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LA ESQUIZOFRENIA

Según la Asociación Americana de Psiquiatría, la Esquizofrenia es un desorden


mental crónico y severo cuyos principales síntomas incluyen alucinaciones,
desordenes del pensamiento y de la concentración, desordenes motrices, afecto
plano, habla deficiente, función ejecutiva pobre, problemas con la memoria de
trabajo y falta de motivación. Los pacientes esquizofrénicos a menudo pueden
parecer perdidos de la realidad.

Desde la literatura del siglo XVII, es posible encontrar episodios de alucinaciones


visuales y auditivas, acompañadas de comportamientos inusuales y revoltosos. Es
interesante descubrir que, pese a que no se contaba con tratamientos como los que
hay hoy en día, este conjunto de síntomas era visto como un problema médico en
vez de ser pensado como alguna posesión espiritual.

No fue sino hasta el siglo XIX cuando se describió el término Esquizofrenia por
primera vez. Fue el Dr. Emil Krapelin, director de la clínica psiquiátrica de la
Universidad de estonia, quien por primera vez relacionó los síntomas de la
enfermedad, aunque en un principio la llamó “Demencia Precoz”. El Dr. Krapelin era
creyente de que la enfermedad por lo general siempre tendía a empeorar y si se
daba una mejoría en el tiempo, esta sería parcial y no definitiva. Aunque aún faltaba
mucha tela por cortar en el entendimiento de la Esquizofrenia, el Dr. Emil fue un
pionero que ayudó a diferenciar esta condición de otros desordenes psicóticos
conocidos.

Tiempo después, Eugen Bleuler amplió las ideas de Krapelin en el diagnóstico de


la condición y acuñó el término esquizofrenia. Este, a diferencia de su predecesor,
creía que los pacientes podían mostrar señales claras de mejoría con el tiempo.

La Alemania Nazi fue un periodo desafiante para quienes padecían esquizofrenia,


no solo porque miles de personas con la enfermedad murieron como resultado, sino
también porque durante este capítulo oscuro de la historia europea moderna
representó una amenaza constante para los pacientes esquizofrénicos frente a los
seguidores de la eugenesia. Durante la década de 1930, el régimen Nazi se propuso
como meta erradicar la esquizofrenia de la raza, incluso mediante el uso de la
eutanasia.
Uno de los métodos alemanes para diagnosticar y eliminar a los esquizofrénicos,
consistió en que los pacientes debían ser evaluados por 3 doctores diferentes, en
caso de que dos de ellos coincidieran en el diagnóstico de la esquizofrenia, la
persona debía morir; al principio por medio de inyecciones letales y más tarde con
la implementación de las cámaras de gas.
Lamentablemente, los tratamientos se tardaron en llegar, y sólo a mitades del siglo
XX los científicos lograron desarrollar nuevos tipos de medicamentos
antihistamínicos que demostraban ser efectivos también para el control de los
síntomas de la esquizofrenia. Esta fue la primera generación de los nuevos
antipsicóticos o neurolépticos llamados antipsicóticos típicos.
Pese a que parecían funcionar en la reducción de la sintomatología asociada a la
esquizofrenia, se encontró que los antipsicóticos típicos tendían a causar serios
efectos secundarios como la sedación y los temblores. A partir de 1980 se
introdujeron nuevas generaciones de antipsicóticos con menos efectos colaterales
y que además influían positivamente en otros síntomas propios de la enfermedad
como la apatía y el letargo.
A pesar de las muchas investigaciones que han sido llevadas a fin para descubrir
las causas exactas de la esquizofrenia, hoy en día no es posible adjudicar una única
causa para el padecimiento de esta enfermedad dado que se puede presentar por
una combinación de carga genética y ambiental.
Los científicos han descubierto que no se trata únicamente de la existencia de un
gen asociado a la esquizofrenia, sino de una serie de cambios genéticos o
mutaciones que aumentan las posibilidades de padecer esta enfermedad.
Los psiquiatras tienes a dividir la esquizofrenia en 5 subtipos: catatónica,
desordenada, paranoide, residual y no diferenciada.
Pese a la existencia de esta clasificación, hay especialistas que difieren y hablan de
la esquizofrenia como un desorden espectral que incluye todos las sub categorías
mencionadas anteriormente. “Es un grupo de problemas mentales relacionados que
comparten algunos síntomas. Son como variaciones en un tema en música. Afectan
el sentido de la realidad. Cambian los pensamientos, sentimientos y el actuar.”
En otras palabras, los médicos pueden categorizar la enfermedad basados en los
síntomas principales para hacer un diagnóstico más específico. Pero en lugar de
decir que se padece esquizofrenia paranoide, debería decirse que se padece
esquizofrenia con paranoia, por ejemplo.

Los pacientes esquizofrénicos son frecuentemente estigmatizados y rechazados


por ser considerados peligrosos y/o violentos. Pero la realidad es que cuando se
está en tratamiento, un esquizofrénico no representa una amenaza para la sociedad
diferente a la de la población general. Lamentablemente, un grupo representativo
de los pacientes esquizofrénicos (cerca del 40%) no recibe terapia, abandonan la
medicación o la toman interrumpidamente, provocando un empeoramiento de los
síntomas y un deterioro cognitivo producto del trastorno.

Por otro lado, contar con un paciente esquizofrénico dentro del núcleo familiar
representa un impacto directo sobre todos los miembros pertenecientes al mismo.
“Desde las primeras descripciones de la esquizofrenia se sospechó acerca de la
contribución de la familia al establecimiento y curso de la enfermedad. En la
segunda mitad del siglo XX surge el concepto de emoción expresada para referirse
al estilo de comunicación prevalente dentro de una familia. La alta emoción
expresada, determinada por altos niveles de criticismo, hostilidad o sobre
implicación emocional hacia el paciente, está reconocida como uno de los mejores
predictores ambientales de recaída en esquizofrenia.” Se ha encontrado que “las
intervenciones familiares disminuyen el número de recaídas mediante la reducción
de la expresión emocional, el estrés y la carga familiar. El modelo de atención
comunitaria en el trastorno mental grave debe implicar el compromiso de dotar a la
familia del paciente de las herramientas suficientes para afrontar la enfermedad de
forma digna.”
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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García Ramos, Paloma Roxana, Moreno Pérez, Ana, Freund Llovera, Namdev, &
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