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Se planteó, igualmente, la revisión de las tarifas para ajustar su valor real al costo
marginal de la energía, aunque se presentaron discrepancias sobre el ritmo
aplicable a ese proceso y sobre las modificaciones de la estructura del servicio
residencial, que permitiera obtener esa meta en condiciones equilibradas para sus
6 estratos socio-económicos. Esta inquietud interpretaba la reacción de la clase
media a la reciente alza "puntual" en los tres estratos superiores. Se analizó, así
mismo, la reorientación del planeamiento, con el concepto de que los proyectos de
generación deben seleccionarse con un criterio de flexibilidad constructiva, para
seguir la evolución de la demanda y reducir los imprevistos técnicos que motivan
el aumento de los plazos de construcción con su secuela de sobrecostos
financieros.
La necesidad del alivio financiero, ya iniciado a través del canje de las acciones de
ISA, resultaba evidente al considerar que el servicio de la deuda en 1991 requería
US$1358 millones, que excedían en 19% los ingresos previstos por venta de
energía, en tanto que para los cuatro añs siguientes descendía a un promedio
anual de US$960 millones. Pero adicionalmente se requería financiar las
inversiones locales para los ensanches, estimadas en una cuantía media de
US$600 millones anuales. Esta iliquidez contrastaba con la dificultad de aplicar
nuevos reajustes tarifarios de carácter "puntual".
Para aliviar esta situación se sustituyeron todas las obligaciones del Icel y la
Hidroeléctrica de Betania, así como la deuda interna de Corelca, mediante la
reversión al Estado de los correspondientes activos, que transitoriamente eran
administrados por encargos fiduciarios mientras se decidía su destino final. Así
mismo se obtuvo un préstamo del BID, por valor de US$150 millones, para
financiar el plan de emergencia y la terminación del proyecto de Guavio.
La historia de las barcazas ha dado mucho que hablar en cuanto al fracaso y las
implicaciones del contrato, pero no se ha comentado la justificación técnica y
económica de esta solución. Por cuanto la disponibilidad de grupos diesel
pequeños, instalados en una barcaza, necesariamente presentaba dificultades
técnicas para su sincronización con la red, en tanto que el valor del arrendamiento
por un año resultaba casi igual al de una instalación permanente en grupos
turbogas, debido al costo de movilización y desmovilización de la barcaza. La
interconexión con Venezuela es también un episodio particular, porque la
capacidad negociada se redujo de 150 a 100 Mw por la insuficiencia del sistema
de transmisión desde la Guajira hasta los centros de consumo y finalmente se
limitó a 60 Mw por efecto de la sincronización de las redes de los dos países. Pero
las noticias de prensa indicaron que la transferencia de energía se había
suspendido por decisión de ISA, debido a que Venezuela aumentó su precio a 7.5
centavos de dólar por kilovatio-hora, que excede el costo internacional para
suministros de energía en bloque y que representa 50% de recargo con respecto
a la tarifa media que pagan los consumidores colombianos.
Bajo esta ley, la iniciativa de prestar y extender los servicios recae sobre el sector
privado y el Estado se encarga de regular, controlar y vigilar su prestación. La Ley
libera las fuerzas del mercado en estos servicios y dota al Estado de mecanismos
muy precisos de intervención de la actividad económica para evitar cualquier
abuso de la posición dominante en materia de precios, calidad o discriminación de
usuarios.
Solidaridad: régimen tarifario tal que los usuarios de mayores ingresos ayuden a
que los usuarios de menores ingresos puedan pagar las tarifas de sus consumos.
Aún cuando este aumento en tarifas se podría considerar como un efecto nocivo
del nuevo marco y de la liberación del mercado de generación, es importante
resaltar los efectos positivos sobre el desarrollo del mercado. Por un lado, los
usuarios perciben en el precio el costo marginal de largo plazo, lo que, en principio,
viabilizaría la financiación de los planes de expansión con base en la iniciativa
privada. Por otro lado, fortalece las finanzas de estas empresas que han
demandado un volumen considerable de recursos públicos.
Cuadro 1.
De acuerdo con la SSPD, el indicador DES, que acumula las horas de interrupción
del servicio de energía eléctrica se redujo casi a la mitad entre el 2000 y el 2001,
pasando de 38 a 21. De igual forma, el indicador FES, que acumula el número de
interrupciones en los circuitos eléctricos cayó de 43 a 20 en este mismo período.