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Crisis económica en México de 1994

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La crisis económica de México de 1994 fue una crisis iniciada en México provocada por la
falta de reservas internacionales, causando la devaluación del peso mexicano durante los
primeros días de la presidencia de Ernesto Zedillo. A unas semanas del inicio del proceso
de devaluación de la moneda mexicana, el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill
Clinton, solicitó al Congreso de su país la autorización de una línea de crédito por $20 mil
millones de dólares para el gobierno mexicano, a efectos que le permitieran garantizar a
sus acreedores el cumplimiento cabal de sus compromisos financieros denominados en
dólares.

En el contexto internacional, las consecuencias económicas de esta crisis se denominaron


"Efecto Tequila". En México, se le conoce como el "Error de diciembre", una frase acuñada
por el expresidente mexicano Carlos Salinas de Gortari para atribuir la crisis a las
presuntas malas decisiones de la administración entrante de Ernesto Zedillo Ponce de
León y no a la política económica de su sexenio.

Índice
1 Causas
1.1 Administración de Carlos Salinas de Gortari
1.2 Administración de Ernesto Zedillo Ponce de León
2 La salida de la crisis
2.1 Paquete de emergencia
2.2 Cambios en la política económica
3 Efectos
4 Consecuencias
5 Véase también
6 Referencia
6.1 Notas
6.2 Bibliografía
Causas[editar]
La crisis que sufrió México fue causada en gran medida por el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte, que entró en vigor el 1 de enero de 1994. En esta época parecía un
buen lugar para invertir y fue justamente lo que aprovechó el presidente Carlos Salinas de
Gortari para financiar su gobierno, esto se hizo a través de Tesobonos y CETES. Estos
bonos eran una especie de deudas a corto plazo, se compraban y vendían en pesos, pero
estaban protegidos contra los efectos de una posible devaluación, al cotizarse en dólares,
al momento de cambiarlos a pesos se pagaban al tipo de cambio vigente (no tenía razón
de ser el hecho de comprar divisa estadounidense si existían otros instrumentos de
rendimiento igual o superior). Esto era para prevenir la devaluación monetaria.

Administración de Carlos Salinas de Gortari[editar]


La crisis tiene su clímax durante la administración del presidente Carlos Salinas de Gortari,
1988 -1994, quien incrementó el gasto fiscal a niveles históricos antes de terminar su
mandato, mientras el peso mexicano se sobrevaluaba. El déficit elevado pudo reducir el
flujo de inversiones y la generación de puestos de trabajo, motivo por el cual se decidió
alentar las inversiones privadas en lugar de mantener la actividad estatal sin el adecuado
control. Esta administración privatizó la banca nacional, la cual estaba en manos del
estado y había sido intervenida apenas doce años antes por el presidente José López
Portillo. Los fondos provenientes de estas ventas y de las de otras compañías del gobierno
se invirtieron en la infraestructura necesaria para incrementar la productividad del país y
alentar las inversiones que generarían nuevos puestos de trabajo con el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte con Estados Unidos y Canadá. La popularidad y
credibilidad de Salinas alcanzaron niveles altos, ya que el crecimiento económico era
estable y la baja inflación hizo que muchos políticos y los medios afirmaran que «México
estaba a punto de convertirse en país de primer mundo», y de hecho, fue la primera de las
naciones recientemente industrializadas en ser aceptada en la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE en mayo de 1994. No obstante, era un
hecho conocido que el peso estaba sobrevaluado (al menos un 20%), pero la
vulnerabilidad económica no era bien conocida o era minimizada por los políticos y los
medios de comunicación. Esta vulnerabilidad se agravó por varias decisiones de política
macroeconómica y otros eventos durante el año 1994.

La mayoría de los economistas e historiadores económicos, como Hufbauer y Schoot


(2005) reconocen varios eventos y políticas macroeconómicas de la administración de
Salinas que propiciaron la crisis económica de 1994:

1994 fue el último año del sexenio de Salinas, quien, siguiendo la tradición del PRI en cada
año de elecciones, inició un increíblemente alto gasto gubernamental en obras públicas, lo
cual se tradujo en un déficit histórico.
Para poder mantener este déficit de cuenta corriente histórico (un 7% del PIB), Salinas
emitió los Tesobonos, un tipo de instrumento de deuda que aseguraba el pago en dólares,
en lugar de pesos mexicanos. El decreto de los tesobonos se publicó en el diario oficial el
27 de junio de 1989, en este mismo año se realiza la primera emisión por un monto de 10
millones de dólares, con un plazo de 182 días y una tasa nominal al vencimiento de 34.5%
anual.
México experimentó, común en esos días, prácticas bancarias no reguladas que
permitieron la obtención de créditos en exceso que luego fueron de difícil recuperación.
Algunos miembros de la familia de Salinas (su hermano Raúl fue encarcelado) fueron
acusados de transacciones ilícitas.
El candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (en el gobierno desde
1929), favorito para las elecciones, Luis Donaldo Colosio, fue asesinado el 23 de marzo de
ese año. Esto provocó que el saldo de los tesobonos se situara en 7,049 millones de pesos,
esto fue un incremento del 83% respecto al de diciembre del año anterior, y unos meses
después, José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI, quien también fue
asesinado el 28 de septiembre.
El EZLN, una rebelión insurgente de Chiapas, le declaró la guerra al gobierno el 1 de enero;
aunque el conflicto armado terminó 2 semanas después, las inconformidades y peticiones
de los insurgentes eran causa de preocupación, especialmente para los inversionistas.
Estos dos últimos eventos, y el creciente déficit de cuenta corriente alimentado por la
demanda del consumidor y el enorme gasto gubernamental, alarmó a los inversionistas
que habían comprado los tesobonos, principalmente ciudadanos mexicanos y algunos
extranjeros, quienes los vendieron rápidamente, vaciando las reservas internacionales del
Banco de México, las cuales de por sí se encontraban en niveles muy bajos. La política
ortodoxa que debía realizarse ante tal situación era incrementar las tasas de interés,
permitiendo que la base monetaria se contrajera para evitar que más dólares siguiesen
siendo extraídos de las reservas rápidamente (Hufbauer & Schott, 2005). Sin embargo,
dado que era un año de elecciones (en ese entonces consideradas las más transparentes
del país y las primeras con observadores internacionales) y ya que el resultado hubiera
sido distinto si había una desaceleración económica, el Banco de México decidió comprar
deuda mexicana para mantener la base monetaria e impedir que las tasas de interés se
incrementaran, lo cual, a su vez, causó una mayor fuga de dólares de las reservas
internacionales a niveles históricamente bajos (que llegarían a 9 mil millones de dólares; a
modo de comparación, en 2005 llegaron a $70 mil millones arrastrados de crisis
anteriores). La crisis era inevitable y terminar con la paridad fija del peso tan sólo era una
de las muchas correcciones que tenían que realizarse. No obstante, aún después de las
elecciones, durante los últimos 5 meses antes de la toma de posesión de Ernesto Zedillo,
la administración de Salinas no realizó ningún ajuste. Algunos críticos sugieren que Salinas
quería mantener su popularidad, ya que buscaba el apoyo internacional para su
candidatura a director general de la Organización Mundial de Comercio. Salinas, por su
parte, argumenta que había hablado con Zedillo para compartir la devaluación entre las
dos administraciones y que Zedillo decidió tomar la carga del ajuste económico en su
totalidad.

Administración de Ernesto Zedillo Ponce de León[editar]


Zedillo tomó posesión el 1 de diciembre de 1994. Unos cuantos días después, tuvo una
reunión con varios empresarios mexicanos y extranjeros, comentando sobre la
devaluación que vendría, la cual sólo planeaba subir la banda de la tasa de cambio fija un
15%, hasta los 4 pesos por dólar (de 3.4 pesos que se encontraba en promedio en ese
año), así como terminar con muchas de las prácticas económicas no ortodoxas (como la
compra de deuda ante la situación del país), y así detener la fuga de dólares de las
reservas internacionales. Los críticos del gobierno de Zedillo argumentan que, aunque la
devaluación era necesaria y económicamente coherente, se manejó incorrectamente en
términos políticos: al haber anunciado sus planes de devaluación, muchos extranjeros
retiraron sus inversiones, agravando los efectos de la devaluación. Sin poder mantener la
nueva banda de la tasa de cambio, a principios de 1995, la administración de Zedillo
decidió establecer el sistema de libre flotación del peso, el cual llegaría a 7.20 pesos por
dólar en tan sólo una semana. Cuando el dólar dejó de ser controlado por el gobierno el
peso perdió la mitad de su valor, hecho que ocasionó que las deudas en dólares no
pudieran ser pagadas. Las decisiones de Zedillo, principalmente la de anunciar la
devaluación a los inversionistas y el establecer el sistema de libre flotación, fueron el
"error de diciembre" de acuerdo con el expresidente Salinas de Gortari.

Las repercusiones sociales que tuvo esta crisis fueron incalculables: en muchos casos se
tradujeron en pérdidas económicas para las familias. Muchos perdieron las casas y autos
que habían adquirido en contratos con tasa variable; otros perdieron todo. El sentimiento
de pérdida de un futuro para el país se hizo al considerarse esta crisis económica como el
final de la clase media, así como de todas las comodidades y privilegios que hasta ese
momento tuvo dicho sector de la población nacional.

Otra medida de catastróficas repercusiones en las condiciones de vida de los mexicanos


fue quitarle tres ceros a la moneda. La percepción que generó esta decisión del sexenio
salinista se tradujo en una estrategia meramente política o incluso cosmética. El Estado
Mexicano justificó esta medida como una estrategia de tipo administrativa. La paridad del
dólar con el peso se convirtió de 1 dólar = 3417.8 pesos (aproximadamente) a 1 dólar =
3.41 nuevos pesos. La capacidad económica de los mexicanos vivió una etapa de
espejismo financiero.

La salida de la crisis[editar]
Paquete de emergencia[editar]
Estados Unidos intervino rápidamente comprando pesos del mercado para evitar una
mayor devaluación del peso, sin embargo esta medida no era suficiente. El presidente
estadounidense Bill Clinton solicitó al congreso enviar un paquete de rescate. Sin embargo
diversos representantes del Congreso que se habían opuesto al TLCAN veían esta crisis
como un resultado del tratado. El congreso votó en contra de la aprobación de fondos de
rescate. No obstante, algunas personas dentro del Tesoro estadounidense encontraron
una vía legal para enviar el rescate por medio del Fondo de Estabilización de Divisas, la
cual no requería la aprobación del Congreso de los Estados Unidos. Así, se enviaron de los
Estados Unidos $20 mil millones de dólares1, a los cuales se les añadieron casi $30 mil
millones más: $17 mil millones del Fondo Monetario Internacional, $10 mil millones del
Bank for International Settlement, mil millones del Banco de Canadá en forma de swaps
de corto término y mil millones más provenientes de diversos países latinoamericanos
(entre ellas Argentina y Brasil cuyas economías eran severamente afectadas por los
efectos de la crisis mexicana). El dólar se estabilizó a un precio de 6 pesos, y por los
siguientes dos años, antes de ser afectado por la Crisis financiera asiática de 1998, se
mantuvo entre $7 y $7.7 pesos mexicanos.

Cambios en la política económica[editar]


Comprometido con cumplir las obligaciones del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte, el gobierno mexicano no recurrió a las prácticas tradicionales de los países
latinoamericanos en tiempos de crisis (como el control de capitales, que podría haber
prolongado la crisis, tal como fue el caso con las crisis sudamericanas del 2001-2002), sino
que introdujo controles estrictos en la política fiscal, continuó con su política de libre
comercio y libre flotación. El crecimiento acelerado de las exportaciones amortiguó la
recesión, y en menos de 10 meses, la tasa de crecimiento mensual del PIB ya era positiva.
Para 1996 la economía ya estaba creciendo (llegando a un máximo de casi 7% en 1999), y
en 1997 México pagó, por adelantado, todos los préstamos de los Estados Unidos. Las
altas tasas de interés (devaluación llegó al 100%) provocaron que muchas familias no
pudieran pagar sus préstamos e hipotecas financiadas por sus ingresos regulares,
perdiendo sus propiedades, mientras el gobierno federal realizaba un rescate financiero a
Bancos Mexicanos conocido por FOBAPROA. Estas medidas de sinceramiento de la
economía no fueron acompañadas por un proceso de revaluación de la deuda de los
morosos, lo cual podría haber salvado de la ruina a miles de PyMES y personas.

El rescate financiero se sigue pagando actualmente, la pobreza no se reduce y los


programas sociales se pueden ejecutar libremente gracias a un aviso legal que dicta "este
programa es de apoyo social y no tiene ningún fin partidista" por el aparente incremento
de los ingresos, producto de la política económica basada en el crédito de bajo monto que
se ofrece a la población en general.

La crisis económica fue incubada debido al excesivo gasto social, la emisión de tesobonos
y al control del tipo de cambio, así como las medidas populistas y mercantilistas diseñadas
por la tecnocracia con intereses particulares, sin llegar a liberar las fuerzas del mercado y
presenciar la libre competencia. Esta reforma parcial sumió al país en un crecimiento
económico lento por varios años. El presidente Salinas de Gortari había anunciado que el
PIB crecería aceleradamente bajo el TLC, pero en la práctica la economía mexicana ha
crecido lentamente y el Presupuesto Nacional también. El incremento en el precio del
petróleo permitió una mejora en la situación presupuestal del Estado al producir más de 3
millones de barriles al día (PEMEX) hasta que sobrevino la reforma petrolera, y la caída en
los precios del crudo impuesta por la OPEP para mantener el escenario de competencia
internacional en el abasto de combustibles.

En el período 1995-2005 México ha sido el país con menor crecimiento económico de


América,2 acumulando un retraso tecnológico en algunos sectores de 20 y 30 años.
Convirtiéndose en exportador de petróleo pesado y maquila.

Efectos[editar]
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Este aviso fue puesto el 16 de agosto de 2017.
Los negocios mexicanos que tenían deudas en dólares, o que se confiaron en comprar
suministros de Estados Unidos, sufrieron un golpe inmediato, con un despido masivo de
empleados y varios suicidios producto de la tensión de las deudas. Negocios cuyos
ejecutivos asistieron a las reuniones en las oficinas del entonces presidente Zedillo se
ahorraron la pesadilla de la crisis - ya que fueron advertidos, compraron rápidamente una
inmensa cantidad de dólares y renegociaron sus contratos en pesos. Para empeorar la
situación, el anuncio de la devaluación se dio a mitad de semana en un miércoles, y
durante el resto de la semana los inversionistas extranjeros huyeron del mercado
mexicano sin que el gobierno hiciera ninguna acción para prevenirlo o desalentarlo hasta
el siguiente lunes cuando ya todo fue muy tarde.

Todo esto causó demasiado malestar en la población, la cual inmediatamente juzgó al


presunto culpable del problema: Salinas de Gortari (él hacía campaña por el mundo para
encabezar la OMC en ese entonces). El incidente también sirvió para dejar en claro que su
influencia en la administración de Zedillo se había terminado.

La crisis se propagó rápidamente por el contexto latinoamericano, alcanzando lugares tan


alejados como Argentina. En opinión de Paul Krugman, sencillamente porque para muchos
inversionistas ignorantes todos los países latinoamericanos son iguales. Así que el pánico
de lo que había pasado en México se extendió a otros países, que de la noche a la mañana
se vieron escasos de fondos y endeudados a corto plazo. Krugman dice que los pecados
económicos de estos países eran muy pequeños para tan graves consecuencias.

Prácticamente todo el país fue afectado, todos los sectores de la población sufrieron la
crisis, el reajuste del cambio en como el valor del peso mexicano estaba valuado, pero
principalmente quienes fueron mayormente afectados fueron en primer lugar las finanzas
del Gobierno Federal, así como también miles de empresas y millones de mexicanos que
se encontraban seriamente endeudados, una buena parte de empresas en dólares y
muchos otros con tasas de interés variables que materialmente se vieron imposibilitados
de pagar.

Consecuencias[editar]
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Este aviso fue puesto el 16 de agosto de 2017.
La crisis se gestó por el surgimiento de sobrebeneficios en el corto plazo en el área de
inversión especulativa, particularmente de CETES y Tesobonos, emitidos por el gobierno
mexicano para financiar el enorme gasto durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Esto provocó una atracción de inversión en estos instrumentos mayor a la real, que
provocó tener un peso sobrevaluado. A su vez, esto desincentivó la inversión directa
provocando una caída en las exportaciones directas e indirectas.

La abrupta caída de las reservas internacionales propiciada por las fugas de capital
provocó la devaluación del peso y la imposibilidad de controlar el tipo de cambio, con
consecuencias directas en el incremento de la inflación.

Se creó un paquete de rescate por parte del gobierno de Estados Unidos y diferentes
organismos internacionales por 20,000 millones de dólares. Más de 10,000 millones por
parte del FMI, 7,800 del BPI, 3,000 del Banco Mundial y el Banco Interamericano y 1,000
millones de diversos países.
El gobierno mexicano implementó diferentes medidas ante la situación. Se creó El
Acuerdo de Unidad para Superar la Emergencia Económica, el cual otorgó un aumento a
los salarios mínimos del 7% e impuso un tope de 12,000 millones de pesos al crédito del
Banco Central. Programa de Acción para Reforzar El Acuerdo de Unidad para Superar la
Emergencia Económica, donde se incrementa el IVA del 10% al 15% y reduce el gasto en
10%, se reduce de nuevo el límite al crédito del Banco Central en 10.000 millones de pesos
para 1995, y otorga un nuevo aumento a los salarios mínimos del 12%.

Se acuerda la Alianza para la Recuperación Económica, en la que se plantea el incremento


gradual de las tarifas de la gasolina, de otros energéticos y de los bienes públicos.

Por otra parte, una de las consecuencias de la crisis económica fue la morosidad en
carteras de créditos vencidos que los deudores no estuvieron en capacidad de pagar,
debido al alza de las tasas de interés en sus créditos. Para estabilizar el sistema financiero,
se creó una estrategia en apoyo al sistema bancario y se realizaron reformas para permitir
una mayor participación extranjera en los bancos nacionales. Además, se implementó un
esquema de reestructuración de cartera por medio de Unidades de Inversión (UDI).

El gobierno de Ernesto Zedillo concluyó en noviembre de 2000. Aunque no fue


responsable del desequilibrio financiero heredado de su predecesor, su torpe manejo
político, al advertir a un poderoso grupo de inversionistas sobre su plan de devaluar,
precipitó una de las crisis financieras del siglo XX conocida como "efecto tequila".

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