambia
presión del ambiente es un aspecto vital para el arte (y no solo para su adecuada
modificaría el vapor de agua en el cubo, pasando de ser una obra de arte a un simple cubo de
cristal con agua en su interior. Una obra disfuncional. La presencia del vapor de agua es, sin
correctamente, realizando su función. El interés de Haacke por los sistemas y los organismos
biológicos va a la par por su mirada en la sociología y sus métodos (encuestas, votaciones, etc.
Esta obra recalca el carácter construido del arte y sus estructuras como un sistema orgánico,
consistía en la utilización de una forma visual inalterada, las famosas rayas verticales de 8,7
cm, alternando color con blanco, como modo de subrayar la química o proceso por el cual las
Guggenheim New York es conocida por la polémica que levantó. Una tela enrayada de 20 x 10
metros colgaba de la rotunda del icónico museo, compitiendo en escala y efecto con la
que la pieza influía en sus obras y la pieza de Buren tuvo que ser retirada. En solidaridad con
el francés, Carl André y otros retiraron sus trabajos. Lo que esta intervención (nunca mejor
dicho) ponía en entredicho era el contraste entre dos posiciones en contradicción derivadas
del minimalismo y el conceptual: entre aquellos que entendían el site specific como algo
relacionado con los aspectos de la percepción, y aquellos otros, como Buren, implicados en
Los Ángeles, 1974, otorgó a las paredes de las galerías un componente ideológico, instaurando
de paso el muro móvil de los museos como un mobiliario con poderes críticos insospechables
en una primera instancia. A su vez, esos muros móviles y su uso, a través del display, han
devenido en auténticos fetiches que nos recuerdan y conectan con la C. I. histórica pero sin la
aparatos.
Marcel Duchamp, luego el Minimalismo, el Pop Art y con el Arte Conceptual gran parte de las
contradicciones giran acerca de los marcos y los límites. En la revisión del legado de Duchamp
por parte del conceptual dos son las consideraciones que se tienen en cuenta en la nominación
función político-ideológica de las instituciones en tal tarea, lo que conlleva medir los
parámetros de su poder. Entre estas dos posiciones, una serie de obras llamaban entonces la
modos más o menos críticos y/o afirmativos. Es esta cuestión liminal la que está en juego
cuando nos referimos a la especificidad del medio, el ready-made o la relación entre arte y
interior/exterior del museo, etc. Se trata siempre de negociar con esos límites o fronteras. Lo
que resulta importante aquí es la herencia (o la maldición) del Arte Conceptual desde 1960/70
como un “discurso sobre los límites”, la naturaleza y la razón de ser del arte. Este legado se
reactualizó a partir de la revisión de Duchamp y el resurgimiento del interés crítico por sus
especificidad del medio (pintura y escultura). La discusión gira entonces sobre lo que puede
ser articulado como arte. Se experimenta entonces con la cultura popular como arte, los
objetos no específicos como arte, la política como arte, la idea como arte (el art as idea as
idea), la performance como arte, etc. Después de caer en la cuenta de que cualquier cosa
puede ser arte, pero no todo es arte, el enfoque cambia a cómo o cuando una cosa se articula
constitución de cualquier obra de arte, las instituciones artísticas también funcionan de varias
De este modo, la C. I. se desarrolla como una crítica a la institución artística como una
estructura legitimadora (de lo especial del arte, la estructura de clases, etc.) que implica los
intentos de, en palabras de Buchloh (y cito): “... analizar y exponer las instituciones sociales
el primer lugar”. O también: “Las mismas instituciones en las que la producción artística se
una puesta en escena continua (y crítica) de la producción institucional del objeto como arte,
como un discurso sobre los límites. Su exposición. Si un artista desarrolla una “crítica” se
encuentra ante una posición en la cual el contenido crítico o político y/o la ejecución de la
obra está, inevitablemente, organizada dentro de las estructuras de las que es crítico y de las
juego”. Éstas serán, en lo sucesivo, la reglas del juego. Se produce entonces el primer
movimiento de ampliación del marco, pasando del objeto u obra de arte bajo escrutinio a su
exhibition, y en el texto de presentación declara que “es cada vez más habitual que el objeto de
obra de arte”. En lugar de añadir una obra más al concepto del comisario, escogió una sala ya
comisariada y cubrió los muros bajo los cuadros con papel de rayas. Buren disolvía la
jerarquía entre la obra de arte y su soporte ambiental, señalando a la figura del comisario y a
la exposición como sustitutos del artista y de la obra de arte. En el texto que lo acompañaba,
titulado “Where are the artists?”, Buren realizaba una crítica al protagonismo que los
comisarios de arte comenzaban a adquirir, pues la obra de arte no era más que una mancha de
color en el cuadro, y el cuadro era la exposición. Esto es: la exposición de arte como un cuadro
antes en el Guggenheim de Nueva York, esta nueva obra de Buren plantea lo que ha sido una
clase curatorial actual se deduce de obras como ésta de Buren, en la que la actitud escrutadora
elaborada por Theodor Adorno y Max Horkheimer, y que puede verse desde una perspectiva
(como la desarrolla la Escuela de Frankfurt) es algo que ocurre en arte, lo cual no pasa en
otras esferas de la cultura, en la cultural popular o en el consumo, donde todo gira alrededor
de la afirmación. Esta ha sido una de las funciones del arte en la sociedad, esto es, las
operaciones de negación o rechazo del mundo tal y como es. Somos conscientes, que el
mercado asedia a todo lo que se le resiste para domesticarlo e introducirlo entre sus
En este contexto conviene recordar las palabras de Adorno, cuando en 1949, a su regreso a
Europa de su exilio en los Estados Unidos, plantea la complicidad necesaria del crítico con
aquella esfera que crítica, es decir, la ineludible relación entre la crítica y la industria cultural.
En “Crítica de la cultura y la sociedad” describió el modo en que las fuerzas del mercado
determinados por la crítica cultural, sino por las fuerzas del mercado. El trabajo de los críticos
culturales es dar veredicto al público en general, pero la crítica cultural, por el contrario,
guiada por las fuerzas del mercado es siempre irracional, ya que manipula las mentes del
recombinase lo trascendente y la inmanencia, que “el crítico dialéctico de la cultura tiene que
participar en ella y no participar en ella. Solo entonces hace justicia a la cosa y a sí mismo”.
Estar dentro y fuera al mismo tiempo no parece tarea sencilla sin antes imaginarnos el modo
de este desdoblamiento. Lo que en cualquier caso, para lo que aquí nos importa, se destaca
esa posición de estar dentro y fuera a la vez, entre el interior y el exterior, in y out, que
determina gran parte de la problemática que los artistas de la C. I. establecieron con los
museos e instituciones. En el mismo texto Adorno escribe que “la complicidad de la crítica de
la cultura con la cultura no se deriva de la mera mentalidad del crítico, sino que es impuesta
por la relación del crítico con aquello de lo que habla”. Es posible sustituir las palabras
del artista con la institución no se deriva de la mera mentalidad del artista, sino que es
impuesta por la relación del artista con aquello de lo que habla, a saber, la institución. O en
otro momento también dice: “Como la existencia de la crítica de la cultura, sea cual fuere su
contenido, depende del sistema económico, está enredada en el destino del mismo”. Estos no
son sino ejemplos en los que la negatividad de la crítica no queda sino absorbida, subsumida,
sociales y de mercado.
En este contexto, la abolición del arte como arte genera más arte. Al menos desde el
estado siempre institucionalizada. Solo podía haber emergido dentro de, y, como todo arte,
(1960 y 1970) a una crítica del papel del artista — el sujeto que ejercía la crítica — como
institucional (de la década de 1980), a una crítica de la audiencia como parte constitutiva de la
distribución y recepción del arte, sino a todo el campo del arte como un universo social. En
las obras de los artistas relacionados con la crítica institucional, llegó a abarcar a todos los
sitios en los que el arte se muestra — desde los museos y las galerías a las oficinas
instala allí. También incluye los sitios de la producción de arte, el estudio, así como la
oficina, y los sitios de la producción del discurso del arte: revistas de arte, catálogos,
sitios de la producción de los productores del arte y el discurso del arte: el estudio del arte,
la historia del arte, y ahora, los programas de los estudios curatoriales. Y finalmente, como
Rosler lo pone en el título de su seminal ensayo de 1979, también incluye a todos los
social, la cuestión de lo que está dentro y lo que está fuera deviene en algo mucho más
complejo. Como Fraser escribe que “con cada intento de evadir los límites de determinación
institucionales, para abrazar un afuera, ampliamos nuestro marco y traemos más mundo
dentro de él. Pero nunca escapamos”. “Nosotros somos la institución”, dice. We are the
institution. Concluye que no se trata de criticar a la institución, sino más bien se trata de crear
instituciones críticas, lo que ella llama “las instituciones de la crítica”, establecidas a través del
autónomo, separado del resto del mundo, de la misma manera que “nosotros” no estamos
separados de la institución.
3 Andrea Fraser, “From the critique of institutions to an institution of critique”, Art Forum, Septiembre,
2005.
representando los medios de su propio aislamiento. Progresivamente, en este desarrollo, la
la institución, al museo. Pero como la crítica institucional siempre intenta sobrepasar sus
límites, su destino es ir más allá, ampliando el marco una vez más, pasando a la urbanidad, la
ciudad y la geografía. La institución, entonces, está en todas partes. Los anillos concéntricos o
proceso de ampliación del marco funcionan como un zoom hacia atrás: 1) del objeto u obra de
ciudad, con sus políticas culturales y el rol de los museos en las ciudades, desde la
gentrificación al turismo
solidificar. Por ejemplo, las ideas polémicas de “estética relacional” de Nicolas Bourriaud,
donde la praxis artística existe en un contexto (de laboratorio) para experimentos con
relaciones humanas ya no son “directamente experienciables” sino que se han vuelto borrosas
(Andrea Fraser, Clegg & Guttmann, Christian Philip Müller, Mark Dion) junto con algunos de
los que después serán indirectamente abanderados de lo relacional como Parreno y Gonzalez-
4 Ver “Project Unité à Firminy. Entretien avec Yves Aupetitallot”, revista May, París, op. cit., pp. 85-111.
Foerster.5 La siguiente frase de Liam Gillick para relacionar o vincular ambas, la C. I. y la
Alemania e interesados cada uno por dos estrategias opuestas, la trasparencia y por las velos.
Relacional — se podía percibir una tensión entre aquellos artistas que abogaban por la
transparencia dentro del arte (Renée Green, Clegg & Guttmann y otros asociados con la
galería Christian Nagel), y aquellos que creían que una secuencia de velos y serpenteos podría
ser necesaria para combatir el flujo caótico y el flujo del capitalismo (Philippe Parreno,
Esta genealogía antagónica compartía a artistas como practicantes del espacio y en bastantes
casos el rol del artista como proveedor de servicios dentro de la institución. La transformación
del museo en la década de los noventa fue una realidad. Desde los más pequeños y sociales
Kunstereins germanos al caso más conocido a partir del llamado “efecto Guggenheim” y la
ejemplo de la cultura como recurso, esa misma década da lugar a una nueva
institucionalización que podríamos denominar como experimental, y que surge a la par que la
emergencia de la figura del curator; espacios de menor escala hacen de la institución una
estructura más flexible y moldeable; la exposición se pone en cuestión (a la par que el objeto
multi-disciplina y la espacialización del arte. Surgen las prácticas espaciales críticas. El medio
es el museo.
5 La lista de artistas de esta exposición que tuvo lugar entre el 1 de Junio y el 30 de septiembre incluyó a
artistas tan diferentes como: F. Armaly, J. Barry, C. Von Bonin, T. Burr, Clegg & Guttmann, J. Currin, S.
Dillemuth, M. Dion, A. Frémy, D. Gonzalez-Foerster, R. Green, J. Isermann, M. Kreber, C. Lévêque, T.
Locher, E. Miralles, R. Möller, C. P. Müller, P. Parreno, R. Pettibon, F. Roche, M. Rosler, Jason Simon y
Heimo Zoberning, entre otros.
6 Liam Gillick, “Letters and responses”, October Vol. 115, Invierno (2006), p. 106. (La traducción es
mía).
En estas últimas dos décadas una práctica crítica ha ido asentándose en el interior de
una tradición, con la institución como su objeto de reflexión. Se ha dado de forma simultánea
una confrontación y un conflicto con esas mismas estructuras sociales que habían sido
multifacética de los artistas y su capacidad para intercambiar roles desembocó en una versión
del artista ofreciendo servicios o problematizando la actividad artística como servicio. Los
artistas pasaron de fabricar objetos para el mercado a proveer servicios en el interior de las
obra (artista) y espectador subvertía las posiciones inertes y jerárquicas típicas del arte de los
Fue asimismo en ese periodo que los artistas empezaron a hablar de proyectos en
de la nueva economía, con su reblandecimiento de las formas rígidas, o con conceptos como el
era reconsiderar la economía que envolvía a las estructuras de arte más allá del mercado.
Como una refundación de los postulados del Arte Conceptual y la C. I., una práctica
proyectual intentó pasar desde una lógica representacional a otra de lo real (o en “tiempo
real”), si bien los marcos operacionales muchas veces acabaron inscribiéndose dentro de los
a muchos de estos proyectos seducidos por la estética de la economía y el avance de las nuevas
tecnologías residía en su condición de economía sumergida dentro del sistema del arte, o
7 Sobre la relación entre the-artist-providing-services, la C .I. y la Estética Relacional he escrito este texto,
naturaleza del servicio por efecto del propio marco de representación institucional. Lo
“relacional” tiene mucho que ver con esto. Lo interesante de todo esto está en que algunos
actualización de los modos operacionales del arte conceptual, comenzaron a realizar una
crítica del sistema usando las herramientas del sistema; firmando contratos, cuantificando el
La comisaria Maria Lind hace tiempo que describió cuatro etapas de C. I.. La primera
fase de la crítica institucional, como fue descrita por Benjamin Buchloh, pasa de la estética de
Hans Haacke y Michael Asher, entre otros. Detectar las faltas de las instituciones era el
método preferido, desde una posición exterior. De esta manera la dicotomía entre el sujeto y
la identidad de manera más elaborada, pero todavía apuntando con el dedo a las
instituciones, pero ahora desde dentro. Las obras de finales de los años 80 y principios de los
90 por Andrea Fraser y Fred Wilson son a menudo evocado como ejemplos. A finales de los
90 una nueva o tercera fase podría ser discernida, por ejemplo en la obra de Bikvanderpol y
Apolonija Sustersic, donde los artistas entablan un diálogo más constructivo con las
veces funcionan con su institución, en otras ocasiones contra pero siempre de manera
dialógica y evitando la condena. Como en el caso de Apolonija Sustersic, más que una crítica o
un servicio, su práctica una sugerencia o una insinuación a ser activada, o no. En estos casos
Más recientemente, y según Lind, artistas como Marion von Osten y Carey Young han
formulado una crítica que se podría enmarcar como una cuarta fase. Ahora es el todo
“institución del arte,” el aparato en sí, que está siendo objeto de estudio y desafío, sobre todo
en su aspecto económico. Una vez más desde una posición interior. De esta manera, en los
últimos años hemos asistido a una retórica de la C. I. como un discurso “dentro” de la propia
institución-arte, en un doble gesto comisarial y discursivo que ha generado el concepto de
Ésta denominación describiría una reforzada alianza conclusiva entre los agentes del
dentro de los nuevos centros de arte contemporáneos. Lo que este movimiento muestra no es
la vieja propensión hacia la queja, propia de una situación de impotencia por parte de los
institucionalización hegemónica capitalista (al estilo del modelo Guggenheim), sino un nuevo
reposicionamiento que recupera espacios con anteriores políticas culturales erráticas o con
que aquí cuenta es la certitud de que la evolución de las instituciones en tiempos recientes
debe (y puede) situarse más allá de modelos acríticos importados (que acaban deviniendo en
pesadas losas económicas y sociales) y que han sido establecidos como meros tractores de
banalidad. Pero además, lo que este “nuevo institucionalismo” nos trae es la consideración de
la inevitable vinculación entre comisariado y el arte desarrollado por los artistas como parte
En todo este proceso, la arquitectura juega un papel destacado. Si las relaciones entre
evidentes, no es menos cierto que habitualmente la labor de los arquitectos en el ámbito del
arte ha estado marcada por el desinterés contextual. Sin embargo, se ha producido desde hace
diálogo con los comisarios han elaborado modelos de instituciones más abiertas y
crítica, etc. Este es el mainstream curatorial hoy en día, el nuevo canon discursivo o el manual
estancados allí donde parecía se habían normalizado con el paso de los años. Estas modestas
inaceptable por las partes implicadas (institución, público) son capaces de establecer nuevas
edificios, sino que resulta más coherente partir de lo que ya existe. Por lo tanto, si la C. I. ha
devenido en el primer asidero con el que fortalecer las nuevas instituciones “críticas” ¿dónde
situar las posibles operaciones realizadas desde el afuera de todo este entramado discursivo?
¿Cuándo y por qué las reivindicaciones de periferia dejar de ser políticamente eficaces? Lo
cierto es que no existen paraísos fiscales en el arte situados en extraños lugares desde donde
se puede criticar sin que ninguna posición se resienta o se vea alterada. La postura del artista
como outsider dentro de la sociedad no se sostiene en un careo con las estructuras sociales y
en cuestión. La fórmula empleada en los últimos años ha sido la de operar desde dentro. Más
que nunca, los artistas (y aquellos trabajando con y alrededor de ellos) se ha dado cuenta en
qué grado de profundidad con el capitalismo y la globalización su práctica está vinculada. Las
día.