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Manejo de la voz

en el discurso

COMUNICACIÓN EFICAZ

ORATORIA
FICDE

CONTENIDO DE LA MATERIA

Manejo de la voz en el discurso

La importancia del manejo de la voz en la oratoria


Cómo se produce la voz
Características propias de la voz
Defectos de la voz
Plan de cinco semanas para entrenar la respiración abdominal
Ejercicio para relajar la voz
Cómo usar la respiración para mejorar el volumen de la voz

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LA IMPORTANCIA DEL MANEJO DE LA VOZ


EN LA ORATORIA

La voz es el enlace principal entre la audiencia y


el hablante; es la mejor herramienta con la que cuenta
cualquier orador.
Siempre que un orador se dirige a una audiencia, su
mente, cuerpo y voz sirven como aliados en su esfuerzo
para comunicarse con los oyentes.

Con la voz el orador da la entonación y el volumen apropiados a cada


parte del discurso y consigue transmitir énfasis a los datos importantes, así
como recuperar la atención con cambios bruscos de volumen. Todo ello sin
olvidar el timbre de voz y la importancia de que esta sea agradable para el
público. Tener una voz buena y controlada es de gran ayuda a la hora de
relacionarnos con otras personas.
Nuestra voz refleja nuestra personalidad con un lenguaje propio. La
voz natural que proyecta cordialidad, refinamiento y seguridad es una
herramienta importante para alcanzar el éxito personal. Nos puede ayudar a
ganarnos el respeto de los demás y mejorar nuestras oportunidades sociales, así
como hablar de manera convincente frente a un público.
Al hablar, la voz devela nuestro estado de ánimo mental y emocional.
No podemos esperar convencer o influir en los demás,
o conseguir que nos escuchen de forma positiva, si
nuestro tono de voz es áspero y poco amigable. Una
voz así puede ahuyentar, incluso cuando la intención
del orador sea atraer la atención. Un timbre con
simpatía es imprescindible para tener una buena voz
al hablar. Generalmente, es una cuestión de hábito,
igual que usar un tono poco cordial.
Nuestros pensamientos son una forma de energía que transmitimos
a los demás. Mediante el timbre de la voz establecemos el tono de la relación
con el público o con la persona a la que nos dirijamos. Si la voz es fuerte, clara,
melodiosa y entusiasta, podremos crear un vínculo de amistad y aceptación. Por
otra parte, si nuestro timbre es nasal, entrecortado, áspero o sin vida,
deberíamos proponernos mejorarlo.
Utilizamos la voz de forma continua y, normalmente, no sabemos ni cómo ni
por qué lo hacemos. Aun conscientes de su importancia, es probable que la voz
que ahora estés utilizando no sea la “mejor” voz.

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Maestros, periodistas, abogados, políticos, vendedores, médicos, sacerdotes,


locutores; es decir, quienes emplean la voz para poder comunicarse en la
actividad central de su vida, constituyen una población de alto riesgo para
desarrollar problemas en el uso de la voz.
Se debe entender la voz como la expresión natural del ser humano, aunque no
existe un órgano que se pueda señalar como el productor específico de la misma.
Es un acto voluntario en el que intervienen multitud de factores para su
producción y control, como el Sistema Nervioso Central (SNC), la audición, el
estado general y los propios órganos fonadores.

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CÓMO SE PRODUCE LA VOZ

Antes de intentar mejorar la voz, primero hace falta entender cómo se produce
el sonido al hablar. Este es el proceso que tendremos que optimizar si
pretendemos manejar eficientemente nuestra principal herramienta sonora
como oradores.
La voz humana se produce voluntariamente por medio del aparato fonador o
fonatorio, que está formado
por los pulmones como
fuente de energía en la
forma de un flujo de aire; la
laringe, que contiene las
cuerdas vocales; la faringe;
las cavidades oral (o
bucal) y nasal y una serie
de elementos
articulatorios: los labios,
los dientes, el alvéolo, el
paladar, el velo del paladar
y la lengua.

Corte esquemático del


aparato fonatorio
humano.
La voz (del latín vox,
vocis) se refiere, entre
otras acepciones, “al
sonido que el aire
expelido de los
pulmones produce al
salir de la laringe,
haciendo que vibren
las cuerdas vocales”,
además de la “calidad,
timbre o intensidad
de este sonido”.
Consiste en el sonido producido por un ser humano haciendo uso de sus cuerdas
vocales para hablar, cantar, reírse, gritar, chillar, etc. Su frecuencia oscila entre
alrededor de 60 a 7000 Hz.

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El órgano de la voz se puede dividir en tres grandes bloques:


 Los pulmones: que aportan la energía
 Los pliegues vocales: que actúan como oscilador
 El aparato vocal: que es una caja de resonancia

Las cuerdas vocales son, en


realidad, dos membranas dentro
de la laringe orientadas de
adelante hacia atrás. Por adelante
Glotis
se unen en el cartílago tiroides
(que puede palparse sobre el
cuello, inmediatamente por debajo
de la unión con la cabeza; en los
varones suele apreciarse como una
protuberancia conocida como nuez
de Adán).
Por detrás, cada una está sujeta a uno de los dos cartílagos aritenoides, los
cuales pueden separarse voluntariamente por medio de músculos. La abertura
entre ambas cuerdas se denomina “glotis”.
Cuando las cuerdas vocales se encuentran separadas, la glotis adopta
una forma triangular. El aire pasa libremente y prácticamente no se produce
sonido. Es el caso de la respiración.
Cuando la glotis comienza a cerrarse, el aire que la atraviesa proveniente
de los pulmones experimenta una turbulencia, emitiéndose un ruido de origen
aerodinámico conocido como aspiración (aunque en realidad acompaña a una
espiración o exhalación). Esto sucede en los sonidos denominados “aspirados”.
Al cerrarse más, las cuerdas vocales comienzan a vibrar a modo de lengüetas,
produciéndose un sonido tonal, es decir periódico. La frecuencia de este sonido
depende de varios factores, por ejemplo, del tamaño y la masa de las cuerdas
vocales, de la tensión que se les aplique y de la velocidad del flujo del aire
proveniente de los pulmones, entre otros.
A mayor tamaño, menor frecuencia de vibración, lo cual explica por qué en los
varones, cuya glotis es en promedio mayor que la de las mujeres, la voz es en
general más grave.
A mayor tensión la frecuencia aumenta, siendo los sonidos más agudos. Así,
para lograr emitir sonidos en el registro extremo de la voz es necesario un
mayor esfuerzo vocal.
Finalmente, es posible obturar la glotis completamente. En ese caso, no se
produce sonido. Sobre la glotis se encuentra la epiglotis, un cartílago en la

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faringe que permite tapar la glotis durante la deglución para evitar que el
alimento ingerido se introduzca en el tracto respiratorio.

Durante la respiración y la
fonación (emisión de sonido) la
epiglotis está separada de la
glotis permitiendo la
circulación del flujo de aire.
Durante la deglución, en
cambio, la laringe ejecuta un
movimiento ascendente de
Cuerdas vocales modo que la glotis apoya sobre
la epiglotis.

La porción que incluye las cavidades faríngea, oral y nasal junto con los
elementos articulatorios, se denomina genéricamente “cavidad supraglótica”, en
tanto que los espacios por debajo de la laringe, es decir, la tráquea, los
bronquios y los pulmones, se denominan “cavidades infraglóticas”.
Cuando la glotis comienza a cerrarse, el aire que la atraviesa proveniente de los
pulmones experimenta una turbulencia, emitiéndose un ruido de origen
aerodinámico conocido como aspiración (aunque en realidad acompaña a una
espiración o exhalación). Esto sucede en los sonidos denominados “aspirados”.
La articulación es una
modificación
principalmente a nivel
temporal de los sonidos,
y está directamente
relacionada con la
emisión de los mismos y
con los fenómenos
transitorios que los
acompañan.
El filtrado actúa
modificando el espectro
del sonido. Tiene lugar
en las cuatro cavidades supraglóticas principales: la faringe, la cavidad nasal, la
cavidad oral y la cavidad labial. Las mismas constituyen resonadores acústicos
que enfatizan determinadas bandas frecuenciales del espectro generado por las
cuerdas vocales, conduciendo al concepto de formantes, es decir, una serie de
picos de resonancia ubicados en frecuencias o bandas de frecuencia que son
bastante específicas para cada tipo de sonido.

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La respiración produce la voz Anatomía de la laringe


Los músculos que se encuentran en el tórax
constituyen un conjunto mecánicamente
muy complejo que realiza diferentes
funciones, siendo la principal la respiración.
El diafragma es un músculo interno que
separa la cavidad torácica (corazón,
pulmones y costillas) de la cavidad y realiza
una función importante en la respiración. Se
convierte en la base de los pulmones donde
estos se apoyan y cierra totalmente la caja
torácica, cubriendo las vísceras por arriba.

El diafragma
El diafragma es un músculo interno que separa la cavidad torácica (corazón,
pulmones y costillas) de la cavidad abdominal y realiza una función importante
en la respiración. Se convierte en la base de los pulmones donde estos se apoyan
y cierra totalmente la caja torácica, cubriendo las vísceras por arriba.

Es el principal músculo respiratorio, y su función se percibe visiblemente por la


movilización del vientre, por eso la respiración en la que interviene el diafragma
se llama también “respiración abdominal”.
La voz es la producción de sonidos por las cuerdas vocales como resultado del
paso del aire, expulsado de los pulmones, a través de la laringe; donde se
transforma en sonido. Este es modificado y amplificado en la cavidad bucal y
nasal. Es un proceso de conversión de la energía aerodinámica generada en el
tórax, el diafragma y la musculatura abdominal, a una energía acústica
originada en la glotis.
Al aspirar, la pared abdominal se expande y el diafragma con forma de cúpula
se aplana. La voz se produce de modo muy similar a cómo sale la música de un
instrumento de viento. Es una corriente de aire que asciende por un tubo
(tráquea) que se estrecha de modo súbito (cuerdas vocales).
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A medida que el aire es expulsado hacia arriba, las cuerdas vocales se separan
momentáneamente, permitiendo que el aire circule entre ellas. El flujo de aire y
la elasticidad de las cuerdas vocales hacen que vuelvan a cerrarse. La
producción de estas vibraciones se conoce como “fonación”. Cuando exhala, el
diafragma se relaja y la pared abdominal se contrae. El diafragma en relajación
se alza, empujando el aire fuera de los pulmones. El aire exhalado permite la
producción controlada de sonidos al hablar.
Las cuerdas vienen a ser una especie de “osciladores” ya que, ágil y
rápidamente, se abren y cierran durante la creación de un sonido. Por su
similitud, el proceso fisiológico de producción del sonido vocal puede ser
comparado con el orificio de un globo inflado.
La presión del aire sube por la garganta, la boca y la nariz, causando un cambio
de presión continuo en el aire que rodea al que está hablando. Estos cambios de
presión se conocen como ondas sonoras que son transmitidas en el aire hasta el
oído del oyente, quien percibe la voz.
El estrechamiento hace que el aire produzca la vibración de las cuerdas vocales,
pero la emisión de la voz se debe a la acción coordinada de una infinidad de
músculos y órganos: abdomen, tórax, cuello, cara.
Cuanto más enérgicamente vibren las cuerdas, más potente será el sonido. De
igual modo, cuanta más alta sea la frecuencia de apertura y cierre, más alto el
tono de la nota.
Para producir una buena voz es necesaria una respiración profunda y
controlada. La voz está sostenida por una columna de aire, cuya intensidad y
estabilidad determinan el timbre vocal.
Para entender mejor este proceso, nos será muy
útil pensar en el diafragma como la base sobre la
que esta columna de aire se eleva y mediante la
cual se controla el aire a medida que sube hasta
los órganos vocales. Puedes lograr un buen control
sobre los músculos que intervienen en el trabajo
de las cuerdas vocales y de la cantidad de aire que
las atraviesa, de esta manera tendrás un control
total sobre el sonido que produzcan.

Las cavidades de resonancia “amplifican” el sonido y son indispensables para la


emisión de la voz. Las cuerdas vocales no pueden producir ningún sonido por sí
solas, necesitan el complemento de cavidades de resonancia al igual que una
guitarra o cualquier instrumento de cuerdas.
El sonido producido en la laringe por la vibración de las cuerdas vocales es
apenas perceptible; tiene que pasar por unas cámaras de aire que actúan como
resonadores.

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Estas cavidades son la parte baja de la faringe (hipofaringe), la cavidad bucal,


paladar, los senos paranasales, la rinofaringe y las fosas nasales, entre las más
importantes.
El sonido que las cuerdas vocales producen es enviado a través de la garganta, la
nariz y la boca, dando al sonido “resonancia”. El sonido de la voz de cada
persona está determinado por el tamaño y la forma de las cuerdas vocales, de la
garganta, la nariz y la boca.

La resonancia humana es el aumento o modificación de los sonidos mediante la


garganta, nariz y boca. Las ondas sonoras creadas por la vibración de las
cuerdas vocales viajan hacia la parte superior de la garganta, luego a la boca y, a
veces, a la nariz. A medida que estas ondas rebotan contra estas estructuras se
fortalecen y amplifican.
Las diferencias en las voces de las personas se deben al tamaño de las cuerdas
vocales y a los efectos que los resonadores (garganta, boca, fosas nasales) tienen
sobre el tono de voz.
Hasta cierto punto un orador puede cambiar el tamaño, forma y tensiones en la
superficie de la faringe y la cavidad bucal; también puede utilizar las fosas
nasales de forma completa o parcial, o bien cerrarlas.

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CARACTERÍSTICAS PROPIAS DE LA VOZ

El tono es la calidad vocal o resonancia


de la voz que resulta de la forma de las
cavidades orales. La voz puede ser
aguda, hueca, robusta, plana suave;
dura, dulce, seca, autoritaria, etc.
Cuando la voz no es ronca, áspera o
gangosa se dice que tiene pureza de
tono. Esta característica se relaciona
con la “fonación” y la “amplificación”.
El tono y la intensidad son las propiedades psicoacústicas básicas del sonido
que nos van a permitir las modulaciones de la voz para expresar lo mismo, con
significado distinto. Se pueden distinguir en cada voz tres regiones de
entonación: tonos agudos, centrales y graves. Por lo general, el tono medio de la
voz de una persona se encuentra en el registro central, pero no siempre es así.
La altura se refiere a la calidad de sonido que puede ser agudo o grave. Todos
poseemos una extensa gama de estos dos valores, diferencias de grado entre
agudo y grave. El primero suele asociarse con un estado de agitación o
alteración, el segundo con climas de mesura y afecto.
La fuerza de la voz se relaciona con la respiración. Pronunciar párrafos largos
implica estar un tiempo sin tomar aire, por lo que es conveniente que aspires
profundamente en las pausas. De este modo, la falta de aire en los párrafos
extensos no te obligará a apresurarte o a bajar el volumen de la voz.
El volumen depende del esfuerzo respiratorio y articulatorio y es, junto con los
registros, uno de los efectos comunicativos más elocuentes. Con él demostrarás
si permaneces tranquilo y controlado o si has perdido la serenidad.
Un manejo adecuado del volumen de la voz depende directamente de la
cantidad de aire que espires en la emisión. Además, debe aprovechar los
resonadores al máximo para evitar contracciones laríngeas y producir un grito,
en lugar de una subida de volumen con proyección adecuada.
Podemos distinguir tres intensidades o volúmenes distintos: murmullo,
volumen medio y plena voz. Los tres se deben practicar para un buen uso de los
recursos vocales.
No hay que confundir el volumen alto con la proyección porque podemos hablar
a un volumen medio o bajo con una buena proyección, es decir, con una buena
colocación de la voz en los resonadores, de manera que la voz tenga alcance
suficiente para el medio en el que se está expresando. Graduando y alternando

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pequeños matices de intensidad y volumen de la voz lograrás dar más sentido y


expresividad a las palabras, evitando la monotonía.
El ritmo es la cadencia o pulsación que existe entre los énfasis y las pausas;
está íntimamente relacionado con la velocidad del habla. Los contrastes en el
ritmo, al igual que las oposiciones entre la modulación y el acento, tienen una
gran efectividad para hacer expresivas y dar sentido a nuestras palabras, así
como para incentivar la atención en quienes nos escuchan.
El timbre de voz es la identidad sonora del individuo, su personalidad. Debes
conocer tu timbre de voz y realizar esfuerzos por corregir posibles deficiencias,
como por ejemplo, la voz excesivamente grave o aguda, nasal o gutural. Nadie
oye su propia voz tal y como les suena a los demás, por lo que es importante que
realice ensayos ante otras personas y grabaciones a partir de las cuales pueda
analizar los aspectos que es preciso mejorar.

Durante tu exposición deberás prestar


atención al énfasis. Esto consiste en acentuar
lo que tienes más interés, y equivale al
subrayado de la comunicación escrita. El
énfasis tiene como propósito llamar la
atención de los que nos escuchan.

Modulación. Es importante también atender a la modulación correcta de la


voz. Podemos definirla como el resultado de las variantes naturales que
producimos al articular las palabras mediante la fuerza de la voz, los tonos,
ritmos, etc., como al entonar una melodía. Se trata, entonces, de dar la
entonación y el volumen apropiados para cada parte del discurso, con el fin de
destacar los datos importantes, recuperar la atención de la audiencia mediante
cambios bruscos de volumen, aumentándolo o bajándolo, etc.
La administración del aire. El desperdicio de aire en la articulación es una
dificultad muy común. La potencia de la voz la da la presión del aire en los
pulmones. Respirar profundamente da mayor presión, pero no debe usarse
tanto aire al hablar que se agote la reserva cada pocas palabras. Hay que
practicar el arte de conservar el aire y economizarlo.
 Ejercicio de la vela: Este antiguo y
sencillo recurso permite ejercitar la
administración del aire. Consiste en colocar
sobre la mesa una vela encendida, con la
llama al nivel de la boca (a unos 12 cm. de
distancia). Sopla suavemente con los labios
fruncidos utilizando la respiración
abdominal, inclinando la llama, pero sin
apagarla.
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Este ejercicio lo puedes practicar cada día durante 3 minutos,


aumentando la distancia en 8 o 10 cm. cada noche, hasta llegar a un
metro. Luego, practicar de pie con la llama a la altura de la boca.
 Una variación: Mantén una vela encendida a 15 o 20 cm. de tu boca y
recita lentamente. Debes poder hacerlo sin que la llama titile. Algunas
palabras son fáciles, pero ciertas consonantes tienden a hacernos
desperdiciar el aliento. Un ejemplo es la “j”, pero pueden ser
controladas a fuerza de práctica, como lo verás después de unos pocos
momentos.

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DEFECTOS DE LA VOZ

Los defectos más comunes son las voces guturales, voces nasales, voces roncas y
voces temblorosas. Tales defectos pueden corregirse mediante ejercicios
apropiados.
 Voz gutural: Es causada por la exagerada contracción de los músculos
de la garganta, lo que impide que la voz se produzca con toda su
amplitud, riqueza y diafanidad de timbre. Este defecto se ataca con
ejercicios de distensión.
 Voz nasal: Se produce cuando se contrae involuntariamente el velo del
paladar, obturando el paso de la columna de aire vibratorio y evitando
que resuenen las fosas nasales. Vale la pena destacar que,
contrariamente a la creencia común, la voz nasal no resuena en la nariz.
Generalmente se dice que la voz nasal se corrige obligándola a bajar al
pecho. Como correctivo se recomienda practicar este ejercicio:
Siguiendo el proceso de la respiración pronuncia las siguientes
combinaciones de letras: “gagaga”, “jajaja”, gragragra”, “jajaja”...
Para saber si has avanzado te recomendamos poner una mano en el
pecho para sentir si vibra o no.
 Voz infantil: Es la voz demasiado atipada. Se puede corregir
presionando ligeramente la nariz con la cabeza inclinada hacia abajo.
En esta posición, repetir una frase y hacer presiones ligeras hasta que la
voz se produzca correctamente en la laringe. Valen también los
ejercicios señaladas para las voces nasales.
 Voz ronca: Si la ronquera es debido a un defecto de emisión se
recomiendan los ejercicios para la voz gutural; pero si la ronquera se
debe a un catarro u otra causa accidental, lo recomendable es visitar a
un especialista.
 Voz temblorosa o trémula: Es aquella que carece de la rigidez, del
vigor y, sobre todo, de la regularidad necesaria para hacerla más
agradable al oído. Es la típica voz senil. Cuando el defecto no se debe a
la edad avanzada, se recomienda el siguiente ejercicio: Pronunciar las
vocales, especialmente la “E”, manteniendo un mismo tono e intensidad
de emisión durante un largo tiempo. También deben hacerse muchos
ejercicios de respiración porque el defecto puede encontrarse en una
respiración mal controlada.

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PLAN DE CINCO SEMANAS


PARA ENTRENAR LA RESPIRACIÓN ABDOMINAL

Los ejercicios de voz deberán realizarse en períodos cortos (de cinco minutos
Antes de continuar lee o menos) y espaciados a lo largo del día. Si te cansas o sientes la garganta
esta advertencia rasposa o seca, probablemente estés ejercitándote demasiado o lo hagas de
manera incorrecta.
para realizar
Los responsables de esta capacitación no asumimos ninguna responsabilidad
todos los por las lesiones causadas en el aparato vocal del lector que resulten del
ejercicios de este ejercicio exagerado o incorrecto de los ejercicios descriptos en este material.

módulo. La persona que padece un problema grave de voz o de habla, deberá


consultar a un logopeda.

Primera SEMANA:
Aspira lentamente por la nariz cuidando que el aire que tomas empuje los
músculos del abdomen. Siente cómo tu estómago tiende a levantarse. No
solamente estás llenando tus pulmones, sino también la cavidad abdominal.
Luego, también lentamente, expela el aire como si estuvieras soplando
suavemente. Tu estómago se irá desinflando.
Se recomienda hacer esta práctica con toda seriedad, diez veces en la mañana y
diez veces en la noche, durante siete días. Estas respiraciones abdominales
deben ser profundas y lentas, pues nada ganarás con ejercicios bruscos.
Siempre practica en posición de
pie, levantando moderadamente
la cabeza, soltando los brazos y
sin tensiones musculares. Para
hacer las prácticas de
respiración es preciso que estés
tranquilo y relajado, cuidando
de no levantar el pecho ni los
hombros al respirar.
Poco a poco te darás cuenta que
tu caja torácica está más
dispuesta a recibir mayor
cantidad de aire.

Segunda SEMANA:
Aspira en la forma indicada sintiendo cómo se llena tu cavidad abdominal.
Luego de la aspiración profunda, retén el aire introducido durante 10 segundos,
y luego suéltalo soplando lentamente.

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Al igual que los ejercicios anteriores, puedes realizarlo diez veces en la mañana y
diez veces en la noche, durante una semana.
Esta práctica al principio te puede parecer un poco cansadora, pero poco a poco
tu organismo se irá acostumbrando a respirar correctamente y descubrirás que,
efectivamente, sí podías más.
Con estos simples ejercicios, conocerás la técnica de la respiración abdominal o
diafragmática.

Tercera SEMANA:
Vamos a aprovechar la respiración para administrar mejor el aire y
transformarlo en sonidos. Para ello, en lugar de soplar lentamente al expeler el
aire, deberás emitir el sonido de la letra “u” de manera continua
(“uuuuuuuuuuuu”), sin cortar la salida del aire.
La emisión del sonido debe ser suave y muy débil, para economizar aire.
Es por esta razón que se recomienda la letra “u”, porque la posición de los labios
para pronunciarla evita que derrochemos el aliento. No te preocupes si al
principio el sonido es un poco tembloroso o con variaciones. Esto sucede porque
aún no dominas la “salida del aire”, pero poco a poco, mediante el ejercicio
continuo, sonará uniforme y firme.
A modo de ilustración, podríamos comparar la expulsión de aire con una llave
de gas o de agua. Es posible regular la salida del agua abriendo o cerrando la
llave. Dependiendo de la apertura, saldrá un chorro fuerte y grande o un
chorrito débil y delgado, pero uniforme. De la misma manera, los sonidos
pueden emitirse fuertes o débiles, dependiendo de la cantidad de aire y de la
técnica que se utilice para fortalecer los músculos correspondientes.

Cuarta SEMANA:
Con el mismo ritmo de práctica, realiza aspiraciones profundas y emite sonidos
con diferentes vocales, pero variando la intensidad. Algunas veces hazlas sonar
fuertes, y otras muy débiles. Obviamente, cuando produzcas sonidos fuertes el
aire se te terminará más rápido, pero así aprenderás a dominar su salida y a
conocer variaciones de modulación.

Quinta SEMANA:
Empezarás a diferenciar los sonidos nasales. Esta vez, con el mismo aire,
pronuncia las letras “m” y “n” en vez de las vocales. A tal efecto, aspira
profundamente y haz sonar las dos letras alternadamente en cada respiración
(“mmmmmmmmmmmm… nnnnnnnnnnnn”).

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Presta especial atención a la repercusión del sonido en toda tu cabeza. Siente


como toda ella vibra. Notará que el aire sale por la nariz cuando dices “m” o “n”
y que las letras resuenan en su cabeza. Compruébalo tapándote durante un
segundo la nariz. Intenta que los sonidos se escuchen cada vez más fuertes.
Luego, mezcla consonantes con vocales. A esta altura de la práctica ya no tienes
que respirar diez veces en la mañana y diez en la noche, sino que tú mismo te irá
imponiendo un exigente ritmo de práctica que no te lleve al agotamiento, pero
que te ayude a dominar la emisión de sonidos fuertes y débiles.
En este momento, como resultado de la constancia y disciplina; la calidad y
fuerza de tus sonidos será mucho mejor que hace un mes. Ya puedes tomar más
aire porque estás fortaleciendo esa membrana llamada “diafragma”.
Ahora, gracias a su respiración, podrás sentir la diferencia entre gritar y hablar
alto. Cuando gritas está irritando tu garganta y forzando tus cuerdas vocales. En
cambio, cuando hablas en voz alta, solamente estás utilizando mejor tu aire y
proyectando más el sonido.

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EJERCICIO PARA RELAJAR LA VOZ

La relajación de la voz es vital para hablar


correctamente, en especial cuando se realizan
ejercicios con la voz.
Mucha gente “habla con la garganta“, es decir,
mantienen los tonos de su voz muy atrás, con los
músculos de la garganta oprimidos, tensos y
forzados.
Unos músculos apretados junto con una respiración inadecuada producen tonos
desagradables que son tenues, nasales, agudos y faltos de resonancia. Los
nervios pueden hacer que la garganta no esté relajada, algo que con frecuencia
sucede a los oradores con poca experiencia. Si esta tensión está presente
durante una conversación normal, suele deberse a la falta de cuidado o
conocimiento en cuanto al uso adecuado de la voz.
A continuación te ofrecemos un sencillo ejercicio para relajar la voz por medio
de cuatro pasos. Si lo realiza varias veces al día durante unos cuantos minutos,
notarás que en poco tiempo la voz sonará con más riqueza y más matices.
PASO 1: Ponte de pie o siéntate cómodamente, coloca las manos sobre los
músculos de la garganta, sin apretar, y habla en un tono normal. Fíjate en la
tensión de los músculos de la garganta y en la presión de la mandíbula.

PASO 2: Bosteza. Abre bien la boca. Termina el bostezo con un ligero “jo-jum”,
prolongando el “jum” durante varios segundos.
Baja la mandíbula tanto como puedas, sin ejercer presión. Muévela de lado a
lado y continua tarareando sin separar los labios y con la mandíbula suelta.
Vuelve a bostezar y a tararear. Fíjate cómo los músculos de la garganta se han
soltado y relajado. Siente la relajación de la garganta, sin ejercer presión.
Mantén esta sensación de tranquilidad y soltura, y repite los siguientes sonidos:
“ja, je, ji, jo, ju”. Abre bien la boca, dejando caer la mandíbula de forma relajada.
Exagera los movimientos de los labios y la mandíbula. Cuando sientas cansada
la garganta, haz una pausa y vuelve a bostezar.

PASO 3: Masajea ligeramente los músculos de la garganta con los dedos, para
eliminar la tensión.

PASO 4: Repite lentamente los siguientes sonidos: “na, ne, ni, no, un”. Deja

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caer la mandíbula y relaja la garganta. Alarga los sonidos, cada uno con la
misma duración.

Ejercicios de relajación del cuello


1) En posición sentada y con la espalda recta
realizar media rotación de cabeza partiendo
desde el pecho y llevando la cabeza hacia el
hombro derecho e izquierdo.
2) Efectuar un estiramiento lateral del cuello
intentando acercar la oreja a un hombro,
regresar al centro y repetir hacia el otro
hombro.
3) Bajar la cabeza hasta el pecho, mantener la
posición 5-7 segundos y llevarla hacia atrás
suavemente, regresar al centro.
4) Subir los hombros con los brazos caídos a lo
largo del cuerpo y bajar los hombros (como
diciendo “no sé” o “no me importa).
5) Colocar los brazos a la altura del pecho con los
codos flexionados y un antebrazo sobre el
otro. Dirigir al máximo los codos hacia atrás y
volver a la posición de partida.

Indicaciones para su ejecución:


 Se recomienda efectuar los ejercicios con lentitud, evitando los
movimientos que causen molestia o dolor.
 Realizar entre 5 y 10 repeticiones de cada ejercicio, 1 o 2 veces al día.
 Durante la práctica será necesario cuidar la respiración: la inspiración
será nasal, lenta y silenciosa, mientras que la espiración podrá ser nasal
o bucal, de modo lento y parejo.
 Recordemos que la relajación es una actividad sumamente eficaz para
encontrar un tono muscular óptimo para la función vocal.

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CÓMO USAR LA RESPIRACIÓN


PARA MEJORAR EL VOLUMEN DE LA VOZ

Introducción
El vocablo en latín volūmen ha impulsado la aparición del concepto de volumen,
una palabra que permite describir al grosor o tamaño que posee un determinado
objeto.
En lo que al sonido respecta, el volumen es una percepción de tipo subjetivo del
hombre en relación a la potencia.

La intensidad de un sonido se establece


a partir de la cantidad de energía
(denominada “potencia acústica”) que
traspasa una superficie por segundo. A
mayor potencia, más fuerte es el
volumen. En el caso que nos ocupa, el
volumen es la intensidad de la voz.

El nivel de volumen se mide en decibelios (dB), que es una unidad logarítmica.


Y cada lugar, motivo o circunstancia tiene su volumen. Además, puede ser
definido como la percepción subjetiva que el ser humano tiene de la potencia de
un determinado sonido.
Los cambios en el volumen de voz tienen como objetivo fundamental lograr que
el público pueda escuchar lo que decimos. Depende si estamos en una
conversación personal, si estamos en un restaurante o si nos estamos dirigiendo
a mucha o poca gente.
Un volumen alto comunica la intención de dominio. Un volumen bajo
demuestra timidez o inseguridad. Los cambios de intensidad se emplean para
enfatizar los puntos clave del discurso.
Un mayor volumen permite la articulación de las palabras individuales para ser
escuchadas con mayor facilidad. Aumentar el volumen de un tono de voz es muy
útil para oradores que se dirigen a grandes grupos de personas.
El tamaño de las cuerdas vocales afecta a las ondas de sonido que generarán,
pero de la misma forma que se puede ejercitar cualquier otro músculo del
cuerpo, también se puede aprender a ejercitar los músculos que movilizan las
cuerdas vocales

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FICDE

Ejercicios
EJERCICIO 1: Exhala todo el aire de los pulmones. Continúa sacándolo
incluso después de que lo hayas exhalado completamente. Cuando no puedas
sacar más aire, automáticamente inhalarás. Inhale profundamente. Fíjate cómo
entra el aire. Solo una inhalación profunda y completa podrá satisfacer la
necesidad de aire. Repite este ejercicio varias veces, pero no más de tres o cuatro
veces por repetición.

EJERCICIO 2: Exhala tranquilamente. Luego inhala de forma moderada, sin


llenar del todo los pulmones. Mantén el aire 15 segundos y luego exhala
tranquilamente. Te aconsejamos practicar este ejercicio con regularidad durante
varios días. Después, aumenta gradualmente el tiempo que mantienes el aire a
20, 30 y 45 segundos.
Finalmente, podrás mantener la respiración durante un minuto completo. Este
ejercicio te ayudará a mejorar el control de la respiración fortaleciendo el
diafragma y los músculos relacionados con el mismo.

EJERCICIO 3: Exhala todo el aire de los pulmones. Continúa sacándolo


incluso después de que lo hayas exhalado completamente. Cuando no puedas
sacar más aire, automáticamente inhalarás. Inhala profundamente. Luego
exhala el aire gradualmente mientras te ríe a carcajadas con un gran “Ja, ja, ja”.
Continúa así hasta exhalar todo el aire, después inhala profunda y rápidamente.

EJERCICIO 4: Repite el ejercicio anterior con una variante: cuando exhales,


junta los labios y ríete sin emitir sonido alguno, solo por la nariz. Así ejercitarás
el diafragma, tanto si respiras por la boca como por la nariz, pero reírse sin
emitir sonido alguno por la nariz te proporcionará un mejor control.

EJERCICIO 5: Recuéstate sobre la espalda. Coloca un libro sobre el


diafragma. Intenta relajar cada parte del cuerpo y luego concéntrate en el
movimiento del diafragma. Al inhalar, el libro se alzará. Al exhalar, aplana tu
abdomen tanto como puedas. Repite este ejercicio hasta que expandas y
contraigas automáticamente la cintura al respirar.

EJERCICIO 6: En posición de pie, inhala lentamente hasta llenar tus


pulmones. Mientras mantienes el aire, inclínate hacia adelante como si te
tocaras los pies, pero simplemente quédate colgado, sin hacer fuerza. Mantente
en esta posición un minuto mientras exhalas el aire lentamente, y luego
enderézate. Repite este ejercicio dos o tres veces. El aire se exhala de forma
natural cuando se dobla por la cintura.

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EJERCICIO 7: Estando de pie, coloca las manos sobre las caderas; inclina la
cabeza hacia atrás, mira al techo y bosteza. La cintura se expandirá al mismo
tiempo que se aplana el diafragma y entra el aire. Después, al exhalar, emite un
sonido como “Aaah”, manteniéndolo tanto como puedas sin que te cause
molestias.
EJERCICIO 8: En posición de pie, respira profundamente. Cuando exhales,
cuenta en voz alta del 1 al 5 durante una misma exhalación. Repite el ejercicio,
contando del 1 al 10. No te esfuerces demasiado. Permite que el aire fluya
fácilmente.

EJERCICIO 9: Lee en voz alta un párrafo que incluya oraciones cortas y


largas. Lee cada oración durante una misma exhalación, si es posible, inhalando
antes de la oración y controlando la exhalación a medida que lees.

Recomendaciones finales
Los ejercicios anteriores te ayudarán a mejorar la fuerza y técnica de la
respiración. Al hablar, mantén una respiración silenciosa y natural, pero que tu
público no se dé cuenta. Respira tranquilamente con pausas.
No creas que debes llenar los pulmones al máximo antes de hablar. El cerebro
controla la cantidad de aire necesaria para cada inspiración. Mantén siempre
una respiración tranquila y relajada.
Ten cuidado cuando estés usando un micrófono, ten especial cuidado de que no
se escuche la respiración y la oigan los oyentes.

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