Susan Hoffman, gerente de Great Majestic Lodge, estaba en su escritorio pensando en lo que diría y las acciones que llevaría al cabo en una reunión con los botones del hotel, programada para comenzar en dos horas. Acababa de terminar una reunión difícil con Bob Tomblin, el gerente general de las instalaciones de recreación y hospedaje de Great Majestic Company de la zona.
La Great Majestic Lodge se ubicaba en un parque popular en el oeste de
Estados Unidos. Era un lugar más bien lejano, pero ofrecía todas las comodidades modernas de un buen hotel en una gran ciudad. Por su tamaño e instalaciones, era un lugar favorito para grandes viajes de turismo organizado. La mayor parte de las excursiones se quedaban una noche y ninguna más de dos días. Dejaban buen dinero al hotel, pues siempre cumplían con sus programas, pagaban sus cuentas con rapidez y, por lo general, se retiraban antes de la hora de salida. En su mayoría, los empleados contratados por Great Majestic Company eran estudiantes universitarios. Esta situación era ideal, porque las fechas de apertura y cierre del hotel correspondían con las vacaciones de verano de las más de las universidades. Los empleados vivían y comían en las instalaciones de la compañía y se les pagaba alrededor de 800 dólares al mes. Los botones del hotel. Los botones de Great Majestic Lodge eran directamente responsables ante Hoffman. Se trataba de estudiantes universitarios que, antes de ocupar un puesto de botones, habían trabajado por lo menos tres veranos para la compañía. Cada año, Tomblin, no Hoffman, escogía siete por su desempeño anterior, lealtad, eficiencia y su capacidad para trabajar con el público. Los empleados consideraban el puesto de botones como de prestigio e importante. Ante los ojos del público, los botones representaban cada aspecto de Great Majestic Lodge. Eran los primeros en saludar a los huéspedes cuando llegaban, eran las personas a quienes llamaban los huéspedes cuando necesitaban algo o cuando había algún problema, y los últimos que despedían a los huéspedes a la hora de la partida. Vestidos con ropa especial de vaqueros, con etiquetas personalizadas con sus nombres y el distintivo del hotel, los botones se desempeñaban como un equipo efectivo de relaciones públicas, proporcionando servicio rápido y profesional a todos los huéspedes. Todos los botones se alojaban en el área trasera del dormitorio de empleados más apartado del hotel. Compartían esta instalación con otros empleados que habían estado con la compañía durante dos años o más. Los empleados estudiantes más antiguos estaban especialmente unidos y todos esperaban la oportunidad de ser seleccionados como botones. Por lo general, los empleados de primer año ocupaban un dormitorio para ellos solos, junto al de los más antiguos. Existía un cálido espíritu de equipo entre todos los empleados del hotel y los botones tenían una buena relación con Tomblin, por lo que este último incidente preocupó mucho a Hoffman. Comprendió que Tomblin hablaba con toda seriedad respecto a despedirlos. Era a mediados del verano y sería difícil encontrar personal calificado que los remplazara. Este año los botones habían sido muy productivos. Recibieron propinas a razón de cinco dólares por hora, que habían reunido y dividido por partes iguales al final de cada semana; las propinas diarias promediaban 40 dólares por persona. Hoffman se sentía bastante preocupada por la situación, porque se trataba de empleados de los cuales era directamente responsable. Excursiones organizadas Los botones se encargaban de colocar el equipaje de las excursiones en las habitaciones de los huéspedes, tan pronto como llegaba el autobús. El personal de recepción les entregaba una relación con los nombres de los huéspedes y los números de las cabañas que les habían asignado. La rapidez era de capital importancia, pues los huéspedes deseaban refrescarse y necesitaban la pronta entrega de sus maletas. En la mañana de la partida, los huéspedes dejaban las maletas ya preparadas en las habitaciones mientras iban a desayunar. Los botones las recogían, las contaban y después las colocaban en el autobús. Como pago por los servicios prestados por los botones, los directores de las excursiones les pagaban una gratificación estándar de un dólar por maleta. Se consideraba una propina, pero cada compañía lo incluía en los gastos de la excursión. En el caso de excursiones grandes, la propina podía llegar a ser tanto como 125 dólares, aunque el promedio era de 75 dólares. Jones Transportation Agency Jones Transportation Agency tenía reputación en toda el área de ser justa y equitativa con sus propinas. Sin embargo, Don Sirkin, uno de sus directores de excursiones, no cumplía con la reputación de la compañía. En una visita a Great Majestic Lodge, Sirkin no había dado propinas. Los botones sabían que el servicio que le habían prestado al grupo de Sirkin había sido muy bueno y se molestaron con la situación, pero supusieron que Sirkin las había olvidado por la prisa en la salida de su excursión. La excursión era grande y las propinas hubieran representado 110 dólares. La excursión de Sirkin también se hospedó en otros hoteles cercanos y, como varios de los botones de Great Majestic Lodge conocían a los de los otros hoteles, cuando hablaron sobre la situación descubrieron que Sirkin no había dejado propinas en ninguno de los otros hoteles. Parecía ser que Sirkin se había embolsado casi 1 000 dólares por la excursión de cuatro días de su grupo por la región. La carta al enterarse de las acciones de Sirkin, los botones de Majestic Lodge decidieron que tenían que tomar alguna acción. De inmediato acordaron no comentarlo con Hoffman, pues en ocasiones anteriores en las que habían tenido algún problema, Hoffman había hecho muy poco por resolverlo. Roger Sikes, un botones de primer año y estudiante de administración de empresas, sugirió que escribieran una carta directamente al presidente de Jones Transportation Agency. Sentía que la agencia apreciaría saber que uno de sus directores de excursiones utilizó mal los fondos de la compañía. Después de cierta polémica, los otros botones presentes asintieron. Sikes preparó una carta detallada, en la que se detallaba al presidente Jones el incidente con Sirkin. Los botones no esperaban recuperar el dinero de la excursión, pero sentían que ésta era la reacción adecuada. Cinco de los botones firmaron la carta tan pronto como se escribió. Dos más se opusieron, pero después de un poco de resistencia y gran presión por parte de sus compañeros, accedieron a firmarla. La enviaron con la esperanza de obtener respuesta rápida y justicia contra Don Sirkin, el transgresor. Reacción a la carta Tres semanas después que los botones enviaron la carta a Jones Transportation Agency, Tomblin revisaba su correspondencia. Vio una carta de su buen amigo Grant Cole, presidente de Jones Transportation Agency. Tomblin abrió primero esta carta. Cole había escrito que existía un problema en Great Majestic Lodge y pensaba que Tomblin debía saberlo. Incluyó la carta de los botones y sugirió que si en el futuro los botones tenían algún problema con cualquiera de los directores de excursiones de Jones, lo apropiado sería que hablaran primero con Tomblin antes de emprender acción alguna. Cole informaba a Tomblin que Jones investigaba el incidente de Sirkin. Tomblin se enfureció. Los botones se habían brincado por completo a su supervisora y habían escrito una carta sin consultar primero al gerente del hotel o a cualquiera de los otros gerentes de Great Majestic Company. Esta acción no sólo representaba el incumplimiento de la política de la compañía, sino también una humillación para Tomblin. Alterado por la ira, se levantó y atravesó furioso el vestíbulo hasta la oficina de Hoffman. Vio al botones George Fletcher y le ordenó apartarse de su vista. El sorprendido Fletcher obedeció de inmediato. La reunión de Hoffman con Tomblin fue desagradable. Ella nunca lo había visto tan molesto a causa de las acciones de los empleados. Tomblin era una persona orgullosa y, como su orgullo había sido lastimado, buscaba venganza. Le mostró a Hoffman la carta de los botones y la respuesta de Cole. Tomblin le expresó con toda claridad que esperaba alguna acción rápida y Hoffman comprendió que esa acción tendría que ser aprobada por Tomblin. De pronto su posición como gerente del hotel estaba en peligro. Varios empleados habían estado en el vestíbulo cuando Tomblin pasó furioso y Hoffman comprendió que el chisme se extendería pronto por todo el hotel. A los otros empleados les agradaban mucho los botones y se dio cuenta de que se sentirían preocupados por su suerte. Hoffman llamó a su oficina al aún tembloroso George Fletcher y le dijo que citara a los botones fuera de servicio para una reunión. Después de que Fletcher se retiró, trató de pensar en alternativas que satisficieran a Tomblin y, además, mantuvieran la calidad de servicio que esperaban los huéspedes. Preguntas 1. ¿Qué influencias y normas sociales parecen haber desempeñado un papel en la conducta de los botones? 2. ¿Qué influencia y metas contextuales son importantes en esta situación para a) los botones, b) Hoffman y c) Tomblin? 3. ¿Qué debe hacer Hoffman? ¿Por qué? 4. Qué tipo de equipo puede reconocer en el caso? ¿Y qué habilidades desarrollaron? 5. ¿Qué propone usted para lograr que el equipo trabaje de forma eficiente y se obtenga el mejor desempeño en el trabajo?
Fecha Máxima para adjuntarlo a la sección de tareas 14 de Noviembre del
2018. En formato PDF, desarrollo de respuestas (práctica) tomando en cuenta el material de la clase relacionado con el tema, mínimo 3 páginas máximo 5, más portada, introducción y conclusiones. Todo trabajo copiado en su totalidad ó en parte tendrá un valor de 0.