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Toxicología forense.

Envenenamientos
4-9-2018

K. Braiton Gonzalez Delgado


MATRICULA: 201801507 PERIODO: OTOÑO 2018
MATERIA: INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA FORENSE
CARRERA: CIENCIA FORENSE
La palabra veneum viene del latín y puede significar veneno o remedio. La diferencia del término
no recae en la naturaleza del venenum sino en la dosis; y en el siglo XVI Paracelso estableció esto
como principio de la toxicología.

Durante el siglo XV era frecuente el uso de venenos arsenicales, sublimado corrosivo y acónito en
los alimentos (sazonados para enmascarar el sabor) por lo que fue necesario establecer una
toxicología médico-legal, alimentando animales con los restos del alimento sospechoso.

En la edad contemporánea se desarrolla un método para evidenciar la presencia de arsénico en


viseras y alimentos, sin embargo, los “envenenadores” recurrieron al uso de vegetales con
alcaloides. Mas tarde (1870), el químico Selmi descubre las ptomanias, logrando diferenciarlas de
los venenos. Este descubrimiento fue trascendental para la toxicología.

El conocimiento de los venenos tiene sus inicios en la descripción de los efectos dañinos de
sustancias; resulta más preciso referirse a las sustancias dañinas como agentes tóxicos, así que
resulta más exacto hablar de “intoxicaciones” en vez de “envenenamientos”.

El diagnostico de una investigación puede ser clínico, biológico o químico según la situación; el
clínico se da a través de los signos y síntomas; el biológico a través de biomarcadores,
experimentación en animales y vegetales o ensayos inmunológicos y radio-inmunológicos; y el
químico a través del aislamiento, identificación y determinación cuantitativa de los tóxicos ante y
post mortem, el cual, normalmente se emplea en toxicología forense.

El efecto y el grado de intoxicación dependerá del agente toxico, dosis, condiciones de salud, ruta
de exposición y su duración y genética. La exposición puede ser aguda (cuando es breve) o crónica
(cuando es prolongada). Por ejemplo, el efecto agudo del benceno es la depresión del sistema
nervioso central, mientras que una exposición crónica incrementa el riesgo a padecer leucemia.

En los casos de intoxicaciones con consecuencias jurídicas, es importante clasificarlas en


accidentales o deliberadas. Las intoxicaciones accidentales resultan de un suceso involuntario o
bien de un acto imprudencial, mientras que en las intoxicaciones deliberadas hay voluntad
(homicidios o suicidios).

En las intoxicaciones accidentales, el agente tóxico suele provenir de una planta, de un animal
venenoso, de contaminantes ambientales, exposición laboral, o bien productos de uso cotidiano
pero muchos de estos accidentes normalmente se resuelven con atención en las salas de
emergencias o siguiendo recomendaciones de cuidado básico; sin embargo, aquellos que resultan
en la muerte requieren de la identificación del agente tóxico y/o la correlación con la
sintomatología.

La incidencia de intoxicaciones por ingesta de plantas venenosas es más común en niños; sin
embargo, los adolescentes pueden llegar a experimentar con éstas con fines alucinógenos, o bien,
los campistas y forrajeros pueden confundirlas con especies comestibles. La variedad de plantas
venenosas es tan amplia, que conviene describirlas a partir de sus toxídromes (síndromes clínicos
que orientan hacia el diagnóstico del paciente), indicando indirectamente qué grupo de sustancias
se pudieron haber consumido.
En la República Mexicana, existen aproximadamente 76 especies de serpientes de interés médico
pertenecientes a las familias Elapidae (cobras, mambas, serpientes de coral, etc.) y Viperidae
(víboras de cascabel); 32 arañas con venenos potencialmente mortales, de las cuales dos
pertenecen al género Latrodectus sp., y 30 al género Loxosceles sp., además de 17 especies de
alacranes del género Centuroides sp. La intoxicación causada por mordedura de serpiente
(ofidismo) es usualmente un fenómeno rural, mientras que la provocada por alacranes
(alacranismo) y arañas (aracnoidismo) son predominantemente urbanos. El diagnóstico
normalmente se divide en clínico y de laboratorio (inmunoensayos).

Las incidencias con exposición a sustancias químicas ocurren con mayor frecuencia gracias a los
productos de uso casero como son los blanqueadores a base de cloro, productos de limpieza
ácidos (a base de ácido clorhídrico), o básicos (a base de sosa cáustica o amoniaco), los limpiadores
de pisos a base de sulfonato de alquilbenceno, así como desinfectantes y desodorantes a base de
cresoles.

En las intoxicaciones deliberadas, el contacto entre la persona y el agente tóxico es intencional. Los
motivos detrás de esta conducta pueden ser diversos y se pueden contemplar dos propósitos
principales: el causar un efecto determinado, como en el caso de la toxicomanía, la sumisión
química y la vulnerabilidad química; o bien causar daño ya sea un homicidio o un suicidio.

Arsénico: Este veneno clásico presenta una química compleja y puede formar muchos compuestos
con actividad nociva, puede inactivar hasta 200 enzimas, entre ellas las involucradas en las rutas de
energía celular, reparación y replicación de ADN, y puede sustituir el fosfato en compuestos de alta
energía como el ATP. La exposición al arsénico ocurre por inhalación, absorción por la piel y,
principalmente por ingestión y los efectos clínicos inicialmente se relacionan al tracto
gastrointestinal e incluyen síntomas como náusea, vómito, cólico abdominal, salivación excesiva y
diarrea profusa acuosa descrita como “agua de arroz ensangrentada”, así como psicosis aguda,
erupciones difusas, cardiomiopatía y convulsiones. En los casos de decesos, la causa de muerte se
atribuye a una severa deshidratación, volumen sanguíneo reducido y consecuentemente, el
colapso circulatorio entre otras señales, dependiendo de la forma de ingesta. El diagnóstico se
realiza en el análisis de sangre, orina y cabello por medio de la cuantificación de arsénico ya sea
por absorción atómica o por cromatografía acoplada a espectrometría de plasma inducido.

Cianuro: El ión cianuro es uno de los agentes tóxicos de más rápida acción. Se absorbe por todas
las vías, incluyendo piel, mucosas y por inhalación. El mecanismo de acción del cianuro es el
bloqueo del transporte de electrones en los complejos de citocromo oxidasa a-a3 y como resultado
se inhibe el proceso de respiración celular. Además, puede ocasionar vasoconstricción arterial
pulmonar y/o coronaria, disminuyendo el gasto cardiaco y en casos extremos, causando shock
cardiaco. Como síntomas inicialmente se presentan una rápida salivación, dolor de cabeza, vértigo,
náusea, sabor metálico, somnolencia, mareos, ansiedad, irritación de mucosas y dificultad
respiratoria. Típicamente, el cianuro tiene un sabor amargo, además de un olor a almendras. Se
presentan síntomas y signos de hipoxia, disnea, bradicardia, hipotensión, arritmias, cianosis y
desvanecimientos. Los casos severos progresan a convulsiones, coma y colapso cardiovascular. Las
técnicas analíticas para determinar la presencia de cianuro en muestras biológicas son técnicas de
microdifusión y análisis espectrométrico, microextracción y cromatografía de gases, o
cromatografía.
Monóxido de carbono: Se relaciona la intoxicación de este gas con eventos donde hay combustión
y ventilación inadecuada; por ejemplo, los suicidios a través del humo del escape de un vehículo. El
monóxido de carbono produce hipoxia tisular y daño celular de etiología inflamatoria e
inmunológica. El efecto hipóxico es el resultado de la gran afinidad que tiene la hemoglobina por
este gas, lo que produce la formación de carboxi-hemogoblina la cual es incapaz de transportar
oxígeno. El cerebro y el corazón son los órganos más afectados dada su alta demanda de oxígeno.
Los síntomas asociados a la intoxicación generalmente empiezan con dolor de cabeza seguidos de
dificultad para respirar, dolor de pecho, náusea, vómito, alteraciones visuales, fatiga, confusión,
coma, convulsiones, fallo circulatorio y respiratorio y muerte. El diagnóstico se realiza mediante la
cuantificación de carboxihemoglobina en sangre a través de métodos espectrofotométricos. En el
examen externo de cadáveres, las livideces presentan una coloración escarlata característica.

Depresores del Sistema Nervioso Central: Este grupo de sustancias comprende sedantes-hipnóticos
(barbitúricos), varios ansiolíticos (benzodiacepinas), alcohol y otras sustancias, tanto
medicamentos (analgésicos opioides) como sustancias de abuso y otras de interés forense (ácido
gama hidroxi-butírico), con un mecanismo de acción similar: la depresión de la actividad del tejido
neuronal excitable, especialmente el sistema nervioso central. El resultado de esta depresión
puede variar desde un ligera somnolencia, algunos niveles de analgesia, hasta la muerte por
depresión respiratoria y cardiaca ya que inhiben la actividad cerebral. Un caso especial son los
opioides que causan efectos de analgesia, somnolencia, decremento de la motilidad
gastrointestinal, náusea, vómito, alteraciones del sistema endócrino, y sensibilidad al dióxido de
carbono del centro respiratorio. En los casos de intoxicación y decesos, se realiza el análisis
toxicológico de muestras de orina, sangre, contenido gástrico y tejidos (según sea el caso) en
búsqueda del agente tóxico o sus metabolitos. La técnica de elección generalmente es la
cromatografía de gases o líquidos acoplada a espectrometría de masas. En el caso del alcohol, se
opta por cromatografía de gases.

La intoxicación es un fenómeno que puede estar involucrado en una controversia jurídica,


dependiendo de las circunstancias en las que ésta se desarrolla. La variedad de casos puede
comprender homicidios, suicidios, accidentes imprudenciales, etc. La interpretación de resultados
del análisis toxicológico no sólo se limita al análisis de los resultados cuantitativos obtenidos en el
laboratorio. Para poder darle un significado a los datos, se debe considerar la tolerancia y las
diferencias fenotípicas entre individuos, y dependiendo el caso, la distribución postmortem. La
información del examen toxicológico puede brindar datos útiles, no sólo para las partes, sino
poblacional y epidemiológicamente. Sin embargo, uno de los grandes retos es que en muchas
investigaciones no realizan pruebas toxicológicas a menos que se sospeche de venenos comunes y
la Clasificación Internacional de Enfermedades se enfoca en suicidios o farmacodependencias, en
vez de las intoxicaciones per se.

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