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Entrenamiento Psicológico Del Portero PDF
Entrenamiento Psicológico Del Portero PDF
Una de las cualidades más apreciadas en un portero es la regularidad. Es por ello que cada
vez es más importante que el portero tenga una buena preparación psicológica. Esta
preparación es la clave para conseguir el máximo rendimiento bajo cualquier circunstancia, lo
que sin duda marca la diferencia. Es evidente que esto no se puede conseguir de la noche a la
mañana. Como cualquier otra faceta del juego se debe entrenar. Las tres figuras claves
encargadas de este desarrollo son el entrenador, el entrenador de porteros y el psicólogo
deportivo.
¿Y qué tiene que ver esto con el entrenamiento en fútbol, en concreto con el entrenamiento
específico de los porteros? Pues mucho. Durante años suelen acumular una ingente carga de
trabajo, físico, técnico y táctico. Realizan muchísimos ejercicios para desarrollar sus
“cualidades” como porteros, pero a juicio de algunos de estos entrenadores parece que ello es
insuficiente.
Estamos cansados de ver chicos con excelentes cualidades para la portería. Técnicamente
presentan un nivel altísimo. Tienen una excelente proyección cuando están en la etapa juvenil
o se incorporan al equipo filial. Pero ¿qué pasa qué muchos de ellos no llegan al fútbol
profesional? Qué explicación puede haber. Unos no tienen carácter o personalidad para ser
porteros, otros no soportan la presión inherente a la máxima competición, muchos no tienen la
suficiente paciencia para saber esperar y perseverar hasta que les llegue su oportunidad, y a
casi todos no les gusta el banquillo o la suplencia y menos aun no entrar en la convocatoria
cuando en la plantilla hay tres porteros, … Todas estas causas se están refiriendo a
cuestiones relacionadas con el ámbito emocional. Son potencialmente buenos porteros
pero no disponen de las necesarias competencias para ejercer como porteros en el
contexto del fútbol profesional.
Así pues, es necesario ampliar los contenidos a trabajar en la formación de los porteros.
Además de las competencias técnicas es necesario desarrollar unas competencias
emocionales o psicológicas, específicas de dicho puesto. Se trata de valores específicos y
habilidades emocionales que incrementen sus competencias como porteros, de forma que
además de disponer de unas excelentes cualidades técnico-tácticas han de SER y
SENTIR como auténticos porteros.
2. Saber mantener una atención focalizada para poder leer el juego sin participar
activamente en él. Es muy difícil mantener la concentración necesaria, que exige un
trabajo óptimo de un portero, cuando apenas interviene en el juego. El estilo atencional
del portero es diferente al resto de jugadores del equipo. Requiere un trabajo específico
hasta que el portero interiorice la importancia de su trabajo “sin balón”.
El trabajo del portero exige una concentración máxima durante todo el encuentro. Es
imprescindible estar conectado a la acción, en estado de vigilancia o alerta tanto
cuando no participa del juego como cuando interviene. Y no es una tarea fácil. Es algo
que se debe entrenar todos los días no desconectando en ningún momento durante los
entrenamientos diarios. Es de vital importancia el trabajo del psicólogo para poder
dominar esta tarea, para saber evaluar nuestro estado emocional, saber si tenemos
poca o demasiada activación nerviosa. El portero debe saber encontrar el estado ideal
de rendimiento utilizando técnicas que disminuyan dicha activación cuando es excesiva
(relajación) o que la incrementen cuando sea insuficiente (energetización).
4. Aceptar y convivir con la posibilidad del error. El error del portero es muy
manifiesto, muy evidente, y puede tener una gran trascendencia sobre el resultado. El
error del resto de jugadores pasa mucho más desapercibido y no es tan determinante
sobre el resultado del partido. Desde una lógica emocional el portero está pendiente de
no cometer errores, lo que le hace estar mucho más inseguro. Tratar de no equivocarte
se traduce en un trabajo inseguro y provoca la aparición de más errores. El error es
inherente a la condición de ser humano, dicen que errar es de humanos. Pero, además,
el error del portero suele ser de “bulto” o “grosero”, es decir muy evidente y peligroso
para el equipo. El portero puede aprender a convivir con el riesgo del error, como algo
inherente a su trabajo, de forma que no le afecte en su trabajo.
Es difícil pasar desapercibido porque todas las acciones cobran notoriedad, tanto para
lo bueno como para lo malo. Hay que entender que el error forma parte del juego y
que es imposible no fallar nunca. La diferencia está en si sabe manejar la situación
después de un error o si es la situación la que maneja al portero. Si consigue
inmediatamente focalizar de nuevo la atención sobre el juego o si se va del partido y ya
no se consigue volver a él.
El portero es un jugador que puede ayudar a manejar el tempo del partido. Es algo
difícil de aprender porque en la mayoría de las situaciones cuando acabas de intervenir
la adrenalina corre por las venas y el cuerpo demanda más acción. Pero en ese
momento es cuando más tranquilidad se debe dar al equipo porque el contrario está
atacando y el equipo necesita recomponerse para poder retomar el control del partido.
Todo lo contrario sucede cuando está sin participar en el juego, poco a poco va bajando
la activación y puede llegar a desconectarse de la acción.
6. Orientar hacia la mejora de la tarea. El portero suele estar muy orientado hacia el
éxito. Se mueve por motivaciones relacionadas con la satisfacción del ego, como ser
titular, mantener la portería a cero, detener penaltis, tener continuidad en el equipo
titular, ser protagonista por su excelente trabajo, ser objeto de buenas valoraciones por
parte de los medios de comunicación… Entonces, se desanima muchísimo cuando no
juega, no tiene protagonismo, y piensa que no lo va a tener debido a que otro
compañero cuenta, según su impresión, con la confianza del entrenador. Es necesario
que el portero se mueva también por otras motivaciones que le ayuden a trabajar
diariamente y a mantener el ánimo aunque no participe habitualmente en la
competición. Se hace imprescindible enseñar a los porteros a encontrar motivaciones
más relacionadas con la tarea, inherentes a su trabajo diario. Hablamos de la
conveniencia de utilizar motivaciones de tipo intrínseco.
Es importante que el portero entienda que la titularidad no depende de él, sino que es
una decisión del entrenador. Lo que sí depende de él es su trabajo diario y es ahí
donde debe centrar toda su atención y esfuerzo. Un buen trabajo diario es el mejor
camino hacia la titularidad.
8. Aceptar y saber convivir con las críticas. El futbolista hace un trabajo “público”
en cuanto que lo desarrolla ante los ojos de miles de aficionados que están en la grada
o sentados delante del televisor. Es como trabajar en un “escaparate”, a la vista de
cualquiera. No resulta fácil aislarse totalmente de esta circunstancia y centrarse
totalmente en su trabajo. Cualquier futbolista ha vivido la sensación de sentirse
observado o examinado por el gran público. Entonces el rendimiento decae
drásticamente. Además, de un trabajo desarrollado en público cualquiera puede opinar
sobre él. ¡El más difícil todavía! El futbolista suele leer casi todo lo que se publica sobre
él, aunque confiese lo contrario. Ser objeto de críticas o sentir que existen dudas
respecto al propio trabajo debilita enormemente la autoconfianza individual. Es
necesario dotar al portero de recursos de tipo psicológico que le ayuden a convivir con
su “examen” semanal.
10. Competir cada día. El joven portero que intenta hacerse un hueco en el fútbol
profesional suele tener pocas oportunidades de participar en los partidos.
Equivocadamente piensa que está perdiendo el tiempo al no poder jugar con
continuidad. Así, sin darse cuenta, está despreciando la oportunidad que le ofrecen los
entrenamientos para competir. El compañero se ha de convertir en el rival a superar,
buscando con él un duelo permanente pero noble, siempre desde el trabajo bien hecho.
Ese duelo ha de aprender a llevarlo desde el espíritu de superación, incluso más allá
del terreno de juego. En ocasiones el compañero más veterano maneja unos resortes
que acaban desequilibrando al más joven. Esto no es posible. Debe aprender a convivir
con este tipo de situaciones sin que hagan mella en su ánimo ni en su trabajo.
Dicen que los porteros están un poco “locos”. Nada más alejado de la realidad. Si el deportista
necesita de una maduración personal acelerada para desarrollar competencias que le ayuden
a sobrevivir en un contexto profesional, más todavía en el caso del los futbolistas dado el
seguimiento de que es objeto el fútbol a nivel social y de los medios de comunicación. El
portero no suele ser ningún “loco”, todo lo contrario. Suelen ser jugadores con una dimensión
personal importante para su edad. Son jóvenes que les toca hacerse “mayores” de forma
acelerada. Su preparación será insuficiente mientras no contemple apoyar y reforzar ese
ámbito emocional específico.
Hay mucho trabajo por delante para convertir al portero en la figura que todos esperan que
sea. Ese trabajo debe estar perfectamente coordinado por el cuerpo técnico. Pero aquí la
figura más importante es la del propio guardameta que debe tener un afán constante de
superación. Estar siempre en busca de la mejora constante e ilimitada. Todos sabemos
que la perfección es imposible de alcanzar, pero cuánto más cerca estemos de ella mejor
portero será.
No crean ustedes que estas opiniones surgen del conocimiento científico. Sobretodo están
fundamentadas en la experiencia del trabajo psicológico con diferentes porteros del fútbol
profesional. Como psicólogo del deporte puedo haberles enseñado algo; como porteros me
han ayudado a conocer la psicología específica de su puesto o demarcación. Me han
enseñando mucho más ellos a mí que viceversa.