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Mi propósito en este trabajo es mostrar cómo funcionan las estrategias narrativas en estos
cuentos escritos por Gabriel García Márquez, así como referir el sentido que infunden a la
obra entera los paratextos que en ella se encuentren. Para llevar a cabo este análisis me
serviré de tres obras fundamentales de la teoría literaria: Umbrales del francés Gérard
Genette, Las estrategias comunicativas de Pedro Páramo del mexicano Alberto Vital y El
acto de la lectura del alemán Hans Robert Jauss.
Ahora bien, es preciso exponer las ideas esenciales de cada una de estas tres obras a
fin de que el análisis adquiera mayor orden y precisión. Comenzaré por Umbrales de
Genette, pero antes es necesario tener presentes dos conceptos fundamentales en el estudio
de una obra: el autor real y el autor implícito. El primero se refiere al escritor como tal, al
hombre de carne y hueso que anda entre nosotros, no obstante el segundo se puede
considerar un desdoblamiento del primero, puesto que en cuanto el autor real comienza a
escribir su obra deja de ser él mismo para convertirse en el autor implícito, esa entidad
abstracta responsable del texto, que lo ordena y le da un determinado sentido valiéndose de
diversos recursos narrativos y retóricos.
Así pues, en esta obra el teórico francés nos dice que todos los elementos que
rodean al texto, a pesar de estar fuera de él, cumplen un papel importante respecto al
sentido del mismo, estos elementos los denominó “paratextos”, entre los cuales se halla el
título, el nombre del autor, los epígrafes, el título de cada capítulo, el autor del prólogo,
incluso la portada y la editorial, sin embargo hay otros paratextos que se encuentran fuera
del libro pero se refieren a él y en cierta medida aportan algo más al sentido de la obra, en
este caso tenemos estudios sobre la obra misma, entrevistas con el autor real, etc. No
obstante no todos los paratextos se encuentran fuera del propio texto, puesto que hay dos en
particular que podemos hallar dentro: el incipit y el exipit. Estos paratextos están en los
extremos del texto, uno es el principio y otro el final respectivamente.
Evidentemente todos los paratextos ayudan a definir mejor el orden y el sentido de
la obra al mismo tiempo que le infunden mayor fuerza. En el caso de las entrevistas con el
autor real y los estudios respecto a su obra, esto nos permite conocer la manera en que está
compuesta y nos esclarece la comprensión del texto en general. En cuanto al título, los
epígrafes, el prólogo y la edición, podemos ver que estos paratextos están ahí precisamente
para orientarnos en la lectura y entender de un modo más claro el propósito del autor
implícito, en relación al autor del prólogo y la edición del libro se suelen considerar en
mayor medida cuestiones de ventas, intereses naturales del propio editor, por ejemplo un
prólogo escrito por un crítico o autor reconocido, una editorial con prestigio, un premio
nobel, todo esto y otros elementos más atraen fuertemente la atención del lector, esta es la
relevancia de los paratextos en general.
Respecto al Acto de la lectura de Jauss, se nos dice que el lector forma parte
relevante de la obra misma, puesto que un texto jamás está plenamente concluido sino hasta
el momento en que es leído, y quizá más exactamente, comprendido. Sin embargo como ha
sido preciso conocer los conceptos de autor real y autor implícito, asimismo son
fundamentales los conceptos de lector y real y lector implícito. El primero es el hombre
consagrado a la lectura que anda entre nosotros, el segundo en cambio, es aquél que se
compone por medio de todas las características que son necesarias para comprender
enteramente una obra, por tanto también esto representa un “lector modelo”, como diría
Umberto Eco, por lo que podemos decir que el autor implícito escribe para el lector
implícito en el mundo creado dentro del texto.
Así pues, la obra no sólo está encerrada en sí misma sino que también hace
referencia a cuestiones extratextuales, es decir, al contexto bajo el cual fue escrita y toda
una serie de circunstancias inherentes. El lector, al enfrentarse a un texto, lleva consigo
todo un horizonte cultural e histórico, pero también todas sus lecturas anteriores, con lo
cual, ciertamente constituye sus capacidades de reconstruirlo. No obstante, puesto que el
lector real en este caso tiene que ajustarse al lector implícito, surgen en él ciertas
transformaciones indispensables para lograr un preciso entendimiento de la obra, es por
esto que se dice que después de leer un texto ya no somos los mismos, incluso aquí también
se explica por qué cada una de nuestras lecturas, pese a que sean sobre la misma obra, son
definitivamente únicas e irrepetibles, lo cual ocurre debido a que nuestros conocimientos en
general están en constante cambio según nuestras cotidianas experiencias. Por último, en
cuanto a esta teoría, podemos ver que en la literatura contemporánea es común
encontrarnos con textos llenos de espacios vacíos, sin embargo resulta imprescindible
definir este concepto lo mismo que otros dos: historia y discurso.
Estas estrategias podemos hallarlas en todos los elementos del relato, están en la
selección de información que hace el narrador, los espacios vacíos, los sucesos que se
refieren varias veces, las ambigüedades, etc. Sin embargo esto también lo encontramos en
los diálogos de los personajes, en palabras propias de la condición de cada uno, según la
clase social, el carácter, la cultura, la edad entre otros aspectos, lo mismo en cuanto a la
vaguedad y la precisión de las conversaciones, es decir, cada parte de un buen texto, tiene
un sentido bien definido que se logra precisamente por medio de estas estrategias que, en el
caso de Vital, nos muestra que están presentes en particular en los diálogos, así como en
ciertos rasgos de la voz que narra, de ahí que lleven el adjetivo comunicativas.
Luego de detallar las teorías de que he de servirme en este análisis, es preciso
comenzar por los paratextos. Primeramente, considerando la edición de Altaya, podemos
ver una linda portada, lo cual ya atrae la atención del lector, pero lo más importante es que
sobre el título nos percatamos de que el libro pertenece a la colección de premios nobel,
esto, por supuesto, representa un gancho más eficaz. Después de la portada, ya dentro del
libro, encontramos un prólogo escrito por el mismo García Márquez, en el cual explica la
causa de que su obra lleve tal título, sin duda esta cuestión ayuda en gran medida a que el
lector pueda comprender mejor el sentido de los cuentos, así como la relación entre los
mismos, conviene aclarar que el prólogo es aún propio del autor real, la portada y todo lo
que conlleva es asunto del editor y todo lo que se halla dentro de los cuentos ya sólo es
responsabilidad del autor implícito.
Así pues, tenemos como primer cuento Buen viaje, Señor presidente cuyo incipit es
sumamente interesante, puesto que encamina la historia por un rumbo determinado, he aquí
el pasaje a fin de poder examinarlo con mayor claridad: “Estaba sentado en el escaño de
madera bajo las hojas amarillas del parque solitario, contemplando los cisnes polvorientos
con las dos manos apoyadas en el pomo de plata del bastón y pensando en la muerte.”1
Aquí podemos apreciar cómo el narrador nos hace pensar que este personaje está cerca de
morir, incluso más adelante en la lectura hallamos otros indicios que nos llevan por el
mismo rumbo, ya que el presidente está viejo y enfermo, además de que ha quedado en la
ruina luego de su exilio, en fin, todo apunta a su muerte inminente, no obstante en el final
del cuento nos damos cuenta de que no muere, lo cual resulta muy inesperado. Otra
cuestión relevante es el hecho de que tanto Homero como Lazara, quienes se habían
acercado al presidente con la intención de sacarle algo de dinero, pues lo creían en la
abundancia, terminan por ayudarlo, y antes bien, contribuyen con su propio dinero para que
se llevara a cabo su cirugía, así como para que pudiera embarcarse en Marsella para volver
a su tierra natal.
1
Gabriel García Márquez, Doce cuentos peregrinos, “Buen viaje, Señor presidente”, Altaya, España, 1995.
P. 7.
Claramente podemos observar cómo el narrador nos hace creer que la historia irá
por un cierto camino y al final todo se resuelve de un modo diferente, esto se logra a través
de las estrategias del autor implícito que utiliza tanto en la narración como en los diálogos a
fin de definir las cualidades del lector implícito, al cual debe ajustarse el lector real para
percibir acertadamente el sentido del relato.
2
Ibidem. P. 25.
color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la
espalda, y una aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia que de los Andes.”3
A partir de este momento durante todo el relato el narrador nos da indicios de que algo
sucederá entre ellos a pesar de que ella sólo duerme, incluso el hombre piensa en varias
maneras de hablarle, imagina diversas escenas junto a ella, lo cual hace que parezca
inminente algún contacto entre ambos, pues ella también parece despertar en algunos
momentos, sin embargo al final, no ocurre nada, él solamente la estuvo mirando dormir
durante todo el viaje y todos los sucesos estuvieron en su pensamiento, lo cual nos sigue
llevando por el mismo rumbo de los cuentos anteriores, es decir, un principio que nos
marca un camino y un final que nos revela otro muy diferente.
En Me alquilo para soñar las estrategias del narrador nos inducen a la duda, puesto
que en el incipit aparece repentinamente un desastre natural que provoca la muerte de una
mujer misteriosa, lo cual siembra en el lector una incertidumbre respecto a su identidad que
recorre todo el relato, sin embargo el personaje de Neruda cumple un papel de suma
importancia, ya que, mientras todos dan crédito absoluto a los vaticinios de Frau Frida, su
escepticismo hacia las interpretaciones proféticas de los sueños, hace que empiece a
temblar la certeza de ese mágico don que posee.
No obstante, el sueño que comparten el poeta y la adivina nos hace vacilar aún más
en cuanto a si ella en verdad tiene algún poder prodigioso, pero el exipit nos revela otra
realidad en el instante en que el personaje que a la vez narra la historia pregunta por la
enigmática identidad de la mujer muerta, he aquí el fragmento: “En concreto – le precisé
por fin -: ¿qué hacía? Nada – me dijo él con un cierto desencanto –. Soñaba.”4
Estas palabras despiertan en el lector una pregunta inevitable, ¿Frau Frida tenía realmente
la facultad de predecir el destino por medio de los sueños y ya había vaticinado su propia
muerte o murió porque no tenía ningún poder maravilloso? Sin duda, las estrategias
precedentes hacen de este final una estrategia más grande para reafirmar la duda al dejar
abierta la cuestión de su don profético.
3
Ibidem. P. 26.
4
Ibidem. P. 32.
Ahora, nos encontramos con un cuento más complicado, << Sólo vine a hablar por
teléfono >>. Por las comillas europeas podemos percatarnos de que se trata de una frase
dicha por algún personaje, pero en el transcurso del relato va adquiriendo mayor sentido y
una fuerza trágica, puesto que María, la protagonista, arriba a un manicomio por error, sólo
por el afán de hallar un teléfono para poder avisarle a su marido que demoraría un poco en
encontrarse con él, sin embargo se le confunde con una enferma, está cuestión es la que
determina su desgracia, pues cada cosa que dice, a pesar de ser real y coherente, ante esa
imagen que las empleadas de ese lugar tienen respecto a ella, es tomada como innegable
locura, sobre todo la frase que da título al cuento.
A partir de esto, el cuento adquiere un tono trágico, sin embargo el narrador muestra
indicios de que hay alguna esperanza de que todo se aclare y le permitan salir de allí, ya
que Saturno, sobrenombre por el cual es conocido su marido cree que lo abandonó, lo cual
se vuelve verosímil al considerar su carácter voluble y sus súbitas decisiones en las
relaciones pasadas, estos elementos hacen que los sucesos se desarrollen de tal modo. No
obstante, cuando ella por fin logra que Saturno la encuentre, todo hace pensar que se
esclarecerá enteramente el caso, pero no es así, lo que conduce a ese final desolador en que
la única que visitaba a María era una pareja que tuvo después Saturno con la que no
permaneció por mucho tiempo, vemos aquí el triste exipit: “María le pareció muy lúcida la
última vez que la vio, un poco pasada de peso y contenta con la paz del claustro. Ese día le
llevo también el gato, porque ya se le había acabado el dinero que Saturno le dejó para
darle de comer.”5
5
Ibidem. P. 40.
ensangrentadas, sin embargo el escepticismo de los invitados infunde parece realizar un
cambio en el sentido del relato, pese a que nada esté completamente claro y los sucesos
estén inmersos en el suspenso. No obstante, lo que aclara y a la vez torna más nebulosas las
dudas, es lo que se refiere en el exipit del cuento, helo aquí: “Pues no estábamos en la
alcoba de la planta baja donde nos habíamos acostado la noche anterior, sino en el
dormitorio de Ludovico, bajo la cornisa y las cortinas polvorientas y las sábanas empapadas
de sangre todavía caliente de su cama maldita.”6
La estrategia de este final, ese espacio vacío, evidentemente incita varias preguntas. ¿Por
qué despertaron en el dormitorio de Ludovico? ¿Sucedió en verdad algo sobrenatural?, y la
cuestión más interesante, ¿Por qué la sangre estaba caliente? Desde luego todo esto forma
parte fundamental del sentido del relato y es fruto natural de las estrategias que el autor
implícito maneja con excelencia.
Enseguida tenemos María dos Prazeres, relato en que una prostituta ya inmersa en
la vejez comienza a disponer todo para su propia muerte y no hace otra cosa sino esperar a
que ese momento arribe, ya que un sueño que había tenido le reveló que su hora era
inminente, el narrador nos muestra indicios de que el fin de su vida llegará en cualquier
instante, por ejemplo cuando el vendedor de entierros toca por equivocación a su puerta y le
ofrece sus servicios funerarios, o también cuando ella misma elige el lugar en que quiere
ser sepultada en el cementerio, sin embargo, como ya hemos visto casi en todos los cuentos
anteriores, en la parte final de la narración nos percatamos de que las cosas no son como
parecen, lo cual podemos apreciar claramente en el exipit siguiente:
6
Ibidem. P. 42.
7
Ibidem. P. 49.
Aquí podemos observar cómo de pronto el relato adquiere otro sentido, puesto que
en ese momento María se da cuenta de que interpretó mal su sueño, pues el hombre que la
había llevado hasta su casa expresaba un cierto interés en ella, a pesar de que se sintiera
acabada, las palabras finales dejan un espacio vacío que bien puede rellenarse con la idea
de que el hombre entró en su casa y le dio alguna esperanza para seguir viviendo y
olvidarse un poco de la muerte.
En Diecisiete ingleses envenenados, nos hallamos ante una situación algo novedosa
respecto a las que se han presentado en los cuentos anteriores, pues aquí nos encontramos
con una mujer sumamente devota que hace un viaje a Italia con el propósito de conocer al
Papa, sin embargo durante el transcurso del relato el narrador no nos da indicios claros de
que esto vaya a suceder, sino que antes bien, nos muestra las expectativas que tenía la
señora Prudencia Linero sobre Italia y la manera en que poco a poco van decayendo. No
obstante, hay un suceso trascendental que a primera vista parece insignificante, puesto que
al llegar al hotel, la señora Prudencia percibe algo extraño en el primer piso al que la llevan,
en gran medida por la rara imagen de los diecisiete ingleses, es el único en que hay
comedor, pero ella prefiere irse a otro piso, aunque tenga que comer fuera del hotel.
8
Ibidem. P. 55.
9
Idem.
Ahora bien, en la Tramontana nos hallamos con estrategias que enfatizan la ironía
del sentido del relato, pues que tenemos primeramente la presencia de esa especie de
huracán de implacable fiereza que azota las costas catalanas de Cadaqués, lo interesante es
que las muertes que tienen lugar en el cuento no son provocadas por la tramontana, aquí es
donde entran en juego las dichas estrategias que nos hacen pensar que efectivamente ese
viento imperioso será la causa de algún desastre lamentable. No obstante, en el caso del
portero, resulta realmente irónico que después de haberse enfrentado a tantas tempestades
en el mar y haberlas soportado, se haya dado muerte solamente por un acto inexplicable,
quizá de desesperación.
Sin embargo, esta cuestión, además de lo que se dice en el incipit, nos hace esperar
la muerte del muchacho, pero nos deja sin idea respecto a la forma en que esto pudiera
ocurrir. Así pues, lo que sucede al final del relato sorprende, no en cuanto al suceso que
como se dijo ya se espera, sino por la manera en que se lleva a cabo, puesto que los jóvenes
ya iban de regreso cuando el muchacho realizó el acto desesperado, esto lo vemos en el
exipit que aquí tenemos: “El chico, despavorido por la inminencia del regreso, aprovechó
un descuido de los suecos venáticos y se lanzó al abismo desde la camioneta en marcha,
tratando de escapar de una muerte ineluctable.”10 La ironía permanece a lo largo del relato,
a pesar de que en algunos momentos parece que se desvanecerá, lo cual no sucede, ya que
es ahí donde está el sentido del cuento y la eficacia de las estrategias. Podemos decir
entonces que la aparición de la figura del portero toma relevancia en cuanto a la
comparación de su muerte con la del muchacho.
10
Ibidem. P. 58.
en ellos el deseo de matar a la señora Forbes por el extremo rigor con que los trata, ellos
deciden envenenarla y lo hacen, pero lo interesante es que todo apunta a que la señora
Forbes morirá envenenada y ahí concluirá el cuento, pero la narración cambia
repentinamente de rumbo como es común en todos los relatos anteriores en general.
Tenemos un personaje algo misterioso llamado Oreste, por el cual la señora Forbes
parece sentir alguna atracción, sin embargo también hallamos en ella una especie e crisis
por lo que es y lo que quiere ser, lo cual advertimos por medio del narrador y de sus propias
actitudes, aunque lo que más nos ocupa aquí son las cuestiones discursivas más que las
acciones, no obstante, lo que ocurre en el exipit nos puede esclarecer el asunto o despertar
en nosotros un par de preguntas, veámoslo enseguida:
Aquí podemos apreciar que la señora Forbes murió, pero no como el narrador nos
había predispuesto a pensar, sino de una manera más sangrienta y enigmática, en donde el
autor implícito introduce un espacio vacío con que magnifica el suspenso, esto hace
cuestionarse dos cosas al lector implícito, si ella no murió envenenada por los niños,
¿Acaso Oreste la asesinó?, y si así fue, ¿Qué motivos tenía para hacerlo?
Evidentemente estas cuestiones forman parte de las estrategias que definen con mayor
sutileza el sentido del cuento.
11
Ibidem. P. 64.
Finalmente tenemos El rastro de tu sangre en la nieve, relato que desde el incipit
nos revela el suceso que a primera vista parece insignificante, pero es exactamente de allí
de donde se desprende todo el desarrollo y lo que determina el rumbo del cuento,
analicemos este pasaje principal: “Al anochecer, cuando llegaron a la frontera, Nena
Daconte se dio cuenta de que el dedo con el anillo de bodas le seguía sangrando.”12
Ante esta cuestión el narrador nos da indicios de que no es una herida grave la que se abrió
la protagonista con la espina de una rosa, y además de que su esposo Billy Sánchez
encontrará una farmacia donde puedan curarla.
Podemos apreciar entonces la forma en que el autor implícito suele ordenar el relato
a fin de lograr, de una manera clara y precisa, expresar lo que se haya propuesto. Hemos
visto también cómo a través de los personajes y del narrador introduce estrategias
cuidadosamente elegidas precisamente para infundir un sentido específico al cuento.
Hemos advertido también la manera en que el lector implícito tiene que reconstruir el
relato, es decir, según su propio conocimiento y acorde a su juicio, observamos cómo tiene
que reconocer los indicios que llevan la historia por un rumbo determinado, rellenar los
espacios vacíos que hacen que todo se resuelva de un modo distinto y en general
comprender que todo lo que se dice tiene una significación particular, lo cual es
imprescindible para entender la obra enteramente, ya que ésta como tal se desarrolla
únicamente entre el autor implícito y el lector implícito, mientras que, tanto el autor real
como el lector real, permanecen fuera del texto literario. Juan de Dios Hernàndez Gòmez.
12
Ibidem. P. 67.
Bibliografía: