Está en la página 1de 5

Sin tiempo para la felicidad

17/7/2014 | por Tal Ben-Shahar

39
SHARES

¿Por qué necesitamos un día de descanso?

Escribir es mi pasión. El año pasado sin embargo, por un período de unos cuantos
meses, no tenía ganas de escribir, me parecía que era como una especie de rutina,
y no lo encontraba tan satisfactorio como suelo hacerlo. ¿Por qué? Porque una
cosa que he llegado a considerar como uno de los componentes más importantes
para tener una vida feliz estaba faltando: Tiempo.

Durante ese período, estaba dándole los retoques finales a mi libro —yo le había
prometido a los editores que lo tendría listo para final de año—, y al mismo tiempo
estaba viajando por los Estados Unidos dictando talleres y dando charlas. Si bien
estaba haciendo cosas que amo —enseñar y escribir son actividades placenteras y
profundamente significativas para mí— yo me había sobrevendido. Había
comprometido mi felicidad porque simplemente tenía mucho en mi plato.

El hecho de que muchos de nosotros tengamos más compromisos de lo que


somos capaces, puede explicar los sorpresivos resultados de un estudio conducido
por el ganador del premio Nobel israelí Daniel Kahneman y sus colegas. Se le pidió
a un grupo de mujeres que describieran las actividades que habían realizado el día
anterior, y luego que reportaran cómo se habían sentido durante cada actividad.
Las mujeres nombraron actividades como: comer, trabajar, cuidar a los niños,
comprar, viajar al trabajo, socializar, relaciones íntimas, quehaceres domésticos, etc.
El hallazgo más sorprendente fue que, en líneas generales, las madres no
disfrutaban particularmente el tiempo que pasaban haciéndose cargo de sus hijos.

Norbert Schwartz, uno de los coautores del artículo junto con Kahneman, explica
los resultados contraintuitivos del estudio: “Cuando le preguntan a las personas
cuánto disfrutan pasar tiempo con sus hijos, ellos piensan en todos los momentos
hermosos: cuando les leen una historia por la noche, o un paseo al zoológico. Pero
no toman en cuenta los otros momentos, aquellos momentos en los cuales están
tratando de hacer algo y los niños se transforman en un obstáculo”. No hay duda
que los padres consideran que la paternidad es algo significativo —probablemente
la experiencia más significativa de sus vidas— sin embargo, por cuanto que tienen
mucho que hacer, la alegría que derivan de pasar tiempo con sus hijos se ve
fuertemente disminuida. Los teléfonos inteligentes, correos electrónicos, la
autopista de la información —la complejidad en general de la vida moderna—
todo esto contribuye a sentir una presión constante en términos de tiempo, y a
experimentar actividades potencialmente significativas y agradables como simples
obstáculos.

La presión es penetrante y, hasta cierto punto, es responsable por el aumento en


los índices de depresión en nuestra cultura. Estamos, en general, muy ocupados,
tratando de meter a presión más y más actividades en menos y menos tiempo.
Consecuentemente, no somos capaces de saborear y disfrutar potenciales fuentes
de felicidad a nuestro alrededor, ya sea nuestro trabajo, una clase, una pieza
musical, el paisaje, nuestra alma gemela, o incluso nuestros hijos.

¿Qué podemos hacer entonces para disfrutar más nuestras vidas a pesar de la
carrera de locos en la que muchos de nosotros vivimos?

La respuesta a esta pregunta contiene tanto buenas como malas noticias. La mala
noticia es que, desafortunadamente, no hay pastillas mágicas. Debemos simplificar
nuestras vidas, debemos frenar. La buena noticia es que simplificar nuestras vidas
—hacer menos en vez de más— no tiene que ser a costa del éxito.

Shabat: el día de descanso


Uno de los mecanismos más efectivos para simplificar nuestras vidas y bajar el
ritmo es introducir un día de descanso semanal a nuestra rutina.

Tomarse un día cada semana parece, para muchos, un lujo imposible de costear,
cuando en realidad lo contrario es cierto. Si nuestra salud física y mental es
importante para nosotros, si ser exitoso también lo es, no podemos costear
trabajar siete días a la semana. Así como nuestro cuerpo necesita descansar
después de un arduo trabajo (o por lo menos necesita un cambio de ritmo), así
también nuestra mente. Sin descanso, nuestro cuerpo y nuestra mente
eventualmente experimentan fatiga, son susceptibles a sufrir heridas y actúan por
debajo de su capacidad. Shabat, un día de descanso semanal, nos ayuda a
recuperarnos. Emergemos más fuertes, más calmados, y sí, más felices.
Como escribe el comentarista Or Hajaim: Shabat provee no sólo un quiebre de
rutina sino también una inmersión en las delicias físicas y espirituales. Como tal, es
nuestra fuente de inspiración para los siguientes seis días.

¡Simplifica!
El filósofo norteamericano Henry David Thoreau instó a sus contemporáneos en el
siglo 19 a reducir la complejidad de su diario vivir: “¡Simpleza, simpleza, simpleza!
Haz que tus asuntos sean dos o tres, y no cientos o miles; en vez de un millón
cuenta media docena”. Las palabras de Thoreau son incluso más pertinentes hoy en
día, ya que nuestro mundo se hace cada vez más complejo y la presión parece
aumentar a cada nanosegundo.

El tiempo es un recurso limitado y hay demasiadas demandas compitiendo por él.


Nuestra actividad excesiva y el estrés que tantos de nosotros experimentamos la
mayoría del tiempo, nos hacen ser infelices sobre muchas áreas de nuestra vida.
Los psicólogos Susan y Clyde Hendrick señalan la importancia de la simplificación
en una relación sana: “Si podemos ayudar a alguien a simplificar su vida, es decir
reducir los niveles de estrés, es muy probable que las relaciones de esa persona
(incluyendo amor e intimidad) se vean enriquecidas de gran manera. Es más, los
aspectos que ya son positivos en su vida, también se verán enriquecidos
acordemente.”

La abundancia de tiempo es un mejor indicador de bienestar que la abundancia


material.
La psicóloga Tim Passer muestra en su investigación que la abundancia de tiempo
es un mejor indicador de bienestar que la abundancia material. La abundancia de
tiempo es el sentimiento de que uno tiene suficiente tiempo como para realizar
actividades que son personalmente significativas: reflexionar, esparcimiento, etc. La
pobreza de tiempo es el sentimiento de estar constantemente estresado, apurado,
sobrecargado, atrasado. Todo lo que tenemos que hacer es mirar a nuestro
alrededor —y regularmente dentro de nosotros mismos— para reconocer lo
preponderante que es la pobreza de tiempo en nuestra cultura.

Para aumentar los niveles de bienestar, no hay otra solución más que simplificar
nuestras vidas. Esto quiere decir resguardar nuestro tiempo, aprender a decir “no”
más seguido —a personas y oportunidades— lo cual no es fácil. Significa priorizar,
elegir actividades que realmente queremos hacer, mientras que dejamos ir otras.
Afortunadamente, hacer menos no necesariamente significa comprometer nuestro
éxito.
Debemos notar que la mayoría de las grandes figuras espirituales de la historia
judía fueron pastores. Al estar solos, los pastores tienen mucho tiempo para
pensar. No tienen distracciones, ni citas a las cuales asistir. Ellos se comprometen
completamente con el presente, pueden aprovechar las mejores oportunidades de
la vida.

Vemos esto de manifiesto en la historia de Moshé, quien fue pastor en el desierto.


Moshé vio la zarza ardiente y se dijo a sí mismo: “Tengo que investigar este
fenómeno”. Otros también pasaron por ahí sin dar más que un fugaz vistazo. Pero
Moshé tenía la tranquilidad —y más importante aún, el tiempo— de parar, notar y
prestar atención. El resultado cambió la historia de la humanidad para siempre.

Cuando menos es más


En su artículo de negocios de Harvard, “Creativity Under the Gun” Teresa Amabile
disipa el mito de que trabajar bajo presión conduce a mejores resultados: “Cuando
la creatividad es amenazada, generalmente termina siendo asesinada. A pesar de
que la presión de tiempo puede hacer que la gente trabaje más y tenga más cosas
listas, e incluso los haga sentir más creativos, ciertamente causa, por lo general, que
se piense menos creativamente”. Mientras que trabajar duro es ciertamente
necesario para tener éxito, trabajar demasiado duro probablemente dañará ese
éxito.

La presión de tiempo lleva a la frustración, y cuando estamos frustrados o


experimentamos otras emociones negativas, nuestra manera de pensar se ve
constreñida, limitada, es menos extensa y menos creativa. Más aún, Amabile se dio
cuenta de que las personas no están conscientes de este fenómeno y viven bajo la
ilusión que cuando están bajo presión son más creativas. Esto explica por qué es
tan difícil salir de la olla a presión, de la carrera de locos; la percepción de la
creatividad lleva a la perpetuación del estrés.

El estudio de Amabile revela el fenómeno de la “resaca después de la presión”, en


el cual altos niveles de presión disminuyen la creatividad no sólo por el periodo en
el cual la persona se siente presionada, sino también por los días subsiguientes.
Cuando tratamos de hacer demasiado, comprometemos nuestro potencial de
crecimiento, tanto en términos de valores como en términos de nuestro éxito
cuantificable. Como J. P. Morgan, uno de los más creativos y exitosos empresarios
de todos los tiempos dijo, “Yo puedo hacer el trabajo de un año en nueve meses,
pero no en doce”. A veces en realidad, menos es más.
Incluso si las actividades individuales en las cuales estamos involucrados tienen el
potencial de hacernos felices, todavía podemos ser infelices en lo global. Igual
como la más deliciosa comida del mundo —ya sea chocolate, caviar o falafel— no
se puede disfrutar si se consume en grandes cantidades, tampoco nosotros
podemos disfrutar actividades, sin importar cuán potencialmente “deliciosas” sean,
si tenemos demasiado de ellas. La cantidad afecta la calidad; una cosa buena
puede hastiarte.

Un catador de vinos no se toma toda la copa de vino de un solo trago; para


disfrutar plenamente la riqueza del vino el catador huele, prueba, saborea, se toma
su tiempo. Así también, para convertirnos en catadores de la vida, para disfrutar la
riqueza que ésta tiene para ofrecer, debemos tomarnos nuestro tiempo.

También podría gustarte