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Onroo G¡¡cía V¡roÉs nace en Santianes de Pravia, Asturias, el 2

de diciembre de 1950. Licenciada en Filología Románica y en Filoso-


fía, actualmente reside en Toledo, donde trabaja como profesora de
Instituto.
Es co-di¡ectora de la revista Los Infolios desde 1981 y miembro del
conse)o editor de la revixa El signo del gonión, cread.a en 1992. Ha tra-
ducido La religión de mí tiemp¿ de Pier Paolo Pasolini (Barcelona, Ica-
ria, 1997), y ha publicado artículos críticos y teóricos e n Un ángel más,
El Crhico, Reuista de Occidente, Espacio/Espago acrito, El Urogallo,
Ínsult y ABC Culnral.
Sus poemas han sido traducidos al francés, inglés y alemán. La re-
vista francesa Noir et Bknche le dedicó un número monográfico en
1995, y la revisra i nglesa Agendala incluyó en su reciente núme¡o mo-
nográfico An anthologl of Span;sb Poetry. En 1990 ganó el Premio
Ícaro de Literatura y en 1993 el Premio Leonor de Poesía.

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OolDo CARCI^ VdoÉs

Dnrvtaürrrn, Cecilia: nMensa.)es del sueño,, fnsuk 620-621 (Wil_lX


1998).
ENruque, Antonio: «Los pájaros del tiempo, la luz, la vida, el instin_
BIBLIOGRAIiq. to", Córdnba nCuadtmos del Str, (12-Y 1994),
Gancf,r., Concha: «El extravío y la pérdida,, fn¡ula 5gO (IV-1995).

1. Libros de poesía -: "Caza nocturna», Córdoba oCuaderno¡ del Sur, (7--V-199g).


G¡¡cf,c o¡ r"{ CoNCHA, Vctor: oElla, los pájaros,, ABC Culnral (13-
El jardín. Valladotid, Ediciones del Faro (1!86).
tercer v
t994).
Exposición. Ferrol, Esquío (i990). nocrurna, ABC Cubural (23-y 1997).
oCaza
elh, lo: pájaros. Soria, Diputación de Soria (1994).
-:
LroN¡¡.oo, Lola: olos pájaros que habitan la poesia», El Mundo (\9-
mimosa dz febrero. Palencia, Astrolabio (1994). x 1993).
caza n7ctur a. Madrid, Ave del Pa¡aíso (1997). MARIGóMEZ, Luis: oTodos los tiempos son [a noche,, El Noru de Cas-
Locut oculus solus, en el catálogo del pintor Anselm KieÍer El uiento, el tilk (21-vll 1990).
tiempo, el silencio. Madrid, Palacio d,e Yelázquez, Museo Nacional Manrfuez, José Enrique: oCaza nocrurna», Diario d¿ León *Fikndón,
de A¡te Reina Sofía (1998).
(18-Y 1997).
MrNÉNoez, Fernando: «Las otras escrituras,, La Voz de Asturias (7 -Il
1991).
2. Otros libros publicados Ml-¡N, Eduardo: «Poemas,, Poesía y Poética 26 (verano 1997).
Lot poetas de la República. Estudio y aatología. Ba¡celona, Clásicos
Ogrc1..Antoli.o: nla limpia mirada del desamparo,, El Llrogallo
(Los libros del año) 100-t0l (\,ttl-X 1994).
Castellanos Hermes (1997). (En colaboración con Miguel Casado). ..._: olntroducción,, en La prueba del nueue, Madrid,
Cáted¡a, 1994.
oEl designio de la forma,, El Crí¡ico 4, Revista LibroNet
3. Bibliografia sobre su obra poética -: (http//www.libronet.es)(verano 1997).
Onreca, Carlos: ola poesía como defensa,, El país «Babelia» (11-yl
AroNso, Santos: nDive¡sas épicas, Diario 16 *Librop, (16-\,111 1990). 1994).
olos silencios de la vejez,, Di¿io 16 oCuburas, (3-M994). : ,,El ojo y la zarza que ard,e», El Paír *Babelia, (3-Y 1997).
-:
AaeNcunlN, Jorge G.: nComo si no hubiese lugar donde guarecerser, Orrrca, Bperanza: «El tercerjardín», El Norte d¿ Castill¿(4-\,In 19g6).
(25-tx 1994).
Eg;n Pm.ca, Jorge: uSer cer¡o, ser quieto, ser blancor, El Norte de Ca*illa
BeNecns, Noni: «Estudio preliminar: En ElLu tienen la pakbra. Ma- -Letras, (\6-W 1994).
drid, Hiperión, 1997. Prueor, Jaime: ula escritura sin etiquetas,, La Voz de Asturias (27 -y
«Sin ¡uido en mi cuerpo se quiebra este fuego». Poesía, por ejem-
-: plo 10 (X 1998). 1993).
Pnol,¡t'rclo, Ped¡o: ul-a existencia habla de sí mis rna,, Reuista de Libros
Dfaz or Casrno, Francisco J.; oComo sombras de pájaros,, Diaio de 16 (rV 1998).
Mallorca (l-Y71 1994). Roonlcurz, Ildefonso: nTodo es extraño», El Crítico 25 (I1 lg94).
Dlzz, Yíctor M.: oCaza nocru¡n¿», Tiibuna de S¿kmanca nBatuecas» SÁNcr¡z Tonn¡, Leopoldo: nDensidad y transparencia,, La Nueua Es-
(.t}-Y 1.997).
paña nCultura, (21-Y t997).
Doce, Jordi: uE[ aprendizaje de las venas,, Cuadernos Hispanoameri- SuÁruz, Miguel: «El tercer jardín,, El Sreno 5 (18-IV 1986).
cano¡ 565-566 (\'II-\¡III 1997).
SIñEN, Juan Carlos: uEn la casa del h ombre", El Urogallo 96 (y 1994).

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Ol\aoo GArctA V,{DÉs

si an¡es del poema se ace¡ca¡a [a sombra del poema. Eso de la sombra


del poema: si llegan a hacerse, los próximos rendrán que tener algo de
Bruno Schultz y líquenes o [a huella de líquenes y algo de Emily-Dic-
POÉTICA kinson (ahora, al esc¡ibirlo, pienso que quizá esto es otro modo de
decir misterio y emoción y materia). Parece que cesó [a violencia, la
soterrada ira, la autopunición. No así el /zr4 tal como de él habló Ben-
Alguien dijo que el misterio de un libro no está en su final, sino en jamin, su demorado ánimo meditarivo. Pero hay también un muy an-
su principio. Cada uno de mis libros deja atrás una época, un modo de tiguo deseo de ligereza. Y en ese senrimiento de lo aleatorio a veces
estar, y después de cada uno viene un vacío, una incapacidad de sentir parpadea alear: cobrar aliento quien convalece, reparar algún afán o
emoción. Como si de una enfe¡medad se tratase, todo se yuelye i¡real: trabajo. De la poesía sólo sabemos por sus misteriosos resultados, los
mi vida, la manera en que según observo se relacionan las personas, la poemas, pero también es misterioso su origen, lo exrraña que es [a
falta de senddo en casi todo lo que oímos palabrería sin sopor- vida.
-puradesprenderse. Todo re-
te, sin raíz: telarañas de las que parece imposible
sulta entonces aleatorio: ya no sólo por la intrínseca movilidad y gra- Toledo, noviembre de 1997
tuidad de las cosas, por el azaroso yaiyén de la vida, sino por esta con-
fusión de las lenguas, por el progresivo vaciamiento de las palabras.
Esa desesperanza, ese volverse todo ajeno cuando no claramente de-
testable o peligroso, lo atempera la esc¡irura. Un poema, lo sabemos
como lectores, es el lugar donde las palabras alcanzan a las cosas'. en él
late el hálito de lo que no estará o de lo que estará cuando uno ya no
esté. Reconocer y nombrar lo descarnado, pero no perecer: conseryar
pensamiento y emoción y tejido con el mundo; así, el poema.
Anebato,la mítica película de lván Zulleta, reivindicaba un cine-
mundo, un cine que diese cuenta de la pausa, del parón, del vérrigo
temporal en una imagen. Ahora alguien me cuenra: nayer estaba en la
cocina, la ventana da a un camino en pendiente y llovía; sólo se veía
agua que ar¡astraba barro, un río de barro que bajaba, y abajo, en el
borde inferio¡ de [a ventana, el verde de unas planras que tengo allí,.
Eso es pausa.
O lo escasos que son los lazos ve¡daderamente fue¡tes. La enferme-
dad, sabemos, ocupa a yeces el espacio del alma, es el alma: la falra de
emoción. Después uno vuelve poco a poco en sí y encuentra lo que se
va quedando en la cabeza. El poema, como determinada pintura, pa-
¡ece ¡esultar de una atención extrema, de ese hacernos melancólicos y
extraños vigilantes de lo que está ahí, de lo que no somos y que por
completo nos atrapa y nos ocupa. Lo que pasa a[ corazón.
Acabé caza nocturna, mi último libro, en abril del 96; aún no sé
cómo será el próximo. Sin embargo, he yuelro a desear escribi¡ como

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OLlroo G^_RclA vArDEs

la curva anaranjada
Texros de un imposible sol.
Hay algo int€mporal
en [a percepción escindida.
Líneas que nombran la extrañeza
y la calma, lo indiferente.
Qué lejos de aqul los días
OTRO país, otro Paisaie, que fueron como nidos.
otra ciudad.
Un lugar desconocido De Exposición
y un cuerpo desconocido,
ru propio cuerPo, extraño
camino que conduce
directamente al miedo.
El cuerpo como otro, LA CAÍDA DE fCARO
y otro paisaje, otra ciudad;
atard€cer anre las Piedras
más dulcemente he¡mosas
1
oue has visto,
pi.dt"t d. miel como luz.
Los ata¡deceres se suceden,
jardín hace frío
De El tercer
y las casas de adobe en las afueras
se reflejan sobre charcos quietos.
Tier¡a ¡emovida.

Cézanne elevó la ndtur€ morte


a una altura
LOS GALGOS
en que Ias cosas exterio¡mente muertas
cob¡an vida, dice Kandinsky.
Amad¿o de S o xz¿- Cardos o
Vida es emoción.
Pero quedará de vosotros
lo que ha quedado de los hombres
E[ larguísimo lomo de los galgos que vivieron antes, previene Lucrecio,
sentados cruza la Pintura Es poco: polvo, alguna imagen tópica
como flecha en reposo y restos de edificios.
cerca de las que han sido detenidas El alma muere con el cuerpo.
en el gesto alocado de la carrera, El alma es el cuerpo. O tres fotografías
liebres hieráticas y planas. quedan, si alguien muere.
Atriís, mfu allá de los montes,
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ANTOLOCIA CONSUTIADA DE L\ POESIA ESPAÑOIA
OL,,,rDo GARch VATDEJ

Támbién un gesto inexplicable, 2


díscolo para los ojos, desafío,
erizado. Cuerpo es lo otro. Ve¡de. Ve rde. Agua. Marrón.
Irreconocible. Dolor. Todo mojado, embarrado.
Sólo cuerpo. Cuerpo es no yo. Es invierno. Es perceptible
No yo. en el silencio y en brillos
como del ai¡e.
Lo quieto de las cosas
en el ara¡decer. La quietud, Yo soy muy pequeña.
por ejemplo, de los edificios. Un cuerpo caminando.
El ensombrecimiento Un cuerpo solo;
mudo y apagado. lo enfermo en Ia piel, en la mirada.
El asombro, la dureza absolura
Como ojos, en los o.jos. Lo impenetrable.
dos piedras azules me mi¡an La descompensación
desde un anillo. entre lo interno y lo externo.
Los anillos Un cuerpo enfermo que avanza.
cuidadosamente ext¡aídos
al final. Desde un interior de cristales muy amplios
Como aquél de azabache y plata contemplo los árboles.
o este otro de un pálido, pálido rosa. Hay un viento ligero, un movimiento
Rostros y luces silencioso de hojas y ramas.
nítidamente se reflejan en é1. Como algo desconocido
y en suspenso. Más allá.
En la noche corro po¡ un campo
Como una luz
que desciende, co¡ro entre arbusros
sesgada y quieta. Lo verde
y choco con algo vivo
que hiere o acaricia. Brisa
que trata de ovillarse, de encogerse.
verde. Y si yo hubiera muerto
Es un niño pequeño, Ie pregunto
eso sería también así.
quién es y contesta que nadie.

Esta respiración honda De Exposición


y este nudo en la pelvis
que se deshace y fluye. Esto soy yo
y al mismo tiempo
dolo¡ en la nuca y en los ojos. En este lugar es sob¡io el colo¡
de los pájaros
Terminada Ia juventud, gorriones, alondras-,
-tordos,
excepto a veces
se está a merced del miedo.

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ANTorocl^ CoNsurrADA DE r,1 PoEsf^ EspÁñor
OL!,rDo G^Rcl^ VArDÉs

el de la abubilla y el jilguero Cuando voy a trabajares de noche,


o algunas lavanderas después amanece poco a poco,
a la orilla del ¡ío. hace mucho frío aún.
Bosques de cardos A menudo en el cine
invaden las cunetas me par€ce oír [uvia azotando el tejado,
este verano, enormes, como si no hubiese lugar
de infinitas variedades y formas. donde guarecerse.
Me gustan Hoy alguien en un sueño dijo:
los que al final del ta[[o ten, en esta garrafa
una varilla delgada- hay agua limpia, por si toma moho
-só[o
abren su botón de luz la del corazón.
y hacen ese ¡uido al seca¡se,
cuando al ata¡decer los mueve De ella, los pájaros
el vienro. Esa luz
y esa música. Crepitan.
En casa, en la pared,
hay dos mujeres, una se flama
Elena, tiene un lazo
en la blusa y los ojos más tristes Ve¡de. Las hojas de geranio
que conozco. La otra en la luz gris de [a tormenta
se sienta al borde tiemblan, tensión
de la cama en una habitación de nervadura verde oscuro.
de hotel. Ha leído Te mi¡abas las manos,
una carta que conserva en las manos, nervadu¡a de venas; si los dedos
sobre las rodillas. fueran deliciosos, decías.
Son tan distintos Al camina¡
el gorrión y la alondra, apoyaba mi sien contra la tuya
pero yo amo la pureza y en la noche escuchaba
del silbido del to¡do, e[ ruiseñor y el graznido
sobre todo en invierno; del pavo. Indiferencia
€stán en las antenas de todo, oscu¡idad.
un poco alicaídos o barbudos Me llamabas con voz muy baja.
y silban en el aire Sólo un día reíste.
transparente. La tierra
entonces es marrón De elk, los pájaros
y ni sauces ni almendros
tienen hojas.
De Ella, los pájaros

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ANfoLocfA CoNsuLTADA DE rá PoEsfA Esr,Añorn OLfiDo GA¡CIA VAI-DÉs

Conozco una pareja de cuervos, sé que tienen tu mano en el estómago,


un tiempo semejante al de los hombres la palma abierta, y respira
para vivir; podría visitarlos, profundo. Al fin somos culpables
pasear.juntos de quien muere, y también
hasra los sauces de la o¡illa. de vivir. Ba¡rios
Hoy he hablado con alguien por quien sentí afecto, se hacen poblados peligrosos
le enconrré satisFecho y próspero: por la noche, hay humaredas,
su enemigo murió. La mue¡te rostros cerrinos junto a fuegos.
siempre es de frío.
De elk, los páiaros
De ella, los pájaros

Siesta del verde, ahogo


Las flores de algunos árboles de luz húmeda y baja,
recién b¡otadas ruidos que se escurren
son como caracoles entre la maleza, oscuro
verdes, árboles invadidos lau¡el. En el huerto, piescos y nisos,
de infinitos gusanos, sus huesos rojos, el tacto,
levedad de materia. hojas que vibran.
Me da miedo la luz, Vi [a casa y el deterioro
lo quieto de la luz, de la casa. Tomé de ella
el hueso de tu sien la piedra de afilar
contra la mía. que estaba sobre el má¡mol
antes de irme.
De elh, los pájaros
De ella, los pájaros

Tias el cristal, se desconoce


el cuerpo, como un hijo mimb¡e del río,
que crece, como si jugara se sabe el nombre: nunca más,
y de pronto fuera desconocido. el terciopelo, luz
Coloca entonces del atardece¡, palidísima

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At¡ToLoclA CoNsuLÍADA DE h po$L{ Elp ñoL{ OLuDo G^RclA VATDES

uña, nunca más, el silencio y el frío,


si los dedos, puesto que se percibe lo que se es.
tu lugar, los pasos, Discontinua vivencia, porque todas
oscure mla, dquí somos iguales. Como mirlos
oscura pulidora de huesos, y mirlos esbelros en e[ canto y en el negro
pañuelo blanco inte¡cambia¡ sonidos:
acepta la Yida, el acorchamiento
De elk, los pájaros de la vida, desecha
la vieja hybris, nada
pierde quien muere, nada gana
¡ampoco. Es nítido
e[ sonido tras la lluvia,
s€ percibe aho¡a e[ tren
la voz, la de esta niña con violencia veloz, el obsesivo
que canta sola ahí, zureo de palomas.
la del muchacho
que por la noche da gritos y repite De caza nocturna
obsesivo hijo de puta, les yoces
de Ios niños que juegan;
intransitiva voz, exenta
en el mundo, cu€rpos autómaas
que a diario veo y que no veo, chillidos
veloces de vencejos Mosuó dos miniaturas: una,
en el anochecer tallada en cristal,
se llema la feminisra dijo e[ niño,
De c¿z¿ nocturna lugares intercambian
sus líquidos, ojos miran.
La otra, una barcaza
blanca y añil: si se tira de un hilo,
se abre una trampi[a y vuela
un cuervo. .. ¡ después, en la plaza,
Este conocido temblor repirió: donde hay agua ha1 misterios
de las hojas con la b¡isa y este verde señaló los cha¡cos.
de abril como un vómito -y Había vuelto
en la luz. Suficientes el anciano, le dio la rosa
aún las antiguas palabras: aderezada.
no percibe el cadáver
dulzura ni calor y sí, en cambio, De caza nocturna

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CoNsuLTADA DE LA poEsl{ Esp, ñoLA
^NToLoct^ OLvrDo G¡RCIA VArDÉs

La muerte es una forma


a Miguel
en algunas pinturas del XV,
Te habías quedado todo el día
una curva que el cuerpo figura
aJlí. de pie, mi¡ando las monrañas,
enrre quien Io sosriene y su propio
p€so. Una curva mmbién y era, dijiste, alimento
la forma del amor, plegarse para los ojos, corazón
dúctilmente. O de otro modo, quebrantado. Yo pasaba, parece,
recto, peso muerto sobre paño en el atardece¡,
verde, mariposas aéreas, amarillas, andando en bicicleta por un sende¡o.
o sombra pálida, bullentes. Lo cuentas y quedo contemplándolo
Tú tenías anillos, dedos en las manos. con esperanza, una buena etDeranza
nodriz,a de k uejez.Yo lo llaÁo
dulzura, la música dulzura que conforta
De ctlu1 nocturn/t
o hid¡ata la aspereza. Algunos niños
cercanos al autismo, cuando crecen,
imprimen o padecen movimiento
constante, un ¡itmo de homb¡os
ajeno a cualquier música, latido,
Sólo lo que hagas y digas circulato¡ia sangre propia, sin contacto.
eres, incierto [o que piensas, invisible
Sólo a veces sus ojos buscan
lo que sientes dentro de ti. engañosamente; no hay dulzura
ni aspereza, un sonido
¿Qué significa
dentro de ti? Nada eres si, como dicen, interior los envuelve. sangre roja.
no es intersubjetivamente comprobado Conremplo Ias mon¡añas de ru sueño,
(al menos comprobable). Juan de la Cruz no busco en ellas tus ojos.
es
más que unos poemas, Emily Y escruro, sin embargo, el corazón.
Dickinson, Edgar Allan Poe, sólo palabras. las junruras y médula. los senrimienros
y pensamientos del corazón. Nada hid¡ata.
¿Qué significa
in te r su bj e tiuament e? ¿Cuántos su.j etos Nada amortigua. Escrutar es áspero
hacen flalta? ¿Cuántos que digan y no lame. Las horas últimas
a la uez: Juan de la Cruz, Emily de la vigilia: sabia
Dickinson, Edgar AJlan Poe son cimas la disciplina monacal que impone
de la vida humana, cimas [evan rarse a mairines. Enjugar,

de la miseria humana en este her¡noso sostene¡ confortar: mira¡ la noche.


mundo? Volver al corazón. Enronces ya la música
es azul, azul es Ia dulzura- Pái.

De caza nocturna (Eluira Ríos, José-Miguel Ulkn)


De caza nocturna
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OLuDo GARCIA VA!DEj
ANroLoclA CoNsuLTADA oE LA PoEslA EsP ÑolA

Girasol, negro párpado, multiplicada Recorda¡ este sábado:


las tumbas exc¿vadas en la roca,
curva para el deslumbramie nto' Somos
sólo cautivos, en semicírculos, mirando
presencias dentro de otros hacia el este,
que nos evan. Allá, muy leios' y la puerta de la muralla abiera
a campos rorurados, al silencio
el taxista [e dijo: discúlpeme,
la ciudad es muy grande, sólo y [a luz del oeste. Necesito
manejo por las orillas. los ojos de los lobos
para ver O el amor y su contacto
De caza noctarnd ext¡emo, ese filo,
una intimidad sólo formulable
con distancia, con una desPiedad
cargada de cuidado.
Asíl aquella nota, ¡econocer en ella
Un muchacho habla del cáncer la cosrumbre antropófaga, un hombre come
de su madre, dos meses, una mujer, reconocer
la proliferación monstruosa también la carne en carne
de las células, cuando el mldico viva, los ojos y su atención extrema,
lo dijo me cal. Me mira el tiempo y 1o que ocurrió.
con fijeza, observo Alsuien Io diio de otro modo: creí
los circulos oscuros qr". érr-o. inlelices muchas veces: ahora
debajo de sus ojos. [a miseria parece que era sólo un xpecto
Oh Virgen de nuestra felicidad. La dicha
del Bello País, de lagos no eleva sino cae
v castillos en miniatura, como une lluvia mansa. Recordar
á. -orrtrñ", nevadas y hierba aquel sábado en febrero
intensamente verde, quisiera saber cuánto tan sern.ian,. a éste de noviembre.
tiempo. Es por esta Cerrar los oios. Fatigarse subiendo,
irrealidad, esa polilla tú sin voz,
que delante de mí revolorea, con un cuaderno en e[ que anotas
el delantal bordado lo que quieres decir.
de aque a foto en Van, mil novecien¡os La no marerialidad de las Palabras
doce, el ahogo nos da calor y extraíeza, mano
en los sueños. Ez r¿s¿ que apriera el hombro,
de ahogo busque el desierto. Sólo alienro cálido sobre el jerse¡
limpieza y huesos, luz Para el ¡esecamiento un aljibe de agua,
arenosa, hálito, no hálito. los ojos de los lobos
De caz¿ noctuma para ver, El contexto

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ol!,rDo GARCL\ VArDÉs
ANIOLOd^ CONSULfADA DE LA POESIA ESPAÑOLA

tener algo de niña gestos-,


es todo, transparente ya no autónoma, un -esos
poco tratabilleante y un poco
aire frío. Aproximadamente así:
ida, perdida la cabeza
campesinos del Tíbet como poder, o quieta
sent;dos en el suelo, en semicírculos, la tristeza translúcida,
aprendiendo a leer al final del invierno. ya sólo corazón
cuando el trabajo es Poco, se trata
de una foto reciente, están (imágenes de ancianas:
muy abrigados; o una paliza la de la bata roja o vestido
de una violencia extrema sin mangas, nerviosa y fija
a un muchacho, y que el tiemPo al mismo tiempo, ensimismada
pase, que cure. como una foto antigua. y brusca, Ia atiende
Tr., ,nrripo.rt, a la Iuz de la lámPara, un homb¡e ya mayo\
han venido al cristal. le habla, dirige sus pasos;
o la de esta mañana
De cazd nocturn/t
en aquel piso alto, la cabeza orientada
hacia Ia luz,
muy blanco el pelo)

se puede, sin embargo,


ser no anclana,
Deslumbra el cielo como [a madre de mi amigo
si mira fijamente con sus o.jos azules:
contra él una f[or, no los conozto, no sé quién
se hace negra y deslumbra. son, o la qte vi mirándome
No habla. Porque son inherentes al cruzar un semáforo,
al hablar el olr de negro, metida
v el callar. Mira: tomates, en sí (identificar: apropiarse
iojar, tallo, tier¡a. E[ cielo del se mejante,
es una bóveda, finito ser consciente: es algo de la muerte)
mundo azul sobre el mundo,
Ios tomates son roios. De caza nocturntl

f)e cdza nocturrul

escribir el miedo es escribir


despacio, con letra

44t
440
OL.",IDo GARcf^ VATDÉs
ANTorocf{ CoNsr,lT^D DE t'{ PoEsfA E5!AÑoLA

brazadas de habas a la cocina para deshacerlas allí y con


pequeña y líneas seParadx, ellas venían areñas. Todo era trabajar y trabajar-. Se calla,
describir lo próximo, Ios humores, sigue con la aguja y el larguísimo hilo, te gustan a
la próxima inocencia ti?-. -¿nodesarbolado.
Es mo¡ena, tiene ojos oscuros de pájaro
de lo vivo, lx familiares El amor, arañas bajo los o)os, fereto de su puro, decía.
dependencias carnosas, [a Piel
sonrosada, sangulnea, Ias venas, Si falla
venillas, capilares le memoria, todo quiebra;
si es escasa, empero,
l)e caza nocturna
significa: aquel valle
tan dulce y tan sombrío.

De caz¿ noc 4rna

Est. es un eiemplo: una imagen


se trata de
delXIIl (et XIII con su cúpub), una Virgen
sentada en el jardín, alriva y sola (la única
oue vo conozca en su especie). Observen Muda y hosca, se niega
Jn.Í pr"do las flores esmaltadas, a entrar en casa, a Pesar
lx hoias, el azul ultramar Y el rojo de la noche, a pesar del buen sentido.
.*,r"ío .o*o un incendio. Observen El le habla
su rostro, se llama fércto luminoso con paciencia o Ia empuja y golpea
de su Puro: a [a izquierda, el halcón con e[ puño. La insensata materia
*rln.i, qr. el alma emPrende e I vuelo, que e[ alma es, su obsrinación eficaz
al fondo el rlo, casi un hilo, o, contigua y exenta,
se pierde. Es forma la Pintura' esta vibración azul del azul
luminoso y oscuro. Sólo
Ella hacía ganchillo, puntillas para sábanas' le resultaban me interesa el vacío.
aiit * r.íg.".. poi la artrosii, sus largos dedos agudos' Ocurrió el mismo año
d. ton las más guapas --dice-' son las que en que frascos y líquidos
-Értm "irn"t renSo una Pena muy grande Por
más me gustan, aunque se arrojaban contra [a pared,
nenín."Un día, anies de cier enfermo, tenía una araña a oscuras, en aquella alcoba
"[
,oir.n l, espalda, muy grande, así -y señala con el puño italiana. Eran innumerables
el ramaño-, casi no podía a¡ranc'ársela' y desPues te los huesos del cuerpo, incomprensibles
salieron aquellas ronchx rojas Pensé si se habría muerto sus nomb¡es. Sinc¡onizado
;;;;;, ,'.,. no. renía endocarditis aguda' el médico lo estrictamente, nipido
ii¡o, .o.o ti el corazón se fuera haciendo más grande cada y melancólico, con este azul,
uny cupiera en la caia. Era por la miseria' Yo tría
"o
443
442
Añ roloch CoNsuLTADA DE r-{ PoEslA EspAñoLA OL!,rDo CARCIA VArDÉs

aquel salto, olor de ca¡bonilla, nos recorfe, nos ¡eúne,


adherido a la piel. nacemos y morimos, mas se repite
el sueño y queda el pez,
De caza nocturna su densidad, [a transparencia.

(Anrunio Gamoneda. Jerónimo Saluador)

De caza nocturna

Es verdad lo que digo, cada


palabra, dice del poema la lógica
del poema. Condición
de real al margen de lo real.
Lo real dice yo siempre en el poema, a Francisco Fernández Bucy
miente nunca, así [a lógica.
Los cuatro árboles rojos, el cielo
f)e caza noctuma rojo, el sol rojo sobre la tierra
oscura. Schiele, 1917. Cómo
las fechas hablan. Só[o un año
de vida para é[; para nosotros
un nuevo mundo que hemos visto
cer¡arse. Ahora el siglo acaba,
Nadaba por el agua rransparente aí.o 95,29 de junio,
en Io hondo, y pescaba gozoso amenaza tormenta, el cielo
con un pequeño arpón peces brillantes, es gris, una paloma afrrera
amigos, moteados. adormilada y quieta como un gato
Aquella agua tan densa, nadar emire su zureo. Todo es casual,
como un gran pez, vosotros, parece melancólico probablemente
dijo, me esperabais en casa. por [a luz, por un ánimo
Pensé entonces en Klee sombrío por la luz.
en la dorada. Ahora leo:
estás roto y tus sueños De caza nocturna
se cuelan en tu vida, esa sensación
de ¡ealidad es muy fuerte; estas pastillas
te ayudarán.
Dorado pez,
do¡ada de los abismos, destellos
en lo hondo. Un sueño subterráneo

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