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DOS NOTAS SOBRE EL NIÑO [1]

Texto de Jacques Lacan, 1969

Presentado por: Luisa M. Matallana, 2007

Este texto trata de dos papeles rasgados con dos notas que Jacques Lacan entregó a Jenny Aubry
en octubre de 1969, poco antes de dictar su seminario número 17, “El reverso del psicoanálisis” y
cuya publicación implicó la hechura de un texto coherente dada una inversión en el orden por
parte de Jacques-Alain Miller – a quien Jenny Aubry entregase esos papeles -; es decir, lo que
figura de segundo es lo primero y viceversa o, como quien dice, al parecer, en el orden de entrega,
primero está el fracaso de las utopías comunitarias y luego ese otro fracaso, lo que dice de lo que
no anda, el síntoma. Como sea, lo que sí parece ser tal, es que Lacan seguía los trabajos del grupo
de Jenny Aubry con niños, especialmente con niños abandonados que sufrían de fuertes
problemas psíquicos.

Un poco de historia sobre las utopías.

En 1909 surgen en Israel los primeros kibutz o comunas agrícolas, luego también urbanas
(kibutzim), y durante muchos años hubo la costumbre de que los niños vivieran todos juntos,
separados de sus padres, en la casa de los niños. Hoy en día, los niños viven con sus padres en
todos los kibutzim y luego los hijos se separan de estos centros y de su familia en un acto llamado
de rebeldía. Por otra parte, como parte y consecuencia de la guerra civil española y la segunda
guerra mundial, en diversos lugares hubo intentos de crianza de niños en colectividades y, por la
circunstancias, separados de sus padres, fue el caso de un grupo de niños españoles exilados en
México. La cuestión es que la utopía comunitaria como tal, entendida como separación radical
entre padres e hijos, fracasó, quedando manifiesto que la función de la familia conyugal seguía
siendo dominante como organización de parentesco ideal para la crianza de los niños. Lacan, en
estas dos notas, no trata de la familia en tanto mito sino en lo que respecta a su funcionalidad.
¿Pero qué entender por familia conyugal? Este es un término legado de Durkheim a finales del
siglo XIX y esto a partir de que constata que la familia patriarcal va desapareciendo y que, en su
lugar, aparece esta nueva manera familiar en donde se destaca lo siguiente:

- Sólo permanecen las figuras de marido y esposa, los hijos dejan la casa paterna al momento
de alcanzar su mayoría de edad y/o casarse.

- El Estado interviene cada vez más en la vida interior de la familia, incluso la legisla y hasta
interviene en acto.

- Los lazos de parentesco devienen indisolubles, es decir, los particulares no tienen más el
derecho de quebrantarlos, no ante el Estado.

Esta familia, en sus diversas variaciones, es la que prevalece o que queda como residuo, como
ideal a alcanzar, sin importar los medios de procreación, y esto para buscar lo que es la transmisión
constituyente para el sujeto, es decir, su relación a un deseo que no sea anónimo. No se trata de
transmitir un saber, sino de que haya alguno ejerciendo esa función de posibilidad de sujeto por lo
que falla, por lo que es defectuoso en ese gran Otro, llamado madre, en tanto ejerce la función
materna, cuya falta abre la vía del deseo. No se trata entonces simplemente del Otro como Nación
o Raza o Constitución, eso es más propio del fantasma de una madre negada como mujer – otro
que desea -, y, más grave aún, de una conceptualización, de una abstracción tal que sólo cabe una
pregunta: ¿cuál deseo de hijo? Esto último está relacionado a la función paterna, “la del padre, en
tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo”[2].

Está esa palabra que pasa muchas veces desapercibida: encarnación, es decir que las funciones
son semblantes; no son abstracciones ni purezas, tampoco universales ni absolutos. Que sean
encarnaciones implica que allí participa una mujer que quiere acceder a ser madre y un hombre
que interviene para producir un niño, un objeto niño. Vuelvo a la pregunta: ¿cómo entender esa
cuestión del padre y la ley? Es un padre que posibilita el deseo, no que prohiba el deseo como lo
han interpretado, sino que en la medida en que desea a esa mujer, a la madre de sus hijos, la hace
deseable, y ahí sí cabe decir que “suya” porque él se acuesta con ella y en esa medida la ley se
escribe como algo particular y no universal, ya no anónimo, vivo y no como un tratatado en latín o
en una palabra que no sea hablada sino en los manuales. El padre, enunciando la ley, la palabra – y
en este punto no es precisamente el acto de dar la palabra-, la humaniza y da la posibilidad de vivir
y servirse de ella. He ahí que para que un hombre se haga padre también tendrá que consentir al
no-todo que constituye la estructura del deseo femenino, o, si se quiere, a consentir que la falta
también le es constituyente. La cuestión o el interrogante surge cuando esta función paterna cae
en lo igualitario así como el paso del “vuestra merced” al “usted”, y del “usted” al “tú” en algunos
escritos.
Hasta acá eso que he presentado sobre las funciones en la familia conyugal, eso parece
funcionar, no hay problema, no hay nada que cojee, y podría dejarlo tal cual y cabalgar
circularmente siguiendo el discurso del amo.[3] De seguir ese discurso, esta institución – y no sólo
esta - no producirá sujeto sino segregación y esto porque sólo habría que seguir los delineamientos
dados y producir objetos niños como está prescrito, someternos a leyes del contrato laboral y a las
órdenes de los estrados judiciales y carcelarios. Entonces no estaría haciendo algo muy distinto a lo
del padre de Daniel Schreber, del presidente, sujeto éste que fue llevado a identificarse con el
Nombre del Padre como universal del padre, vector de un deseo anónimo, y encarnación del
absoluto y abstracto del orden. Por tanto, en lo que nos concierne en tanto analistas, el deseo del
analista por muy normalizado que esté, por muy dentro de la norma, pues no ha de ser tampoco
inmaculado, sin tacha, ejemplificante, anónimo, universal, puesto en un ideal de lo que debe ser o
no ser cual lugar Uno inamovible y de excepción.

¿Y el niño? ¿Acaso no trata de dos notas sobre el niño?

Al parecer sólo le son posibles, en tanto síntoma, dos posiciones: la una, representando la
verdad de la pareja padre-madre, lo cual, en ese discurso maestro o de amo, es estar en tanto
sujeto barrado - $ - , articulado con la metáfora paterna; y la otra posición, realizando la presencia
del objeto a en el fantasma materno [4], supliendo o saturando esa falta en sus distintos modos,
“sea cual fuere la estructura especial de este deseo”: neurótico, perverso o psicótico [5]. No es
que sea el objeto a sino su realización en lo que respecta a la subjetividad de la madre: lo que dice
de la falta de la madre y de su deseo como mujer; la fetichización del objeto infantil – objeto
animado - como todo; la fetichización del objeto infantil – objeto animado - como no siendo todo
para el deseo de la madre; y el objeto infantil como lo que es rechazado o reducido a cual grito
mudo y sordo de Munch, es decir silenciado por no escuchado o por ritalinizado o por ser sobra del
comercio parental.

¿Cuál la intervención del psicoanalista?

Su valor está en operar en el fantasma, bien sea para hacer posible la rotación de lugares de
discurso y esto hacia una salida de la escena de cautiverio, bien sea siendo colocado como
compañero para la exteriorización del objeto a dando así posibilidad al advenimiento del sujeto,
bien sea…. que sae trata acá de decir o quedar en el Bien Sea, sino del paso de una lógica del todo
y de la excepción, hacia una lógica del no-todo.

Luisa M. Matallana
[1] Jacques Lacan, 1969, « Dos notas sobre el niño » publicado en Intervenciones y Textos 2;
Manantial:Buenos Aires, 1988. Y en la dirección de internet de la École Lacanienne de
Psychanalyse, www.ecole-lacanienne.net : “Deux notes a J. Aubry” de 1969-10-00.

[2] Ibid, pág.57

[3] Y si hago este paréntesis no es en vano y fuera de contexto considerando que 1969 es el año en
que Lacan da su seminario “El reverso del psicoanálisis”.

El discurso del amo:

S1 S2 Lugares: Agente o amo trabajo o saber

--- --- ------------------ -------------------------------

$ a verdad producto o plus de goce

Ejemplo:

S1= lo que en un discurso se proclama como ideales a conseguir y a modo de enunciados


imperativos: “Todos los buenos hijos obedecen a sus padres”, negando con ello la diferencia, es
decir, la posibilidad de haber buenos hijos que no obedezcan a sus padres o, al menos, no siempre.

S2 = lugar del saber, la logística para conseguir lo prescrito.

a = lugar del producto o de la producción, que puede ser un diploma de grado, la terminación de la
construcción de una obra, plus de goce obtenido tras el funcionamiento de los S1 y S2, o un niño.

$ = lugar de la verdad del discurso en donde está el sujeto representando “el no querer saber” y de
ahí que se diga que nunca un amo hizo avanzar el saber un tanto pues sólo le interesa que eso
funcione y nada más.

[4] En palabras de Lacan : « La distance entre l´identification à l´ideal du moi et la part prise du
désir de la mère, si elle n´a pas de mèdiation (celle qu´assure normalmente la fonction du père)
laisse l´enfant ouvert à toute les prises fantasmatiques. Il devient l´ »objet » de la mère, et n´a plus
de fonction que de révéler la vérité de cet objet. »
Mi traducción: “La distancia entre la identificación al ideal del yo (moi) y la parte tomada del deseo
de la madre, si ella [la distancia] no tiene mediación (aquella que normalmente asegura la función
del padre) deja al niño expuesto a todas las capturas fantasmáticas. Él deviene “objeto” de la
madre, sin más función que la de revelar la verdad de este objeto.”

[5] Ibid. p.56

El texto de Lacan en francés - Deux notes sur l'enfant" remises à Jenny Aubry par Jacques Lacan en
1969

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