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La minería en Nicaragua y su cruel herencia

La minería en Nicaragua ha sido uno de los rubros que más perjuicio ha causado al
medioambiente. Detrás de ella también se instalaron las empresas madereras que vienen
terminando con bosques y reservas, sin que haya institución o gobierno que las detenga, a
pesar de los esfuerzos de organismos no gubernamentales, en los últimos años, para poner
fin a este daño quizás irreversible.

A fin de conocer los problemas causados por la minería en nuestro país, se realizó un
recorrido por uno de los municipios mineros de la Región Autónoma del Atlántico Norte, Siuna,
que en lengua Mayangna quiere decir Cueva de Chancho de Monte, donde se logró conversar
con autoridades locales, funcionarios ambientales y ex trabajadores de las minas.

Siuna está a 318 kilómetros de Managua y a 218 de la cabecera regional, Bilwi o Puerto
Cabezas, cuenta con una extensión territorial de 3 mil 548.11 kilómetros cuadrados y una
población de 22 mil 930 personas, que viven en situación de riesgo ante diversas amenazas
de origen natural o antrópicos.

Al llegar al poblado se observa todo normal, gente amable y hospitalaria, la Siuna agradable,
con sus casas ubicadas entre lomas y pequeñas planicies; pero la mayoría de viviendas,
según personas de mayor edad, están encima de los túneles que dejaron las minas La Luz y
Los Ángeles.

Datos históricos

Datos históricos señalan que este poblado surge a finales del siglo XIX, con el descubrimiento
de los depósitos de minerales, poniéndose en marcha la explotación a pequeña escala por el
ciudadano José Aramburu. Corría entonces el año 1896 y fue así que comenzaron los
primeros daños ambientales, al iniciarse los despales.

Desde entonces a nuestros días, siempre hubo interés por sacar metales preciosos en Siuna,
principalmente el oro, por su calidad.

Es en 1908 cuando se incrementa la búsqueda del precioso metal, todos pensaban en un


empleo, nadie imaginaba los daños ambientales que en el futuro causaría en Siuna. Con la
extracción también llegaron las enfermedades propias de quienes trabajaban en los túneles.

Como decía, en 1908 comenzó al auge del oro, con trabajos artesanales en las riberas del río
Siunawás; al año siguiente, en 1909, la explotación deja de ser artesanal y se incorporan a la
extracción minera La Luz y Los Ángeles Minning Company, que por la abundancia del metal,
se ubicaron en la misma zona, la primera empresa posteriormente se llamó Luz Siuna.
Con el arranque de las actividades mineras iniciaron grandes despales, primero para construir
las instalaciones del plantel, luego para los campamentos de los trabajadores y las oficinas, y
más tarde el corte de madera para los túneles de la mina.

Datos de la comuna indican que el auge de oro y plata comenzó en los años 1930 y se
extendió a los 40, con el establecimiento de empresas canadienses y estadounidenses,
formándose a la vez el poblado que hoy se conoce como Siuna.

Con la explotación minera en Siuna comenzó el daño ambiental: las montañas empezaron a
desaparecer por la tala de árboles, dice don José Hernández Méndez, quien se desempeñó
como topógrafo dentro de los trabajos mineros.

Los propietarios de las empresas sacaban el oro y la plata sin importarles los daños que
causaban, no sólo a los bosques, sino también a las fuentes de agua y ríos, ya que tiraban el
cianuro y otros componentes a una quebrada llamada La Chanchera.

Los primeros daños ambientales causados por la minería fueron detectados en 1905, cuando
un viajero alemán de nombre Grossmann, que visitó Siuna, detectó que los ríos estaban
contaminados debido a residuos químicos.

Grossmann fue quien alertó sobre esta situación, pero, como siempre,las autoridades las
empresas mineras ponían oídos sordos. A todos estos problemas se sumaron los
padecimientos de quienes trabajaban en las minas.

El alcalde de Siuna, Julián Gaitán, dice que aunque los ríos y quebradas quedaron
contaminados por los químicos, como las minas dejaron de operar a finales de los 60, muchos
de estos cursos se han limpiado, pero lo residuos tóxicos fueron arrastrados a otros lugares.

El ingeniero Mario Moya, especialista en minería, aseguró que los problemas ambientales
dejados por la minería aún persisten en Siuna. Un ejemplo es una hermosa laguna que está
contaminada con cianuro, mercurio y otros químicos, por tanto no sirve para nada, y a los
peces y otras especies acuáticas se les imposibilita vivir en ella.

Siuna está “carcomido”

Otro problema que pone en peligro a la población de Siuna es que de registrarse un temblor
de magnitud, los túneles que hay bajo el poblado podrían derrumbarse, provocando una
catástrofe. Un enorme daño causado al ecosistema y a las aguas subterráneas de la zona.

Para don José Hernández Méndez, ex trabajador de la mina La Luz, además de los daños
causados por los químicos en los cursos de agua, estaban los problemas de salud de los
trabajadores, muchos terminaron afectados de los pulmones, ya que las labores eran
extenuantes, en un calor infernal a muchos metros bajo tierra, y al llegar a la superficie
constantemente se resfriaban, lo que con el tiempo terminaba en tuberculosis.

“También estaba la utilización de grandes cantidades de TNT para deshacer las rocas que se
encontraban donde se construían los túneles. Las explosiones causaban fisuras a lo interno
de la tierra, que ahora al darse un temblor fuerte, muchas partes se pueden hundir”, aseguró
Hernández Mendez.

Actualmente, en Siuna no funciona la explotación minera a gran escala, pero sí hay


exploraciones que realiza HEMCO. También trabajan los güiriseros, organizados. En el
poblado hay 17 colectivos sin contar los del área rural, que agrupados forman unos 60
colectivos, autorizados para extraer oro de forma artesanal, ya que es una forma de ganarse
el sustento diario, según autoridades municipales.

Es hora de que los empresarios de este rubro acepten que la minería ha dejado grandes
daños al medioambiente y a la población, debido al mal manejo en la extracción de minerales,
y que gracias a voces de ambientalistas y ecologistas, se trata de detener y revertir los daños
causados, tal vez no por los actuales mineros, sino por sus antecesores.

En Nicaragua fueron explotados varios minerales y aún siguen realizándose trabajos de


explotación en León y en La Libertad, Chontales, y se continúa con las concesiones de
exploración. Otro departamento donde hubo minerales fue Matagalpa, en los municipios de
San Isidro y San Ramón, mientras en la RAAN, los yacimientos de oro estaban, además en
Siuna, en Rosita y Bonanza.

Un estudio realizado por el Centro Alexander Humboldt señala que la minería en Nicaragua se
encuentra orientada principalmente a la metálica (industrial y artesanal) y a la no metálica. A
enero del año 2005 se habían otorgado un total de un millón trescientos treinta y cuatro mil
setecientos tres hectáreas en concesiones mineras de exploración y explotación metálica y no
metálica.

El organismo señala que en lo que respecta al ámbito social, el sector minero no ha reflejado
un mejoramiento sensible en las condiciones de vida de las zonas donde operan. Las regiones
donde se registra actividad minera se constituyen en áreas con altos niveles de pobreza
extrema.

Referente a los aspectos ambientales, existen evidencias de empresas mineras que han
incumplido las legislaciones y entre las repercusiones socioambientales que éstas han
generado, se mencionan la contaminación de los cuerpos de agua, devastación de
importantes áreas de bosques, el latente desalojo de comunidades y afectaciones a los
suelos, que pierden cada vez más sus capacidades productivas.

El doctor Gonzalo Navarro, abogado y notario público, y ex alcalde de Matagalpa, señala que
cuando estaba en su buena época la mina La Reina, en San Ramón, el problema ambiental
era enorme, el río conocido como Minera Verde estaba totalmente contaminado con cianuro,
los productores no podían aguar sus semovientes y los que pasaban con sus bestias cargadas
con mercadería, no dejaban que éstas bebieran porque morían envenenadas.

En otros datos de los problemas ambientales se encontró que las aguas del río Mico estaban
contaminadas con metales pesados, tales como plomo y arsénico, lo que resulta que estas
aguas no son aptas para el consumo humano. Esto hace concluir que no se deberían otorgar
más concesiones mineras que pondrían en riesgo la vida humana, animal y el medioambiente.

Minería en Centroamérica

Otros estudios señalan que la minería en Centroamérica data también de la época colonial. La
producción nunca ha sido fuerte en su economía y prueba de ello es que representa menos
del 5% del Producto Interno Bruto en Guatemala y El Salvador, y en Honduras sólo un 1.5%
En la actualidad hay concesiones otorgadas a empresas canadienses en su mayoría.

Mientras las empresas mineras y gobiernos apoyan nuevas propuestas mineras, hay voces
que se levantan en los sectores organizados de la sociedad civil, que muestran preocupación
y de allí surgen acciones de resistencia a estas políticas extractivas de minerales en
Nicaragua.

Un estudio realizado en Centroamérica señala que los residuos químicos que salen de las
minas y caen al agua, además de ser un grave problema ambiental, se han encontrado en
pobladores de Honduras, El Salvador y Guatemala, tras exámenes de sangre a la población,
62 casos con presencia de plomo donde 42 son mujeres, pero además se agregan otras
enfermedades de la piel que afectan a niños y ancianos.

Es por eso que ya se dice basta a la minería en Nicaragua y Centroamérica, porque además
de los problemas ambientales causados, están los de salud a la población. Mientras en la
RAAN se trabaja en la güirisería, en el Pacífico, principalmente en León, se continúan
explotando las minas de oro, al igual que en La Libertad, Chontales, con la justificación que
son fuente de empleo y cumplen los requerimientos de impacto ambiental que exige el
Ministerio de Energía y Minas

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