El vocablo portugués mermelada llegó a nuestro idioma como mermelada. El
término se emplea para aludir a la conserva que se prepara con azúcar y fruta cocida. De acuerdo a la clase de mermelada, la proporción de azúcar y fruta puede variar. Esta relación también se vincula a la maduración de la fruta y a otras cuestiones. La pectina cumple un rol fundamental en la elaboración de mermeladas. Este polisacárido que se halla en las paredes celulares de las frutas actúa como espesante y es el responsable, al reaccionar con el azúcar durante la cocción, de la solidificación de la mezcla una vez que se enfría. Cuando la fruta no tiene pectina, se puede agregar esta sustancia durante el proceso de elaboración de la mermelada. Otra posibilidad es incorporar un porcentaje de otra fruta que sí contenga el polisacárido en cuestión. Para preparar mermeladas caseras o artesanales, los expertos recomiendan escoger frutas ni demasiado maduras ni muy verdes. Por otra parte, es clave utilizar la cantidad adecuada de azúcar (entre 700 y 1.000 gramos por kilo de fruta) ya que sirve como conservante. Es importante no confundir entre mermeladas, jaleas y confituras. Como primer punto hay que saber que los tres productos se hacen con azúcar y fruta, aunque presentan diferencias. En las mermeladas debe haber al menos un 30% de fruta en el peso del producto final. En las confituras, un 35% o más, y además suelen llevar más azúcar. En cuanto a las jaleas, se elaboran con jugo (zumo) de fruta, y no con trozos o frutas enteras. Incluyen una cantidad de azúcar similar a las confituras y tienen textura de gelatina.