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LA SUSY

Buenas tardes, mi nombre es Susy Yorleydy Rodríguez. Yo estoy aquí porque mi mamá me obligó.
Ella es actriz. Frustrada. Y lo que no pudo con ella me lo quiere enchutar a mí.
Yo estoy muy bien en la academia Capille Francé, pero ella no entiende, no quiere entender. Ahí sí
que estoy aprendiendo a hacer cosas de verdad. Miren este cabello: antes era reseco, opaco y sin
brillo. Pero gracias a una simple aplicación de agua oxigenada mi cabello cambió por completo.
Miren los resultados. Ahora está cheverísimo. A mí lo que me gusta es eso, cortar cabello, arreglar
uñas, tinturar... mejor dicho, mi sueño es tener mi propio salón de belleza. Es que hasta el nombre
ya lo tengo pensado: "Susy Yorleydi Cabellus". Susy: pintado en rojo, Yorleydi: en blanco y Cabellus:
en azul. ¿Saben por qué esos colores? Pues, porque son los colores de la bandera Francesa. Eso
me lo enseñó Jean Paul, el primer día de clase; él dice que yo debería hacerme el otro curso para
terminar de afinar el pulso, pero mi mamá no quiere, ella lo que desea es que yo estudie aquí para
ser actriz, ella jura que yo tengo talento para esa vaina. La pobre está reconvencida que algún día
me verá en la televisión. Que va, la vieja no está ni tibia. ¿Me imaginan parada en un escenario
frente a un montón de ojos morbosos y criticones, haciendo el oso? No, qué tal. Para eso se necesita
alma de payaso y yo de eso no tengo ni esto. La gente no va al teatro a ver si una actúa bien, no, la
gente, y sobre todo los hombres, van al teatro es a ver si una esta buena de aquí o de acá. Sí, en
serio. Y como todas las viejas que trabajan en eso se besan y se acuestan con cualquiera. ¿O no
han visto las telenovelas?... ¿Se imaginan besándome con el Miguel Baroni? Uy, el Marco Antonio
me revienta. El Marcos si es un actor, pero no como esos de mochila, barbita y bufanda. No, el
Marco Antonio es un actor de verdad, de la vida real, no se le arruga a nada. Que si hay que pintar,
pinta. Que si hay que desbaratar un motor, lo desbarata. Que si hay que hacer tatuajes, los hace.
Miren estos dos lunares. Aguja, tinta de lapicero negro y alcohol para la infección. Es que Marcos si
es bien creativo. ¿Qué tal que hubiera estudiado? Mínimo hubiera sido doctor. Bueno, Diosito sí
sabe como hace sus cosas, si el Marcos hubiera estudiado, seguro ya no estaría conmigo. Un tipo
bien pinta y con plata que la va a mirar a una. Al principio no quise ponerle la cara, me dio miedo,
pero que va, el Marco Antonio me convenció. Siempre me convence. Me dijo: Nena, ¿sabes leer?
Y yo le dije que dejará de ser ridículo, que hiciera preguntas coherentes. ¿Sabe leer o no sabe leer,
monita? Me volvió decir con ese tono en donde una no sabe si le están preguntando en serio o le
están mamando gallo. Entonces me arriesgué y le dije pensando que lo hacía mamando gallo: Oye,
Toño ¿Cómo crees que estoy estudiando en la Capille France? No dijo nada, se puso serio. Agacho
la cabeza y luego la levantó de un solo golpe para que su melena le destapara la cara. Levantó
lentamente la manga de su camisa- yo creí que me iba a pegar-. Estiró el brazo. Se había hecho un
tatuaje relindo, a colores. Un corazón grande, atravesado por una flecha y en el medio la "S" de
Susy y la "M" de Marco Antonio. Yo me derretí. Y me dije a mi misma: Mi misma si el Marco Antonio
fue capaz de hacerse todo eso por mí, entonces, ¿por qué no regalarle ese pequeño gusto? De
todos modos, como las viejas también somos bien jodidas, le pregunté: ¿Y para qué quiere que me
los haga, Toñito? Y él me responde con voz de aerosol, soplándome al oído: Quiero que te me
parezcas a la Marilyn. Se me brotaron las venas de una. Siempre que me emputo se me brotan las
venas de aquí en la frente. ¡¿Qué?, qué?! Le grite, y le fui zampando su cachetada. ¡Uy!, que
emputada que me le pegué. Me le regué como media hora echándole una cantaleta. Lo mandé a
comer mierda. Yo poniéndole la cara para que hiciera con ella lo que quisiera, y el desgraciado me
sale con esas, qué tal. (Se ataca a reír). Después de despertarme de la tunda que me pegó por
alebrestada y bruta, supe que la tal mona esa, era la Marilyn Monroe.
(A alguien del público). ¿Qué horas tiene? Gracias. ¿Saben qué? Yo dejé en el secador a la mamá
del Marco Antonio, ya debe estar medio chamuscada. Yo había preparado un monólogo, pero ya no
tengo tiempo. Si mi mamá les pregunta, que cómo me fue, díganle que estuve de maravilla, que me
regalaron hasta beca. Frescos, que yo les hago un descuento especial en el salón de belleza.
(Entrega tarjetas). Ahí les dejo la información. Chao. Preguntan por la Susy. (Sale).

APAGÓN

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