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ELABORADO POR:

 Alexander Antonio Aguirre Téllez.


 Leonela Belén Altamirano Ochoa.
 Robin Stalin Blanco Ruiz.
 María Fernanda Guevara Ochoa.
 Randall Josué Malespín Brenes.
 Tatiana Francella Selva Duncan.
 Marvin Alejandro Urbina Torres.

Administración de Empresas.
I año.

2019

AFILAR LA SIERRA
Ensayo acerca del séptimo hábito de las personas
altamente efectivas.
“No es raro que la gente pase toda la vida esperando empezar a vivir”. – El poder de Ahora, Eckhart Tolle.

La vida es por mucho, un acertijo sin respuesta, y la vida somos nosotros. Citamos
las palabras que Fernanda dijo la tarde en la que empezamos a tratar de plasmar
con nuestras palabras, lo que Stephen Covey nos mostró, e iniciamos así, porque
nos parecieron muy acertadas:
“Recuerdo haber pensado esta mañana que mientras hubiera vivido feliz, no importa en qué momento
falleciera, y segundos después vino a mi mente el: pero aún no quiero morir, tengo tanto por lo que vivir,
tengo miedo, aún no quiero dejar este mundo. Y mientras seguía esculcando en mi ropa, me dije a mi misma
que no era una decisión que pudiera tomar, que Dios es quien da y quita vida. Y entonces di gracias por eso.
Porque estoy segura de que si fuera nuestra elección partir del mundo, nunca lo haríamos, pues no podríamos
dejar de aferrarnos a este mundo y aún más a las cosas banales del mundo. A menos que estuviéramos
verdaderamente cansados de la vida, y que el paso del tiempo y el cambio de las estaciones hubiera arrasado
con nosotros.”

Estamos vivos, pero no vivimos.


Afilar la sierra, es una verdad.
Y cuando Covey inició el hábito, narrándonos dicho cuento presente ahí, nos dijimos
que eso era: la realidad de la que todos huimos; por la cual nos cegamos para no
verla. La realidad de muchos y de tan pocos.
La mayor verdad es que los humanos somos unos seres demasiado complejos,
sumamente raros y con eventualidad caemos en una profundidad que nos hace
perdernos a nosotros mismos. Y haciendo uso de las palabras de Edgar Allan Poe
“La verdad no está siempre dentro de un pozo.” Si, está bien, como menciona Covey
dentro del hábito, cuestionarnos las cosas y ver todo desde diferentes paradigmas,
y si, está bien perdernos para conseguir encontrar la mejor versión de nosotros
mismos, pero puede que una vez lleguemos a perdernos y no nos encontremos. No
nos descubramos nuevamente, simplemente porque no quisimos afilar la sierra.
Mientras pensamos en lo que el señor Stephen escribió a lo largo del libro, sólo
viene a nuestra mente la frase de Erich Fromm donde mencionaba que éramos unos
individuos autómatas que caminamos sobre la Tierra. Y poco tiempo después,
cuando nos encontrábamos tratando de comprender lo que Covey quería
mostrarnos en el séptimo hábito, nos dimos cuenta que Erich Fromm, el agudo
observador de las raíces y los frutos de la ética de las personalidad, tenía otra
verdad en sus palabras.
Y hacemos mención de todo esto, porque, cuando terminamos el libro, y la
resolución de lo que este contenía dentro de sí, nos llegó, caímos en cuenta de que
estar en el mundo y hacer cientos de cosas, no significa que estemos siendo
proactivos; no estamos empezando con un fin en mente, sólo actuamos y vivimos
una rutina, no nos encontrábamos haciendo primero lo primero, hacíamos lo que
llegara, sin importar que, admitimos que naturalmente siempre pensábamos en

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ganar/ganar, pero no desde la visión que Covey nos dio; y hasta que Stephen Covey
escribió “sinergice” y todo lo que conlleva, no teníamos idea de que existía una
palabra parecida. Y por Dios que no afilamos la sierra.
Cosas y cosas y cosas, palabras y palabras y palabras, miles de excusas lanzadas
al viento, personas queriendo tener más tiempo, estrés, agotamiento y frustración,
tristeza y nostalgia, lágrimas y risas sin sentido, miles de cosas por hacer sin hacer
nada realmente, caminando de un lado a otro todo el día sin detenernos un minuto,
al menos para mirarnos la espejo.
¿Qué estamos haciendo con nosotros?
Sólo permitimos que la corriente del viento nos lleve con ella, sólo nos encerramos
en una caja de cartón. El señor Stephen tiene razón, el mayor bien que poseemos
somos nosotros mismos y no hacemos nada para aflorar las flores que hay dentro
de nosotros, se han ido marchitando, porque no permitimos que el sol les tocara
aunque sea un pétalo, y sin duda alguna, no las hemos regado; lo único que
hacemos es decir: no tengo tiempo, en otra ocasión. Quizá sólo no haya otra
ocasión, incluso para permitirnos arrancar la maleza que rodea a las flores externas,
que se están ahogando por ese mal monte.
Y lo irónico de todo el asunto es que: no tenemos tiempo para afilar la sierra, pero
si para decir a los demás que: no tenemos tiempo.
Afilar la sierra, habla sobre limar las cuatro dimensiones de nuestra naturaleza: la
física, la espiritual, la mental y la social/emocional.
Estamos conscientes que es un hecho que debimos haber mencionado más
ampliamente en esta introducción, pero desde nuestro paradigma, nos pareció
correcto hacerla tal cual. Pues queríamos conseguir, no introducirlos al hábito,
porque estamos seguros de que para poder leer las palabras escritas aquí, se debió
haber leído primero el libro, como segundo, podemos asegurar de que lo que leerán
a continuación, más lo que pudieron leer con anterioridad ya les formo una idea en
la mente, y como tercera razón, no podríamos tener mejores palabras para explicar
sobre lo que trata este séptimo hábito que el querido Covey. Lo que procuramos
alcanzar, era hacerles ver lo que percibimos, la realidad con la que nos topamos, lo
que hemos hecho mal todo este tiempo, y hacerlos cuestionar si ustedes si afilan
su sierra o sólo quieren cortar de una vez por todos el árbol.

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Desarrollo.
La dimensión física
La dimensión física supone cuidar efectivamente nuestro cuerpo físico: comer el tipo
correcto de alimentos, descansar lo suficiente y hacer ejercicio con regularidad.
Hoy en día, el hacer ejercicio se ha vuelto muy común, y nos atreveríamos a decir
que se convirtió en una moda, más entre los jóvenes, y muy probable entre las
mujeres. La mayor de las razones es: un cuerpo perfecto. Hay demasiado peso
sobre la visión que tenemos sobre nuestro cuerpo, y aún más sobre la visión que
tienen los demás, pues, si para la sociedad el ideal es tener un cuerpo delgado o
musculoso, entonces tengo que conseguirlo.
Se entiende que pareciera ser algo simple, y por darle otro adjetivo, fatuo, pero es
la realidad en la que vivimos, es como muchas de las personas piensan en nuestro
contexto actual. Y nos gustaría agregar aquí, las palabras de Charles Melier, “te
lastimas a ti misma queriendo encajar en la estética que más aprecia la sociedad y por eso no logras ver tu
belleza”.

Covey hace referencia al cuido físico, porque la salud es importante, nos hace sentir
bien, no porque es importante ser aceptado por la sociedad. No porque es
importante ser aceptado por los demás, si no, ser aceptados por nosotros mismos,
que nos guste mirarnos, aunque a otros no.
Y la pregunta esencial aquí es: ¿qué hago? ¿Qué hacemos?
Primeramente, pensaríamos en renovar nuestro horario, para poder ver el espacio
que si tenemos, e ir a hacer ejercicio, y si no podemos ir a un gimnasio por diferentes
motivos, entre los cuales destaca por lo alto el tiempo, hacerlo en desde nuestros
hogares. De igual modo, crear un horario de rutinas, es algo muy importante.
El asunto del ejercicio es algo vital, pues:
 Mejora la forma y resistencia física.
 Regula las cifras de presión arterial.
 Incrementa o mantiene la densidad ósea.
 Mejora la resistencia a la insulina.
 Ayuda a mantener el peso corporal.
 Aumenta el tono y la fuerza muscular.
 Mejora la flexibilidad y la movilidad de las articulaciones.
¿Y qué hay si realmente no puedo hacer ejercicio? Ni siquiera en mi casa.
Empezaríamos a salir a caminar, o simplemente caminar hacia nuestros lugares
particulares, al mercado, a la casa de mi amiga o amigo, a la de algún familiar; si
puedo llegar caminando al trabajo o a mi centro de estudios, entonces lo hago. O
hacemos uso de una bicicleta. No sólo ayuda a nuestra salud en diferentes

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aspectos, si no, que nos evitamos gastar dinero en una moto taxi, en un taxi, o si
por otro lado contamos con un automóvil, evitamos gastar el dinero en gasolina, y
ayudamos al medio ambiente reduciendo la contaminación que provoca la
emanación de gasolina.
Procuramos dejar de usar el ascensor y empezamos a subir y bajar las escaleras;
lo principal es dejar o por lo menos, reducir las cosas que nos convierten en seres
flojos, porque la facilidad para hacer cada vez menos, nos transforma en eso.
Ahora bien, el asunto de la buena alimentación, es algo que con frecuencia se
olvida, en el momento en que uno empieza a querer bajar de peso, o mejorar su
aspecto físico y demás. Pero comer el tipo correcto de alimentos, es una parte
esencial para conseguir eso que tanto deseamos. El gimnasio es bueno, da buenos
resultados, pero no estamos seguros de que haga milagros por sí solo.
En lo personal (y aquí coincidimos la mayoría por no decir que todos), nos gustaría
empezar a tener una dieta más balanceada, comer vegetales y evitar un poco más
las grasas. Pero se nos es sumamente difícil, la comida es uno de los placeres de
la vida, y comer en exceso es uno de los placeres culposos de muchos, y aún más,
cuando se vive en un país con la gastronomía que poseemos en Nicaragua. Pero
de igual manera, estoamos al tanto, de que a la larga, puede afectar nuestra salud.
Es complicado, pero es algo que debemos y tenemos que hacer, si no queremos
morir a los 40 por sobre peso, colesterol o hipertensión.
Empezaríamos reduciendo las cantidades de comida en los tres tiempos y en las
meriendas del día, si aún no conseguimos dejar de consumir los mismos alimentos,
entonces no lo haremos en exceso. Con el paso de los días, o de las semanas,
quizá podamos dejar las meriendas, aunque creo que se nos es imposible, por lo
cual, en ellas si cambiaríamos los productos alimenticios que con frecuencia
consumimos.
Adiós enchilada grasosa, gallo pinto y quesito frito, y hola, brochetas de frutas, jugos
naturales, avena y calabaza.
Quisiéramos detenerme un minuto aquí, porque sentimos que es necesario, y
explicar que, para empezar a comer sano, uno debe aceptar que es lo mejor, darse
cuenta de que no hacemos bien, y de que debemos cuidarnos; y más importante,
explicar que, la reducción de cantidades de alimentos, no significa que vamos a
comer en extremo poco, reducción de grasas no quiere decir que vamos a consumir
solamente cubos de soya, no, por eso se dice: balancear los alimentos, no menos
ni más. No hay que permitirse arrastrar por los estereotipos, no nos ceguemos,
hablamos de que la salud es belleza, no de que, tener la piel pegada a los huesos
lo sea.
Aclarado lo anterior, nos permitimos continuar. Crear horarios alimenticios, también
sería una forma muy acertada de limar nuestra dimensión física, para luego darle

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paso a las dietas, y si no podemos hacerlo por nosotros mismos, se puede buscar
un especialista, para que no sólo nos de recetas de alimentos saludables, o cree
nuestras dietas, si no, que de la misma manera, nos aconseje, y nos haga ver el
bien que hacemos al mejorar nuestra alimentación.
Y por último, en esta dimensión tenemos, el descansar lo suficiente. Nuestro sueño
frustrado.
Las tareas de la universidad, me tienen con estas grandes ojeras, cumplir con el
trabajo me tiene con este dolor de cabeza, cuidar a los niños me tiene agotada. Pero
es mentira, por Dios, es una broma que nos hemos creído, es que el mundo y sus
interminables atracciones nos mantienen despiertos al límite. Aunque, hacemos una
excepción con los médicos y enfermeras, comprendemos de que con costo y tocan
el sueño.
Primero, las tareas de la universidad se pueden hacer en tiempo y forma, si no
siempre son para el día siguiente, el trabajo es pesado, es cierto, pero hay
momentos en los cuales tenemos tiempo, y los malgastamos perdiéndolo, los niños
si son una bendición y una perdición, pero ellos también descansan, van a la
escuela, quieren jugar solos, van a jugar a la casa del primo, del amigo. A menos
de que en lugar de un niño, sea un recién nacido con lo que cuente, los
compadecemos.
Debemos hacer primero lo primero, mentalizarnos que hacer y cómo hacerlo, y si
logramos hacerlo de una forma rápida y efectiva, muchísimo mejor. Como
comúnmente se dice: no dejemos para después lo que podemos hacer ahora. Y
esto le hace recordar a Fernanda, que don Jorge Guevara, su padre, solía decir en
su casa: hagan sus cosas temprano y luego ya descansan todo el día. Esta odiaba
que dijera eso, pero a la larga, ha aprendido que tenía toda la razón.
Terminamos con nuestra tarea temprano, y aún nos ha sobrado tiempo, y tenemos
otra pero que es para el día siguiente a ese, o para la próxima semana, pues la
hacemos, o la avanzamos por lo menos, y así logramos descansar más. Si tenemos
que limpiar, intentamos ensuciar lo menos posible, para que luego, la tarea no nos
tome mucho esfuerzo ni mucho tiempo.
Debemos empezar a pasar menor tiempo en el celular, frente a una computadora,
al televisor o con el control de video juegos en la mano, no sólo cansa físicamente,
sino mentalmente y así mismo, nos lastima la vista.
La tecnología nos está consumiendo, hemos permitido que nos absorba; estamos
seguros de que muchos de nosotros nos levantamos y lo primero que buscamos es
el celular, la tablet, la computadora o sentarse a ver televisión, no nos detenemos a
pensar las maravillas que nos rodean, no nos detenemos a dar gracias porque Dios
nos permitió abrir los ojos una vez más. Y luego tenemos el asunto de las redes

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sociales, es cierto, es una gran ventaja, un gran avance para la humanidad, que
expande los horizontes y nos conecta; pero nos desconecta de lo demás.
En la actualidad, hemos hecho un mal uso de ellas, y ellas están acabando con
nosotros. Hemos de admitir, que somos unas personas que hacen todo lo que con
anterioridad hemos descrito, que aun sabiendo todas las consecuencias, nos
permitimos llevar por ese mundo, en lugar de llevar ese mundo por un mejor camino.
¿Cómo empiezo a ser independiente de la tecnología y de las redes sociales?
Hemos pensado demasiado esa pregunta, y siendo sinceros sentimos que no
encontraríamos una solución perfecta, pero, al menos tenemos que intentarlo.
Sabemos que no es año nuevo, pero nos hemos impuestos nuevos propósitos:
 En el momento en que abra mis ojos por la mañana, darle las gracias a Dios.
 Tomar en mis manos el celular, por lo menos, luego de desayunar.
 Hacer diferentes actividades que me mantengan entretenido/a, y alejar mis
pensamientos de lo nuevo que hay en las redes sociales.
 Imponerme una hora de sueño, para así no quedarme hasta altas horas de
la noche con cualquier herramienta tecnológica.
 Leer más, a menos que los libros estén en pdf. (Esto es hacer buen uso de
la tecnología).
 Pasar más tiempo con mis padres y mis hermanas/os, hablando sobre
nuestros días y de todos los sueños que aún nos faltan por cumplir.
 Visitar a mis abuelos y preguntarles, ¿cómo era su vida? De seguro aunque
haya sido más difícil, fue más placentera que la nuestra.
Necesitamos descansar más, y no sólo en el ámbito de conseguir dormir horas al
día. Si no, descansar de lo abrumadora que es la vida virtual, la vida que nos aleja
de los seres que están a nuestro alrededor y a los cuales amamos.
Esperamos realmente alcanzar la fuerza de voluntad que tanto necesitamos, y
conseguir afilar nuestra dimensión física.
La dimensión espiritual
La dimensión espiritual es nuestro núcleo, nuestro centro, el compromiso con
nuestro sistema de valores, un área muy privada de la vida, de importancia
suprema. Bebe en las fuentes que nos inspiran y elevan, y que nos ligan a las
verdades intemporales de la humanidad.
Nos encantaría empezar aquí, con la frase de Paul Auster, incluso, arriesgándonos
a spoilarles lo que aquí procede. “Leer era mi válvula de escape, mi desahogo y mi consuelo, mi
estimulante preferido: leer por puro placer; por la hermosa quietud que te envuelve cuando resuenan en la
cabeza las palabras de un autor”.

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El señor Stephen menciona en esta parte, que todos alcanzamos una renovación
de formas totalmente diferentes, y algunos de maneras similares, y tiene mucha
razón; sin ánimos de errar, nos atrevemos a decir que esta generación de
adolescentes y/o jóvenes, se divide en dos: están aquellos que no han llegado ni a
madurar, y se les puede observar en fiestas, tomando y fumando, viendo y
percibiendo a la vida como la mayor de las crueldades, y están aquellos que poseen
un paradigma por completo diferente, que estar en la casa rodeados de amigos es
mejor que ir a lugares públicos, que sin alcanzar la mayoría de edad ya tenían una
gran mentalidad. Si te encuentras en un intermedio, dínoslo, nos encantaría tener
el placer de aprender sobre ustedes.
Y estas dos partes tan diferentes, pueden ser tan parecidos en ciertos aspectos, y
es aquí donde hacemos referencia a la parte de como alcanza su renovación cada
quien.
De manera personal, a cada uno nos encanta escuchar música, y más que sólo eso,
nos encanta entender eso que los autores quieren decir en sus letras, y el
sentimiento que tienen los cantantes para transmitir su significado. Pero, como
seres totalmente individuales, sentimos llegar nuestra renovación de maneras muy
distintas, y aunque no lo creyese nadie, tan igual, al mismo tiempo.
Marvin Urbina y Randall Malespín, sentían que su renovación les llegaba cuando
tenían a sus amigos alrededor, reían y se sentían en paz, con solo tener a personas
a su alrededor, personas que querían y estimaban. Aunque así mismo, Urbina se
sentía renovado cuando jugaba y sentía la calma que hacer esto, le producía;
mientras que a Malespín, esa calma de la renovación, le llegaba en el momento que
sus ojos repasaban las líneas escritas en la sección de deportes, de los periódicos
nacionales.
Robin Blanco y Alexander Aguirre, la tenían en el momento en el que sus cuerpos
tocaban sus colchones, y caían en los brazos de Morfeo. Por otra parte, Blanco
tenía ese sentimiento cuando escuchaba audio libros, algo totalmente diferente a
escuchar música; Aguirre, aunque parecía poseer el habla de un mudo, se sentía
como nuevo estando alrededor de personas y amigos que le hicieran reír.
Leonela Altamirano, Tatiana Selva y Fernanda Guevara, compartían uno de los más
grandes tesoros, y si, como probablemente ya habrás atinado a saber, les gustaba
leer, se sentían trasportadas a mundos y dimensiones inimaginables, nuevos, y
sentía la tan mentada renovación; Altamirano gustaba de los libros románticos,
Selva de los libros con versos alejandrinos y prosa, y Guevara, decidía pasar sus
tiempos, tratando de descifrar los enigmas que sólo el autor conocía y revelaría al
final del libro. Seré breve: leerles hacía muy feliz, les daba paz.
Claramente te estarás preguntando, si ya limamos nuestra dimensión espiritual, y
conseguimos nuestra renovación, ¿qué sentido tiene escribir esta parte para
nosotros?

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Es que, simplemente, hay noches en las cuales uno se siente vacío y nostálgico, y
esos gustos que nos encantan hacer los perdemos, pues sentimos que no lograrán
llenarnos. Hay días en los que simplemente sientes que no puedes, de que la vida
no tiene sentido, en los cuales rogamos hallar lo que se necesita para dejar de
sentirse así.
¿Qué haces tú en esos días?
¿Qué puedo hacer cada uno de nosotros en esos días?
El Papa Francisco mencionaba en su mensaje, el cual dio en la Jornada Mundial de
Jóvenes del año en curso, “disfrute, viaje, goce de sus paseos, conozca nuevos lugares, dese los
gustos que merece y permita tener a los perros más cerca (…) no economice su perfume favorito, úselo para
pasear consigo mismo, gaste sus tenis favoritos, repita sus ropas favoritas”. Percibimos que,
haciendo este tipo de cosas, nuestra dimensión espiritual estaría en el equilibrio
perfecto.
Nos encantaría ir de camino a nuestra casa, en medio de la lluvia, sin sentir la
necesidad de correr para evitar mojarnos, abrazar a nuestras mascotas y sentir
como ellos son tan felices con tan solo tener a uno a su lado, escuchar a nuestros
abuelos narrar historias sobre esa vida espectacular que ahora ha quedado atrás,
ver fotografías viejas de nuestros padres, llorar de puro goce, sentir al viento volar
nuestro cabello sin importarme lo despeinados que andaremos luego, reír con
nuestras madres y sentir como se nos reinicia la vida. Leer y sumergirnos en esas
poderosas letras de grandes autores como García Márquez, Shakespeare y Adolfo
Bécquer.
Sentirnos en paz con las melodías de Beethoven, Mozart y Tchaikovski; suspirar
con los versos de Espronceda, Neruda y Benedetti, quedar maravillados con las
palaras de Madre Teresa de Calcuta, Martin Luther King y Silvio José Báez.
Vaya, lea, cante, baile, ría y llore mucho, medite, escriba, ore, ore demasiado hasta
que sienta que no tenga porque más orar, observe el cielo por la mañana y por la
noche, vaya a visitar el mar y escuche el sonido del choque de las olas contra las
rocas, escuche música, no tenga miedo de decir la verdad, la verdad nos hará libres,
abrace a su madre, visite a sus abuelos, dígale a su hermano mayor que son un
gran ejemplo y a los menores que esperan que logren grandes cosas.
Alcance su renovación y lime su dimensión espiritual. Creemos que hay más formas
de las que menciona Covey y de las que nosotros mencionamos ahora mismo para
conseguirlo.
La dimensión mental
En su mayor parte, nuestro desarrollo mental y nuestra disciplina para el estudio
provienen de la educación formal.

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Y eso nos hace recordar a las palabras de Nelson Mandela, “la educación es el arma más
poderosa que puedes usar para cambiar al mundo”. Cuanta sabiduría.

Realmente, aquí no hay por lo cual alargarse mucho; hay cosas que sabemos y
otras que simplemente no, y en este caso, muchos de nosotros sabemos que se
necesita para pulir en gran manera esta dimensión.
Nosotros, sentimos que para conseguirlo, debemos:
Primeramente, no perder ninguna oportunidad en los que se pueda adquirir nuevos
conocimientos, es decir, en los cuales uno pueda pasar momentos del proceso
enseñanza-aprendizaje. La lectura es un gran motor, como el mismo Covey
mencionaba, “la literatura de calidad, como la de los grandes libros, los clásicos universales, las
autobiografías, el National Geographic y otras publicaciones que amplían nuestra conciencia cultural, así
como la bibliografía de diversos campos, pueden ampliar nuestros paradigmas y afilar nuestra sierra mental,
en particular si al leer practicamos el quinto hábito y procuramos comprender primero.”

Ver televisión no es algo malo, a menos que sea en exceso, porque todo en exceso
es malo, y sean programas que en lugar de ayudarnos a expandir nuestra mente,
no las minimiza; en este sentido, lo que más de uno de nosotros hace, y no es algo
que sólo hagamos porque lo creamos necesario, sino porque nos gusta hacerlo, es
mirar canales tales como: History, Animal Planet, Discovery Channel y National
Geographic, y de seguro hay otros cientos que aún no hemos podido descubrir, que
son igual de interesantes y educativos. Si sentimos que la lectura es demasiado
pesado para nosotros, entonces esta es una muy buena alternativa.
Pensamos, de la misma manera, que otra opción sería asistir a conferencias sobre
diversos temas, y si no se nos es posible asistir, entonces hacer uso de YouTube,
y buscar ahí; si es que ahora hay cientos de formas de poder hacer otros cientos de
cosas. Las redes sociales existen para algo más que compartir y reaccionar a fotos
de personas que de seguro ni conocemos. Debemos comenzar a seguir páginas
que nos enseñen de cultura general.
Datos de las antiguas civilizaciones, historia universal, arqueología y sus misterios;
a nosotros realmente nos gustaría que ustedes se encuentren un día en una de sus
redes sociales, y se topen con una pequeña reseña de quien fue Phillis Wheatley,
de la historia del grupo de mujeres que fallecieron quemadas en una fábrica, que
sea de su conocimiento que la madre de Mary Shelley, autora de Frankestein, no
sólo de igual modo fue escritora, si no que fue una gran defensora de los derechos
de las mujeres.
Queremos abrir aún más nuestra mente, expandir nuestros conocimientos, tener
diferentes paradigmas y hacernos varios cuestionamientos, y estamos por completo
conscientes de que para obtenerlo debemos hacer todo lo que aquí hemos
mencionado con anterioridad. E incluso, en ocasiones tenemos que sacar nuestro
lado curioso y hacer volar a la imaginación. Y que maravilloso sería que muchos de

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nosotros nos convirtiéramos en autodidactas, es una de las excelentes elecciones
que podríamos tomar en nuestro contexto actual.
Esta, es la manera en la que nosotros lo haríamos, y sin duda alguna, tenemos que
intentarlo.
La dimensión social/emocional
Las dimensiones social y emocional están ligadas entre sí porque nuestra vida
emocional se desarrolla (primordial pero no exclusivamente) a partir de nuestras
relaciones con los otros, y en ellas se manifiesta.
En el minuto en el que leímos, dimensión social/emocional, lo primero que vino a
nuestra mente fue que esta dimensión haría referencia a como nos comportamos e
interactuamos con los individuos que encontramos a nuestro entorno. Y realmente
nos sorprendimos al ver que tenía poco que ver con eso. En realidad, Covey nos
muestra que esta dimensión trata más que nada del servicio a los demás, como lo
hacemos y creemos fervientemente que de igual modo, de cómo nos sentimos por
dentro cuando le servimos a otro con voluntad propia y ánimos de servir.
Cuando hacemos referencias a Siervo, no específicamente hablamos de un siervo
de Dios; un siervo es quien sirve a los demás, a su comunidad, a su familia, a sus
amigos, a alguien que lo necesite, e incluso a un animal. Y no podríamos tener
mejores palabras que Madre Teresa de Calcuta, “el que no vive para servir, no sirve para
vivir”.

En estos momentos, nos encontramos en una etapa donde no estamos seguros de


nada, ni siquiera de nosotros mismos; donde nos olvidamos que a esta edad, es
cuando más debemos servir, ayudar y apoyar a quien lo necesite.
¿Cómo lo hago? ¿Qué hago? ¿Cómo sirvo?
Iniciemos con algo simple y sencillo, ayudemos a nuestras madres en los
quehaceres del hogar, ayudémosle en cosas más allá de nuestros deberes;
nosotros estamos creciendo, y ellas envejeciendo, necesitamos servirles ahora más
que nunca.
Turnemos no con nuestros hermanos la limpieza de la casa, un día yo limpio
adentro, tú afuera y sacas la basura, el otro que lave los trastes. Lo único que
nuestras madres deberían hacer es lavar su propia ropa y cocinar, y quizá ya ni
cocinar, nosotros podemos hacerlo. Ayudar a papá en algo que necesite, pueden
ser hombres, pero ellos también se cansan.
Hay más de uno, entre nosotros que hace tiempo que no visitamos a nuestra abuela,
a nuestro abuelo. Ahora, nos proponemos a ir por lo menos, dos veces en la
semana, visitarlos y preguntarles que necesitan, en que podemos ayudarlos. Y si
podemos, entonces lo hacemos. Le sobamos los pies, les escuchamos hablar de
su día, voy a la farmacia por sus medicinas, le leo uno que otro libro, le acompaño

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a hacer los mandados, en estos días ellos ya no pueden ir solos, necesitan de
alguien, y quienes mejor que nosotros que estamos en la flor de nuestra juventud.
Y hay otro tipo de servicio, este que es un poco más formal, por decirlo de algún
modo, y es este tipo de servicio llamado voluntariado. Aquí, lo que nos gustaría
hacer es, ir a los asilos de ancianos e ir a leerles libros, escucharles contar las
historias que ya nadie sabe, jugar juegos de mesas. Nos gustaría hacer algo por
nuestra comunidad, algo que nos ayude a todos.
El estar al servicio de la iglesia, este es otro tipo, quizá uno más espiritual, porque
aunque le servimos a la comunidad de la iglesia a la cual cada uno asiste, el servicio
es hacia y para Dios. Somos siervos de él, somos un instrumento, así como los
Sacerdotes, los Pastores, los Cardenales, los Obispos, el Papa, etc. Él actúa por
medio de nosotros.
Esa es la parte social, ahora bien, la parte emocional, es el sentir, como uno se
siente con uno mismo al hacer algo por alguien más, ver la gratitud en su rostro o
percibirlo en su voz. El servicio nos hace sentir bien por dentro, sentimos que
estamos haciendo algo importante, algo por alguien más, pensamos, que dejamos
de sentirnos egoístas para pasar a sentirnos llenos.
Y hay cientos de cosas más que uno puede hacer por los demás, cosas que los
hace y nos hace sentir felices, queridos, completos.
Lector nuestro, se nos acabaron las dimensiones, pero permítanos expresarles
nuestro sentir, y la colita que le falta para afilar la sierra por completo.
Covey nos dice que para poder darle un buen filo a esa sierra, debemos tener en
equilibrio estas cuatro dimensiones, no podemos sólo darle prioridad a uno, porque
es como si sólo le diéramos importancia a una parte de nosotros, y nosotros somos
todo. Se necesita darle el tiempo necesario a cada una, pues todas se
interrelacionados fuertemente, todas necesitan de todas para funcionar, como si
fuéramos arañas y construyéramos poco a poco nuestra telaraña, o como si
fuéramos artesanos con manos laboriosas y tejiéramos una hamaca, que en un
futuro no muy lejano, nos será de mucha utilidad.
Y ahora que mencionamos a las arañas de manera indirecta, nos gustaría agregar
aquí lo que escribió Diana Wynne Jones en su libro titulado, El castillo ambulante,
“por eso me gustan las arañas. Si al principio no lo consiguen, lo vuelve a intentar.”

Necesitamos ser como las arañas en todos los aspectos de nuestra vida, afilemos
nuestra sierra poco a poco y no nos rindamos. Valemos toda la naturaleza del
mundo para rendirnos con nosotros mismos.

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Conclusión.
Terminando, podemos decir que, hemos analizado demasiado, hemos comprendido
e intentado comprender, pero más que nada, hemos aprendido. A través de este
libro, Stephen Covey nos ha dado a conocer las herramientas necesarias para
autoevaluarse y emprender un nuevo modelo de vida personal y organizacional, de
olvidarse de aquel paradigma cerrado. Herramientas que nosotros, como seres
sociales, intelectuales y sentimentales debemos llevar a la práctica.
Para poder decir que somos personas totalmente efectivas, se necesita de cumplir
con los siente hábitos expuestos alrededor de todo el libro, y aunque afilar la sierra
sea por puesto, el último de los hábitos, creemos que es el primero que uno debe
poner en práctica, porque estamos hablando de nuestra parte interna y externa; se
trata de estar bien con nosotros para conseguir estar bien con otros individuos.
Hablamos de nuestra victoria personal. Todo aquí es sobre nosotros, para luego,
poder caer en los demás. Y esto es como aquello de que: el amor hacia otros no
debe ser más grande que el amor hacia nosotros mismos.
Se comienza a ser efectivos, cuando se comienza a ser consciente de las cosas, y
por mucho más, aceptarlas.
En los momentos en los que uno erra, no se está siendo nada más que humano,
pero uno debe aceptar que se ha equivocado. Cuando nos sentimos vacíos y
perdemos las ganas de todo, debemos aceptar que algo no está bien dentro
nuestro, que necesitamos de algo, de alguien, de Dios. Que no podemos ser
egoístas, dado que no hacemos bien, se tiene que dar para recibir, no es de otra
manera, e incluso, se tiene que dar sin esperar algo a cambio, nuestra recompensa
será la paz y la alegría que nos colma.
Bien dice Chris Pueyo, “los grandes héroes son los que arreglan al mundo mientras el mundo no está
mirando”.

Resulta necesario equivocarse para aprender, hay que atreverse para crecer, tener
capacidad de buscar y ver ideas diferentes, de ver más allá de donde ven todas las
demás personas, eso es lo que hace la diferencia.
Buscar el constante cambio hace la perfección, nos ayuda a desarrollarnos, a creer
en nosotros mismos, en nuestras capacidades de querer salir de lo mismo, a buscar
nuevas perspectivas, a escuchar al otro, a comprendernos a nosotros y a los demás.
No obstante, tampoco olvidamos, y es algo que nadie debe hacer, que debemos
cuidar de nosotros mismos, que debemos obsequiarnos regalos de vez en cuando,
pasear con nosotros, darnos todo lo que merecemos. Somos polvo de estrellas,
somos magia, somos una estrella fugaz, el estar aquí significa que nos cumplimos.
Es muy importante comprender este y todos los otros hábitos, integrarlos y
aplicarnos en nuestras vidas, en las áreas donde nos desenvolvemos dado que

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muchos de estos principios están en nuestro interior y en nuestro sentido común,
nos dan las respuestas a nuestras preocupaciones, nos llevan a descubrir nuevas
y profundas experiencias con el enfoque de adentro hacia afuera, como un continuo
proceso de renovación siempre basado en las leyes naturales que gobiernan el
crecimiento y el progreso humano, logrando la unidad en nosotros mismos, porque
ese es el secreto de las personas altamente efectivas.
Concluimos, que el ser efectivos no se trata sólo de cómo nos comportamos con los
demás, si no, de igual modo, como nos comportamos con nosotros mismos. Que
para llevar a cabo los hábitos, debemos seguir, no le llamemos rutina, porque no
pensamos que lo sea, es mejor dicho, un ciclo, un circulo – por no decir más
adjetivos –, este no tiene un inicio, y tampoco un final.

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Bibliografía.

 Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, Stephen R. Covey.


 El poder de Ahora, Eckhart Tolle.
 El castillo ambulante, Diana Wynne Jones.
 El chico de las estrellas, Chris Pueyo.

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Web-grafía.
https://www.webconsultas.com/ejercicio-y-deporte/vida-activa/beneficios-del-
ejercicio-fisico-869
https://www.objetivobienestar.com/meriendas-sanas-para-llegar-saciada-a-la-
cena_3859_102.html
https://www.monografias.com/trabajos96/ensayo-efectividad/ensayo-
efectividad.shtml#primerhaba

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