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Selección de poemas

Homero Aridjis

Poeta mexicano nacido en Michoacán en 1940.


Es uno de los escritores más prolíficos de México. Periodista, novelista y
catedrático, fue becario de varias
instituciones mexicanas, y profesor de literatura mexicana en varias universidades
norteamericanas. En 1993
la Universidad de Indiana le otorgó el doctorado Honoris Causa. Ha desempeñado
diversos cargos diplomáticos
a través de su carrera: en 1972 fue agregado cultural de México en Holanda, y
posteriormente, fue embajador
de México en Suiza. También dirigió el Instituto Michoacano de Cultura.
Su antología incluye sus obras más conocidas:
«Los ojos desdoblados», «Antes del reino», «Los espacios azules», «Tiempo de
ángeles» y «Antología Poética».

EMILIANO ZAPATA
Lo volvieron calle
lo hicieron piedra

lo volvieron tarjeta postal


discurso de político
lo hicieron película
ingenio azucarero

lo volvieron bigote
traje charro

él ve nada
oye nada
SÍLABAS
Abrir o no abrir, that is the question.
Manual de Spanglish

Luz, su nombre cabe en una sílaba


Mar su nombre cabe en una sílaba
Dios su nombre cabe en una sílaba
Sílabas que pueden escribirse en cualquier parte

Efraín Huerta
(1914 - 1982)
Nació en Guanajuato el 18 de junio de 1914; murió en 1982. Hizo sus primeros
estudios en León y Querétaro. En la ciudad de México cursó la preparatoria y los
primeros años de la carrera de leyes. Fue periodista profesional desde 1936 y
trabajó en los principales periódicos y revistas de la capital y en algunos de
provincia. Fue también crítico cinematográfico. Perteneció a la generación de Taller
¡1938-1941), revista literaria que agrupó entre otros, a Octavio Paz, Rafael Solana y
Neftalí Beltrán. Viajó por los Estados Unidos y Europa. El gobierno de Francia le
otorgó en 1945 las Palmas Académicas. En 1952 visitó Polonia y la Unión Soviética.
Dentro del grupo que integró la generación de Taller, Efraín Huerta se distinguió
por su sana conciencia lírica, por su apasionado interés por la redención del
hombre y el destino de las naciones que buscan en su organización nuevas normas
de vida y de justicia. Sus primeros libros: Absoluto amor y Línea del alba están
incluidos en Los hombres del alba, además de su obra publicada en revistas hasta
1944. El amor y la soledad, la vida y la muerte, la rebeldía contra la injusticia, su
lucha contra la discriminación racial, la música de los negros, la política y la ciudad
de México, son los temas más frecuentes de su poesía. Recibió el Premio Nacional
de Poesía en 1976.

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XII.
PROTAGÓRICA

El
Hambre
Es
La medida
De todas
Las
Cosas

V.
ALTURA

Estoy
Exactamente
A
Un metro
Con 74 centímetros
Sobre
El
Nivel
Del mal

PLAGIO XVII
La que quiera
Azul celeste
Que se acueste

Xavier Villaurrutia

Nació en Ciudad de México en 1903 y falleció en 1950.


Sus primeros poemas datan de su adolescencia y fueron publicadas en la revista
Ulises de la cual, Xavier era uno de sus fundadores, junto a Salvador Novo, otro
distinguido autor mexicano.
Ha cultivado diversos géneros, destacándose sobre todo en el teatro y la poesía y
recibiendo diversos premios por sus creaciones. Además ha estado involucrado en

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numerosas movidas culturales para dar a conocer la literatura y compartir esa
pasión con otras personas; fue uno de los animadores del grupo literario
Contemporáneos, entre otras cosas.
Entre sus obras poéticas pueden mencionarse "Reflejos" y "Nostalgia de la
muerte", también se han hecho muy populares sus "Nocturnos"; entre
su dramaturgia podemos citar "Invitación a la muerte", "La mulata de Córdoba"
y "Tragedia de las equivocaciones". Además escribió un libreto de ópera que fue
representado en el teatro y se llamó "La mulata de Córdoba". Cabe mencionar
también su extensa labor como crítico y traductor, siendo uno de los principales
traductores de la obra de Anton Chéjov y André Gide.
En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas, tales como "Nocturno en que
nada se oye", "Nocturno sueño" y "Inventar la verdad".

Nocturno miedo

Todo en la noche vive una duda secreta:


el silencio y el ruido, el tiempo y el lugar.
Inmóviles dormidos o despiertos sonámbulos
nada podemos contra la secreta ansiedad.
Y no basta cerrar los ojos en la sombra
ni hundirlos en el sueño para ya no mirar,
porque en la dura sombra y en la gruta del sueño
la misma luz nocturna nos vuelve a desvelar.
Entonces, con el paso de un dormido despierto,
sin rumbo y sin objeto nos echamos a andar.
La noche vierte sobre nosotros su misterio,
y algo nos dice que morir es despertar.
¿Y quien entre las sombras de una calle desierta,
en el muro, lívido espejo de soledad,
no se ha visto pasar o venir a su encuentro
y no ha sentido miedo, angustia, duda mortal?
El miedo de no ser sino un cuerpo vacío
que alguien, yo mismo o cualquier otro, puede ocupar
y la angustia de verse fuera de sí viviendo
y la duda de ser o no ser realidad.

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Octavio Paz

Octavio Paz Lozano fue un destacado escritor y diplomático nacido durante la


Revolución en Ciudad de México el 31 de marzo de 1914, y fallecido en la misma
ciudad el 19 de abril de 1998. Dadas las actividades políticas del padre, que lo
mantenían fuera de casa por largos períodos, su crianza estuvo a cargo de su
madre, una tía y su abuelo paterno, novelista que influyó mucho en sus
primeros contactos con la Literatura. Su variada vida profesional abarcó
desde la participación en la Embajada de México en la India hasta la docencia en
numerosas universidades estadounidenses.
Su obra, influenciada desde temprano por poetas europeos de la talla de Juan
Ramón Jiménez y Antonio Machado, comprende tanto denuncias de carácter
social como análisis de naturaleza existencial. Entre sus poemarios destacan
"Libertad bajo palabra" y "Salamandra". El ensayo "La búsqueda del
comienzo" es un buen ejemplo de su encuentro con el surrealismo en Francia. A su
extensa y rica producción literaria deben sumarse las traducciones, como ser su
versión en español de "Antología de Fernando Pessoa", sobre poemas del escritor
portugués. Su estilo se ha transformado a lo largo de los años, producto de
la apertura mental e ideológica del escritor, que nunca dudó en
experimentar y adaptarse a las nuevas tendencias.

Intermitencias del oeste (2)

(Canción mexicana)

Mi abuelo, al tomar el café,


me hablaba de Juárez y de Porfirio,
los zuavos y los plateados.
Y el mantel olía a pólvora.

Mi padre, al tomar la copa,


me hablaba de Zapata y de Villa,
Soto y Gama y los Flores Magón.
Y el mantel olía a pólvora.

Yo me quedo callado:
¿de quién podría hablar?

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INTERMITENCIAS DEL OESTE (1)
(CANCIÓN RUSA)
Construimos el canal:
Nos reeducan por el trabajo.
El viento se quiebra en nuestros hombros.
Nosotros nos quebramos en las rocas.
Éramos cien mil, ahora somos mil.
No sé si mañana saldrá el sol para mí.
¿Fue Mayakowski el que dijo: el gallo
Proletario canta en el alba del hombre? *

Jaime Sabines

Jaime Sabines Gutiérrez fue un querido y respetado poeta y


político mexicano, nacido en Tuxtla Gutiérrez el 25 de marzo de 1926 y fallecido
en Ciudad de México el 19 de marzo de 1999. Su padre, Julio Sabines, fue uno de
los responsables de su amor por la poesía, y probablemente de su personalidad
sencilla y accesible, una de las razones de su éxito en vida. A los 19 años comenzó a
estudiar medicina, para darse cuenta poco tiempo después de que su lugar estaba
en la Literatura. Resulta curioso que tanto su esposa como sus cuatro hijos tuvieran
nombres que comenzaban con "j", inicial del nombre de su padre, así como del
suyo propio y el de sus tres hermanos.
Como escritor fue muy productivo; si bien difundió su poesía desde los 18 años, con
"Horal", su primer poemario, comenzó en 1950 una serie de publicaciones que
culminaría pocos años antes de su muerte. Sabines reconoció la importancia del
estudio técnico para su evolución como escritor, para encontrar su propia
personalidad, sin dejar de inspirarse en Neruda o Lorca, entre sus otras fuertes
influencias. Su amor por su padre quedó plasmado en un poema que el mismo
autor consideró su mejor obra, "Algo sobre la muerte del mayor
Sabines".

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Yo no lo sé de cierto

Yo no lo sé de cierto, pero supongo


que una mujer y un hombre
un día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como


se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.
Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.
(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.)

Ricardo Yáñez

Ricardo Yáñez es un escritor mexicano nacido en la ciudad de Guadalajara en el


año 1948. Además de la creación poética, ha dedicado muchos años de su vida
al periodismo y la promoción cultural; cabe mencionar que ha dirigido
talleres de escritura en muchas regiones de su país. Por otro lado, también se ha
entregado a la docencia, tanto en escuelas secundarias y terciarias como en cursos
de materias artísticas; no sólo ha cultivado la técnica y la riqueza necesarias para
expresarse a través de los versos, sino que ha querido compartir esa experiencia
con muchas personas, de una forma cercana y práctica, invitándolas a acercarse a
las letras.
Como poeta, Yáñez juega con las palabras, con el arte; asegura que el camino
hacia el poema es producto de encontrar un balance entre lo positivo y lo negativo,
entre la felicidad y la amargura, entre la vida y la muerte. A lo largo de su carrera
ha sido reconocido en numerosas ocasiones, como ocurrió en agosto del año 2011
en México, donde se le rindió un homenaje por haber recorrido sus primeros 40
años de poesía. Entre sus poemarios, destacan "Ni lo que digo", "Antes del
habla", "Novedad en la sombra" y "Nueva escritura sumaria".

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VULNERADO

I
Eran las golondrinas y los días
de la luz afinada,
eran las sucesivas y precisas
voces que nos decíamos
en un presente intenso, sin fisuras,
suavísimo;
era la eternidad hecha constancia, mirada, manos, besos, eran los nuestros
cuerpos, ay, tan nuestros y tan cuerpos;
era el albor que suena, si es que suena, a tanta certidumbre.
Teníamos los ojos en los ojos y en cuanta cosa es, teníamos la prisa acomodada a lo
tan delicado,
teníamos la sangre abanderada, las espaldas abiertas a las alas del viento
y la música herida de la palabra, esa sola palabra, que no quiero decir.
Sumábamos las restas de lo que no queríamos para que lo querido fuera lo más
querido y fuera de los otros.
Entregarnos no era, ¿lo recuerdas?, un asunto de dos.

II
El mar, esa esperanza ilimitada, ¿nos aguarda?,
¿y la noche entrevista en algún tren?
Sé que recordarás cuando bailamos, en torno nuestro el mundo, en torno nuestro
tanta nada irresuelta, irresoluble, lo pasado y futuro sin orillas,
lloviznada de estrellas la mirada, la música abatiendo el qué vendrá.
Sé que aún bebes el vino que bebimos, y no ignoro —perdona que no ignore—
que en ocasiones ciertas, a distancia, repites lo que, amándome, te oí y no repetiré.

III
El descenso a la noche, he de decirte, me ha servido de algo:
comprendí que el amor que nos hicimos nos hizo del amor.

IV
He de decirte, si algo he de decir, que
soy lo que el amor de ti me deja:
cuatro ciudades, uno o dos aviones,
banquetas refrescadas por tu nombre

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y el aire de tu voz,
el aliento que alienta mis palabras.
He de decir, si algo he de decirte, que
duermo en tus cabellos,
que me mojo
el rostro de tus manos,
que sorprendo
cenzontles incendiados en el cielo
diciendo tu cintura,
que me callo para escuchar los
árboles que oíamos diseminar la luminosidad,
una tarde de junio, en que ardían nuestros cuerpos.

Y he de decir, si eso, que no hubiera podido


saber este mi ser sin las monedas
—cuántas—
que cayeron
a tantos aparatos telefónicos, la lluvia
bajo la cual hubimos, a resguardo,
inteligiblemente desbordados, flores
cuyo deshojamiento
no hay por qué temer.

V
Sumo dolor e inmerecidamente recibido,
sumo abrirse a la música del vino más amargo,
este irse diciendo tanto ruido a golpes armonioso,
este quedarse en nada, de ser todo, este irse, decíamos,
muriendo.
(En la neblina el mar,
escucha el mar, y en tus
ojos el duelo de los días
amanecidamente despedidos.)

Este triste estar triste siendo que tan amado, inmerecidamente aquello y esto.
Avanzo a tropezones en la niebla, vuelvo a pedir perdón, escucho el viento
repitiendo el silencio de tu nombre a golpes y armonioso.

VI
Hubo una vez un hombre

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que se llamaba como yo me llamo
y era un hombre feliz. Tenía, fíjate,
casi ninguna cosa, sólo un nombre (por cierto no su nombre) que podía pronunciar
como si fuera suyo, como si le dijera, mejor que el suyo propio, su propio nombre.
Ese hombre cantaba, se bebía el aire de los días, se alegraba de casi no tener
ninguna cosa, excepto algunas sílabas, muy pocas, con las cuales sabía todo. Todo
le era familiar, le era su vida —era un hombre que acaso se llamaba como yo me he
dejado de llamar.

VII
Hay una luz que viene de tu nombre,
que me dice mis ojos,
que dibuja palabras y quehaceres
y árboles y nubes y también la mejor oscuridad.
Hay un olor que viene de tu tiempo, un olor como a lluvia, como a piedra donde cae
una cáscara de lima, como a amantes amados, desnudados de su propio sentir, a
fondo ciegos de todo su anterior reconocerse.
Hay una suavidad que sólo entiendo cuando digo tu nombre, murmurado a
borbotones claros y secretos.
Hay todo lo que soy, este recuerdo remembrando el olvido necesario en que vuelvo
a sabernos.

*
Viajo, amor, en tus ojos,
en la luz de tus ojos, amor, viajo,
en el paisaje de tus ojos.

Subo las escaleras de tus ojos,


desciendo sus barrancas, miro
pasar parvadas en tus ojos.

Ando, amor, en tus ojos, por tus ojos,


que hace tiempo no ven que vivo en
ellos.

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Ricardo Castillo

(Guadalajara, Jalisco, 1954) es un poeta mexicano.


Su primer libro, El pobrecito señor X, apareció en 1976, inicialmente en la editorial
CEFOL, y cuatro años más tarde sería publicado por el Fondo de Cultura junto con
La oruga, en la colección Letras mexicanas. En 1981 fue publicado Concierto en
vivo en Morelia, por la Universidad Nicolaíta. Un año después aparece Como agua
al regresar, en la editorial Penélope, en México. En ediciones Toledo se
publican Ciempiés tan ciego y Nicolás el camaleón, en 1989.
Su obra aparece en la Asamblea de poetas jóvenes de México, que preparó Gabriel
Zaid para Siglo XXI (1980), y en la antología de Escritores jaliscienses que realizó
Sara Velasco para la Universidad de Guadalajara (1985).
Una de las orientaciones de su labor poética (la exploración oral de los poemas) lo
ha llevado a realizar numerosas lecturas de memoria en teatros, bares o festivales
de poesía hablada, así como a interactuar con músicos, coreógrafos y bailarines.
También esta tendencia ha determinado que dos montajes escénicos realizados en
co-autoría con el músico Gerardo Enciso, se trasladaran a medios audiovisuales: Es
la calle, honda… un disco compacto de audio (1992), en tanto que Borrados, trama
escénica interdisciplinaria (poesía, música y danza), fue realizado en video (1998).
Su más reciente trabajo, Il re lámpago, de próxima aparición, incluye dos cd´s de
audio que vinculan estrechamente el texto de los poemas a su expresión oral.
Trabaja en el Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de
Guadalajara.

VI

Ya ni joden,
fraccionamientos en los pulmones de la ciudad,
llagas cada vez más grandes sin luz y sin drenaje,
edificios cuadrados en baldíos donde antes se instalaban
los circos,
bancos, tiendas, despachos sin empacho,
sembradíos de semáforos donde hasta hace poco los niños
todavía podían jugar canicas,
y luego ese brazo de San Juan de Dios, raíz de abuelos,
mutilado, adoquinado por la rascuache pretensión de
hacer la plaza más grande de Latinoamérica, o algo
así,
ese destierro de la vida de barrio a las orillas de la

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ciudad.

Ya ni joden
más puertas que zaguanes,
más madres que hijas,
más antenas que balones,
más plumeros, más jarrones que vidrios rotos,
más patrullas que carritos de nieve,
más periódicos que historias del tiempo,
más acelerados, más desconocidos que bobos
contemplando la calle.
- Lo que pasa es que Guadalajara ya no es aquella
adolescente
de Parque Alcalde, Agua Azul y cielo abierto,
uno creyera que esa muchacha ha envejecido
prematuramente
pensando que sus mejores días estaban por venir,
a veces la imagino preparatoriana violada, parada en una
esquina
con la boca contraída como por un sabor amargo,
injuriando su propia belleza infinita y traicionada.

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