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El océano interior.

Guía para la
meditación Zen.
por Dokushô Villalba

Artículo aparecido en la revista CUERPOMENTE. Abril 2000 y


http://www.dokusho.eu/ARTICULOS/publicados04.htm

La segunda mitad del siglo XX ha sido testigo de la llegada de las tradiciones espirituales
orientales a Occidente, entre ellas el Budismo Zen con su practica básica, la meditación
zazen. Actualmente se cuentan por centenares los centros de meditación zen en Estados
Unidos, Canadá y Europa. También en España se observa un crecimiento progresivo de
centros zen y de personas que lo practican. La práctica de la meditación zen está formando
cada vez mas parte de nuestras costumbres. Sin lugar a dudas, este hecho está siendo muy
positivo y tendrá una influencia cada vez mayor en nuestra manera de ser y de percibir la
realidad.

El jardín secreto
Nuestra mente es a menudo parecida a un océano agitado en el que continuamente se agitan
las olas de su actividad incesante: emociones contradictorias, pensamientos variados,
sensaciones, expectativas, etc. La sociedad de consumo que sufrimos dirige nuestra
atención hacia la realidad externa, en pos de la adquisición de bienes y de información. La
industria del deseo excita nuestras ansias mostrándonos una zanahoria ilusoria
magníficamente presentada por las agencias de publicidad. De esta manera la noria de
nuestros días va girando y girando, año tras año, al mismo tiempo que la serenidad interior
y el verdadero estado de felicidad se alejan cada vez más de nosotros.

En contraste, nuestro mundo interno permanece en la sombra. Nuestra mente es también


como un jardín secreto abandonado en el que las zarzas y las malas hierbas, -los
pensamientos obsesivos, las emociones perturbadoras, etc.-, crecen por doquier. Resultado
de ello es un estado mental y emocional confuso, agitado, en definitiva, insatisfactorio.
Sentimos malestar pero no sabemos lo que nos pasa. "Lo que nos pasa es que no sabemos
lo que nos pasa. Por eso nos pasa lo que nos pasa", decía Ortega y Gasset. Para saber lo que
nos pasa no tenemos más remedio que mirar dentro de nosotros mismos, comprendernos a
nosotros mismos, hacernos íntimos con nosotros mismos, clarificar nuestras aspiraciones,
simplificar nuestros deseos y encontrar el verdadero propósito de nuestra existencia. Esta es
la mirada interna, el gran regalo que la meditación tiene reservado para cada uno de
nosotros.

Generando calma mental


Zazen, la meditación zen, es una práctica espiritual muy antigua que fue actualizada y
utilizada por el Buda Sakiamuni como vía de acceso a un estado existencial caracterizado
por una profunda serenidad y una lucidez aguda, gracias a las cuales pudo realizar la
verdadera naturaleza de la existencia y liberarse así de las falsas representaciones creadas
por la mente ilusoria.

Veamos en qué consiste una sesión de zazen. La agitación mental viene dada por la
dispersión (desenfoque) de la atención. Lo primero que tenemos que hacer al comenzar una
sesión de zazen es, pues, calmar la agitación mediante la concentración (enfoque) de la
atención. Para ello, en primer lugar, enfocamos la atención sobre la postura corporal.
Creamos una base corporal sólida doblando las piernas en loto o en medio loto, de forma
que las dos rodillas en contacto con el suelo y las nalgas en contacto con el zafu (cojín para
zazen) formen una base estable sobre la que pueda erguirse el tronco. Estiramos bien la
columna vertebral. Relajamos los hombros. La cabeza permanece justo sobre los hombros,
sin inclinarse hacia delante, detrás, izquierda o derecha. Dejamos caer los brazos a lo largo
del cuerpo y disponemos la mano izquierda sobre la mano derecha, ambas pegadas al bajo
vientre.

Una vez que nos hemos cerciorado de que la postura corporal es correcta y equilibrada,
enfocamos la atención sobre la respiración. Enfocar la respiración sobre la respiración no
quiere decir "controlar" la respiración. La respiración no necesita ser controlada. Sucede
por ella misma. La inspiración sucede a la espiración y ésta a la inspiración siguiendo un
ciclo natural en el que la voluntad de manipular sobra. Simplemente permanece atento a la
respiración como si tu atención fuera un corcho que flota sobre las olas de la inspiración y
de la espiración. Eso sí, no dejes que tu atención sea atraída por nada que no sea la
respiración. No luches contra las distracciones. Simplemente enfócate con determinación
sobre la respiración. De esta forma, naturalmente, automáticamente, inconscientemente, tu
actividad mental se calmará.

Nadando en las aguas cristalinas


Cuando la superficie del agua de la mente está agitada es imposible observar el fondo. Todo
se vuelve confuso. Sin embargo, cuando la superficie se ha calmado entonces puedes
observar claramente el fondo y sus contenidos.

Una vez que sientas que tu mente se ha aquietado gracias a la concentración sobre la
respiración, puedes abrir el campo de la atención gracias a la observación. Los principiantes
deben ser muy cautelosos a la hora de pasar a la observación y deben asegurarse de que el
nivel de concentración, o quietud, no sufre mengua.

Puedes enfocar tu atención sobre las sensaciones: corporales, visuales, auditivas, gustativas,
olfativas y tomar conciencia (observar) de cada una de ellas. Aquí debes tener mucho
cuidado. ¿Por qué? Por lo general, la mente tenderá automáticamente a catalogar las
sensaciones como agradables, desagradables y neutras. Las sensaciones agradables
generarán automáticamente una actitud emocional de apego, las desagradables de rechazo y
las neutra de indiferencias. Cuando una ola se levanta, otras muchas la siguen
inmediatamente y de esta forma puedes encontrarte de pronto en un mar agitado,
zarandeado por las olas del apego y del rechazo.

La observación sólo puede tener lugar desde la ecuanimidad de la concentración. Si sientes


que estás perdiendo la ecuanimidad, debes abandonar inmediatamente la observación y
volver a enfocar tu atención sólo en la respiración, de forma que la concentración y la
quietud que la acompañan sean reforzadas.

La concentración (ecuanimidad) es el submarino mono-plaza que proporciona la protección


necesaria para explorar (observar) la riquísima fauna y flora de nuestra conciencia, sin
peligros.

Observando el color de las lentes


Si tu concentración es notable y durante un espacio de tiempo aceptable has estado
explorando la riqueza de la actividad sensorial de tu mente, puedes dar un paso más y
enfocar tu atención en tus actitudes emocionales. La amplia gama de emociones que los
seres humanos somos capaces de experimentar tiene tres raíces principales: el rechazo y
toda su familia (aversión, odio, antipatía, malevolencia, etc); el apego y toda su familia
(aferramiento, simpatía, identificación, etc.) y la indiferencia y toda su familia (desinterés,
etc.)Como se ha dicho ya, el rechazo suele acompañar a las sensaciones y pensamientos que
la mente considera desagradables. El apego viene acompañando a las sensaciones y
pensamientos considerados agradables y la indiferencia acompaña a las sensaciones y
pensamientos considerados neutros.

Observar las actitudes emocionales a través de las cuales percibimos la realidad es una
práctica sutil y difícil que necesita una cierta experiencia y un poder considerable de
ecuanimidad. Se trata de tomar conciencia del color de las lentes a través de las cuales
percibimos la realidad y, en la mayoría de los casos, una mente no entrenada es incapaz de
discernir la realidad objetiva de su percepción subjetiva. Gracias a la práctica de la
observación de las actitudes emocionales, la mente misma puede verse a sí misma con
mayor objetividad y liberarse de las lentes coloreadas o, al menos, tomar conciencia del
color (la deformación) a través del cual está percibiendo. Esta práctica genera una mayor
ecuanimidad emocional y libera a la mente del penduleo extremo entre el apego ciego y el
rechazo visceral.

Observando el observador
Si tu práctica de zazen evoluciona naturalmente a lo largo del tiempo, tarde o temprano te
enfrentarás a la paradoja del observador observado. ¿Quién es el que observa? O mejor aún,
¿desde dónde parte la observación? Lo observado depende del punto de vista desde el que
se observa. Según el punto desde el que parte la observación, la realidad observada será una
u otra. En este nivel de zazen, puedes tomar conciencia de los contenidos mentales
(programas, metaprogramas, sintaxis, etc.) o presupuestos inconscientes desde los que
parten tu observación de la realidad que estás experimentando. Al tomar conciencia de ellos
puedes darte cuenta al mismo tiempo hasta qué punto te sientes identificado (apegado) con
ellos. Si, gracias a una observación ecuánime, permites que esa identificación emocional se
disuelva, esos metaprogramas cognitivos perderán consistencia y podrás liberarte de ellos.
De esta forma, al cambiar los presupuestos de tu observación, una nueva realidad aparecerá
ante tus ojos.

Una vez en este punto, ya no podemos decir a ciencia cierta si es el observador el que
observa la realidad o es la realidad la que observa al observador. Como decía Alan Watts, te
experimentas a ti mismo "como una abertura a través de la cual el universo se observa a sí
mismo". En palabras de un maestro zen:

"Miro la flor
Y la flor se ve a si misma
a través de mí.
La flor me mira
Y me veo a mis mismo
A través de ella".

Más allá del observador y de lo observado


Tu conciencia (la conciencia que el mundo toma de sí mismo a través de ti) no es tuya.
Carece de propietario. Su naturaleza es su propia luz, gracias a la cual la realidad es lo que
es en cada momento. Si has llegado hasta aquí tu mente iluminada verá que las cosas son lo
que son y las aceptarás plenamente tal y como son. Si no has llegado hasta aquí, las cosas
son lo que son aunque no lo veas ni lo aceptes.

Luz y sombra
Si te has sentado en zazen buscando la luz del espíritu no te extrañes si te encuentras de
frente con tus propias sombras, con los aspectos más recónditos de tu inconsciente que
permanecen ocultos a tu propia conciencia ordinaria. Un viejo maestro zen dijo: "La luz
existe en la oscuridad, no veas sólo oscuridad. La oscuridad existe en la luz, no veas sólo
luz. Luz y oscuridad depende la una de la otra como el paso de la pierna izquierda depende
del paso de la pierna derecha". La toma de consciencia de tu propia oscuridad y la
aceptación de la misma son requisitos básicos para comenzar a poner un poco de luz en la
sombra. De la misma manera que el reconocimiento de la propia ignorancia es el comienzo
del camino hacia la sabiduría, el reconocimiento de la propia sombra es el comienzo del
camino hacia la claridad. Cuida de no caer en actitudes extremas: no creas que por haber
clarificado un par de cosas ya lo has clarificado todo, no creas que por que has encontrado
zonas oscuras, toda tu mente es oscuridad. La oscuridad existe gracias a la luz que la
percibe. Como decía el maestro Kodo Sawaki: "La oscuridad de la sombra del pino
depende de la claridad de la luna".

La guía y el guía
Esta guía para la meditación zen es como un pequeño mapa introductorio. No pienses que
con él podrás iniciarte a la práctica de la meditación zen. Las instrucciones directas de un
maestro zen son imprescindibles. La meditación zen es mucho más que una técnica de
meditación y ni siquiera un grueso manual puede suplir la enseñanza directa de un maestro
zen, de persona a persona, de corazón a corazón. El secreto de zazen no está tanto en la
técnica como en la actitud (ética) con la que se practica.

Cuatro actitudes básicas


A la hora de abordar una sesión de zazen es importante cultivar cuatro actitudes básicas:

1. Actitud corporal. La posición corporal debe combinar dos aspectos: estabilidad y


vigilia. La postura de zazen en loto o en semiloto es la que obtiene el mejor resultado de la
relación estabilidad-vigilia. En cualquier caso, es fundamental que la postura te permita
permanecer inmóvil y atento el mayor tiempo posible. A esto se le llama estabilidad.

2. Actitud emocional. No te apeges ni rechaces emocionalmente ningún contenido de los


que aparecen en tu campo de conciencia. Acepta cada sensación, emoción o pensamiento
tal y como es, sin elegir ni rechazar. Si aparece en ti el apego o el rechazo, toma conciencia
de que el apego o el rechazo ha surgido en ti y déjalos estar sin darles importancia. A esto
se le llama ecuanimidad.

3. Actitud mental. No tomes partido ni por ni contra nada, sea lo que sea. No juzgues tus
propios sentimientos, sensaciones o pensamientos. No digas: "Esto está bien, esto está
mal". Si aparecen juicios y valoraciones en tu mente, toma conciencia de los juicios y
valoraciones que han surgido y déjalos estar sin darles importancia. A esto se le llama
objetividad.

4. Actitud espiritual. No huyas ni persigas nada, sea lo que sea. No quieras alcanzar nada
ni liberarte de nada, sea lo que sea. Simplemente quédate ahí, observando, aceptando que
cada cosa es lo que es en este momento. A esto se le llama apertura interior.

Efectos de la meditación zen


No emprendas la práctica de zazen buscando resultados inmediatos. La meditación no es
una máquina expendedora de refrescos. Enfócate en el presente y olvida el pasado y el
futuro. Si continuas practicando cada día con perseverancia, sus efectos irán apareciendo
sutil y paulatinamente. Entre ellos cabe destacar:

Despertar. Las conciencias sensoriales se agudizan. El nivel de atención aumenta. La


conciencia de los actos, palabras, pensamientos y sentimientos se vuelve clara. Esto hace
que la mente en general pueda permanecer en un estado de despertar óptimo.
Integración. Se reduce la tensión generada por las contradicciones. Las parejas de opuestos
(cuerpo-mente, yo-otros, bien-mal, amor-odio) comienzan a trabajar en sincronicidad
armónica.

Integridad. La armonización de las contradicciones y el estado de despertar te ayudarán a


sentirte íntegro y total en tus acciones, palabras y pensamientos. Eres lo que eres y en cada
momento estás haciendo lo que estás haciendo, plenamente, con la totalidad de ti mismo.

Centramiento. La integridad contigo mismo y en ti mismo te permitirá permanecer en todo


momento centrado en tu propio eje, tanto física como emocional y mentalmente. Aunque
todo se mueva dentro de ti y/o a tu alrededor, sabrás encontrar el centro inmóvil y morar en
él con calma.

Apertura. La firmeza interior generada por el profundo centramiento al que induce zazen
te permitirá abrirte al mundo sin miedo y, al entrar en contacto con él, podrás tomar
conciencia del dolor y del sufrimiento de los demás seres vivientes, así como de la gran
oportunidad que es la vida humana.

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