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Antes de que el dinero existiera, los intercambios entre las personas eran, en cierto modo
complicados, pues éstos se realizaban a través del trueque, el cual funcionaba de la siguiente
manera: existen dos personas X y Y que quieren obtener un bien que el otro posee. Para que se
realice el intercambio entre X y Y se debe generar un escenario en el que ambos quieran negociar
al mismo tiempo y por cantidades simbólicas iguales entre sus bienes. El negocio es exitoso en el
momento que se intercambian los bienes sin la mediación de otro objeto. Esta práctica fue muy
común en las sociedades precolombinas, que en algunos casos derivó en el uso de otros artefactos
‘intermediarios’ que permitían el intercambio tal como telas, cacao, etc (Villegas, 2010; Kiian,
2005; Noejovich, 1993; Taracena, 1982).
Ante el incremento de las actividades comerciales y la complejidad para tasar todos los objetos en
la misma escala de valor, se hizo evidente la necesidad de crear o encontrar algún medio que
sirviera para valorar todas las mercancías y servicios que existían en los mercados y que fuera,
igualmente, aceptado por todas las personas como forma de pago. Lo anterior implicaba
encontrar una mercancía que X estuviera dispuesto a cambiar por su producto y, luego, con esta
mercancía, le pagara a “Y” por su producto, mientras, a la vez, éste la aceptara como forma de
pago y estuviera dispuesto a utilizarla en sucesivas transacciones.
Existieron muchos tipos de mercancías que buscaban cumplir con el anterior propósito, sin
embargo, siempre se encontraban inconvenientes al usarlas: se intentó utilizar ganado, pero no se
podía dividir en pequeñas partes, aceite de oliva (muy divisible, pero difícil de utilizar). Otras
mercancías utilizadas fueron: cerveza, vino, cigarrillos, algunos metales, etc. Estos últimos, los
metales, fueron los que más se acomodaron a las necesidades, pues se podían dividir en pedazos
reducidos, eran fáciles de distinguir, tenían belleza propia, eran resistentes y poseían un valor
propio por ser escasos. La plata y el oro fueron los metales más utilizados, inicialmente en forma
rústica y, luego, de forma más elaborada, en monedas. Sin embargo, la plata se empaña, mientras
que, por el contrario, el oro no, lo cual le daba más ventajas y hacía más fácil detectar
falsificaciones. El único problema del oro es que era muy escaso y las monedas debían ser muy
pequeñas; y por otro lado implicaba también un problema de seguridad asociado a que llevar
monedas de oro era evidente: además de ser pesadas, eran un botín fácil para los ladrones, razón
por la cual se buscó reemplazar las monedas por algo más fácil de cargar que no implicara tanto
peso y peligro, siendo así como se llegó al papel moneda, llamado comúnmente “billetes”, los
cuales, en un principio, podían ser cambiados por oro.
En el caso colombiano, la emisión de papel moneda está circunscrito a las contingencias del siglo
XIX. Es decir, la centralidad de tres (3) Casas de la Moneda, ubicadas en Popayán, Medellín y
Bogotá, y al proliferación de conflictos civiles. Es así que estas condiciones generan el surgimiento
de la banca libre en el país, en donde el “*…+ El sistema se basa en la circulación de moneda
metálica acuñada en las Casas de Moneda sin límite de monto pero mediando un costo de
acuñación. A la circulación metálica se agrega una circulación de billetes emitidos por bancos
privados o mixtos (públicos-privados) de obligatoria convertibilidad en metálico. Todas las
regiones del país adoptan de forma más o menos estricta una regulación basada en el
cumplimiento de la convertibilidad y en la proliferación de instituciones bancarias que compiten
libremente.” (Acuña & Alvarez, 2014).
En esta medida, la circulación de la moneda se va ver complementada por la emisión del papel
moneda, el cual es un título respaldado, inicialmente por metales preciosos. Es así que surge el
denominado patrón oro, que estaba fundamentado por la capacidad de realizar el cambio de los
títulos en equivalencias de oro. Este factor también se ve fortalecido con el rol del Estado y de los
Bancos Centrales como emisores de moneda. Después de la segunda guerra mundial este patrón
oro fue reemplazado por el respaldo del dólar.
El Económico (Οικονoμικός) del escritor griego Jenofonte es una de las primeras obras de
economía y una fuente importante para el conocimiento de la historia social e intelectual de la
Atenas clásica. Además de la economía doméstica, el diálogo trata temas como las cualidades de
hombres y mujeres, sus relaciones, la vida rural frente a la urbana, la esclavitud, la religión y la
educación. Los estudiosos sitúan la redacción de esta obra en los últimos años de la vida de
Jenofonte, tal vez tras el año 362 a. C. Cicerón tradujo el Económico al latín, y la obra fue muy
popular durante el Renacimiento y fue traducida a varios idiomas.
A partir del siglo XI, un claro crecimiento demográfico creó la oferta necesaria de mano de obra,
provocando un aumento de producción que desarrolló el comercio y las ciudades. Surgió entonces
un comercio internacional de largo alcance, creándose una cierta especialización del trabajo;
nacieron varias formas de asociación; surgió el sistema bancario de formas casi modernas, se
generalizo la utilización de instrumentos de crédito. En suma, muchos de los elementos de la
economía moderna surgen como creaciones medievales.
Procurando desempeñar el papel social que le era atribuido la Iglesia desde la Alta Edad Media
formuló una línea propia del pensamiento económico cuyo objetivo era el de reducir el alcance de
la debilitada producción y proteger a los consumidores. La libre iniciativa y la competencia eran
vistas como peligrosas, pues colocarían a los más débiles a merced de los más poderosos.
El Mercantilismo:
En esta nueva fase, las restricciones de los escolásticos al comercio y al lucro fueron prácticamente
puestas al margen, y los comerciantes obtuvieron el reconocimiento de la comunidad y del Estado.
Se desarrollaron sentimientos nacionalistas, se registraron grandes transformaciones políticas y
sociales. Los Estados trataron de acumular metales preciosos, símbolos y bases de la potencia
económica y de la riqueza nacional.
Por ello para evitar que se tuvieran más importaciones que exportaciones, se llegaba a incurrir en
un conjunto de normas impuestas por el Estado que ocasionaban malestar entre los productores y
la sociedad en general; por ello se tuvo que recurrir a otro sistema económico; el liberalismo.
El Liberalismo:
Las reacciones a la política mercantilista condujeron al liberalismo económico, defendido por dos
importantes escuelas que se desarrollaron particularmente en Francia y en Inglaterra en la
segunda mitad del siglo XVII. En ese periodo, además se inicio la fase científica de la economía, al
mismo tiempo en que las grandes naciones pasaban como profundos cambios como la Revolución
Industrial de Inglaterra.
Las dos corrientes liberales más significativas de la mitad del siglo XVIII fueron la escuela Fisiócrata
en Francia y la Escuela Clásica en Inglaterra. Con ellas, la economía adquiría la jerarquía de ciencia.
La Escuela Fisiocrática:
La superioridad de la agricultura sobre el comercio y la industria. Para los fisiócratas solo la tierra
es fuente de riqueza. Las clases sociales no involucradas en la agricultura fueron consideradas
estériles.
La Escuela Clásica:
El liberalismo económico defendido por los fisiócratas fue también la base de la escuela clásica de
la economía desarrollada en Inglaterra. Esta nueva escuela comienza con la publicación, en 1776
de “Wealth of nations” (Riqueza de las naciones), obra en la que el escocés Adam Smith se opuso a
las ideas mercantilistas, considerando que la riqueza y el poder nacional no deberían limitarse a las
existencias de metales preciosos.
Establece principios para el análisis de valor, de la división del trabajo, de los lucros, de las
ganancias y de la renta de la tierra, y desarrolla teorías sobre la distribución, el crecimiento
económico, la intervención del Estado, la formación y la aplicación del capital.
En este periodo, bajo la expansión del capitalismo surgieron no sólo una, sino distintas crisis de
sobreproducción que desmintieron las clásicas leyes del ajuste automático de la oferta global,
además de serios problemas sociales. Generadas entonces; por un conjunto de problemas sociales
y económicos surgieron las Escuelas Histórico Alemanas y la Socialista.
La escuela histórico alemana proponía no sólo una amplía revisión de los métodos de investigación
de los economistas clásicos, sino además, la sobreposición del Estado al individuo. Postulaban que
los intereses individuales deberían subordinarse a los intereses colectivos y estos a los intereses
nacionales.
La Escuela Socialista:
A pesar de que la escuela histórico alemana haya representada la más aguda reacción
metodológica a la escuela clásica, la principal reacción, al clasicismo, desde el punto de vista
político e ideológico, fue desarrollada por los socialistas; particularmente por Karl Marx y Friedrich
Engels.
Partiendo de la teoría clásica del valor, Marx llegó a definir, con desarrollos teóricos en forma
definitiva, la parte del producto nacional resultante del trabajo es “indebidamente apropiado por
los empresarios capitalistas”. En la historia del pensamiento económico, pocas obras promovieron
un impacto tan grande y provocaron importantes modificaciones en el orden económico de varias
naciones como “El capital de Marx”.
El Marginalismo:
Al considerar que la economía debería partir del análisis de las necesidades humanas y de las leyes
que determinan la utilización de los recursos disponibles para satisfacerlas. La revolución marginal
procuro, dentro de ese espíritu y contradiciendo los planteamientos objetivos de la escuela clásica,
histórico y socialista, analizar las características subjetivas de las escalas de preferencia
individuales, a las necesidades humanas y de la actividad económica desarrollada para saciarlas.
El Keynesialismo:
De inicio, Keynes trato entonces de estudiar las determinantes del nivel de empleo y del ingreso
nacional y demostró que el Estado debería de participar en la actividad económica, tratando de
compensar la disminución de las inversiones privadas en los periodos depresivos o las crisis
económicas.
DEFINICIÓN DE
SISTEMA ECONÓMICO
Se conoce como sistema económico al conjunto de factores económicos que interactúan en una
determinada región. Se trata de la estructura resultante de la producción, la distribución y el
consumo de servicios y productos.
Mientras que las necesidades son infinitas, los recursos son limitados. El sistema económico, cuyo
diseño depende de la política, determina el modo de distribución de estos recursos finitos. El
objetivo es los diferentes actores del sistema económico puedan interactuar de manera armónica
para cumplir con los objetivos colectivos.
Varios son los elementos que podemos determinar que son fundamentales dentro de lo que es
cualquier sistema económico. En concreto, entre los más significativos están los siguientes:
-El sistema de incentivos, que establece lo que son los mecanismos que determinan lo que es la
participación de los distintos agentes económicos en la actividad económica.
-Los derechos de propiedad, que vienen a indicar quiénes son los dueños y quiénes controlan los
distintos medios de producción.
-Los llamados mecanismos de coordinación, que vienen a determinar no sólo cómo se emplean los
factores de producción existentes, como es el caso del capital o de la tierra, sino también de qué
forma se toman las decisiones al respecto.
Debido a que existen necesidades básicas cuya satisfacción es indispensable para que una persona
sobreviva o lleve una vida digna, todo sistema económico debería apuntar a asignar sus recursos
de modo que dichas necesidades puedan ser satisfechas. Sin embargo, las relaciones de poder y
las fuerzas que actúan en el mercado hacen que muchos sectores de la sociedad no puedan
satisfacer sus necesidades, mientras que otros se quedan con muchos más recursos de los que
necesitan.
Los sistemas económicos pueden orientarse al libre mercado (permite que la mayoría de los
recursos sean asignados a través del juego de oferta y demanda), estar centralizados (el Estado
decide cómo se asignan los recursos) o ser mixtos (combina la planificación estatal con cierta
libertad de mercado). Estas decisiones sobre la economía están vinculadas a la postura política e
ideológica del gobierno de turno.
El capitalismo o libre mercado es, sin lugar a dudas, uno de los sistemas económicos más
generalizados en el mundo. Sobre el mismo, además de lo expuesto, merece la pena conocer otros
datos de interés, tales como estos:
-Uno de los principales y más conocidos defensores del mismo fue el escocés Adam Smith (1723 –
1790), que además está considerado como una de las más importantes figuras dentro de la
economía de todos los tiempos.
-El sector público no interviene directamente en lo que es la economía, pero sí procede a
establecer y fijar lo que son las leyes que se encargarán de permitir el libre desarrollo y acción de
los mercados.
-Las empresas se dejan guiar básicamente por lo que es su objetivo de obtener el mayor beneficio
posible.
-Quienes están en contra de este sistema le echan en cara principalmente que provoca una
desigual distribución de lo que es la renta.