Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Según Falcón, este agregado reconoce su antecedente en el art. 116 del Código Procesal
Civil italiano de 1940[2], que lo incluye entre los poderes del juez, pero con un sentido
más limitado[3].
Sostienen Serantes Peña y Palma que "La ley 22.434 complementa el inc. 5 -el cual trata
específicamente de las presunciones- con una nueva pauta de valoración, a la que puede
acudir el juez para corroborar su convicción; es decir que no tiene eficacia por sí sola,
sino que únicamente concurre con otras presunciones, o completa la fuerza de cualquier
otro medio probatorio. Se refiere a conductas no expresamente sancionadas en el
Código Procesal"; y agregan: "En cuanto al ámbito de aplicación, advertimos que lo que
el juez debe tener en cuenta es la conducta de las partes, cualquiera que sea el sentido
en que se manifieste -positivo o negativo, en relación con la verdad que se persigue-
tanto quien aporta la mayor cantidad de elementos para su esclarecimiento, como quien
expresa o implícitamente los retacea en una actitud de ocultación"[4].
La conducta asumida por las partes durante la tramitación del pleito, es un elemento
importante a tener en cuenta para emitir la decisión final, pero de carácter general; es
una suerte de indicio genérico que hace a la pretensión toda, o a alguna, si son varias
acumuladas. Inclina a pensar en la razón o sin razón de alguno de los contrincantes. En
principio, no tiene valor probatorio decisivo por sí misma -lo cual sucedería en casos
excepcionalísimos-, sino que coadyuva a la valoración final, a la apreciación definitiva de
los demás elementos que el proceso ofrezca. Es obvio que si de los elementos colectados
en el pleito, la decisión no se presenta dudosa para el magistrado, la actitud de las partes
carecerá de toda relevancia jurídica y quedará simplemente como anécdota; pero en
caso contrario servirá para inclinar la balanza en un sentido o en otro[5].
Es bien conocida la definición de Alsina: "Es todo rastro, vestigio, huella, circunstancia y,
en general, todo hecho conocido, mejor dicho debidamente comprobado, susceptible
de llevarnos por vía de inferencia al conocimiento de otro hecho desconocido"[7].
El indicio es una circunstancia que por sí sola no tiene valor alguno; en cambio, cuando
se relaciona con otras y siempre que sean graves, precisas y concordantes, constituyen
una presunción. Por lo tanto, las presunciones son la consecuencia que se obtiene por
el establecimiento de caracteres comunes en los hechos[8], pues éstas son elementos
que amalgaman y forman pruebas, a través de hechos existentes y aislados en el
proceso, o que también forman y crean todas las estructuras de los hechos, tomando
circunstancias particulares de cada prueba individual. Es así como se puede referir tanto
a hechos aislados, aunque no hayan sido objeto de prueba, como los hechos admitidos
y reconocidos, o a hechos probados, que aunque no determinan asertivamente la
convicción respecto del progreso de la pretensión, en conjunto forman la convicción
hacia un punto determinado[9]. Asimismo, se ha dicho que: "Indicio es el hecho real,
cierto (probado o notorio) del que se puede extraer críticamente la existencia de otro
hecho no comprobable por medios directos, según el material existente en el
proceso. Presunción es el resultado de un raciocinio en cuya virtud de la valoración de
los indicios se concluye que ese otro hecho aconteció. Los indicios constituyen el
presupuesto lógico de la presunción"[10].
Pero no sólo revisten este carácter los hechos debidamente probados -al decir de Alsina-
, sino también los hechos reconocidos y los admitidos[12] -como asimismo los afirmados
por aquél a quien perjudican-, los hechos notorios, evidentes, etc., por cuanto
indudablemente están incorporados al proceso y sometidos al conocimiento del
magistrado, e inclusive no constituyen objeto de prueba (thema probandum), toda vez
que no son hechos controvertidos, pero que de igual manera corresponden ser
valorados por el juez. En este sentido se debe considerar el agregado que la ley 22.434
introdujo como 3er.párr., en el art. 163, inc. 5, CPCCN.[13].
Dentro de las presunciones legales procesales –que en mi manera de ver sólo pueden
ser iuris tantum[28]-, podemos mencionar como ejemplos en el CPCCN.: art.
60, 3er. párr., que dice: "En caso de duda, la rebeldía declarada y firme constituirá
presunción de verdad de los hechos lícitos afirmados por quien obtuvo la declaración";
art. 425, 2º párr., que prescribe: "La confesión hecha fuera de juicio a un tercero,
constituirá fuente de presunción simple"; art. 388, respecto a los documentos en poder
de una de las partes, dispone: "Cuando por otros elementos de juicio resultare
manifiestamente verosímil su existencia y contenido, la negativa a presentarlo,
constituirá presunción en su contra".
Fuera del CPCCN., se puede mencionar la ley 23.511 –creadora del Banco Nacional de
Datos Genéticos-, que en su art. 4, 1er. párr., establece una presunción en contra de
quien se niega a realizar el examen genético para determinar la filiación de una
persona[29]. Volveré sobre ésta en el parágrafo siguiente.
Como ficción legal se puede citar el art. 356, inc. 1, CPCCN., en cuanto establece el
reconocimiento ficto, conocido como "admisión"[30], que el juez debe –como manda
legal- aplicar para el caso de no ser categórica y particularmente desconocida la
autenticidad de los documentos o negada la recepción de las cartas y
telegramas[31] [32]; también el art. 417, 1er. párr., CPCCN., relativo a la confesión ficta
del absolvente que, debidamente citado, no comparece a declarar -sin justa causa-
dentro de la media hora de la fijada para la audiencia, o si habiendo asistido se niega a
responder o lo hace evasivamente[33].
Cuando hace tiempo se contaba únicamente con la prueba hematológica, que permitía
excluir la paternidad, pero no afirmarla positivamente, ya la doctrina y la jurisprudencia
sostenían que la negativa a someterse a la prueba biológica creaba una presunción en
contra de quien asume tal actitud procesal[34]. Allá por la década de los años 70,
sobrevino la prueba de histocompatibilidad (H.L.A. -Human Lymphocyte Antigen-) que,
dirigida originalmente a evitar los rechazos de trasplantes orgánicos en seres humanos,
fue aplicada en las investigaciones de filiaciones, siendo más concluyente que la
anterior, robusteció la opinión imperante[35]. Luego fue superada por la aparición del
A.D.N.[36].
De allí que, como bien señala Kielmanovich, quien rehusa someterse sin justa causa a
una peritación genética, sin duda que lo hace guiado por el temor que le produce el
resultado de la prueba y verse expuesto "públicamente" en sus mendacidades y
dobleces[38], máxime si lo que se debate es el estado de familia de una persona.
Ahora bien, ¿es suficiente la simple negativa injustificada o hace falta algo más?. Tengo
para mí que no basta la simple negativa a someterse al examen genético para conjeturar
el vínculo biológico de quien se rehusa. Las razones que brinde para tal actitud, pueden
tener su origen en innumerables motivos (morales, éticos, religiosos, psíquicos, etc.),
que si bien pueden aparecer injustificados, no por ello se deben soslayar ni dejar de
atender en todos los casos.
En nuestro país, la ley 23.511, que creó –como dije- el Banco Nacional de Datos
Genéticos, establece en su art. 4, 1er. párr.: "Cuando fuese necesario determinar en
juicio la filiación de una persona y la pretensión apareciese verosímil o razonable, se
practicará el examen genético, que será valorado por el juez teniendo en cuenta las
experiencias y enseñanzas científicas en la materia. La negativa a someterse a los
exámenes y análisis necesarios constituirá indicio contrario a la posición sustentada por
el renuente".
Desde hace un tiempo vengo advirtiendo una corriente judicial -desconozco cómo se ha
generado- que sostiene la ineficacia de la prueba confesional por considerar que en la
generalidad de los casos nada se obtiene de ella, de modo que no se ordena su
producción por inconducente.
El dispositivo del art. 415, CPCCN., mejorado en su redacción recientemente por la ley
25.488, establece un medio más para que las partes puedan ejercer plenamente su
derecho de defensa, y encuentra justificativo en que por la forma en que se deben
formular las posiciones, existen hechos que por resultar desconocidos, no pueden ser
afirmados por el ponente; como, asimismo, por la manera en que deben ser respondidas
(categóricamente por sí o por no) vendría necesaria o importante alguna aclaración o
ampliación adicional a la respuesta, que el absolvente silencia porque le sería
desfavorable.
VII. Ponencias.
En virtud de todo lo dicho, someto a la consideración de este Honorable Congreso las
siguientes cuestiones:
1. Recomendar a los jueces una mayor aplicación y explicitación del indicio que
surge de la actitud de las partes antes como durante el proceso.
2. Sugerir una mejor elaboración de los pliegos de posiciones como de las
preguntas que permite el art. 415, CPCCN., aunque no constituya una prueba
directa, como canal para evidenciar actitudes ponderables como indicios que
constituyan fuente de presunción judicial en contra del absolvente.
3. Reformar el 3er. párr. del art. 163, inc. 5, CPCCN., con la siguiente redacción: "La
conducta observada por las partes antes como durante la sustanciación del
proceso podrá constituir un elemento de convicción corroborante de las
pruebas o presunciones, para juzgar la procedencia de las respectivas
pretensiones".
Citar: elDial.com DC2A2
(*) Ponencia presentada ante el XXII Congreso Nacional de Derecho Procesal, Paraná, 12
al 14 de Junio de 2003.Comisión I: Procesal Civil - Tema B: El debido proceso y la prueba
(**) Profesor de Derecho Procesal Civil en las Universidades del Museo Social
Argentino, Católica Argentina y en el Instituto Universitario de la Policía Federal
Argentina, Jefe de Comisión en el Servicio Jurídico Gratuito del Dpto. de Práctica Forense
de la Universidad de Buenos Aires, y director del Instituto de Derecho Procesal Civil y
Comercial del Colegio de Abogados del Dpto. Judicial de San Martín.
Fuente
Leguizamón, H. E. (s.f.). El valor probatorio del comportamiento de las partes antes y durante el
proceso. Publicado en: http://www.eldial.com.ar/nuevo/archivo-doctrina-detalle-
tc.asp?archivo=nt030609.asp&pie=DC2A2%3Cbr%3E&direc=2