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Rehabilitación y protetización
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Capítulo 16

REHABILITACIÓN DEL AMPUTADO


VASCULAR
Lluís Guirao Cano y Antoni López Pujol

INTRODUCCIÓN

La rehabilitación del paciente con una amputación de causa vascular será dife-
rente según el tipo y el nivel de la amputación, las patologías asociadas, la edad del
paciente y su nivel funcional previo.
En adultos, las causas más frecuentes de amputación son las enfermedades oclu-
sivas arterioescleróticas y las complicaciones de la diabetes mellitus, seguidas de
los traumatismos y los tumores. En niños, las principales causas son los defectos
congénitos, los traumatismos y los tumores.
Los factores de riesgo de las amputaciones vasculares son bien conocidos, y se
asocian, en diversos grados, a1,2:

• El tabaco.
• La diabetes mellitus.
• Trastornos del metabolismo de los lípidos.
• La hipertensión arterial.

Los pacientes que han sufrido una amputación de causa vascular son, con fre-
cuencia, pacientes de edades avanzadas y que están débiles debido a las comorbi-
lidades. A menudo poseen importantes antecedentes médicos y quirúrgicos, y pre-
sentan, en general, una o varias patologías propias de la edad avanzada. Estas dos
características los hacen especiales a la hora de plantear el proceso de rehabilita-
ción y protetización. Otro dato importante que hemos de tener en cuenta es que
la extremidad contralateral estará muchas veces afectada.
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Tratamiento rehabilitador
Equipo multidisciplinario

Médico rehabilitador
Fisioterapeuta Cirujano

Técnico ortopédico Paciente amputado Psicólogo

Terapeuta ocupacional Asistente social


Personal auxiliar

FIGURA 1. Equipo multidisciplinario.

EQUIPO MULTIDISCIPLINARIO

El proceso de rehabilitación se lleva a cabo con la colaboración de un equipo mul-


tidisciplinar formado por las siguientes personas2:

• Médico rehabilitador. Dirige el proceso de rehabilitación y es el coordinador del


equipo. Es el encargado de evaluar al paciente teniendo en cuenta las patologías
asociadas que presente, y es el responsable del proceso de rehabilitación desde la
fase previa a la protetización, así como de la indicación del tipo de prótesis más
adecuada para el paciente.
• Cirujano. Realiza la amputación y los controles del muñón. El cirujano debe inten-
tar conservar un brazo de palanca óseo lo más largo posible sin que afecte a la
protetización, con los extremos romos. También debe tratar de que las zonas cutá-
neas sobre las que se ejercen las principales presiones tengan el mejor tropismo
posible, evitando las cicatrices o los injertos en esos puntos. Debe trabajar con-
juntamente con el médico rehabilitador para decidir cuál será el nivel de ampu-
tación más adecuado, para que el paciente aproveche al máximo los distintos tipos
de prótesis existentes en el mercado.
• Fisioterapeuta. Es el encargado de la reeducación funcional del paciente antes de
adaptarle la prótesis, reeduca la marcha y entrena la colocación y el uso de la pró-
tesis. El fisioterapeuta debe tratar de conservar una libertad articular de forma
que no aumenten las presiones sobre el encaje de la prótesis, provocadas por las
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contracturas en flexión. También se ocupa de que los sistemas motor, cardio-


vascular y respiratorio recuperen su máxima eficacia.
• Terapeuta ocupacional. Colabora en el aprendizaje de la colocación de la próte-
sis, y ayuda a conseguir la autonomía en las actividades de la vida diaria y a utili-
zar la silla de ruedas por si fuese necesario.
• Técnico ortopédico. Se encarga de que las fuerzas que se ejercen entre el muñón
y el encaje se repartan sobre la mayor superficie posible gracias a un encaje de
contacto bien adaptado. También debe limitar las presiones, alineando correc-
tamente los elementos protésicos subyacentes.
• Asistente social. Asesora al paciente sobre cuestiones como su reincorporación
laboral, sus derechos y los procedimientos para la catalogación de su minusvalía.
• Psicólogo. Ayudará a superar el trauma psicológico.
• Personal auxiliar. Enfermera, auxiliar y celador.
• Paciente. Aporta su punto de vista en la toma de decisiones. Es importante que
conozca, antes de iniciar la protetización, los objetivos funcionales y de marcha
reales que se pueden conseguir con el uso de la prótesis. Debe comprender que,
a veces, los mejores componentes de una prótesis no son los más indicados para
él; hay que tener siempre presente la seguridad a la hora de andar, como por ejem-
plo en el caso de tener que colocar rodillas de bloqueo.

Es esencial que exista un método de organización de las actividades del pacien-


te que sirva para proporcionar el contacto necesario entre los distintos especialis-
tas relacionados con la rehabilitación (cirujano, rehabilitador, fisioterapeuta, tera-
peuta ocupacional, técnico ortopédico y asistente social).
El papel de los integrantes del equipo multidisciplinar encargado de la atención
del paciente amputado consiste en reducir al máximo las presiones sobre la piel,
con el fin de optimizar el resultado funcional de la prótesis.

FASES DE LA REHABILITACIÓN1,2

FASE PREQUIRÚRGICA

Esta fase empieza cuando se toma la decisión de la amputación. Sin embargo, no


siempre se puede evaluar al paciente antes de la amputación, ya que los aconteci-
mientos, a veces, lo retrasan hasta el período posoperatorio. Esta evaluación iden-
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tifica los factores premórbidos que pueden afectar a los resultados funcionales y
que pueden limitar la protetización, como enfermedades neurológicas, cardiopul-
monares o musculoesqueléticas.
La comunicación entre los diferentes miembros del equipo, el paciente y la fami-
lia es esencial. Hay que analizar el estado físico del paciente, las enfermedades
asociadas, el nivel de consciencia y el nivel de amputación. Debemos informar al
paciente y a la familia sobre las consecuencias funcionales de la amputación y del
proceso de la rehabilitación.
Durante esta fase, el paciente suele comprender el programa terapéutico mejor
que durante la fase posoperatoria, por lo que se le puede instruir en ejercicios tera-
péuticos, enseñarle a andar con soporte técnico, proporcionarle técnicas de rela-
jación, etc.
En esta fase es importante, siempre que sea posible, evaluar el equilibrio articu-
lar del paciente. Si presenta una cadera con una contractura en flexión, por ejem-
plo, dependiendo del resultado del tratamiento rehabilitador podremos orientar-
nos sobre el nivel de amputación. Así, si no se puede resolver el flexum de cadera,
el mejor nivel de amputación estará en el tercio medio del fémur, para así evitar el
adelantamiento del eje de la pierna tras la protetización; en cambio, si mejora o se
soluciona el flexum, es mejor la desarticulación de la rodilla, por todos los benefi-
cios que este nivel aporta.

FIGURA 2. Prótesis provisional para la


desarticulación de la cadera.
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Taylor et al. realizaron una revisión retrospectiva en la que analizaron los fac-
tores de pronóstico prequirúrgicos relacionados con el fracaso para utilizar una pró-
tesis, que son: edad avanzada, alto nivel de amputación, amputación bilateral, taba-
quismo, insuficiencia renal terminal, enfermedad arterial coronaria, demencia, déficit
nutricional, cirugía vascular anterior y nivel funcional previo3 (tabla 1).

Tabla 1. Factores de pronóstico negativo prequirúrgicos


• Edad avanzada • Alto nivel de amputación
• Amputación bilateral • Tabaquismo
• Insuficiencia renal terminal • Enfermedad arterial coronaria
• Demencia • Déficit nutricional
• Cirugía previa vascular • Nivel funcional previo

FASE POSQUIRÚRGICA

El período de hospitalización de estos pacientes suele durar entre 10 y 15 días si no


existen complicaciones asociadas. En este tiempo, debemos recomendar la eleva-
ción permanente del muñón durante las primeras 24 horas, y a partir del segundo
día cuidados posturales del muñón evitando posturas que favorezcan la deformi-
dad en flexión; para ello se aconseja también ocupar una posición prona dos veces
al día durante 15 minutos.

FIGURA 3. Vendaje del


muñón femoral.
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FASE PREPROTÉSICA

Esta fase previa a la protetización suele durar entre 6 y 10 semanas en enfermos vas-
culares amputados de extremidad inferior, y entre 3 y 6 semanas en pacientes ampu-
tados de extremidades superiores.
Los cuidados posoperatorios deben comenzar lo antes posible después de la inter-
vención, y son muy eficaces porque previenen la aparición de problemas ortopédi-
cos y de complicaciones propias del decúbito. En el posoperatorio inmediato se
requiere un control médico de aquellas alteraciones que pueden interferir con la
rehabilitación: diabetes mellitus, cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca con-
gestiva e insuficiencia renal. Mantener el estado nutricional es un factor decisivo
para la curación de la herida quirúrgica, y facilita la adquisición de la fuerza mus-
cular necesaria para movilizar la prótesis2,4,5.
Los objetivos de esta fase se resumen en la tabla 2.

Tabla 2. Objetivos de la fase preprotésica


• Curación de la herida
• Control del dolor
• Mantenimiento del equilibrio articular de las articulaciones proximales a la amputación
• Potenciación de la musculatura residual necesaria para la compensación biomecánica
• Preparación del muñón para la protetización
• Reeducación de las tranferencias y las AVD
• Educación sobre el proceso de protetización y las expectativas funcionales
• Apoyo psicosocial
AVD: actividades de la vida diaria.

Los principales cuidados del muñón consisten en asegurar la curación de la heri-


da, controlar el dolor, minimizar el edema y prevenir las contracturas articulares.
Inspeccionar el muñón permite conocer día a día las posibles dificultades y defi-
nir los objetivos terapéuticos3,6,7, que son:

• Una herida dolorosa.


• Una úlcera que coincide con el nivel de apoyo de la prótesis.
• Insensibilidad como consecuencia de la neuropatía diabética.
• Adherencia osteocutánea, a menudo en el extremo de la tibia o a la altura de la
cicatriz.
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• Una actitud viciada.


• Un edema grave, que produce la inestabilidad del muñón por su volumen.

FIGURA 4. Muñón tibial.

Los pacientes en los que la causa de la amputación ha sido una isquemia rela-
cionada con la arterioesclerosis o la diabetes mellitus pueden padecer problemas de
insuficiencia arterial cerebral y cardíaca. Por ello, hay que conocer el estado pul-
monar y cardíaco mediante monitorización para saber si el paciente es capaz de
tolerar el programa de ejercicios de la rehabilitación.
La presencia de una comorbilidad como la retinopatía diabética, la polineuro-
patía periférica, la nefropatía y la artropatía degenerativa puede influir en los resul-
tados de la rehabilitación8.
El estado nutricional es muy importante para la curación de la herida quirúrgi-
ca y para mejorar la fuerza muscular; por ello, es necesaria la monitorización.
Una evaluación psicológica y cognitiva es también fundamental para saber si el
paciente puede participar en un programa de rehabilitación.

Principios fundamentales

Para cualquiera que sea el nivel de amputación o el tipo de cirugía, la rehabilita-


ción se basa en el trabajo muscular, factor primordial para el desarrollo de la cir-
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culación colateral. La deambulación, por este motivo, es de vital importancia. De


hecho, es el elemento central de la rehabilitación y del tratamiento de la arteritis en
general. Se trata de provocar una vasodilatación de todo el árbol arterial de ambos
miembros inferiores mediante un trabajo muscular global, dinámico e intermitente.

FIGURA 5. Ejercicios previos a la protetización.

Cuando la cicatriz quirúrgica lo permita, generalmente alrededor del segundo


día, se comienza con el vendaje compresivo decreciente proximal, hasta la raíz del
muslo en las amputaciones transfemorales, o incluyendo la articulación de la rodi-
lla si el nivel de amputación es transtibial9,10.

FIGURA 6. Técnica de vendaje del muñón femoral.

Uno de los objetivos principales es el vendaje correcto del muñón. El tipo de ven-
daje será diferente según el nivel de amputación, pero siempre debe realizarse correc-
tamente para modelar el muñón. Las funciones del vendaje son las de reducir el ede-
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ma y mejorar el dolor. El drenaje del edema reduce e incluso hace desaparecer los
dolores, facilita la cicatrización y permite la colocación posterior de una prótesis.
Frente al clásico vendaje tipo Velpeau, se están introduciendo en el mercado sili-
conas que realizan la misma función, pero sin la necesidad de aprender a colocar
correctamente el vendaje, dado que tan sólo se debe colocar el encaje de silicona.
También tienen la propiedad de facilitar la cicatrización del muñón y moldear
éste más fácilmente, acostumbrando al paciente a llevar el material que utilizará
cuando lleve la prótesis11.
Cuando el paciente esté en la cama, debe mantener una correcta posición que
evite la aparición de contracturas del muñón, como la flexión de la cadera y/o rodi-
lla. En los amputados femorales se evitarán las contracturas de los flexores, abduc-
tores y rotadores externos de la cadera, y en los amputados tibiales las de los fle-
xores de la rodilla. Este punto es muy importante, puesto que puede influir en el
resultado final de la rehabilitación.

FIGURA 7. Posiciones incorrectas en la cama.

Cuando el paciente, después de la amputación, esté médicamente estable, ini-


ciaremos ejercicios de potenciación y resistencia, dando importancia a los múscu-
los proximales al muñón que eviten las contracturas articulares.
La rehabilitación durante esta fase consistirá en los cuidados locales del muñón,
en mejorar el equilibrio muscular y en aumentar el equilibrio articular de la extre-
midad amputada y de la contralateral, de acuerdo con la edad y el estado general del
paciente. También es importante iniciar ejercicios de potenciación de las extremi-
dades superiores para facilitar la posterior propulsión de la silla de ruedas, las trans-
ferencias y el uso de andadores o de muletas.
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FIGURA 8. Potenciación del muñón de amputación.

Progresivamente, iniciaremos la sedestación, según tolerancia. En esta fase segui-


remos con los ejercicios de potenciación de la extremidad amputada y de la con-
tralateral, ejercicios para aumentar el equilibrio articular, ejercicios respiratorios y
de equilibrio del tronco.
Una vez que el paciente mantiene una sedestación adecuada y prolongada, ini-
ciaremos la bipedestación. El edema del muñón suele aumentar por las variaciones
bruscas de la presión hidrostática derivadas de la verticalización. Para evitar esto,
es imprescindible verificar, cada vez que el enfermo se levanta, que el vendaje está
bien colocado.
La bipedestación se iniciará de forma más segura en las barras paralelas, si se
desea con la ayuda de un espejo de cuerpo entero para que el paciente tome con-
ciencia sobre su esquema corporal. Corregiremos cualquier actitud en flexión o
aducción del muñón2,3,12.
Cuando el paciente haya conseguido un buen equilibrio en las paralelas, inicia-
remos la bipedestación con andadores y/o muletas. Hay que reeducar la marcha sin
la prótesis para las ocasiones en las que ésta no pueda utilizarse, progresivamente
por paralelas, y fuera de ellas con andadores y muletas. Esta etapa es importante
porque le da al paciente una autonomía indispensable de manera inmediata, a la
espera de la protetización.
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FIGURA 9. Bipedestación en
un paciente amputado
femoral.

Además del entrenamiento de la bipedestación y la marcha, se deben añadir una


serie de habilidades conocidas como las actividades de la vida diaria (AVD), ya des-
de el inicio del proceso de rehabilitación: higiene personal, vestirse, comer e ir al
baño. Esta tarea es responsabilidad del terapeuta ocupacional, y en el capítulo corres-
pondiente se explica con más precisión.

FASE PROTÉSICA

El paciente con una amputación de la extremidad inferior puede beneficiarse del


uso de una prótesis provisional, que le permitirá adaptarse mejor a la nueva situa-
ción en la que se encuentra y le ayudará a conseguir los objetivos funcionales pre-
tendidos.
En cuanto el estado del muñón lo permita, generalmente a partir de la cuarta
semana, se empezará a utilizar la prótesis provisional hasta que la estabilidad del
volumen del muñón permita colocar la prótesis definitiva, generalmente después
de 3 a 6 meses13.
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Una vez que el paciente posee la prótesis, entramos en la fase de entrenamiento


protésico, que servirá para enseñar a caminar con ella, a ponérsela y a quitársela el
propio paciente solo o con ayuda de otra persona. El aprendizaje de la marcha se
hace primero en paralelas y después fuera de ellas, con o sin ayuda de muletas.
Posteriormente, se le enseñará a subir y bajar escaleras y rampas, a sentarse y levan-
tarse de la silla, a salvar obstáculos, etc. El tiempo de tratamiento protésico suele
durar alrededor de 4 meses desde el inicio de la rehabilitación9,14.

FIGURA 10. Reeducación de


la marcha.

Durante la fase de entrenamiento protésico hay que vigilar el estado de la piel,


inicialmente cada 10 ó 15 minutos después de utilizar la prótesis. Algunos pacien-
tes sólo pueden llevar la prótesis 1 ó 3 horas al día durante la primera semana;
este tiempo se incrementa gradualmente.
La estabilización del muñón tiene lugar hacia los 4 meses, cuando su volumen
no varía y aparece la atrofia de los tejidos blandos. En este momento se puede pres-
cribir la prótesis definitiva.
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Un protésico es tan bueno como lo es la información que recibe del usuario de


la prótesis. Sin la constante aportación y participación del paciente, el protésico no
puede mejorar la función y la comodidad. Lo más importante es que la primera con-
sulta con el protésico sea informativa. La información mutua es esencial. El profe-
sional debe transmitir competencia, conocimiento, comprensión y paciencia. El
paciente debe preguntar cualquier duda que tenga y expresar todas sus preocupa-
ciones o temores.
Los pasos que forman parte del proceso protésico son la toma del molde, la revi-
sión del encaje de prueba, una prueba de la marcha, la fijación final, el entrena-
miento, las revisiones correspondientes, la higiene del encaje y el cuidado personal
de la prótesis.

OBJETIVOS FUNCIONALES

El objetivo de la rehabilitación después de una amputación es el de ayudar al pacien-


te a recuperar el máximo nivel posible de funcionalidad e independencia y mejorar
su calidad de vida, tanto en el aspecto físico como en los aspectos psicológicos y
sociales. Debemos centrarnos en potenciar al máximo las capacidades del pacien-
te tanto en casa como en la comunidad. El programa de rehabilitación se diseñará
para atender las necesidades de cada paciente, y la participación activa de éste y
su familia serán fundamentales para lograr los fines funcionales planteados.
El objetivo final de la rehabilitación en el paciente amputado es su reintegración
a la comunidad y a la familia y el retorno al trabajo previo o a otro alternativo, depen-
diendo de las limitaciones funcionales15,16.
En pacientes jóvenes y en amputaciones transtibiales se puede conseguir la prác-
tica de actividades deportivas como el footing o la bicicleta, y en pacientes de edad
avanzada o con niveles altos de amputación, integrarlos en algunas otras activida-
des de ocio.

CUIDADOS LOCALES DEL MUÑÓN Y DE LA PRÓTESIS

Una prótesis es un artilugio mecánico, y como cualquier otro aparato, puede fallar
con el tiempo debido al desgaste. Desafortunadamente, puede ser difícil recordar-
lo cuando la prótesis funciona apropiadamente y el paciente no experimenta nin-
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guna molestia. Para prevenir o postergar problemas peligrosos y costosos, sin embar-
go, es importante programar revisiones médicas periódicas aun cuando no haya
problemas.
Realizar ajustes en la prótesis sin la guía y supervisión del protésico puede dañar
la prótesis, invalidar las garantías pertinentes, suponer gastos adicionales y provo-
car daños corporales. Hasta la prótesis más simple es un artilugio complejo adap-
tado especialmente a la anatomía del paciente y diseñado para resistir las presiones
y fuerzas que se generan con su uso. Alterar el encaje, la alineación de la prótesis
o la configuración de los componentes puede cambiar la dinámica del sistema y cau-
sar un desgaste y presión excesivos. Esto, a su vez, puede reducir su duración y poner
en riesgo la salud del paciente.
El muñón debe lavarse diariamente, con agua tibia y jabón neutro y, sobre todo,
debe secarse bien.

SEGUIMIENTO

Durante los primeros 6 a 18 meses, puede haber una pérdida de volumen residual
del muñón, por lo que se requieren visitas de control para decidir si se deben rea-
lizar modificaciones del encaje.
El control por parte del médico rehabilitador debe realizarse cada 3 meses duran-
te los primeros 18 meses. En estas revisiones pueden estar presentes el fisiotera-
peuta y/o el técnico ortopédico para realizar la evaluación conjuntamente. Puede
ser necesaria una mayor frecuencia en función de las complicaciones que surjan. El
propósito de estas visitas es comprobar que no hay cambios en las características
físicas del paciente que afecten a la adaptación y alineación del aparato, y que no
hay deficiencias mecánicas que tenderían a que la función del dispositivo fuera
menos eficiente2,3,16.
La prótesis suele cambiarse aproximadamente cada 2-4 años, según el deterio-
ro de la misma o los cambios del muñón o del paciente.
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