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Introducción

A lo largo del presente escrito se detallan los puntos considerados más relevantes desde
el surgimiento del término trauma, para posteriormente reconocerlo como un trastorno
clínico, con sus particulares síntomas y causas, pasando por diferentes clasificaciones e
interpretaciones, así como definiciones y sus relaciones con experiencias vividas por
muchas personas involucradas en acontecimientos bélicos, situaciones estresantes y
peligrosas propias y ajenas, lo cual lleva al desarrollo de esta patología y por ende
influyendo significativamente en los individuos, repercutiendo gravemente en su salud
física y mental.

Las descripciones y significados de este padecimiento han sido variados, dependiendo de


la época y el contexto en el cual surgieron, con base en esto se darán múltiples
explicaciones, connotaciones y modificaciones a lo largo del tiempo y también diferentes
consideraciones clínicas.

Asimismo, se aborda el punto de vista de la terapia breve estratégica en cuanto a las


reacciones, actitudes y tratamiento de las personas afectadas por este trastorno y de qué
manera se puede abordar con el propósito de lograr la recuperación de los pacientes.
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El Trastorno de Estrés Postraumático


La palabra trauma de origen griego (significa herida) se le relaciona a una experiencia
dolorosa, con el tiempo se le han dado diversas descripciones. Su definición sigue vigente
en los principales diccionarios. Es una laceración debida a un fuerte impacto a nivel físico
o psíquico lo cual provoca un surco profundo, impidiendo así la continuidad de la propia
existencia.

La historia del concepto de trauma psíquico data de hace muchos años a la par de
la violencia, las guerras y el afán destructor del hombre, el dolor y el sufrimiento extremo.
Si bien fue a partir del último siglo cuando se le otorgó importancia clínica, esto definino
supone su inexistencia en la historia en la cual se han registrado ejemplos de traumas y
sus consecuencias psicopatológicas.

En el año 1500 se incrementaron las patologías psiquiátricas entre los soldados que
se definían como “afectados por el síndrome del país lejano”, en cada época histórica se
interpreta un cuadro sintomatológico en el contexto de su propia cultura y mentalidad.

Es del conocimiento de los médicos el impacto psicológico producido por la guerra.


Jacob Mendes da Costa en 1871 al analizar a los convalecientes de la guerra civil
americana quienes se quejaban de dolores en el pecho en ausencia de enfermedades
cardíacas, estableció la definición de “corazón irritable”

El término “neurosis de guerra” fue introducido después del conflicto rusojaponés


de 1904 y hace alusión a un cuadro clínico caracterizado por parálisis y bloqueo de las
emociones. El concepto “neurosis de combate” fue utilizado posterior a la Segunda Guerra
Mundial, respecto a los trastornos emocionales mostrados por los enfermos. En la
corriente de pensamiento de la década de los setenta, se consideraba que esta clase de
trastorno era dada solo en personalidades frágiles, predispuestas al desarrollo de la
neurosis motivado por supuestos traumas infantiles y que la guerra era el medio por el
cual se sacaba algo ya latente desde hacía mucho tiempo, según esto la guerra no era
razón para el surgimiento de un trauma.

En 1968 durante la guerra de Vietnam, el trauma de guerra fue concebido como


algo raro, la Asociación psiquiátrica Americana lo desechó de su manual de diagnóstico y

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también toda referencia a los trastornos de estrés; no obstante, terminado el


enfrentamiento un gran número de soldados superior al de las guerras anteriores comenzó
a manifestar graves síntomas de un síndrome llamado Post-Vietnam Syndrome, cerca del
25% de afectados desarrollaron los síntomas psicopatológicos descritos en el Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) con el nombre de trastorno por
estrés postraumático (TEPT).

En 1980, la Asociación Psiquiátrica Americana introdujo en el DSM-III (American


Psychiatric Association, 1980) el síndrome de estrés postraumático cambiando la anterior
definición de Gross Stress Reaction en la primera versión, haciendo posible el diagnóstico
de este trastorno a casi un millón de afectados.

En la primera definición diagnóstica del TEPT, algunas experiencias traumáticas se


consideraban situaciones estresantes únicamente si podían ser definidas externas al
campo de la experiencia humana habitual.

En el DSM (1994) la definición del TEPT fue revisada de forma que los
acontecimientos no debían ser necesariamente “excepcionales” incluía la descripción de
experiencia traumática, la reacción de la persona y otras variables relativas a la valoración
de la situación.

En 1892, la noción de “trauma psíquico” fue propuesta por primera vez por el
psiquiatra alemán H. Oppenheim, quien habló de “neurosis traumática” y después
Kraepelin en 1896 quien acuñó el concepto de “neurosis del miedo”. P. Janet en 1899
detalló varios casos de neurosis traumáticas, propuso por primera vez una explicación en
términos de “disgregación psíquica”, posterior a la violencia, abusos sexuales, terrores,
etc.

En 1896, Sigmund Freud, explicó el trauma como “una excitación del sistema
nervioso central, que éste no ha conseguido liquidar suficientemente mediante una
reacción motriz”. Estudiando los síntomas histéricos en las mujeres Freud describió el
trauma como una energía no “digerida” por el sistema neurológico y vertida, por lo tanto,
en síntoma a nivel físico y psíquico.

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Cada enfoque teórico dará su definición con el fin de analizar y explicar los sucesos,
con base en esto, el trauma se especifica como “ruptura del vínculo con el mundo” o
“negación de todo lo que posee un valor y se transforma en percepción de la nada, en
cuanto a la teoría del apego como “separación de las personas significativas”.

El DSM-IV habla del trastorno por estrés postraumático considerando la diferencia


entre los términos “trauma y estrés”. La palabra “estrés” del latín strictus (apretado,
comprimido” surgió en el contexto psiquiátrico militar, utilizado por el endocrinólogo H.
Selye para indicar una reacción inespecífica del organismo, conocida como síndrome
general de adaptación con agentes externos de naturaleza variada (física, química,
biológica o emocional), después de haber practicado diversos experimentos de
laboratorio. En 1936 Selye fue el primero en identificar dos tipos diferentes de estrés, el
distress (estrés negativo y eustress (o estrés positivo). El primero determinado por
estímulos estresantes capaces de aumentar las secreciones hormonales, deterioro
progresivo, originando la caída de las defensas psicofísicas. El segundo observado
cuando uno o más estímulos, incluso cuando sean de naturaleza distinta, ejercitan la
capacidad psicofísica individual de adaptación. El eustress es una forma de energía
utilizada para poder obtener de manera más sencilla un objetivo, por tanto, es un estrés
positivo, desarrolla un rol adaptativo primordial en la vida de la persona.

H. Wiener supone que en la teoría de la evolución de Darwin contenía el concepto


de estrés inferido como las amenazas a la integridad y a la supervivencia del organismo
procedentes del ambiente físico y social determinadas por presiones selectivas. El estrés
no se discernía como una respuesta patológica, sino que tal vez podría de utilidad
fisiológica para permitir la adaptación del organismo a diversas condiciones.

En 1992 Pancheri, afirma que un acontecimiento definible como estresante, induce


dos tipos de respuesta, una biológica y otra conductual, ambas pueden generar daños
reversibles e irreversibles a escala somática y psíquica, teniendo en cuenta su duración,
intensidad y previsibilidad., los dos sucesos dependiendo de las variables, podrían
conducir a una adaptación evolutiva dentro del organismo.

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En 1963 M. Khan, enuncia el “trauma acumulativo” es decir, acontecimientos en


apariencia no traumáticos con posibilidad para desencadenar un efecto patógeno al
estructurarse en la personalidad del individuo por una acción repetida y estresante.

EL DSM ha dispuesto una diferente clasificación y descripción de lo que puede ser


puntualizado como estresante. El planteamiento actual del DSM-IV-TR pretende clasificar
los trastornos psicopatológicos surgidos por acontecimientos externos en tres categorías
principales: tipología objetiva de suceso; significado y gravedad de la respuesta de la
persona; duración temporal de las consecuencias. Se decretaron tres tipos diferentes de
trastornos: los trastornos adaptativos, el trastorno por estrés agudo y el trastorno por estrés
postraumático.

El TEPT puede emerger luego de la exposición a circunstancias estresantes


vinculadas a una gravedad objetiva extrema, con amenaza para la vida o la integridad
física propia o de los demás.

EL DSM-IV-TR, sostiene que el suceso estresante debe implicar una experiencia


de muerte (real o amenazantes) o de daño grave, pero otros investigadores ofrecen una
definición más abierta al incorporar incidentes no catastróficos.

Los sucesos traumáticos experimentados directamente incluyen conflictos militares,


agresiones personales violentas (violencia sexual, ataque físico, robo, atraco), secuestro,
ser rehén, ataque terrorista, tortura, encarcelación como prisionero de guerra o en campos
de concentración, desastres naturales o provocados, accidentes automovilísticos graves
o recibir un diagnóstico de enfermedad terminal. Los acontecimientos traumáticos en los
niños en el ámbito sexual involucran experiencias sexuales inapropiadas relacionadas al
desarrollo, libres de violencia, heridas reales o amenazadoras.

Los eventos traumáticos vividos por otros, pero de los que se tiene conocimiento,
implican las agresiones personales violentas, incidentes o lesiones graves sufridas por un
miembro de la familia o un amigo íntimo, conocer de las muertes imprevistas, inesperadas
de familiares o amigos cercanos, enterarse de una enfermedad que ponga en riesgo la
vida de un hijo.

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Los principales trastornos son resumidos en la “tríada sintomatológica”: intrusiones,


evitación, hipervigilancia, sus principales síntomas pueden ser:

Flashbacks: Recuerdos recurrentes e intrusivos del sucesos de forma repetida.

Pesadllas: Reviven la experiencia traumática durante el sueño de forma muy real.

Embotamiento (Numbing): Estado de conciencia parecido al aturdimiento y la confusión,


después del acontecimiento traumático comienza una reducción de la reacividad hacia el
mundo exterior, a lo que se refiere como “parálisis psíquica” o “anestesia emocional”.

Evitación: La persona se esfuerza voluntariamente para evitar pensamientos, sentimientos


o conversaciones que lo reconduzcan a la experiencia traumática, puede ser
indirectamente o simbólicamente.

Aumento del arousal (Hyperarousal) caracterizado por insomnio, irritabilidad, ansiedad,


agresividad y tensiones generalizadas, a menudo manifiesta un intenso malestar
psicológico o reactividad fisiológica cuando la persona está expuesta a acontecimientos
que se asemejan o simbolizan un aspecto del hecho traumático.

Las reacciones emocionales típicas de quien sufre un trastorno de esta magnitud


son un alto grado de angustia, miedo, horror y sensación de impotencia. Cabe destacar
que el DSM-IV-TR ha limitado la reacción emocional únicamente al miedo, ignorando la
reacción de dolor, que parece ser una dimensión muy dominante en la mayoría de los
trastornos de esta categoría.

A diferencia de los trastornos adaptativos, el TEPT se caracteriza por la intensidad


del suceso estresante y su naturaleza debe ser sumamente grave (peligro de la propia
vida).

Los pensamientos intrusivos recurrentes en el TEPT (recuerdos, imágenes,


pensamientos auténticos o percepciones) correspondientes al trastorno obsesivo-
compulsivo, clasificados como inapropiados no guardan nexo con la experiencia de un
suceso traumático.

La investigación clínico experimental, ha revelado que la configuración y la


persistencia de un problema psicológico no es producto de una causa de origen, más bien

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proviene de la reacción reiterada de la persona y de aquellos que le rodean en el intento


por resolver el problema, como las “soluciones intentadas” las cuales empeoran el
problema.

La aparición del TEPT en el que la persona ha sido víctima de un acontecimiento


que deteriora su percepción del mundo, al parecer se desarrolla o no dependiendo de
cómo reacciona la persona al enfrentar el suceso traumático. La experiencia traumática
constantemente regresa y en el desesperado intento de borrar los recuerdos, fracasa
dando como resultado dolor, miedo, angustia, sensación de impotencia, en ocasiones
sentimiento de culpa y rabia. El no superar la experiencia traumática, agrava sus efectos
y produce un auténtico pánico, ya sea de miedo generalizado o a nivel de respuesta
psíquica y conductual.

Son las modalidades las que determinan si la persona que intenta afrontar los
efectos logrará elaborar de forma eficaz lo sucedido, liberándose mentalmente del pasado
traumático o si su ansiedad la llevará a un trastorno (el TEPT) donde el pasado continuará
negando e invadiendo el presente.

Las coping reactions llevadas a cabo por la persona pueden ser elegidas consciente
y racionalmente con el propósito de superar el trauma o realizadas espontáneamente o
forzadas a partir de una presión específica, interna o externa.

Durante la investigación empírico-experimental sobre el TEPT, se han determinado tres


coping reactions principales realizadas por personas que manifiestan este tipo de
trastorno: el intento de controlar los propios pensamientos y anular la experiencia
traumática, la evitación de todas las situaciones asociadas al trauma y la solicitud de
ayuda, de apoyo y las quejas.

Dependiendo de la experiencia traumática y de las características individuales, es


posible que la persona intente encontrar el sentido de esta experiencia por sí sola,
frecuentemente sucede en los casos de estupro y abusos físicos en que se mantiene en
secreto el suceso traumático y se busca darle un significado al acontecimiento en primera
persona, planteándose preguntas cuyas respuestas llevan a nuevas preguntas y a un
estado de confusión mental, pero, a menudo la persona intenta implicar a los demás en el
caso de que el trauma haya sido compartido por más de una persona o el acontecimiento
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es conocido por los demás. Desafortunadamente, en este caso, ninguna respuesta es


suficientemente convincente y esto provoca que la persona continúe hablando del suceso.

Cuando se pide apoyo cuyo fin no es superar un inconveniente temido, sino como
consecuencia fisiológica del sentido de incapacidad y culpa, se recurre a lamentaciones y
esto consiste en aquellas situaciones en que la persona toma una posición pasiva, se
asume como “víctima”, cuya característica predominante es el de continuar
desahogándose con los demás respecto al trauma sufrido y a las sensaciones asociadas.
Esta necesidad de hablar acerca de sus sensaciones y sus miedos tiene como efecto
inmediato, por lo regular, un alivio generado por la percepción fantasiosa de haberse
deshecho de lo que le perturbaba y de haberlo expresado a quien será capaz de entender
y encargarse de ello. Esto se traduce enseguida en una necesidad imperiosa de volver a
desahogarse y una incapacidad cada vez mayor de gestionar de forma autónoma las
sensaciones dolorosas.

No toda la gente que ha experimentado un trauma se lamenta o se adjudica el papel


de víctima ante otras personas, a veces, la actitud prevaleciente se convierte en una
rendición diaria, decide no reaccionar ante cualquier evento. La víctima que elige no
asumirse como tal, al no ser capaz de progresar y reaccionar, su conducta efectivamente
pareciera que no hay nada que hacer, en esta situación no hay desahogos, ni petición de
ayuda, sino rechaza la idea de que algo pueda ser importante y valioso. Esta situación al
igual que la modalidad antes señalada, puede causar la depresión, algo frecuente en el
TEPT, aunque no es un factor predominante de ese trastorno, es necesario considerarlo
desde el principio del tratamiento.

Todas las coping reactions detalladas están relacionadas a un mismo mecanismo


de fondo que busca distraerse, distanciarse del suceso traumático, el intento desesperado
por parte de la persona de anular el pasado lo cual produce el efecto contrario al
mantenerlo y reafirmarlo en el presente.

La intervención terapéutica, estará encaminada en primera instancia a desbloquear


los mecanismos disfuncionales (las coping reactions) que no permiten elaborar el trauma
sanamente. Al trabajar en el presente, el terapeuta guiará al paciente a soltar el pasado y
de esta manera avanzar y empoderarse de su futuro.

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Conclusión

Pienso que efectivamente como detalla al inicio de la lectura, no se le dio la importancia


debida a este trastorno sino hasta mucho tiempo después de haber sido reconocido como
un padecimiento clínico, no fue considerado como tal en su momento y tampoco se le
atribuía a que la gente hubiera vivido atrocidades durante las guerras, no estoy de acuerdo
en que se haya considerado que este trastorno solo afectara a gente con personalidad
frágil, era más que evidente que se trataba de situaciones extremas en las que el
sufrimiento y el peligro eran terribles, eventos que llegaban de manera imprevista,
provocando de esta manera un shock y dañando la vida de muchas personas y como se
observa en el capítulo, esta patología no es exclusiva de los sobrevivientes de guerras,
sino también se puede dar en incidentes graves, accidentes inesperados y todo evento
traumático detonante de este trastorno, en especial considero el acoso sexual y la
violación y el presenciar la muerte violenta de una persona o ver un cadáver, el haber
estado expuesto a una situación verdaderamente peligrosa que haya afectado
profundamente la vida de alguien, así como al enterarse de una enfermedad terminal
propia o de algún ser querido y por supuesto la muerte de un hijo o hija como en mi caso
que a tres años de sucedida, todavía me duele.

Por otra parte, cada persona es única y también dependerá de cómo tome lo sucedido,
sus actitudes y reacciones serán variadas, pues todos somos diferentes, algunos más
sensibles que otros.

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Bibliografía

(2009). En F. Cagnoni, Cambiar el pasado, superar las experiencias traumáticas con la terapia breve
estratégica. Ponte Alle Grazie, Milán: Herder.

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