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CHOLOS LIBERTADORES

Escribe: Milcíades Ruiz


Ahora que todos los valores están concentrados en la celebración de
Fiestas Patrias, rescato para el reconocimiento histórico, el aporte de los
peruanos ancestrales en la lucha por la independencia del Perú,
creyendo que serían liberados de la opresión que sufrían. Tomo para tal
efecto, un documento fidedigno del Virrey Joaquín De la Pezuela, ante
la inminente llegada de tropas revolucionarias que ya habían liberado el
virreinato de Buenos Aires y la Capitanía General de Chile.
El calificativo de “cholo” proviene del
mestizaje provocado por las tropas
españolas que conquistaron el
Tahuantinsuyo, al procrear descendencia
con las mujeres nativas. Desde entonces,
se ha usado esta expresión como
desmerecimiento denigrante de la raza
europea, motivando el desprecio y
discriminación consuetudinaria que aún
persiste. Pero esto, también generó
resentimiento de los afectados contra los
colonialistas y sus descendientes
republicanos.
En el escenario histórico de 1818, se había
dispuesto la organización de milicias, para reforzar la defensa del
virreinato frente a los ataques independentistas, pero los criollos no
estaban dispuestos a enrolarse, trasladando el asunto a los vasallos más
indefensos, levándolos contra su voluntad. A continuación, el texto
extraído de una misiva del mencionado Virrey al Ministro de Guerra, el
5 de noviembre de 1818 y que figura en el acervo documentario de
Mariano Felipe Paz Soldán para su libro: “Historia del Perú
independiente”.
(…) "Los Indios, en especial aquellos que se han levantado contra la causa y
derechos del Rey, manifiestan bastante repugnancia para sujetarse a la
contribución, sustituida al tributo y ha sido preciso la fuerza armada para
restablecerla en muchos: son naturalmente inclinados a toda clase de
maldades; la religión católica, en mi concepto, no la conocen; su aversión a
la autoridad del Rey y la adhesión a sus Incas, son indelebles y tan arraigadas
como en los primeros años de su conquista; por eso es que están siempre
dispuestos a oír y seguir las sugestiones de los perversos, que los inducen a la
rebelión y que tan ferozmente odian a los Españoles que se oponen a sus ideas.
Los cholos (que son una casta mixta) son algo menos malos que los indios
puros y no se llevan generalmente entre sí, aunque se reúnen con frecuencia
contra los españoles, esperanzados unos y otros, en que, si logran destruir a
éstos, conseguirán hacer lo mismo con sus precarios compañeros. De cholos
se componen la mayor parte de los regimientos de milicia, que siendo muchos,
de alguna instrucción y disciplina, son otras tantas reuniones formales y
permanentemente prontas a obrar siempre que sus jefes los induzcan a un
levantamiento.
De este principio se han originado en muchas partes las explosiones de la
insurrección, casi simultáneas, a las mayores distancias y el riesgo será
mayor en adelante, porque todos, ya en nuestros ejércitos o ya entre los
rebeldes, han recibido una enseñanza militar más completa, que puede ser
fatalísima al Estado. Me parece pues conveniente reducir el número de estos
cuerpos de milicias y se hace preciso para conservar la paz restituida a los
pueblos, mantener guarniciones de más o menos fuerzas en las capitales de
Provincias, porque llegarían tarde desde ésta a cualquier punto en que
hubiese movimiento, por la gran· de extensión de este Virreinato y la
inevitable· morosidad con que en estos países puede realizarse cualquiera
expedición, a pesar de la mayor actividad y eficacia, por la escasez de
trasportes, para emprender y continuar las marchas.
Todo lo que digo, está ajustado a exactísima verdad, menos en la idea de
confianza que aparento tener en los habitantes y en las tropas que están a mis
órdenes. No puede haberla en la generalidad de los primeros, porque los
buenos son apáticos, la opinión de los Cholos e Indios, especialmente, no es
favorable al Rey y la de la multitud de esclavos, sin excepción, está
abiertamente decidida por los rebeldes, de cuya mano esperan la libertad.
Tampoco puedo contar con las tropas del país que tengo reunidas, no tanto
por muy recientes reclutas, como porque temo su deserción antes de este caso,
a vista de la escandalosa, continua e inestinguible que se esperimenta en todos
los cuerpos de esta capital y de los que guarnecen la costa, la que es tan
monstruosa, que a la vuelta de poquísimos días causa en ellos bajas enormes,
que es preciso estar perpetuamente reponiendo, con indecibles dificultades,
fatigas y costos; por lo que he llegado a presumir que pueden haber seductores
ocultos que las promuevan." (Catálogo bibliográfico núm. 17. pág. 52).
De este texto histórico podemos deducir el concepto que los colonialistas
tenían sobre los cholos, nativos y esclavos de la época. Esta apreciación
ha perdurado por muchos años posteriores en que se nos ha educado con
esta ideología. Pero esta apreciación virreinal, nos enaltece como
personas que no renuncian a su heredad nativa y mantienen su fidelidad
a la patria originaria.
Cholo era José C. Mariátegui y chola fue la ayacuchana María Parado de
Bellido que, con su esposo e hijos, pagaron con sus vidas su adhesión a
la causa revolucionaria contra la dominación extranjera. De esta heroína
no se hablará en este aniversario precisamente por haber sido chola. La
ingratitud de los beneficiarios es tan grande que no la encontrarán entre
los próceres. Pero, ello no impide que lo hagamos nosotros.
María, hija natural (no reconocida oficialmente) del español Fernando
Parado y de la nativa Jacinta Jayo, casó con Mariano Bellido. En 1820,
los libertadores contaban con el apoyo de las guerrillas en las que
siempre había cholos, una de las cuales se organizó en Cangallo. Mariano
Bellido y sus hijos hacían de correos llevando información militar al
ejército de la Expedición Libertadora, sobre los movimientos de tropas
realistas bajo el mando del sanguinario oficial José Carratalá.
Uno de sus hijos fue capturado y fusilado por las tropas acantonadas en
Cangallo. En momentos en que se preparaba una masacre al pueblo de
Quilcamachay, pudo María avisar a la guerrilla que comandaba
Cayetano Quiroz y la evacuación evitó la masacre. Avisaba a través de
cartas que se las hacía otra persona ya que ella no sabía escribir.
Lamentablemente los sacerdotes leales al virrey aprovecharon la
confesión de un mensajero para delatarlo y entregarlo al enemigo, lo que
permitió la captura de María. Llevada ante Carratalá, se negó a entregar
información y menos delatar a sus contactos pese a las torturas, motivo
por el cual se ordenó su fusilamiento.
El 1° de mayo de 1822 fue llevada a la fuerza a la plaza principal de
Huamanga, colmada de espectadores, acusándola de traición. Luego fue
llevada al pelotón de fusilamiento que acabó
con su vida. Así como ella, hay muchos
mártires cholos, pero ahora que la mujer
adquiere mayor relevancia, se le debería
reivindicar al conmemorarse la
independencia del virreinato. ¿No les
parece?
Julio 2019

Otra información
en https://republicaequitativa.wordpress.com/

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