Se plantean dos acusaciones para combatir el fallo del ad quem.
Los cargos que se le imputan al tribunal son: Cargo I. El censor advirtió que el razonamiento del ad quen estaba errado porque consistio en no tener demostrado, cuando si lo estaba, que la obligacion contraida por el Dr. Era de resultado y no de medio, ya que la cirugia que se acordó no era para el alivio o cura de una enfermedad sino el cambio o mejora de su rostro. Que no le informó a la paciente sobre los riesgos que se podian presentar ni le comentó de otras alternativas o de otros procedimientos y a parte que el Dr. Incumplió con su obligacion de resultado ya que la paciente continuó con flacidez facial y las mismas caracteristicas en el rostro. Tambien por tener demostrado, sin estarlo, que las obligaciones contraidas eran de medio y no de resultado, y que las secuelas presentadas eran frecuentes en cirugias esteticas, sin que haya mala praxis medica. Entonces señaló que las equivocaciones del juez de segunda instancia se debieron a que el interpretó erradamente algunas pruebas del proceso. Y que este no tuvo en cuenta que en el “consentimiento informado” se registró que lo que se iba a realizar era rejuvenecimiento facial, lo cual es un fin o resultado deseado, al cual el cirujano se comprometio a llegar, lo que era prueba suficiente para determinar que era obligacion de resultado. Como el tribunal valoró erroneamente las pruebas y los testimonios declararon absuelto de culpa al demandado, sin tener en cuenta que el Dr. Carrillo lesionó nervios en la cara de la paciente y la dejó peor de como la encontró. Cargo II. En cuanto al “consentimiento informado” prueba que fue ignorada completamente, aun cuando la paciente insistió en los errores; ya que el doctor no le habia informado correctamente los riesgos de la cirugia. Por lo que se incurrió en omisión ya que el juez ad quem basó su decision en la coincidencia de opinión de los 4 médicos, a la cual alteró su contenido, sacó de contexto y les hizo decir lo que no expresaron. O sea, que el Dr. ignoró las normas eticas que se le exigen al profesional médico de informar totalmente a sus pacientes sobre los tratamientos, o sea, ignoró el “consentimiento informado” en este caso. Y el juez inobservó que el documento fue pre-impreso y genérico, que contenia informacion aplicable a cualquier tipo de cirugias, porque compartia consultorio con su hermana, que tenia otra especialidad, por lo que el documento era de uso compartido. Tampoco tuvo en cuenta que el documento presentaba espacios en blanco, como el lugar donde se debia colocar el tratamiento que se iba a practicar, por lo que no se estableció a que procedimiento la demandante dio su consentimiento. Aparte que no indica procedimientos alternativos, no explica los riesgos o complicaciones, no hay firma de testigos, no dice el tipo de anestesia que se empleó ni el nombre del anestesiólogo. Tambien ignoró el hecho que en el interrogatorio que absolvió al demandado, este confesó tácitamente su culpa y expresó su cinismo al decir que ya le habia propuesto a varios pacientes lesionar intencionalmente el nervio frontal para que no salgan arrugas. El tribunal no consideró que, en efecto, si habian diferencias en las denominaciones que le dio el Doctor a la cirugia, lo que generó malinformación en la paciente en cuanto al procedimiento, con el fin de obtener su consentimiento. Si el Tribunal no hubiera alterado las pruebas testimoniales o ignorado las demás pruebas hubiera llegado a una conclusión contraria, o sea, que si habia obligacion medica de resultado.