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Roger Fenton (1819-1869)

Roger Fenton (20 de marzo de 1819 – 8 de agosto de 1869) fue un pintor y luego
fotógrafo británico, que a partir de 1854, con sus imagenes de la guerra en Crimea, se
convirtio en el primer fotógrafo de guerra.
Comenzo en la fotografia en 1851, aprendiendo la tecnica del calotipo con Gustave Le
Gray y ya en 1852, tenia fotografias propias expuestas en Inglaterra. Ese año viajo a
Kiev, Moscu y San Petersburgo y recorrio Gran Bretaña fotografiando paisajes y
arquitectura. En 1854, a solicitud del Principe Alberto y el Duque de Newcastle,
Ministro de Guerra, viajo a Crimea para tomar registros de la guerra.
La precariedad de los recursos y los largos tiempos de exposicion, impedian la toma de
fotos de accion, por lo que se obtuvo fueron paisajes y fotografias posadas en su
mayoria. Especificamente, se le solicito evitar las fotos de muertos y heridos.
Viajo con un carro, con varios ayudantes, donde se procesaban inmediatamente las
placas humedas.
Cuando volvio a Inglaterra, la guerra habia terminado y el publico perdio interes en el
tema, por lo que la aventura termino en un fracaso comercial.
Sin embargo su produccion de fotos le genero un prestigio y un reconocimiento
considerable. Con una posicion acomodada, se nego a trabajar en retratos y volvio al
paisaje y la fotografia artistica hasta su muerte, con apenas 50 años.

julia margaret cameron


Nació en Garden Reach, Calcuta, como Julia Margaret Pattle, en el seno de una familia
de diez hermanos, de padre (James Peter Pattle) escocés oficial en la Compañía East
Indias y madre (Adeline Marie de l'Etang) descendiente de aristócratas franceses, el 11
de junio de 1815. De 1818 al 1834 estudió en París e Inglaterra. En la India conoce a su
marido, Charles Hay Cameron, excelente jurista y dueño de una gran plantación de té,
café y caucho en Ceilán (hoy Sri Lanka). Veinte años mayor que ella, le proporciona
una vida más que desahogada. Tuvieron seis hijos y otros adoptados.
Así en 1848 se mudan a Inglaterra y en 1860 se establecen en la Isla de Wight con
los Tennysons como vecinos, a los que fotografiará infinidad de veces. En 1863, su hija
Julia y su yerno Charles Norman le regalaron una cámara de fotos (construida en
madera con un objetivo de la marca Jamin), para paliar la soledad por la ausencia de su
marido durante uno de sus viajes, Cameron tiene 48 años de eedad y aquí comienza su
carrera fotográfica. Cameron era una aristócrata ociosa que encaja perfectamente en la
sociedad de la Inglaterra victoriana, y en ese contexto tener de afición la fotografía era
bastante exclusivo. Al año siguiente de su regalo obtiene lo que ella llama "su primer
logro, su primera fotografía". Ese mismo año es elegida miembro de la Sociedad
Fotográfica de Londres y Escocia
Hace un acuerdo con Colnaghi, que se ocupa de imprimir y vender fotografías y registra
sus fotos en el Fine Arts Registres of the Public Record Office, (entre 1854 y 1875).
En 1864expone en Colnaghi's de Londres. En 1866 expone en la Galería Francesa de
Londres y gana la medalla de oro de Berlín. Se compra otra cámara de Placas de 12×15
cm, lente focal de 30 s, trabaja con aperturas abiertas y exposiciones de 3 a 7 minutos.
En 1868 expone en la Galería Alemana de Londres y Charles Darwin la contrata para
que realice sus retratos.
En 1873 muere de parto Julia Norman, su única hija. Al año siguiente empieza a
escribir Annals of my glass house y realiza las fotografías para ilustrar las ediciones
del poetaTennyson del libro Idylls of the king and other poems con 12 fotografías de
Cameron. En 1875 produce la segunda parte del libro de poemas en el mismo formato
que el anterior y se muda a Ceilán. Muere en 1879 en este lugar, tras coger un
enfriamiento del que no pudo reponerse.
Henry, uno de sus hijos, abrió un estudio fotográfico en Londres.

Eadweard Muybridge
La biografía de Muybridge, además de sus intensivas experimentaciones fotográficas de
analizando animales y seres humanos en movimiento, incluye variadas
profesiones, mago, vendedor de libros, fotógrafo de paisajes y finalmente
zoopraxicografísta, nombre con el cual Muybridge describió su proceso y
posterior dispositivo para reproducirlo

Durante la década de 1860 se dedicó a retratar paisajes naturales, viajando por América
Central y luego por las aún vastas regiones inhabitadas de Estados Unidos, luego de sus
viajes vendía como postales las imágenes fotografíadas en las grandes ciudades bajo el
pseudónimo “Helios”

Al regresar de uno de sus viajes, Muybridge descubrió que el hijo de su esposa era fruto
de una infidelidad durante su ausencia, por lo que decidió abandonar a ambos y luego
asesinar al padre de la criatura, lo que le valió en aquel momento, un breve tiempo en
prisión.

A comienzos de la década de 1870 un poderoso hombre de negocios y política de


California, Leland Stanford, le ofreció trabajar para él retratando el galope de sus
caballos de carrera. Luego de desarrollar la tecnología para la captura de
imágenes consecutivas de alta velocidad para retratar a los caballos, Muybridge
prosiguió fotografiando secuencias de movimiento de todas las especies animales del
zoológico de Filadelfia que se encontraba cercano a Palo Alto, donde Stanford tenía sus
terrenos.

Luego continuó fotografiando humanos, de todo tipo y en enorme variedad de acciones.


Sus trabajos fotográficos fueron editados por Stanford bajo los títulos ¨Animal
Locomotion¨y ¨Human Locomotion¨, ambos tuvieron gran repercusión en los ámbitos
científico y tecnológico de la época. Las experiencias fotográficas editadas en sendos
libros le llevaron a Muybridge 20 años de labor.
En el década de 1890 Muybridge recorrió eventos científicos y ferias mostrando sus
imágenes, mediante un dispositivo que él mismo diseñó, el zoopraxiscópio, mediante el
cual podía dar ¨vida¨ a sus secuencias fotográficas.
Noël Lerebours

Noël Lerebours fue un óptico francés que tuvo una influencia notable en el mundo de la
fotografía. Nació en 1807 y murió en 1873.
En 1840 inventó el microscopio de tambor bautizado con su nombre. El aparato fue muy
popular hasta mediados de los años 50. Captaba la luz a través de un espejo y sus objetivos
podían intercambiarse.

En el sector fotográfico fue el pionero en tomar imágenes de viajes. La técnica del


daguerrotipo estaba recién estrenada. Lerebours tuvo la idea de contratar a diversos
fotógrafos que viajaban por el mundo tomando instantáneas.

Estos daguerrotipos eran trasladados a un grabador, que los convertía en litografías. Les
añadía nubes y resaltaba personajes, reflejos y sombras.

Noël Lerebours

Noël Lerebours fue un óptico francés que tuvo una influencia notable en el mundo de la
fotografía. Nació en 1807 y murió en 1873.

En 1840 inventó el microscopio de tambor bautizado con su nombre. El aparato fue muy
popular hasta mediados de los años 50. Captaba la luz a través de un espejo y sus objetivos
podían intercambiarse.

En el sector fotográfico fue el pionero en tomar imágenes de viajes. La técnica del


daguerrotipo estaba recién estrenada. Lerebours tuvo la idea de contratar a diversos
fotógrafos que viajaban por el mundo tomando instantáneas.

Estos daguerrotipos eran trasladados a un grabador, que los convertía en litografías. Les
añadía nubes y resaltaba personajes, reflejos y sombras.

La colección de tomas de los cuatro continentes fue titulada "Excursiones Daguerrianas:


Las ciudades y monumentos más notables del globo".

El álbum estaba formado por 114 grabados y tiene vistas de lugares tan dispares como
Egipto, Grecia, Francia, Italia o Siria. Los daguerrotipos de Lerebours suponían un gran
inconveniente a sus fotógrafos ya que las placas y los equipos eran muy delicados y
pesados.
Con la venta de su colección de paisajes, Noël Lerebours alcanzó la fama y, con ella, la
riqueza. También se dedicó a la enseñanza del método del daguerrotipo a nuevos
compañeros e introdujo en el mercado diversos artículos relacionados con la fotografía.

Al final de su vida había acumulado más de 1200 placas de cobre.

Anaìs Napoleòn, La primera mujer fotógrafa de España.

Anaís Tiffon mejor conocida como Anaìs Napoleòn, nace en Francia en 1827 a sus cortos
20 años conoce a quien seria su compañero de vida y mentor, Antonio Fernàndez Soriano
a quien ella llamaba Fernando por no gustarle su apellido Fernàndez y quien estaba
estudiando, para la época fotografía en Francia.
Fernández le trasmite todos sus conocimientos fotográficos a sus esposa y se mudan a
Barcelona, España donde comienzan a vender sus imágenes frente a la iglesia Santa
Mónica, para subsistir, poco a poco la pareja fue surgiendo hasta poder abrir su primera
sucursales de fotografía en la rambla con el nombre de Fernando y Anaís
aproximadamente en 1853, capital catalana.
Tiempo después en 1865 la pareja logro fundaría una de las mejores escuelas,
comunidades, empresas o como se le quiera llamar de fotografía de España, La
Casa Napoleón, de donde saliron algunos de los mejores fotógrafos españoles de la
época.
Esta empresa trabajo para casa real, haciendo retratos para gente de la realeza y
consiguiendo así un gran reconocimiento en Francia, España y Portugal.
Pero volviendo a la fundadora de esta gran empresa, Anaís Napoleón, destacando que fue
la primera mujer en España que incursiono en la fotografía , también fue una de las
primeras mujeres en hacer daguerrotipos en España, un procedimiento creado en 1839 y
que consistía en formar imágenes sobre una superficie de plata pulida con un espejo, la
imagen se formaba por partículas de aleaciones de mercurio y plata luego era expuesta a
vapores de yodo para volverla fotosensible y así tener una imagen mas nítida. Pero aparte
de esto, Anaís Napoleón también se destaco en la creación de tarjetas y postales
que incluían fotografías
Irving Penn
Hace cien años que llegó al mundo Irving Penn, recordado hoy como uno de los
fotógrafos más influyentes de la historia que consiguió con sus instantáneas de moda y
sus inconfundibles retratos en blanco y negro marcar un antes y un después en la industria
de la imagen.
Su obra quedó marcada por una mezcla de elegancia clásica y minimalismo moderno, y
la claridad de sus composiciones llevó a Penn (1917-2009) a ser uno de los fotógrafos
más reconocidos por los lectores de la revista Vogue, para la que trabajó desde 1943
durante más de 60 años.
El papel de Penn en el mundo de la fotografía, que comenzó a utilizar como un medio
artístico en un momento en el que se consideraba meramente una forma de comunicación,
fue tan destacado que el Museo Metropolitano de Nueva York (MET)le ha querido
rendir homenaje en su centenario con una extensa retrospectiva.
“Celebrado durante más de seis décadas por su influyente trabajo en la
revista Vogue, Penn era por encima de todo un fotógrafo de moda”, afirmó en un
comunicado el MET, el museo más grande de EE.UU., donde actualmente se exponen
una gran variedad de sus obras.
Desde sus instantáneas de letreros de las calles de Nueva York o sus fotografías de moda
y estilo, hasta sus retratos de indígenas de Perú o de algunas de las celebridades más
destacadas del último siglo pueden verse en las galerías del MET.
“Las fotografías de su primera época de alta costura son obras maestras que establecieron
nuevos estándares para la representación fotográfica de mitad de siglo, y siguió
registrando los ciclos de la moda año tras año en exquisitas imágenes”, agregó.
Nacido el 16 de junio de 1917 en la pequeña localidad de Plainfield, en Nueva
Jersey, Penn estudió en la Escuela Museo de Artes Industriales de Filadelfia, donde
conoció al ruso Alexei Brodovitch, que le enseñó arte y diseño moderno.
Tras un periodo como asistente de Brodovitch y dos años pintando cuadros en
México, Penn regresó a Nueva York en 1943, momento en el que fue contratado por el
entonces nuevo director artístico de Vogue, Alexander Liberman.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Penn viajó alrededor del mundo en sus proyectos
para Vogue, momento en el que confirmó su gusto por una fotografía de estudio en el que
poder controlar y minimizar los elementos que formaban parte de sus instantáneas.
Ansel Adams
Ansel Adams, fue un fotógrafo de paisajes norteamericano, nacido en la zona de
California y que cuenta en su haber "logros" como la creación teórica/práctica
del sistema de zonas en fotografía, como por haber conseguido magnificas tomas del
Parque Nacional de Yosemite
Ansel Adams (1902-1984) está considerado el padre de la fotografía en los Estados
Unidos y uno de los más grandes fotógrafos de la historia. En todo el mundo, su
romántica visión del paisaje, su dominio de la luz y su perfección absoluta del revelado
en blanco y negro, han sido celebradas durante casi un siglo.

Sin embargo, empezó a fotografiar en color poco después de que fuese inventada la
película Kodachrome a mediados de 1930. Realizó cerca de 3.500 fotografías en color,
aunque no era del gusto del autor por su escasa maleabilidad frente al negativo
monocromo. Muchos de sus trabajos en color fueron publicados en medios
como Life y Horizon, y estuvieron expuestos en el MoMa.

Una pequeña fracción de sus mejores trabajos fueron publicados por primera vez en la
edición de 1993 de "Ansel Adams en Color". En esta nueva edición revisada y
ampliada se han añadido 20 fotografías inéditas. Las nuevas tecnologías de escaneado
e impresión digitales permiten una representación más fiel de la fotografía en color de
Adams. Es un libro imprescindible para cualquier persona que aprecia la fotografía y el
encanto de la naturaleza.

"Espero ansioso nuevos procesos y nuevos desarrollos. Creo que la imagen electrónica
será el próximo gran avance. Estos sistemas tendrán características estructurales
ineludibles, y tanto los artistas como los técnicos deberán hacer un renovado esfuerzo
para comprenderlos y controlarlos", Ansel Adams.

La Fotografía de Eugene Atget

Jean Eugene August Atget obtiene sus primeras fotografías en 1888 con unos 31
años, después de haber fracasado en otras artes como la interpretación o la pintura. En
vida no pasó desapercibido para quien supo reconocer su verdadero arte, pero no fué
tras su muerte en 1927, cuando su figura empezó a valorarse.

Utilizaba una cámara de fuelle con el objetivo ligeramente desplazado para evitar
que las verticales se vieran deformadas, es decir, algo parecido a la técnica 'Tilt-Shift' de
objetivos descentrables. Esto hace que en muchas fotografías aparezca enengrecida la
parte superior.

Viajaba en autobus o metro con su cámara de 20Kg. por las calles de París y así
recorria todas las distancias para hacer su fotografía. El prefería este equipo, aunque los
había ya mucho más sofisticados, porque nunca le dio demasiada importancia a lo que
hacía. Esta cámara antigua le obligaba a hacer exposiciones largas y preparadas.

Muchas de sus fotografías por encargo de monumentos o escaparates son a primeras


horas de la mañana, para evitar que salieran en ella personas. Se valía de la fotografía
para plasmar material que pudiera ser utilizado para el arte, es decir, para ser pintado. El
nunca se consideró un fotógrafo, y no se valoraba. Su trabajo era un medio para los
pintores, grabadores y escultores, aunque hoy en día, eso sea lo menos importante y alla
pasado a primer plano su fotografía.

Tiene fotografías de varios, tipos. La fotografía de escaparates con los reflejos de los
cristales fue considerada como una introducción hacia el surrealismo fotográfico. Tiene
muchas fotografías de calles y establecimientos de París que nos muestran hoy en día
como era el P arís de los años 30, antes de la guerra.

Sin embargo, no todo era fotografiar para los demás. También se adentró en la
sociedad, en los oficios menores de París. Su fotografía no es crítica, sino simplemente
representativa de lo que hay. Es como entrar en su época, con sus gentes, sus calles...
pero no en sus más famosos monumentos o símbolos de la ciudad, sino en lo que el
parisino veía que era París.

Gaspard-Félix Tournachon

Hablar de Gaspard-Félix Tournachon, o Nadar para la historia de la fotografía, es


retroceder en el tiempo para viajar a París a mediados y finales del siglo XIX. Vamos a
imaginarnos paseando por las grandes avenidas de la ciudad mientras nos acercamos al
boulevard des Capucines, allí donde este fotógrafo lionés tenía su estudio, lugar de
peregrinaje de artistas que hoy nos sirve como punto de partida.

Nadar nació en Lyon en 1820 donde estudió medicina, para posteriormente trasladarse a
la capital francesa donde comenzó a ganarse la vida como periodista y caricaturista,
hasta que se interesó por la fotografía como complemento para utilizar los retratos como
bocetos de sus posteriores caricaturas.
Si de algo presumían sus retratos era de carecer de retoques y elementos supérfluos (en
contraposición a la corriente pictorialista). Así sus retratados aparecían delante de un
fondo neutro, centrando la atención del espectador en los gestos del sujeto representado.
Lo importante era jugar con la luz y adentrarse en la psicología del personaje.

Fotografiar es pintar con la luz.


Su mente pionera le llevó a ingeniar lo que denominó "foto-interviú", consistente en
tomar 21 fotografías al entrevistado (concretamente al científico Eugène Chevreul)
mientras respondía a sus preguntas, consiguiendo con ello un despliegue de gestos que
de algún modo impregnaban la personalidad del personaje.

La teoría fotográfica se aprende en una hora, las primeras nociones de práctica en un


día. Lo que no se aprende es la inteligencia moral de lo que se va a fotografiar.
Dejando a un lado los retratos, otras fotografías importantes para la historia fueron las
que hizo desde un globo aerostático en lo que vinieron a ser las primeras imágenes
aéreas. También plasmó las canalizaciones y catacumbas de París
utilizando iluminación de magnesio e incluso fundó la revista "Paris Photograph".

Todo un innovador en la fotografía, reconocido en vida e importantísimo fotógrafo


para la historia. Os dejo con el vídeo de cabecera y os invito a bucear por la Red en
busca de retratos y demás imágenes que dejó para la posteridad. Nadar, uno de los
grandes.

Diane Arbus

Diane Arbus empezó a tomar fotografías a comienzos de los años 40, y continuó
haciéndolo de manera esporádica durante más de una década. En ese período estaba
abocada a su carrera dentro del mundo de la fotografía de moda, ella como directora de
arte y su marido, Allan Arbus, como fotógrafo. En 1956, Arbus abandonó la sociedad
comercial y se dedicó por completo a desarrollar su obra personal. Dos fotógrafos
europeos fueron sus mayores referentes en esos años: Lisette Model, con quien estudió
por varios meses y fue su mentora espiritual, y August Sander, el retratista tipológico
alemán.

La ciudad de Nueva York, el espacio urbano en el que Arbus comenzó a aventurarse


para sacar sus fotografías, era un ámbito en el que ya habían incursionado muchos otros
fotógrafos, desde Paul Strand y Walker Evans hasta Garry Winogrand y Lee
Friedlander. Cada uno de ellos tuvo un modo característico de trabajar, pero Arbus se
destacó particularmente porque buscó conectarse directamente con los sujetos de su
fotografía y no pasar inadvertida.

Para el curador Jeff Rosenheim: “Todos estos fotógrafos desarrollaron estrategias para
mantenerse apartados y desligados de las personas a quienes retrataban, convencidos
de que, en tanto documentalistas, la legitimidad de su registro dependía de que ellos
mismos jugasen un papel menor o ninguno en absoluto. Por contraposición, Arbus
buscaba la conmoción de un encuentro personal directo: ‘Para mí, el sujeto de la foto
es siempre más importante que la foto. Y más complejo’, escribió”.

Antes de tomar sus fotografías, Arbus realizaba un exhaustivo trabajo de investigación,


ya que buena parte de los temas y personas que le interesaban no se encontraban
espontáneamente en la calle. Su método de trabajo era, en muchos sentidos, similar al
de un antropólogo urbano. En sus cuadernos de notas registraba todo el material que iba
recogiendo de libros, periódicos y guías telefónicas, junto con ideas propias y
conversaciones con sus amigos. Muchas veces, sus anotaciones eran listas de posibles
temas o sujetos a fotografiar.

“Desde el comienzo –explica Rosenheim–, Arbus consideró la calle como un lugar


lleno de secretos que esperaban ser desentrañados. Incluso en sus primeros estudios de
transeúntes, sus retratados parecen mágicamente liberados –aunque fuese una
liberación solo pasajera– del flujo y el tumulto que los rodea. Algunas veces este
aislamiento es efecto del foco selectivo; otras se debe a la paciencia o la persistencia
del fotógrafo; a veces es mera casualidad. Sin importar su origen, el resultado es un
singular aire de introspección. Como reacción a Arbus y su cámara, sus sujetos se
muestran como si estuvieran solos frente a un breve atisbo de sí mismos en una vidriera
o un espejo. El intercambio que sucede a ambos lados de la cámara –de ver y ser visto–
plantea preguntas existenciales al retratado, preguntas que, por último, se transmiten
también al espectador”.

Durante este primer periodo, Arbus utilizó una variedad de cámaras de 35 mm, réflex o
de visor directo (propias o prestadas), incluyendo una Contax D, una Nikon S3, y una
Nikon F. En 1962 compró una Wide-Angle Rolleiflex, cámara de formato cuadrado de
2 ¼ pulgadas, de objetivos gemelos (binocular), que explica también el cambio que se
da en su obra.

Richard Avedon
Biografía:
Richard Avedon nació el 15 de mayo de 1923 en New York City. Inspirado por las
empresas de ropa de sus padres, cuando era niño Avedon tomó un gran interés en la
moda, sobre todo disfrutando de fotografiar la ropa en la tienda de su padre.

Avedon asistió a DeWitt Clinton High School en Nueva York, donde uno de sus
compañeros de clase y amigos más cercanos fue el gran escritor James Baldwin.
Además de su continuo interés en la moda y la fotografía, en la escuela secundaria
Avedon también desarrolló una afinidad por la poesía.
Después de graduarse en el verano, Avedon se matriculó en Columbia Universidad para
estudiar filosofía y poesía. Sin embargo, él se retiró después de sólo un año para servir
en la Marina Mercante de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.
Como segundo piloto de clase un fotógrafo, su deber principal era tomar retratos de
identificación de los marineros. Avedon sirvió en la Marina Mercante durante dos años,
de 1942 a 1944.
Cuando salió de la Marina Mercante en 1944, Avedon asistió a la New School for
Social Research de Nueva York para estudiar fotografía con Alexey Brodovitch, el
aclamado director de arte de Harper ‘s Bazaar. Avedon y Brodovitch formaron un
estrecho vínculo, y dentro un año después Avedon fue contratado como fotógrafo para
la revista. Después de varios años fotografiando la vida cotidiana en Nueva York,
Avedon fue asignado para cubrir las colecciones primavera y el otoño de moda
en París. A lo largo de la década de 1940 y principios de 1950 creó elegantes
fotografías en blanco y negro mostrando las últimas tendencias en la vida real los
ajustes tales como cafés pintorescos de París, cabarets y tranvías.
Avedon fue un fotógrafo de plantilla para Harper ‘s Bazaar durante 20 años, de 1945 a
1965. Además de su fotografía de moda, fue también conocido por sus retratos. Sus
retratos en blanco y negro eran notables por la captura de la humanidad esencial y la
vulnerabilidad que acecha en estos más grande que la vida de figuras como el
presidente Dwight D. Eisenhower, Marilyn Monroe, Bob Dylan y The Beatles.
Durante la década de 1960, Avedon también se expandió a una fotografía más
explícitamente política. Hizo retratos de líderes de derechos civiles como el Dr. Martin
Luther King Jr., Malcolm X y Julian Bond, así como los segregacionistas como el
gobernador de Alabama, George Wallace, y la gente común que participan en las
manifestaciones. En 1969, se lanzó una serie de retratos de la Guerra de Vietnam que se
incluyen los Siete de Chicago, los soldados americanos y vietnamitas víctimas del
napalm.
Avedon dejó bazar de Harper en 1965, y entre 1966 y 1990 trabajó como fotógrafo para
la revista Vogue.
En 1959 publicó un libro de fotografías, observaciones, con el comentario de Truman
Capote, y en 1964 publicó Nothing Personal, otra colección de fotografías, con un
ensayo de su viejo amigo James Baldwin.
En 1974 Avedon las fotografías de su padre enfermo terminal se presentaron en el
Museo de Arte Moderno, y el próximo año una selección de sus retratos se expuso en la
Galería Marlborough. En 1977, una colección retrospectiva de sus fotografías, «Richard
Avedon: Photographs 1947-1977», fue exhibida en el Museo Metropolitano de Arte.

En 1992, Avedon se convirtió en el fotógrafo personal por primera vez en la historia de


The New Yorker. «He fotografiado casi todos en el mundo», dijo en ese momento.
«Pero lo que espero hacer es fotografiar personas de logro, no famosos, y ayudar a
definir la diferencia una vez más.» Su último proyecto para The New Yorker, que quedó
inacabado, fue un portafolio titulado «Democracia», que incluía retratos de líderes
políticos tales como Karl Rove y John Kerry, así como ciudadanos de a pie que
participan en el activismo político y social.

Richard Avedon falleció el 1 de octubre de 2004, mientras trabajaba para The New
Yorker, en San Antonio, Texas. Tenía 81 años de edad.

Henri Cartier-Bresson
Henri Cartier-Bresson, nacido el 22 de agosto de 1908 cerca de París y fallecido el 3 de
agosto de 2004 en los Alpes de Alta Provenza, es reconocido como uno de los mayores
fotógrafos del siglo XX.

La prensa empezó a utilizar sus fotografías, de ahí que se ganase el estatus de


fotoperiodista. Le gustaba realizar reportajes callejeros fotografiando cada instante, sin
trabajar en el montaje de cada escena.

Fue el creador del concepto del “instante decisivo”, una de las ideas que más ha
impregnado al mundo de la fotografía. Para Henri presionar el obturador en el momento
preciso implicaba alinear ojo, mente y corazón.
Robert Frank
Iniciador del llamado Neo-documentalismo Fotográfico, Robert Frank es un hacedor de
la imagen que incorpora en la forma de narrar lo que observa un poco de rebeldía y un
mucho de sensibilidad creadora; por lo que su obra, a pesar de lo cotidiana, no ha
quedado constreñida a lo meramente referencial, ya que los confines del documento son
demasiado estrechos y su mirada propone una opinión, una crítica y una estética que
acechan constantemente a la esperarse de colarse en el encuadre, aún cuando la
pretensión sea meramente referencial.

Así pues, Robert Frank se manifiesta en una corriente nueva en el ámbito de la


fotografía documental, en donde el reportaje pasa a un segundo término y las opiniones,
críticas y visiones estético-artísticas acaban imponiéndose. Es como si las hard
news dieran paso a las soft news: ya no es tan importante el hecho duro sino sus
implicaciones.
Antes de Robert Frank el documentalismo podía tener tintes propagándisticos, como
ocurrió con el registro fotográfico después de la Gran Depresión emprendido por los
fotógrafos que trabajaron para la Farm Security Administration.
Robert Frank capturó «el mundo como es», un tipo de documental donde el fotógrafo
elige deliberadamente capturar aquellos aspectos de la realidad menos dulces, menos
poéticos.

En el trabajo de Robert Frank prevalece el fondo sobre la forma por una nariz de
caballo, como decía Gilles Peress.1bis La impronta personal tiende a imponerse sobre lo
documental2, actitud que impregnaría todo su trabajo y que se hace manifiesta en su
obra cumbre Les Américains, en donde el fotógrafo presenta a los estadounidenses
desde una óptica propia, personal, subjetiva y libre. En muchos sentidos, Frank es
el Zeitgeist (el espíritu del tiempo) de la década de 1950 cuando se asiste «…al
surgimiento de una especie de estilo documental personalizado, caracterizado por la
utilización de la cámara de pequeño formato —permite integrar mejor al fotógrafo en la
escena—, efectos de cortes bruscos en el encuadre, una puesta a punto selectiva, la
práctica del flou, el grano grueso —signos todos ellos de improvisación, o de trabajo a
toda prisa—, la predilección por atmósferas y copias oscuras.»3
Walker Evans
En París obtuvo una importante influencia del modernismo y las vanguardias.

Regresó a Estados Unidos e hizo una primera escala en Nueva York donde la fotografía
cobró un papel protagónico en su vida. Sus primeras imágenes guardan un aire
modernista con agudos picados y contrapicados similares a los de Laszló Moholy-Nagy
y Alexander Rodchenko; también aparecen en sus fotografías los patrones geométricos
y la limpieza de la Bauhaus. Esta influencia se puede “oler” en su obra posterior, pero
Evans cambiaría radicalmente de estilo.
Armado con cámara de gran formato, Evans inició la búsqueda directa y frontal de los
elementos que conformaban lo americano en América.

Con estas vistas arquitectónicas e interiores derruidos inicia la exploración de Evans por
la cultura americana.
Sus viajes por los estados del sur no se limitaron a la arquitectura victoriana. Para
Walker existirían constantes que se repetirían a lo largo de su carrera como un gran
interés por los signos (señales de tránsito, flechas, entre otras) así como el texto escrito.

Su pasión por la literatura lo llevó a ser un importante precursor de la inserción de


marcas textuales (signos como letras o números) dentro del cuadro fotográfico. En sus
imágenes hay un texto propiamente fotográfico con un discurso propio y una narrativa
peculiar. Este texto fotográfico se combina con el signo escrito. Evans otorga relevancia
a la palabra y algunos de sus libros no son exclusivamente fotográficos, sino ensayos
ilustrados, como ocurre en Let Us Now Prise Famous Men donde existe un auténtico
coloquio entre estas los textos literarios de James Agee y los icónicos de Walker Evans.
Evans busca en su fotografía documental una transparencia del fotógrafo que se
mantenga en un segundo plano. Son fotografías que parecen anónimas, pero con una
clara intención autoral que resulta tan compleja como intolerable para Roy Stryker. Si
Walker Evans era el más talentoso de los fotógrafos de la FSA, también era el más
rebelde, demandante, difícil, poco comunicativo y hasta extravagante. Evans envía a
Washington lo que quiere y cuando quiere.
Otra parte importante del discurso de Walker Evans se encuentra en procurar capturar a
las personas en una absoluta desconexión sujeto/fotógrafo. Mientras que en el retrato
suele buscarse exactamente lo contrario, una relación íntima con la cámara por testigo,
en este proyecto Evans busca el distanciamiento total.

Lee Friedlander https://oscarenfotos.com/2015/01/03/lee-friedlander-y-su-paisaje-


social/#_edn18 / https://jotabarros.com/mejora-fotografia-calle-street-photography-lee-
friedlander/
Desde muy joven, Lee Friedlander, se había convertido en un trotamundos que había
recorrido en auto materialmente todo su natal Estados Unidos. Pero cuando tuvieron que
reemplazarle quirúrgicamente ambas rodillas debido a la osteoartritis en 1994 y 1995 se
enfrentó a la peor tortura imaginable para un fotógrafo como él: quedarse atado en casa.
lo que Lee realmente disfrutaba era salir y hacer fotos de aquello que atrapaba su
atención: pantallas de televisión en hoteles, autorretratos, maniquíes en aparadores,
monumentos, árboles, parques… con este trabajo personal, Lee Friedlander empezaba a
construir un corpus temático y una gramática propia que le garantizarían un lugar entre
los fotógrafos destacados de la historia.
Y precisamente ese es uno de los aportes fundamentales de Lee Friedlander: da la
espalda a los criterios de valoración fotográfica propios de las vanguardias y post-
vanguardias modernistas para iniciar una etapa auténticamente post-moderna.

Friedlander se alejó del resto de sus contemporáneos al buscar sus propias estrategias
temáticas y compositivas, que implican un dialecto distinto dentro del lenguaje
fotográfico.

Normalmente se espera que en una fotografía de producto sea el objeto a promover el


centro de atención: se ha de eliminar cualquier elemento distractor. Por otro lado, en
esta clase de fotografía prima el carácter aspiracional: se coloca al producto en un
entorno que provoque la proyección del espectador, es decir, que el observador quiera
estar ahí. Suelen ser imágenes impecables en ambientes idealizados donde querría verse
a sí mismo el comprador potencial.
Así como el rabatment es una de las estrategias compositivas de Lee, vale la pena
tomar nota de estas dos maniobras (colocar al sujeto principal en segundo término y
explicar el contexto banal), van conformando el vocabulario particular en la gramática
fotográfica de Friedlander.
Cuando Friedlander se acerca a este paisaje social nos lleva a un concepto que implica
mucho más que observación: invita a la contemplación.
“La obra de Friedlander se ha interpretado a la luz del concepto de «paisaje social», no
se refiere a su arte de ser un arte de la fotografía de paisaje, sino a la interacción entre
los seres humanos y su medio ambiente. Él encuentra sus temas principalmente en
espacios públicos como las calles de ciudades, aeropuertos y parques, y también ha
fotografiado la naturaleza, marcada por la humanidad. Sus temas preferidos son los más
cotidiano. Friedlander rehuye la sensacional y el efectismo. Curiosamente este fotógrafo
crea un paisaje social desprovisto de personas en la escena.
Willian Eggleston
En sus primeras etapas, Eggleston hacía fotografía en blanco y negro. En aquella época
los fotógrafos serios como Ansel Adams o Edward Weston trabajaban en
monocromático

Por otra parte, y al igual que el resto de los fotógrafos de su generación, fue
profundamente influido por Robert Frank. William también hacía eco a Walker
Evans lo cual puede notarse en la fascinación de Eggleston por los textos
La doctrina expresada por Cartier-Bresson sintetizada en su famoso Instante Decisivo se
convirtió en el credo de Eggleston.
Trabajó las zonas cercanas a Memphis realizando fotografías en color de sujetos
comunes y corrientes. A finales de la década de 1960 y principios de 1970 el reportaje
era el formato fotográfico documental dominante.

Eggleston eligió hacer fotografías de cuanto le rodeaba pero sin una intención registral,
sino abiertamente artística. Sus fotografía son minuciosas, muchas de ellas realizadas
“…desde ángulos extraños. Imagen tras imagen capturaba un Estados Unidos sureño,
rural, donde convergían la comida rápida, el plástico y el neón.

Eggleston no se interesa en los aspectos documentales de sus fotografías, tratan


simplemente sobre “La vida hoy. Eggleston logra penetrar en la superficie del mundo.
Sus imágenes pueden parecer retratar la rutina vulgar, incluso despreciable. Pero es con
el paso de los años cuando recuperamos la importancia de los hechos y espacios
cotidianos.
Sebastião Ribeiro Salgado
Uno de los ingredientes que dotan a las fotografías, siempre en blanco y negro, del
brasileño con el esplendor que las caracteriza es la dilación con la que opera. Salgado no
es un fotógrafo de “pisa y corre” que hace imágenes desde un helicóptero y pasa a la
próxima locación. Labora con sosiego. Sus series suelen tomarle unos siete años de
producción en decenas de países. Él mismo refiere sobre su ritmo de trabajo:
Los temas de este fotógrafo suelen poner en conflicto a ciertos observadores.

“A veces la gente no acaba de entender por qué he trabajado tanto sobre la hambruna en
África y sobre la pobreza en América Latina, pero era lo que tenía en mente. Era mi
vida. No me imponía en sus vidas, sino que era lo que yo estaba viviendo.”

Lo que resulta innegable es que Salgado se involucra con las comunidades y personas
que retrata. Además, es un hombre que ha puesto pie en sitios que la mayoría de las
personas evitarían a toda costa.
Steve Mccurry
Steve McCurry, conocido mundialmente como uno de los mejores “creadores de
imágenes” actuales, es especialmente famoso por sus evocadoras fotografías en color.
Ha sabido capturar la esencia de la lucha y la alegría humanas.

Steve McCurry nació en Filadelfia y se graduó cum laude en la Universidad Estatal de


las Artes y Arquitectura de Pensilvania. Tras trabajar durante dos años en un periódico,
se fue a India como fotógrafo freelance. Ahí aprendió a observar y esperar. Según sus
propias palabras, “si eres paciente, la gente olvida tu cámara y deja aflorar su alma”.

Su carrera alcanzó un punto decisivo cuando, vestido con ropas tradicionales, cruzó la
frontera pakistaní y entró en territorio afgano controlado por los rebeldes, justo antes de
la invasión soviética. Cuando salió, tenía rollos de película cosidos a su ropa con
imágenes que darían la vuelta al mundo como las primeras que mostraron el conflicto.
Este trabajo le hizo ganar la medalla de oro de Robert Capa al mejor reportaje
fotográfico del extranjero, premio dedicado a los fotógrafos que muestran un valor e
iniciativa excepcionales.

McCurry ha recibido numerosos premios, incluido el de Fotógrafo del Año, otorgado


por la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa. Ese mismo año ganó cuatro
primeros premios en el certamen World Press Photo. También ha obtenido dos veces el
premio Olivier Rebbot.

McCurry ha fotografiado numerosos conflictos civiles e internacionales: Beirut,


Camboya, Filipinas, la Guerra del Golfo, la antigua Yugoslavia, Afganistán y el Tíbet.
No plasma únicamente las consecuencias de las guerras sobre los paisajes y el terreno,
sino que se centra en las consecuencias que se perciben en los rostros humanos.
La obra de McCurry ha sido recogida en las revistas más importantes del mundo y con
frecuencia aparece en National Geographic, que ha publicado artículos recientes sobre
el Tíbet, Afganistán, Iraq, Yemen y los Templos de Angkor Wat, en Camboya.

McCurry encontró a la niña afgana que fotografió en un campo de refugiados años


atrás, lo que supuso un importante hito en su carrera.La foto de la niña afgana es
una de las fotografías más famosas del mundo.

McCurry ha publicado varios libros, como The Imperial


Way (1985), Monsoon(1988), Portraits (1999), South
Southeast (2000), Sanctuary (2002), The Path to Buddha: A Tibetan
Pilgrimage (2003), Steve McCurry (2005) y Looking East(2006).

www.stevemccurry.com/main.php

Kevin Carter
Kevin Carter nació en Sudáfrica en 1960 y formó parte del Bang-Bang Club junto a
João Silva, Greg Marinovich y Ken Oosterbroek, un cuarteto de fotoreporteros de
conflictos que se jugaban la vida cada día tras una cámara, mientras mostraban al
mundo las salvajadas acontecidas en el camino entre el Apartheid y la democracia
sudafricana.
Como todo el mundo imaginará, el trabajo de Carter era lo más parecido a salir de paseo
cada día por los senderos del infierno, fotografiando continuamente ejecuciones,
matanzas y enfrentamientos en la calle, en una batalla donde se luchaba por acabar de
una vez por todas con la segregación racial en el país.
Todo ello le dejó unas secuelas importantes, lo que unido a una personalidad depresiva,
una vida desordenada y la presión sobre él a raíz de la famosa foto, le hicieron
abandonar la fotografía de conflicto al poco tiempo de recibir el Pulitzer.
Carter retomó su vida dedicándose a la fotografía de naturaleza, aunque por
poco tiempo. Los problemas familiares y económicos le acuciaban y un duro
golpe estaba por llegar. Ken Oosterbroek, compañero del Bang Bang Club y
su mejor amigo, perdía la vida mientras cubría un tiroteo en Johannesburgo.
Una nota de suicidio encontrada junto a él, da algunas pistas de las razonas
que le llevaron tomar esa decisión, aunque leyendo lo escrito anteriormente es
fácil imaginar que todo formó un cóctel explosivo y la muerte de su
amigo Oosterbroek fue solo el detonante
Dorothea Lange

Dorothea Lange (25 de mayo de 1895, Hoboken, EE. UU. - 11 de octubre de 1965, San
Francisco, EE. UU.) fue una de las grandes fotoperiodistas de la historia. Conocida,
principalmente, por su trabajo sobre la Gran Depresión para las oficinas
gubernamentales de Seguridad Agraria en Estados Unidos, son estas fotografías las
muestran en toda su crudeza las consecuencias devastadoras de la crisis alejándose de los
perversos lujos de Wall Street.

Sus fotografías comparten su mirada digna y limpia, pero ganan en humanidad, son más
cercanas, ella fue más cercana que Evans, algo que distingue clarísimamente sus estilos.
Sin embargo, aunque pudiésemos estar pensando que sus imágenes caen en la sensiblería,
nada más lejos de la realidad. Son imágenes nacidas de una tremenda conciencia social,
nacidas de su propia superación.

También es bastante conocido, ahora, su trabajo sobre los campos de internamiento de


ciudadanos norteamericanos de origen japonés, realizado en la década posterior de los
años 40, durante el periodo de la segunda Guerra Mundial, y que, en su momento, fue
censurado por la Autoridad de Reubicación de la Guerra. Un trabajo que pone al
descubierto las miserias y paranoias conspirativas de las élites del poder de su país

Robert Doisneau

Robert Doisneau (1912-1994), auténtico padre de la fotografía humanista, es uno de los


fotógrafos franceses más conocidos en el panorama internacional.

Robert Doisneau junto con Henri Cartier-Bresson se convierten en los fotógrafos más
importantes de la postguerra francesa. Doisneau supo imprimir en sus imágenes un tono
irónico, mezcla de chiste y melancolía que no te deja indiferente cuando contemplas sus
fotografías callejeras.

Un elemento clave a destacar en sus fotografías es el elemento humano y urbanita. Ambos


conceptos se entremezclan por igual. Las personas llenan la imagen, cautivan por su
centralidad, aunque es el entorno el que acaba encuadrándolas, reclamando la atención
sobre ellas.

MAN RAY
Nacido en Filadelfia (1890), Emmanuel Radnitzky se empapó de las corrientes de
vanguardia gracias a una vida que transcurrió principalmente en París, donde
concluyó la que podría considerarse su primera etapa productiva, más anclada en lo
puramente artístico y conceptual. En realidad, su legado trasciende las catalogaciones,
ya que caben pinturas, películas, escultura… y por supuesto, la fotografía.
En 1917, Marcel Duchamp subvirtió las reglas del arte en medio de una
exposición de la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York. Allí
colocó un urinario normal y corriente, como el que podría haber en cualquier
bar, con un claro mensaje: "Arte es lo que el artista dice que es arte", dando
así un puñetazo contra la estética elitista de su tiempo. Man Ray, amigo de
este, también fue un fiel representante de una filosofía que, por ejemplo, era
capaz de convertir una barra de pan rancio con pintura azul en una preciada
joya museística.
Pero Emmanuel Radnitzky (1890 – 1976), nombre real de Man Ray, no estuvo
tan centrado en la escultura como su compañero Duchamp. Y no porque no la
practicara, como se puede comprobar en sus múltiples trabajos, sino porque su
pasión artística se volcó con dos disciplinas: la pintura y, especialmente, la
fotografía.

Cuando se rebeló contra su propia cámara


Man Ray es recordado por obras maestras como El violín de Ingres, que no se
encuentra en esta exposición, pero también por inventar técnicas rupturistas y
fuera de toda lógica. Por ejemplo, una que consistía en tomar fotos sin cámara,
directamente sobre el papel fotosensible a la luz. Como se puede leer en la
exhibición, el propio autor lo explicó: "Me rebelé contra mi cámara
fotográfica y la tiré. Tomé cuanto me caía en la mano: la llave de la habitación
del hotel, un pañuelo, lápices, una brocha, un pedazo de cuerda".
Tras eso, los colocaba sobre el papel y los exponía a la luz unos segundos,
algo que, según el autor, le hacía sentirse "muy excitado y le divertía
muchísimo". "Aprovechar el azar de ese proceso de laboratorio en el que los
objetos se impregnan directamente del papel fotosensible y crean su propio
fantasma. Es esa nocturnidad que también quieren los surrealistas", indica
Parcerisas.
Pero los rayogramas no fueron los únicos. También, como incansable que era
de la experimentación, se topó con otra peculiaridad que llamó "solarización".
"Es otro azar cocreado con Lee Miller que consigue remarcar los contornos y
que las zonas blancas sean más blancas y las negras más negras. Con lo cual,
es otra forma de quemar la imagen, de darle otro tipo de exposición que da
finalmente ese contraste", aprecia la comisaria sobre un tipo de fotografía
contorneada por una aureola que, además, conseguía resaltar el cuerpo y el
rostro de los sujetos.
Actualmente podría asemejarse, aún con las abismales diferencias del proceso,
al filtro belleza de algunos smartphones. Por ello, capturas como Anatomies,
en la que se puede ver un cuello estirado con connotaciones fálicas, se han
llegado a convertir en portadas de grupos de música actuales como Cigarettes
After Sex.
Su nombre figura en todos los manuales de la disciplina, y por eso tener a uno
de los grandes en Madrid siempre supone un momento mágico. No obstante,
he de decir que esta muestra escapa a lo ortodoxo si por tal tenemos la típica
exposición de imágenes icónicas de otros colegas a la que estamos
acostumbrados. Es verdad que Fundación Canal suele arriesgar un poco más
que el resto en sus montajes, y por eso hay que concederle el beneplácito de
poner ante el espectador una representación más filosófica que efectiva.
Las expectativas jugaron en contra aquí. Atendimos más bien poco al título con
el que se presenta, esos objetos de ensueño que uno no sabe cómo encajar al
cruzar la puerta. Pero luego todo cuadra. Es un error acudir pensando
únicamente en clave fotográfica. Y es que, además de ver, hay que entender el
conjunto, captar la esencia de una forma de hacer que ora queda plasmado en
un papel fotosensible, ora en una lámpara de perchas o incluso en un tablero
de ajedrez.
amiento de las exposiciones, pero aquí adquiere una mayor importancia por el
contexto. Así, podemos entender mejor esa extraña mezcolanza que se da en
la parte más apegada al título, en la que se combinan esos objetos fabricados
con la finalidad de ser otra cosa de lo que parecen con fotografías de los
“objetos imposibles” que obligan a la tarea que decíamos antes, la de la mirada
y la lectura posterior, más reposada y que nos pueden acercar un poco a lo que
vemos de Chema Madoz, por ejemplo.
“Pinto lo que no puede ser fotografiado, y fotografío las cosas que no quiero
pintar, cosas que ya existen”, se lee en las paredes, como una especie de
¿autojustificación? de su obra.

Helmut Newton https://www.trendencias.com/fotografos-de-moda/los-mejores-


fotografos-de-moda-helmut-newton-la-naturalidad-del-sexo

Helmut Newton comenzó en la fotografía siendo un niño, por


entonces Helmut Neustädter. A sus 12 años compró su
primera cámara gracia a sus ahorros. Cuatro años más tarde su
cámara AGFA Tengor Box y él se convertirían en los aprendices
de la fotógrafa Yva, de quien aprendería el dominio del retrato
y de los desnudos en blanco y negro.
Originalmente de apellido Neustädter, Newton nació en 1920. Sietemesino y de
una familia judía afincada en Berlín, huyó por poco de la vorágine nazi. Anduvo
de Singapur a Melbourne; de Europa a Estados Unidos.

Ejerció de fotógrafo desde sus inicios, y encadenó rápidamente su carrera a


diferentes ediciones de Vogue. Y entre más pasaba el tiempo, más imágenes
icónicas producía. En la década de los noventa realizó una famosa foto de una
adolescente Cindy Crawford en traje de baño.
Los críticos notaron, con cada fotografía de Newton, que había un patrón:
mujeres desnudas, en poses francamente sexuales, mostrando el busto. Se le
acusó a cosificar a la mujer y de sexista, pero también hubo quien lo interpretó
como un artista que reivindicó a la mujer como un ser humano más seguro de su
cuerpo y de su sexualidad. Como una mujer poderosa que podía vestir con ropa
de hombre, pero no perdía su feminidad. Y es que el boom de su obra coincidió
con la revolución sexual de los sesenta y, además, con una época en que los
cánones empezaban a cambiar, incluso en la técnica fotográfica: “Siempre he
evitado la fotografía de estudio. Una mujer no se pasa la vida sentada o posando
delante de un foco blanco”, confesaba Newton al respecto.

Helmut Newton murió el 23 de enero de 2004. Le dio un ataque cardíaco y, como


consecuencia, estrelló su coche. Su legado, sin embargo, sigue presente y marcó
escuela por muchos fotógrafos posteriores. Sus obras, además, quedarán para la
memoria colectiva que busca preservarlas. Pues Newton, a pesar de los pesares,
será recordado como el artista que marcó un antes y un después en la historia de
la fotografía.

Pierre Edouard Leopold Verger


Pierre Verger fue un fotógrafo, etnólogo, antropólogo e investigador francés (nacido en
París el 4 de noviembre de 1902 y fallecido el 11 de febrero de 1996 en Salvador de
Bahía, Brasil, ciudad en la que vivió gran parte de su vida) que elaboró una obra
fotográfica de gran importancia, basada en la vida cotidiana y en la cultura popular en los
cinco continentes. Además, escribió varios textos de referencia sobre la cultura afro-
bahiana y la Diáspora, centrando su trabajo de investigador en el estudio de los aspectos
religiosos del candomblé, asunto que se llegó a ser su principal foco de interés.

Pierre Edouard Léopold Verger nació en París y, hasta los 30 años tuvo una vida normal
para una persona de buenas condiciones financieras, aunque no estaba de acuerdo con
los valores compartidos por la gente de su clase social. El año 1932 fue decisivo en su
vida, pues aprendió un oficio -la fotografía- y descubrió una de sus pasiones: los viajes.
Tras desarrollar las técnicas básicas de la fotografía con su amigo Pierre Boucher, logró
comprar su primera cámara Rolleiflex y, después de la muerte de su madre, no dudó en
convertirse en un viajero solitario. Su madre era su único pariente vivo y él nunca quiso
hacerle daño con una vida errante e inconformista.

París se convirtió en su base, un lugar donde se reencontraba con los amigos -surrealistas
vinculados a Prévert y antropólogos del Museo Trocadero - y hacía contactos para nuevos
viajes. Trabajó para las mejores publicaciones de la época, pero como nunca anheló la
fama, siempre estuvo de partida.

Las cosas empezaron a cambiar el día en que llegó a Bahía, Brasil. En 1946, mientras
Europa experimentaba la post-guerra, en Salvador de Bahía todo estaba tranquilo. Pronto
fue seducido por la hospitalidad y la riqueza cultural que encontró en la ciudad brasileña y
decidió quedarse. Como lo hizo en todos los lugares donde había estado, prefirió la
compañía de la gente común del pueblo y los lugares más sencillos. Los negros
monopolizaban la ciudad y también la atención de Verger. Además de personajes de sus
fotos, los negros rápidamente se convirtieron en sus amigos, cuyas vidas trató de conocer
en detalle. Cuando descubrió el Candomblé, creyó que había encontrado la fuente de la
vitalidad del pueblo de Bahía y se convirtió en un estudioso de la adoración de
los Orishas (las deidades del Candomblé). Este interés por la religión de origen africano le
valió una beca para estudiar sus rituales en áfrica, continente para donde fue en 1948.

Fue en África que experimentó su renacimiento y recibió un nuevo nombre en


1953: Fatumbi, "nacido de nuevo gracias a Ifá". La intimidad con la religión, que había
comenzado en Bahía, le facilitó el contacto con sacerdotes y autoridades y, finalmente, fue
iniciado como babalawo, para poder hacer adivinaciones a través del juego de ifá y tener
acceso a las tradiciones orales de los yoruba.

Además de la iniciación religiosa, en este momento Verger comenzó un nuevo oficio de


investigador. El Instituto Francés de la África Negra (IFAN) no se quedó satisfecho con los
dos mil negativos que presentó como resultado de su investigación fotográfica y le pidió
que escribiera sobre lo que había visto. A regañadientes Verger cumplió lo solicitado y,
después, el universo de la investigación le encantó y no paró nunca más en sus estudios.

Verger nunca dejó de ser un nómada aunque encontrara su camino. La historia, las
costumbres y sobre todo la religión practicada por el pueblo yoruba y sus descendientes
en áfrica Occidental y en Bahía se convirtieron en los temas centrales de su investigación
y de su obra. Vivió como un mensajero entre estos dos lugares al llevar informaciones,
mensajes, objetos y regalos entre los dos mundos. Como colaborador y profesor visitante
en varias universidades, logró reunir sus investigaciones en artículos, comunicaciones y
libros. En 1960 compró una casa en el barrio de Vila América en Salvador de Bahía. Al
final de los años 70 dejó de fotografiar e hizo sus últimos viajes de investigación a áfrica.

En sus últimos años de vida, la principal preocupación de Verger fue divulgar su


investigación a la mayor cantidad de gente posible y asegurar la supervivencia de su
acervo. En los años 80, la Editora Corrupio se hizo cargo de las primeras publicaciones en
Brasil. En 1988, él creó la Fundación Pierre Verger (FPV), de la cual fue el donante, el
mantenedor y el presidente. Así transformó su casa en un centro de investigación
Robert Capa https://hebearte.wordpress.com/2014/04/25/robert-capa-el-fotoperiodista-
iconico-de-la-guerra/

Endre Friedmann nació en Budapest el 22 de octubre de 1913. Fue su


vecina adolescente quien le ayudó a descubrir el mundo de la fotografía.
Recorrían la ciudad y sus alrededores tomando imágenes de la vida
cotidiana: transportistas de carbón, mendigos durmiendo en el centro de
Budapest, campesinas trabajando en el campo… Su interés por lo
humano comenzó a desarrollarse en este momento.
Una de las características de la fotografía de Capa está directamente
relacionada con su carácter sociable y empático, y es su predilección por
las personas. La mayor parte de su trabajo se centra en el retrato, en
captar los rostros del trabajador anónimo, de los combatientes en el
frente antes de un ataque, el de las víctimas del conflicto. De esta
manera, escribía la historia de quienes nunca saldrán en los libros.
Cuando cumplió 18 años se fue a Berlín a estudiar periodismo, y trabajó
en algunas agencias. Fue en ese periodo cuando floreció su ideología de
izquierdas; al mismo tiempo que se extendía el nazismo en Alemania.
Para lograr su primer éxito tuvo que romper algunas reglas. En 1932 hizo
un reportaje fotográfico de Trotski en Dinamarca, que se publicó en Der
Welt Spiegel. En el mitin del político estaba prohibida la entrada de
cámaras, pero Endre consiguió colar la suya. En la parte de abajo de la
página, Capa firma con su verdadero nombre, Friedmann. Será uno de
los pocos trabajos de su carrera vendidos con su identidad real.
Entonces a Gerda Taro se le ocurrió una idea. Endre tenía que
reinventarse. En 1936, crearon un alter ego para él: Robert Capa, exitoso
periodista estadounidense. Aunque este nombre no se legalizó hasta
muchos años después, el cambio de identidad y la carrera que
inventaron a sus espaldas cambió el destino de Endre, y gracias al
personaje de Robert Capa comenzó a triunfar. Poco después del
nacimiento de Capa, le contrataron para hacer un reportaje sobre el
Frente Nacional francés.

Y, en el mismo año, consiguió cubrir la Liga de las Naciones en Ginebra.


Allí demostró su talento captando una escena que pasó desapercibida
para el resto de periodistas: un periodista español siendo arrestado por
error. Durante el discurso del depuesto emperador de Abisinia, que
protestaba por la invasión de Mussolini, un grupo de periodistas italianos
afines al fascismo comenzaron a silbar y a insultarle. La policía detuvo al
grupo, y el resto de la prensa internacional se centró en el incidente y la
reacción del emperador. Sin embargo, Capa se dio cuenta de que entre
los detenidos había un periodista español que había intentado
enfrentarse a los italianos, y que los agentes confundieron con un
alborotador. Capa lo siguió hasta la calle y captó cómo lo introducían a la
fuerza en el coche policial y lo amordazaban al llevárselo.

En 1938 viajó a China para cubrir la segunda guerra chino-japonesa. Allí


fue testigo de la resistencia de la región china de Manchuria contra la
ocupación japonesa. Con este reportaje consiguió la portada de la
prestigiosa revista Life. Fue un conflicto que Capa calificó como la “mayor
estupidez del mundo”. Fue un viaje muy frustrante para él, ya que el
control de las autoridades y las dificultades de comunicación le
supusieron grandes barreras para su manera de trabajar.

Robert Capa fue a España poco después, donde cubrió la Guerra Civil
junto con su pareja, Gerda Taro, para Vu, Regards, Weekly Ilustrated y
Life. Capturó momentos como la despedida de las Brigadas
Internacionales, la batalla del Ebro, y la vida de los refugiados españoles
ante el avance franquista.
Esta guerra se convirtió en el conflicto bélico más fotografiado de la era
dorada del fotoperiodismo. En un país en guerra, no había mucho tiempo
para escribir, y las imágenes reflejaban mejor la tensión del momento. El
fotoperiodista reflejaba conceptos, como la miseria, el miedo o crueldad.
Para Capa, solo se podía captar estas emociones implicándose con la
gente del lugar, tratando de comprender sus sentimientos. “No me
interesa hacer imágenes bonitas, ardo en deseos de contar una historia”,
dijo, “Prefiero una imagen que sea imperfecta desde el punto de vista
técnico a una mala imagen técnicamente perfecta”.
A partir de este momento, Capa desarrolló un estilo más personal: sus
fotografías no buscan la perfección del enfoque. Suelen jugar con la falta
de nitidez y el movimiento. De hecho, años más tarde, tituló su
autobiografía Slightly out of focus, es decir, Ligeramente desenfocado.

Firmus Walter - Walter Firmo


Considerado uno de los autores más importantes que trabajan con la fotografía en
color en Brasil, y uno de los primeros en promover y dar a conocer la contribución
de la cultura negro en su trabajo, Firmo nació en la ciudad de Río de Janeiro en
1937. Autodidacta, comenzó su carrera en El periódico Última Hora de Río de
Janeiro , en 1957, colaboró con Jornal do Brasilen 1960. Cinco años más tarde,
formó parte del equipo inaugural de la revista Realidade , que lo hizo conocido a
nivel nacional. Después de trabajar durante varias publicaciones de Bloch Editores,
creados en 1973 la agencia de la cámara Tres, en asociación con Sebastião Barbosa y
Claus Meyer, sino dejado el año siguiente a tirar para la revista de la rama Ver en
Río de Janeiro.
Fue director del Instituto Nacional de la Fundación Nacional de las Artes Fotografía
en el período entre 1986 y 1991. Con la extinción de Disp.para el gobierno Collor fue
restablecido en 1994, comenzó a trabajar en la nueva zona de Fotografía Funarte
mediante el cual se retiró en 2007. Publicó los libros: Walter Firmo: Antología
fotográfica (1989); y en The Pink Tracks(1996); Paris: Parades About
Images (2005); Brasil: Imágenes de la tierra y el pueblo (2009). Ganador del
informe de 1963 de Esso premio a la serie de cinco informes "Cien días en una de
Amazon," siete veces fue galardonado en el Concurso Internacional de Nikon La
fotografía también ganar el premio Golden Dolphin otorgado por el gobierno del
estado de Río de Janeiro en 1985.
Annie leibovitz

Por 23 años había enfocado su trabajo en retratar a la crema y nata del


entretenimiento y la vida pública. Estrellas de Hollywood, ídolos del rock, jefes
de Estado fotografiados en el confort creativo de su estudio o en locaciones y
situaciones dirigidas.

En 1975, cuando a sus 25 años era la fotógrafa jefe de la revista Rolling Stone,
siguió cada paso de la gira estadounidense de la legendaria banda del mismo
nombre. Entonces pensaba que para tomar la mejor fotografía debía integrarse
a fondo con sus personajes. Pasaba dos, tres días con ellos para captar esencia,
profundidad e intimidad del momento. Pero los Stones vivían su pico máximo de
sexo, drogas y rock’ n ’roll, por lo que esas seis semanas casi la matan. Quedó
sumida en una fuerte adicción a la cocaína. Ocho años después, sin arrepentirse
de nada de lo que hizo, se alejó de la revista y abrió otro capítulo en su vida.
Como aseguró a la cadena radial NPR: “Conseguí ayuda profesional y funcionó”.
Hoy, Leibovitz, a sus 66 años, sigue enfocando con sus particulares ojos tristes y
se mantiene enérgica y franca. Siempre se ha considerado una fotógrafa a secas
y recibe todavía el insistente llamado de Vogue y de Vanity Fair, revistas que
recurren a su estética para sus tareas más delicadas.

Pragmática, Leibovitz desdibujó hace mucho la línea entre su trabajo comercial,


personal y de revistas. Los considera parte de un todo que solo separa
temáticamente para sus libros y exhibiciones. Abrió su más reciente muestra en
Londres a comienzos de febrero. Women: New Portraits ofrece una mirada
recargada del proyecto Women que concibió en 1999 con Sontag, basado en
retratos de mujeres que la inspiran. Considera esas iniciativas personales una
labor interminable, pues las alimenta con nuevo material y las presenta alrededor
del mundo.

Leibovitz ve la fotografía como un arte que glorifica momentos, y, por eso,


persigue imágenes memorables. Gloria Steinem, periodista y escritora feminista
cuya foto hace parte de la muestra y quien ayudó en su curaduría, aseguró a
Vogue: “Annie captura a las mujeres en toda su variedad, idiosincrasia,
simplicidad, miedo y coraje. Una palabra tan limitada como género no alcanza a
encapsular las muchas verdades que revela esta exhibición”.

La llegada de internet le amargó el trabajo. En declaraciones recientes al diario


The Telegraph dijo que “las revistas pasaron por una etapa en la que no sabían
si seguirían con vida. En ese momento recurrieron a lo que vende, al sexo que
vende, y creo que podemos hacer cosas mucho mejores. El público es
inteligente”. Como consecuencia, “a menudo me pasa que no tomo las fotografías
de lo que quiero de la manera que quiero”. Y si bien sus portadas han quedado
en la retina y memoria de millones, confiesa que el trabajo que más le satisface
es el que se ve en las páginas interiores. La portada vende revistas, las fotos de
dentro cuentan la historia.

Solo una vida

Anna Lou Leibovitz creció en el seno de una familia humilde que se reubicaba
constantemente porque el padre era miembro de las Fuerzas Armadas. Es la
tercera de seis hermanos que crecieron viendo el mundo a través de la ventana
del carro, impulsados hacia el arte por una madre bailarina.

A Vanity Fair llegó de la mano de la brasileña Bea Feitler, una mentora de gran
ojo editorial que no temía anotarle cuando su trabajo no estaba a su altura. Feitler
la involucró en la revista de Condé Nast desde su comienzo en 1983, y desde
entonces su carrera no hace más que avanzar.

Es difícil creer que en 2009 Leibovitz estuvo a punto de perder todas sus
fotografías a manos de sus acreedores. Pidió préstamos millonarios a la gente
equivocada y tuvo dificultades para pagar. Con esfuerzo y abogados logró zafarse
y mantener los derechos de las miles de obras que componen su legado. Hoy,
considera esa etapa como la consecuencia de ser tan desprendida del dinero. Y
más allá de ello, sus prioridades son las mismas. Piensa en su pasión, en sus
amores del pasado y del presente, y no ha dejado de marchar. Por eso, sigue
siendo la gran retratista norteamericana que le ha hablado al mundo desde la
lente de su cámara.

ELLIOTT ERWITT
Nacido en 1928 en París, pasó su infancia en Milán. Su interés por la
fotografía comenzó cuando era adolescente viviendo ya en Hollywood.
Elliott Erwitt fue invitado a unirse a Magnum Photos en 1953, y desde
entonces ha sido miembro de pleno derecho de la prestigiosa agencia,
ejerciendo durante varios periodos como su presidente.
Elliott Erwitt ha realizado exposiciones individuales en los museos y
galerías más importantes de todo el mundo.
"Se trata de reaccionar a lo que se ve, de esperar sin prejuicio. Puedes
encontrar fotos en cualquier lugar. Es simplemente una cuestión de darse
cuenta de las cosas y organizarlas. Sólo tienes que preocuparte por lo
que te rodea y preocuparte por la humanidad y por la comicidad del ser
humano. "- Elliott Erwitt.
Nosotros nos declaramos rendidos admiradores de su obra, cargada
siempre de audacia, de sensibilidad, de humor, de inteligencia. Una obra
monumental a la que regresamos una y otra vez.
ALBERTO KORDA
Alberto Díaz Gutiérrez, más conocido como Alberto Korda, (14 de septiembre
de 1928 – 25 de mayo de 2001) fue un fotógrafo cubano. Es célebre por la
famosa fotografía tomada al Che Guevara mirando el cortejo fúnebre de los
muertos en el atentado terrorista al barco La Coubre, el 5 de marzo de 1960.
Aunque su formación es autodidacta aprendió fotografía en un inicio con
Newton Estapé y después con Luis Pierce. Con el triunfo de la Revolución
Cubana en 1959, trabajó para la Revolución y acompañó a Fidel Castro como
fotógrafo en distintos recorridos que el líder cubano realizaba en esos años.
1960 fue el año que cambiaría su vida, ya que fue durante este año cuando
realizó la famosa fotografía El Guerrillero Heroico, la cual a consideración de
grandes críticos es uno de los diez mejores retratos fotográficos de todos los
tiempos y constituye la más reproducida de la historia de la fotografía en todo
el mundo.
Después de un tiempo en el que estuvo acompañando a Fidel como su
fotógrafo personal y por algunas desavenencias por el ritmo que tomaba el
curso de la Revolución, se dedicó a la fotografía submarina en Cuba en el
Instituto de Oceanología de la Academia de Ciencias realizando el Atlas de
corales cubanos. Su obra fotográfica se ha expuesto en las principales
galerías del continente europeo y en América, así como en otras partes del
mundo.
SALLY MANN

Este artículo habla de desnudos y habla de muertos. Pero también de


vida. Mucha. La que infunde Sally Mann (Virgina, Estados Unidos, 1951)
en sus fotografías. Esta artista está considerada una de las grandes
fotógrafas de nuestro tiempo. Vive en ese particular Olimpo que ocupan
también Cindy Sherman o Nan Goldin, y desde hace cuatro décadas
construye una propuesta artística ambiciosa, honesta y, muchas veces,
arriesgada y controvertida. Pero todo lo ha hecho a partir de una
trascendente mirada sobre la arquitectura, los paisajes del sur de Estados
Unidos, las naturalezas muertas, los autorretratos o su propia familia.
Precisamente se hizo conocida en el mundo del arte, y fuera de él, por las
fotos que recogen algunos momentos de la vida en su granja de
Lexington (Virginia) con sus tres hijos (Jessie, Virginia y Emmett), cuando
no superaban los 12 años. Son imágenes fechadas a finales de los
ochenta y principios de los noventa. Y en esas fotografías Sally Mann no
oculta nada. O lo recoge todo, como quieran. Ahí están los avatares
propios de la infancia de sus niños. Los juegos, los enfados, las heridas,
los sueños y también (lo que trajo la polémica) los momentos más
íntimos.
La controversia
Detengámonos un momento en esta última lectura. Entre 1984 y 1994
trabaja en esa serie. Se llama Immediate Family y, como hemos visto, se
centra en la vida de sus hijos antes de cumplir los 12 años en la granja
familiar. Pronto se convierte en un gran éxito. Instituciones como el
MoMA o el Guggenheim de Nueva York adquieren obra. Es un trabajo
difícil, pero también de una profunda sinceridad. Retrata lo más próximo.
Grupos americanos conservadores protestan, e incluso The Wall Street
Journal censura una de las fotos de la serie. Era Virginia a los 4 (ahora en
la colección Guggenheim). Años más tarde, la polémica alcanzaría a otros
fotógrafos, como Nan Goldin o Andrés Serrano, que también verían
algunos de sus trabajos censurados o retirados de exposiciones por su
enfoque sobre la sexualidad o por el tratamiento de la religión.
Fotografíar la muerte
Pero esta serie, aunque es la más conocida, no es la única reseñable de
la fotógrafa de Virginia. Su último trabajo, Proud Flesh, le ocupó más de
seis años, y es una mirada al sufrimiento. Sally Mann fotografía a su
marido, Larry, un conocido abogado de Lexington, que sufre un estado
avanzado de distrofia muscular. Su espalda, sus brazos –ambos
interpretados como si fueran una arquitectura–, su dolor; las descarnadas
puestas en evidencia de su vulnerabilidad son captadas con la precisión
de un cirujano.
W. EUGENE SMITH

William Eugene Smith (1918-1978) fue un fotoperiodista estadounidense


conocido por su enorme talento y sensibilidad y por su negativa a
comprometer sus principios profesionales. Y por sus vívidas y brutales
fotografías de la Segunda Guerra Mundial.
La honestidad, como una prolongación de su propio ser, condujo a Smith
al imposible de la objetividad plena, y derivó en una personalidad
compleja que le pasó factura con los editores y directores de las
publicaciones y agencias a las que sirvió.
Siempre antepuso el ser humano a cualquier alarde estético, con
emotivos ensayos gráficos sobre el dolor, la tristeza, la soledad o el
desamparo en forma de relatos visuales para reflexionar sobre el destino
más frecuente del hombre.
Da fe de ello, siempre con la luz como aliado para enfatizar o matizar, en
series como las dedicadas a la II Guerra Mundial cuando acompañó al
ejército estadounidense en su ofensiva contra Japón en Saipán, Guam,
Iwo Jima y Okinawa, donde retrató por igual a las víctimas y a los
causantes del dolor, a los que no condenó, sino que también presentó
como depositarios del infortunio.
Si por algo es conocido en España William Eugene Smith, ello se debe a
la crónica de la España de los años cincuenta que realizó en Deleitosa
(Cáceres), muy cerca de Trujillo, apenas una década después de haber
finalizado la Guerra Civil, y que presentó con el lema de "Pueblo español"
(1951).
Eugene Smith murió afectado por el alcohol y las drogas en 1978. Nos
dejó todo un legado de reportajes antológicos y un método de trabajo
que sentó las bases del fotoperiodismo y los ensayos fotográficos.
"Mi intención es capturar la acción de la vida tal como es". Este objetivo
guió a Smith desde sus primeros encargos, a partir de 1937 en la revista
Newsweek y más tarde como corresponsal de guerra para Flying y
Parade.
Su trabajo allí fue mostrar a la opinión pública estadounidense la entrada
de EE UU en la guerra. Y, sobre todo, los efectos de los bombardeos en
la población civil.
Alexander Rodchenko
Aleksander Mikhailovich Rodchenko (San Petersburgo 1891-
Moscú 1956) era de origen modesto, hijo de un artesano
teatral y una lavandera.[1] En 1905 se muda con sus padres
a Kazán, casi 1600 kilómetros al sureste de San Petersburgo.
Abandona su aprendizaje como técnico dental para
matricularse en la Escuela de Bellas Artes de Kazán bajo la
tutela de Nikolái Feshin y Giorgi Medvédev.[2] Ahí conoce a
Varvara Stepanova quien habría de convertirse en su esposa
y compañera por toda la vida.

Para comprender la hondura, estilo y aportaciones de


Rodchenko es necesario hacer un desvío hacia la tecnología,
los factores políticos y las vanguardias en Rusia a principios
del siglo XX.
En Rusia Kazimir Malévich inicia el movimiento Suprematista
hacia 1915, donde lo fundamental es llegar al absoluto de la
forma, el color, la línea en el inefable universo de la
geometría. El Suprematismo llevaba al extremo la
simplificación abstracta para llegar a un hecho artístico no
figurativo. Malévich aglutinó a diferentes artistas en el grupo
denominado Supremus que incluía a Lissitzky, Popova y
Rodchenko.

El propio Malévich calificó las esculturas y pinturas de


Rodchenko como un arte en construcción. Por su parte,
Vladimir Tatlin comienza a trabajar desde un planteamiento
artístico originado en la producciónasimilada a la idea de la
fabricación en serie y la mecanización “Tatlin y sus
seguidores más directos, desde planteamientos formalmente
abstractos, apuestan por un arte productivista, dado su
interés en la búsqueda de la creación de una cultura artística
obrera.”[3] “Bajo el lema «el arte a la producción», los artistas
iban a ir a las fábricas modernas para crear diseños
fabricados en serie, ya que el nuevo orden social exigía
nuevos materiales y formas.”[4] El Manifiesto Productivista de
1921 también gritaría: “«¡Abajo el arte, viva la técnica»”[5]”
La atracción por el mecanismo y la máquina fueron cruciales
en la concepción del mundo en los inicios del siglo XX. Esta
fascinación también aparecería en Estados Unidos. Las
siguientes fotografías de Rodchenko fueron un precedente
importante al trabajo de Margaret Bourke-White o W. Eugene
Smith. Alexander Rodchenko.
George Eastman
El 12 de julio de 1854, nacía el inventor estadounidense George Eastman (Waterville,
Nueva York, 12 de julio de 1854 – Rochester, Nueva York, 14 de marzo de 1932). Su
contribución a la popularización de la fotografía fue enorme.
De formación autodidácta, en 1877 comenzó su carrera fotográfica al descubrir la
fórmula por la que, al aplicar una emulsión de gelatina al cristal para hacer placas
fotográficas secas, se obtenía de ellas una mayor sensibilidad y versatilidad que con las
anteriores placas húmedas. Formó entonces la Eastman Dry Plate Company, con el fin de
comercializar sus innovaciones. Buscó, asociándose William Walker, fabricante de
cámaras fotograficas, un método fácil y económico de captar las imágenes.

En 1884, patentó la primera película en forma de carrete o rollo que resultó ser práctica.
Esta primera película se enrollaba en un aparato montado en una cajita, a la que llamó
Kodak (por el sonido que hacía al dispararla) , que comercializó por el módico precio de
25 dólares. Su producto venía con un rollo para 10 imágenes y enseguida conquistó el
mercado.

El 4 de septiembre de 1888 Eastman registró la marca Kodak y recibió una patente para
su cámara, que usaba el rollo de película. Ese mismo año lanzó al mercado la cámara
Kodak 100 Vista, que utilizaba carretes de 100 fotos circulares y para cuya campaña de
promoción acuñó la frase «Usted aprieta el botón, nosotros hacemos el resto».

Estas cámaras fotográficas se enviaban a la empresa fabricante para su recarga. Contrató


al químico Henry Reichenbach y con él desarrolló el soporte ideal para sus emulsiones,
una nueva película transparente llamada celuloide, y así en 1899 bastaba enviar el
carrete utilizado.

La novedad se impuso y supuso que el uso de la fotografía se pudo extender a toda la


población. Es, por tanto, el momento de la popularización de la fotografía.

Cuatro años después logró perfeccionar la cámara Kodak, la primera cámara


especialmente diseñada para una película en forma de carrete.

En 1892, fundó la Eastman Kodak Company, en Rochester (Nueva York) una de las
primeras empresas en producir material fotográfico en serie. Esta compañía también
fabricó la película transparente flexible, concebida por Eastman en 1889, que resultó
decisiva para el posterior desarrollo de la industria del cine.

La Eastman Kodak Company fue la primera empresa que implantó los servicios sanitarios
y que repartió los beneficios con sus empleados.
Además de inventor, se le puede calificar sobre todo filántropo, ya que donó todas su
pertenencias, más de 100 millones de dólares a instituciones médicas, artísticas,
educativas y científicas.

Entre sus aportaciones destaca una donación al Instituto de Tecnología de Massachusetts,


la fundación de la Escuela Eastman de Música en 1918 y una escuela de medicina y
odontología en la Universidad de Rochester en 1921.

Timothy O'Sullivan
O'Sullivan nació en Nueva York, y de adolescente trabajó para Mathew
Brady. Al comienzo de la guerra civil, a principios de 1861, fue
comisionado como teniente primero en el Ejército de la Unión, y en los
años siguientes peleó en las batallas de Beaufort, Port Royal, Fort
Walker y Fort Pulaski.

Luego de su baja con honores se reincorporó al equipo de Brady. En julio


de 1862 acompañó al general John Pope en la campaña del Norte de
Virginia. En julio de 1863 tomó su fotografía más famosa «The Harvest
of Death» (La cosecha de la muerte) mostrando soldados
muertos tras la batalla de Gettysburg lo que se considera la única
evidencia fotográfica de la misma.

En 1864 acompañó al general Ulysses S. Grant y registró el asedio de


Petersburg antes de viajar brevemente a Carolina del Norte para
documentar la segunda batalla de Fort Fisher. También estuvo en
Appomattox Court House, donde tuvo lugar la rendición de Robert E. Lee
en abril de 1865.

Después de recorrer los EE.UU. de la Guerra Civil, O'Sullivan se unió a


una serie de expediciones organizadas por el gobierno federal
para ayudar a documentar las nuevas fronteras en el Oeste
americano. Los equipos estaban compuestos por soldados, científicos,
artistas y fotógrafos.
En 1870 se unió a una expedición a Panamá para buscar el sitio para
un canal que atravesara el istmo. Entre 1871 y 1874 retornó al sudoeste
acompañando la expedición de George M. Wheeler al meridiano 100°.
Pocos de los 300 negativos que tomó se han conservado. Pasó los
últimos años de su corta vida en Washington DC, como fotógrafo oficial
del Servicio Geológico de los Estados Unidos y del Departamento del
Tesoro. Murió a los 42 años de tuberculosis.
Por encima de todo, O'Sullivan capturó la belleza natural del oeste de
Estados Unidos de una manera que más tarde influiría en Ansel Adams y
miles de fotógrafos por venir.

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