Free solo relata la ascensión sin cuerda al Capi-

tán, pero eso no es lo más importante. Elizabeth

Chai Vasarherlyi y Jimmy Chin, los directores, se

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colaron hasta lo más recóndito de la vida del es-

calador para arrojar en su cinta una serie de pis-

tas sobre qué hay detrás de una actividad como

la de Alex Honnold. Por primera vez un docu-

Jimmy Chin y Elizabeth Chai
Vasarherlyi, los directores de Free mental de escalada recibe un Óscar de la Acade-
solo. Derecha, brutal toma
de Honnold en el Enduro Corner. mia. // Por José Manuel Velázquez-Gaztelu.

L A E S C A L A D A T R I U N FA E N H O L L Y W O O D

Free so o
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NATIONAL GEOGRAPHIC / JIMMY CHIN
 E
S real! Las imágenes de escalada de Free solo re-
sultan sobrehumanas, imaginarias. Parecen más
creíbles las escenas con las que arranca Star Trek
V. La frontera final –con el Capitán Kirk escalan-
do en solo el Capitán y Mr Spock salvándole con
sus botas propulsoras– que las tomas reales de
Alex Honnold en el Enduro Corner. Pies de gato y una bolsa de
magnesio. Camiseta de manga corta. Ni siquiera se ha puesto un
poco de esparadrapo en las manos. Muchos imaginaban que al-
gún día llegaría ese momento, pero pocos pensaban que vivirían
para verlo. Escalar sin cuerda y en libre el Capitán es con certeza
absoluta la culminación de una era de la escalada y Free solo una
digna crónica del acontecimiento.
Desde su estreno en septiembre de 2018, Free solo, la película
de Jimmy Chin y Elizabeth Chai Vasarherlyi, ha recaudado 20
millones de dólares en taquilla y ha llegado a lo más alto tras ga-
nar el Óscar al mejor largometraje documental, además del Pre-
mio BAFTA de la Academia Británica al mejor documental y
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otra decena de importantes galardones. Nunca en la historia
una película de escalada había conseguido tal reconocimiento.
Un viejo proyecto. En 2009, Alex Honnold escaló la Regular
del Half Dome. Además de firmar una ascensión increíble y de de-
jar para la posteridad una de las imágenes más impactantes de los
último años (Alex de espaldas a la pared en la repisa de Gracias a
Dios), se despertó en el escalador la primera idea de hacer el Capi-
tán en el mismo estilo. Tal y como vemos en el filme, Alex no lo
oculta en sus entrevistas y conferencias, asegura que escalar en
solo integral el Cap le haría muy feliz y añade que era algo que le
daba bastante miedo. Se había propuesto intentarlo en 2010.
Nada más llegar al Valle la inmensa mole de granito parecía que-
rer engullirlo. Claro que era capaz de hacer 7c+ a muchos metros
del suelo, pero los 1000 metros de granito resplandeciente le pa-
recieron algo “de otro mundo”, relata en su libro Solo en la pared.
Decidió que no estaba preparado para tal empresa... Aún.

FOTOS: NATIONAL GEOGRAPHIC / JIMMY CHIN
NATIONAL GEOGRAPHIC / SAMUEL CROSSLEY
2012 es otro año importante en el desarrollo de esta historia.
Había muchos rumores de que Dean Potter (un gran referente
para Alex en su juventud) se estaba preparando para hacer en
solo la West face del Cap. Su plan era llegar a la repisa Thanks-
giving y de allí salir por los largos finales, y más sencillos, de
Freerider. De hecho, estos largos Dean ya los había escalado
sin cuerda. Para Alex esta versión híbrida de solo integral en El
Capitán (la West face no se considera una auténtica vía del
Cap) no era el verdadero solo que reclamaba la pared, aunque
probablemente al populacho eso le iba a dar igual y no com-
prendería la diferencia. “Yo consideraba un posible solo inte-
gral de El Cap como el Santo Grial de la escalada y no quería
que Dean lo mancillara haciendo una travesía y completando
una variante más fácil”, añade Alex.
Alex decidió escalar la vía antes que Dean. Y eso hizo, exacta-
mente en una hora y cincuenta minutos. Intentó que la escalada
no trascendiera demasiado y, por supuesto, evitó que aquello se
propagara como el primer solo al Capitán..
Free solo narra el proceso de tres años en los que Alex Honnold se prepara física
y mentalmente para escalar sin cuerda la vía Freerider del Capitán. En ese tiempo
conoceremos aspectos cruciales de su vida y de la gente que le rodea. Adquiere
un papel muy importante Sanni McCandless, su primera pareja seria (foto de aba-
jo), que conoce durante una firma de libros de su biografía, Solo en la pared, y que,
necesariamente, influirá de forma decisiva en algunas decisiones del escalador.
Otro momento importante en el camino de Honnold hacia el
solo del Capitán fue un encuentro con Ueli Steck no mucho
tiempo antes de que el alpinista muriera en el Nuptse, en abril
de 2017. Ueli conocía bien el Capitán y estuvo muy cerca de es-
calar allí a vista Golden gate (8a), pero resbaló en una placa mo-
jada de no más de 6c+. Hablaron sobre entrenamiento y de cómo
prepararse para escalar en libre una pared como el Capitán. Ueli,
para Golden gate, escalaba diez largos diarios de hasta 8a+. Lo
más revelador para Alex fue que Ueli le dijo que había llegado a
hacer en solo integral 8a y que su grado máximo ensayado no
pasaba del 8b. Todos los solos de Alex estaban bastante por de-
bajo de su nivel máximo y esperaba hacer 9a antes de enfrentar-
se a Freerider sin cuerda. Su enfoque cambió radicalmente.
Como parte de su preparación previa a Freerider, Honnold via-
jó junto con Tommy Caldwell y el equipo de filmación de Free
solo a Taghia, en el Atlas marroquí. Además de encadenar las tres
grandes vías de sus gargantas en 24 horas, Alex escaló sin cuerda
los 500 metros de Les rivieres pourpres (7b+). Las conversaciones
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entre la cordada fueron surrealistas: Tommy se desahogaba que- Página izquierda, Alex en el offwidth Scotty-Burke, un largo extenuante a mitad
jándose de que su mujer se gastaba mucha pasta en muebles que de pared; él dice que, al ir sin arnés, la cadera se le encajaba mejor al fondo de
no necesitaban y Alex le contestaba con la pregunta de si estaría la fisura y así pudo resolver mejor los movimientos y salir de allí empleando
bien buscar una variante para resolver algunos tramos de Free- menos energía. Abajo Chai y Jimmy en Yosemite. Más abajo, Alex llega a la cima
blast, la parte más delicada de Freerider... del Capitán tras escalarlo sin cuerda. Asegura que es el momento más feliz de
Durante el viaje, Alex se tragó Spartacus, la serie sobre gladia- su vida y, además, le dio tiempo a bajar para hacer unas dominadas...
dores. “Los gladiadores se pasaban toda su vida entrenándose
para los breves momentos en los que podrían decidir su destino
empleando únicamente su propio aplomo y sus habilidades. El
miedo no era una opción, al menos si querían sobrevivir”, relata
Honnold. En esta analogía con el solo integral solo faltaba encajar
un elemento: el equipo de filmación: “Sería como un entreteni-
miento para las masas, igual que en la antigua Roma. El deporte
sangriento había evolucionado: ahora se practicaba con pies de
gato y una bolsa de magnesio”...

NATIONAL GEOGRAPHIC / CHRIS FIGENSHAU

La frontera ética. Existen muchas piezas, cortas general-
mente, sobre escaladas en solo integral. Las primeras en hacerse
populares fueron los trabajos del cineasta francés Jean-Paul
Janssen [del que hablamos en el número pasado] La vie au bout
des doigts (La vida en la punta de los dedos), de 1982, y Opéra
vertical, rodadas en el Verdon y en Buoux (sur de Francia) y pro-
tagonizadas por un joven Patrick Edlinger. Estas películas, ade-
más de revolucionar el ámbito de la escalada y acelerar la transi-
ción hacia la deportiva, trascendieron del mundo especializado
y conectaron con el gran público.
El primer contacto de Honnold con un equipo de cineastas se
produjo en 2008. A Peter Mortimer, de la productora Sender
Films, con sede en Colorado, le llamaron la atención los solos de
Alex en la cara norte del Rostrum y Astroman. Sender Films lle-
vaba varios años midiendo el pulso de la escalada mundial y no
dejaba pasar una oportunidad cuando olía talento joven. Tras
los solos a Moonlight Buttress y al Half Dome en solo integral,
Sender Films propuso a Alex hacer una película.
FOTOS: NATIONAL GEOGRAPHIC / JIMMY CHIN

No había ningún material audiovisual de estas escaladas, ni si-

quiera testigos, ¿estaría Alex dispuesto a repetir al menos algunos
tramos para la filmación? A Alex le encantó la idea. En Moonlight
Buttress rapelarían 120 metros desde la cumbre y, después, Alex
se quitaría el arnés y comenzaría a escalar. Aparecen los prime-
ros remordimientos. “No puedo imaginar cómo podría vivir si
ocurriera algo así”, confiesa Mortimer en Solo en la pared.
La noche anterior cenaron todos en una pizzería. Aprove-
chando que Alex se había levantado para ir al servicio, varios
componentes del equipo de filmación comenzaron a tener du-
das sobre lo que iba a suceder al día siguiente. Cuando Alex re-
gresó, el director le preguntó a Alex si lo tenía claro. “¡Vaya ne-
nazas estáis hechos, tíos! ¿Me estáis diciendo que voy a tener
que llamar a otros?”, contestó el escalador de Sacramento.
Mortimer opina que la decisión de filmar un solo es ya de por
sí algo difícil, pero pedir al escalador repetirlo implica aún mu-
cha más responsabilidad por parte del cineasta. “La frontera éti-
ca me resultaba más nítida en este caso [filmar el solo en direc-
to]. El peor escenario posible, que Alex se caiga y se mate mien-
tras escala algo, no deja de ser una elección suya. Pero si se mata
recreando una escalada, en cierto modo sentiría que yo había
causado su muerte. Y tendría que vivir con ello”.
Comienzan a filmar con 240 metros de vacío bajo los pies.
Alex escala fluido, no duda. En un momento dado se vuelve ha-
cia el cámara y le dice: “¿Prefieres que parezca algo más difícil?”.
Entonces, empotró una rodilla en una fisura, se soltó de manos y
gritó: “¡Cerrojo de rodilla sin manos, colega!”.
Lo más escalofriante que Peter recuerda haber filmado fue el
solo de Alex a Phoenix (7c+). “Estaba aterrorizado. Era la cosa
más espeluznante que había visto en mi vida. No podía soportar
verlo así de cerca, de modo que tuve que alejar el zoom”, dijo
Mortimer. Su colega en Sender Films Brett Lowell tampoco lo
pasó bien filmando a Alex en el Liberty Cap. Alex comenzó a
dudar en una secuencia. Subía, tocaba las presas, destrepaba,
volvía a subir... Brett, a punto de perder los nervios, se puso to-
talmente blanco. Alex se dio cuenta y soltó: “Eh, no pasa nada.
Estas cosas ocurren cuando uno escala”.
Cedar Wright también recuerda con cierta angustia el proce-
so de filmación de Alex escalando en solo Sendero Luminoso
(550 m, 7c), en Potrero Chico (México). “Se hace raro estar ayu-
dando a un amigo tuyo a hacer algo que sabes que puede condu-
cir a su muerte”, dice Cedar justo en el momento macabro en
que la cámara enfoca el cementerio de la ciudad de Hidalgo...
En 2015, Peter Mortimer le trasladó a Alex su proyecto de hacer
una película sobre él. Al mismo tiempo, Jimmy Chin y su esposa,

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 “No es que siga forzando hasta que pasa algo terrible. Pero quizás es lo que lo
hace tan peligroso. Quizás estoy tan cerca que no me doy cuenta si me asomo
al precipicio”, explica Alex en la película. Abajo, en la furgoneta en la que lle-
va años viviendo austeramente y preocupado básicamente por tres cuestio-
nes: la escalada, la conservación medioambiental y su proyecto solidario en
países en desarrollo, al que dona gran parte de sus ingresos.
Chai Vasarhelyi, le proponen lo mismo. Alex es consciente de que
ganarse la vida como escalador profesional y depender de los pa-
trocinadores está sujeto a una gran incertidumbre. De alguna for-
ma intuye que los creadores de la exitosa Meru –Jimmy y Chai–
serían capaces de llevar la cinta a las salas comerciales, y eso su-
pondría una interesante fuente de ingresos. No fue fácil rechazar
la oferta de los amigos de Sender Films, pero finalmente firmó con
Chin, también amigo suyo. Todos lo tenían claro: el fin del proce-
so sería el Capitán en solo integral. Por supuesto, Jimmy y Chai
insistieron en que no habría ninguna presión para hacerlo. Evi-
dentemente, la presión existía desde el momento en que Alex
acepta y decide que quiere compartir con la humanidad la que
probablemente se iba a convertir en su escalada culminante.
Una pica en Hollywood. Elizabeth Chai Vasarherlyi y
Jimmy Chin se conocieron en 2012. En aquel momento, la tra-
yectoria como cineasta de Chai –A normal life (2003), Youssou
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N’Dour: I bring what I love (2008), a las que hay que sumar des-
pués Touba (2013) e Incorruptible (2015)– estaba centrada en
dirigir ensayos sobre política y de denuncia social y violaciones
de los derechos humanos; por ello recibió decenas de premios.
Su encuentro con Chin le hizo cambiar de registro e interesarse
por las experiencias de escaladores y alpinistas. Jimmy y Chai
traspasaron juntos el mundo especializado de la escalada y el al-
pinismo con la película Meru (2015), la filmación de la aventura
de Conrad Anker, Renan Ozturk y Chin a la montaña del Hima-
laya indio. La película ganó el Premio del Público durante el fes-
tival de Sundance –la iniciativa de Robert Redford para empujar
el cine independiente– y estuvo preseleccionada para los Óscar.
El proceso en Free solo consistió en perseguir con la cámara a
Alex durante tres años y, de guinda, filmar el primer solo al Capi-
tán. El público escalador estaba ganado de antemano. Cualquier
testimonio audiovisual de una escalada tan impresionante, tras-
cendental y fotogénica es merecedora del reconocimiento eterno
de todos los admiradores del escalador americano y, por exten-
sión, de cualquier persona interesada en la historia del alpinismo.
Pero, tal y como ha demostrado con su éxito en taquilla y re-
conocimiento institucional, Free solo va más allá. Siguiendo la
estela de Man on wire –el documental que, en 2008, consiguió
un Óscar, 45 premios y 11 nominaciones acerca del equilibrista
Philippe Petit y su travesía sobre el alambre entre las Torres Ge-
melas en 1974–, la obra de Chai y Chin explora la vida del genial
escalador, lo expone sin tapujos frente al espectador, destapa as-
pectos poco conocidos de Honnold, su familia, sus amigos y su
novia y, ante todo, revela la personalidad compleja de alguien
capaz de plantearse la escalada del Capitán sin cuerda.
“No quería hacer un documental de deportes”, declaraba
Jimmy Chin en una entrevista, sino contar la historia de por qué
alguien se propone hacer eso y el proceso hasta llegar a ello”.
Chai añade que la película tiene “profundidad emocional y
desarrolla a un personaje tan especial como Honnold, al que le
da menos miedo escalar cientos de metros sin cuerda que pedir a
alguien que se encuerde con él. Esa fue la base sobre la que tra-
bajamos para mostrarlo tal y como es”.
Nada más hacerse público el listado de películas candidatas a
las estatuillas, Susan Wloszczyna, periodista norteamericana es-
pecializada en predecir premios de películas y series, auguró el
Óscar para Free solo y, dejando de lado la escalofriante escalada y
las tomas espectaculares, el factor que inclinaba la balanza no era
otro que Sanni McCandless, la pareja de Alex, “¿El amor será una
barrera para sus hazañas o su poder lo hará triunfar a toda costa?”,
escribe Wloszczyna. Todo muy de Hollywood, desde luego.
La presión, la muerte, el miedo. Las primeras palabras
de Alex Honnold en Free solo suenan en un estudio de televi-
sión. La presentadora, Helen Raptis, le dice: “Lo que no entien-
do es... que cualquier error, cualquier pequeño desliz... puede
hacer que te caigas y mueras”. A lo que Honnold, con su voz
profunda y gesto impasible, contesta: “Bueno, yo creo que sí que
lo has entendido muy bien”.
Sin duda una buena declaración de principios que nos avanza
lo que nos espera durante la siguiente hora y media de película,
porque a lo largo de toda la cinta revolotea insistentemente la in-
cuestionable posibilidad de acabar estampado contra el suelo.
“No es que siga forzando hasta que pasa algo terrible”, explica
Alex en una conferencia. “No lo veo desde esa perspectiva. Pero
quizás es lo que lo hace tan peligroso. Quizás estoy tan cerca que
no me doy cuenta si me asomo al precipicio”.
 No olvidemos que detrás de esa personalidad aparentemente
meticulosa y calculadora existen unas cuantas influencias capa-
ces de alterar la capacidad real de medir las posibilidades. Dos
destacan sin duda: la voluntad de traspasar los límites y el rugi-
do exterior de los que piden más.
Alex Lowther, en 2011, en la revista Alpinist, definía perfecta-
mente esta situación peligrosa: “Las expectativas pueden ser peli-
grosas cuando eres famoso por arriesgar tu vida”. Alex lo ve des-
de otra perspectiva en su biografía: “No sabría decir cuánta gente
me da la lata para que beba alcohol. Si estoy en una fiesta, siem-
pre llega alguien con lo mismo: ‘Solo prueba esta cerveza, no te
va a hacer daño’. Nunca he cedido. El alcohol no me interesa”.
La contradicción acerca de la sensación de miedo planea en
ocasiones en el documental. En alguna ocasión Alex explica que
su estrategia consiste en “expandir la zona de confort practican-
do los movimientos una y otra vez. Trabajar el miedo hasta que
desaparece”. Pero el miedo existe en Honnold, no solo lo explica
en varias ocasiones durante la película, sino que el espectador
percibe la situación casi de pánico que Alex experimenta en su
primer, y frustrado, intento: “Si alguna vez tuviera una pesadilla
sobre escalada, se parecería mucho a eso”, nos cuenta Honnold
en Solo en la pared. “Oscuridad, frío, solo y no del todo bien pre-
parado… En lo alto del largo que tenía por encima pude ver la
silueta oscura de un cámara, aunque tener a alguien colgando
FOTOS: NATIONAL GEOGRAPHIC / JIMMY CHIN

allí arriba no hacía que cambiara nada la situación en la que me

encontraba. Tenía miedo. Di los primeros pasos de adherencia
sobre la placa y llegué al tramo clave, una travesía horizontal ha-
cia la derecha, sin nada para las manos. Se trataba de mantener
el equilibrio sobre los pies y confiar en la adherencia de los ga-
tos. Con la salvedad de que, en ese momento, yo no me fiaba en
absoluto de mis pies. Seguía sin poder sentir bien mi pie dere-
cho, y necesitaba confiar mi vida a él. Dudé un momento, asus-
tado y disgustado. Me molestaba que el cámara estuviera allí
arriba presenciando ese fiasco. Me molestaba que hubiera gente
en el prado, juzgándome. Yo no quería estar allí. ¡Eran ellos los
que deberían estar donde yo estaba, no yo!”.
¿Raíz patológica? Free solo puede incluso interpretarse
como un sutil ejercicio de explicar lo que nadie hasta hoy ha sido
capaz de argumentar: qué lleva al ser humano no solo a cruzar las
fronteras de sus límites, sino a dispararlos hasta niveles aparente-
mente suicidas. Al fallar los estudios médicos sobre el cerebro de
Alex (la doctora explica en la película que la amígdala de Hon-
nold funciona… aunque necesita un mayor nivel de estimula-
ción), no nos queda otra que llegar a la conclusión de que un pa-
dre trastornado y una madre exigente que no abraza a su hijo de
pequeño están detrás de todo esto. Es una simplificación al máxi-
mo, claro, pero cualquiera que haya visto la película, escalador o
no, se ha quedado seguramente con la misma sensación. “Mi ma-
dre siempre decía que nunca nada es lo suficientemente bueno.
El pozo sin fondo del odio hacia ti mismo. Esa es la motivación
principal para practicar solo integral”, declara Alex.
El padre de Honnold –obsesivo, sin ningún vínculo afectivo
con su familia y diagnosticado Asperger– se fue de casa cuando
Alex tenía 19 años. Poco después murió. En ese momento Alex
agarró la furgoneta y se marchó. Vivía con lo que recibía del se-
guro en el aparcamiento de un supermercado; le bastaban 75
centavos al día para subsistir.
Las personas con Asperger (un síndrome fácilmente here-
dable de padres a hijos) presentan habitualmente los si-
guientes síntomas: incapacidades en lo social, conductual y
comunicacional; memoria inusual para detalles; fijación por
un tema del que pueden llegar a ser auténticos expertos; su
pensamiento es lógico, concreto e hiperrealista... Personas le-
vemente afectadas, y no diagnosticadas, nos parecerán única-
mente gente rara o excéntrica.
“He tenido varias exnovias que decían que tengo trastorno
de la personalidad y cosas por el estilo”, confiesa Alex en su
biografía. Y nos sobrecoge en la película cuando confiesa: “Na-
die de mi familia me demostró cariño cuando era pequeño.
Tuve que aprender a abrazar por mí mismo cuando tenía 23
años o así. Porque era como que todo el mundo se abraza, es
algo que debería hacer yo también y luego comencé a practi-
car. Ahora se me da bien abrazar”.
Es posible que esta insinuación de que detrás de una gran gesta
hay una raíz patológica sea, para unos pocos, un motivo de alivio,
una explicación medio encubierta que ofrece algo de conformis-
mo en las vidas monótonas y frustradas del común de los morta-
les. Como si pensáramos: “De acuerdo, no soy un héroe, nadie va
a recordar lo que he hecho durante mi mierda de vida... pero al
menos no tengo traumas infantiles ni trastornos psicológicos”.
Las declaraciones de John Long suelen borrar de un pluma-
zo elucubraciones de todo tipo, y esta vez no fue menos: “Para
plantearse algo así hay que ser un visionario, pero para llevarlo
a cabo hace falta echarle un par de huevos”.
En cualquier caso, tanto si nos inclinamos por la teoría de-
terminista como por la contundencia de Long, la lectura final
no puede ser más hermosa: abracen a sus hijos, mucho.
José Manuel VELÁZQUEZ-GAZTELU.

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