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Joaquín Victor González
Joaquín Victor González
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Este programa y el sostenimiento de dicha política en la UNLP, formaba parte
de un proceso mayor que desde fines del siglo XIX se había iniciado en España y
en Chile[21]. En la universidad de Oviedo, en España, Rafael Altamira, quién
intercambia ideas y opiniones con González, visualiza que tras la derrota española
en Cuba, definitivamente los españoles debían asumir la crisis y decadencia de su
país. Para reconsiderar esta situación negativa e integrarse al mundo de las
naciones modernas, entre otras cuestiones, debían crear universidades que formen
una nueva élite dirigente y a profesionales que desarrollen, aplicando los últimos
adelantos de la ciencia, la economía de las diferentes regiones de la Península.
Altamira habla de producir una Ciencia Nacional. Era necesario, a sus ojos, llevar
a las aulas españolas los mejores profesores del mundo para que formen a los
futuros españoles. Sólo cuando surgieran los nuevos profesores y profesionales
españoles podría materializarse una Ciencia Nacional en España[22]. González
participa de estas ideas que no pueden calificarse, como afirma Escudé, de
chauvinista[23]. Y no casualmente, entre los catedráticos que invita González para
dar conferencias en la UNLP se encuentra el mismo Altamira[24].
González tuvo, sin duda, la suficiente capacidad política para iniciar este proceso
universitario en Argentina. Porque habría que señalar que al interior del grupo
gobernante argentino y de la propia UNLP, se difunden otros proyectos, como el
de Ernesto Nelson, que se diferencia en algunos puntos con el programa
gonzaliano[25]. Nelson escribe dos libros, con una clara adhesión al liberalismo y
al modelo universitario norteamericano, donde responsabiliza al Estado de todos
los males de las universidades argentinas: 1. Las universidades, atadas a los
objetivos y prioridades estatales no tendrían una efectiva autonomía y, por
consiguiente, 2 su función consistiría, básicamente, en formar al personal que
necesita el aparato del Estado[26]. En su opinión, estas instituciones deberían
sostenerse por sí mismas, (aunque paradójicamente considera necesario que sean
subsidiadas por el Estado) y la propia sociedad definiría en el mercado qué
graduados de las distintas Casas de Altos Estudios eran los mejores y los que más
necesita. Contrariamente a González que proyectó, creó y presidió por tres
períodos consecutivos la UNLP, Nelson nunca encontró fuerzas políticas
suficientes que respalden su proyecto.
Pero también debemos recordar que González llevó adelante esta empresa bajo
un gobierno donde imperaba el fraude y que durante su gestión en la UNLP no
abrió el juego democrático, tan proclamado en sus discursos. Motivo que tuvo
como consecuencia, como muy bien ha señalado Hugo Biagini, enconadas
protestas estudiantiles que tuvieron una enorme repercusión tras la renuncia de
González, en los acontecimientos que acompañaron a la reforma universitaria[27].
Carlos Escudé no se interesa por este aspecto negativo de la experiencia
gonzaliana, en cambio subraya que habría distorsionado la tradición liberal y
republicana trazada por Sarmiento y Alberdi. Sin embargo, la actuación de
González en el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública y durante sus tres
períodos en la UNLP, nos indican todo lo contrario: impulsó una empresa
universitaria que formaba parte de un proceso de modernización que se estaba
produciendo en otros países, y le dio a la nueva casa de estudios una función
específica con el objeto de preparar las condiciones necesarias para alcanzar una
República verdadera y efectivamente federal.
Bibliografía J. V. González
Natalio Botana, El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, Buenos Aires,
Sudamericana, 1977. Cap. VIII: “Las leyes electorales: diálogo entre dos reformadores”.